SlideShare una empresa de Scribd logo
1 de 12
la víspera
(cuento)
carabajo
1
Me quieeeromoriiiir……repetía mientras lloraba. Acentuando y prologando las vocales
de las palabras quiero y morir. Era la víspera de año nuevo. Estaba en la costa atlántica
con su novio. La víspera siempre resalta frustraciones y dolores. A veces terribles.
Insostenibles. Desgarradores. El miedo a no poder más toma cuerpo y el cuerpo exhala
el llanto de muerte. El despertar del derecho a pedirle a la vida lo que ella no da. De
amenazar con tirarse por la ventana del hotel en que con él estaban alojados. A las tres
de la mañana (o de la noche) se escuchaban los alaridos de dolor que ataban los deseos
de la gente que llegaba con otros dolores al fin de año. Pensar en la desgracia y sufrir
hasta vomitar el corazón. Entonces uno cree, él cree, que lo que le queda es dejar que su
arrebato luego de un par de botellas de vino se termine en la protuberancia del mal
extirpado en palabras. Y si los porqués no son suficientes entonces la maldad del género
humano es dueña de la razón de ello. El mal que otros provocan en nosotros. En ella. El
aguijón en el querer sentir alegría sin tener que recordar quién se es, de dónde se viene y
adónde se va. Y quienes son los que determinan la forma determinante de aborrecer la
vida. La vida propia. La que debiera ser un bálsamo de de deseos y posibilidades.
Angustia que carcome las entrañas. Que devora y escupe solo la lástima por uno mismo.
Esa que no se quisiera sentir. Esa que nos ve morir todas las noches en que no hay sol ni
siquiera de día. La que se esfuerza en matarnos. En hacer pedazos lo que amamos. Sin
poder juntar fuerzas para poder remediarlo. A gritos y gemidos en el silencio de la
noche se diluía su existencia y se acababa su forma de estar poseída por todos los males
revolcándose en el suelo y corriendo por los pasillos como si todo la dominase hacia lo
peor. ¡¡¡Mirá que me mato, mirá que me tiro!!! …su garganta ya afónica tenía fuerzas
para gritar cada vez más. Su orgullo aniquilado. Su verdad inequívocamente cierta. Sus
motivos más que suficientes. Para matarse.
Cómo animarse si lo que sucede es fatal. Un mar embravecido era el alma de la
desdichada y la espuma era su furia. Su deseo de venganza. Pero quién era el que
sacudía el estallido de lo que se iba un día después con el brindis. Un pacto con el no
decirse lo que solo se dice en momentos de desenlaces trágicos en situaciones que lo
facilitan. Es que la mayoría de los festejos se ahogan con un llanto. Porque se llegó de
una manera en donde lo terrible quedó atrás pero es presente y nunca hubo forma de
detenerse y decir no puedo ante el ver que todo naufragaba en la tempestad del miedo
que se combatía. Cada lucha personal temiendo morir de verdad en el intento. La
soledad rodeada de estatuas de héroes que imitar. La valiente tenacidad que atrapa lo
que se nos va. El amor a lo que supimos conseguir, que parece pequeño entre lágrimas,
y llantos sobre el infinito pañuelo. El cuidar el modo en que nos resguardamos de perder
lo que sin verlo directamente está en algún sitio donde lo dejamos. Fatal es la manera de
convertirse en el artífice de esa suerte que cae de rodillas en las vertientes de un arroyo
que deja que su mansa quietud se quede a reflejar lo que su espejo de la vida que nos
muestra. El lastre que nos toma de improviso para hacernos pensar que nada es nuestro
y nada es bueno. El error en que caímos una vez cuando creímos. Y el olvido de que no
2
hay que dejar las cosas a medio hacer y sí ponerlas en su sitio. La muerte de cada
eslabón de la cadena que nos ata a lo que construimos. Y atados con el peso de ello ir al
fondo del mar en la profundidad de nuestro ser capturado y secuestrado de lo que quiso
ser. Quizá sea poco decir que el destino de las personas no merece más que eso. Que así
es la vida. Que el que cae no pudo. Y nada más. Pero hay un deterioro de ver que nos
estamos refiriendo a otros. Cuando es otro el que no puede somos espectadores de
primera clase de notar cómo se hunde. Cómo se va mientras nuestro barco sigue viaje.
Y se cree que se puede aprender de lo que al otro le sucedió. Entenderlo. Y es ese
salvajismo interior el que nos da pie para seguir.
Las pasiones nos llevan por lugares misteriosos y a veces terribles. Dulcemente
terribles o fatalmente crueles. El anillo de casamiento de Oro era un lazo de idas y
vueltas pero, en fin, siempre de regreso. El anillo como círculo en donde lo que está mal
se toca con lo bueno. El presagio de no dejar de anticipar que todo continúa y salir es
tan difícil como entrar. El lazo que pone vigente lo que sucede día a día. Caer y
levantarse pero sin objetivo. Transitar lo que hace una verdad sin casualidades en que lo
que importa es superior al deseo. Romper el anillo es cortar la circulación. Una detenida
manera de ver las cosas hace al proseguimiento de lo que importa. Hola. Me ves ahí
atravesando todo. Problemas y conchas. Entrando. Sí. Hay que entrar. Donde sea. En
todos lados. Donde es necesario. Hay un mundo viejo. Yo busco lo nuevo. Adoramos a
dioses paganos. Yo pago por ver. Como en las cartas. Y me emerge que se lanza lleno
hacia el todo. Hacia lo que era nada antes de que yo entrase. Puedo concebir lo que nace
del mundo anterior y recuerda que hay que crecer. Pienso en una construcción gótica y
busco paredes y techos asimétricos. Pisos de vértigo. Ir continuando lo que la punta del
ovillo deja en lista de espera para que sea recuperado del futuro. Es eso. Hay que
rescatar el futuro y que no sea lo que todos con miedo piensan y esperan con la
paciencia del cautivo. Entro en tu vida y te estremezco. Te llevo a lo intolerable de creer
que podes ser lo que hay en vos. Y sobresaltados todos, creen que hay un alerta cuando
lo que se viene es lo mejor. No se trata de mano dura si no es necesario. Se trata de que
el hombre ha vivido desde siglos pensando en buscar y entender su trascendencia.
Muchos luminosos marcaron el progreso. Hicieron los aportes a la humanidad para
superar miedos y dificultades. En la ciencia, el pensamiento y las artes. La disciplina es
el método para crecer honrando esa historia que nos hace ser parte de la misma pregunta
hoy: ¿hacia dónde vamos? El rigor es haber estado en verdaderas dificultades que
rigieron el crecimiento para templarlo. Hemos vivido un verano de deseos de ir en
contra de esta nuestra verdadera naturaleza. De ver que el difícil momento de cada paso
ha sido entregado a las manos de desviar la atención del objetivo del hombre. En
nombre de un territorio más blando nos hemos quedado sin explicaciones por apartarnos
de la senda del esfuerzo por llegar a superar la realidad humana. Y le hemos puesto
bandera a realidades que querían ser revolucionarias sin mayor pretexto que dominar al
otro y luego ver la impotencia de esos actos. El deseo de poder nos ha llevado a ya no
3
poder. Y en la noche de nuestra lucha ver supuestas formas de un mundo mejor cuando
el mundo no puede ser mejor porque es lo que es y es nuestra responsabilidad asumirlo
para ir en procura de el fin que mueve a nuestra existencia. Encontrar en el destino de
ver nuestra capacidad llevada a cada acto en el que se aboca lo que nos da con la
verdad. La verdad de la trascendencia que nos llama a creer en ella. La sociedad cuyo
fin es el mirar de frente los problemas en busca de una salida. El rigor fue necesario
desde el forzar a otros a respetar lo que es el llamado de la civilización que perdura a
través de siglos. El suponer horizontes sin ver lo que a todos afecta era un proyecto al
que se llamó revolución. Que cae dentro de sus faltas de respuestas al verdadero tomar
lo que quita la atención de lo que nos ocupa.
Sin cristo no hay anticristo. Sin fe no hay desesperación. La gente quiere ganar en
deportes. El profesional quiere triunfar. El artista quiere éxito y fama. En su momento
era así. Pero hoy esperar de eso es sentenciar el fracaso. El mundo está cambiando.
Tener fe es hipotecar la alegría a un resultado. Es hacer el hacer para ver qué pasa mas
adelante. Y si mas adelante es la ruina el tiempo fue perdido. En otras palabras la fe es
renunciar a cambio de algo que no va a suceder. Es decir, un sentimiento
autodestructivo que juega a el azar la vida o la muerte. Hace falta mucho coraje para
enfrentar y aceptar que más allá que se quiere la fe, es innecesaria y molesta. Que se
quiere creer que se cree para no ver qué posibilidades nos da el que no. Que la
maquinaria de la fe se puede apagar y ver las cosas tal cual son. Con la gracia y simpatía
que nos despiertan. Y así como al apagar cosas descansamos, apagar la fe es un enorme
peso que nos sacamos de encima porque nos da un ver lo que no era. Hemos oído hablar
de un mundo mejor en los idealistas pero ese mundo estaba apostando a que al cabo de
años y décadas las cosas se dieran. Cuando en verdad el tiempo que se dedica a las
cosas si se lo sujeta a un premio no es el aprendizaje en sí sino el valor que otros nos
atribuyen. Los contextos de nuestras acciones están armados para premiar el éxito. Es
decir, para destinar a la fe una recompensa. La droga del premio. Más y más. Una
costumbre de estar donde se la da. No estoy hablando de perder la fe sino de ver que no
es más que un consenso de acciones que llevan al negar su estructura. Es que hay tantas
cosas lindas para hacer sin fe. El cristo es el poder. El anticristo la destrucción. Ambas
cosas terribles. Pero sin cristo no hay anticristo. Creer es fabricar una suposición que no
es para alentar el conseguirla. Y si satisfechos la tenemos, ver que suponíamos algo
equivocado desilusiona en lo adquirido. Ir hacia delante, en cambio, es entender. O
tratar de hacerlo. El mundo sin fe esta lleno de lo que es cierto y creíble. Y a eso sí se lo
puede tener.
En verdad fue un año terrible. Yo estaba mal y solo. Y viajando. De repente me quise
levantar a una mina lindísima y me propuso tomar algo. Sentados me dijo que lo hacia
por dinero. Así me di cuenta que había muchas de buena onda y que estaban muy lindas.
Igual los que llegan aunque sea por accidente sin proponérselo como yo en ese caso
encuentran que las minas estas son parte de la bohemia. El tango está lleno de casos. Sin
4
duda llegás a ellas cuando tuviste ya mucha calle. Son parte del conocer la vida desde la
gente con necesidades. Pertenecen a ese lugar. Busqué conocer otras. Para mí ¨ la vida ¨
es la calle. Yo compartía con ellas mi música y mi poesía. Digo ellas en plural porque
me di cuenta que tenía muchos prejuicios que resultaron falsos y que son muy
divertidas. Trágicamente divertidas. De alguna manera mis parejas de toda la vida
también tenían mucha calle a su manera y la siguen teniendo. Las mujeres con
problemas y necesidades se les parecen mucho. Solo que estas necesitan la Money sí o
sí y llegan a hombres que hasta les proponen casarse. Típico el que se enamora de ellas.
Tienen historias. Y lo que es mas realista se las conoce desde el inicio en la cama. Sé
que esto para vos es opuesto a la familia. Pero muchas tienen hijos y nadie que les
ayude y se hacen a los hombres y la noche. Se acostumbran y les gusta. Algunas
tuvieron problemas de verdad. Es que hay gente que sufre y se junta con los que
vivieron necesidades extremas y ahí se busca. En suma, gente que se acompaña y se
cura de algunos dolores. Y te digo más: con todas las que pasé yo a veces todavía siento
que todavía estoy en la burbuja y elijo a los que la padecen. A mí me sirve. Y estar fuera
de la realidad es engañoso. Pero vos sabes algo de esto. De la gente común. La que no
va a Miami. Por eso te cuento. Vivir entre mujeres que se drogan y tienen sexo con
cualquiera. Que viven de fiesta. Es llamativo. Pero no si te toca decir que son tus
hermanas o saberlo, que es peor y ser pequeña y ver. La obligaban a ver desde su ñiñez.
Oro se asusta. Asusta al que tiene corazón. Al que piensa que es lindo ser querido. Oro.
Con la fe que emana de ver que hay quienes sobresalen y a los que ella admira. Acaso
se equivoca en tener esa fe. Y que los que debieran quererla entre fiesta y fiesta le
desprecien. La humillación. Eso es lo que siente ¨ la víspera ¨. Con qué derecho
destruyen su dignidad para divertirse. A costa de ella. A costa de sentir que no vale
nada. Por eso se quería matar. La víspera. A quién le puede decir sobre sí si todo la
destruye. La desmorona. La indigna. Eso que se supone que es ella. El lugar y la gente
de donde viene. Cómo invitaría a alguien a su casa para ver la desolación que ella niega
porque la niega. Porque es triste. Y si todo es triste qué hay de lo que es uno que no sea
triste. Entonces se va. Se escapa. Los niega a todos con la fuerza y el odio de un Dios.
El dios del mar. Poseidón. La hizo mirar a todas con deseo de que se muriesen tragadas.
Por algo que limpie su pasado. Y le permita empezar. Como quien se salva de un
desastre por ser bueno y merecer una oportunidad.
Cada vez que se iba de noche a cualquier hora despedida por impulsos de libertad y a
veces luego de haber llorado amargamente yo no sabía si volvería. Eran horas que
imaginaba lo peor. A veces a la madrugada la llave hacía el ruido de su regreso. Y yo
me decía que por ahora seguía con vida. Era una ida de lo nocturno sin rumbo fijo.
-Adonde vas?
-No se, por ahí. Un rato
Y desparecía. Yo me quedaba duro luego de sentir el desamparo de una chica joven que
simplemente se escapaba de sí y de los demás. La habrían violado. La habrían
5
encontrado muerta por ahí. O se habría tirado debajo de un tren o un auto. En suma solo
cabía esperar. Pero no se le podía decir que no cuando pasada la medianoche luego de
escenas de ¨ la víspera ¨ de cada medianoche en que decidiera desaparecer sin que yo
supiera con quién estaría o hacia dónde iría y si volvería. Me ponía a temblar de pensar
que alguien me llamaría para decirme de alguna fatalidad. A veces daba por descontado
que se había ido con alguien y que la miseria de estar acá la había hastiado. Porque todo
la hastiaba. No era contenible. La noche la llamaba y no podía dormir o estar y se iba.
Había sido criada a la intemperie y eso yo nunca lo aceptaba. La pobreza y la vaciedad
de un hogar yendo de chica de un lugar a otro sin nada que poder tomar. Toda la vida
entre pobres a la sombra del delito que ocurría a su alrededor y entre gente sin destino
que no tenia techo. Gente que la había habituado a que era más normal estar durmiendo
bajo una noche de estrellas que en una casa con alguna comodidad básica. Sin nadie que
se ocupe de ella. La droga, el alcohol, las mujeres y las putas que eran un ámbito de
tierra de nadie. Una desolada permanencia a la expectativa de ver con ojos bien abiertos
que nada le suceda y estar alerta al peligro. Se había criado con el peligro. No podía
estar en la tranquilidad de un hogar. Cuidar de sí y de otro era su necesidad. Estaría
preocupada si no se ocupaba de defenderse. Ese algo siempre estaría ahí y no se podía
escapar. Lo iba a buscar. Quería desafiarlo. Recatar a todos. Es que acaso estar
protegida le hacía sufrir y llorar por lo que podría estar pasando. Ella lo conocía bien.
Lo había sentido y vivido. Tenía que estar ahí. Y entonces se iba de noche al barrio
pobre y volvía tres o cuatro horas después llorando por la impotencia de que ella sola
parecía haberse salvado y aun así pertenecía a aquella realidad. Y si dormía en el techo
que yo le daba tenía pesadillas. En verdad hablaba dormida e insultaba a sus hermanas.
Y cuando yo ya creía lo peor se escuchaba la llave ya casi amaneciendo. Y había estado
por ahí, fumando, con gente que conocía su lugar de pertenencia y sus verdades. A
veces cuando llegaba la escuchaba durante horas contarme lo que había pasado, sus
miedos, sus odios y su dolor.
Creo que yo nunca tuve maldad. Autoridad. Siempre estuve del lado de los buenos. Me
faltó defenderme o defender lo mío. Nunca supe cómo. No me salía ese ser malvado que
la naturaleza le da al que defiende lo suyo o lo que quiere conseguir. Será que nunca
tuve nada. O que lo que tuve era tan prescindible como que no necesitaba de ello sino de
algo en que sujetarme a mí. Un pertenecer a lo que no se compra. Al mirar la vaciedad
de lo que era, ningún bien material me daba algo de seguridad. Más bien me lo quitaba.
Eso es lo que siempre me unió a Oro. En el fondo éramos muy parecidos. Seres que,
con o sin protección, no tenían un techo más alto que cubriera para defenderse y luchar.
La fuerza para hacerlo. Y yo admiraba a los que habían crecido cerca mío y tenían
garras y dientes y conseguían cosas. Se iban formando un presente y un futuro. Yo
nunca tuve eso. No sabía hacia dónde iba y qué podría defender algún día con orgullo.
El ser alguien. Una persona que significase algo más que lástima o cuidados extremos.
Un paquete. Eso era yo. Un proyecto de un formato social que siempre había buscado
6
profesionales exitosos. Y no seres que quedaron en el camino. Que se quedaron sin
razones. Sin fuerzas. Que no se sostuvieron en la lucha de otros que nunca entendieron.
Un ser anodino. Una persona que no llegaba a serlo. Un pobre entre los pobres. Un
desamparado con algunos bienes de dádivas de los que les iba tan bien. Y no poder estar
frente a alguien a quien desear. Una mujer que vistiera los sueños de una noche de
amor. Es que no tenía argumentos. Nada que decir o intentar. Nada que la sedujese. Era
un ser apócrifo. Yo era el hijo dé. El hijo de mis amigos. De mis padres y hermanos. El
hijo de un mundo vertiginoso. El hijo de las circunstancias que no se ganaba lo suyo
para poder mostrárselo a los demás. A una ella que me mirase. No tenía un solo trofeo
de guerra y los pocos atributos eran destrozados por desbordes de gente muy segura que
iba con ímpetu hacia adelante de forma tal que lo que yo había hecho que gustase era
solo un souvenir. No sabía defender lo mío. Mostrarlo. Hacerlo lucir antes de que me
olvidaran. Caía en picada desde lo alto de las alturas de otros. Me estrellaba contra el
suelo de mis dudas. La picardía de aprovechar alguna circunstancia y tener
complicidades era de mi total ignorancia. Estaba solo. Sin un solo ser que quisiera
aliarse conmigo en mi cruzada del no saber cómo. Era una persona cabisbaja que
decoraba su soledad frente a un puñado de virtudes artísticas que asomaban
inequívocas. Porque eso era cierto: yo tenía talento. Por mas que mi amigo músico me
dijera que no. Que no había sustancias ni elaboración en lo que hacía. Que todo era así
nomás. El verlo a él ahora y entonces en que la música era una industria de supuestos
preparativos para elaborar artículos para oír y no unas morada de virtudes formadas e
innatas. Que en verdad las tenía. Pero la contradictoria verdad es que los que me
denostaban también eran del bando contrario a el de los que me sepultaban y entonces
creerles me hacía bien y de paso hundir el valor de lo que hacía para no y terminar
sepultado por los de la otra vereda. A veces me pregunto si mi miseria no era un
escéptico modo de desearla por no creer en lo holgado que me separaba. Estar rodeado
de lo que todos tenían y yo no. Como si el tener algo en ese entorno me hubiese
demostrado sobradas veces que era peor y que a la larga, o en breve, lo perdería
quedándome como estaba. La confianza que demostraban en cambio los demás y sus
promesas de cambiar todo esto eran tan seductoras como para que dejase mi música y
todas mis pertenencias que no eran mías.
Hay algo de Oro que me producía su relación con estar fuera de todo techo. Cuando ella
se iba yo no tenía noción de su existencia ya por largo rato. Era como si
perteneciésemos a dos mundos distintos. Ella al suyo fuera de la casa y yo al mío. Era
en sí una relación de extrema libertad como si el vínculo se rompiese cada vez que ella
se iba. No por decisión nuestra. Creo que ella sentía lo mismo. Hasta que recuperaba su
memoria de tener que ver con alguien que le daba calor. Ella vivía en su selva. En
verdad sus aptitudes físicas eran increíbles. El ser que se cría de esa manera tiene en su
cuerpo una aptitud capaz de soportar inclemencias y en su mente la destreza que
acompaña a semejantes caserías. Si el espacio se gobierna ella gobernaba los espacios
7
de su jungla que era la misma que yo caminaba al salir de la casa. Al hacer el amor
también era dulce sentir su firmeza y la de su belleza de amazona. Creo que fue
justamente en la intimidad que ambos comenzamos a conocer y transitar el camino
hecho por el otro. Como si esos dos contenidos fuesen trasladables en el amor. Y
también en las charlas y los mates y los innumerables modos de comunicarnos y
hacernos notar la pertenencia del uno al otro y el afecto. La aventura de lo imposible era
posible. El entrar en los lugares impenetrables y discurrir por lo que se hacía carne en la
noche. La vorágine del calor humano que venía de su piel y me contagiaba lo que ella
tanto aborrecía y amaba. El con contacto con otra civilización en donde lo que ocurría
me era ajeno pero a la vez poderosamente presente. Copular entre mundos antagónicos.
Dedicarle poesía a verdades extremas y paladear los sabores de su exquisita cocina. Ella
era increíble cocinera. Su deleite era el placer de quien se acercara a su boca. El saber
que la lengua y el peso de cada condimento eran parte de su historia hecha sabores
exóticos de una isla en la que ambos éramos dueños de la forma de derivar en ella. Los
viajes que hacíamos a las playas y la montaña y sus lagos para perpetuar una nueva luz
de la que absorbíamos cada momento juntos. Como si el perderlos sin vértigo o
emociones los hiciese mortales o irrecuperables. Atrevernos a todo no era más que
permitirnos el aceptar y entrar en el otro. El trazado de nuestra vida en común tenía una
línea inescrutable en donde los límites estaban hechos solo a fuego. Y en esa lucha
cuerpo a cuerpo nos hacíamos el uno al otro. Buscando mas allá de lo que fuera de
nuestro recíproco estar era solo el murmullo de la calle. Esa que significaba estar y no
estar según fuésemos juntos o separados a transitarla en arbitrarios momentos de la
caza.
Desde un principio quisimos que nuestro casamiento tuviera presente a su familia. Este
se ofició en la casa en la que crecíamos día a día y lo sacramentó una sacerdotisa del
culto evangélico que nos dio su bendición. Su familia era más aceptable a mis
condiciones heredadas de mi propia barbarie que lo que hubiese sido traer gente de la
tropa de mí país imaginario. Había algo de los que vinieron de su territorio virgen que
estaba tan sujeto a violaciones que me cautivaba. Se violaba todo lo bien visto y no se
respetaba lo que yo en verdad nunca creí. Quise creer que me sentí verdadero ultrajando
la moral por el precio de una mujer exótica y toda la venida de sus predicadores del
desastre universal que me sonaba hasta esperanzado. Conocí en este tiempo el desprecio
y la envidia de miradas amenazantes que detectaban la libido de mi conquista. Pero
8
también el amor de los que veían que estar dispuesto a toda felicidad era lícito y que la
juventud de la novia no era criticable bajo esa mira.
Oro y sus hermanas habían nacido en una comunidad gitana. Eran gitanas de padre
gitano y madre criolla. Fuera de lo pintoresco de la música y los bailes asociados con
los gitanos en España, la cultura gitana extremadamente machista como pocas las hay
en el mundo, hace de la mujer un objeto al servicio del hombre y exalta sus bellezas y
cualidades de lo que se espera de una mujer. El hombre gitano es duro y cruel con sus
mujeres. El padre de Oro y sus cinco hermanas era no obstante un fracasado a los ojos
de la comunidad por haber casado con una criolla y por alcohólico y mujeriego que le
valiese el haber perdido a la madre de sus hijas, las seis hermanas, que huyeron con ella
de un hombre golpeador de su esposa, desde el norte hacia Buenos Aires. En el modo de
crecer de las mayores, que hablaban perfectamente el gitano, y algunas hasta habían
sido vendidas, cayó una crisis de vivir desarraigadas de aquel comienzo de vida lleno de
costumbres y modos que les costó olvidar y la convirtió en inadaptadas al vivir en la
ciudad rodeadas de criollos. Nunca dejaron de ser gitanas en su sentir y sus conductas se
deterioraban en el descontrol de no poder hacer una vida normal. Una locura las
desbordaba hacia la vida de libertinaje y de gente pobre que eran, ya que vivían en
barrios carenciados, e incurrían en la droga y el alcoholismo y se abandonaban al modo
de estar entre hombres que las tenían indiscriminadamente y ellas a ellos. Si de la gitana
solo se esperan cualidades de mujer, esto que sucedió cayó sobre el padre gitano que
quedó marcado por este destino de sus hijas fugitivas sin valores, que le depararon a él
en su comunidad ser mal visto y desgraciado. En suma la marca de esta falta de
identidad en las mayores, las hizo descreer de toda forma de mesura en sus actos que las
destruyeron hacia una vida dañada en todo y sin expectativas salvo tener embarazos y
llenarse de hijos mientras al mismo tiempo se abandonaban a estimulantes, placeres y
perversiones de todo tipo. Oro era del grupo de las tres menores mucho más comedidas
y en busca de una vida ordenada por ser menos afectadas y casi no tener recuerdos ni
haber vivido aquello gitano siendo muy pequeñas al momento de la huida. Sin embargo
los rasgos y muchos aspectos de formas exóticas y de la raza las perpetraron en aquel
origen. Esto hacía de Oro un verdadero híbrido que también padecía sobre su identidad.
Una raza donde leer y escribir es poco usual y que se margina de toda educación
coetánea a la gente común como clan haciendo un núcleo de desprecio hacia ello. Oro
conocía, vivía y sufría el desarraigo de lo que esto le distanciaba de las chicas criollas.
Y la huella del abandono en que cayeran sus hermanas mayores le hizo crecer en la
pobreza y en la desilusión de no tener qué hacer y adónde ir teniendo que ver de niña a
sus hermanas haciendo impudor de una vida enfrente suyo. Entonces a sus doce años se
escapó y se fue de su casa. Errando con su identidad fallida buscaba vivir en donde la
recibiesen. Amigas y familias ocasionales. Ayudaba y, además, trabajaba. En donde le
daban techo ella era querida y se cuidaba de no ser una carga.
9
El sufrimiento es algo terrible. Es que vivimos entre gente que vive programada con un
objetivo en la cabeza y nadie se los puede sacar. Están dedicados toda la vida a
cumplirlo. Y los demás lo padecemos. Lo padecemos porque si estamos en su camino se
deshacen de nosotros. Y si son tantos ya es una organización que nos aniquila a todos.
Es que no hay mayor poder sobre los demás que el no pensar. El llevarse todo por
delante. El que no se plantea ni pregunta es tan temible como un salvaje. Solo tiene su
fin y está instruido para llevar una meta de por vida. Esa organización nos hace cautivos
de sus decisiones. Es que se apoderan de todo porque el que observa y trata de entender
fue muerto en manos de su militarismo. Sí, porque están tan preparados que llevan lo
que los hace de armas. No hay conjeturas posibles. Controlan todo y usan la verdad
como argumento que los convence de que tienen razón. Sí, el sufrimiento es el de los
que los ven hacer como lo hacen las personas poseídas que se abocan a una misión y en
su punto de partida programan lo que harán en los próximos ochenta años. Las personas
que quieren vivir en paz los ven maltratar a sus deseos. Parece que no tuvieran otra
razón para vivir. Y sus familias y todo lo que está cerca de ellos padece sus demonios.
Uno quiere descansar y pedirles que la corten. La gente que sufre y se droga o se
alcoholiza o vive marginalmente fabrica esa isla respecto de ellos cuyo convencimiento
parte de un sueño. Sí, el sueño americano que espera un final feliz sin haber vivido. El
sueño de un mundo mejor poniéndose a todos a sus órdenes. El querer amor con las
cláusulas del triunfo que hace de la competencia mas que un juego la destreza de los
buenos contra los malos. Y los malos son los que no soportaron tenerlos tan cerca
quitándoles la tranquilidad. La gente, ya podrida, se ha ido chocando contra sus tanques.
Se ha visto enloquecer de tanto tener que escucharlos. Se ha aburrido de tener que
ayudarlos sin resultados. Porque el que tiene su fin desde siempre no quiere ser
ayudado. La ayuda. Eso que todos necesitamos pero que la soberbia destierra de la
tierra. Nadie será en ellos cuidado excepto por el Dios que alienta el cometido de un
programa de ataque y defensa en pos de aquellas metas que a tantos flagela. Y un
mundo solidario necesita que la ayuda y el trabajo sean por el bien común. Que sea
atendiendo las necesidades de todos. Que se escuche al que no puede y que se aliente al
que lo necesita. El ver que la gente ante ellos se violenta es el último escalón al que se
llega cuando la maquinaria no deja ya respirar. Es la consecuencia de no poder
detenerlos. Es no dar más. Y los que alguna vez nos vimos conquistados por las
propaganda y los proyectos desmesurados de ese sueño o llevados por la marea medio
confundidos y sin ver que se podían objetar o cambiar los puntos de vista, nos
enfermamos. Y creímos que era porque éramos débiles (¡los fuertes y los débiles!) y no
porque aquello era siniestro y elaborado con la maldad de la perversidad de vender el
destino. Para que los que podían y sobrevivían a su desgracia y sufrimiento lo
disfrutasen. Esa panacea de felicidad. Sueños de amor y de una sociedad con valores
10
que se adecuaban a que el destino en común no era en común sino desde las alturas de
una heroicidad que veía caer a los que con voluntad trataban de creer cayéndose. Sin
notar que aquello era terrible. Así, Oro y sus hermanas, no tuvieron esa ayuda. Y el
sufrimiento las llevó a las otras a segregarse y abandonarse en la marginalidad de
estupefacientes y vidas disipadas. La maquinaria era muy poderosa. La gente moría bajo
las ruedas del sistema. Y ellas eran victimas de la impotencia. Por eso yo sabía porqué
aquella noche y tantas otras como en la costa esperando el año………………………
nuevo….esperando….esperando lo nuevo sin que fuera posible, Oro lloraría y se querría
matar. Deseaba la muerte. Era todo esto lo que yo sabía que no podía detener. Acaso ser
pobre era ser una pobre persona. Condenada. Condenada al infierno. Al infierno de ver
que lo que los demás tienen es algo que no merece. No, ella no. Porque Dios así lo
quiso. Que hay los que son por él queridos a los que darles una felicidad y los
desgraciados. Los no queridos. Los abandonados. Los que ven que la suerte está echada
y que van a morir sí o sí. En este mundo dejaran su último respiro sin la menor
esperanza. Y hay que obedecer la voluntad de Dios. Aunque ni siquiera así él les dirija
una mirada de amor. Acaso condenar esa ideología era acusarla públicamente y
desbaratarla bajo el peso de la ley. Desbaratar supuestos y estructuras que sostenían el
peso del dolor sobre las espaldas de tantos. Algo impensado en el corto plazo y que una
educación podía dar a luz. Sin esperar jamás que los de ese ejército cedan un milímetro
si no era a la fuerza. Desnudarlos desde la cultura, la educación, y ponerlos en evidencia
al punto que tuvieran que verse en el peligro de arrojar sus armas expuestos a no tener
ese destino prefijado como accesible. Que les clamasen luego a todos sus dioses por lo
que era su tierra prometida. Su tierra de sueños. Su final feliz. Una estancia en la tierra
ni apacible ni premeditadamente sujeta al dominio de los otros en pos de un fin tildado
de común a todos.
Todo era un canibalismo. A la hora de buscar trabajo Oro tenía que humillarse. No
haber pasado por la universidad o tener estudios, por ser pobre o, justamente, ser pobre
no era una carta de recomendación para que el trabajo que consiguiera no lo hiciese
sentirse una paria. Al menos si hubiera sido de clase media la hubiera ayudado y tener
un buen nivel educativo. Atender a mujeres pudientes y de noche volver a su casita
humilde era degradarse. En un país donde todos quieren y algunos consiguen ser mas,
ser menos era su destino de cuna. Humillante. La gente embrutecida por la pobreza y
por ser morochos ya no lo notaba y vivía. Era otra percepción de las cosas. La tierra y el
trabajo eran el pan en la mesa. Pero Oro y sus hermanas eran gitanas y sabían que se
podía vivir bien y aspirar a algo mejor porque su raza se los había enseñado.
Sobrepasado por este catálogo de vida ella era mi capacidad de entender tantas cosas.
Pero yo para ello necesitaba de mi soledad. Y sus noches y las mías debían ocurrir en
11
sendos mundos. Anárquicamente ligados. Con la promesa de ver más allá y encontrar
una salida. Juntos. Sin librarla a su vulnerable caparazón de niña aun librada a su suerte.
A su desgraciada manera de desear la muerte. Solo el tiempo podía darnos, darle,
darme,….esa oportunidad. Si se aprovechaba cada señal. Cada estímulo. Cada
advertencia venida de un lugar en común. En el que todos los días sucedían cosas.
La pobreza de Oro me mataba. Toda su familia era pobre. Era un enorme peso que
estaba en un lugar donde todo se suponía que era tan obvio que no importaba. Pero sí.
Era terrible cuando la conciencia de esa pobreza me agobiaba. Era otro mundial al que
yo no pertenecía ni pertenecería nunca. Era una forma en donde estar expuesto era
distinto a lo que para mí lo era. Ella y su familia gitana eran la oscuridad. Una raza. Un
concepto hecho herencia de formas totalmente ajenas a mí. A veces la escuchaba hablar
y expresarse y no sabía si reír o llorar. Es que era tan fresca por un lado. Una geisha.
Pero mortalmente ajena al mundo cotidiano con el que me las tenía que ver. Y yo no
podía vivir una vida que tuviera mi argentinismo. El desden de los gitanos por la cultura
nuestra era fatalmente terminál. Era el no importarles nada. Y la impotencia de no tener
recursos para abandonar su miseria debido a la limitación del aislamiento de su raza y
cultura ya enroscada a la nuestra por haberse toda la familia ido de el clan gitano para
vivir en nuestro contexto que les hacía diferentes y aisladas. Acaso eran la verdad. El
constatar que éramos nosotros los que no podíamos sostener una vida occidental
cristiana capitalista. El pop y el rock. El conseguir la alegría de el esparcimiento. El
abandonarnos a ignorar lo terrible y lo que estaba al borde de esa fórmula de el mito de
la felicidad. Como si la impotencia frente al mundo tal cual lo conocía era la razón de
habérmelas erncontrado para notar que eso era cierto y tenía un porqué. Acaso todos
éramos gitanos. Los gitanos le huyen al trabajo y buscan dinero y placer. Acaso hay
algo muy realista y negro en ello.
12

Más contenido relacionado

La actualidad más candente

La actualidad más candente (20)

Pensamientos
PensamientosPensamientos
Pensamientos
 
Pensamientos
PensamientosPensamientos
Pensamientos
 
Oraciones al Espiritu Santo
Oraciones al Espiritu SantoOraciones al Espiritu Santo
Oraciones al Espiritu Santo
 
Métodos-Milton
Métodos-MiltonMétodos-Milton
Métodos-Milton
 
La critica - Trabajo de Métodos numéricos - mil ton-cha vez
La critica - Trabajo de Métodos numéricos - mil ton-cha vez La critica - Trabajo de Métodos numéricos - mil ton-cha vez
La critica - Trabajo de Métodos numéricos - mil ton-cha vez
 
éXito y fracaso - miguel angel
éXito y fracaso - miguel angel éXito y fracaso - miguel angel
éXito y fracaso - miguel angel
 
Una De SabiduríA
Una De SabiduríAUna De SabiduríA
Una De SabiduríA
 
Carta a una hermana despues de la muerte
Carta a una hermana despues de la muerteCarta a una hermana despues de la muerte
Carta a una hermana despues de la muerte
 
Mahatma gandhi
Mahatma gandhiMahatma gandhi
Mahatma gandhi
 
El lenguaje de una mirada
El lenguaje de una miradaEl lenguaje de una mirada
El lenguaje de una mirada
 
Ghandi
GhandiGhandi
Ghandi
 
3° parte "Hay una esperanza"
3° parte "Hay una esperanza"3° parte "Hay una esperanza"
3° parte "Hay una esperanza"
 
PENITENCIAL - Semana Santa 2014
PENITENCIAL - Semana Santa 2014PENITENCIAL - Semana Santa 2014
PENITENCIAL - Semana Santa 2014
 
Almas en dialogo
Almas en dialogoAlmas en dialogo
Almas en dialogo
 
Equis somos amigos
Equis somos amigosEquis somos amigos
Equis somos amigos
 
1º parte del libro "Déjalo ir"
1º parte del libro "Déjalo ir"1º parte del libro "Déjalo ir"
1º parte del libro "Déjalo ir"
 
2° parte " Hay una esperanza"
2° parte " Hay una esperanza"2° parte " Hay una esperanza"
2° parte " Hay una esperanza"
 
AMISTAD
AMISTADAMISTAD
AMISTAD
 
Capitulo 02
Capitulo 02Capitulo 02
Capitulo 02
 
Necesito poco y lo poco que necesito
Necesito poco y lo poco que necesitoNecesito poco y lo poco que necesito
Necesito poco y lo poco que necesito
 

Destacado

Gente vestida
Gente vestidaGente vestida
Gente vestidatomasvila
 
El enamorado del tiempo
El enamorado del tiempoEl enamorado del tiempo
El enamorado del tiempotomasvila
 
Mi nombre es domingo
Mi nombre es domingoMi nombre es domingo
Mi nombre es domingotomasvila
 
Variedades dos
Variedades dosVariedades dos
Variedades dostomasvila
 
Cartas de carabajo a carta abierta
Cartas de carabajo a  carta abiertaCartas de carabajo a  carta abierta
Cartas de carabajo a carta abiertatomasvila
 
Panic attack ( anaconda)
Panic attack ( anaconda)Panic attack ( anaconda)
Panic attack ( anaconda)tomasvila
 
Intersección
IntersecciónIntersección
Interseccióntomasvila
 
Variedades uno
Variedades unoVariedades uno
Variedades unotomasvila
 
Ella era interesante
Ella era interesanteElla era interesante
Ella era interesantetomasvila
 
Los jovenes y sus ninfas
Los jovenes y sus ninfasLos jovenes y sus ninfas
Los jovenes y sus ninfastomasvila
 
Siglo xxi y la soledad
Siglo xxi y la soledadSiglo xxi y la soledad
Siglo xxi y la soledadtomasvila
 
El hijo bobo
El hijo boboEl hijo bobo
El hijo bobotomasvila
 
Las víctimas (remix)
Las víctimas (remix)Las víctimas (remix)
Las víctimas (remix)tomasvila
 
El homofobico
El homofobicoEl homofobico
El homofobicotomasvila
 
Variedades tres
Variedades tresVariedades tres
Variedades trestomasvila
 

Destacado (20)

El vago
El vagoEl vago
El vago
 
Gente vestida
Gente vestidaGente vestida
Gente vestida
 
Femicidio
FemicidioFemicidio
Femicidio
 
El enamorado del tiempo
El enamorado del tiempoEl enamorado del tiempo
El enamorado del tiempo
 
Mi nombre es domingo
Mi nombre es domingoMi nombre es domingo
Mi nombre es domingo
 
Variedades dos
Variedades dosVariedades dos
Variedades dos
 
Ella te vio
Ella te vioElla te vio
Ella te vio
 
Cartas de carabajo a carta abierta
Cartas de carabajo a  carta abiertaCartas de carabajo a  carta abierta
Cartas de carabajo a carta abierta
 
Panic attack ( anaconda)
Panic attack ( anaconda)Panic attack ( anaconda)
Panic attack ( anaconda)
 
Intersección
IntersecciónIntersección
Intersección
 
Variedades uno
Variedades unoVariedades uno
Variedades uno
 
La fe
La feLa fe
La fe
 
Ella era interesante
Ella era interesanteElla era interesante
Ella era interesante
 
Los jovenes y sus ninfas
Los jovenes y sus ninfasLos jovenes y sus ninfas
Los jovenes y sus ninfas
 
Siglo xxi y la soledad
Siglo xxi y la soledadSiglo xxi y la soledad
Siglo xxi y la soledad
 
Candy1
Candy1Candy1
Candy1
 
El hijo bobo
El hijo boboEl hijo bobo
El hijo bobo
 
Las víctimas (remix)
Las víctimas (remix)Las víctimas (remix)
Las víctimas (remix)
 
El homofobico
El homofobicoEl homofobico
El homofobico
 
Variedades tres
Variedades tresVariedades tres
Variedades tres
 

Similar a La víspera

CO.INCIDIR 101 SEPT 2022.pdf
CO.INCIDIR 101 SEPT 2022.pdfCO.INCIDIR 101 SEPT 2022.pdf
CO.INCIDIR 101 SEPT 2022.pdfMaraAliciaPino
 
Co.incidir 75 mayo 2020
Co.incidir 75 mayo 2020Co.incidir 75 mayo 2020
Co.incidir 75 mayo 2020maliciapino
 
Co.incidir 74 abril 2020
Co.incidir 74 abril 2020Co.incidir 74 abril 2020
Co.incidir 74 abril 2020maliciapino
 
1 co.incidir 93 nov 2021
1 co.incidir 93 nov 20211 co.incidir 93 nov 2021
1 co.incidir 93 nov 2021maliciapino
 
Métodos en filosofía ii
Métodos en filosofía iiMétodos en filosofía ii
Métodos en filosofía iiprofejsegovia
 
La ciudad de carabajo tomo i
La ciudad de carabajo tomo iLa ciudad de carabajo tomo i
La ciudad de carabajo tomo itomasvila
 
Del carbón al diamante (William Mora Benavides)
Del  carbón al diamante (William Mora Benavides)Del  carbón al diamante (William Mora Benavides)
Del carbón al diamante (William Mora Benavides)William Mora
 

Similar a La víspera (20)

El trayecto
El trayectoEl trayecto
El trayecto
 
Ai ferri-corti
Ai ferri-cortiAi ferri-corti
Ai ferri-corti
 
Para pensar
Para pensarPara pensar
Para pensar
 
Un extraño encuentro
Un extraño encuentroUn extraño encuentro
Un extraño encuentro
 
CO.INCIDIR 101 SEPT 2022.pdf
CO.INCIDIR 101 SEPT 2022.pdfCO.INCIDIR 101 SEPT 2022.pdf
CO.INCIDIR 101 SEPT 2022.pdf
 
Carta de Ignacio Valle
Carta de Ignacio ValleCarta de Ignacio Valle
Carta de Ignacio Valle
 
Co.incidir 75 mayo 2020
Co.incidir 75 mayo 2020Co.incidir 75 mayo 2020
Co.incidir 75 mayo 2020
 
Co.incidir 74 abril 2020
Co.incidir 74 abril 2020Co.incidir 74 abril 2020
Co.incidir 74 abril 2020
 
El Poder de la Gratitud Libro
El Poder de la Gratitud LibroEl Poder de la Gratitud Libro
El Poder de la Gratitud Libro
 
El Poder de la Gratitud - Una Leyenda que no Olvide la Historia
El Poder de la Gratitud - Una Leyenda que no Olvide la HistoriaEl Poder de la Gratitud - Una Leyenda que no Olvide la Historia
El Poder de la Gratitud - Una Leyenda que no Olvide la Historia
 
1 co.incidir 93 nov 2021
1 co.incidir 93 nov 20211 co.incidir 93 nov 2021
1 co.incidir 93 nov 2021
 
Una Leyenda que no Olvide la Historia - Carlos de la Rosa Vidal - Artículo In...
Una Leyenda que no Olvide la Historia - Carlos de la Rosa Vidal - Artículo In...Una Leyenda que no Olvide la Historia - Carlos de la Rosa Vidal - Artículo In...
Una Leyenda que no Olvide la Historia - Carlos de la Rosa Vidal - Artículo In...
 
El Poder de la Gratitud - Carlos de la Rosa Vidal
El Poder de la Gratitud - Carlos de la Rosa VidalEl Poder de la Gratitud - Carlos de la Rosa Vidal
El Poder de la Gratitud - Carlos de la Rosa Vidal
 
TEM 004 - Una Leyenda que No Olvide la Historia - Carlos de la Rosa Vidal
TEM 004 - Una Leyenda que No Olvide la Historia - Carlos de la Rosa VidalTEM 004 - Una Leyenda que No Olvide la Historia - Carlos de la Rosa Vidal
TEM 004 - Una Leyenda que No Olvide la Historia - Carlos de la Rosa Vidal
 
Visión de Futuro - Una Leyenda que no Olvide la Historia
Visión de Futuro - Una Leyenda que no Olvide la HistoriaVisión de Futuro - Una Leyenda que no Olvide la Historia
Visión de Futuro - Una Leyenda que no Olvide la Historia
 
Proyecto de Vida - Una Leyenda que no Olvide la Historia
Proyecto de Vida - Una Leyenda que no Olvide la HistoriaProyecto de Vida - Una Leyenda que no Olvide la Historia
Proyecto de Vida - Una Leyenda que no Olvide la Historia
 
Métodos en filosofía ii
Métodos en filosofía iiMétodos en filosofía ii
Métodos en filosofía ii
 
La ciudad de carabajo tomo i
La ciudad de carabajo tomo iLa ciudad de carabajo tomo i
La ciudad de carabajo tomo i
 
10 miasma - carta
10   miasma - carta10   miasma - carta
10 miasma - carta
 
Del carbón al diamante (William Mora Benavides)
Del  carbón al diamante (William Mora Benavides)Del  carbón al diamante (William Mora Benavides)
Del carbón al diamante (William Mora Benavides)
 

Más de tomasvila

Sin conexión
Sin conexiónSin conexión
Sin conexióntomasvila
 
Realidad virtual
Realidad virtualRealidad virtual
Realidad virtualtomasvila
 
Amanda (prosa poetica)
Amanda  (prosa poetica)Amanda  (prosa poetica)
Amanda (prosa poetica)tomasvila
 
Aqui estoy (cuatro partes)
Aqui  estoy (cuatro partes)Aqui  estoy (cuatro partes)
Aqui estoy (cuatro partes)tomasvila
 
Estoy aqui 5
Estoy aqui 5Estoy aqui 5
Estoy aqui 5tomasvila
 
Las víctimas
Las víctimasLas víctimas
Las víctimastomasvila
 
Aprender a ser querido
Aprender a ser queridoAprender a ser querido
Aprender a ser queridotomasvila
 
Hacia un mundo sin fe
Hacia un mundo sin feHacia un mundo sin fe
Hacia un mundo sin fetomasvila
 
La conversación
La conversaciónLa conversación
La conversacióntomasvila
 

Más de tomasvila (18)

Sin conexión
Sin conexiónSin conexión
Sin conexión
 
Valentin
ValentinValentin
Valentin
 
Mirta
MirtaMirta
Mirta
 
Realidad virtual
Realidad virtualRealidad virtual
Realidad virtual
 
Amanda (prosa poetica)
Amanda  (prosa poetica)Amanda  (prosa poetica)
Amanda (prosa poetica)
 
Aqui estoy (cuatro partes)
Aqui  estoy (cuatro partes)Aqui  estoy (cuatro partes)
Aqui estoy (cuatro partes)
 
Estoy aqui 5
Estoy aqui 5Estoy aqui 5
Estoy aqui 5
 
El amigo
El amigoEl amigo
El amigo
 
Yo soy oro
Yo soy oroYo soy oro
Yo soy oro
 
Cenicientas
CenicientasCenicientas
Cenicientas
 
Ella
EllaElla
Ella
 
Ella
EllaElla
Ella
 
Las víctimas
Las víctimasLas víctimas
Las víctimas
 
Candy1
Candy1Candy1
Candy1
 
Aprender a ser querido
Aprender a ser queridoAprender a ser querido
Aprender a ser querido
 
Esto somos
Esto somosEsto somos
Esto somos
 
Hacia un mundo sin fe
Hacia un mundo sin feHacia un mundo sin fe
Hacia un mundo sin fe
 
La conversación
La conversaciónLa conversación
La conversación
 

La víspera

  • 2. Me quieeeromoriiiir……repetía mientras lloraba. Acentuando y prologando las vocales de las palabras quiero y morir. Era la víspera de año nuevo. Estaba en la costa atlántica con su novio. La víspera siempre resalta frustraciones y dolores. A veces terribles. Insostenibles. Desgarradores. El miedo a no poder más toma cuerpo y el cuerpo exhala el llanto de muerte. El despertar del derecho a pedirle a la vida lo que ella no da. De amenazar con tirarse por la ventana del hotel en que con él estaban alojados. A las tres de la mañana (o de la noche) se escuchaban los alaridos de dolor que ataban los deseos de la gente que llegaba con otros dolores al fin de año. Pensar en la desgracia y sufrir hasta vomitar el corazón. Entonces uno cree, él cree, que lo que le queda es dejar que su arrebato luego de un par de botellas de vino se termine en la protuberancia del mal extirpado en palabras. Y si los porqués no son suficientes entonces la maldad del género humano es dueña de la razón de ello. El mal que otros provocan en nosotros. En ella. El aguijón en el querer sentir alegría sin tener que recordar quién se es, de dónde se viene y adónde se va. Y quienes son los que determinan la forma determinante de aborrecer la vida. La vida propia. La que debiera ser un bálsamo de de deseos y posibilidades. Angustia que carcome las entrañas. Que devora y escupe solo la lástima por uno mismo. Esa que no se quisiera sentir. Esa que nos ve morir todas las noches en que no hay sol ni siquiera de día. La que se esfuerza en matarnos. En hacer pedazos lo que amamos. Sin poder juntar fuerzas para poder remediarlo. A gritos y gemidos en el silencio de la noche se diluía su existencia y se acababa su forma de estar poseída por todos los males revolcándose en el suelo y corriendo por los pasillos como si todo la dominase hacia lo peor. ¡¡¡Mirá que me mato, mirá que me tiro!!! …su garganta ya afónica tenía fuerzas para gritar cada vez más. Su orgullo aniquilado. Su verdad inequívocamente cierta. Sus motivos más que suficientes. Para matarse. Cómo animarse si lo que sucede es fatal. Un mar embravecido era el alma de la desdichada y la espuma era su furia. Su deseo de venganza. Pero quién era el que sacudía el estallido de lo que se iba un día después con el brindis. Un pacto con el no decirse lo que solo se dice en momentos de desenlaces trágicos en situaciones que lo facilitan. Es que la mayoría de los festejos se ahogan con un llanto. Porque se llegó de una manera en donde lo terrible quedó atrás pero es presente y nunca hubo forma de detenerse y decir no puedo ante el ver que todo naufragaba en la tempestad del miedo que se combatía. Cada lucha personal temiendo morir de verdad en el intento. La soledad rodeada de estatuas de héroes que imitar. La valiente tenacidad que atrapa lo que se nos va. El amor a lo que supimos conseguir, que parece pequeño entre lágrimas, y llantos sobre el infinito pañuelo. El cuidar el modo en que nos resguardamos de perder lo que sin verlo directamente está en algún sitio donde lo dejamos. Fatal es la manera de convertirse en el artífice de esa suerte que cae de rodillas en las vertientes de un arroyo que deja que su mansa quietud se quede a reflejar lo que su espejo de la vida que nos muestra. El lastre que nos toma de improviso para hacernos pensar que nada es nuestro y nada es bueno. El error en que caímos una vez cuando creímos. Y el olvido de que no 2
  • 3. hay que dejar las cosas a medio hacer y sí ponerlas en su sitio. La muerte de cada eslabón de la cadena que nos ata a lo que construimos. Y atados con el peso de ello ir al fondo del mar en la profundidad de nuestro ser capturado y secuestrado de lo que quiso ser. Quizá sea poco decir que el destino de las personas no merece más que eso. Que así es la vida. Que el que cae no pudo. Y nada más. Pero hay un deterioro de ver que nos estamos refiriendo a otros. Cuando es otro el que no puede somos espectadores de primera clase de notar cómo se hunde. Cómo se va mientras nuestro barco sigue viaje. Y se cree que se puede aprender de lo que al otro le sucedió. Entenderlo. Y es ese salvajismo interior el que nos da pie para seguir. Las pasiones nos llevan por lugares misteriosos y a veces terribles. Dulcemente terribles o fatalmente crueles. El anillo de casamiento de Oro era un lazo de idas y vueltas pero, en fin, siempre de regreso. El anillo como círculo en donde lo que está mal se toca con lo bueno. El presagio de no dejar de anticipar que todo continúa y salir es tan difícil como entrar. El lazo que pone vigente lo que sucede día a día. Caer y levantarse pero sin objetivo. Transitar lo que hace una verdad sin casualidades en que lo que importa es superior al deseo. Romper el anillo es cortar la circulación. Una detenida manera de ver las cosas hace al proseguimiento de lo que importa. Hola. Me ves ahí atravesando todo. Problemas y conchas. Entrando. Sí. Hay que entrar. Donde sea. En todos lados. Donde es necesario. Hay un mundo viejo. Yo busco lo nuevo. Adoramos a dioses paganos. Yo pago por ver. Como en las cartas. Y me emerge que se lanza lleno hacia el todo. Hacia lo que era nada antes de que yo entrase. Puedo concebir lo que nace del mundo anterior y recuerda que hay que crecer. Pienso en una construcción gótica y busco paredes y techos asimétricos. Pisos de vértigo. Ir continuando lo que la punta del ovillo deja en lista de espera para que sea recuperado del futuro. Es eso. Hay que rescatar el futuro y que no sea lo que todos con miedo piensan y esperan con la paciencia del cautivo. Entro en tu vida y te estremezco. Te llevo a lo intolerable de creer que podes ser lo que hay en vos. Y sobresaltados todos, creen que hay un alerta cuando lo que se viene es lo mejor. No se trata de mano dura si no es necesario. Se trata de que el hombre ha vivido desde siglos pensando en buscar y entender su trascendencia. Muchos luminosos marcaron el progreso. Hicieron los aportes a la humanidad para superar miedos y dificultades. En la ciencia, el pensamiento y las artes. La disciplina es el método para crecer honrando esa historia que nos hace ser parte de la misma pregunta hoy: ¿hacia dónde vamos? El rigor es haber estado en verdaderas dificultades que rigieron el crecimiento para templarlo. Hemos vivido un verano de deseos de ir en contra de esta nuestra verdadera naturaleza. De ver que el difícil momento de cada paso ha sido entregado a las manos de desviar la atención del objetivo del hombre. En nombre de un territorio más blando nos hemos quedado sin explicaciones por apartarnos de la senda del esfuerzo por llegar a superar la realidad humana. Y le hemos puesto bandera a realidades que querían ser revolucionarias sin mayor pretexto que dominar al otro y luego ver la impotencia de esos actos. El deseo de poder nos ha llevado a ya no 3
  • 4. poder. Y en la noche de nuestra lucha ver supuestas formas de un mundo mejor cuando el mundo no puede ser mejor porque es lo que es y es nuestra responsabilidad asumirlo para ir en procura de el fin que mueve a nuestra existencia. Encontrar en el destino de ver nuestra capacidad llevada a cada acto en el que se aboca lo que nos da con la verdad. La verdad de la trascendencia que nos llama a creer en ella. La sociedad cuyo fin es el mirar de frente los problemas en busca de una salida. El rigor fue necesario desde el forzar a otros a respetar lo que es el llamado de la civilización que perdura a través de siglos. El suponer horizontes sin ver lo que a todos afecta era un proyecto al que se llamó revolución. Que cae dentro de sus faltas de respuestas al verdadero tomar lo que quita la atención de lo que nos ocupa. Sin cristo no hay anticristo. Sin fe no hay desesperación. La gente quiere ganar en deportes. El profesional quiere triunfar. El artista quiere éxito y fama. En su momento era así. Pero hoy esperar de eso es sentenciar el fracaso. El mundo está cambiando. Tener fe es hipotecar la alegría a un resultado. Es hacer el hacer para ver qué pasa mas adelante. Y si mas adelante es la ruina el tiempo fue perdido. En otras palabras la fe es renunciar a cambio de algo que no va a suceder. Es decir, un sentimiento autodestructivo que juega a el azar la vida o la muerte. Hace falta mucho coraje para enfrentar y aceptar que más allá que se quiere la fe, es innecesaria y molesta. Que se quiere creer que se cree para no ver qué posibilidades nos da el que no. Que la maquinaria de la fe se puede apagar y ver las cosas tal cual son. Con la gracia y simpatía que nos despiertan. Y así como al apagar cosas descansamos, apagar la fe es un enorme peso que nos sacamos de encima porque nos da un ver lo que no era. Hemos oído hablar de un mundo mejor en los idealistas pero ese mundo estaba apostando a que al cabo de años y décadas las cosas se dieran. Cuando en verdad el tiempo que se dedica a las cosas si se lo sujeta a un premio no es el aprendizaje en sí sino el valor que otros nos atribuyen. Los contextos de nuestras acciones están armados para premiar el éxito. Es decir, para destinar a la fe una recompensa. La droga del premio. Más y más. Una costumbre de estar donde se la da. No estoy hablando de perder la fe sino de ver que no es más que un consenso de acciones que llevan al negar su estructura. Es que hay tantas cosas lindas para hacer sin fe. El cristo es el poder. El anticristo la destrucción. Ambas cosas terribles. Pero sin cristo no hay anticristo. Creer es fabricar una suposición que no es para alentar el conseguirla. Y si satisfechos la tenemos, ver que suponíamos algo equivocado desilusiona en lo adquirido. Ir hacia delante, en cambio, es entender. O tratar de hacerlo. El mundo sin fe esta lleno de lo que es cierto y creíble. Y a eso sí se lo puede tener. En verdad fue un año terrible. Yo estaba mal y solo. Y viajando. De repente me quise levantar a una mina lindísima y me propuso tomar algo. Sentados me dijo que lo hacia por dinero. Así me di cuenta que había muchas de buena onda y que estaban muy lindas. Igual los que llegan aunque sea por accidente sin proponérselo como yo en ese caso encuentran que las minas estas son parte de la bohemia. El tango está lleno de casos. Sin 4
  • 5. duda llegás a ellas cuando tuviste ya mucha calle. Son parte del conocer la vida desde la gente con necesidades. Pertenecen a ese lugar. Busqué conocer otras. Para mí ¨ la vida ¨ es la calle. Yo compartía con ellas mi música y mi poesía. Digo ellas en plural porque me di cuenta que tenía muchos prejuicios que resultaron falsos y que son muy divertidas. Trágicamente divertidas. De alguna manera mis parejas de toda la vida también tenían mucha calle a su manera y la siguen teniendo. Las mujeres con problemas y necesidades se les parecen mucho. Solo que estas necesitan la Money sí o sí y llegan a hombres que hasta les proponen casarse. Típico el que se enamora de ellas. Tienen historias. Y lo que es mas realista se las conoce desde el inicio en la cama. Sé que esto para vos es opuesto a la familia. Pero muchas tienen hijos y nadie que les ayude y se hacen a los hombres y la noche. Se acostumbran y les gusta. Algunas tuvieron problemas de verdad. Es que hay gente que sufre y se junta con los que vivieron necesidades extremas y ahí se busca. En suma, gente que se acompaña y se cura de algunos dolores. Y te digo más: con todas las que pasé yo a veces todavía siento que todavía estoy en la burbuja y elijo a los que la padecen. A mí me sirve. Y estar fuera de la realidad es engañoso. Pero vos sabes algo de esto. De la gente común. La que no va a Miami. Por eso te cuento. Vivir entre mujeres que se drogan y tienen sexo con cualquiera. Que viven de fiesta. Es llamativo. Pero no si te toca decir que son tus hermanas o saberlo, que es peor y ser pequeña y ver. La obligaban a ver desde su ñiñez. Oro se asusta. Asusta al que tiene corazón. Al que piensa que es lindo ser querido. Oro. Con la fe que emana de ver que hay quienes sobresalen y a los que ella admira. Acaso se equivoca en tener esa fe. Y que los que debieran quererla entre fiesta y fiesta le desprecien. La humillación. Eso es lo que siente ¨ la víspera ¨. Con qué derecho destruyen su dignidad para divertirse. A costa de ella. A costa de sentir que no vale nada. Por eso se quería matar. La víspera. A quién le puede decir sobre sí si todo la destruye. La desmorona. La indigna. Eso que se supone que es ella. El lugar y la gente de donde viene. Cómo invitaría a alguien a su casa para ver la desolación que ella niega porque la niega. Porque es triste. Y si todo es triste qué hay de lo que es uno que no sea triste. Entonces se va. Se escapa. Los niega a todos con la fuerza y el odio de un Dios. El dios del mar. Poseidón. La hizo mirar a todas con deseo de que se muriesen tragadas. Por algo que limpie su pasado. Y le permita empezar. Como quien se salva de un desastre por ser bueno y merecer una oportunidad. Cada vez que se iba de noche a cualquier hora despedida por impulsos de libertad y a veces luego de haber llorado amargamente yo no sabía si volvería. Eran horas que imaginaba lo peor. A veces a la madrugada la llave hacía el ruido de su regreso. Y yo me decía que por ahora seguía con vida. Era una ida de lo nocturno sin rumbo fijo. -Adonde vas? -No se, por ahí. Un rato Y desparecía. Yo me quedaba duro luego de sentir el desamparo de una chica joven que simplemente se escapaba de sí y de los demás. La habrían violado. La habrían 5
  • 6. encontrado muerta por ahí. O se habría tirado debajo de un tren o un auto. En suma solo cabía esperar. Pero no se le podía decir que no cuando pasada la medianoche luego de escenas de ¨ la víspera ¨ de cada medianoche en que decidiera desaparecer sin que yo supiera con quién estaría o hacia dónde iría y si volvería. Me ponía a temblar de pensar que alguien me llamaría para decirme de alguna fatalidad. A veces daba por descontado que se había ido con alguien y que la miseria de estar acá la había hastiado. Porque todo la hastiaba. No era contenible. La noche la llamaba y no podía dormir o estar y se iba. Había sido criada a la intemperie y eso yo nunca lo aceptaba. La pobreza y la vaciedad de un hogar yendo de chica de un lugar a otro sin nada que poder tomar. Toda la vida entre pobres a la sombra del delito que ocurría a su alrededor y entre gente sin destino que no tenia techo. Gente que la había habituado a que era más normal estar durmiendo bajo una noche de estrellas que en una casa con alguna comodidad básica. Sin nadie que se ocupe de ella. La droga, el alcohol, las mujeres y las putas que eran un ámbito de tierra de nadie. Una desolada permanencia a la expectativa de ver con ojos bien abiertos que nada le suceda y estar alerta al peligro. Se había criado con el peligro. No podía estar en la tranquilidad de un hogar. Cuidar de sí y de otro era su necesidad. Estaría preocupada si no se ocupaba de defenderse. Ese algo siempre estaría ahí y no se podía escapar. Lo iba a buscar. Quería desafiarlo. Recatar a todos. Es que acaso estar protegida le hacía sufrir y llorar por lo que podría estar pasando. Ella lo conocía bien. Lo había sentido y vivido. Tenía que estar ahí. Y entonces se iba de noche al barrio pobre y volvía tres o cuatro horas después llorando por la impotencia de que ella sola parecía haberse salvado y aun así pertenecía a aquella realidad. Y si dormía en el techo que yo le daba tenía pesadillas. En verdad hablaba dormida e insultaba a sus hermanas. Y cuando yo ya creía lo peor se escuchaba la llave ya casi amaneciendo. Y había estado por ahí, fumando, con gente que conocía su lugar de pertenencia y sus verdades. A veces cuando llegaba la escuchaba durante horas contarme lo que había pasado, sus miedos, sus odios y su dolor. Creo que yo nunca tuve maldad. Autoridad. Siempre estuve del lado de los buenos. Me faltó defenderme o defender lo mío. Nunca supe cómo. No me salía ese ser malvado que la naturaleza le da al que defiende lo suyo o lo que quiere conseguir. Será que nunca tuve nada. O que lo que tuve era tan prescindible como que no necesitaba de ello sino de algo en que sujetarme a mí. Un pertenecer a lo que no se compra. Al mirar la vaciedad de lo que era, ningún bien material me daba algo de seguridad. Más bien me lo quitaba. Eso es lo que siempre me unió a Oro. En el fondo éramos muy parecidos. Seres que, con o sin protección, no tenían un techo más alto que cubriera para defenderse y luchar. La fuerza para hacerlo. Y yo admiraba a los que habían crecido cerca mío y tenían garras y dientes y conseguían cosas. Se iban formando un presente y un futuro. Yo nunca tuve eso. No sabía hacia dónde iba y qué podría defender algún día con orgullo. El ser alguien. Una persona que significase algo más que lástima o cuidados extremos. Un paquete. Eso era yo. Un proyecto de un formato social que siempre había buscado 6
  • 7. profesionales exitosos. Y no seres que quedaron en el camino. Que se quedaron sin razones. Sin fuerzas. Que no se sostuvieron en la lucha de otros que nunca entendieron. Un ser anodino. Una persona que no llegaba a serlo. Un pobre entre los pobres. Un desamparado con algunos bienes de dádivas de los que les iba tan bien. Y no poder estar frente a alguien a quien desear. Una mujer que vistiera los sueños de una noche de amor. Es que no tenía argumentos. Nada que decir o intentar. Nada que la sedujese. Era un ser apócrifo. Yo era el hijo dé. El hijo de mis amigos. De mis padres y hermanos. El hijo de un mundo vertiginoso. El hijo de las circunstancias que no se ganaba lo suyo para poder mostrárselo a los demás. A una ella que me mirase. No tenía un solo trofeo de guerra y los pocos atributos eran destrozados por desbordes de gente muy segura que iba con ímpetu hacia adelante de forma tal que lo que yo había hecho que gustase era solo un souvenir. No sabía defender lo mío. Mostrarlo. Hacerlo lucir antes de que me olvidaran. Caía en picada desde lo alto de las alturas de otros. Me estrellaba contra el suelo de mis dudas. La picardía de aprovechar alguna circunstancia y tener complicidades era de mi total ignorancia. Estaba solo. Sin un solo ser que quisiera aliarse conmigo en mi cruzada del no saber cómo. Era una persona cabisbaja que decoraba su soledad frente a un puñado de virtudes artísticas que asomaban inequívocas. Porque eso era cierto: yo tenía talento. Por mas que mi amigo músico me dijera que no. Que no había sustancias ni elaboración en lo que hacía. Que todo era así nomás. El verlo a él ahora y entonces en que la música era una industria de supuestos preparativos para elaborar artículos para oír y no unas morada de virtudes formadas e innatas. Que en verdad las tenía. Pero la contradictoria verdad es que los que me denostaban también eran del bando contrario a el de los que me sepultaban y entonces creerles me hacía bien y de paso hundir el valor de lo que hacía para no y terminar sepultado por los de la otra vereda. A veces me pregunto si mi miseria no era un escéptico modo de desearla por no creer en lo holgado que me separaba. Estar rodeado de lo que todos tenían y yo no. Como si el tener algo en ese entorno me hubiese demostrado sobradas veces que era peor y que a la larga, o en breve, lo perdería quedándome como estaba. La confianza que demostraban en cambio los demás y sus promesas de cambiar todo esto eran tan seductoras como para que dejase mi música y todas mis pertenencias que no eran mías. Hay algo de Oro que me producía su relación con estar fuera de todo techo. Cuando ella se iba yo no tenía noción de su existencia ya por largo rato. Era como si perteneciésemos a dos mundos distintos. Ella al suyo fuera de la casa y yo al mío. Era en sí una relación de extrema libertad como si el vínculo se rompiese cada vez que ella se iba. No por decisión nuestra. Creo que ella sentía lo mismo. Hasta que recuperaba su memoria de tener que ver con alguien que le daba calor. Ella vivía en su selva. En verdad sus aptitudes físicas eran increíbles. El ser que se cría de esa manera tiene en su cuerpo una aptitud capaz de soportar inclemencias y en su mente la destreza que acompaña a semejantes caserías. Si el espacio se gobierna ella gobernaba los espacios 7
  • 8. de su jungla que era la misma que yo caminaba al salir de la casa. Al hacer el amor también era dulce sentir su firmeza y la de su belleza de amazona. Creo que fue justamente en la intimidad que ambos comenzamos a conocer y transitar el camino hecho por el otro. Como si esos dos contenidos fuesen trasladables en el amor. Y también en las charlas y los mates y los innumerables modos de comunicarnos y hacernos notar la pertenencia del uno al otro y el afecto. La aventura de lo imposible era posible. El entrar en los lugares impenetrables y discurrir por lo que se hacía carne en la noche. La vorágine del calor humano que venía de su piel y me contagiaba lo que ella tanto aborrecía y amaba. El con contacto con otra civilización en donde lo que ocurría me era ajeno pero a la vez poderosamente presente. Copular entre mundos antagónicos. Dedicarle poesía a verdades extremas y paladear los sabores de su exquisita cocina. Ella era increíble cocinera. Su deleite era el placer de quien se acercara a su boca. El saber que la lengua y el peso de cada condimento eran parte de su historia hecha sabores exóticos de una isla en la que ambos éramos dueños de la forma de derivar en ella. Los viajes que hacíamos a las playas y la montaña y sus lagos para perpetuar una nueva luz de la que absorbíamos cada momento juntos. Como si el perderlos sin vértigo o emociones los hiciese mortales o irrecuperables. Atrevernos a todo no era más que permitirnos el aceptar y entrar en el otro. El trazado de nuestra vida en común tenía una línea inescrutable en donde los límites estaban hechos solo a fuego. Y en esa lucha cuerpo a cuerpo nos hacíamos el uno al otro. Buscando mas allá de lo que fuera de nuestro recíproco estar era solo el murmullo de la calle. Esa que significaba estar y no estar según fuésemos juntos o separados a transitarla en arbitrarios momentos de la caza. Desde un principio quisimos que nuestro casamiento tuviera presente a su familia. Este se ofició en la casa en la que crecíamos día a día y lo sacramentó una sacerdotisa del culto evangélico que nos dio su bendición. Su familia era más aceptable a mis condiciones heredadas de mi propia barbarie que lo que hubiese sido traer gente de la tropa de mí país imaginario. Había algo de los que vinieron de su territorio virgen que estaba tan sujeto a violaciones que me cautivaba. Se violaba todo lo bien visto y no se respetaba lo que yo en verdad nunca creí. Quise creer que me sentí verdadero ultrajando la moral por el precio de una mujer exótica y toda la venida de sus predicadores del desastre universal que me sonaba hasta esperanzado. Conocí en este tiempo el desprecio y la envidia de miradas amenazantes que detectaban la libido de mi conquista. Pero 8
  • 9. también el amor de los que veían que estar dispuesto a toda felicidad era lícito y que la juventud de la novia no era criticable bajo esa mira. Oro y sus hermanas habían nacido en una comunidad gitana. Eran gitanas de padre gitano y madre criolla. Fuera de lo pintoresco de la música y los bailes asociados con los gitanos en España, la cultura gitana extremadamente machista como pocas las hay en el mundo, hace de la mujer un objeto al servicio del hombre y exalta sus bellezas y cualidades de lo que se espera de una mujer. El hombre gitano es duro y cruel con sus mujeres. El padre de Oro y sus cinco hermanas era no obstante un fracasado a los ojos de la comunidad por haber casado con una criolla y por alcohólico y mujeriego que le valiese el haber perdido a la madre de sus hijas, las seis hermanas, que huyeron con ella de un hombre golpeador de su esposa, desde el norte hacia Buenos Aires. En el modo de crecer de las mayores, que hablaban perfectamente el gitano, y algunas hasta habían sido vendidas, cayó una crisis de vivir desarraigadas de aquel comienzo de vida lleno de costumbres y modos que les costó olvidar y la convirtió en inadaptadas al vivir en la ciudad rodeadas de criollos. Nunca dejaron de ser gitanas en su sentir y sus conductas se deterioraban en el descontrol de no poder hacer una vida normal. Una locura las desbordaba hacia la vida de libertinaje y de gente pobre que eran, ya que vivían en barrios carenciados, e incurrían en la droga y el alcoholismo y se abandonaban al modo de estar entre hombres que las tenían indiscriminadamente y ellas a ellos. Si de la gitana solo se esperan cualidades de mujer, esto que sucedió cayó sobre el padre gitano que quedó marcado por este destino de sus hijas fugitivas sin valores, que le depararon a él en su comunidad ser mal visto y desgraciado. En suma la marca de esta falta de identidad en las mayores, las hizo descreer de toda forma de mesura en sus actos que las destruyeron hacia una vida dañada en todo y sin expectativas salvo tener embarazos y llenarse de hijos mientras al mismo tiempo se abandonaban a estimulantes, placeres y perversiones de todo tipo. Oro era del grupo de las tres menores mucho más comedidas y en busca de una vida ordenada por ser menos afectadas y casi no tener recuerdos ni haber vivido aquello gitano siendo muy pequeñas al momento de la huida. Sin embargo los rasgos y muchos aspectos de formas exóticas y de la raza las perpetraron en aquel origen. Esto hacía de Oro un verdadero híbrido que también padecía sobre su identidad. Una raza donde leer y escribir es poco usual y que se margina de toda educación coetánea a la gente común como clan haciendo un núcleo de desprecio hacia ello. Oro conocía, vivía y sufría el desarraigo de lo que esto le distanciaba de las chicas criollas. Y la huella del abandono en que cayeran sus hermanas mayores le hizo crecer en la pobreza y en la desilusión de no tener qué hacer y adónde ir teniendo que ver de niña a sus hermanas haciendo impudor de una vida enfrente suyo. Entonces a sus doce años se escapó y se fue de su casa. Errando con su identidad fallida buscaba vivir en donde la recibiesen. Amigas y familias ocasionales. Ayudaba y, además, trabajaba. En donde le daban techo ella era querida y se cuidaba de no ser una carga. 9
  • 10. El sufrimiento es algo terrible. Es que vivimos entre gente que vive programada con un objetivo en la cabeza y nadie se los puede sacar. Están dedicados toda la vida a cumplirlo. Y los demás lo padecemos. Lo padecemos porque si estamos en su camino se deshacen de nosotros. Y si son tantos ya es una organización que nos aniquila a todos. Es que no hay mayor poder sobre los demás que el no pensar. El llevarse todo por delante. El que no se plantea ni pregunta es tan temible como un salvaje. Solo tiene su fin y está instruido para llevar una meta de por vida. Esa organización nos hace cautivos de sus decisiones. Es que se apoderan de todo porque el que observa y trata de entender fue muerto en manos de su militarismo. Sí, porque están tan preparados que llevan lo que los hace de armas. No hay conjeturas posibles. Controlan todo y usan la verdad como argumento que los convence de que tienen razón. Sí, el sufrimiento es el de los que los ven hacer como lo hacen las personas poseídas que se abocan a una misión y en su punto de partida programan lo que harán en los próximos ochenta años. Las personas que quieren vivir en paz los ven maltratar a sus deseos. Parece que no tuvieran otra razón para vivir. Y sus familias y todo lo que está cerca de ellos padece sus demonios. Uno quiere descansar y pedirles que la corten. La gente que sufre y se droga o se alcoholiza o vive marginalmente fabrica esa isla respecto de ellos cuyo convencimiento parte de un sueño. Sí, el sueño americano que espera un final feliz sin haber vivido. El sueño de un mundo mejor poniéndose a todos a sus órdenes. El querer amor con las cláusulas del triunfo que hace de la competencia mas que un juego la destreza de los buenos contra los malos. Y los malos son los que no soportaron tenerlos tan cerca quitándoles la tranquilidad. La gente, ya podrida, se ha ido chocando contra sus tanques. Se ha visto enloquecer de tanto tener que escucharlos. Se ha aburrido de tener que ayudarlos sin resultados. Porque el que tiene su fin desde siempre no quiere ser ayudado. La ayuda. Eso que todos necesitamos pero que la soberbia destierra de la tierra. Nadie será en ellos cuidado excepto por el Dios que alienta el cometido de un programa de ataque y defensa en pos de aquellas metas que a tantos flagela. Y un mundo solidario necesita que la ayuda y el trabajo sean por el bien común. Que sea atendiendo las necesidades de todos. Que se escuche al que no puede y que se aliente al que lo necesita. El ver que la gente ante ellos se violenta es el último escalón al que se llega cuando la maquinaria no deja ya respirar. Es la consecuencia de no poder detenerlos. Es no dar más. Y los que alguna vez nos vimos conquistados por las propaganda y los proyectos desmesurados de ese sueño o llevados por la marea medio confundidos y sin ver que se podían objetar o cambiar los puntos de vista, nos enfermamos. Y creímos que era porque éramos débiles (¡los fuertes y los débiles!) y no porque aquello era siniestro y elaborado con la maldad de la perversidad de vender el destino. Para que los que podían y sobrevivían a su desgracia y sufrimiento lo disfrutasen. Esa panacea de felicidad. Sueños de amor y de una sociedad con valores 10
  • 11. que se adecuaban a que el destino en común no era en común sino desde las alturas de una heroicidad que veía caer a los que con voluntad trataban de creer cayéndose. Sin notar que aquello era terrible. Así, Oro y sus hermanas, no tuvieron esa ayuda. Y el sufrimiento las llevó a las otras a segregarse y abandonarse en la marginalidad de estupefacientes y vidas disipadas. La maquinaria era muy poderosa. La gente moría bajo las ruedas del sistema. Y ellas eran victimas de la impotencia. Por eso yo sabía porqué aquella noche y tantas otras como en la costa esperando el año……………………… nuevo….esperando….esperando lo nuevo sin que fuera posible, Oro lloraría y se querría matar. Deseaba la muerte. Era todo esto lo que yo sabía que no podía detener. Acaso ser pobre era ser una pobre persona. Condenada. Condenada al infierno. Al infierno de ver que lo que los demás tienen es algo que no merece. No, ella no. Porque Dios así lo quiso. Que hay los que son por él queridos a los que darles una felicidad y los desgraciados. Los no queridos. Los abandonados. Los que ven que la suerte está echada y que van a morir sí o sí. En este mundo dejaran su último respiro sin la menor esperanza. Y hay que obedecer la voluntad de Dios. Aunque ni siquiera así él les dirija una mirada de amor. Acaso condenar esa ideología era acusarla públicamente y desbaratarla bajo el peso de la ley. Desbaratar supuestos y estructuras que sostenían el peso del dolor sobre las espaldas de tantos. Algo impensado en el corto plazo y que una educación podía dar a luz. Sin esperar jamás que los de ese ejército cedan un milímetro si no era a la fuerza. Desnudarlos desde la cultura, la educación, y ponerlos en evidencia al punto que tuvieran que verse en el peligro de arrojar sus armas expuestos a no tener ese destino prefijado como accesible. Que les clamasen luego a todos sus dioses por lo que era su tierra prometida. Su tierra de sueños. Su final feliz. Una estancia en la tierra ni apacible ni premeditadamente sujeta al dominio de los otros en pos de un fin tildado de común a todos. Todo era un canibalismo. A la hora de buscar trabajo Oro tenía que humillarse. No haber pasado por la universidad o tener estudios, por ser pobre o, justamente, ser pobre no era una carta de recomendación para que el trabajo que consiguiera no lo hiciese sentirse una paria. Al menos si hubiera sido de clase media la hubiera ayudado y tener un buen nivel educativo. Atender a mujeres pudientes y de noche volver a su casita humilde era degradarse. En un país donde todos quieren y algunos consiguen ser mas, ser menos era su destino de cuna. Humillante. La gente embrutecida por la pobreza y por ser morochos ya no lo notaba y vivía. Era otra percepción de las cosas. La tierra y el trabajo eran el pan en la mesa. Pero Oro y sus hermanas eran gitanas y sabían que se podía vivir bien y aspirar a algo mejor porque su raza se los había enseñado. Sobrepasado por este catálogo de vida ella era mi capacidad de entender tantas cosas. Pero yo para ello necesitaba de mi soledad. Y sus noches y las mías debían ocurrir en 11
  • 12. sendos mundos. Anárquicamente ligados. Con la promesa de ver más allá y encontrar una salida. Juntos. Sin librarla a su vulnerable caparazón de niña aun librada a su suerte. A su desgraciada manera de desear la muerte. Solo el tiempo podía darnos, darle, darme,….esa oportunidad. Si se aprovechaba cada señal. Cada estímulo. Cada advertencia venida de un lugar en común. En el que todos los días sucedían cosas. La pobreza de Oro me mataba. Toda su familia era pobre. Era un enorme peso que estaba en un lugar donde todo se suponía que era tan obvio que no importaba. Pero sí. Era terrible cuando la conciencia de esa pobreza me agobiaba. Era otro mundial al que yo no pertenecía ni pertenecería nunca. Era una forma en donde estar expuesto era distinto a lo que para mí lo era. Ella y su familia gitana eran la oscuridad. Una raza. Un concepto hecho herencia de formas totalmente ajenas a mí. A veces la escuchaba hablar y expresarse y no sabía si reír o llorar. Es que era tan fresca por un lado. Una geisha. Pero mortalmente ajena al mundo cotidiano con el que me las tenía que ver. Y yo no podía vivir una vida que tuviera mi argentinismo. El desden de los gitanos por la cultura nuestra era fatalmente terminál. Era el no importarles nada. Y la impotencia de no tener recursos para abandonar su miseria debido a la limitación del aislamiento de su raza y cultura ya enroscada a la nuestra por haberse toda la familia ido de el clan gitano para vivir en nuestro contexto que les hacía diferentes y aisladas. Acaso eran la verdad. El constatar que éramos nosotros los que no podíamos sostener una vida occidental cristiana capitalista. El pop y el rock. El conseguir la alegría de el esparcimiento. El abandonarnos a ignorar lo terrible y lo que estaba al borde de esa fórmula de el mito de la felicidad. Como si la impotencia frente al mundo tal cual lo conocía era la razón de habérmelas erncontrado para notar que eso era cierto y tenía un porqué. Acaso todos éramos gitanos. Los gitanos le huyen al trabajo y buscan dinero y placer. Acaso hay algo muy realista y negro en ello. 12