El documento describe las características del lenguaje religioso, incluyendo que es simbólico, autoimplicativo, aceptativo, reinterpretativo y participativo y comunicativo. Usa palabras cotidianas para expresar realidades superiores, manifiesta la relación del sujeto con la realidad, expresa el reconocimiento aceptativo de lo supremo, traduce la relectura existencial del mundo, y desempeña una función comunicativa basada en la participación.