1. JUNIO DE 2014 BÓTOX
TRATAMIENTO
FACIAL
GISSELL PAOLA LONDOÑO
MARTÍNEZ
2. TÉCNICA PROFESIONALEN ESTÉTICACOSMETOLÓGICA
GISSELL PAOLA LONDOÑO MARTÍNEZ
TOXINA BOTULÍNICA
¿Qué es la Toxina Botulínica?
La toxina botulínica, la cual es comúnmente conocida como Botox®, es una neurotoxina,
producida por una bacteria llamada Clostridium botulinum (ver figura 1). Esta toxina es tan
fuerte que es considerada una de las más fuertes hasta ahora conocidas.
Como agente de intoxicación produce la enfermedad o parálisis conocida como botulismo,
patología que se caracteriza por el desarrollo de alteraciones al sistema nervioso, con
síntomas como sequedad de boca, náuseas y vómito, entre otros y parálisis muscular
progresiva que puede llegar a ser causa de muerte al afectar la función respiratoria.
Tipos de Toxina Botulínica
Al existir diversidad de cepas de la bacteria Clostridium botulinum, también se producen
diferentes tipos de toxina. En total son siete formas inmunológicamente distintas de
neurotoxina botulínica cuya denominación es TbA hasta TbG. Los subtipos más usados
para aplicación en seres humanos, son la toxina botulínica tipo A (TbA, para uso cosmético
comúnmente conocido como Botox®) y la toxina botulínica tipo B (TbB).
El Botox® se utiliza en mínimas cantidades sobre las arrugas de la cara y líneas de
expresión (ver figura 2) y no llega a diseminarse en el resto del organismo, por lo que no
tiene efectos en otras áreas.
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GISSELL PAOLA LONDOÑO MARTÍNEZ
La toxina botulínica, al igual que otros derivados de toxina como la penicilina, no
representan un peligro para el ser humano y después de un cuidadoso proceso de
elaboración y purificación para su uso medicinal, posee la aprobación de la FDA en
Estados Unidos
¿Cuándo surgió la Toxina Botulínica?
El uso clínico de la toxina botulínica tipo A (TbA) en los seres humanos, comenzó a
principio de los años ochenta debido a varios estudios clínicos que sugirieron que es un
tratamiento eficaz y seguro para una variedad de distonías focales así como para el
tratamiento de primera línea de la distonía cervical. Sin embargo, no todos los pacientes
responden bien a la TbA y entre un 5% y un 10% se tornan resistentes a ella después de
varios ciclos de tratamiento. Esta resistencia generalmente puede convertirse en algo
permanente.
Los tipos más frecuentes de toxina botulínica causantes de botulismo humano son las A, B
y E. En animales los tipos más frecuentes causantes de botulismo son C y D.
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Botox®
La marca comercial más conocida de esta forma de toxina
botulínica cosmética es Botox®, medicamento producido y
registrado por la empresa Allergan, Inc. de Irvine, California,
que obtuvo la aprobación oficial en EE.UU en abril de 2002,
para uso estético. En la actualidad se comercializan en el
mundo otras presentaciones comerciales de la toxina botulínica
de tipo A para uso estético con indicaciones semejantes a las
del Botox® pero se debe tener en cuenta que esta es una marca
registrada que no puede usarse como nombre genérico y el
paciente debe ser oportuna y claramente informado sobre el tipo y marca del medicamento
o presentación de la toxina que le va a ser aplicado.
¿Cómo funciona?
Las arrugas y líneas de expresión se producen al gesticular y mostrar emociones a través de
nuestro rostro una y otra vez, sea tristeza, enojo, risa o alegría. Nuestro cerebro envía la
orden a la cara de mover los músculos para expresar esa emoción y libera un
neurotransmisor llamado acetilcolina que oficia de mensajero para que los éstos se
contraigan El Botox® bloquea a ese neurotransmisor y por lo tanto el músculo no recibe la
orden de contracción y queda intacto, evitando la formación de arrugas. Como los músculos
quedan en reposo o inactivos, la piel que los recubre se relaja y comienzan a desaparecer
las líneas de expresión progresivamente. También al no haber movimiento en esa zona se
evita la aparición de nuevas arrugas en el área
Indicaciones
Actualmente las aplicaciones de esta sustancia son varias, siendo su uso más extendido el
tratamiento de las arrugas, creadas por la contracción de los músculos de expresión,
perpendiculares a la dirección de dicha contracción. El Botox® paraliza los músculos
faciales, lo que evita el movimiento de la piel sobre ellos eliminando así las líneas de
expresión y evitando su formación.
Se suele aplicar principalmente en la frente, entrecejo, y alrededor de los ojos y la boca;
corrigiendo así, de forma temporal y sin riesgo alguno, la mirada dura o de enfado
producida por un entrecejo marcado o la expresión de tristeza que aparece cuando los
ángulos laterales de la boca se “hunden”, o las cejas empiezan a caerse.
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Se trata de un tratamiento recomendado para personas de entre 40 y 60 años, edad a partir
de la cual la flacidez de la piel impide unos buenos resultados; y su efecto es temporal
porque el nervio del músculo no es eliminado totalmente y vuelve a crecer, por lo que se
necesitan varios tratamientos con una frecuencia aproximada de entre 4 y 6 meses, según la
persona.
También se usa el en el Botox® en el tratamiento de la hiperhidrosis, que es la sudoración
excesiva que algunos pacientes presentan en manos y axilas principalmente, en los que la
toxina botulínica actúa bloqueando la acción de las glándulas sudoríparas, por lo que es
muy eficaz en la eliminación del sudor, efecto que dura entre 6 y 9 meses, sin ningún efecto
secundario peligroso.
Esta toxina es empleada además en otras múltiples especialidades para el tratamiento del
estrabismo, tics, espasmos musculares, dolor lumbar, migrañas o fibromialgia reumática,
etc.
Contraindicaciones y efectos secundarios
No debe ser utilizado en pacientes que sufren de alergias a
la bacteria usada, ni en mujeres embarazadas porque no hay
estudios para demostrar que el tratamiento es seguro.
Posee además algunos efectos secundarios como reacciones
alérgicas, rigidez facial, náuseas, y entre los efectos
colaterales más importantes se encuentran la parálisis facial
y la caída del párpado, que desaparecen a los cuatro o seis
meses.
Métodos de aplicación
Se trata de un procedimiento que dura aproximadamente 10 minutos y se realiza en el
consultorio del médico. Es muy importante que el profesional que lo realice sea
experimentado para que los resultados sean los deseados, ya que hay personas que
necesitan en varios lugares de la cara o una mayor cantidad de toxina botulínica y corren el
riesgo de quedar con una expresión indeseada.
Una vez aplicada la inyección de Botox®, los primeros resultados se ven entre las 48 y 72
horas. Sin embargo, los efectos reales empiezan a notarse a partir de los 5 o 10 días después
de la aplicación y duran entre 4 y 6 meses, dependiendo de cada paciente en particular.
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Aproximadamente un 90 por ciento de los pacientes responden bien al tratamiento con
Botox®® y en algunos casos si hay músculos resistentes, podría requerir una reinyección
para los últimos toques.
Para su aplicación se utilizan pequeñas agujas que se introducen en la zona a tratar. Muchos
pacientes han reportado un dolor menor con el Botox®® que con el relleno de colágeno. Si
se siente dolor, puede ser reducido con la aplicación local
de hielo y la ingesta de algún analgésico.