1. I. La obra redentora de
Jesucristo
1. El misterio de la redención
2. Jesucristo, mediador y cabeza
3. Los misterios de la vida de Cristo y su valor redentor
4. La Pasión y muerte de Cristo
5. La glorificación de Cristo y su valor salvífico
6. Los frutos de la redención
2. MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 1MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 1
La cristología estudia el misterio de Cristo: de su persona y de su
obra redentora, en una unidad indisoluble.
Jesús es el Hijo de Dios hecho hombre y, a la vez, el Salvador esperado.
No se pueden separar estos dos aspectos:
1) la finalidad de su venida al mundo es precisamente
la salvación de los hombres;
2) Únicamente el Hijo de Dios puede realizar una
auténtica redención del pecado del mundo.
Vamos a ver en la 2ª parte de Cristología la
acción redentora, teniendo presente lo
visto ya acerca de su persona.
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3. MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 2MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 2
Todos los hombres albergan una esperanza profunda de alcanzar la
verdad y el bien y un anhelo de conseguir la felicidad.
CCE 843CCE 843: “La Iglesia reconoce en las otras religiones la búsqueda, ‘entre
sombras e imágenes’, del Dios desconocido pero próximo, ya que es Él quien da a
todos la vida, el aliento y todas las cosas y quiere que todos los hombres se salven.
Así, la Iglesia aprecia todo lo bueno y verdadero que puede encontrarse en las
diversas religiones”.
CCE 844CCE 844: “Pero, en su comportamiento religioso, los hombres muestran
también límites y errores que desfiguran en ellos la imagen de Dios”.
Cristo revela que Dios nos ama y nos destinó
antes de la creación del mundo a una alianza
que nos hace participar de su vida infinita-
mente feliz.
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4. MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 3MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 3
La Biblia nos enseña que el origen del mal y del
sufrimiento está en el “misterio de iniquidad”
que es el pecado…
(… el de unos ángeles y los de los hombres, principalmente el
original, pero también los pecados personales de cada uno).
El hombre con sus solas fuerzas no puede liberarse del pecado y sus
consecuencias. La liberación verdadera y completa del hombre
procede únicamente de Dios:
“(…) la prueba que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores,
murió por nosotros” (Rom 5, 8Rom 5, 8).
La imagen de Dios en la persona humana ha sido oscurecida y
desfigurada por el pecado, pero no destruida totalmente.
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5. MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 4MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 4
Al defender la capacidad de la razón humana para conocer a Dios,
la Iglesia expresa su confianza en la posibilidad de hablar de Dios.
Puesto que nuestro conocimiento de Dios es limitado, nuestro lenguaje sobre Dios
lo es también. Las perfecciones de las criaturas reflejan la perfección infinita de
Dios. Podemos nombrar a Dios a partir de las perfecciones de sus criaturas. (cfr. CCE 39-CCE 39-
4141)
Dios trasciende toda criatura. Es preciso, pues, purificar
sin cesar nuestro lenguaje de todo lo que tiene de limitado,
de imperfecto.
Nuestras palabras humanas quedan siempre más acá del Misterio de Dios.
Al hablar así de Dios, nuestro lenguaje se expresa ciertamente
de modo humano, pero capta realmente a Dios mismo, sin poder,
no obstante, expresarlo en su infinita simplicidad. (cfr. CCE 42-43CCE 42-43)
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6. MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 5MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 5
“Al entregar a su Hijo por nuestros pecados, Dios manifiesta
que su designio sobre nosotros es un designio de amor
benevolente que precede a todo mérito por nuestra parte: ‘En
esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a
Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como
propiciación por nuestros pecados’ (1 Jn 4, 101 Jn 4, 10).
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El designio divino de salvación a través de la muerte de Cristo había
sido anunciado antes en la Escritura como misterio de redención
universal.
La muerte redentora de Jesús cumple, en particular, la profecía del
Siervo doliente (cfr. Is 53, 7-8Is 53, 7-8, Hch 8, 32-35Hch 8, 32-35).
7. MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 6MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 6
Tradición patrística sobre la redención
Padres orientales:
Subrayan que Cristo ha venido a comunicarnos la semejanza
con Dios perdida por el pecado. “Admirable intercambio”:
el Verbo se ha hecho partícipe de la humanidad para hacernos
partícipes de la divinidad. Se fijan en el aspecto descendente
y gratuito de la salvación.
Padres occidentales:
Se fijan en el aspecto ascendente de la salvación: la obra realizada
por nuestra Cabeza, Cristo, en nombre de toda la humanidad para
ganarnos la salvación. Subrayan su ofrenda al Padre del sacrificio
perfecto de su vida para reparar nuestro pecado y reconciliarnos
con Dios.
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8. MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 7MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 7
San Anselmo (+ 1109+ 1109)
Veía a Dios como Señor soberano, cuyo honor es ofendido por el pecado. Ante
esta ofensa, el orden de la justicia divina exige con todo rigor una reparación
voluntaria adecuada o un castigo. Pero la deuda es infinita por ser Dios el
ofendido: no debiendo pagarla sino el hombre, y no pudiendo pagarla sino Dios,
tenía que ser hombre y Dios quien satisfaciera al honor divino herido.
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Es una interpretación válida en diversos aspectos y
que ha influido en la teología posterior.
Pero es demasiado jurídica, con una concepción muy
humana de Dios, del pecado como ofensa inferida a
Dios, de su reparación como compensación que debe
recibir del hombre, y de una justicia divina que
obliga a Dios a exigir sus derechos.
9. MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 8MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 8
Algunas interpretaciones históricas erróneas
sobre la redención, 1
“Los derechos del demonio” (algunos escritos
cristianos de los primeros siglos): al cometer el
pecado de origen, el hombre voluntariamente
se habría hecho esclavo del demonio. La sangre
de Jesús sería el rescate, el precio pagado al
demonio para librar al hombre de su esclavitud.
Esta teoría fue combatida por San Gregorio de Nacianzo: es errónea
pues interpreta la redención según los usos humanos (alguien que paga y
alguien a quien se paga).
Es ajena a la unidad de toda la Escritura, por ejemplo en cuanto al poder
del demonio, que parece tener derechos absolutos sobre nosotros.
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10. MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 9MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 9
Algunas interpretaciones históricas erróneas
sobre la redención, 2
Para Lutero, la satisfacción (cfr. San Anselmo)
tiene lugar mediante un castigo. Cristo cae bajo
la ira de Dios, porque tomó sobre sí no sólo las
consecuencias del pecado sino el pecado mis-
mo. Cristo nos redime por medio de una “susti-
tución penal”: toma nuestro lugar y es castiga-
do por Dios en lugar nuestro.
Calvino añade que Jesús no sólo murió como pecador, sino que
también bajó al infierno y sufrió las penas de los condenados.
Estas teorías presentan a Dios no como Padre que nos ama sino como un
soberano vindicativo y, además, injusto (condena al inocente en lugar del
culpable).
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11. MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 10MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 10
Algunas interpretaciones históricas erróneas
sobre la redención, 3
En teorías del siglo XX, Cristo es el maestro, el guía ético y el
ejemplo de vida. Su influjo en el hombre es sólo moral: la sal-
vación no nos viene de Él, sino que es el hombre quien se re-
dime a sí mismo autónomamente, siguiendo a Cristo. Su muerte
es simplemente el símbolo supremo del esfuerzo de la humanidad
por librarse del mal.
En esa corriente hay quienes han pensado que Cristo
sería el modelo de lucha contra las estructuras
sociales injustas (teologías de la liberación, algunas
inspiradas en el marxismo).
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12. MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 11MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 11
La salvación del hombre nace del amor misericordioso de Dios. La
redención es ante todo una intervención descendente y misericordio-
sa de Dios en la historia de los hombres.
La salvación también sigue el orden de la justicia divina: ningún
hombre podría satisfacer por todo el linaje humano. Aunque fuera
muy santo, no repararía el pecado más que en él mismo y no en
todos y cada uno de los seres humanos. (cfr. CCE 616CCE 616)
La redención concilia admirablemente la misericordia
y la justicia divinas. Si el hombre no pusiera algo de
su parte, Dios habría actuado al margen de su justicia
(no injustamente), movido sólo por su misericordia.
Nos libera gratuitamente (misericordia) y del modo
más conveniente y digno para nosotros (justicia).
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13. MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 12MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 12
Aspecto ascendente de la obra de Cristo: Jesús,
representando a los hombres ante Dios, como
nuevo Adán y Cabeza de la humanidad, sella
una nueva relación de Alianza entre Dios y los
hombres, y obtiene de su Padre la salvación
para nosotros. Con su actuación humana libre,
alcanza que Dios Padre nos conceda el perdón.
Aspecto descendente de la obra de Cristo: enviado por el Padre, co-
munica a los hombres los dones divinos de la salvación: nos revela
a Dios y nos comunica la vida sobrenatural. Ha venido al mundo
para comunicar a los hombres la gracia que quita el pecado y les
hace partícipes de la vida divina.
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14. MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 13MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 13
Existe un orden en la dispensación de la economía
salvífica: primero Cristo debía satisfacer el pecado
de la humanidad y merecer su glorificación junto
con nuestra salvación (aspecto ascendente).
Una vez exaltado como Señor sobre todas las cosas
a la diestra del Padre, nos dispensa los bienes que
nos había ganado con su sangre y nos concede el
don del Espíritu Santo (aspecto descendente).
Estos dos aspectos están estrechamente unidos en el designio
divino: el don de la gracia es fruto del sacrificio de Cristo.
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15. MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 14MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 14
El plan de Dios Padre es que los hombres entremos en comunión
con Él por medio del Verbo encarnado. La obra de Cristo debe
alcanzar a cada uno de los hombres.
Es el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, quien,
con su poder infinito, alcanza a todos los hombres
de todos los tiempos, y hace que las acciones y
méritos de Cristo se puedan aplicar y tener efica-
cia salvífica en cada uno. Hace posible que cada
uno pueda entrar en comunión con el Hijo de Dios,
se incorpore a Él y participe de la redención.
El Espíritu Santo se sirve de la Iglesia, “sacramento universal de
salvación”(Lumen gentium 48Lumen gentium 48), para que los hombres encuentran
a Cristo y participen de la salvación.
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