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Debates...

                  Los nuevos movimientos
                  sociales1
                  Por Boaventura de Sousa Santos*




H
                  e sostenido anteriormente que las dos últimas
                  décadas fueron experimentales. También fue-
                  ron contradictorias. El hecho de que hasta
                  ahora no se haya estabilizado en los países
                  centrales un nuevo modo de regulación so-
cial en sustitución del modo fordista llevó a que las solucio-
nes experimentadas, además de empíricas (el Adhocismo) e
inestables (el Stop and go, no sólo en el campo económico,
sino también en los dominios social y cultural), sean contra-
dictorias. No es de extrañar pues que el exceso de regulación
que acabo de mencionar haya convivido en los últimos vein-
te años con movimientos emancipatorios poderosos, testigos
del surgimiento de nuevos protagonistas en un renovado es-
pectro de innovación y transformación sociales. La contra-                 caso revisar2. Sólo interesa mencionarlo brevemente en la
dicción reside en que la hegemonía del mercado y sus atribu-               medida en que intercepta los dos polos estructurantes de es-
tos y exigencias alcanzó un nivel tal de naturalización social             te texto: la relación entre regulación y emancipación y la re-   177
que, aunque lo cotidiano sea impensable sin él, no se le debe              lación entre subjetividad y ciudadanía.
por eso mismo, ninguna lealtad cultural específica. Así, es so-
cialmente posible vivir sin duplicidad y con igual intensidad                   La identificación de la intersección de los nuevos movi-
la hegemonía del mercado y la lucha contra ella. La concre-                mientos sociales en esta doble relación es tarea difícil, por-
ción de esta posibilidad depende de muchos factores. Por                   que es grande la diversidad de estos movimientos y porque
ejemplo, se puede decir con certeza que la difusión social de              es dudoso si esa diversidad se puede reconducir a un concep-
la producción contribuyó a desenmascarar nuevas formas de                  to o a una teoría sociológica únicos. Una definición genéri-
opresión y que el aislamiento político del movimiento obre-                ca como la que por último nos proponen Dalton y Kuechler
ro facilitó el surgimiento de nuevos sujetos sociales y de nue-            –“un sector significativo de la población que desarrolla y de-
vas prácticas de movilización social.                                      fine intereses incompatibles con el orden político y social
                                                                           existente y que los prosigue por vías no institucionalizadas,
     La sociología de la década de los ochenta estuvo domi-                invocando el uso de la fuerza física o de la coerción” (1990:
nada por la temática de los nuevos sujetos sociales y de los               227)– abarca realidades sociológicas tan diversas que a la
Nuevos Movimientos Sociales (NMSs). Aún aquellos que                       postre, es muy poco lo que se dice de ellas. Si en los países
no compartieron la posición de Touraine (1978), para quien                 centrales la enumeración de los nuevos movimientos socia-
el objeto de la sociología es el estudio de los movimientos                les incluye típicamente los movimientos ecológicos, femi-
sociales, reconocen que la última década impuso esa temá-                  nistas, pacifistas, antirracistas, de consumidores y de autoa-
tica como una fuerza sin precedentes, siendo sólo objeto de                yuda, la enumeración en América Latina –donde también es
debate el elenco y la jerarquización de las razones explica-               corriente la designación de movimientos populares o nuevos
tivas de ese fenómeno. Se trata pues de un tema sobre el                   movimientos populares para diferenciar su base social que
cual se acumuló una extensa bibliografía, tanto en los paí-                es característica de los movimientos en los países centrales
ses centrales como en América Latina y que aquí no es del                  (la “nueva clase media”)– es bastante más heterogénea. Te-
                                                                           niendo en cuenta el caso brasileño, Scherer-Warren y
* Doctor en sociología del derecho de la Universidad de Yale. Profesor     Krischke destacan la “parcela de los movimientos sociales
  de la Universidad de Coimbra y de la Universidad de Madison,             urbanos propiamente dichos, los CEBs (Comunidades
  Winsconsin. Director del Centro de Estudios Sociales de la               [Eclesiales de Base] organizadas a partir de adeptos de la
  Universidad de Coimbra, Portugal.
                                                                           iglesia católica), el nuevo sindicalismo urbano y más recien-


                                                                     /   Septiembre 2001
Debates

      temente también rural, el movimiento feminista, el movi-
      miento ecológico, el movimiento pacifista en etapa de orga-
      nización, sectores de movimientos de jóvenes y otros”
      (1987: 4 l). La enumeración de Kärner, para el conjunto de
      América Latina es aún más heterogénea e incluye “el pode-
      roso movimiento obrero democrático y popular surgido en el
      Brasil, liderado por Luís Inácio da Silva (Lula) y que luego
      derivó en el Partido de los Trabajadores; el Sandinismo que
      surgió en Nicaragua como un gran movimiento social de ca-
      rácter pluriclasista y pluriideológico; las diferentes formas
      que asume la lucha popular en el Perú tanto a nivel de los ba-
      rrios (“pueblos jóvenes”) como a nivel regional (Frentes Re-
      gionales para la Defensa de los Intereses del Pueblo); las
      nuevas experiencias de “paros cívicos nacionales”, con la
      participación de sindicatos, partidos políticos y organizacio-
      nes populares (grupos eclesiásticos de base, comités de mu-
      jeres, grupos estudiantiles culturales, etc.) en Ecuador, en
      Colombia y en el Perú; los movimientos de invasiones en
      Sao Paulo; las invasiones masivas de tierras por los campe-
      sinos de México y otros países; los intentos de autogestión
      en los tugurios de las grandes ciudades como Caracas, Lima
      y Sao Paulo; los comités de defensa de los Derechos Huma-
      nos y las Asociaciones de Familiares de Presos y Desapare-
      cidos, habiendo surgido estas dos últimas iniciativas, básica-
      mente de los movimientos sociales3.

178        Estas enumeraciones son en sí mismas reveladoras de la
      identidad tan sólo parcial entre los movimientos sociales de
      los países centrales y de América Latina, un tema al que vol-           En estos términos, la denuncia de nuevas formas de
      veré más adelante. Por ahora, nos sirven para identificar al-      opresión implica la denuncia de las teorías y de los movi-
      gunos de los nuevos factores que los movimientos sociales de       mientos emancipatorios que las omitieron, que las descuida-
      las dos últimas décadas introdujeron en la relación regula-        ron cuando no fue que pactaron con ellas. Implica pues, la
      ción-emancipación y en la relación subjetividad-ciudadanía y       crítica al marxismo y al movimiento obrero tradicional, así
      para mostrar que esos factores no están presentes del mismo        como la crítica al llamado “socialismo real”. Lo que es vis-
      modo en todos los NMSs en todas las regiones del globo.            to por estos como factor de emancipación (el bienestar ma-
                                                                         terial, el desarrollo tecnológico de las fuerzas productivas)
            La novedad más grande de los NMSs reside en que              se transforma en los NMSs en factor de regulación. Por otro
      constituyen tanto una crítica de la regulación social capita-      lado, porque las nuevas formas de opresión se revelan dis-
      lista, como una crítica de la emancipación social socialista       cursivamente en los procesos sociales donde se forja la iden-
      tal como fue definida por el marxismo. Al identificar nuevas       tidad de las víctimas, no hay una preconstitución estructural
      formas de opresión que sobrepasan las relaciones de produc-        de los grupos y movimientos de emancipación, por lo que el
      ción, y ni siquiera son específicas de ellas, como son la gue-     movimiento obrero y la clase obrera no tienen una posición
      rra, la polución, el machismo, el racismo o el productivismo;      privilegiada en los procesos sociales de emancipación. Ade-
      y al abogar por un nuevo paradigma social, menos basado en         más, el hecho de que el movimiento obrero de los países
      la riqueza y en el bienestar material del que, en la cultura y     centrales haya estado muy involucrado en la regulación so-
      en la calidad de vida, denuncian los NMSs, con una radica-         cial fordista en el segundo período del desarrollo capitalista
      lidad sin precedentes, los excesos de regulación de la moder-      tiende a hacer de él una traba, más que un motor de emanci-
      nidad. Tales excesos alcanzan no sólo el modo como se tra-         pación en este tercer período. Por último, aunque las nuevas
      baja y produce, sino también el modo como se descansa y            opresiones no deben hacer perder de vista las viejas opresio-
      vive; la pobreza y las asimetrías de las relaciones sociales       nes, la lucha contra aquellas no se puede hacer en nombre de
      son la otra fase de la alienación y del desequilibrio interior     un futuro mejor en una sociedad por construir. Al contrario,
      de los individuos; y finalmente, esas formas de opresión no        la emancipación por la que se lucha, tiene como objetivo
      alcanzan específicamente a una clase social y sí a grupos so-      transformar lo cotidiano de las víctimas de la opresión aquí
      ciales transclasistas o incluso a la sociedad en su todo.          y ahora y no en un futuro lejano. La emancipación o comien-



                                                                 /     Septiembre 2001
Los nuevos movimientos sociales

za hoy o no comienza nunca. De ahí que los NMSs, con la             me parece innegable que sin la experiencia histórica de la
excepción parcial del movimiento ecológico, no se movili-           dominación en la esfera de la producción, hoy no sería, so-
cen por responsabilidades intergeneracionales.                      cial y culturalmente posible, pensar la reproducción social
                                                                    en términos de relaciones de dominación. Y la verdad es
     Las enumeraciones de los diferentes movimientos arriba         que los países con fuertes NMSs, tienden a ser países don-
citadas muestran por sí mismas que esa nueva relación entre         de fueron, y quizás todavía son fuertes los viejos movimien-
regulación y emancipación bajo el impacto de los NMSs es            tos sociales.
tan sólo manifestación de una constelación político-cultural
dominante, diversamente presente o ausente en los diferentes             También es por eso, que en el campo de los NMSs,
movimientos concretos. Lo que la caracteriza verdaderamen-          América Latina sobresale en forma destacada del resto de
te es un fenómeno aparentemente contradictorio de globali-          los países periféricos y semiperiféricos. El proceso de glo-
zación-localización, tanto a nivel de la regulación como a ni-      balización en el campo de la regulación también es un pro-
vel de la emancipación. La globalización a nivel de la regu-        ceso de localización. La razón está en que, como formas de
lación se hace posible por la creciente promiscuidad entre          intersubjetividad, las relaciones sociales de reproducción y
producción y reproducción social señalada atrás. Si el tiem-        las relaciones sociales en la producción, son mucho más
po vital y el tiempo de trabajo productivo se confunden cada        concretas e inmediatas que las relaciones sociales de pro-
vez más, las relaciones sociales de la producción se descarac-      ducción.
terizan como campo privilegiado de dominación y jerarqui-
zación social; y el relativo vacío simbólico así creado lo lle-          Mientras éstas últimas se pueden esconder y abstracti -
nan las relaciones sociales de reproducción social (en la fa-       zar fácilmente detrás de las máquinas, ritmos de produc-
milia y en los espacios públicos) y por las relaciones sociales     ción, normas de fabricación, reglamentos de fábrica, aque-
en la producción (relaciones en el proceso de trabajo produc-       llas no son sino vivencias de relaciones entre personas, en-
tivo asalariado entre trabajadores, hombres y mujeres, blan-        tre grupos, entre personas o grupos y el aire, los ríos, los
cos y negros, jóvenes y adultos, católicos y protestantes, hin-     bosques o los animales, entre la vida y la muerte. Es cierto
dúes y musulmanes, chiítas y sunitas).                              que también aquí hay mediaciones abstractizantes, sean
                                                                    ellas las leyes, las costumbres, la religión, el discurso polí-
     Cualquiera de estos dos últimos tipos de relaciones so-        tico, la publicidad o la idea de progreso, pero difícilmente       179
ciales ha venido adquiriendo creciente visibilidad social en        excusa, ya sea la relación frente a frente entre opresor y
los últimos veinte años. Pero, contradictoriamente, este pro-       oprimido, ya sea la relación frente a frente entre la víctima
ceso de visibilidad social sólo es posible anclado en la lógi-      y la causa de su victimización. De ahí que lo cotidiano –que
ca (y no en la forma) y en la historicidad de la dominación         es, por excelencia, el mundo de la intersubjetividad– sea la
propia de las relaciones de producción. Es decir la difusión        dimensión espacio-temporal de la vivencia de los excesos
social de la producción, al mismo tiempo que conduce al no          de regulación y de las opresiones concretas en que ellos se
privilegio relativo de la forma de dominación específica de         desdoblan.
las relaciones de producción (la explotación a través de la
extracción de plusvalía económica), hace posible que la ló-              A nivel de la emancipación, ocurre también un fenóme-
gica de ésta (la extracción de plusvalía en una relación so-        no correspondiente de globalización-localización. Una vez
cial que no tiene como fin explícito tal extracción) se difun-      liberada de la envoltura estructural que le conferían las re-
da socialmente en todos los sectores de la vida social y, por       laciones sociales de producción –el estado capitalista y el
esa vía, se globalice. Mientras más fuerte fue en el pasado         movimiento obrero– la tarea de descubrir las opresiones y
la vivencia social de la dominación en las relaciones de pro-       de la lucha contra ellas, es potencialmente una tarea sin fin,
ducción, más intenso será ahora su carácter socialmente di-         sin un sujeto social específicamente titular de ella y sin ló-
fuso. La plusvalía puede ser sexual, étnica, religiosa, gene-       gica de acumulación que permita distinguir entre táctica y
racional, política, cultural; puede tener lugar en el hábito (y     estrategia. Los valores, la cultura y la calidad de vida, en
no en el acto) de consumo; puede tener lugar en las relacio-        nombre de los cuales se lucha son, por sí mismos, maxima-
nes desiguales entre grupos de presión, partidos o movi-            listas y globalizantes, no susceptibles de finalización y po-
mientos políticos que deciden el armamento y el desarme,            co inclinados hacia la negociación y el pragmatismo. Por
la guerra y la paz; puede incluso tener lugar en las relacio-       otro lado, si en algunos movimientos es discernible un inte-
nes sociales de destrucción entre la sociedad y la naturale-        rés específico de un grupo social (las mujeres, las minorías
za, o mejor entre los llamados recursos “humanos” y los lla-        étnicas, los habitantes de las favelas, los jóvenes), en otros,
mados recursos “naturales” de la sociedad.                          el interés es colectivo y el sujeto social que los titula es po-
                                                                    tencialmente la humanidad en su todo (movimiento ecoló-
    Sin querer entrar en el debate sobre la continuidad o la        gico, movimiento pacifista).
ruptura entre los viejos y los nuevos movimientos sociales4,


                                                             /    Septiembre 2001
Debates

           Por último, la lucha emancipatoria, siendo maximalis-             Esta concepción, que basa la novedad de los movimien-
      ta, dispone de una temporalidad absorbente que comprome-          tos sociales en la afirmación de la subjetividad sobre la ciu-
      te en cada momento todos los fines y todos los medios,            dadanía, ha sido criticada ampliamente. La crítica más fron-
      siendo difícil la planeación y la acumulación y por lo tanto      tal proviene de aquellos que precisamente contestan la nove-
      más probable, la discontinuidad. Porque los momentos son          dad de los NMSs. Según ellos, los NMSs son, de hecho, vie-
      “locales” de tiempo y de espacio, la fijación momentánea          jos (los movimientos ecológicos, feministas, pacifistas del
      de la globalidad de la lucha también es una fijación locali-      siglo XIX y el movimiento antirracista de esa época y de los
      zada, y es por eso que lo cotidiano deja de ser una fase me-      años cincuenta y sesenta); o son portadores de reivindicacio-
      nor o un hábito descartable para pasar a ser el campo privi-      nes que fueron parte integrante de los viejos movimientos
      legiado de la lucha por un mundo y una vida mejores.              sociales (el movimiento obrero y el movimiento agrario o
                                                                        campesino); o, por último, corresponden a ciclos de la vida
           Frente a la transformación de lo cotidiano en una red de     social y económica y, por eso, su novedad, porque aunque
      síntesis momentáneas y localizadas, de determinaciones            recurrente, tan sólo es aparente. Los modos de movilización
      globales y maximalistas, el sentido común y el vulgar del         de recursos organizativos y otros, y no la ideología, deben
      día a día, tanto público como privado, tanto productivo co-       ser para estos autores, el punto de apoyo del análisis de los
      mo reproductivo, se desvulgarizan y pasan a ser oportuni-         NMSs. Para esta segunda concepción, el impacto buscado
      dades únicas de inversión y protagonismo personal y de            por los MNSs es, en última instancia, político y su lógica
      grupo. De ahí la nueva relación entre subjetividad y ciuda-       prolonga la ciudadanía, que orientó los movimientos socia-
      danía.                                                            les del pasado. La distancia de los NMSs con el Estado es
                                                                        más aparente que real, pues las reivindicaciones globales-lo-
                                                                        cales siempre acaban por traducirse en una exigencia hecha
          Subjetividad y ciudadanía en los nuevos                       al Estado y en los términos en que el Estado se sienta ante la
          movimientos sociales                                          contingencia política de tener que darle respuesta5. Además,
                                                                        la prueba de eso mismo es que no es raro que los NMSs jue-
           Uno de los más encendidos debates sobre los NMSs in-         guen el juego de la democracia representativa, aunque sea
      cide en el impacto de éstos en la relación subjetividad-ciu-      por el lobbying y por la vía extraparlamentaria; y entran en
180   dadanía. Según algunos, los NMSs representan la afirma-           alianzas más o menos oficiales con sindicatos y partidos,
      ción de la subjetividad frente a la ciudadanía. La emancipa-      cuando ellos mismos no se transforman en partidos.
      ción por la que luchan no es política sino ante todo perso-
      nal, social y cultural. Las luchas en que se traducen se pau-          En mi opinión, no es preciso rechazar la novedad de los
      tan por formas organizativas (democracia participativa) di-       NMSs para criticar las ilaciones que saca de ella la primera
      ferentes de las que precedieron a las luchas por la ciudada-      concepción. La novedad de los NMSs, tanto en el campo de
      nía (democracia representativa). Al contrario de lo que se        la ideología como en el de las formas organizativas, me pa-
      dio con el dúo marshalliano ciudadanía-clase social en el         rece evidente, aunque no deba ser defendida en términos
      período del capitalismo organizado, los protagonistas de es-      absolutos. Tal como Scott (1990), dudo que los NMSs pue-
      tas luchas no son las clases sociales, son grupos sociales, a     dan ser explicados en su totalidad por una teoría unitaria.
      veces mayores, a veces menores que las clases, con contor-        Basta tener en mente las diferencias significativas en térmi-
      nos más o menos definidos en función de intereses colecti-        nos de objetivos de ideología y de base social entre los
      vos, a veces muy localizados pero potencialmente universa-        NMSs de los países centrales y los de América Latina. En-
      lizables. Las formas de opresión y de exclusión contra las        tre los valores postmaterialistas y las necesidades básicas;
      cuales luchan no pueden, en general, ser abolidas con la me-      entre las críticas al consumo y las críticas a la falta de con-
      ra concesión de derechos, como es típico de la ciudadanía;        sumo, entre el hiperdesarrollo y el sub (o anarco) desarro-
      exigen una reconversión global de los procesos de sociali-        llo, entre la alienación y el hambre, entre la nueva clase me-
      zación y de inculcación cultural y de los modelos de desa-        dia y las (poco esclarecedoras) clases populares, entre el es-
      rrollo, o exigen transformaciones concretas, inmediatas y         tado-providencia y el estado autoritario, hay naturalmente
      locales (por ejemplo, el cierre de una central nuclear, la        diferencias importantes. No se excluye, por otro lado, que
      construcción de una guardería infantil o de una escuela, la       algunos de los NMSs de América Latina tengan grandes afi-
      prohibición de publicidad violenta en la televisión), exigen-     nidades con el tipo dominante de NMSs en los países cen-
      cias que, en ambos casos, van más allá de la mera concesión       trales pero, en general, están correctos Fernando Calderón y
      de derechos abstractos y universales. Por último, los NMSs        Elizabeth Jelin cuando afirman que, en contraste con lo que
      tienen lugar en el marco de la sociedad civil y no en el mar-     pasa en los países centrales, “una de las características pro-
      co del estado y, en relación con el estado mantienen una dis-     pias de América Latina es que no hay movimientos sociales
      tancia calculada, simétrica a la que mantienen con los par-       puros o claramente definidos, dadas la multidimensionali-
      tidos y con los sindicatos tradicionales.                         dad, no solamente de las relaciones sociales sino también de


                                                                 /    Septiembre 2001
Los nuevos movimientos sociales

los propios sentidos de la ac-
ción colectiva. Por ejemplo, es
probable que un movimiento
de orientación clasista esté
acompañado de juicios étnicos
y sexuales, que lo diferencian
y lo asimilan a otros movi-
mientos de orientación cultu-
ralista con contenidos clasis-
tas. Así, los movimientos so-
ciales se nutren con innumera-
bles energías que incluyen, en
su constitución, desde formas
orgánicas de acción social por
el control del sistema político
y cultural hasta modos de
transformación y participación
cotidiana de auto-reproduc-
ción societaria” (en Ponte,
1990: 281). A mi modo de ver,
en esta “impureza”, reside la
verdadera novedad de los
NMSs en América Latina y su
extensión a los NMSs de los
países centrales es una de las
condiciones de la revitaliza-
ción de la energía emancipato-                                                                                                         181
ria de estos movimientos en
general. En la medida en que
esto suceda, será más verosí-
mil la teoría unitaria. Pero
ahora, sólo es posible hablar
abiertamente de tendencias y
de opciones.                                                       ra fundar las nuevas energías emancipatorias. La idea de la
                                                                   obligación política horizontal entre ciudadanos y la idea de la
     La novedad de los NMSs no reside en el rechazo de la          participación y de la solidaridad concretas en la formulación
política sino, al contrario, en la ampliación de la política       de la voluntad general, son las únicas susceptibles de fundar
hasta más allá del marco liberal de la distinción entre esta-      una nueva cultura política y, en última instancia, una nueva
do y sociedad civil. Los NMSs parten del presupuesto de            calidad de vida personal y colectiva basadas en la autonomía
que las contradicciones y las oscilaciones periódicas entre        y en el autogobierno, en la descentralización y en la demo-
el principio del estado y el principio del mercado son más         cracia participativa, en el cooperativismo y en la producción
aparentes que reales, en la medida en que el tránsito histó-       socialmente útil. La politización de lo social, de lo cultural, e
rico del capitalismo se hace de una interpenetración siem-         incluso de lo personal, abre un inmenso campo para el ejer-
pre creciente entre los dos principios, una interpenetración       cicio de la ciudadanía y revela, al mismo tiempo, las limita-
que subvierte y oculta la exterioridad formal del estado y de      ciones de la ciudadanía de extracción liberal, incluso de la
la política frente a las relaciones sociales de producción. En     ciudadanía social, circunscrita al marco del estado y de lo po-
estas condiciones, invocar el principio del estado contra el       lítico por él constituido. Sin postergar las conquistas de la
principio del mercado, es caer en la trampa de la radicalidad      ciudadanía social, como en últimas pretende el liberalismo
fácil que consiste en transformar lo que existe en lo que ya       político-económico, es posible pensar y organizar nuevos
existe, como es propio del discurso político oficial.              ejercicios de ciudadanía –porque las conquistas de la ciuda-
                                                                   danía civil, política y social no son irreversibles y están lejos
    Apesar de estar muy colonizado por el principio del es-        de ser plenas– y nuevas formas de ciudadanía –colectivas y
tado y por el principio del mercado, el principio de la comu-      no meramente individuales: ejercicios y formas basados en
nidad rousseauniana, es el que tiene más potencialidades pa-       formas político-jurídicas que, al contrario de los derechos ge-


                                                           /     Septiembre 2001
Debates

      nerales y abstractos, incentiven la autonomía y combatan la              No rechazo una cierta normatividad en este análisis y,
      dependencia burocrática, personalicen y localicen las compe-        un campo de muchas opciones, la preferencia por la opción
      tencias interpersonales y colectivas en vez de sujetarlas a pa-     más optimista o prometedora. Son conocidas las limitacio-
      trones abstractos; ejercicios y formas que parten las nuevas        nes de los NMSs y hoy en día empieza a ser común afirmar
      formas de exclusión social, basadas en el sexo, en la raza, en      que ya pasó su momento de apogeo. Es debatible si la rela-
      la pérdida de calidad de vida, en el consumo, en la guerra,         ción tensa o de distancia calculada entre la democracia re-
      que ahora ocultan o legitiman, ahora complementan y pro-            presentativa y los NMSs ha sido benéfica o perjudicial para
      fundizan la exclusión basada en la clase social.                    éstos últimos. Según algunos, esa tensión o distancia es res-
                                                                          ponsable por la inestabilidad, por la discontinuidad y por la
           No es sorprendente que, al regresar políticamente, el          incapacidad de universalización que, en general, han sufrido
      principio de la comunidad se traduzca en estructuras orga-          los NMSs y que a la postre son responsables por el impacto
      nizacionales y estilos de acción política diferentes de aque-       relativamente restringido de los movimientos en la transfor-
      llos que fueron responsables de su eclipse. De ahí la prefe-        mación política de los países donde han ocurrido. Por ejem-
                                                                                                       plo, Tullo Vigevani señala los
                                                                                                       riesgos de asambleísmo, ple-
                                                                                                       biscitarismo y mesianismo re-
                                                                                                       sultantes de que no exista “nin-
                                                                                                       gún tipo de institucionaliza-
                                                                                                       ción”, de que no existan los
                                                                                                       mecanismos necesarios para la
                                                                                                       construcción de la voluntad co-
                                                                                                       lectiva”, y lo lleva a preguntar-
                                                                                                       se por los “alcances cuantitati-
                                                                                                       vos de los movimientos socia-
                                                                                                       les” (1989: 108). Pero, por otro
                                                                                                       lado, con un éxito muy diferen-
182                                                                                                    ciado, algunos movimientos se
                                                                                                       han “institucionalizado” con-
                                                                                                       virtiéndose en partidos y dis-
                                                                                                       putando la política partidaria
                                                                                                       con lo que, en este caso, corren
                                                                                                       el riesgo al adoptar la estructu-
                                                                                                       ra organizativa del partido de
                                                                                                       movimiento, de subvertir la
                                                                                                       ideología y los objetivos del
                                                                                                       movimiento que condujo al
                                                                                                       partido: este es un riesgo bien
      rencia por estructuras descentralizadas, no jerárquicas y           expresado en la forma del fraccionalismo entre pragmatismo
      fluidas, en violación de la racionalidad burocrática de Max         y fundamentalismo, propia de estos partidos.
      Weber o de la “ley de hierro de la oligarquía” de Robert Mi-
      chels. De ahí también la preferencia por la acción política              Dada la gran diversidad de los NMSs, es imposible ha-
      no institucional, fuera del compromiso neocorporativista,           blar de un patrón único de relaciones entre democracia re-
      dirigida a la opinión pública, con vigorosa utilización de los      presentativa (cuando ésta existe, debido a que en América
      medios de comunicación social, involucrando casi siempre            Latina la lucha de los NMSs se ha dado muchas veces por
      actividades de protesta y confiando en la movilización de           lograr dicha democracia) y democracia participativa. No me
      los recursos que ellas proporcionan. Dialécticamente, esta          parece en sí mismo negativo el hecho de que esas relacio-
      novedad en las estructuras organizativas y en el estilo de ac-      nes, cualesquiera que sean, siempre se hayan caracterizado
      ción política es el eslabón que une los NMSs con los viejos         por la tensión y por la difícil convivencia entre las dos for-
      movimientos sociales. A través de esta novedad continúan y          mas de democracia, toda vez que es de esa tensión que se
      ahondan la lucha por la ciudadanía, no siendo por eso co-           han liberado muchas veces las energías emancipatorias ne-
      rrecto justificar (con base en esta novedad) un pretendido          cesarias para la ampliación y la redefinición del campo po-
      desinterés por las cuestiones de la ciudadanía en los NMSs          lítico. Hay que agregar que, incluso cuando las formas de
      como lo hacen Melucci (1988) y otros.                               institucionalización son más tenues, la discontinuidad de
                                                                          los NMSs puede ser más aparente que real, pues, como afir-


                                                                   /    Septiembre 2001
Los nuevos movimientos sociales

ma Paulo Krischke, es necesario tener en cuenta las contri-           constelaciones socio-políticas que, por una u otra vía, no lo-
buciones positivas de los movimientos “tanto para la me-              graron una síntesis entre subjetividad, ciudadanía y emanci-
moria colectiva de la sociedad, como para la reforma de las           pación, dando de ella una versión truncada, desfigurada,
instituciones” (1987: 287). Similarmente, para Inglehart              perversa. Frente a los fracasos de la teoría crítica moderna,
(1990: 43) y Dalton y Kuechler (1990: 227), los NMSs son              que está, además, por detrás de algunas de las formas de fal-
señal de transformaciones globales en el contexto político,           sa emancipación, la tarea de la teoría crítica postmoderna
social y cultural de nuestra contemporaneidad y por eso sus           consiste en apuntar de nuevo hacia los caminos de la sínte-
objetivos serán parte permanente de la agenda política de             sis, tomando como método, por un lado, la citación de todo
los próximos años, independientemente del éxito, necesa-              lo que existió de positivo en la experiencia histórica de
riamente diverso de los diferentes movimientos concretos.             nuestra contemporaneidad, por más negativa que ocasional-
                                                                      mente haya sido, y por otro lado, la disponibilidad para
                                                                      identificar lo que de nuevo caracteriza el tiempo presente y
    Los años noventa                                                  hace de él verdaderamente nuestro tiempo. El esfuerzo teó-
                                                                      rico que está por emprender debe incluir una nueva teoría
     Si las dos últimas décadas fueron experimentales, es             de la democracia que permita reconstruir el concepto de
natural que los años noventa traigan una profundización de            ciudadanía, una nueva teoría de subjetividad que permita
algunas de las experiencias, a menos que la sociedad del fu-          reconstruir el concepto de sujeto y una nueva teoría de la
turo no necesite de un modo específico y dominante de au-             emancipación que no sea más que el efecto teórico de las
torreproducirse y haga de la inestabilidad de las nuevas ex-          dos primeras teorías en la transformación de la práctica so-
periencias, la única forma viable de estabilidad. También es          cial llevada a cabo por el campo social de la emancipación.
posible pensar, como quiere algún postmodernismo, que lo
nuevo que hubo en estos últimos veinte años no cesará de
repetirse, como nuevo, en los años venideros, no quedándo-
                                                                          Bibliografía
nos otra actitud sino perder el hábito de imaginar otras po-
sibilidades más allá de lo que existe y celebrar lo que exis-
te como el conjunto de todas las posibilidades imaginables.               Brand, Karl-Werner (1990) “Cyclical Aspects of New
Esta teoría, que tiene la peculiaridad de ser indeterminista              Social Movements: Waves os Cultural Criticism and            183
en relación con el presente y determinista en relación con el             Mobilization Cycles of New Middle-Class
futuro, no nos impide sin embargo imaginar otras teorías                  Radicalism”, en Dalton y Kuechler: 23.
posibles donde quepa la diferencia del futuro y nuestra di-
                                                                          Cardoso, Ruth 1983 “Movimentos Socias Urbanos:
ferencia en relación con él.
                                                                          um balanço crítico”, en Almeida, M.H. y Sori, B.
                                                                          (org.) 1988 Sociedade e Política no Brasil Pós-64
     Si fuera correcto hablar de “patologías de la moderni-
                                                                          (Sao Paulo: Brasiliense).
dad”, diríamos que ellas consistieron hasta ahora en subsín-
tesis entre subjetividad, ciudadanía y emancipación, que re-              Dalton, Russel y Kuechler, M. (orgs.) 1990 Challenging
sultaron en excesos de regulación, los cuales además, en                  the Political Order: New Social and Political Movements
ocasiones, se insinuaron bajo la forma de emancipaciones,                 in Western Democracies (Oxford: Polity Press).
denunciadas posteriormente como falsas. En las secciones
                                                                          Frank, André G. y Fuentes, M. (1989) “Dez Teses
anteriores, mencionamos tales excesos en sus diferentes
                                                                          Acerca dos Movimentos Sociais” en Lua Nova 17:19.
formas y el siguiente cuadro lo presenta de modo sinóptico.
                                                                          Inglehart, Ronald 1990 “Values, Ideology and
         SUBSINTESIS                         EXCESO
                                                                          Cognitive Mobilization in New Social Movements”, en
 Ciudadanía sin subjetividad ni   Normalización disciplinaria             Dalton, Russel y Kuechler, M. (orgs.) Challenging the
 emancipación.                    foucaultiana.
                                                                          Political Order: New Social and Political Movements
 Subjetividad sin ciudadanía ni   Narcisismo: autismo
 emancipación.                    des-socializante; consumismo.
                                                                          in Western Democracies (Oxford: Polity Press) 43.
 Emancipación sin subjetividad    Despotismo; totalitarismo;              Jacobi, Pedro 1987 “Movimentos Sociais: Teoria e
 ni ciudadanía.                   reformismo autoritario.                 Prática em Questao”, en Scherer-Warren y Krischke
 Emancipación con ciudadanía y    Reformismo social-democrático.          1987: 246.
 sin subjetividad.
 Emancipación con subjetividad    Basismo; mesianismo.
                                                                          Krischke, Paulo 1987 “Movimientos Sociais e Transiçao
 y sin ciudadanía.                                                        Política: contribuicoes da Democracia de Base”, en
                                                                          Scherer-Warren, Ilse y Krischke, P. (orgs.) Uma
   No cabe analizar aquí cada uno de ellos. Los concibo                   Revoluçao no Quotidiano?: os Novos Movimentos
como diferentes subsíntesis de la modernidad, es decir                    Sociais na América do Sul (Sao Paulo: Brasiliense) 276.


                                                                /   Septiembre 2001
Debates

      Laranjeira, Sonia 1990 (org.) Classes e Movimentos               la postmodernidad (Santafé de Bogotá: Siglo del
      Sociais na América Latina (Sao Paulo: Hucitec).                  Hombre Editores, Facultad de Derecho Universidad de
                                                                       los Andes, Ediciones Uniandes) 312-331.
      Melucci, Alberto 1988 “Social Movements and the
      democratization of everyday life”, en Keane, John                2 Entre la extensa bibliografía, ver cuatro importantes
      (org.) Civil Society and the State (Londres: Verso).             libros (tres de ellos colectivos), dos centrados en los
                                                                       NMSs de los países capitalistas avanzados (Scott,
      Ponte, Victor M.D. 1990 “Estruturas e Sujeitos na
                                                                       1990; Dalton y Kuechler, 1990) y dos centrados en los
      Análise da América Latina”, en Laranjeira, Sonia, 270.
                                                                       NMSs de América Latina (Scherer-Warren y Krischke,
      Scherer-Warren, Ilse y Krischke, P. (orgs.) 1987 Uma             1987; Laranjeira, 1990).
      Revoluçao no Quotidiano?: os Novos Movimentos
                                                                       3 Hasta el inicio de los noventa los movimientos indígenas
      Sociais na América do Sul (Sao Paulo: Brasiliense).
                                                                       son raramente mencionados. Sin embargo, en los últimos
      Scott, Alan 1990 Ideology and the New Social                     años, sobre todo en América Latina, han sido muy
      Movements (Londres: Unwin Hymán).                                importantes e innovadores en la lucha social y política.
      Touraine, Alain 1978 La Voix et le Regard (París: Seuil).        4 A título de ejemplo, cf. ver las posiciones de Frank,
      Vigevani, Tullo 1989 “Movimentos Sociais na                      G. y Fuentes, M. (1989) y de Brand, Karl-Werner
      Transiçao Brasileira: A Dificuldade de Elaboraçao do             (1990), a favor de las tesis de la continuidad entre
      Proyecto”, en Lua Nova 17: 93.                                   viejos y nuevos movimientos sociales; y las posiciones
                                                                       de Dalton y Kuechler (1990) en favor de la tesis de la
                                                                       novedad de los NMSs.

      Notas                                                            5 Para el debate en el Brasil, ver por ejemplo, cf.,
                                                                       Cardoso, Ruth y Jacobi, Pedro.
      1 Extraido de de Sousa Santos, Boaventura 1998
      (1995) De la mano de Alicia. Lo social y lo político en


184




                                                             /    Septiembre 2001
La estructura de los
                 movimientos sociales
                 en Bolivia1
                 Por Alvaro García Linera*




E
                 n Bolivia, en los últimos quince años, a raíz de
                 las reformas estructurales que han afectado la
                 economía, el estado y la estructura de las cla-
                 ses sociales, todo el basamento que hizo de los
                 sindicatos obreros el núcleo de las identidades
subalternas, ha sido desmontado sistemáticamente.

     Las grandes empresas y ciudadelas obreras han sido
sustituidas por numerosas medianas y pequeñas fábricas ca-
paces de extender el trabajo industrial hasta el domicilio pro-
duciendo un efecto de desagregación social contundente y
fragmentación material de la fuerza de masa del trabajo. El
contrato fijo que sostuvo el sentido de previsibilidad, es hoy
una excepción frente a la subcontratación, la eventualidad, el                                                                            185
contrato por obra que precariza la identidad colectiva y pro-
mueve el nomadismo laboral limitado en su capacidad de
forjar fidelidades a largo plazo, dando lugar por una parte a
una hibridación de la condición de clase y a la emergencia
de “identidades contingentes” de los trabajadores según la
actividad, los oficios laborales, los entornos culturales don-            unificación social y de acción colectiva manifiestas en los
de se encuentren transitoriamente y la dinámica de “contor-               últimos años a partir de la defensa del agua, los servicios
nos difusos” entre el espacio del trabajo y del no trabajo                públicos y el reconocimiento de derechos indígenas.
(Bhabha, 1997; Beck, 2000). La transmisión de saberes por
estratificaciones laborales estables y los ascensos por anti-
güedad van siendo sustituidos por la polivalencia, la rota-                   La forma multitud
ción del personal y el ascenso por mérito y competencia,
quebrando la función del sindicato como mecanismo de as-                       A raíz de los intentos gubernamentales de entregar la
censo y estabilidad social, tan propios de la antigua forma               administración de la empresa de agua potable en la tercera
sindical de movilización. Por último, el sindicato ha sido                ciudad del país, Cochabamba, a un consorcio norteamerica-
proscrito de la mediación legítima entre estado y sociedad,               no, y de mercantilizar la gestión de los recursos hídricos
papel que desempeñó durante décadas, para ser lentamente                  con que cuentan comunidades campesinas, ha surgido des-
sustituido por el sistema de partido, erosionando aún más la              de el año 2000 un movimiento social urbano-rural, llamado
eficacia representativa que antes poseía en la medida en que              Coordinadora del Agua y la Vida, con tal fuerza de movili-
era el mediador político y el portador de ciudadanía.                     zación que fue capaz de protagonizar un levantamiento ci-
                                                                          vil, expulsar a la empresa extranjera y modificar el panora-
     Pero la disolución de las condiciones de posibilidad de              ma político regional. Veamos algunas de las características
la forma sindicato, en parte también han sido las condicio-               de esta forma de acción colectiva, que hemos denominado
nes de posibilidad del surgimiento de otras formas de inter-              forma multitud.

* Matemático e investigador social. Docente de la Carrera de                  1. Modo de unificación territorial y flexible. A medida
  Sociología y de la Maestría en Ciencias Políticas en la Universidad     que se derrumbaba el centro de trabajo estable como lugar de
  Mayor de San Andrés, La Paz, Bolivia.                                   agregación; formas de organización territorial preexistentes,


                                                                    /   Septiembre 2001
Debates

      como las juntas vecinales, los sindicatos por jurisdicción
      (campesinos y gremiales), asociaciones por rama de oficio y
      una multifacética, compleja y generalizada urdimbre organi-
      zativa de la sociedad subalterna enraizada en ámbitos locales
      y territoriales de preocupación, han adquirido una relevancia
      de primer orden con gran fuerza de movilización.

           Lo decisivo de esta forma multitud es que, mayoritaria-
      mente, resulta de la agregación de sujetos colectivos, es de-
      cir, una asociación de asociaciones donde cada persona que
      está presente en el acto público de encuentro no habla por
      sí misma sino por una entidad colectiva local ante la cual
      tiene que rendir cuenta de sus acciones, de sus decisiones,
      de sus palabras.

           Pero además, y ésta es una virtud respecto a la forma
      sindicato, esta multitud no crea una frontera entre afiliados
      y extraños. Tanto en sus reuniones locales o departamenta-
      les, como en las acciones de masas, en las asambleas, en las
      movilizaciones, bloqueos o enfrentamientos, otras perso-
      nas, carentes de filiación grupal (individuos) o representan-
      tes de otras formas de organización (sindicatos obreros),
      también pueden intervenir, opinar, participar, etc., amplián-
      dose enormemente la base social de acción y legitimidad.
      En este sentido, la multitud es una red organizativa bastan-
      te flexible, hasta cierto punto laxa que, presentando un eje
      de aglutinación bastante sólido y permanente, es capaz de
186   convocar, dirigir y movilizar a una inmensa cantidad de ciu-
      dadanos “sueltos” que por su precariedad laboral, por los
      procesos de modernización e individualización, carecen de            viles, la institucionalización de otras maneras de ejercer los
      fidelidades tradicionales.                                           derechos democráticos –como el referéndum llevado a ca-
                                                                           bo en marzo de 2000 o la convocatoria a una asamblea
          2. Tipo de reivindicaciones y base organizacional.               Constituyente–, el control directo del poder político a nivel
      Las principales demandas en torno a las cuales han comen-            departamental durante las jornadas de movilización, o la
      zado a articularse estos centros locales de asociación han si-       propuesta de la implementación de una forma autogestiona-
      do la gestión del agua, el acceso a la tierra y el precio de los     ria de la provisión de agua potable. Tenemos así una com-
      servicios básicos que en conjunto delimitan el espacio de ri-        binación entre defensa de recursos anteriormente poseídos
      quezas vitales y primarias que sostienen materialmente la
                                                                           (el agua), con la demanda de recursos que anteriormente no
      reproducción social.
                                                                           existían, en este caso derechos democráticos y poder políti-
                                                                           co que hacen a la multitud una forma de movilización pro-
           En ese sentido, utilizando la clasificación dada por
                                                                           fundamente tradicional y radicalmente moderna por una
      Tilly, se podría decir que estamos ante un tipo de acción co-
                                                                           parte, y por otra defensiva y ofensiva a la vez.
      lectiva “reactiva” similares a las que él estudió en el siglo
      XVIII europeo (Tilly, 1975). La preexistencia de “comuni-
      dades solidarias locales” como base de la movilización tien-             3. Soberanía y democratización social. Teniendo co-
      de a reforzar esta mirada. Sin embargo, la forma multitud            mo base a las estructuras territoriales donde la asamblea, la
      también contiene, y de una manera creciente, grupos de ba-           deliberación y la consulta directa son prácticas cotidianas
      se asociacionista y electiva emergentes de los intermitentes         para atender asuntos particulares, estas extendidas prácticas
      y mutilados procesos de modernización social.                        de democracia directa comenzaron a convertirse en soporte
                                                                           para la consulta y elaboración de estrategias de moviliza-
          Igualmente, la forma multitud también ha puesto en es-           ción primero en el ámbito regional o provincial. Pero a me-
      cena demandas y acciones de tipo “proactivas”. En la medi-           dida que las redes de movilización centradas en una misma
      da en que se fue consolidando, ampliando y radicalizando             demanda crecieron a nivel departamental, estos saberes de-
      el movimiento social, la base movilizada de la Coordinado-           mocráticos y estas técnicas de deliberación tuvieron que ex-
      ra comenzó a buscar reconocimiento a sus formas de demo-             pandirse, al tiempo que reconfigurarse, para dar paso a una
      cracia asambleísta como técnica de gestión de demandas ci-           compleja y sistemática estructura de ejercicio democrático


                                                                    /    Septiembre 2001
La estructura de los movimientos sociales en Bolivia

de prerrogativas públicas, de formación de una opinión pú-         dad y a sus cabildos y por quince días, en octubre de 2000,
blica y, con el tiempo, de resolución de la gestión de un bien     y treinta días, en junio-julio de 2001, éstas se mostraron co-
público (el agua) a escala regional, incluso en competencia        mo eficientes y coordinadas formas de ejercicio de poder
con el estado.                                                     gubernamental en una extensa región del país.

     4. Institucionalidad y amplitud. A diferencia de lo                Segundo: sistema comunal productivo aplicado a la
que fue el movimiento obrero, la forma multitud carece de          guerra de movimientos. La posibilidad de que tanta gente
mecanismos duraderos de convocatoria y consulta que per-           pueda mantenerse por tantos días en las carreteras se sostu-
mitan tornar rutinarios los ámbitos de presencia de sus com-       vo en el tradicional sistema de “turnos”, mediante el cual
ponentes. Si bien los sujetos colectivos locales que la com-       cada veinticuatro horas la gente movilizada de una comuni-
ponen mantienen continuamente prácticas de asamblea, la            dad es sustituida por la de otra comunidad a fin de permitir
actuación mancomunada como multitud es siempre una in-             que la primera descanse, se dedique durante unos días a sus
certidumbre que sólo se resuelve en la práctica. De ahí que        faenas agrícolas y regrese nuevamente a la movilización
cada convocatoria a la movilización sea a su vez un referén-       cuando le toque su “turno”. Por cada cien personas movili-
dum acerca de la vitalidad, la continuidad o la debilidad de       zadas en uno de los cientos de bloqueos hay un círculo de
la multitud, que permite entonces forjar una cultura organi-       otras mil o dos mil personas que esperan su turno para des-
zativa que asume la unidad como resultado de un paciente           plazarse. De ahí el cálculo conservador de que sólo en el al-
trabajo y no como un hecho dado que sólo basta evocar pa-          tiplano se movilizaron cerca de quinientos mil comunarios
ra presenciarlo.                                                   aymaras.

                                                                        La logística del bloqueo estuvo también asentada en las
    La forma comunidad                                             propias comunidades. Cada grupo movilizado traía su ali-
                                                                   mentación, su sistema de mandos, y sus armas. El momen-
     En el mismo año 2000, paralelamente a estas moviliza-         to culminante de esta organización de las comunidades in-
ciones urbano-rurales ubicadas en la región central de Boli-       dígenas ha sido sin duda la formación de un “Cuartel Gene-
via, en el Altiplano y alrededor de la cede de gobierno, dos       ral Indígena de Q´alachaca” donde cerca de cuarenta mil
grandes rebeliones indígenas aymaras han bloqueado todas           aymaras, hombres, mujeres, niños, jóvenes y ancianos, se
las carreteras de acceso a la ciudad de La Paz impidiendo la       atrincheraron durante semanas a fin de prepararse para un         187
entrada o salida de productos y personas, y obligando al go-       enfrentamiento bélico contra el ejército republicano. Lo
bierno a modificar varias de sus políticas públicas para           más significativo de estas comunidades militarizadas fue el
atender las demandas indígenas. Lo que ahora nos interesa          carácter confederado que ha asumido la estructura de movi-
señalar son los mecanismos de movilización social que, al          lización y mando. El llamado “Ejército Indígena Aymara”
igual que lo que sucedió en abril en la ciudad de Cochabam-        concentrado en el cuartel era una formación compuesta por
ba, marcan pautas y tendencias para una regeneración de la         destacamentos compactos de pequeños ejércitos regionales
política y de la acción de los movimientos sociales.               y zonales que rotativamente se concentraban en la zona de
                                                                   operaciones al mando de sus propias autoridades, con sus
     Primero: sustitución del poder estatal por un poder po-       propios mecanismos de abastecimiento y logística militar
lítico comunal supra-regional descentralizado en varios no-        (piedras, palos, dinamita, fusiles), y que en base a acuerdos
dos (cabildos). A pocos días de la movilización, el sistema        temporales, tensos y permanentemente negociados, estable-
estatal de autoridades (subprefecturas, corregidores, alcal-       cían acuerdos flexibles y provisionales de acción conjunta
días, retenes policiales, administración estatal) fue disuelto     con los otros destacamentos provenientes de otras zonas.
en toda el área de movilización comunal y reemplazado por
un complejo sistema de autoridades comunales (denomina-                 Tercero: ampliación de la democracia comunal al ám-
das dirigentes sindicales, pero que en verdad funcionan ba-        bito regional-nacional. La pedagogía de democratización de
jo la lógica comunal de la responsabilidad pública rotativa        la vida pública, en este caso de la decisión de desplazar la
ligada a la legitimidad de la tenencia familiar-comunal de la      institucionalidad estatal, de conservar el agua como un bien
tierra). Este armazón de poder político alternativo tenía a        común, de levantar una estructura militar separada del esta-
las asambleas de comunidad (sindicato campesino) como              do, fue sin duda extraordinaria, y se ejerció mediante la
punto de partida y soporte de la movilización.                     aplicación de los saberes democráticos practicados en el
                                                                   ámbito de las comunidades campesinas a escala superregio-
     Durante los dieciocho días nada se movía, nadie transi-       nal, que permitió acordar fines colectivos, consultar reitera-
taba por los caminos y ninguna decisión se tomaba si no era        damente a las bases acerca de la continuidad de la movili-
a través de estas redes de poder que ocuparon carreteras,          zación, lograr consensos acerca de las demandas, coordinar
pueblos intermedios y medios de comunicación. En los he-           la defensa territorial de las comunidades movilizadas ante
chos, la autoridad territorial de la zona de rebelión se des-      el avance del ejército, y controlar la vida política en las zo-
plazó del estado a las estructuras sindicales de la comuni-        nas sublevadas.


                                                            /    Septiembre 2001
Debates

          Bajo esta nueva forma de poder político, las prácticas         otros se interponían y se levantaban orientando la acción
      democráticas mediante las cuales la población recuperó su          movilizada de los objetadores del orden establecido. En las
      capacidad de intervención y gestión en la formulación del          movilizaciones indígeno-campesinas recientes, el conoci-
      bien común y el uso de la riqueza colectiva fueron:                miento territorial devino en materialidad de soberanía que
                                                                         separó dos mundos, el de ellos y el de las élites dominantes.
          a. Los cabildos y las asambleas que funcionaron como           El idioma devino de medio de comunicación en medio de
          organismos públicos de intercambio de razones y argu-          diferenciación entre un “nosotros” y un “ellos” verificable
          mentos del que nadie estaba excluido, constituyeron un         por el saber lingüístico y su modo de adquisición.
          espacios de producción de igualdad política real y de
          formación de opinión pública, ambos componentes bá-                 En conjunto, estos componentes del movimiento social,
          sicos de lo que se denomina “democracia deliberativa”;         tal como tendieron a ser resignificados, comenzaron a re-
          pero no complementando el estado de derecho, como lo           crear los ejes de una identidad cultural contrapuesta, escin-
          hubiera deseado Habermas (1998), sino precisamente             dida a la dominante, de un sentido de filiación colectiva, de
          interpelando a un estado que, como el boliviano, está          alteridad irreductible y que, por la dimensión de disputa te-
          atravesado de profundos racismos que han instituciona-         rritorial y de autonomía política que adquirió esta construc-
          lizado la desigualdad entre hombres y mujeres pertene-         ción comunal de destino compartido, tiene todas las carac-
          cientes a distintas culturas.                                  terísticas de una rearticulación de identidad nacional indí-
                                                                         gena, mayoritariamente aymará, cuya vitalidad o existencia
          b. Las deliberaciones entre iguales se sustentaron en          efímera se medirá en los siguientes años.
          movimientos sociales (las comunidades movilizadas)
          portadores de una moral de responsabilidad pública (lo-
          cal) en la que rigen formas de acción normativamente               Bibliografía
          reguladas. Ciertamente, esto lleva a que muchos de los             Bhabha, Homi 1993 The location of culture (Londres:
          valores colectivos que guían los comportamientos de                Routledge).
          sus integrantes estén regidos por principios previos y
          obligatorios que pudieran limitar la generación de nue-            Beck, Ulrich 2000 (1999) Un nuevo mundo feliz
          vos consensos sustanciales, como por ejemplo sucede a              (España: Paidos).
          escala comunal donde lo público tiene la misma dimen-              García, Álvaro; Gutiérrez, Raquel; Prada, Raúl y
188
          sión territorial que el espacio de eficacia de los valores         Tapia, Luis 2001 Tiempos de rebelión (La Paz: Muela
          normativos. Sin embargo, en el marco de las acciones               del Diablo).
          colectivas a gran escala donde la esfera pública, lo co-
          mún que interconecta a los sujetos colectivos, rebasa el           Habermas, Jürgen 1998 (1992 y 1994) Facticidad y
          marco de las regulaciones normativas locales, tiende a             validez (Valladolid: Trotta).
          ser fruto de una nueva interacción comunicativa pro-               Ranciére, Jacques 1996 El desacuerdo (Buenos Aires:
          ductora de nuevos consensos y normas colectivas.                   Nueva Visión).

           Cuarto: política de la igualdad. Uno de los componen-             Tilly Charles; Tilly Louise y Tilly Richard 1975 The
      tes más impactantes de la movilización social, tanto en las            rebellious century /1830-1930 (Cambridge, Mass,
      declaraciones de sus portavoces como en la gestualidad co-             Harvard University Press).
      lectiva de los comunarios bloqueadores, fue el derrumbe
      simbólico del prejuicio de la desigualdad entre indígenas y
      elites empresariales “blancoides”. La afirmación de que el             Notas
      dirigente indígena iba a negociar “de presidente a presiden-           1 Versión extractada y modificada del artículo “Sindi-
      te”, de que los aymaras tenían derecho a “gobernar al país”,           cato, multitud y comunidad” en García, Álvaro; Gutié-
      y la exigencia de que la “vida de un indio debe valer lo mis-          rrez, Raquel; Prada, Raúl y Tapia, Luis 2001 Tiempos
      mo que la vida de un blanco”, fueron palabras y gestos que             de rebelión (La Paz: Muela del Diablo).
      rompieron una secular jerarquía étnico-cultural por medio
      del ejercicio y la reivindicación del derecho básico de la
      igualdad (Ranciére, 1996).

           Quinto: política de la identidad y la alteridad. La rebe-
      lión de septiembre-octubre, pero ante todo de junio-julio de
      2001, ha sido en primer lugar una guerra simbólica, una lu-
      cha por las estructuras de representación, jerarquización, di-
      visión y significación del mundo. A medida que los esque-
      mas mentales dominantes (coloniales) eran impugnados,



                                                                  /    Septiembre 2001

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Los nuevos movimientos sociales y la emancipación

  • 1. Debates... Los nuevos movimientos sociales1 Por Boaventura de Sousa Santos* H e sostenido anteriormente que las dos últimas décadas fueron experimentales. También fue- ron contradictorias. El hecho de que hasta ahora no se haya estabilizado en los países centrales un nuevo modo de regulación so- cial en sustitución del modo fordista llevó a que las solucio- nes experimentadas, además de empíricas (el Adhocismo) e inestables (el Stop and go, no sólo en el campo económico, sino también en los dominios social y cultural), sean contra- dictorias. No es de extrañar pues que el exceso de regulación que acabo de mencionar haya convivido en los últimos vein- te años con movimientos emancipatorios poderosos, testigos del surgimiento de nuevos protagonistas en un renovado es- pectro de innovación y transformación sociales. La contra- caso revisar2. Sólo interesa mencionarlo brevemente en la dicción reside en que la hegemonía del mercado y sus atribu- medida en que intercepta los dos polos estructurantes de es- tos y exigencias alcanzó un nivel tal de naturalización social te texto: la relación entre regulación y emancipación y la re- 177 que, aunque lo cotidiano sea impensable sin él, no se le debe lación entre subjetividad y ciudadanía. por eso mismo, ninguna lealtad cultural específica. Así, es so- cialmente posible vivir sin duplicidad y con igual intensidad La identificación de la intersección de los nuevos movi- la hegemonía del mercado y la lucha contra ella. La concre- mientos sociales en esta doble relación es tarea difícil, por- ción de esta posibilidad depende de muchos factores. Por que es grande la diversidad de estos movimientos y porque ejemplo, se puede decir con certeza que la difusión social de es dudoso si esa diversidad se puede reconducir a un concep- la producción contribuyó a desenmascarar nuevas formas de to o a una teoría sociológica únicos. Una definición genéri- opresión y que el aislamiento político del movimiento obre- ca como la que por último nos proponen Dalton y Kuechler ro facilitó el surgimiento de nuevos sujetos sociales y de nue- –“un sector significativo de la población que desarrolla y de- vas prácticas de movilización social. fine intereses incompatibles con el orden político y social existente y que los prosigue por vías no institucionalizadas, La sociología de la década de los ochenta estuvo domi- invocando el uso de la fuerza física o de la coerción” (1990: nada por la temática de los nuevos sujetos sociales y de los 227)– abarca realidades sociológicas tan diversas que a la Nuevos Movimientos Sociales (NMSs). Aún aquellos que postre, es muy poco lo que se dice de ellas. Si en los países no compartieron la posición de Touraine (1978), para quien centrales la enumeración de los nuevos movimientos socia- el objeto de la sociología es el estudio de los movimientos les incluye típicamente los movimientos ecológicos, femi- sociales, reconocen que la última década impuso esa temá- nistas, pacifistas, antirracistas, de consumidores y de autoa- tica como una fuerza sin precedentes, siendo sólo objeto de yuda, la enumeración en América Latina –donde también es debate el elenco y la jerarquización de las razones explica- corriente la designación de movimientos populares o nuevos tivas de ese fenómeno. Se trata pues de un tema sobre el movimientos populares para diferenciar su base social que cual se acumuló una extensa bibliografía, tanto en los paí- es característica de los movimientos en los países centrales ses centrales como en América Latina y que aquí no es del (la “nueva clase media”)– es bastante más heterogénea. Te- niendo en cuenta el caso brasileño, Scherer-Warren y * Doctor en sociología del derecho de la Universidad de Yale. Profesor Krischke destacan la “parcela de los movimientos sociales de la Universidad de Coimbra y de la Universidad de Madison, urbanos propiamente dichos, los CEBs (Comunidades Winsconsin. Director del Centro de Estudios Sociales de la [Eclesiales de Base] organizadas a partir de adeptos de la Universidad de Coimbra, Portugal. iglesia católica), el nuevo sindicalismo urbano y más recien- / Septiembre 2001
  • 2. Debates temente también rural, el movimiento feminista, el movi- miento ecológico, el movimiento pacifista en etapa de orga- nización, sectores de movimientos de jóvenes y otros” (1987: 4 l). La enumeración de Kärner, para el conjunto de América Latina es aún más heterogénea e incluye “el pode- roso movimiento obrero democrático y popular surgido en el Brasil, liderado por Luís Inácio da Silva (Lula) y que luego derivó en el Partido de los Trabajadores; el Sandinismo que surgió en Nicaragua como un gran movimiento social de ca- rácter pluriclasista y pluriideológico; las diferentes formas que asume la lucha popular en el Perú tanto a nivel de los ba- rrios (“pueblos jóvenes”) como a nivel regional (Frentes Re- gionales para la Defensa de los Intereses del Pueblo); las nuevas experiencias de “paros cívicos nacionales”, con la participación de sindicatos, partidos políticos y organizacio- nes populares (grupos eclesiásticos de base, comités de mu- jeres, grupos estudiantiles culturales, etc.) en Ecuador, en Colombia y en el Perú; los movimientos de invasiones en Sao Paulo; las invasiones masivas de tierras por los campe- sinos de México y otros países; los intentos de autogestión en los tugurios de las grandes ciudades como Caracas, Lima y Sao Paulo; los comités de defensa de los Derechos Huma- nos y las Asociaciones de Familiares de Presos y Desapare- cidos, habiendo surgido estas dos últimas iniciativas, básica- mente de los movimientos sociales3. 178 Estas enumeraciones son en sí mismas reveladoras de la identidad tan sólo parcial entre los movimientos sociales de los países centrales y de América Latina, un tema al que vol- En estos términos, la denuncia de nuevas formas de veré más adelante. Por ahora, nos sirven para identificar al- opresión implica la denuncia de las teorías y de los movi- gunos de los nuevos factores que los movimientos sociales de mientos emancipatorios que las omitieron, que las descuida- las dos últimas décadas introdujeron en la relación regula- ron cuando no fue que pactaron con ellas. Implica pues, la ción-emancipación y en la relación subjetividad-ciudadanía y crítica al marxismo y al movimiento obrero tradicional, así para mostrar que esos factores no están presentes del mismo como la crítica al llamado “socialismo real”. Lo que es vis- modo en todos los NMSs en todas las regiones del globo. to por estos como factor de emancipación (el bienestar ma- terial, el desarrollo tecnológico de las fuerzas productivas) La novedad más grande de los NMSs reside en que se transforma en los NMSs en factor de regulación. Por otro constituyen tanto una crítica de la regulación social capita- lado, porque las nuevas formas de opresión se revelan dis- lista, como una crítica de la emancipación social socialista cursivamente en los procesos sociales donde se forja la iden- tal como fue definida por el marxismo. Al identificar nuevas tidad de las víctimas, no hay una preconstitución estructural formas de opresión que sobrepasan las relaciones de produc- de los grupos y movimientos de emancipación, por lo que el ción, y ni siquiera son específicas de ellas, como son la gue- movimiento obrero y la clase obrera no tienen una posición rra, la polución, el machismo, el racismo o el productivismo; privilegiada en los procesos sociales de emancipación. Ade- y al abogar por un nuevo paradigma social, menos basado en más, el hecho de que el movimiento obrero de los países la riqueza y en el bienestar material del que, en la cultura y centrales haya estado muy involucrado en la regulación so- en la calidad de vida, denuncian los NMSs, con una radica- cial fordista en el segundo período del desarrollo capitalista lidad sin precedentes, los excesos de regulación de la moder- tiende a hacer de él una traba, más que un motor de emanci- nidad. Tales excesos alcanzan no sólo el modo como se tra- pación en este tercer período. Por último, aunque las nuevas baja y produce, sino también el modo como se descansa y opresiones no deben hacer perder de vista las viejas opresio- vive; la pobreza y las asimetrías de las relaciones sociales nes, la lucha contra aquellas no se puede hacer en nombre de son la otra fase de la alienación y del desequilibrio interior un futuro mejor en una sociedad por construir. Al contrario, de los individuos; y finalmente, esas formas de opresión no la emancipación por la que se lucha, tiene como objetivo alcanzan específicamente a una clase social y sí a grupos so- transformar lo cotidiano de las víctimas de la opresión aquí ciales transclasistas o incluso a la sociedad en su todo. y ahora y no en un futuro lejano. La emancipación o comien- / Septiembre 2001
  • 3. Los nuevos movimientos sociales za hoy o no comienza nunca. De ahí que los NMSs, con la me parece innegable que sin la experiencia histórica de la excepción parcial del movimiento ecológico, no se movili- dominación en la esfera de la producción, hoy no sería, so- cen por responsabilidades intergeneracionales. cial y culturalmente posible, pensar la reproducción social en términos de relaciones de dominación. Y la verdad es Las enumeraciones de los diferentes movimientos arriba que los países con fuertes NMSs, tienden a ser países don- citadas muestran por sí mismas que esa nueva relación entre de fueron, y quizás todavía son fuertes los viejos movimien- regulación y emancipación bajo el impacto de los NMSs es tos sociales. tan sólo manifestación de una constelación político-cultural dominante, diversamente presente o ausente en los diferentes También es por eso, que en el campo de los NMSs, movimientos concretos. Lo que la caracteriza verdaderamen- América Latina sobresale en forma destacada del resto de te es un fenómeno aparentemente contradictorio de globali- los países periféricos y semiperiféricos. El proceso de glo- zación-localización, tanto a nivel de la regulación como a ni- balización en el campo de la regulación también es un pro- vel de la emancipación. La globalización a nivel de la regu- ceso de localización. La razón está en que, como formas de lación se hace posible por la creciente promiscuidad entre intersubjetividad, las relaciones sociales de reproducción y producción y reproducción social señalada atrás. Si el tiem- las relaciones sociales en la producción, son mucho más po vital y el tiempo de trabajo productivo se confunden cada concretas e inmediatas que las relaciones sociales de pro- vez más, las relaciones sociales de la producción se descarac- ducción. terizan como campo privilegiado de dominación y jerarqui- zación social; y el relativo vacío simbólico así creado lo lle- Mientras éstas últimas se pueden esconder y abstracti - nan las relaciones sociales de reproducción social (en la fa- zar fácilmente detrás de las máquinas, ritmos de produc- milia y en los espacios públicos) y por las relaciones sociales ción, normas de fabricación, reglamentos de fábrica, aque- en la producción (relaciones en el proceso de trabajo produc- llas no son sino vivencias de relaciones entre personas, en- tivo asalariado entre trabajadores, hombres y mujeres, blan- tre grupos, entre personas o grupos y el aire, los ríos, los cos y negros, jóvenes y adultos, católicos y protestantes, hin- bosques o los animales, entre la vida y la muerte. Es cierto dúes y musulmanes, chiítas y sunitas). que también aquí hay mediaciones abstractizantes, sean ellas las leyes, las costumbres, la religión, el discurso polí- Cualquiera de estos dos últimos tipos de relaciones so- tico, la publicidad o la idea de progreso, pero difícilmente 179 ciales ha venido adquiriendo creciente visibilidad social en excusa, ya sea la relación frente a frente entre opresor y los últimos veinte años. Pero, contradictoriamente, este pro- oprimido, ya sea la relación frente a frente entre la víctima ceso de visibilidad social sólo es posible anclado en la lógi- y la causa de su victimización. De ahí que lo cotidiano –que ca (y no en la forma) y en la historicidad de la dominación es, por excelencia, el mundo de la intersubjetividad– sea la propia de las relaciones de producción. Es decir la difusión dimensión espacio-temporal de la vivencia de los excesos social de la producción, al mismo tiempo que conduce al no de regulación y de las opresiones concretas en que ellos se privilegio relativo de la forma de dominación específica de desdoblan. las relaciones de producción (la explotación a través de la extracción de plusvalía económica), hace posible que la ló- A nivel de la emancipación, ocurre también un fenóme- gica de ésta (la extracción de plusvalía en una relación so- no correspondiente de globalización-localización. Una vez cial que no tiene como fin explícito tal extracción) se difun- liberada de la envoltura estructural que le conferían las re- da socialmente en todos los sectores de la vida social y, por laciones sociales de producción –el estado capitalista y el esa vía, se globalice. Mientras más fuerte fue en el pasado movimiento obrero– la tarea de descubrir las opresiones y la vivencia social de la dominación en las relaciones de pro- de la lucha contra ellas, es potencialmente una tarea sin fin, ducción, más intenso será ahora su carácter socialmente di- sin un sujeto social específicamente titular de ella y sin ló- fuso. La plusvalía puede ser sexual, étnica, religiosa, gene- gica de acumulación que permita distinguir entre táctica y racional, política, cultural; puede tener lugar en el hábito (y estrategia. Los valores, la cultura y la calidad de vida, en no en el acto) de consumo; puede tener lugar en las relacio- nombre de los cuales se lucha son, por sí mismos, maxima- nes desiguales entre grupos de presión, partidos o movi- listas y globalizantes, no susceptibles de finalización y po- mientos políticos que deciden el armamento y el desarme, co inclinados hacia la negociación y el pragmatismo. Por la guerra y la paz; puede incluso tener lugar en las relacio- otro lado, si en algunos movimientos es discernible un inte- nes sociales de destrucción entre la sociedad y la naturale- rés específico de un grupo social (las mujeres, las minorías za, o mejor entre los llamados recursos “humanos” y los lla- étnicas, los habitantes de las favelas, los jóvenes), en otros, mados recursos “naturales” de la sociedad. el interés es colectivo y el sujeto social que los titula es po- tencialmente la humanidad en su todo (movimiento ecoló- Sin querer entrar en el debate sobre la continuidad o la gico, movimiento pacifista). ruptura entre los viejos y los nuevos movimientos sociales4, / Septiembre 2001
  • 4. Debates Por último, la lucha emancipatoria, siendo maximalis- Esta concepción, que basa la novedad de los movimien- ta, dispone de una temporalidad absorbente que comprome- tos sociales en la afirmación de la subjetividad sobre la ciu- te en cada momento todos los fines y todos los medios, dadanía, ha sido criticada ampliamente. La crítica más fron- siendo difícil la planeación y la acumulación y por lo tanto tal proviene de aquellos que precisamente contestan la nove- más probable, la discontinuidad. Porque los momentos son dad de los NMSs. Según ellos, los NMSs son, de hecho, vie- “locales” de tiempo y de espacio, la fijación momentánea jos (los movimientos ecológicos, feministas, pacifistas del de la globalidad de la lucha también es una fijación locali- siglo XIX y el movimiento antirracista de esa época y de los zada, y es por eso que lo cotidiano deja de ser una fase me- años cincuenta y sesenta); o son portadores de reivindicacio- nor o un hábito descartable para pasar a ser el campo privi- nes que fueron parte integrante de los viejos movimientos legiado de la lucha por un mundo y una vida mejores. sociales (el movimiento obrero y el movimiento agrario o campesino); o, por último, corresponden a ciclos de la vida Frente a la transformación de lo cotidiano en una red de social y económica y, por eso, su novedad, porque aunque síntesis momentáneas y localizadas, de determinaciones recurrente, tan sólo es aparente. Los modos de movilización globales y maximalistas, el sentido común y el vulgar del de recursos organizativos y otros, y no la ideología, deben día a día, tanto público como privado, tanto productivo co- ser para estos autores, el punto de apoyo del análisis de los mo reproductivo, se desvulgarizan y pasan a ser oportuni- NMSs. Para esta segunda concepción, el impacto buscado dades únicas de inversión y protagonismo personal y de por los MNSs es, en última instancia, político y su lógica grupo. De ahí la nueva relación entre subjetividad y ciuda- prolonga la ciudadanía, que orientó los movimientos socia- danía. les del pasado. La distancia de los NMSs con el Estado es más aparente que real, pues las reivindicaciones globales-lo- cales siempre acaban por traducirse en una exigencia hecha Subjetividad y ciudadanía en los nuevos al Estado y en los términos en que el Estado se sienta ante la movimientos sociales contingencia política de tener que darle respuesta5. Además, la prueba de eso mismo es que no es raro que los NMSs jue- Uno de los más encendidos debates sobre los NMSs in- guen el juego de la democracia representativa, aunque sea cide en el impacto de éstos en la relación subjetividad-ciu- por el lobbying y por la vía extraparlamentaria; y entran en 180 dadanía. Según algunos, los NMSs representan la afirma- alianzas más o menos oficiales con sindicatos y partidos, ción de la subjetividad frente a la ciudadanía. La emancipa- cuando ellos mismos no se transforman en partidos. ción por la que luchan no es política sino ante todo perso- nal, social y cultural. Las luchas en que se traducen se pau- En mi opinión, no es preciso rechazar la novedad de los tan por formas organizativas (democracia participativa) di- NMSs para criticar las ilaciones que saca de ella la primera ferentes de las que precedieron a las luchas por la ciudada- concepción. La novedad de los NMSs, tanto en el campo de nía (democracia representativa). Al contrario de lo que se la ideología como en el de las formas organizativas, me pa- dio con el dúo marshalliano ciudadanía-clase social en el rece evidente, aunque no deba ser defendida en términos período del capitalismo organizado, los protagonistas de es- absolutos. Tal como Scott (1990), dudo que los NMSs pue- tas luchas no son las clases sociales, son grupos sociales, a dan ser explicados en su totalidad por una teoría unitaria. veces mayores, a veces menores que las clases, con contor- Basta tener en mente las diferencias significativas en térmi- nos más o menos definidos en función de intereses colecti- nos de objetivos de ideología y de base social entre los vos, a veces muy localizados pero potencialmente universa- NMSs de los países centrales y los de América Latina. En- lizables. Las formas de opresión y de exclusión contra las tre los valores postmaterialistas y las necesidades básicas; cuales luchan no pueden, en general, ser abolidas con la me- entre las críticas al consumo y las críticas a la falta de con- ra concesión de derechos, como es típico de la ciudadanía; sumo, entre el hiperdesarrollo y el sub (o anarco) desarro- exigen una reconversión global de los procesos de sociali- llo, entre la alienación y el hambre, entre la nueva clase me- zación y de inculcación cultural y de los modelos de desa- dia y las (poco esclarecedoras) clases populares, entre el es- rrollo, o exigen transformaciones concretas, inmediatas y tado-providencia y el estado autoritario, hay naturalmente locales (por ejemplo, el cierre de una central nuclear, la diferencias importantes. No se excluye, por otro lado, que construcción de una guardería infantil o de una escuela, la algunos de los NMSs de América Latina tengan grandes afi- prohibición de publicidad violenta en la televisión), exigen- nidades con el tipo dominante de NMSs en los países cen- cias que, en ambos casos, van más allá de la mera concesión trales pero, en general, están correctos Fernando Calderón y de derechos abstractos y universales. Por último, los NMSs Elizabeth Jelin cuando afirman que, en contraste con lo que tienen lugar en el marco de la sociedad civil y no en el mar- pasa en los países centrales, “una de las características pro- co del estado y, en relación con el estado mantienen una dis- pias de América Latina es que no hay movimientos sociales tancia calculada, simétrica a la que mantienen con los par- puros o claramente definidos, dadas la multidimensionali- tidos y con los sindicatos tradicionales. dad, no solamente de las relaciones sociales sino también de / Septiembre 2001
  • 5. Los nuevos movimientos sociales los propios sentidos de la ac- ción colectiva. Por ejemplo, es probable que un movimiento de orientación clasista esté acompañado de juicios étnicos y sexuales, que lo diferencian y lo asimilan a otros movi- mientos de orientación cultu- ralista con contenidos clasis- tas. Así, los movimientos so- ciales se nutren con innumera- bles energías que incluyen, en su constitución, desde formas orgánicas de acción social por el control del sistema político y cultural hasta modos de transformación y participación cotidiana de auto-reproduc- ción societaria” (en Ponte, 1990: 281). A mi modo de ver, en esta “impureza”, reside la verdadera novedad de los NMSs en América Latina y su extensión a los NMSs de los países centrales es una de las condiciones de la revitaliza- ción de la energía emancipato- 181 ria de estos movimientos en general. En la medida en que esto suceda, será más verosí- mil la teoría unitaria. Pero ahora, sólo es posible hablar abiertamente de tendencias y de opciones. ra fundar las nuevas energías emancipatorias. La idea de la obligación política horizontal entre ciudadanos y la idea de la La novedad de los NMSs no reside en el rechazo de la participación y de la solidaridad concretas en la formulación política sino, al contrario, en la ampliación de la política de la voluntad general, son las únicas susceptibles de fundar hasta más allá del marco liberal de la distinción entre esta- una nueva cultura política y, en última instancia, una nueva do y sociedad civil. Los NMSs parten del presupuesto de calidad de vida personal y colectiva basadas en la autonomía que las contradicciones y las oscilaciones periódicas entre y en el autogobierno, en la descentralización y en la demo- el principio del estado y el principio del mercado son más cracia participativa, en el cooperativismo y en la producción aparentes que reales, en la medida en que el tránsito histó- socialmente útil. La politización de lo social, de lo cultural, e rico del capitalismo se hace de una interpenetración siem- incluso de lo personal, abre un inmenso campo para el ejer- pre creciente entre los dos principios, una interpenetración cicio de la ciudadanía y revela, al mismo tiempo, las limita- que subvierte y oculta la exterioridad formal del estado y de ciones de la ciudadanía de extracción liberal, incluso de la la política frente a las relaciones sociales de producción. En ciudadanía social, circunscrita al marco del estado y de lo po- estas condiciones, invocar el principio del estado contra el lítico por él constituido. Sin postergar las conquistas de la principio del mercado, es caer en la trampa de la radicalidad ciudadanía social, como en últimas pretende el liberalismo fácil que consiste en transformar lo que existe en lo que ya político-económico, es posible pensar y organizar nuevos existe, como es propio del discurso político oficial. ejercicios de ciudadanía –porque las conquistas de la ciuda- danía civil, política y social no son irreversibles y están lejos Apesar de estar muy colonizado por el principio del es- de ser plenas– y nuevas formas de ciudadanía –colectivas y tado y por el principio del mercado, el principio de la comu- no meramente individuales: ejercicios y formas basados en nidad rousseauniana, es el que tiene más potencialidades pa- formas político-jurídicas que, al contrario de los derechos ge- / Septiembre 2001
  • 6. Debates nerales y abstractos, incentiven la autonomía y combatan la No rechazo una cierta normatividad en este análisis y, dependencia burocrática, personalicen y localicen las compe- un campo de muchas opciones, la preferencia por la opción tencias interpersonales y colectivas en vez de sujetarlas a pa- más optimista o prometedora. Son conocidas las limitacio- trones abstractos; ejercicios y formas que parten las nuevas nes de los NMSs y hoy en día empieza a ser común afirmar formas de exclusión social, basadas en el sexo, en la raza, en que ya pasó su momento de apogeo. Es debatible si la rela- la pérdida de calidad de vida, en el consumo, en la guerra, ción tensa o de distancia calculada entre la democracia re- que ahora ocultan o legitiman, ahora complementan y pro- presentativa y los NMSs ha sido benéfica o perjudicial para fundizan la exclusión basada en la clase social. éstos últimos. Según algunos, esa tensión o distancia es res- ponsable por la inestabilidad, por la discontinuidad y por la No es sorprendente que, al regresar políticamente, el incapacidad de universalización que, en general, han sufrido principio de la comunidad se traduzca en estructuras orga- los NMSs y que a la postre son responsables por el impacto nizacionales y estilos de acción política diferentes de aque- relativamente restringido de los movimientos en la transfor- llos que fueron responsables de su eclipse. De ahí la prefe- mación política de los países donde han ocurrido. Por ejem- plo, Tullo Vigevani señala los riesgos de asambleísmo, ple- biscitarismo y mesianismo re- sultantes de que no exista “nin- gún tipo de institucionaliza- ción”, de que no existan los mecanismos necesarios para la construcción de la voluntad co- lectiva”, y lo lleva a preguntar- se por los “alcances cuantitati- vos de los movimientos socia- les” (1989: 108). Pero, por otro lado, con un éxito muy diferen- 182 ciado, algunos movimientos se han “institucionalizado” con- virtiéndose en partidos y dis- putando la política partidaria con lo que, en este caso, corren el riesgo al adoptar la estructu- ra organizativa del partido de movimiento, de subvertir la ideología y los objetivos del movimiento que condujo al partido: este es un riesgo bien rencia por estructuras descentralizadas, no jerárquicas y expresado en la forma del fraccionalismo entre pragmatismo fluidas, en violación de la racionalidad burocrática de Max y fundamentalismo, propia de estos partidos. Weber o de la “ley de hierro de la oligarquía” de Robert Mi- chels. De ahí también la preferencia por la acción política Dada la gran diversidad de los NMSs, es imposible ha- no institucional, fuera del compromiso neocorporativista, blar de un patrón único de relaciones entre democracia re- dirigida a la opinión pública, con vigorosa utilización de los presentativa (cuando ésta existe, debido a que en América medios de comunicación social, involucrando casi siempre Latina la lucha de los NMSs se ha dado muchas veces por actividades de protesta y confiando en la movilización de lograr dicha democracia) y democracia participativa. No me los recursos que ellas proporcionan. Dialécticamente, esta parece en sí mismo negativo el hecho de que esas relacio- novedad en las estructuras organizativas y en el estilo de ac- nes, cualesquiera que sean, siempre se hayan caracterizado ción política es el eslabón que une los NMSs con los viejos por la tensión y por la difícil convivencia entre las dos for- movimientos sociales. A través de esta novedad continúan y mas de democracia, toda vez que es de esa tensión que se ahondan la lucha por la ciudadanía, no siendo por eso co- han liberado muchas veces las energías emancipatorias ne- rrecto justificar (con base en esta novedad) un pretendido cesarias para la ampliación y la redefinición del campo po- desinterés por las cuestiones de la ciudadanía en los NMSs lítico. Hay que agregar que, incluso cuando las formas de como lo hacen Melucci (1988) y otros. institucionalización son más tenues, la discontinuidad de los NMSs puede ser más aparente que real, pues, como afir- / Septiembre 2001
  • 7. Los nuevos movimientos sociales ma Paulo Krischke, es necesario tener en cuenta las contri- constelaciones socio-políticas que, por una u otra vía, no lo- buciones positivas de los movimientos “tanto para la me- graron una síntesis entre subjetividad, ciudadanía y emanci- moria colectiva de la sociedad, como para la reforma de las pación, dando de ella una versión truncada, desfigurada, instituciones” (1987: 287). Similarmente, para Inglehart perversa. Frente a los fracasos de la teoría crítica moderna, (1990: 43) y Dalton y Kuechler (1990: 227), los NMSs son que está, además, por detrás de algunas de las formas de fal- señal de transformaciones globales en el contexto político, sa emancipación, la tarea de la teoría crítica postmoderna social y cultural de nuestra contemporaneidad y por eso sus consiste en apuntar de nuevo hacia los caminos de la sínte- objetivos serán parte permanente de la agenda política de sis, tomando como método, por un lado, la citación de todo los próximos años, independientemente del éxito, necesa- lo que existió de positivo en la experiencia histórica de riamente diverso de los diferentes movimientos concretos. nuestra contemporaneidad, por más negativa que ocasional- mente haya sido, y por otro lado, la disponibilidad para identificar lo que de nuevo caracteriza el tiempo presente y Los años noventa hace de él verdaderamente nuestro tiempo. El esfuerzo teó- rico que está por emprender debe incluir una nueva teoría Si las dos últimas décadas fueron experimentales, es de la democracia que permita reconstruir el concepto de natural que los años noventa traigan una profundización de ciudadanía, una nueva teoría de subjetividad que permita algunas de las experiencias, a menos que la sociedad del fu- reconstruir el concepto de sujeto y una nueva teoría de la turo no necesite de un modo específico y dominante de au- emancipación que no sea más que el efecto teórico de las torreproducirse y haga de la inestabilidad de las nuevas ex- dos primeras teorías en la transformación de la práctica so- periencias, la única forma viable de estabilidad. También es cial llevada a cabo por el campo social de la emancipación. posible pensar, como quiere algún postmodernismo, que lo nuevo que hubo en estos últimos veinte años no cesará de repetirse, como nuevo, en los años venideros, no quedándo- Bibliografía nos otra actitud sino perder el hábito de imaginar otras po- sibilidades más allá de lo que existe y celebrar lo que exis- te como el conjunto de todas las posibilidades imaginables. Brand, Karl-Werner (1990) “Cyclical Aspects of New Esta teoría, que tiene la peculiaridad de ser indeterminista Social Movements: Waves os Cultural Criticism and 183 en relación con el presente y determinista en relación con el Mobilization Cycles of New Middle-Class futuro, no nos impide sin embargo imaginar otras teorías Radicalism”, en Dalton y Kuechler: 23. posibles donde quepa la diferencia del futuro y nuestra di- Cardoso, Ruth 1983 “Movimentos Socias Urbanos: ferencia en relación con él. um balanço crítico”, en Almeida, M.H. y Sori, B. (org.) 1988 Sociedade e Política no Brasil Pós-64 Si fuera correcto hablar de “patologías de la moderni- (Sao Paulo: Brasiliense). dad”, diríamos que ellas consistieron hasta ahora en subsín- tesis entre subjetividad, ciudadanía y emancipación, que re- Dalton, Russel y Kuechler, M. (orgs.) 1990 Challenging sultaron en excesos de regulación, los cuales además, en the Political Order: New Social and Political Movements ocasiones, se insinuaron bajo la forma de emancipaciones, in Western Democracies (Oxford: Polity Press). denunciadas posteriormente como falsas. En las secciones Frank, André G. y Fuentes, M. (1989) “Dez Teses anteriores, mencionamos tales excesos en sus diferentes Acerca dos Movimentos Sociais” en Lua Nova 17:19. formas y el siguiente cuadro lo presenta de modo sinóptico. Inglehart, Ronald 1990 “Values, Ideology and SUBSINTESIS EXCESO Cognitive Mobilization in New Social Movements”, en Ciudadanía sin subjetividad ni Normalización disciplinaria Dalton, Russel y Kuechler, M. (orgs.) Challenging the emancipación. foucaultiana. Political Order: New Social and Political Movements Subjetividad sin ciudadanía ni Narcisismo: autismo emancipación. des-socializante; consumismo. in Western Democracies (Oxford: Polity Press) 43. Emancipación sin subjetividad Despotismo; totalitarismo; Jacobi, Pedro 1987 “Movimentos Sociais: Teoria e ni ciudadanía. reformismo autoritario. Prática em Questao”, en Scherer-Warren y Krischke Emancipación con ciudadanía y Reformismo social-democrático. 1987: 246. sin subjetividad. Emancipación con subjetividad Basismo; mesianismo. Krischke, Paulo 1987 “Movimientos Sociais e Transiçao y sin ciudadanía. Política: contribuicoes da Democracia de Base”, en Scherer-Warren, Ilse y Krischke, P. (orgs.) Uma No cabe analizar aquí cada uno de ellos. Los concibo Revoluçao no Quotidiano?: os Novos Movimentos como diferentes subsíntesis de la modernidad, es decir Sociais na América do Sul (Sao Paulo: Brasiliense) 276. / Septiembre 2001
  • 8. Debates Laranjeira, Sonia 1990 (org.) Classes e Movimentos la postmodernidad (Santafé de Bogotá: Siglo del Sociais na América Latina (Sao Paulo: Hucitec). Hombre Editores, Facultad de Derecho Universidad de los Andes, Ediciones Uniandes) 312-331. Melucci, Alberto 1988 “Social Movements and the democratization of everyday life”, en Keane, John 2 Entre la extensa bibliografía, ver cuatro importantes (org.) Civil Society and the State (Londres: Verso). libros (tres de ellos colectivos), dos centrados en los NMSs de los países capitalistas avanzados (Scott, Ponte, Victor M.D. 1990 “Estruturas e Sujeitos na 1990; Dalton y Kuechler, 1990) y dos centrados en los Análise da América Latina”, en Laranjeira, Sonia, 270. NMSs de América Latina (Scherer-Warren y Krischke, Scherer-Warren, Ilse y Krischke, P. (orgs.) 1987 Uma 1987; Laranjeira, 1990). Revoluçao no Quotidiano?: os Novos Movimentos 3 Hasta el inicio de los noventa los movimientos indígenas Sociais na América do Sul (Sao Paulo: Brasiliense). son raramente mencionados. Sin embargo, en los últimos Scott, Alan 1990 Ideology and the New Social años, sobre todo en América Latina, han sido muy Movements (Londres: Unwin Hymán). importantes e innovadores en la lucha social y política. Touraine, Alain 1978 La Voix et le Regard (París: Seuil). 4 A título de ejemplo, cf. ver las posiciones de Frank, Vigevani, Tullo 1989 “Movimentos Sociais na G. y Fuentes, M. (1989) y de Brand, Karl-Werner Transiçao Brasileira: A Dificuldade de Elaboraçao do (1990), a favor de las tesis de la continuidad entre Proyecto”, en Lua Nova 17: 93. viejos y nuevos movimientos sociales; y las posiciones de Dalton y Kuechler (1990) en favor de la tesis de la novedad de los NMSs. Notas 5 Para el debate en el Brasil, ver por ejemplo, cf., Cardoso, Ruth y Jacobi, Pedro. 1 Extraido de de Sousa Santos, Boaventura 1998 (1995) De la mano de Alicia. Lo social y lo político en 184 / Septiembre 2001
  • 9. La estructura de los movimientos sociales en Bolivia1 Por Alvaro García Linera* E n Bolivia, en los últimos quince años, a raíz de las reformas estructurales que han afectado la economía, el estado y la estructura de las cla- ses sociales, todo el basamento que hizo de los sindicatos obreros el núcleo de las identidades subalternas, ha sido desmontado sistemáticamente. Las grandes empresas y ciudadelas obreras han sido sustituidas por numerosas medianas y pequeñas fábricas ca- paces de extender el trabajo industrial hasta el domicilio pro- duciendo un efecto de desagregación social contundente y fragmentación material de la fuerza de masa del trabajo. El contrato fijo que sostuvo el sentido de previsibilidad, es hoy una excepción frente a la subcontratación, la eventualidad, el 185 contrato por obra que precariza la identidad colectiva y pro- mueve el nomadismo laboral limitado en su capacidad de forjar fidelidades a largo plazo, dando lugar por una parte a una hibridación de la condición de clase y a la emergencia de “identidades contingentes” de los trabajadores según la actividad, los oficios laborales, los entornos culturales don- unificación social y de acción colectiva manifiestas en los de se encuentren transitoriamente y la dinámica de “contor- últimos años a partir de la defensa del agua, los servicios nos difusos” entre el espacio del trabajo y del no trabajo públicos y el reconocimiento de derechos indígenas. (Bhabha, 1997; Beck, 2000). La transmisión de saberes por estratificaciones laborales estables y los ascensos por anti- güedad van siendo sustituidos por la polivalencia, la rota- La forma multitud ción del personal y el ascenso por mérito y competencia, quebrando la función del sindicato como mecanismo de as- A raíz de los intentos gubernamentales de entregar la censo y estabilidad social, tan propios de la antigua forma administración de la empresa de agua potable en la tercera sindical de movilización. Por último, el sindicato ha sido ciudad del país, Cochabamba, a un consorcio norteamerica- proscrito de la mediación legítima entre estado y sociedad, no, y de mercantilizar la gestión de los recursos hídricos papel que desempeñó durante décadas, para ser lentamente con que cuentan comunidades campesinas, ha surgido des- sustituido por el sistema de partido, erosionando aún más la de el año 2000 un movimiento social urbano-rural, llamado eficacia representativa que antes poseía en la medida en que Coordinadora del Agua y la Vida, con tal fuerza de movili- era el mediador político y el portador de ciudadanía. zación que fue capaz de protagonizar un levantamiento ci- vil, expulsar a la empresa extranjera y modificar el panora- Pero la disolución de las condiciones de posibilidad de ma político regional. Veamos algunas de las características la forma sindicato, en parte también han sido las condicio- de esta forma de acción colectiva, que hemos denominado nes de posibilidad del surgimiento de otras formas de inter- forma multitud. * Matemático e investigador social. Docente de la Carrera de 1. Modo de unificación territorial y flexible. A medida Sociología y de la Maestría en Ciencias Políticas en la Universidad que se derrumbaba el centro de trabajo estable como lugar de Mayor de San Andrés, La Paz, Bolivia. agregación; formas de organización territorial preexistentes, / Septiembre 2001
  • 10. Debates como las juntas vecinales, los sindicatos por jurisdicción (campesinos y gremiales), asociaciones por rama de oficio y una multifacética, compleja y generalizada urdimbre organi- zativa de la sociedad subalterna enraizada en ámbitos locales y territoriales de preocupación, han adquirido una relevancia de primer orden con gran fuerza de movilización. Lo decisivo de esta forma multitud es que, mayoritaria- mente, resulta de la agregación de sujetos colectivos, es de- cir, una asociación de asociaciones donde cada persona que está presente en el acto público de encuentro no habla por sí misma sino por una entidad colectiva local ante la cual tiene que rendir cuenta de sus acciones, de sus decisiones, de sus palabras. Pero además, y ésta es una virtud respecto a la forma sindicato, esta multitud no crea una frontera entre afiliados y extraños. Tanto en sus reuniones locales o departamenta- les, como en las acciones de masas, en las asambleas, en las movilizaciones, bloqueos o enfrentamientos, otras perso- nas, carentes de filiación grupal (individuos) o representan- tes de otras formas de organización (sindicatos obreros), también pueden intervenir, opinar, participar, etc., amplián- dose enormemente la base social de acción y legitimidad. En este sentido, la multitud es una red organizativa bastan- te flexible, hasta cierto punto laxa que, presentando un eje de aglutinación bastante sólido y permanente, es capaz de 186 convocar, dirigir y movilizar a una inmensa cantidad de ciu- dadanos “sueltos” que por su precariedad laboral, por los procesos de modernización e individualización, carecen de viles, la institucionalización de otras maneras de ejercer los fidelidades tradicionales. derechos democráticos –como el referéndum llevado a ca- bo en marzo de 2000 o la convocatoria a una asamblea 2. Tipo de reivindicaciones y base organizacional. Constituyente–, el control directo del poder político a nivel Las principales demandas en torno a las cuales han comen- departamental durante las jornadas de movilización, o la zado a articularse estos centros locales de asociación han si- propuesta de la implementación de una forma autogestiona- do la gestión del agua, el acceso a la tierra y el precio de los ria de la provisión de agua potable. Tenemos así una com- servicios básicos que en conjunto delimitan el espacio de ri- binación entre defensa de recursos anteriormente poseídos quezas vitales y primarias que sostienen materialmente la (el agua), con la demanda de recursos que anteriormente no reproducción social. existían, en este caso derechos democráticos y poder políti- co que hacen a la multitud una forma de movilización pro- En ese sentido, utilizando la clasificación dada por fundamente tradicional y radicalmente moderna por una Tilly, se podría decir que estamos ante un tipo de acción co- parte, y por otra defensiva y ofensiva a la vez. lectiva “reactiva” similares a las que él estudió en el siglo XVIII europeo (Tilly, 1975). La preexistencia de “comuni- dades solidarias locales” como base de la movilización tien- 3. Soberanía y democratización social. Teniendo co- de a reforzar esta mirada. Sin embargo, la forma multitud mo base a las estructuras territoriales donde la asamblea, la también contiene, y de una manera creciente, grupos de ba- deliberación y la consulta directa son prácticas cotidianas se asociacionista y electiva emergentes de los intermitentes para atender asuntos particulares, estas extendidas prácticas y mutilados procesos de modernización social. de democracia directa comenzaron a convertirse en soporte para la consulta y elaboración de estrategias de moviliza- Igualmente, la forma multitud también ha puesto en es- ción primero en el ámbito regional o provincial. Pero a me- cena demandas y acciones de tipo “proactivas”. En la medi- dida que las redes de movilización centradas en una misma da en que se fue consolidando, ampliando y radicalizando demanda crecieron a nivel departamental, estos saberes de- el movimiento social, la base movilizada de la Coordinado- mocráticos y estas técnicas de deliberación tuvieron que ex- ra comenzó a buscar reconocimiento a sus formas de demo- pandirse, al tiempo que reconfigurarse, para dar paso a una cracia asambleísta como técnica de gestión de demandas ci- compleja y sistemática estructura de ejercicio democrático / Septiembre 2001
  • 11. La estructura de los movimientos sociales en Bolivia de prerrogativas públicas, de formación de una opinión pú- dad y a sus cabildos y por quince días, en octubre de 2000, blica y, con el tiempo, de resolución de la gestión de un bien y treinta días, en junio-julio de 2001, éstas se mostraron co- público (el agua) a escala regional, incluso en competencia mo eficientes y coordinadas formas de ejercicio de poder con el estado. gubernamental en una extensa región del país. 4. Institucionalidad y amplitud. A diferencia de lo Segundo: sistema comunal productivo aplicado a la que fue el movimiento obrero, la forma multitud carece de guerra de movimientos. La posibilidad de que tanta gente mecanismos duraderos de convocatoria y consulta que per- pueda mantenerse por tantos días en las carreteras se sostu- mitan tornar rutinarios los ámbitos de presencia de sus com- vo en el tradicional sistema de “turnos”, mediante el cual ponentes. Si bien los sujetos colectivos locales que la com- cada veinticuatro horas la gente movilizada de una comuni- ponen mantienen continuamente prácticas de asamblea, la dad es sustituida por la de otra comunidad a fin de permitir actuación mancomunada como multitud es siempre una in- que la primera descanse, se dedique durante unos días a sus certidumbre que sólo se resuelve en la práctica. De ahí que faenas agrícolas y regrese nuevamente a la movilización cada convocatoria a la movilización sea a su vez un referén- cuando le toque su “turno”. Por cada cien personas movili- dum acerca de la vitalidad, la continuidad o la debilidad de zadas en uno de los cientos de bloqueos hay un círculo de la multitud, que permite entonces forjar una cultura organi- otras mil o dos mil personas que esperan su turno para des- zativa que asume la unidad como resultado de un paciente plazarse. De ahí el cálculo conservador de que sólo en el al- trabajo y no como un hecho dado que sólo basta evocar pa- tiplano se movilizaron cerca de quinientos mil comunarios ra presenciarlo. aymaras. La logística del bloqueo estuvo también asentada en las La forma comunidad propias comunidades. Cada grupo movilizado traía su ali- mentación, su sistema de mandos, y sus armas. El momen- En el mismo año 2000, paralelamente a estas moviliza- to culminante de esta organización de las comunidades in- ciones urbano-rurales ubicadas en la región central de Boli- dígenas ha sido sin duda la formación de un “Cuartel Gene- via, en el Altiplano y alrededor de la cede de gobierno, dos ral Indígena de Q´alachaca” donde cerca de cuarenta mil grandes rebeliones indígenas aymaras han bloqueado todas aymaras, hombres, mujeres, niños, jóvenes y ancianos, se las carreteras de acceso a la ciudad de La Paz impidiendo la atrincheraron durante semanas a fin de prepararse para un 187 entrada o salida de productos y personas, y obligando al go- enfrentamiento bélico contra el ejército republicano. Lo bierno a modificar varias de sus políticas públicas para más significativo de estas comunidades militarizadas fue el atender las demandas indígenas. Lo que ahora nos interesa carácter confederado que ha asumido la estructura de movi- señalar son los mecanismos de movilización social que, al lización y mando. El llamado “Ejército Indígena Aymara” igual que lo que sucedió en abril en la ciudad de Cochabam- concentrado en el cuartel era una formación compuesta por ba, marcan pautas y tendencias para una regeneración de la destacamentos compactos de pequeños ejércitos regionales política y de la acción de los movimientos sociales. y zonales que rotativamente se concentraban en la zona de operaciones al mando de sus propias autoridades, con sus Primero: sustitución del poder estatal por un poder po- propios mecanismos de abastecimiento y logística militar lítico comunal supra-regional descentralizado en varios no- (piedras, palos, dinamita, fusiles), y que en base a acuerdos dos (cabildos). A pocos días de la movilización, el sistema temporales, tensos y permanentemente negociados, estable- estatal de autoridades (subprefecturas, corregidores, alcal- cían acuerdos flexibles y provisionales de acción conjunta días, retenes policiales, administración estatal) fue disuelto con los otros destacamentos provenientes de otras zonas. en toda el área de movilización comunal y reemplazado por un complejo sistema de autoridades comunales (denomina- Tercero: ampliación de la democracia comunal al ám- das dirigentes sindicales, pero que en verdad funcionan ba- bito regional-nacional. La pedagogía de democratización de jo la lógica comunal de la responsabilidad pública rotativa la vida pública, en este caso de la decisión de desplazar la ligada a la legitimidad de la tenencia familiar-comunal de la institucionalidad estatal, de conservar el agua como un bien tierra). Este armazón de poder político alternativo tenía a común, de levantar una estructura militar separada del esta- las asambleas de comunidad (sindicato campesino) como do, fue sin duda extraordinaria, y se ejerció mediante la punto de partida y soporte de la movilización. aplicación de los saberes democráticos practicados en el ámbito de las comunidades campesinas a escala superregio- Durante los dieciocho días nada se movía, nadie transi- nal, que permitió acordar fines colectivos, consultar reitera- taba por los caminos y ninguna decisión se tomaba si no era damente a las bases acerca de la continuidad de la movili- a través de estas redes de poder que ocuparon carreteras, zación, lograr consensos acerca de las demandas, coordinar pueblos intermedios y medios de comunicación. En los he- la defensa territorial de las comunidades movilizadas ante chos, la autoridad territorial de la zona de rebelión se des- el avance del ejército, y controlar la vida política en las zo- plazó del estado a las estructuras sindicales de la comuni- nas sublevadas. / Septiembre 2001
  • 12. Debates Bajo esta nueva forma de poder político, las prácticas otros se interponían y se levantaban orientando la acción democráticas mediante las cuales la población recuperó su movilizada de los objetadores del orden establecido. En las capacidad de intervención y gestión en la formulación del movilizaciones indígeno-campesinas recientes, el conoci- bien común y el uso de la riqueza colectiva fueron: miento territorial devino en materialidad de soberanía que separó dos mundos, el de ellos y el de las élites dominantes. a. Los cabildos y las asambleas que funcionaron como El idioma devino de medio de comunicación en medio de organismos públicos de intercambio de razones y argu- diferenciación entre un “nosotros” y un “ellos” verificable mentos del que nadie estaba excluido, constituyeron un por el saber lingüístico y su modo de adquisición. espacios de producción de igualdad política real y de formación de opinión pública, ambos componentes bá- En conjunto, estos componentes del movimiento social, sicos de lo que se denomina “democracia deliberativa”; tal como tendieron a ser resignificados, comenzaron a re- pero no complementando el estado de derecho, como lo crear los ejes de una identidad cultural contrapuesta, escin- hubiera deseado Habermas (1998), sino precisamente dida a la dominante, de un sentido de filiación colectiva, de interpelando a un estado que, como el boliviano, está alteridad irreductible y que, por la dimensión de disputa te- atravesado de profundos racismos que han instituciona- rritorial y de autonomía política que adquirió esta construc- lizado la desigualdad entre hombres y mujeres pertene- ción comunal de destino compartido, tiene todas las carac- cientes a distintas culturas. terísticas de una rearticulación de identidad nacional indí- gena, mayoritariamente aymará, cuya vitalidad o existencia b. Las deliberaciones entre iguales se sustentaron en efímera se medirá en los siguientes años. movimientos sociales (las comunidades movilizadas) portadores de una moral de responsabilidad pública (lo- cal) en la que rigen formas de acción normativamente Bibliografía reguladas. Ciertamente, esto lleva a que muchos de los Bhabha, Homi 1993 The location of culture (Londres: valores colectivos que guían los comportamientos de Routledge). sus integrantes estén regidos por principios previos y obligatorios que pudieran limitar la generación de nue- Beck, Ulrich 2000 (1999) Un nuevo mundo feliz vos consensos sustanciales, como por ejemplo sucede a (España: Paidos). escala comunal donde lo público tiene la misma dimen- García, Álvaro; Gutiérrez, Raquel; Prada, Raúl y 188 sión territorial que el espacio de eficacia de los valores Tapia, Luis 2001 Tiempos de rebelión (La Paz: Muela normativos. Sin embargo, en el marco de las acciones del Diablo). colectivas a gran escala donde la esfera pública, lo co- mún que interconecta a los sujetos colectivos, rebasa el Habermas, Jürgen 1998 (1992 y 1994) Facticidad y marco de las regulaciones normativas locales, tiende a validez (Valladolid: Trotta). ser fruto de una nueva interacción comunicativa pro- Ranciére, Jacques 1996 El desacuerdo (Buenos Aires: ductora de nuevos consensos y normas colectivas. Nueva Visión). Cuarto: política de la igualdad. Uno de los componen- Tilly Charles; Tilly Louise y Tilly Richard 1975 The tes más impactantes de la movilización social, tanto en las rebellious century /1830-1930 (Cambridge, Mass, declaraciones de sus portavoces como en la gestualidad co- Harvard University Press). lectiva de los comunarios bloqueadores, fue el derrumbe simbólico del prejuicio de la desigualdad entre indígenas y elites empresariales “blancoides”. La afirmación de que el Notas dirigente indígena iba a negociar “de presidente a presiden- 1 Versión extractada y modificada del artículo “Sindi- te”, de que los aymaras tenían derecho a “gobernar al país”, cato, multitud y comunidad” en García, Álvaro; Gutié- y la exigencia de que la “vida de un indio debe valer lo mis- rrez, Raquel; Prada, Raúl y Tapia, Luis 2001 Tiempos mo que la vida de un blanco”, fueron palabras y gestos que de rebelión (La Paz: Muela del Diablo). rompieron una secular jerarquía étnico-cultural por medio del ejercicio y la reivindicación del derecho básico de la igualdad (Ranciére, 1996). Quinto: política de la identidad y la alteridad. La rebe- lión de septiembre-octubre, pero ante todo de junio-julio de 2001, ha sido en primer lugar una guerra simbólica, una lu- cha por las estructuras de representación, jerarquización, di- visión y significación del mundo. A medida que los esque- mas mentales dominantes (coloniales) eran impugnados, / Septiembre 2001