El documento resume una parábola de Jesús sobre un rey que celebraba una boda para su hijo. Aunque los invitados originales rechazaron la invitación, los criados fueron a los caminos y reunieron a todos los que pudieron para llenar la sala. De la misma manera, Dios constantemente invita a la humanidad a su reino a través de Jesús, pero a menudo somos reacios a responder afirmativamente a su llamado. Sin embargo, Dios sigue buscándonos y enviando a sus criados para que todos puedan participar
la Eucaristia es una Fiesta-Explicación para niños
28 domingo ordinario - A
1. Dios sale al encuentro
28º domingo Tiempo Ordinario - A
2. El reino de los cielos se parece
a un rey que celebraba la boda
de su hijo...
La boda está preparada, pero
los convidados no se la
merecían. Id ahora a los cruces
de los caminos y a todos los
que encontréis convidadlos a la
boda.
Los criados salieron a los
caminos y reunieron a todos
los que encontraron, malos y
buenos. La sala se llenó de
comensales…
Mt 22, 1-14.
3. Una historia de amor al hombre
La relación de Dios con el hombre es una bella
historia de amor. Dios no se cansa de ir en
nuestra búsqueda para sentarnos a su mesa. Es
un Dios enamorado de su criatura.
4. Leemos en el Antiguo Testamento: él preparará un festín
de manjares suculentos para todos los pueblos, en este
monte, aniquilará para siempre la muerte, enjugará las
lágrimas de todos los rostros… Las escrituras revelan el
amor apasionado de Dios por su pueblo. Y arrojan luz
sobre el reino: un lugar de fiesta, abundancia y alegría.
5. Es Dios quien nos invita. La iniciativa parte siempre de
él. Nos convida, incesantemente, pero nosotros estamos
tan metidos en nuestros asuntos, tan ensimismados y
ajetreados, que no solo no oímos: rechazamos su
invitación. Todos son excusas para no atender su
llamada.
6. Una llamada pide un sí, pide
tiempo, dedicación,
respuesta.
A menudo nos molesta que
alguien, en nombre de Dios,
nos llame. Aún más nos
contraría que nos ofrezcan
ayuda para discernir sobre
nuestra vida. Como los
invitados de la parábola, los
despedimos de mala manera
y los apartamos.
7. Cuando rechazamos a Dios, el mundo se hunde. Con
tantas excusas, no es de extrañar que Dios parezca
ausente. ¿Dónde está Dios?, nos preguntamos, cuando
él viene cada día a llamarnos y nosotros lo rechazamos, e
incluso despreciamos a sus enviados. ¡Qué orgulloso se
vuelve el mundo cuando prescinde de Dios!
8. Alejarnos de Dios tiene consecuencias devastadoras.
La primera es que nos hace insensibles al sufrimiento y al
dolor. Después, vienen otras, como vemos cada día en el
mundo. El hambre, las guerras, las divisiones y las
rupturas no son fruto del abandono de Dios, sino de
nuestro brusco rechazo a él.
9. Pero Dios sigue buscándonos
Envía a sus criados, nos abre las puertas, continúa
seduciéndonos, porque nos ama. Finalmente, vemos
que el Señor logra llenar su sala de comensales.
¿Quiénes serán estos?
10. Serán los alejados, los marginados, incluso los
pecadores despreciados por los que se creen perfectos.
Personas con sensibilidad para escuchar su llamada. El
legalismo religioso cierra el corazón y ahuyenta la
misericordia. ¿No será esta la actitud de muchos de
nosotros, creyentes de hoy?
11. Absorbidos por mil asuntos, hemos reducido nuestra
fe a una práctica ritualista. Es menos exigente cumplir
un precepto que entregarse…
Y Cristo no quiere perfectos cumplidores, sino
corazones abiertos al amor y a la misericordia.
12. Los cristianos acudimos cada domingo al ágape del
Señor: la eucaristía es un banquete. Pero estar aquí no
nos asegura nada. El señor repara en un invitado que
no viste de fiesta. En realidad, es su corazón el que no
se ha revestido de fiesta: no está convertido, su
intención quizás no es limpia, ni viene libremente.
13. Dios nos quiere libres de toda esclavitud para
participar en su fiesta. La reconciliación es el
sacramento que nos limpia y purifica; el perdón nos
permite vestirnos de fiesta para sentarnos a la mesa
con Cristo.
14. Muchos son los llamados, pocos los escogidos.
¿Realmente los llamados seguimos a Jesús? Anunciar
su reino supone ir a contracorriente, sortear
obstáculos, no temer nada, confiando siempre en
Dios.
15. Los que participamos cada domingo en la eucaristía
hemos de salir a los caminos, como los mensajeros del
Señor. Mucha gente está hambrienta de Dios, de ser
escuchada, de recibir amor. Nos lamentamos de que
nuestras iglesias se vacían… ¡hemos de salir fuera de sus
muros!
16. Nuestra misión es ir llamar a otros a vivir la experiencia
de amistad con Dios. Solo de esta manera llenaremos
de comensales vestidos de fiesta nuestras eucaristías.