¿Existe la mujer? Feminisno cultural VS Feminismo posestructuralista
Género, cultura y medios de información
1. Universidad Nacional de Trujillo
Escuela de Postgrado
Maestría en Ciencias Sociales
E N S A Y O
Medios de información, cultura y género:
Una mirada desde las comunicaciones
ESCUELA DE POSTGRADO - UNT
MAESTRÍA EN CIENCIAS SOCIALES
MENCIÓN EN ADMINISTRACIÓN Y GESTIÓN DEL DESARROLLO HUMANO
Docente: Ms. Evert Arturo Vigo Murga
Maestrista: Lic. Mariana Carranza Ancajima
Trujillo, julio de 2011.
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Medios de información, cultura y género:
Una mirada desde las comunicaciones
INTRODUCCIÓN
En los últimos siglos, las mujeres han ganado terreno gracias a la reivindicación de sus
derechos. Iniciado con el sufragio femenino, como forma revolucionaria de expresar su
sentir traducido en una injerencia social importante.
La mujer, siempre presente (aunque suene contradictorio) en ausencia, en la esfera privada
de la trama social, ha recobrado el sentido de ser humano capaz de romper las barreras que
impedían dar el grito de libertad. Es cierto que aún la „batalla‟ no ha sido ganada del todo,
pero se ha evidenciado progreso en la generación de oportunidades y desarrollo en
condiciones más favorables para su presencia pública.
Todo este proceso, que aún sigue en marcha, ha sido bañado culturalmente por una
evolución en el pensamiento y una lucha constantes con los paradigmas que siguen
vigentes, pero con menor poder para imponerse en lo absoluto.
Este divorcio entre género y sexo respecto a la mujer, ha permitido que las desigualdades
disminuyan en cierta medida. La condición biológica de ser mujer fue traspasada al género
femenino con implicancias netamente reproductivas; por su parte, el varón, ha mantenido la
condición de „macho‟ y poder. Si bien es cierto, se ha logrado pasos importantes en materia
de género a un nivel mundial, pero los elementos que dinamizan la sociedad misma, se
desenvuelven desfavorablemente con la igualdad de género.
El poder político y económico, son esferas que mueven el mundo. Los medios de
información son, en su mayoría, empresas, con intereses comunes al poder económico en
especial. Existe una correspondencia que impide el cambio de discurso social de cara a la
construcción de una cultura equitativa.
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Sabemos, que género es una construcción sociocultural, pero ¿Qué implica lo cultural? ¿A
qué nos referimos cuando hablamos de cultura?. Para entender estos avances en el
desarrollo de la equidad de género, sus limitantes y la relación de género, cultura y medios
de información, es necesario que abordemos en especial la cultura, como proceso
diferenciador y determinante de concepciones respecto a la forma de „leer‟ el mundo.
Hablar de cultura es hablar de un fenómeno complejo, abordado desde múltiples
perspectivas, pero que en muchas ocasiones es reducido y entrampado conceptualmente sin
atender a las características de cada sociedad y a la dinámica social en sí misma.
Las relaciones entre los miembros de determinado grupo social, necesitan ser reguladas
bajo ciertos lineamientos establecidos en conjunto para asegurar una convivencia sana en
base a la ideología de grupo, es por ello que algunos autores definen la cultura como el
comportamiento, las pautas, las creencias y todas las demás normas que regulan el
funcionamiento de un grupo particular, que se transmiten de generación en generación,
estos comportamientos son resultado de la interacción entre las personas y el ambiente
(Santrock; 2003:214).
Con la definición de este autor, notamos que en el establecimiento de las normas sociales
existe la atribución de determinados roles según sexo. Es así que se van haciendo notables
definiciones como orden de género, división sexual de trabajo, lucha de poderes,
machismo, entre otros que nos empujan a pensar en las relaciones culturales entre mujeres
y varones.
La cultura, tal como nos lo menciona Santrock, es contenedora de ideologías y accionares
que serán transmitidos a nivel intergeneracional esto hace que las desigualdades y
disparidades se mantengan. De otro lado, el autor, nos dice que „estos comportamientos son
resultado de la interacción entre las personas y el ambiente‟. Con esta premisa podemos
entrar a la categoría de género, como el resultado de las relaciones personales y las
influencias del contexto local y global.
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Así, género es una de las construcciones humanas básicas para la reproducción del orden
social patriarcal. Todas las sociedades están construidas a partir de la existencia de dos
normatividades generizadas: la masculina y la femenina. (COBO; 2005: 254).
La comunicación, por su parte, protagoniza un rol reforzador en este tema, desde sus
diversas formas, mediaciones, exposición a medios de información, uso de tecnologías de
información y comunicación, entre otros medios y recursos que afianzan las relaciones
culturales.
La cultura „esculpe‟ las relaciones de género, los medios de información terminan por
deformarlas.
Los medios y su implicancia en la construcción y de-construcción de género
Como fenómeno social vinculador, la comunicación es parte indispensable de la cultura, la
misma que contiene factores históricos y cambiantes según la coyuntura a nivel personal y
social. A raíz de su configuración es que se adoptan estilos y formas en las actividades
diarias, que se recrean constantemente sin perder la esencia fundamental. Las prácticas
comunicacionales son parte de las prácticas culturales de los/as pobladores/as de
determinado territorio, a lo que se suman las nuevas maneras de interrelación en los
procesos de aprendizaje y producción social.
La comunicación es una necesidad, por tanto, sus distintas formas, dependerán del acceso,
uso y consumo que de algún modo u otro se les dé. Tomando en cuenta, además, los
códigos culturales y personales de los individuos.
Cuando hablamos de consumo ligado a los medios de información, nos referimos al
consumo de ideas, representaciones, formas de ser, estilos de vida, etc. Al estar expuestos a
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los medios, estamos expuestos a una serie de intangibles que dan paso a una re-
configuración en el corpus humano1.
Así, el consumo como forma de comunicación, lleva consigo una transversalidad en
cualquiera de las implicancias comunicativas, atendiendo a que vivimos constantemente
consumiéndonos unos a otros2.
Como en palabras de Méndez, este consumo de representaciones surge de los valores que
la cultura le asigna a los objetos. Para ilustrar esto, basta con ver la forma en que las
personas consumen no sólo objetos, sino también, otras personas, lugares e ideales
(Méndez; 2007: 301).
Los medios de información, entonces, son configuradores de cultura. El consumo simbólico
abre paso a una construcción de género a través de los contenidos emitidos por esta
comunicación mediática, que no hace más que reforzar los estereotipos y los roles que se
consideraban „naturales‟ a cada género como extensión del sexo. Ya sea en la identificación
de lo doméstico con las mujeres y lo público con los varones.
Un ejemplo son los comerciales de TV. En ellos, se promocionan productos de toda clase,
como electrodomésticos, víveres, bebidas gaseosas, alcohólicas, materiales de aseo, de
limpieza para el hogar. En el caso de estos productos, se suele presentar como protagonista
a una mujer, sea o no el público objetivo similar al que va dirigido. A través de la oferta de
estos productos, se „vende‟ la idea de mujer equiparándola con la de “ama de casa”, “sexy”,
“superficial”, “objeto sexual”, etc.
De otro lado, cuando se ofertan productos que protagonizan a los varones, como perfumes,
desodorantes, equipos tecnológicos, autos; se „vende‟ la idea de “galante”, “caballero”,
“conquistador”, “macho”, “inteligente”, etc.
Los roles asignados por la sociedad a cada género son el fundamento de la desigualdad de
poder entre hombres y mujeres, la cual se manifiesta, sobre todo, en la división sexual del
1
Nos referimos a la compleja forma humana, a nivel multidimensional. Atendiendo a su característica Biopsicosocial.
2
En el sentido de que parte importante de nuestras vidas la pasamos interrelacionándonos, y en estas cercanías, hay un
consumo del significado global de cada uno de nuestros interlocutores.
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trabajo y la exclusión de las mujeres de los mecanismos de poder (ARREGUI; 2004). Los
medios de información son parte de la trama social, por tanto, constructor de estos roles y
responsable de las desigualdades de género.
Los medios de comunicación constituyen un conjunto de herramientas de las que se sirven
los receptores en tanto que espacios simbólicos de gran riqueza, y los adolescentes se
vinculan con ellos construyendo significados diversos que después utilizan en sus
experiencias y en la elaboración de su identidad (Pindado; 2005:19).
Con esta definición quisiera abordar la construcción de otro elemento importante de género:
la identidad. Es cierto que la variedad etérea, hace que se construyan características de
género según la propia experiencia personal y social. En el caso de los/as adolescentes, se
encuentran en una etapa de muchas preguntas e inestabilidad que „agrava‟ la situación. Pero
es necesario considerar un elemento socializador importante en este medio también.
La educación permite corrección. A través de los procesos educativos en el hogar y otras
instancias (escuela, iglesia, etc.) en el caso de los/as niños/as y adolescentes principalmente,
se afianzarán las relaciones de género, aunque no podemos perder de vista, que si bien es
cierto, las relaciones familiares y entre pares influyen, los medios son un arma
omnipresente que sobrepasa círculos de socialización.
Reforzando esta idea, citamos a Díaz, quien nos dice que los medios y los modelos de vida
e imagen de ser joven difundidos en la televisión representa un fuerte campo de
construcción de sentidos para los adolescentes. Las identificaciones que tienen lugar a
partir de estas interacciones con este medio impactan la conformación de autoimagen y
hasta sus imaginarios de vida (Díaz; 2006: 446).
A partir de esto, evidenciamos la permanente construcción – deconstrucción de la cultura
de género a través de la comunicación mediática. Desde formas extremas de violencia
contra la mujer, que reafirman el poder físico del varón sobre la mujer, con noticias salvajes
y „rojas‟, hasta la presencia política de muchas peruanas empoderadas y capaces de
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sobresalir. Una muestra son los logros de la mujer en deportes erróneamente considerados
para varones (el surf y el boxeo), cine, arte, política y economía.
Estos extremos de los que pasa la mujer, hace que existan cuestionamientos en la
reconfiguración de las concepciones respecto al género, reconstruyendo las percepciones y
puntos de vista de los varones y otras mujeres referente a la condición favorable y el poder
del que ahora gozan muchas mujeres.
Aquí entra a tallar el otro tipo de comunicación, mucho más efectivo. La comunicación
hace posible entonces que dialoguen las heterogeneidades personales, sociales y
culturales, allí donde ella existe es posible articular, fomentar, mediar y por lo tanto
integrar sin eliminar las diferencias, cuestionando la desigualdad y el aislamiento (Alfaro;
1993:08).
La comunicadora Rosa María Alfaro, es muy acertada al hacer notar esta característica
conciliadora de la comunicación. En las nuevas reconfiguraciones de las relaciones de
género se necesitan de estrategias comunicativas para negociar los cambios, en términos de
un ganar-ganar.
Los medios siempre estarán allí para que las personas consuman, lo que ellos quieren que
se consuma. La desinformación primará como estrategia política y como causa de las
desigualdades y la deshumanización. Mientras no haya consciencia de los intereses detrás
de los programas, spots publicitarios y noticias, se seguirán abstrayendo mentes, y lo que es
peor aún, no lograremos la condición igualitaria entre mujeres y varones que tanto se
anhela.
Finalmente, queda en la decisión de cada persona, el contribuir o no a estas diferencias o
promocionar la equidad de género. En palabras de Rosa María, mientras que existan vidas
individuales e historias, cada ser humano aporta sus especificidades a las identidades
sociales y culturales (Alfaro; 1993: 06).
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CONCLUSIONES
1. La cultura es un proceso en permanente construcción, de la cual forman parte las
configuraciones de género y los medios de información.
2. Los medios de información son configuradores de cultura.
3. Las relaciones de género son producto de las diversas formas de comunicación,
considerando a esta última, como parte importante e indispensable de la cultura.
4. Los medios de información construyen y de-construyen las concepciones de género,
afianzando la condición desigual de las mujeres.
5. La influencia de los medios de información y los entes de socialización son innegables
en el afianzamiento de las relaciones de género, pero no determinantes para su total
aceptación en términos positivos o negativos.
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
A. LIBROS Y PUBLICACIONES:
1. ARREGUI MARÍA, Victoria (2004) Manual de capacitación en equidad de
género. Agencia Española de
Cooperación Internacional. Santo
Domingo.
2. COBO BEDIA, Rosa (2005) El género en las ciencias sociales.
Universidad de A. Coruña. España.
3. Instituto Jalisciense de las Mujeres (2008) Mujeres y Hombres: ¿Qué tan
diferentes somos?. México.
4. SANTROCK, John W. (2003) Adolescencia: psicología del
desarrollo, novena edición, Mc Graw
Hill editores, España.
B. SITIOS WEB:
5. ALFARO MORENO, Rosa María (2010) La comunicación como relación para el
desarrollo. URL disponible en:
http://www.aulaintercultural.org/IMG/pdf/rosa-
maria-alfaro.pdf [13.08.10].
6. DÍAZ SÁNCHEZ, Josefina (2006) Identidad, adolescencia y cultura. Jóvenes
secundarios en un contexto regional. Revista
mexicana de investigación educativa, México.
URL disponible en:
http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/src/inicio/Art
PdfRed.jsp?iCve=14002906&iCveNum=4729
[22.10.09]
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