2. Educación como derecho
La educación como derecho humano establece una
aspiración universal, que sitúa en un principio de igualdad a
todos los sujetos.
Si la EDUCACIÓN ES UN DERECHO, LOS DOCENTES
SOMOS RESPONSABLES DE HACER VALER ESE
DERECHO PARA TODOS LOS QUE ESTÁN EN EL AULA Y
EN LA ESCUELA.
Un derecho NO depende del talento o del esfuerzo de cada
quien. Por eso la EDUCACIÓN COMO DERECHO NOS
OBLIGA A PONER EL MÉRITO AL SERVICIO DE LA
JUSTICIA EDUCATIVA, Y NO AL REVÉS. NO A ABOLIR EL
MÉRITOSINO A PONERLO EN SU JUSTO LUGAR.
3. Dubet califica al principio meritocrático como “ficción
necesaria”, ya que es imposible educar sin creer en él. La
clave radicará, entonces, en la ponderación del principio
meritocrático, al combinarlo con otros principios de justicia
Así, el mérito podrá ser considerado como criterio de justicia
sólo luego de haber garantizado derechos educativos
fundamentales a todos los alumnos, como el acceso a
condiciones adecuadas de aprendizaje, la adquisición de los
saberes prioritarios o la posibilidad de transitar distintas
esferas de oportunidades de expresión y aprendizajes.
4. LA EDUCACIÓN COMO DERECHO Y EL
SENTIDO DEL MÉRITO
¿PORQUÉ NO DESTERRAR EL MÉRITO DE LA ESCUELA?
En primer lugar, porque este principio supone que hay algo igual a
todos: la capacidad de manejar el propio destino haciendo uso de la
libertad, que da a su vez el derecho y el poder de medir el propio
valor con respecto al de los otros.
En segundo lugar, porque –en el plano empírico– el mérito no es una
simple ilusión, ya que aun en un grupo socialmente homogéneo la
distribución del desempeño será siempre desigual.
En tercer lugar, porque el principio meritocráticoresponde a la
necesidad ética de distinguir esfuerzos y desempeños disímiles.
Así, una sociedad que no otorgara ningún valor al esfuerzo y al
desempeño sería sin dudas percibida como injusta.
6. LA ESCUELA HOY
Tenemos una buena noticia: construir esa escuela es posible.
Hoy, como nunca antes y gracias a numerosos estudios
científicos, sabemos que todos los niños tienen un enorme
potencial para aprender.
Sabemos, además, que tienen el derecho de hacerlo y el
Estado, la obligación de garantizárselo.
A diferencia de lo que se creía en el pasado, en donde los altos
niveles de desaprobados y las altas tasas de repitencia eran
asociados a una mejor escuela, hoy sabemos que esos
indicadores están más bien reflejando una multiplicidad de
factores que van desde la calidad de la propuesta pedagógica
ofrecida hasta las condiciones de educabilidad de los niños, y que
no tienen que ver directamente con cuánto éstos sean capaces de
aprender.
7. Afortunadamente, también hay mucha
información que nos ayuda…
En las últimas décadas, la experiencia y la investigación científica
nos han enseñado que existen algunas prácticas que facilitan la
construcción de un ambiente de aprendizaje favorable mientras
que otras lo entorpecen o dificultan
Por ejemplo, sabemos fehacientemente que las escuelas que
tienen EQUIPOS DOCENTES con un fuerte liderazgo pedagógico
tienden a tener mejores resultados.
O que los maestros tienden a faltar más en aquellas escuelas en
las que se sienten insatisfechos y que esto repercute
negativamente en el aprendizaje de los niños.
O, por ejemplo, que los alumnos que repiten tienen muchas más
probabilidades de abandonar el sistema que aquellos que son
promovidos.
8. “Si el establecimiento educativo como organización – al hilo de
movimientos como “escuelas eficaces” o “mejora de la escuela” – se
constituyó en los ochenta como unidad básica de cambio, dejando el
trabajo en el aula en un segundo plano, dependiente del conjunto;
actualmente – en una cierta vuelta –, volvemos a reivindicar el lugar
clave del aula y los procesos de enseñanza y aprendizaje. (…) En
último extremo todo se jugará en que haya un programa de
enseñanza coherente, que conjugue en una misma dirección los
aspectos curriculares y didácticos, las condiciones de trabajos y los
recursos (Newman, Smith y otros, 2001).” (Bolívar en Educ. Soc.,
2005: 860 y 861).
RPBA-021-133
9. “Los mensajes de la investigación sobre la eficacia de la escuela
dejan patente que lo que sucede en las aulas marca las
diferencias en el aprendizaje y en el progreso de los alumnos y
alumnas. Pero también sabemos que sin el apoyo institucional que
permita a los profesores observarse mutuamente y poner en
práctica estrategias aprendidas tanto en cursos externos como en
procesos de investigación acción, las posibilidades de éxito son
limitadas. Las estructuras y la organización facilitan los procesos
de cambio y mejora. (Stoll, 2002, en Bolívar en Educ. Soc., 2005:
860 y 861).
RPBA-021-133
10. a) La escuela como lugar estratégico de cambio y
mejora
La idea es que cada escuela construya su propia
capacidad de desarrollo y mejora teniendo en cuenta
que la misión última del trabajo conjunto de sus
integrantes es la mejora de los aprendizajes de los
alumnos.
Bolívar en Educ. Soc., 2005: 864 y 874.
RPBA-021-133