El facilitador virtual y a distancia debe romper con los esquemas de la enseñanza presencial y poseer virtudes como el compromiso, liderazgo e investigación. Debe hacer que los alumnos se sientan apoyados y valorar la virtualidad como una herramienta que fomenta la independencia y el aprendizaje. Además, el facilitador debe ser empático, proactivo, buen anfitrión y tener buenas habilidades comunicativas para guiar a los alumnos a distancia.