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Modelo de evaluación de la calidad educativa en Instituciones de Educación 
Superior Públicas, desde la perspectiva de la responsabilidad social 
universitaria. 
Autores: Dr. Willebaldo Moreno Méndez 
Dra. Carmen Lilia Sánchez González 
Dra. Alma Xochitl Herrera Márquez 
RESUMEN 
La calidad de la educación es una aspiración constante de todos los sistemas 
educativos y uno de los principales objetivos de las reformas educativas de la mayoría 
de los países. Es un concepto con una gran diversidad de significados, con frecuencia 
no coincidentes, ya que, las cualidades que se le exigen a la educación están 
condicionadas por factores ideológicos y políticos, los sentidos que se le asignan a la 
educación en un momento dado y en una sociedad concreta, las diferentes 
concepciones sobre el desarrollo humano y el aprendizaje, o por los valores 
predominantes en una determinada cultura. La definición de una educación de calidad 
y el modelo de evaluación de la misma varían en diferentes períodos, de una 
sociedad a otra y de unos grupos o individuos a otros. 
Existen un sinnúmero de modelos que abordan la evaluación de la calidad educativa, 
sin embargo, ninguno es integral, es decir, que tanto en su concepción teórico 
metodológica, como en su operativisación, realice un abordaje holístico, evaluando los 
factores internos y externos de la universidad. Por lo mismo, se propone un modelo 
con una mirada holística desde la perspectiva de la responsabilidad social universitaria 
a partir de siete ejes de referencia. 
Palabras Clave: Calidad Educativa, Evaluación de la Calidad, Responsabilidad 
Social Universitaria, Universidad Pública.
I. Introducción 
Hoy día, sobre todo en la región Latinoamericana, existe consenso respecto de la baja 
calidad de la educación en todos los niveles, incluyendo el superior, pese a los 
esfuerzos realizados por diversos organismos gubernamentales e institucionales, en 
aumentar el tiempo de aprendizaje, hacer uso de nuevas tecnologías, definir nuevos 
currículos, elaborar materiales didácticos o formar a los docentes en nuevas 
estrategias pedagógicas, entre otras estrategias por mejorar la calidad. 
La falta de conocimientos y capacidades para afectar más directamente lo que ocurre 
en las aulas y la dificultad de incorporar las dimensiones subjetivas en el análisis, ha 
entrañado que el debate de la calidad en el ámbito de las políticas se haya centrado 
en enfoques provenientes del campo económico, dando gran importancia a aspectos 
tales como eficacia, eficiencia o competitividad; medidas que, aún siendo necesarias, 
no han mostrado ser suficientes para resolver los problemas de la baja calidad de la 
educación. 
En éste sentido, el objetivo del presente proyecto, en primera instancia, se enmarca en 
el desarrollo conceptual de la calidad educativa como fundamento de la 
responsabilidad social universitaria, a partir de lo cual, se propone un modelo de 
evaluación de la calidad educativa que posibilite un abordaje holístico e integral del 
fenómeno educativo que permita evaluar el grado de cumplimiento de estándares de 
calidad educativa, independientemente de su modalidad.
II. Desarrollo conceptual 
Son varios los factores que deben ser considerados para poder realizar una 
aproximación a la temática de la calidad, tanto en su definición como en la elaboración 
de indicadores valorativos de la misma. 
El significado de la calidad, puede variar según quiénes se refieran a ella: los 
funcionarios, los directores, los padres, la ciudadanía, los docentes, los alumnos. De 
igual modo, éste significado tomará diferentes connotaciones dependiendo del 
contexto histórico, social, económico, cultural y geográfico. 
Por otra parte, no siempre se le considera utilizando los mismos indicadores, o, 
pueden ser diferentes las perspectivas e intereses que se ponen en juego para 
analizarla, 
Sin embargo, es evidente que la calidad de la educación ha de inferirse de las 
características del modelo educativo que la comunidad fija como base de su sistema 
educativo, y que refleja los valores del contexto social en el que se define. De aquí que 
la calidad de la educación haya de entenderse como un concepto relativo, en 
comparación con otras culturas o momentos históricos diferentes e incluso según las 
diversas ideologías e intereses que coinciden dentro de una misma cultura. En 
consecuencia, vincula la eficiencia y eficacia del sistema educativo. 
En éste sentido, la función instrumental de la educación, ayudar a las personas a 
alcanzar sus propios objetivos económicos, sociales y culturales y contribuir al logro de 
una sociedad mejor protegida, mejor servida por sus gobernantes y más equitativa en 
aspectos importantes, se fortalecerá si su calidad es alta. La educación escolar (presencial 
o no) permite a los estudiantes desarrollar sus facultades creativas y emocionales y adquirir los 
conocimientos, competencias, valores y actitudes necesarios para convertirse en ciudadanos 
responsables, activos y productivos. El grado en que la educación consigue esos resultados es 
importante para sus usuarios. En consecuencia, tanto los analistas como los encargados de la 
formulación de políticas difícilmente pueden eludir el tener en cuenta la cuestión de la calidad. 
Para Sylvia Schmelkes (2001) una educación de calidad será aquella que ofrezca 
cuatro componentes esenciales:
1. Que se ofrezcan aprendizajes relevantes, esto es: que sirvan para la vida. Sin 
embargo es difícil marcar la línea divisoria entre lo que es relevante y lo que no 
lo es. 
Es por esto que otra de las preocupaciones fundamentales de los teóricos 
educativos a la hora de conceptualizar la calidad educativa es la pertinencia de 
la educación: "No puede estar desvinculada (la educación) de las necesidades 
e intereses del educando, sino que ha de ser pertinente a sus condiciones y 
aspiraciones, y servir al mantenimiento y superación de las comunidades y de 
la sociedad en general. (Alcántara, 2008). 
2. En segundo lugar, la educación de calidad tiene que ser eficaz, es decir, que 
se logren los objetivos propuestos con todos los alumnos. En este rubro se 
conocen cifras dolorosas: aproximadamente 41% de los alumnos que inician la 
primaria en México no la terminan. Con respecto a la educación superior, el 
promedio de la eficiencia terminal en las universidades públicas es de 63%, y 
en las universidades privadas del 73% (SEP, 2010). 
3. El tercer componente consiste en que la educación recibida sea eficiente, es 
decir, que se atienda la relación entre los resultados obtenidos y los costos 
destinados a obtenerlos. 
4. Por último, está la equidad, se necesita atender a los alumnos tomando en 
cuenta sus diferencias. La educación de calidad no debe considerarse como 
privilegio de unos cuantos. 
Sin embargo, quien mejor evalúa la Calidad de la educación, sin necesidad de discutir 
sobre su definición, es la sociedad misma. El cumplimiento de la responsabilidad 
social de las IES, a través de una evaluación de la calidad de sus atributos y 
componentes, se refleja necesariamente en las mejoras obtenidas y reconocidas en y 
para la sociedad. El concepto de calidad educativa debe vincularse, por lo tanto, con 
las necesidades y expectativas, traducidas en demandas, de los ciudadanos. 
Para Palafox (en Congreso Internacional de Calidad Educativa, México, 2005), una 
educación de calidad es cuando ésta se dirige a satisfacer las aspiraciones del 
conjunto de los sectores integrantes de la sociedad a la que está orientada; si, al 
hacerlo, se alcanzan efectivamente las metas que en cada caso se persiguen; si es 
generada mediante procesos culturalmente pertinentes, aprovechando óptimamente
los recursos necesarios para impartirla y asegurando que las oportunidades de 
recibirla –y los beneficios sociales y económicos derivados de la misma- se distribuyan 
en forma equitativa entre los diversos sectores integrantes de la sociedad a la que está 
dirigida. 
Para Toranzos (1996), el significado atribuido a la expresión "calidad de la educación" 
incluye varias dimensiones o enfoques, complementarios entre sí. 
· En una primera dimensión la calidad es entendida como "eficacia": una 
educación de calidad es aquella que logra que los alumnos realmente 
aprendan lo que se supone deben aprender -aquello que está establecido en 
los planes y programas curriculares-, al cabo de determinados ciclos o niveles. 
En esta perspectiva el énfasis está puesto en que, además de asistir a clase, 
los alumnos aprendan en su paso por el sistema. Esta dimensión del concepto 
pone en primer plano los resultados de aprendizaje efectivamente alcanzados 
por la acción educativa. 
· Una segunda dimensión del concepto de calidad, complementario del anterior, 
está referida a qué es lo que se aprende en el sistema y a su "relevancia" en 
términos individuales y sociales. En este sentido una educación de calidad es 
aquella cuyos contenidos responden adecuadamente a lo que el individuo 
necesita para desarrollarse como persona -intelectual, afectiva, moral y 
físicamente-, y para desempeñarse en los diversos ámbitos de la sociedad -el 
político, el económico, el social-. Esta dimensión del concepto pone en primer 
plano los fines atribuidos a la acción educativa y su realización en los diseños y 
contenidos curriculares. 
· Finalmente, una tercera dimensión es la que se refiere a la calidad de los 
"procesos" y medios que el sistema brinda a los alumnos para el desarrollo de 
su experiencia educativa. Desde esta perspectiva una educación de calidad es 
aquella que ofrece a niños y adolescentes un adecuado contexto físico para el 
aprendizaje, un cuerpo docente convenientemente preparado para la tarea de 
enseñar, buenos materiales de estudio y de trabajo, estrategias didácticas 
adecuadas, etc. Esta dimensión del concepto pone en primer plano el análisis 
de los medios empleados en la acción educativa. 
Por otra parte, UNESCO promueve el acceso a una educación de buena calidad como 
derecho humano y propugna un enfoque basado en los derechos para todas las
actividades educativas (Pigozzi, 2004). En el contexto de este enfoque, el aprendizaje 
se ve influido a dos niveles. A nivel del educando, la educación debe tratar de 
determinar y tener en cuenta los conocimientos que éste haya adquirido 
anteriormente, reconocer los modos formales e informales de enseñanza, practicar la 
no discriminación y proporcionar un entorno de aprendizaje seguro y propicio. A nivel 
del sistema de aprendizaje, se necesita una estructura de apoyo para aplicar políticas, 
promulgar leyes, distribuir recursos y medir los resultados del aprendizaje, a fin de 
influir de la mejor manera posible en el aprendizaje para todos. 
En concordancia con lo hasta aquí expuesto y como respuesta al momento histórico 
social de desarrollo de la población que se vive actualmente la OREALC/UNESCO, le 
da un sentido más humano a la concepción anterior: “La calidad de la educación en 
tanto derecho fundamental, además de ser eficaz y eficiente, debe respetar los 
derechos de todas las personas, ser relevante, pertinente y equitativa. Ejercer el 
derecho a la educación es esencial para desarrollar la personalidad e implementar los 
otros derechos”. (OREALC/UNESCO Santiago, 2007). 
Sin embargo, uno de los factores que limita la construcción conceptual de la calidad 
educativa y de las categorías teóricas que la articularían es el gradual abandono del 
análisis en torno a la relación universidad-sociedad; se olvida que, desde la 
perspectiva conceptual, lo que se debe atender es el contenido de una nueva relación 
de la educación superior con el Estado y con la sociedad; y este enfoque no se puede 
evitar porque la universidad pública, como actor social, interviene críticamente en el 
desarrollo económico de las sociedades contemporáneas. 
En este sentido, lograr una mayor pertinencia social implica revisar, bajo la lupa de la 
filosofía de la calidad, los fines de la educación superior y su correspondencia con el 
proyecto de país que se quiere construir; es decir, con el proyecto de desarrollo 
nacional, pero también con el proyecto educativo en marcha, y en consecuencia exige 
establecer criterios para diseñar y revisar las carreras técnico; profesionales y los 
posgrados, las líneas de investigación y los proyectos de extensión, en acuerdo con 
las necesidades sociales y productivas y con las nuevas formas de creación, y 
distribución del conocimiento. La pertinencia se refiere a la capacidad de la educación 
superior de dar respuestas oportunas y significativas a cada problema a cuya solución 
sea necesaria.
Por lo tanto, como menciona Edwards, (1991), “La calidad es un valor que requiere 
definirse en cada situación y no puede entenderse como un valor absoluto. Los 
significados que se le atribuyan a la calidad de la educación dependerán de la 
perspectiva social desde la cual se hace, de los sujetos que la enuncian (profesores, 
padres de familia o agencias de planeación educativa, etc.) y desde el lugar en que se 
hace (práctica educativa o planeación secretarial, por ejemplo). El concepto de 
calidad, en tanto significante, es referente de significados históricamente producidos y 
en ese sentido es un concepto que no puede definirse en términos esenciales, ni 
absolutos: por tanto, tampoco es un concepto neutro. No es pensable una sola 
definición de calidad, dado que subyace en ella las que se adopten acerca de sujeto, 
sociedad, vida y educación. Al dar por supuesto el concepto de calidad y solo operar 
con él, este aparece como si fuera neutro y universal. Sin embargo, la definición de 
calidad de la educación conlleva (un) posicionamiento político, social y cultural frente a 
lo educativo”. 
El Modelo de Evaluación de la Calidad 
Como aspectos a resaltar en esta temática se deben mencionar principalmente la 
reflexión sobre temas de calidad desde diversas perspectivas y con una visión 
sistémica, desmitificando el término y abordándolo como una opción ética. Los 
procesos de evaluación y acreditación siempre inician casa adentro y deben ser 
considerados como una oportunidad de mejora, estando conscientes de que una 
oferta académica de calidad permite abrir caminos. 
En éste sentido, en la reflexión sobre la calidad de la educación, cabe distinguir los 
resultados educativos de los procesos que permiten obtenerlos. Los que desean 
obtener resultados particulares y definidos pueden evaluar la calidad en función de 
éstos, clasificando las instituciones educativas según el grado en que sus titulados 
satisfacen criterios “absolutos”, por ejemplo en materia de rendimiento académico, 
proezas deportivas, éxitos musicales o comportamientos y valores de los alumnos. 
En cierto modo, el criterio de comparación “absoluto” sería inmutable e independiente 
de los valores, deseos y opiniones de los propios alumnos.1 En cambio, los enfoques 
relativistas destacan que las percepciones, experiencias y necesidades de los que 
1 El hecho de centrarse en el carácter absoluto de los resultados de los programas educativos 
no descarta un enfoque de tipo “valor añadido” que tiene en cuenta las diferencias en materia 
de aptitudes.
participan en la experiencia del aprendizaje son los principales factores que 
determinan su calidad.2 Inspirándose en una formulación del mundo empresarial, el 
“enfoque hacia el cliente” en la educación hace especial hincapié en la cuestión de 
saber si un programa puede cumplir sus objetivos según modalidades que tengan en 
cuenta las necesidades de los que la utilizan. 
Teniendo en cuenta las distintas maneras en que las diferentes corrientes entienden e 
interpretan la noción de calidad de la educación, la definición de la calidad y la 
elaboración de métodos para su evaluación, seguimiento y mejora exigen un diálogo 
encaminado a lograr: 
· un amplio consenso respecto de los fines y objetivos de la educación; 
· un marco para el análisis de la calidad que permita especificar sus diferentes 
dimensiones; 
· un método de medición que permita determinar y evaluar las variables 
importantes; y 
· un marco para la mejora que abarque todos los elementos interdependientes 
del sistema de educación y permita determinar las posibilidades de cambio y 
reforma. 
Métodos evaluativos: La evaluación del sistema se suele abordar desde dos 
perspectivas metodológicas contrapuestas: 
· Los métodos cualitativos se orientan a la búsqueda de pautas para la mejora 
de la calidad; subyace en ellos la incidencia en las políticas educativas de 
mejora. 
· Los métodos cuantitativos se centran fundamentalmente en el análisis de los 
rendimientos escolares del alumnado como indicador de la calidad. 
Predominan la orientación estadística y la aplicación de evaluaciones 
periódicas. Esta tendencia ha experimentado mejoras definitivas en los 
últimos tiempos; actualmente se atiende a la mejora de los rendimientos 
como elemento de equidad, puesto que la evaluación rigurosa de los 
2 Algunos autores distinguen dos enfoques relativistas. El primero, al subrayar en qué medida 
un programa educativo responde a su finalidad, se centra en los procesos de organización, 
mientras que el segundo, al hacer hincapié en las necesidades y capacidades de los 
educandos, tiene muy en cuenta los “grupos clientes” particulares (Sallis, 1996, págs. 15-17).
rendimientos es el primer paso para el logro de una educación de calidad 
para todos. 
Al revisar la información contenida en el documento La Evaluación Institucional en 
Iberoamérica: Aproximación a la construcción de un estado del arte, elaborado por la 
Pontificia Universidad Católica Argentina, en el año 2006, el cual presenta una 
síntesis de los modelos evaluativos que predominan en la región, se pudieron alcanzar 
las siguientes conclusiones: 
- Si bien la concepción de evaluación no es igual en todos los casos, el 
abordaje de ésta sí es muy similar. 
- Aunque en el modelo de evaluación de la calidad educativa de los 
modelos estudiados se manejen aspectos cuantitativos y cualitativos, 
cuando se determinan los criterios, dimensiones e indicadores, estos 
sólo responden a aspectos meramente cuantitativos. 
- Cuando se habla de evaluación interna y evaluación externa, se refieren 
a: Interna. Cuando la evaluación la realizan autoridades de la propia 
institución educativa, y Externa. Cuando la realiza algún organismo 
(acreditado para tal función) externo a la organización; pero nunca a 
partir de la responsabilidad social, la pertinencia, la equidad, la eficacia 
y la eficiencia, y los derechos humanos. Es decir, a partir de la calidad 
educativa de las organizaciones educativas y de su impacto en la 
sociedad. 
- Por lo anterior, es evidente que el modelo imperante de evaluación de 
la calidad educativa de las IES, hasta el momento, sólo tiene una 
mirada endógena y no holística. 
Calidad y Responsabilidad Social Universitaria 
En la actualidad resulta oportuno plantear y entender la relación Universidad- 
Sociedad, pues de esta manera se puede evidenciar que la universidad tiene una 
función social que influye y transforma su entorno, es decir, es un auténtico factor de
transformación social, y que por lo tanto, según sea el fin que se proponga, ayudará a 
construir una sociedad con unas determinadas características. 
En este sentido, los cambios generados en la sociedad, motivados por fenómenos 
como la globalización, presentan una realidad caracterizada por una altísima 
complejidad que amerita ser abordada con una visión holística. Las transformaciones 
que deberán producirse para lograr el progreso y desarrollo de la sociedad se 
fundamentan en el recurso organizacional más importante que es el conocimiento 
(Tunnermann, 2000). Las universidades tienen como misión la generación y difusión 
de conocimientos para de esa manera poder cumplir la función social que se les ha 
encomendado. En atención a ello se requiere que las instituciones de educación 
superior inicien un proceso de cambio institucional para estar en sintonía con los 
cambios que ha originado esta nueva época. 
Al respecto, es evidente que el contexto que identifica a cualquier institución de 
educación superior hoy día está caracterizado por un entorno complejo, donde el 
cambio ha sido lo permanente. Por lo mismo, el cambio en la universidad del siglo XXI 
debería percibirse como una búsqueda de un equilibrio entre la coherencia interna y la 
correspondencia con lo que demanda el contexto, es decir conocer cuánto se 
corresponde el discurso universitario con la acción (Fuenmayor, 1995). 
En este sentido, es necesario resaltar que las actividades universitarias deben ser 
ejercidas con base a un conjunto de valores debidamente identificados y recogidos en 
su marco regulatorio, como son: la identidad y cultura nacional; el respeto al ser 
humano, su dignidad y su libertad; la libertad de discusión y el pluralismo ideológico, 
político y religioso; el espíritu democrático, la justicia social y la solidaridad humana; el 
rigor científico y la responsabilidad ética en la búsqueda y construcción del 
conocimiento; la creatividad, la criticidad, la integridad y la responsabilidad; la igualdad 
de oportunidades en el acceso a los beneficios de la educación superior, sin que 
medien prejuicios por origen social, étnico, religioso o de género; así como, la 
autoestima cultural y el talento nacional; el aprecio de la capacidad innovadora y de 
invención; la actitud de servicio y rendición de cuentas a la sociedad como beneficiaria 
y sustentadora de las actividades académicas, científicas, tecnológicas y culturales; la 
actitud de cooperación y solidaridad entre los seres humanos, las organizaciones y las 
naciones; la actitud prospectiva, de apertura al cambio y la capacidad de adaptación a 
los cambios nacionales e internacionales, (Díaz, 2008)
En vista de lo anterior, se considera de suma importancia para las universidades 
avocarse a investigar y a explorar sobre los aspectos relacionados con la 
responsabilidad social universitaria, ya que se debe tratar de superar el enfoque de la 
"proyección social y extensión universitaria” reflexionando sobre sus acciones en su 
entorno social, haciendo un análisis de su responsabilidad en los problemas crónicos 
de la sociedad. Según Morin (2003) ”la Responsabilidad Social Universitaria, desde 
una visión holística, debe tratar de articular las diversas partes que la conforman en 
un proyecto de promoción social de principios éticos y de desarrollo social equitativo y 
sostenible; para la producción y transmisión de saberes responsables y la formación 
de profesionales ciudadanos igualmente responsables.” 
Responsabilidad social universitaria 
Según la ONG Construye País de la Universidad de Chile, se entiende por 
Responsabilidad Social Universitaria, al conjunto de acciones que realiza la 
universidad como resultado de la ejecución de su proyecto institucional, la orientación 
y coherencia de sus valores y actividades con la búsqueda de la felicidad. 
En este sentido, las acciones de la responsabilidad social de las universidades, deben 
estar orientadas a lograr ciudadanos probos y honestos que concluyan su carrera 
profesional con conocimientos que validen las incumbencias para los cuales sus títulos 
los habilitarán como personas comprometidas con la sociedad de la que forman parte 
y a la cual volcarán sus conocimientos para mejorar su calidad de vida, tratando de 
solucionar los problemas que esa sociedad afronta. 
Al respecto, la UNESCO (1998), en la declaración Mundial sobre la Educación 
Superior para el Siglo XXI, plantea la responsabilidad que tienen las universidades de 
tener orientaciones de largo plazo que permitan resolver las necesidades y 
aspiraciones sociales, inculcando esta responsabilidad a los estudiantes, en éste 
sentido menciona ”La educación superior debe reforzar su servicio a la sociedad y en 
especial sus actividades para eliminar la pobreza, la intolerancia, la violencia, el 
analfabetismo, el hambre, la degradación ambiental y la enfermedad, utilizando 
principalmente enfoques transdisciplinarios e interdisciplinarios en el análisis de los 
temas y los problemas.” 
En el mismo orden de ideas, Kliksberg (2005), como consecuencia de las grandes 
transformaciones regionales en la realidad latinoamericana, asociados a fenómenos
de naturaleza política, social, educativa y económica, entre otros, que han propiciado 
situaciones de inestabilidad y cambios de rumbos motivados por los nuevos 
paradigmas; se plantea la necesidad de reenfocar el rol social universitario como 
mecanismo inductor de mejora no sólo de la calidad de vida de la comunidad en la 
cual se encuentra inserta, sino también de la calidad de las instituciones involucradas 
en la organización, desarrollo y proyección de la vida política y social regional. 
En éste sentido, al igual que la empresa que ha debido superar el enfoque filantrópico 
de la inversión social (como gasto extra) para entenderse a sí misma bajo el nuevo 
paradigma de la Responsabilidad Social, la universidad debe tratar de superar el 
enfoque de la "proyección social y extensión universitaria" como “apéndices” bien 
intencionados a su función central de formación estudiantil y producción de 
conocimientos, para poder asumir la verdadera exigencia de la Responsabilidad Social 
Universitaria. 
Por tanto, la Responsabilidad Social Universitaria exige, desde una visión holística 
(Morin, E. 2000), articular las diversas partes de la institución en un proyecto de 
promoción social de principios éticos y de desarrollo social equitativo y sostenible, para 
la producción y transmisión de saberes responsables y la formación de profesionales 
ciudadanos igualmente responsables. 
Por otra parte, Vallaeys, F. (2004), menciona que la universidad para actuar con 
responsabilidad, en principio, deberá identificar los impactos que genera su actuar (o 
no actuar)3 cotidiano, los cuales pueden ser englobados en cuatro grandes rubros: 1. 
Impactos de funcionamiento organizacional, 2. Impactos educativos, 3. Impactos 
cognitivos y epistemológicos, y, por último, 4. Impactos sociales. 
Posteriormente, la universidad deberá actuar en consecuencia a partir de cuatro ejes 
de gestión socialmente responsable: 
1. El de la organización misma, del clima laboral, la gestión de recursos 
humanos, los procesos democráticos internos y el cuidado del medio 
ambiente. 
2. El de la formación académica y la pedagogía, tanto en sus temáticas, 
organización curricular como metodologías didácticas. 
3 Aclaración propia.
3. El de la producción y difusión del saber, la investigación, y los modelos 
epistemológicos promovidos desde el aula. 
4. El de la participación social en el Desarrollo Humano Sostenible de la 
comunidad. 
Esquema organizativo y conceptual del modelo de evaluación que se propone 
Partiendo de la noción de calidad y de responsabilidad social universitaria que dan 
sustento teórico al presente proyecto, y en el entendido que toda evaluación educativa 
-incluyendo la de las IES- estará orientada a medir la calidad o a mejorar la calidad 
educativa, conviene proceder a aceptar que ésta calidad está determinada por 
múltiples factores. Es decir, será necesario reconocer la multicasualidad de la calidad 
educativa. (Schmelkes, S. 1996). 
En este sentido, el modelo que se propone para evaluar la calidad educativa en 
instituciones de educación superior públicas, desde el planteamiento teórico ya 
mencionado, se organizó en torno a siete ejes de referencia que sustentan un 
abordaje holístico, sistémico e integral. 
Eje 1, Dimensiones. Se refiere a las dimensiones que explican la noción de 
responsabilidad social a partir de la conceptualización que de la misma hace Morin, E. 
(2003) ”la Responsabilidad Social Universitaria, desde una visión holística, debe tratar 
de articular las diversas partes que la conforman en un proyecto de promoción social 
de principios éticos y de desarrollo social equitativo y sostenible; para la producción y 
transmisión de ‘saberes' responsables y la formación de profesionales ciudadanos 
igualmente responsables.” 
A partir de lo cual se determinaron cinco dimensiones: 
Ö Derechos Humanos. 
Ö Equidad 
Ö Pertinencia 
Ö Relevancia 
Ö Eficacia y Eficiencia
Eje 2, Categorías. Éste eje está constituido por 25 categorías vinculadas con las 
dimensiones antes mencionadas, y que son, entre otras, Inclusión, No discriminación, 
Acceso, Procesos, Resultados, Democracia, Proyecto Educativo, Sociedad del 
Conocimiento, Currículo, Normatividad, Financiamiento, Calidad Docente, 
financiamiento, evaluación. 
Eje 3, Variables. El tercer eje lo componen 54 variables cuyos cambios serán 
analizados para dar respuesta a las interrogantes del objeto de estudio. Entre otras, 
estas son: Inclusión Escolar, Social, Política; Cultura; Raza; Preferencias Personales; 
Afiliación Política; Nivel Económico; Accesibilidad; Contexto Institucional; Proyecto 
Académico; Recursos Humanos; Infraestructura. 
Eje 4, Principios. El cuarto eje hace referencia a los Principios para Regular el 
Proceso de Autoevaluación, los cuales fueron propuestos por Didriksson, A. y Herrera, 
A. (GUNI, 2006), siendo estos: 
- Pertinencia Social 
- Calidad 
- Responsabilidad en el Ejercicio de la Crítica Social y Política 
- Contribución al Desarrollo Económico 
- Ampliación de la Fronteras del Conocimiento 
- Investigación básica y su relación con los nuevos Aprendizajes 
- Desarrollo de la Difusión de la Cultura 
Eje 5, Contextos. Hace referencia a los contextos en los que se desarrolla toda la 
actividad educativa: 
- Contexto Sociocultural 
- Contexto Institucional Organizativo 
- Contexto Didáctico Pedagógico 
Eje 6, Ámbitos. El sexto eje por su parte, hace referencia a los ámbitos de abordaje 
de la evaluación educativa, en este caso al medio ambiente de su aplicación: 
- Interno 
- Externo
Los cuales tienen que ver necesariamente con los ámbitos de impacto de las acciones 
(u omisiones) de toda actividad educativa, o sea, el interior impacta directamente a la 
propia institución, y al exterior impacta en la sociedad. 
Eje 7, Filosofía. Por último, el séptimo eje engloba la filosofía central del modelo 
propuesto, es decir la mirada integral de la que adolecen los modelos estudiados, la 
perspectiva holística que da salida a un abordaje del objeto de estudio a partir de una 
noción cualitativa y cuantitativa. 
Reflexiones finales 
Evaluar la calidad de la educación exige un enfoque global e integral (Tiana, 2006), 
acorde a la complejidad y finalidad del objeto de dicha evaluación. 
En éste sentido, independientemente del modelo a partir del cual se pretenda evaluar 
la calidad educativa, una adecuada evaluación de la calidad de la educación requerirá 
una perspectiva desde la cual la valoración de sus componentes esté interrelacionada 
y se asuma la interdependencia que existe entre dichos componentes. La evaluación 
desde esa mirada exigirá hacer un juicio de valor sobre cómo se desarrolla y qué 
resultados genera en su conjunto la institución educativa y sus componentes; es decir, 
desde la estructura, organización y financiamiento; el currículo y su desarrollo; el 
funcionamiento de la institución; el desempeño de los docentes; lo que aprenden los 
estudiantes en el aula y sus consecuencias en el acceso a oportunidades futuras y 
movilidad social, y su impacto en la sociedad. 
Por último, será necesario reconocer que el tema de la evaluación de la calidad 
educativa no es un camino andado en su totalidad. Aún quedan muchas aristas por 
investigar, muchas incógnitas por dilucidar. Sin embargo, existen elementos de 
análisis que de inicio ya brindan una guía para abordar la problemática en cuestión. En 
principio, es necesario revisar la calidad de los propios sistemas de evaluación de la 
calidad de la educación. Siendo pertinente abordarlos desde una concepción sistémica 
y compleja. En éste sentido, el tema de la evaluación de la calidad educativa, deberá 
abordarse a partir de entender que se hace referencia a la complejidad de un 
fenómeno que debe ser comprendido en relación a otros y que debe ser valorado tanto 
por lo que propone como por lo que ignora, silencia, descarta; tanto por los objetivos 
directos que se proponen, los efectos buscados, como por aquellos que, aunque
incluso explícitamente se rechacen, es sabido que sucederán a modo de efectos no 
buscados. 
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  • 1. Modelo de evaluación de la calidad educativa en Instituciones de Educación Superior Públicas, desde la perspectiva de la responsabilidad social universitaria. Autores: Dr. Willebaldo Moreno Méndez Dra. Carmen Lilia Sánchez González Dra. Alma Xochitl Herrera Márquez RESUMEN La calidad de la educación es una aspiración constante de todos los sistemas educativos y uno de los principales objetivos de las reformas educativas de la mayoría de los países. Es un concepto con una gran diversidad de significados, con frecuencia no coincidentes, ya que, las cualidades que se le exigen a la educación están condicionadas por factores ideológicos y políticos, los sentidos que se le asignan a la educación en un momento dado y en una sociedad concreta, las diferentes concepciones sobre el desarrollo humano y el aprendizaje, o por los valores predominantes en una determinada cultura. La definición de una educación de calidad y el modelo de evaluación de la misma varían en diferentes períodos, de una sociedad a otra y de unos grupos o individuos a otros. Existen un sinnúmero de modelos que abordan la evaluación de la calidad educativa, sin embargo, ninguno es integral, es decir, que tanto en su concepción teórico metodológica, como en su operativisación, realice un abordaje holístico, evaluando los factores internos y externos de la universidad. Por lo mismo, se propone un modelo con una mirada holística desde la perspectiva de la responsabilidad social universitaria a partir de siete ejes de referencia. Palabras Clave: Calidad Educativa, Evaluación de la Calidad, Responsabilidad Social Universitaria, Universidad Pública.
  • 2. I. Introducción Hoy día, sobre todo en la región Latinoamericana, existe consenso respecto de la baja calidad de la educación en todos los niveles, incluyendo el superior, pese a los esfuerzos realizados por diversos organismos gubernamentales e institucionales, en aumentar el tiempo de aprendizaje, hacer uso de nuevas tecnologías, definir nuevos currículos, elaborar materiales didácticos o formar a los docentes en nuevas estrategias pedagógicas, entre otras estrategias por mejorar la calidad. La falta de conocimientos y capacidades para afectar más directamente lo que ocurre en las aulas y la dificultad de incorporar las dimensiones subjetivas en el análisis, ha entrañado que el debate de la calidad en el ámbito de las políticas se haya centrado en enfoques provenientes del campo económico, dando gran importancia a aspectos tales como eficacia, eficiencia o competitividad; medidas que, aún siendo necesarias, no han mostrado ser suficientes para resolver los problemas de la baja calidad de la educación. En éste sentido, el objetivo del presente proyecto, en primera instancia, se enmarca en el desarrollo conceptual de la calidad educativa como fundamento de la responsabilidad social universitaria, a partir de lo cual, se propone un modelo de evaluación de la calidad educativa que posibilite un abordaje holístico e integral del fenómeno educativo que permita evaluar el grado de cumplimiento de estándares de calidad educativa, independientemente de su modalidad.
  • 3. II. Desarrollo conceptual Son varios los factores que deben ser considerados para poder realizar una aproximación a la temática de la calidad, tanto en su definición como en la elaboración de indicadores valorativos de la misma. El significado de la calidad, puede variar según quiénes se refieran a ella: los funcionarios, los directores, los padres, la ciudadanía, los docentes, los alumnos. De igual modo, éste significado tomará diferentes connotaciones dependiendo del contexto histórico, social, económico, cultural y geográfico. Por otra parte, no siempre se le considera utilizando los mismos indicadores, o, pueden ser diferentes las perspectivas e intereses que se ponen en juego para analizarla, Sin embargo, es evidente que la calidad de la educación ha de inferirse de las características del modelo educativo que la comunidad fija como base de su sistema educativo, y que refleja los valores del contexto social en el que se define. De aquí que la calidad de la educación haya de entenderse como un concepto relativo, en comparación con otras culturas o momentos históricos diferentes e incluso según las diversas ideologías e intereses que coinciden dentro de una misma cultura. En consecuencia, vincula la eficiencia y eficacia del sistema educativo. En éste sentido, la función instrumental de la educación, ayudar a las personas a alcanzar sus propios objetivos económicos, sociales y culturales y contribuir al logro de una sociedad mejor protegida, mejor servida por sus gobernantes y más equitativa en aspectos importantes, se fortalecerá si su calidad es alta. La educación escolar (presencial o no) permite a los estudiantes desarrollar sus facultades creativas y emocionales y adquirir los conocimientos, competencias, valores y actitudes necesarios para convertirse en ciudadanos responsables, activos y productivos. El grado en que la educación consigue esos resultados es importante para sus usuarios. En consecuencia, tanto los analistas como los encargados de la formulación de políticas difícilmente pueden eludir el tener en cuenta la cuestión de la calidad. Para Sylvia Schmelkes (2001) una educación de calidad será aquella que ofrezca cuatro componentes esenciales:
  • 4. 1. Que se ofrezcan aprendizajes relevantes, esto es: que sirvan para la vida. Sin embargo es difícil marcar la línea divisoria entre lo que es relevante y lo que no lo es. Es por esto que otra de las preocupaciones fundamentales de los teóricos educativos a la hora de conceptualizar la calidad educativa es la pertinencia de la educación: "No puede estar desvinculada (la educación) de las necesidades e intereses del educando, sino que ha de ser pertinente a sus condiciones y aspiraciones, y servir al mantenimiento y superación de las comunidades y de la sociedad en general. (Alcántara, 2008). 2. En segundo lugar, la educación de calidad tiene que ser eficaz, es decir, que se logren los objetivos propuestos con todos los alumnos. En este rubro se conocen cifras dolorosas: aproximadamente 41% de los alumnos que inician la primaria en México no la terminan. Con respecto a la educación superior, el promedio de la eficiencia terminal en las universidades públicas es de 63%, y en las universidades privadas del 73% (SEP, 2010). 3. El tercer componente consiste en que la educación recibida sea eficiente, es decir, que se atienda la relación entre los resultados obtenidos y los costos destinados a obtenerlos. 4. Por último, está la equidad, se necesita atender a los alumnos tomando en cuenta sus diferencias. La educación de calidad no debe considerarse como privilegio de unos cuantos. Sin embargo, quien mejor evalúa la Calidad de la educación, sin necesidad de discutir sobre su definición, es la sociedad misma. El cumplimiento de la responsabilidad social de las IES, a través de una evaluación de la calidad de sus atributos y componentes, se refleja necesariamente en las mejoras obtenidas y reconocidas en y para la sociedad. El concepto de calidad educativa debe vincularse, por lo tanto, con las necesidades y expectativas, traducidas en demandas, de los ciudadanos. Para Palafox (en Congreso Internacional de Calidad Educativa, México, 2005), una educación de calidad es cuando ésta se dirige a satisfacer las aspiraciones del conjunto de los sectores integrantes de la sociedad a la que está orientada; si, al hacerlo, se alcanzan efectivamente las metas que en cada caso se persiguen; si es generada mediante procesos culturalmente pertinentes, aprovechando óptimamente
  • 5. los recursos necesarios para impartirla y asegurando que las oportunidades de recibirla –y los beneficios sociales y económicos derivados de la misma- se distribuyan en forma equitativa entre los diversos sectores integrantes de la sociedad a la que está dirigida. Para Toranzos (1996), el significado atribuido a la expresión "calidad de la educación" incluye varias dimensiones o enfoques, complementarios entre sí. · En una primera dimensión la calidad es entendida como "eficacia": una educación de calidad es aquella que logra que los alumnos realmente aprendan lo que se supone deben aprender -aquello que está establecido en los planes y programas curriculares-, al cabo de determinados ciclos o niveles. En esta perspectiva el énfasis está puesto en que, además de asistir a clase, los alumnos aprendan en su paso por el sistema. Esta dimensión del concepto pone en primer plano los resultados de aprendizaje efectivamente alcanzados por la acción educativa. · Una segunda dimensión del concepto de calidad, complementario del anterior, está referida a qué es lo que se aprende en el sistema y a su "relevancia" en términos individuales y sociales. En este sentido una educación de calidad es aquella cuyos contenidos responden adecuadamente a lo que el individuo necesita para desarrollarse como persona -intelectual, afectiva, moral y físicamente-, y para desempeñarse en los diversos ámbitos de la sociedad -el político, el económico, el social-. Esta dimensión del concepto pone en primer plano los fines atribuidos a la acción educativa y su realización en los diseños y contenidos curriculares. · Finalmente, una tercera dimensión es la que se refiere a la calidad de los "procesos" y medios que el sistema brinda a los alumnos para el desarrollo de su experiencia educativa. Desde esta perspectiva una educación de calidad es aquella que ofrece a niños y adolescentes un adecuado contexto físico para el aprendizaje, un cuerpo docente convenientemente preparado para la tarea de enseñar, buenos materiales de estudio y de trabajo, estrategias didácticas adecuadas, etc. Esta dimensión del concepto pone en primer plano el análisis de los medios empleados en la acción educativa. Por otra parte, UNESCO promueve el acceso a una educación de buena calidad como derecho humano y propugna un enfoque basado en los derechos para todas las
  • 6. actividades educativas (Pigozzi, 2004). En el contexto de este enfoque, el aprendizaje se ve influido a dos niveles. A nivel del educando, la educación debe tratar de determinar y tener en cuenta los conocimientos que éste haya adquirido anteriormente, reconocer los modos formales e informales de enseñanza, practicar la no discriminación y proporcionar un entorno de aprendizaje seguro y propicio. A nivel del sistema de aprendizaje, se necesita una estructura de apoyo para aplicar políticas, promulgar leyes, distribuir recursos y medir los resultados del aprendizaje, a fin de influir de la mejor manera posible en el aprendizaje para todos. En concordancia con lo hasta aquí expuesto y como respuesta al momento histórico social de desarrollo de la población que se vive actualmente la OREALC/UNESCO, le da un sentido más humano a la concepción anterior: “La calidad de la educación en tanto derecho fundamental, además de ser eficaz y eficiente, debe respetar los derechos de todas las personas, ser relevante, pertinente y equitativa. Ejercer el derecho a la educación es esencial para desarrollar la personalidad e implementar los otros derechos”. (OREALC/UNESCO Santiago, 2007). Sin embargo, uno de los factores que limita la construcción conceptual de la calidad educativa y de las categorías teóricas que la articularían es el gradual abandono del análisis en torno a la relación universidad-sociedad; se olvida que, desde la perspectiva conceptual, lo que se debe atender es el contenido de una nueva relación de la educación superior con el Estado y con la sociedad; y este enfoque no se puede evitar porque la universidad pública, como actor social, interviene críticamente en el desarrollo económico de las sociedades contemporáneas. En este sentido, lograr una mayor pertinencia social implica revisar, bajo la lupa de la filosofía de la calidad, los fines de la educación superior y su correspondencia con el proyecto de país que se quiere construir; es decir, con el proyecto de desarrollo nacional, pero también con el proyecto educativo en marcha, y en consecuencia exige establecer criterios para diseñar y revisar las carreras técnico; profesionales y los posgrados, las líneas de investigación y los proyectos de extensión, en acuerdo con las necesidades sociales y productivas y con las nuevas formas de creación, y distribución del conocimiento. La pertinencia se refiere a la capacidad de la educación superior de dar respuestas oportunas y significativas a cada problema a cuya solución sea necesaria.
  • 7. Por lo tanto, como menciona Edwards, (1991), “La calidad es un valor que requiere definirse en cada situación y no puede entenderse como un valor absoluto. Los significados que se le atribuyan a la calidad de la educación dependerán de la perspectiva social desde la cual se hace, de los sujetos que la enuncian (profesores, padres de familia o agencias de planeación educativa, etc.) y desde el lugar en que se hace (práctica educativa o planeación secretarial, por ejemplo). El concepto de calidad, en tanto significante, es referente de significados históricamente producidos y en ese sentido es un concepto que no puede definirse en términos esenciales, ni absolutos: por tanto, tampoco es un concepto neutro. No es pensable una sola definición de calidad, dado que subyace en ella las que se adopten acerca de sujeto, sociedad, vida y educación. Al dar por supuesto el concepto de calidad y solo operar con él, este aparece como si fuera neutro y universal. Sin embargo, la definición de calidad de la educación conlleva (un) posicionamiento político, social y cultural frente a lo educativo”. El Modelo de Evaluación de la Calidad Como aspectos a resaltar en esta temática se deben mencionar principalmente la reflexión sobre temas de calidad desde diversas perspectivas y con una visión sistémica, desmitificando el término y abordándolo como una opción ética. Los procesos de evaluación y acreditación siempre inician casa adentro y deben ser considerados como una oportunidad de mejora, estando conscientes de que una oferta académica de calidad permite abrir caminos. En éste sentido, en la reflexión sobre la calidad de la educación, cabe distinguir los resultados educativos de los procesos que permiten obtenerlos. Los que desean obtener resultados particulares y definidos pueden evaluar la calidad en función de éstos, clasificando las instituciones educativas según el grado en que sus titulados satisfacen criterios “absolutos”, por ejemplo en materia de rendimiento académico, proezas deportivas, éxitos musicales o comportamientos y valores de los alumnos. En cierto modo, el criterio de comparación “absoluto” sería inmutable e independiente de los valores, deseos y opiniones de los propios alumnos.1 En cambio, los enfoques relativistas destacan que las percepciones, experiencias y necesidades de los que 1 El hecho de centrarse en el carácter absoluto de los resultados de los programas educativos no descarta un enfoque de tipo “valor añadido” que tiene en cuenta las diferencias en materia de aptitudes.
  • 8. participan en la experiencia del aprendizaje son los principales factores que determinan su calidad.2 Inspirándose en una formulación del mundo empresarial, el “enfoque hacia el cliente” en la educación hace especial hincapié en la cuestión de saber si un programa puede cumplir sus objetivos según modalidades que tengan en cuenta las necesidades de los que la utilizan. Teniendo en cuenta las distintas maneras en que las diferentes corrientes entienden e interpretan la noción de calidad de la educación, la definición de la calidad y la elaboración de métodos para su evaluación, seguimiento y mejora exigen un diálogo encaminado a lograr: · un amplio consenso respecto de los fines y objetivos de la educación; · un marco para el análisis de la calidad que permita especificar sus diferentes dimensiones; · un método de medición que permita determinar y evaluar las variables importantes; y · un marco para la mejora que abarque todos los elementos interdependientes del sistema de educación y permita determinar las posibilidades de cambio y reforma. Métodos evaluativos: La evaluación del sistema se suele abordar desde dos perspectivas metodológicas contrapuestas: · Los métodos cualitativos se orientan a la búsqueda de pautas para la mejora de la calidad; subyace en ellos la incidencia en las políticas educativas de mejora. · Los métodos cuantitativos se centran fundamentalmente en el análisis de los rendimientos escolares del alumnado como indicador de la calidad. Predominan la orientación estadística y la aplicación de evaluaciones periódicas. Esta tendencia ha experimentado mejoras definitivas en los últimos tiempos; actualmente se atiende a la mejora de los rendimientos como elemento de equidad, puesto que la evaluación rigurosa de los 2 Algunos autores distinguen dos enfoques relativistas. El primero, al subrayar en qué medida un programa educativo responde a su finalidad, se centra en los procesos de organización, mientras que el segundo, al hacer hincapié en las necesidades y capacidades de los educandos, tiene muy en cuenta los “grupos clientes” particulares (Sallis, 1996, págs. 15-17).
  • 9. rendimientos es el primer paso para el logro de una educación de calidad para todos. Al revisar la información contenida en el documento La Evaluación Institucional en Iberoamérica: Aproximación a la construcción de un estado del arte, elaborado por la Pontificia Universidad Católica Argentina, en el año 2006, el cual presenta una síntesis de los modelos evaluativos que predominan en la región, se pudieron alcanzar las siguientes conclusiones: - Si bien la concepción de evaluación no es igual en todos los casos, el abordaje de ésta sí es muy similar. - Aunque en el modelo de evaluación de la calidad educativa de los modelos estudiados se manejen aspectos cuantitativos y cualitativos, cuando se determinan los criterios, dimensiones e indicadores, estos sólo responden a aspectos meramente cuantitativos. - Cuando se habla de evaluación interna y evaluación externa, se refieren a: Interna. Cuando la evaluación la realizan autoridades de la propia institución educativa, y Externa. Cuando la realiza algún organismo (acreditado para tal función) externo a la organización; pero nunca a partir de la responsabilidad social, la pertinencia, la equidad, la eficacia y la eficiencia, y los derechos humanos. Es decir, a partir de la calidad educativa de las organizaciones educativas y de su impacto en la sociedad. - Por lo anterior, es evidente que el modelo imperante de evaluación de la calidad educativa de las IES, hasta el momento, sólo tiene una mirada endógena y no holística. Calidad y Responsabilidad Social Universitaria En la actualidad resulta oportuno plantear y entender la relación Universidad- Sociedad, pues de esta manera se puede evidenciar que la universidad tiene una función social que influye y transforma su entorno, es decir, es un auténtico factor de
  • 10. transformación social, y que por lo tanto, según sea el fin que se proponga, ayudará a construir una sociedad con unas determinadas características. En este sentido, los cambios generados en la sociedad, motivados por fenómenos como la globalización, presentan una realidad caracterizada por una altísima complejidad que amerita ser abordada con una visión holística. Las transformaciones que deberán producirse para lograr el progreso y desarrollo de la sociedad se fundamentan en el recurso organizacional más importante que es el conocimiento (Tunnermann, 2000). Las universidades tienen como misión la generación y difusión de conocimientos para de esa manera poder cumplir la función social que se les ha encomendado. En atención a ello se requiere que las instituciones de educación superior inicien un proceso de cambio institucional para estar en sintonía con los cambios que ha originado esta nueva época. Al respecto, es evidente que el contexto que identifica a cualquier institución de educación superior hoy día está caracterizado por un entorno complejo, donde el cambio ha sido lo permanente. Por lo mismo, el cambio en la universidad del siglo XXI debería percibirse como una búsqueda de un equilibrio entre la coherencia interna y la correspondencia con lo que demanda el contexto, es decir conocer cuánto se corresponde el discurso universitario con la acción (Fuenmayor, 1995). En este sentido, es necesario resaltar que las actividades universitarias deben ser ejercidas con base a un conjunto de valores debidamente identificados y recogidos en su marco regulatorio, como son: la identidad y cultura nacional; el respeto al ser humano, su dignidad y su libertad; la libertad de discusión y el pluralismo ideológico, político y religioso; el espíritu democrático, la justicia social y la solidaridad humana; el rigor científico y la responsabilidad ética en la búsqueda y construcción del conocimiento; la creatividad, la criticidad, la integridad y la responsabilidad; la igualdad de oportunidades en el acceso a los beneficios de la educación superior, sin que medien prejuicios por origen social, étnico, religioso o de género; así como, la autoestima cultural y el talento nacional; el aprecio de la capacidad innovadora y de invención; la actitud de servicio y rendición de cuentas a la sociedad como beneficiaria y sustentadora de las actividades académicas, científicas, tecnológicas y culturales; la actitud de cooperación y solidaridad entre los seres humanos, las organizaciones y las naciones; la actitud prospectiva, de apertura al cambio y la capacidad de adaptación a los cambios nacionales e internacionales, (Díaz, 2008)
  • 11. En vista de lo anterior, se considera de suma importancia para las universidades avocarse a investigar y a explorar sobre los aspectos relacionados con la responsabilidad social universitaria, ya que se debe tratar de superar el enfoque de la "proyección social y extensión universitaria” reflexionando sobre sus acciones en su entorno social, haciendo un análisis de su responsabilidad en los problemas crónicos de la sociedad. Según Morin (2003) ”la Responsabilidad Social Universitaria, desde una visión holística, debe tratar de articular las diversas partes que la conforman en un proyecto de promoción social de principios éticos y de desarrollo social equitativo y sostenible; para la producción y transmisión de saberes responsables y la formación de profesionales ciudadanos igualmente responsables.” Responsabilidad social universitaria Según la ONG Construye País de la Universidad de Chile, se entiende por Responsabilidad Social Universitaria, al conjunto de acciones que realiza la universidad como resultado de la ejecución de su proyecto institucional, la orientación y coherencia de sus valores y actividades con la búsqueda de la felicidad. En este sentido, las acciones de la responsabilidad social de las universidades, deben estar orientadas a lograr ciudadanos probos y honestos que concluyan su carrera profesional con conocimientos que validen las incumbencias para los cuales sus títulos los habilitarán como personas comprometidas con la sociedad de la que forman parte y a la cual volcarán sus conocimientos para mejorar su calidad de vida, tratando de solucionar los problemas que esa sociedad afronta. Al respecto, la UNESCO (1998), en la declaración Mundial sobre la Educación Superior para el Siglo XXI, plantea la responsabilidad que tienen las universidades de tener orientaciones de largo plazo que permitan resolver las necesidades y aspiraciones sociales, inculcando esta responsabilidad a los estudiantes, en éste sentido menciona ”La educación superior debe reforzar su servicio a la sociedad y en especial sus actividades para eliminar la pobreza, la intolerancia, la violencia, el analfabetismo, el hambre, la degradación ambiental y la enfermedad, utilizando principalmente enfoques transdisciplinarios e interdisciplinarios en el análisis de los temas y los problemas.” En el mismo orden de ideas, Kliksberg (2005), como consecuencia de las grandes transformaciones regionales en la realidad latinoamericana, asociados a fenómenos
  • 12. de naturaleza política, social, educativa y económica, entre otros, que han propiciado situaciones de inestabilidad y cambios de rumbos motivados por los nuevos paradigmas; se plantea la necesidad de reenfocar el rol social universitario como mecanismo inductor de mejora no sólo de la calidad de vida de la comunidad en la cual se encuentra inserta, sino también de la calidad de las instituciones involucradas en la organización, desarrollo y proyección de la vida política y social regional. En éste sentido, al igual que la empresa que ha debido superar el enfoque filantrópico de la inversión social (como gasto extra) para entenderse a sí misma bajo el nuevo paradigma de la Responsabilidad Social, la universidad debe tratar de superar el enfoque de la "proyección social y extensión universitaria" como “apéndices” bien intencionados a su función central de formación estudiantil y producción de conocimientos, para poder asumir la verdadera exigencia de la Responsabilidad Social Universitaria. Por tanto, la Responsabilidad Social Universitaria exige, desde una visión holística (Morin, E. 2000), articular las diversas partes de la institución en un proyecto de promoción social de principios éticos y de desarrollo social equitativo y sostenible, para la producción y transmisión de saberes responsables y la formación de profesionales ciudadanos igualmente responsables. Por otra parte, Vallaeys, F. (2004), menciona que la universidad para actuar con responsabilidad, en principio, deberá identificar los impactos que genera su actuar (o no actuar)3 cotidiano, los cuales pueden ser englobados en cuatro grandes rubros: 1. Impactos de funcionamiento organizacional, 2. Impactos educativos, 3. Impactos cognitivos y epistemológicos, y, por último, 4. Impactos sociales. Posteriormente, la universidad deberá actuar en consecuencia a partir de cuatro ejes de gestión socialmente responsable: 1. El de la organización misma, del clima laboral, la gestión de recursos humanos, los procesos democráticos internos y el cuidado del medio ambiente. 2. El de la formación académica y la pedagogía, tanto en sus temáticas, organización curricular como metodologías didácticas. 3 Aclaración propia.
  • 13. 3. El de la producción y difusión del saber, la investigación, y los modelos epistemológicos promovidos desde el aula. 4. El de la participación social en el Desarrollo Humano Sostenible de la comunidad. Esquema organizativo y conceptual del modelo de evaluación que se propone Partiendo de la noción de calidad y de responsabilidad social universitaria que dan sustento teórico al presente proyecto, y en el entendido que toda evaluación educativa -incluyendo la de las IES- estará orientada a medir la calidad o a mejorar la calidad educativa, conviene proceder a aceptar que ésta calidad está determinada por múltiples factores. Es decir, será necesario reconocer la multicasualidad de la calidad educativa. (Schmelkes, S. 1996). En este sentido, el modelo que se propone para evaluar la calidad educativa en instituciones de educación superior públicas, desde el planteamiento teórico ya mencionado, se organizó en torno a siete ejes de referencia que sustentan un abordaje holístico, sistémico e integral. Eje 1, Dimensiones. Se refiere a las dimensiones que explican la noción de responsabilidad social a partir de la conceptualización que de la misma hace Morin, E. (2003) ”la Responsabilidad Social Universitaria, desde una visión holística, debe tratar de articular las diversas partes que la conforman en un proyecto de promoción social de principios éticos y de desarrollo social equitativo y sostenible; para la producción y transmisión de ‘saberes' responsables y la formación de profesionales ciudadanos igualmente responsables.” A partir de lo cual se determinaron cinco dimensiones: Ö Derechos Humanos. Ö Equidad Ö Pertinencia Ö Relevancia Ö Eficacia y Eficiencia
  • 14. Eje 2, Categorías. Éste eje está constituido por 25 categorías vinculadas con las dimensiones antes mencionadas, y que son, entre otras, Inclusión, No discriminación, Acceso, Procesos, Resultados, Democracia, Proyecto Educativo, Sociedad del Conocimiento, Currículo, Normatividad, Financiamiento, Calidad Docente, financiamiento, evaluación. Eje 3, Variables. El tercer eje lo componen 54 variables cuyos cambios serán analizados para dar respuesta a las interrogantes del objeto de estudio. Entre otras, estas son: Inclusión Escolar, Social, Política; Cultura; Raza; Preferencias Personales; Afiliación Política; Nivel Económico; Accesibilidad; Contexto Institucional; Proyecto Académico; Recursos Humanos; Infraestructura. Eje 4, Principios. El cuarto eje hace referencia a los Principios para Regular el Proceso de Autoevaluación, los cuales fueron propuestos por Didriksson, A. y Herrera, A. (GUNI, 2006), siendo estos: - Pertinencia Social - Calidad - Responsabilidad en el Ejercicio de la Crítica Social y Política - Contribución al Desarrollo Económico - Ampliación de la Fronteras del Conocimiento - Investigación básica y su relación con los nuevos Aprendizajes - Desarrollo de la Difusión de la Cultura Eje 5, Contextos. Hace referencia a los contextos en los que se desarrolla toda la actividad educativa: - Contexto Sociocultural - Contexto Institucional Organizativo - Contexto Didáctico Pedagógico Eje 6, Ámbitos. El sexto eje por su parte, hace referencia a los ámbitos de abordaje de la evaluación educativa, en este caso al medio ambiente de su aplicación: - Interno - Externo
  • 15. Los cuales tienen que ver necesariamente con los ámbitos de impacto de las acciones (u omisiones) de toda actividad educativa, o sea, el interior impacta directamente a la propia institución, y al exterior impacta en la sociedad. Eje 7, Filosofía. Por último, el séptimo eje engloba la filosofía central del modelo propuesto, es decir la mirada integral de la que adolecen los modelos estudiados, la perspectiva holística que da salida a un abordaje del objeto de estudio a partir de una noción cualitativa y cuantitativa. Reflexiones finales Evaluar la calidad de la educación exige un enfoque global e integral (Tiana, 2006), acorde a la complejidad y finalidad del objeto de dicha evaluación. En éste sentido, independientemente del modelo a partir del cual se pretenda evaluar la calidad educativa, una adecuada evaluación de la calidad de la educación requerirá una perspectiva desde la cual la valoración de sus componentes esté interrelacionada y se asuma la interdependencia que existe entre dichos componentes. La evaluación desde esa mirada exigirá hacer un juicio de valor sobre cómo se desarrolla y qué resultados genera en su conjunto la institución educativa y sus componentes; es decir, desde la estructura, organización y financiamiento; el currículo y su desarrollo; el funcionamiento de la institución; el desempeño de los docentes; lo que aprenden los estudiantes en el aula y sus consecuencias en el acceso a oportunidades futuras y movilidad social, y su impacto en la sociedad. Por último, será necesario reconocer que el tema de la evaluación de la calidad educativa no es un camino andado en su totalidad. Aún quedan muchas aristas por investigar, muchas incógnitas por dilucidar. Sin embargo, existen elementos de análisis que de inicio ya brindan una guía para abordar la problemática en cuestión. En principio, es necesario revisar la calidad de los propios sistemas de evaluación de la calidad de la educación. Siendo pertinente abordarlos desde una concepción sistémica y compleja. En éste sentido, el tema de la evaluación de la calidad educativa, deberá abordarse a partir de entender que se hace referencia a la complejidad de un fenómeno que debe ser comprendido en relación a otros y que debe ser valorado tanto por lo que propone como por lo que ignora, silencia, descarta; tanto por los objetivos directos que se proponen, los efectos buscados, como por aquellos que, aunque
  • 16. incluso explícitamente se rechacen, es sabido que sucederán a modo de efectos no buscados. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS - Aguerrondo, I. (1993). La calidad de la Educación: Ejes para su definición y evaluación. Washington, D.C., OEA. - Albornoz, O. (1997). La cuestión de la productividad, rendimiento y competitividad académica del personal docente y de investigación en América Latina y el Caribe. Caracas, Ediciones CRESALC/UNESCO. - Aguilera, L. (1999). Universidad y Contemporalidad. Magistralis. No. 16, Enero – Junio, México. 23-38. - Aguilera, L. (2000). La articulación Universidad-Sociedad. Tesis para tratar el cambio en las universidades. Revista Cubana de educación Superior. No. 3, Vol. 20, No. 3, Cuba. 47-60. - ANUIES. (2001). La educación superior en el Siglo XXI. Líneas estratégicas de desarrollo. Una propuesta de la ANUIES. México: ANUIES. - Aréchiga, H. (1996). La Pertinencia Social del Posgrado: Las Ciencias de La Salud. Omnia. No. 34, Vol. 12, México. 17-29. - Arrien, J. (1997). Calidad y Acreditación exigencias a la Universidad. Caracas. Ediciones CRESALC-UNESCO. - Arrieta de Meza, B. (2002) El programa de maestría en lingüística de la Universidad del Zulia y su pertinencia. Encuentro educacional. No. 2, Vol. 9, May-Ago, Venezuela. 239-255. - Basail, A. (2000). Sociología y pedagogía. Pensar la educación desde un diálogo disciplinar. Revista cubana de educación superior. No. 1, Vol. 20, Cuba. 33-46. - Barquín, J., Gallardo, M., Fernández, M., Yus, R., Sepúlveda, M. y Serván, M. (2011). «Todos queremos ser Finlandia. Los efectos secundarios de Pisa». Revista Teoría de la Educación: Educación y Cultura en la Sociedad de la Información, vol. 12, nº. 1, pp. 320-339. - Blanco, R. (2005). Innovación educativa y calidad de la educación. Módulo I del curso taller sobre Investigación y Sistematización de Innovaciones Educativas 2005-2006. Santiago: UNESCO/OREALC. - Borroto, L. (2004) “Universidad y sociedad: los retos del nuevo siglo”, en: Reencuentro, nº 40, Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, México, agosto. - Brunner, J. (2003) Aseguramiento de la calidad y nuevas demandas sobre la Educación Superior en América Latina, en: Educación Superior, calidad y acreditación, Tomo I, Consejo Nacional de Educación, CNA, Bogotá, Colombia. - Capdevila, G. (2004). Conjugando pobreza con calidad. IPS.Ginebra, Suiza. - Castellano, M. (2001). La trilogía equidad, pertinencia y calidad en la Educación superior. Disponible en URL: http://www.uc.edu.uv/reforma/viceministra/uno - CESU-UNAM. (1990). Cinco aproximaciones al estudio de las profesiones. Cuadernos no. 2, México: CESU-UNAM. - CRESAL (1998). Calidad y Evaluación de la Educación Superior. CENTRO REGIONAL PARA LA EDUCACIÓN SUPERIOR EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE. Caracas, CRESALC/UNESCO.
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