Los sistemas automáticos se regulan y controlan sin ayuda humana mediante operadores mecánicos, electrónicos y eléctricos. Existen dos tipos de sistemas: de lazo abierto, donde el mecanismo de control se ajusta previamente, y de lazo cerrado, que cuenta con un sensor que regula el mecanismo de control en función de la respuesta del sistema. Los sistemas de lazo cerrado tienen ventajas como la capacidad de actuar automáticamente y repetir ciclos sin necesidad de configuración manual.