El documento describe la escultura y el relieve en la Península Ibérica durante el periodo romano. La escultura romana copiaba modelos griegos pero también creó el retrato y el relieve histórico. Solían hacer cuerpos idealizados a los que se les cambiaban las cabezas según el personaje. Muchas esculturas estaban dedicadas al culto imperial. El relieve se usaba para narrativas históricas y propagandísticas, como en el Altar de la Paz de Augusto.