2. …¿Eres tú el que ha de
venir o tenemos que
esperar a otro? Jesús
respondió: Id a anunciar
a Juan lo que estáis
viendo y oyendo: los
ciegos ven y los cojos
andan, los leprosos
quedan limpios y los
sordos oyen… Y ¡dichoso
el que no pierde su
confianza en mí!
M t 11, 2-11.
3. La secuencia de Isaías (35, 1-10) es un canto a la esperanza. El
desierto y el yermo se regocijarán, se alegrará el páramo y la
estepa, florecerá como flor de narciso… Son las notas que
anuncian del Mesías. Como agua en el desierto, dará nueva vida
y sentido a la Creación.
4. Este tercer domingo de Adviento posee un tinte de
alegría y fiesta ante la venida del Señor. Los
cristianos estamos llamados a vivir alegres porque
nuestra esperanza se tornará en gozo. Viene aquel
que todo lo cambia y lo renueva.
5. Los discípulos de Juan van a preguntar a Jesús si
él es el que ha de venir. Jesús responde con
palabras del profeta Isaías: los ciegos ven, los
cojos caminan… y a los pobres se les anuncia el
Reino de Dios.
6. La llegada de Jesús
revoluciona nuestra
vida.
Él puede cambiar
nuestra existencia y
convertirla, alejar las
oscuridades y convertir
nuestra vida en un
canto de esperanza.
7. Cuántas personas son
ciegas porque no saben
contemplar la realidad
desde los ojos de Dios.
Dejan pasar los atisbos, las
señales de Dios a su
alrededor. Perder el don
de la vista es dramático…
pero ¿no es más terrible
que nuestra vista se aparte
del Creador.
Sin embargo, él puede
abrirnos los ojos del alma.
8. Los sordos oyen
¿Sabemos escuchar la melodía de Dios en
nuestra vida? Inmersos en el ruido, somos
incapaces de reconocer el susurro divino que
impregna nuestra existencia… Pero Jesús
puede abrirnos el oído interior.
9. Los cojos caminan
Estando sanos, parecemos inválidos. Podemos correr y
nos quedamos quietos. Tenemos miedo de ir hacia los
demás. La inseguridad nos paraliza. Cuánta gente vive
parapléjica de alma, teniendo los pies sanos.
Dios puede despertar el corazón dormido y
empujarnos a correr hacia él… presente en los demás.
10. Los leprosos quedan
limpios
Estamos manchados por el
egoísmo. Nuestra dermis
espiritual está sucia
porque no deja que el
oxígeno de Dios llegue
hasta el último rincón de
nuestra vida. Pero la
gracia divina puede
lavarnos y hacer que
nuestra alma recupere la
transparencia.
11. A los pobres se les anuncia el Reino…
¡Qué alegría recibir el evangelio! Dios nos ama,
Dios está con nosotros. Cambia nuestras vidas. La
tristeza se vuelve alegría; a angustia, esperanza; el
odio, amor; la desconfianza, fe.
12. Los cristianos hemos de ser pedagogos de la esperanza.
Ya no somos profetas, somos hijos de Dios.
Ya no somos mensajeros, somos testigos.
Ya no hablamos del que ha de venir, sino del que habita
entre nosotros, de su presencia viva y palpitante.
13. Juan Bautista cerró
una etapa: la del
hombre
esperanzado que
aguarda.
Jesús inaugura
una etapa
nueva: la del
hombre que
vive en brazos
de Dios.