1. LA POLÍTICA CRIMINAL DESDE UNA PERSPECTIVA VICTIMOLÓGICA
Rogelio Romero Muñoz
Definida la Política Criminal por Enrico Ferri como el arte de apropiar a las condiciones especiales
de cada pueblo las medidas de represión y de defensa social que la ciencia y el derecho
establecen abstractamente, es pues también, el conjunto de estrategias que utiliza el Estado en un
espacio territorial determinado destinadas a abordar de manera integral a aquellos factores que de
manera inmediata o mediata propicien el fenómeno delictivo.
De esta manera, la Política Criminológica, Política anticrimen o Política Criminal como
comúnmente es llamada, tiene como fin supremo: la prevención, entendida esta, desde un punto
de vista criminológico como el conocimiento anticipado de una conducta antisocial, y el
consecuente accionar con el fin de que ésta no ocurra. A este respecto, con frecuencia tristemente
notamos que resulta común la confusión entre la prevención, fin supremo mencionado con la
represión, que sería en realidad el resultado de una Política preventiva errónea.
Es claro que, para procurar que una conducta antisocial o criminal no se lleve a cabo, es necesario
el conocimiento concreto de aquellos factores y causas que la generan, bajo la premisa de que “la
causa de la causa es causa de lo causado”, buscamos las causas mediatas e inmediatas del
crimen para de esta manera, incidir sobre aquellas de manera directa o indirecta; así entonces; en
el entendido de que el delito es multifactorial, las acciones que se emprenden para atacarlo
deberán ser integrales, atendiendo diversos flancos para conseguir nuestro ya señalado objetivo
supremo.
Así las cosas, es necesario también recordar que la Política Criminal deberá estar siempre acorde
a la realidad de cada pueblo, ser posterior a un estudio diagnóstico serio y guardar congruencia
con las demás Políticas establecidas por el estado, a manera de ejemplo señalaríamos a las
Políticas sociales, económicas, judiciales, legislativas, penitenciarias, etc. De no advertirse y
considerarse lo anterior, toda Política Criminal establecida, estará destinada a fracasar o a no
lograr los objetivos para los que fue trazada y peor aún, producir o favorecer tristemente lo mismo
que combate, es decir, convertirse en un factor criminógeno, cayendo en la penosa situación de
que al tratar de prevenir un delito, se provoca la comisión de otro u otros de mayor gravedad.
Asimismo, tal y como el crimen emerge, evoluciona y se transforma, la Política Criminal deberá
estar en constante transformación evitando quedarse atrás, olvidando aquellas acciones
retrogradas como centrarse solo en la amenaza penal o la tediosa y confusa inflación legislativa,
que solo logran servir como cortinas de humo ocultando el problema y dando una falsa percepción
de la realidad criminal que en verdad nos rodea.
Por otra parte, debemos mencionar que para la creación y puesta en marcha de estrategias de
prevención del delito, se requiere el trabajo conjunto e interdisciplinario de una gama de ciencias
que enriquecerán y darán fortaleza a nuestras pretensiones, así, la sociología criminológica con su
enfoque sociológico del crimen, la demografía con sus aportaciones sobre el desarrollo y las
tendencias poblacionales, la estadística con sus cifras frías que se niegan a mentir, la historia con
el análisis de hechos ya pasados, la psicología criminológica con su valoración de los aspectos
psicológicos que producen la conducta criminal, la psicología social, el derecho, la Victimología,
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2. entre otras serán instrumentos de gran importancia para la labor preventiva a la que van dirigidas
nuestras acciones cuando pretendemos hacer Política Criminal.
Respecto a la última ciencia citada, la Victimología, deseo hacer especial hincapié y sustentar lo
que a mi parecer puede hacer por la prevención del delito.
La Victimología, a la que podemos definir como el estudio científico de aquellas personas que
sufren un daño por causa ajena o propia, es una ciencia relativamente nueva, pujante y que a
través del tiempo ha logrado abrirse camino en el terreno científico y que aunque también
contempla el estudio de las víctimas sin delito, dirige mayormente su atención a las víctimas de la
delincuencia en todos sus niveles, desde la convencional hasta la organizada y desde la tradicional
hasta la contemporánea. Esta ciencia, ha resultado ser una enorme aliada de la criminología y por
ende, lo es también de la Política Criminal, a la que puede auxiliar desde uno de los tantos flancos
que debe combatir, ya señalados.
De esta manera, la Victimología, que como ciencia de síntesis y/o criminológica, tiene como
finalidad, al igual que la criminología, la prevención del delito y para ello establece estrategias de
educación preventivas dirigidas a personas que van desde las potencialmente victimizables hasta
aquellas que ya han sufrido un daño directo o indirecto derivado de una acción criminal.
Pues bien, son estas estrategias sustentadas, establecidas y echadas a andar por victimólogos las
que permiten coadyuvar con otras estrategias de prevención del delito. Es decir, del feliz maridaje
entre la criminología (quien es la que brinda el sustento teórico a la Política Criminal) y la
Victimología, con sus aportes educativo preventivo a las víctimas, es posible cerrar filas en torno al
delito, partiendo del supuesto de que así como es importante evitar que el delincuente potencial se
convierta en criminal, también es factible enseñar a la víctima potencial a no ser víctima.
El trabajo preventivo victimológico, es decir el trabajo preventivo con la víctima y no con el
delincuente es una herramienta que pretende cerrar las puertas al crimen al enseñar o educar al
ciudadano común para generar en él una conciencia igualmente preventiva, que le permite escapar
de la tan temida victimización. Con lo anterior, estaríamos previniendo el delito de manera integral
pero con especial atención a la educación preventiva victimológica, es decir, estaríamos haciendo
prevención del delito pero, desde una perspectiva victimológica.
El olvido de la víctima y el acortamiento de sus derechos en la dogmática penal es por demás
alarmante, víctimas que deciden no acercarse a las instancias de justicia por temor a ser más
victimizados, víctimas que jamás verán reparado ni siquiera parcialmente el daño sufrido, víctimas
que nunca podrán sentir el descanso que la justicia pueda traer a su padecer, víctimas que
sufrirán una y otra vez la victimización en absoluto silencio; y que también han sido olvidadas en
ocasiones en las estrategias de Política Criminal a realizarse.
Baste para ello como un ejemplo, mencionar las acciones de prevención terciaria, según la
clasificación señalada por Joaquín Martín Canivell, que es la que se lleva a cabo en los centros de
readaptación social, en las que se procura en cada caso particular –esto es criminología clínica-
disminuir los factores y causas criminógenos que llevaron a delinquir al sentenciado, hacerlo
consciente de sus problemáticas y darle las herramientas necesarias para que la conducta criminal
no se repita; pero de ninguna manera se pretendería evitar que su víctima volviera a serlo,
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3. disminuyendo los factores victimógenos, haciéndolo consciente de su victimización y dándole las
herramientas necesarias para que dicha victimización –de este u otro criminal- no se repita,
obviamente, en el caso de que la victimización sufrida, claro está, no le hubiese costado la vida.
Tampoco hay que dejar de lado las consecuencias que ha traído el abandono y el olvido a la
víctima: incalculable cifra negra, desconfianza en nuestras autoridades, suspicacia en la población,
corrupción e impunidad, estas dos últimas grandes bestias engendradas en ocasiones ante la
mirada indiferente de la sociedad y el estado.
Por todo lo anterior, considero más que justo incluir en las acciones de prevención del delito a las
víctimas, como ya lo he dicho, desde las potenciales hasta las ya victimizadas e incluso
sobrevictimizadas, es decir, aquellas que sufrieron un daño durante el largo y tedioso caminar en
busca de justicia, sin olvidar a las víctimas secundarias.
Así entonces, es necesario considerar al momento de realizar estrategias anticrimen a las víctimas,
coordinando y entablando las acciones necesarias para que llegue hasta ellas la información
oportuna para evitar el ya señalado proceso de victimización. ¿Y qué se persigue al realizar
estrategias anticrimen desde una perspectiva victimológica?, bueno, pues, en términos técnicos
estaríamos haciendo lo siguiente: evitando que el iter criminis y el iter victimae se encuentren,
estaríamos disminuyendo el riesgo victimal, estaríamos haciendo prevención y/o profilaxis victimal,
estaríamos reduciendo los factores que favorecen la victimogénesis y con ello, estaríamos
haciendo mas fuerte la capacidad de nuestra población de defenderse preventivamente del delito y
con ello, cerrando el camino al criminal, evitando que cometa crímenes y reduciendo de esta
manera la criminalidad.
Por último deseo reiterar encarecidamente que aunque la criminología es una ciencia enfocada al
estudio de aquellos sujetos que han decidido con sus acciones atentar contra la sociedad y que
busca en todo momento la prevención de dichas conductas, los estudiosos de la criminología, no
podemos olvidar el rol tan importante que juega la víctima, y que, así como el delincuente requiere
de una diagnosis, una prognosis y un tratamiento, la víctima también demanda angustiosamente
de nuestra atención y que, después de todo, seguramente siempre estará más dispuesta a
colaborar en nuestras acciones preventivas que el mismo delincuente.
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