Este documento critica la educación actual por centrarse demasiado en lo académico y no enseñar lo esencial como la bondad, el respeto y la felicidad. Señala que los campos de concentración fueron construidos por ingenieros y médicos titulados, lo que muestra que la educación no previene la barbarie. Finalmente argumenta que la educación debería enseñar sobre la vida real de los maestros y sus almas en lugar de solo centrarse en asignaturas.