2. … y haciendo un azote de
cordeles, los echó a todos del
templo…
¡Quitad esto de aquí, no
convirtáis en un mercado la
casa de mi Padre!
Entonces intervinieron los
judíos y le preguntaron: ¿Qué
signos nos muestras para
obrar así? Jesús contestó:
Destruid este templo y en
tres días lo levantaré.
Juan 14, 1-6.
3. Hoy celebramos la dedicación de la basílica de San Juan
de Letrán, la catedral de Roma y madre de todas las
parroquias. La iglesia de Letrán es sede del obispo de
Roma y fue inicialmente dedicada al Salvador, en el
siglo IV por el Papa Silvestre. Se construyó en un
terreno donado por el emperador Constantino.
4. Más tarde, en el siglo XII fue dedicada a San Juan
Bautista. Ha sido residencia de papas y de reyes, y
sede de diversos concilios. Tras siglos de guerras y
persecuciones, se convirtió en el signo exterior de la
victoria de la fe sobre el paganismo.
5. Para los judíos el templo, junto con la Ley, era el pilar
de su religión. Para los cristianos Jesús se convierte
en el templo de Dios. Lo más importante ya no es el
edificio, sino la persona de Jesús.
Cristo es el altar viviente.
6. Esta fiesta nos invita a
sentirnos Iglesia viva y
templo del Espíritu Santo.
San Pablo lo dice
bellamente: cada uno de
nosotros es templo de
Dios desde el momento
del bautismo. Y todos
somos miembros del
cuerpo de Cristo.
Todos formamos parte de
Dios.
7. Cristo es el verdadero
templo: él nos cura y nos
hace santos. El
evangelista Juan explica
que subir a Jerusalén,
para Jesús, es el inicio del
itinerario de la cruz. Su
pueblo lo rechaza, no
acepta la novedad de su
mensaje. La pasión de
Jesús comienza en la
infancia, con la huida a
Egipto, y termina ante los
muros de la ciudad santa.
8. El legalismo religioso
de los judíos se rebela
ante la novedad y la
frescura de Jesús y
lleva a sus dirigentes a
condenarlo. Con este
telón de fondo
podemos entender
mejor las palabras y la
actitud vigorosa de
Jesús ante los
vendedores del
templo.
9. Profundamente unido a su Padre, Jesús no puede
concebir un espacio sagrado que se prostituye
de tal manera. El templo es un lugar de
comunicación íntima con el Creador, la casa de
su Padre. El celo ardiente lo lleva a consumirse
hasta cumplir su voluntad.
10. Y hoy, nosotros, ¿qué hacemos con nuestros templos?
La casa del Padre no se puede rebajar a un lugar donde
se mercantiliza la fe para obtener beneficios
materiales. Dios no quiere que su espacio sagrado
sea un simple mercado.
11. Es el hogar donde nos comunicamos con el Padre,
donde podemos abrir el corazón para dejarnos
llenar por él. La esfera íntima donde dejamos que
Dios nos acoja en sus brazos y, en esa intimidad,
podemos sentirnos hijos suyos.
12. La indignación de Jesús nos alcanza también a
nosotros. No convirtamos nuestro cuerpo, nuestro
tiempo y nuestra vida en pasto de mercaderes,
ávidos de arrebatarnos lo más precioso que tenemos.
Convirtamos nuestro corazón en un espacio de
oración.
13. Luchar por la libertad interior:
Jesús se siente hijo del Padre, por eso lucha con fuerza
para derribar los dioses falsos, como el dios dinero. Y lo
hace con aparente violencia, que quizás nos asombre y
escandalice en él, que era un hombre pacífico. Pero
Jesús nos enseña a sacar energía cuando se trata de
defender nuestra relación con Dios.
14. Se trata de salvar algo tan íntimo que yace en lo más
hondo de nuestro ser. Tenemos derecho a que nuestra
libertad religiosa sea respetada, aunque las ideologías
imperantes quieran hacernos callar y recluir la fe al
ámbito privado.
15. Ni leyes ni ideologías pueden impedir que seamos
fieles y vivamos según el modelo de hombre nuevo que
nos propone Jesús. Aunque por esta lealtad tengamos
que afrontar una pasión, una subida a Jerusalén en
nuestra vida. En el horizonte de todo cristiano siempre
asoma el misterio de la cruz.