El documento discute cómo la experiencia de los visitantes en los museos ha evolucionado de una perspectiva ritual a una más lúdica. Originalmente, los museos tradicionales enfatizaban el valor de los objetos y colecciones, y la autoridad de los expertos. Ahora, los nuevos espacios museográficos se centran más en permitir que los visitantes interactúen e interpreten los objetos por sí mismos. La museografía contemporánea busca un equilibrio entre estrategias rituales y lúdicas para preservar el patrimon
2. Maestro Titular: Jaime Flemate
Víctor Antonio Ceh de Ávila
PATRIMONO CULTURAL Y LA EXPERIENCIA EDUCATIVA DEL VISITANTE.
Lauro Zavala
El concepto patrimonio cultural está ligado al concepto de objeto cultural. En la
actualidad el visitante a espacios museográficos tiene ante sí una diversidad de
opciones en contexto de lo que se podría llamar el sistema de la ecología cultural
urbana. Es posible pensar en una diversidad de opciones que podríamos conocer
como una opción ritual y una opción lúdica en la que cada una supone en los
museos una determinada función en relación con el patrimonio cultural.
El museo tradicional y la experiencia ritual.
En la actualidad la importancia de los museos trata sobre el aumento de visitantes
dejando de lado la importancia la edad, educación, género, teniendo como
oportunidad una experiencia en cada visita. Desde esta perspectiva el museo es
concebido como educativo. Esta es la naturaleza del discurso museográfico en el
ámbito de la modernidad occidental, y las limitaciones se hacen evidentes al poner
en el centro las condiciones de la experiencia.
La función básica de éste es conservar los valores representados por un
determinado patrimonio material y de esta manera mostrar lo ejemplar propiciando
por los especialistas publicando el valor de estos acervos. Esto es difundido
mediante los cedularios, catálogos, crítica museal, visitas guiadas y servicios
educativos.
3. Esta perspectiva genera el sentimiento de lo ritual y supone que los objetos
comunican por sí mismos, lo cual forma parte de una metafísica del objeto y de las
colecciones. Es posible sostener que solo hay museo donde hay una colección de
objetos, independientemente de la lógica. En los museos con lógica ritual se
enfatiza el valor que se asigna a los objetos y espacios, y a los discursos
autorizados que lo legitiman, bajo el pretexto de tener un carácter didáctico, estos
son caracterizados por la legitimación institucionalizada de los criterios de
selección y su costo social.
Los nuevos espacios museográficos y la experiencia lúdica
En contraste al tipo anterior se pone en el centro de las técnicas comunicativas y
la posibilidad que tiene el visitante de interactuar con los espacios, objetos y
conceptos que constituyen el discurso, de tal manera que éste pueda jugar con
diversas opciones de conceptualización y construir su propio discurso
museográfico. En estos espacios se disuelve el principio de autoridad sustituido
por la experimentación. Esta experiencia tiene como presupuesto el interés de la
institución y de los visitantes: ejercicio de imaginación, curiosidad y la capacidad
de asombro. El museo se ha convertido en un espacio recreativo e interactivo y
esto consiste en que dentro del lugar “en lugar de haber cosas, ocurran cosas”
El patrimonio cultural y la experiencia educativa.
La experiencia de visita consiste en la interacción en elementos rituales y lúdicos,
la museografía contemporánea se inclina cada vez con mayor claridad hacia la
interacción equilibrada, según las necesidades de los diferentes públicos, de
estrategias lúdicas y rituales para la preservación y difusión del patrimonio cultural.
Ahora bien la difusión de la cultura y patrimonio histórico es posible ser obtenida
mediante:
El museo como espacio ocupado en la conservación determinado acervo
material
El museo como espacio de interacción
El museo imaginario, como espacio virtual en el que se ponen en práctica
las técnicas de la nueva museografía.
El patrimonio ante su público y el público como patrimonio.
Es necesario reconocer el visitante como el patrimonio más valioso con el que
puede contar cualquier espacio museográfico, todo museo se debe a sus
visitantes