2. La de variopinto trono, inmortal Afrodita,
hija de Zeus, trenzadora de engaños, te suplico,
con angustias y aflicciones no me venzas,
señora, el corazón;
al contrario, ven aquí, si alguna vez también en otro
tiempo
al oír mi voz a lo lejos
me escuchaste y, abandonando la morada de tu
padre,
de oro, llegaste […] y tú, bienaventurada,
sonriendo en tu inmortal rostro,
preguntaste qué me pasaba otra vez y por qué
otra vez te llamaba,
y qué es lo que más quería que me sucediera
en mi enloquecido corazón. “¿A quién otra vez debo
obedecerte
en llevar a tu amor? ¿Quién a ti,
Safo, te está agraviando?
Porque si te es esquiva, pronto te perseguirá,
y si no acepta regalos, al contrario, los dará,
y si no te ama, pronto te amará,
aunque ella no quiera”.
Ven a mí también ahora y líbrame de duras
cuitas, y cuanto cumplir
mi corazón anhela, haz que se cumpla, y tú en
persona
sé mi aliada en la batalla.
Fr. 1 Voigt
3. Desde Sardes
muchas veces tendrá su pensamiento aquí
(recordando) cómo convivíamos.
A ti te veía Arignota semejante a una
diosa,
y con tu cantar del todo se alegraba.
Pero ahora destaca entre todas las mujeres
de Lidia, como al ponerse el sol,
la luna de rosados dedos
se distingue sobre todas las estrellas,
y esparce su resplandor sobre el mar
salado
y a la vez sobre los campos cubiertos de
flores […]
“¡Venid aquí!”, nos grita…,
pero el vasto mar que nos separa
no deja llegar hasta nosotros su llamada.
Fr. 98 D
4. Nada me place estar sobre la tierra,
y un deseo de morir me domina
y de ver las riberas de loto,
húmedas de rocío, del Aqueronte…
Fr. 95 Voigt
5. Fr. 47 Voigt
Amor me ha sacudido
los sentidos, como viento en el monte abatiéndose sobre las encinas.
6. También ahora ha hecho que me acuerde de Anactoria
que no está aquí;
de ella quisiera yo ver sus deseables andares
y el luminoso brillo de su rostro
más que los carros de los lidios y sus guerreros de
infantería
con sus armas.
Fr. 16 Voigt
7. Fr. 31 Voigt
Me parece que igual a los dioses
es ese hombre que enfrente de ti
está sentado y, cerca, mientras hablas dulcemente,
te escucha,
y tú sonríes llena de atractivo. Eso -te lo juro-
me ha sobresaltado el corazón dentro del pecho;
pues con sólo verte a ti un instante, no me sale ya
decir ni una sola palabra,
sino que la lengua por completo se me ha quebrado y un leve
fuego al punto corre bajo mi piel,
con mis ojos nada veo, me zumban
los oídos,
me chorrea el sudor, un temblor
me coge toda, más verde que la hierba
estoy y a un paso de la muerte
me parece a mí misma que me hallo.
Pero todo ha de ser sobrellevado con valor […]
8. ……………
y quiero de verdad estar muerta”.
Ella me abandonaba entre muchos
sollozos y me dijo así:
“¡Ay de mí, qué terrible es lo que nos pasa,
Safo! ¡Te juro que te abandono contra mi voluntad!”
Y yo le respondí lo siguiente:
“Vete y sé feliz, y acuérdate
de mí, pues sabes cómo nos cuidábamos de ti.
Y si no es así, no obstante yo a ti sí quiero
recordarte […]
y los buenos momentos que pasamos.
Porque muchas coronas de violetas,
de rosas y de azafranes a la vez
en torno a tu cabeza, sentada junto a mí, te pusiste,
y también muchas guirnaldas perfumadas
trenzadas alrededor de tu delicado cuello
te colgaste, hechas de flores.
Y toda tu piel con perfumes
y con exquisitos aromas tu cabellera en abundancia
ungiste, y con esencias regias;
y sobre blando lecho
delicado […]
dabas salida a tu deseo … Fr. 94 Voigt
9. Lucero de la Tarde, traes todo cuanto ha dispersado la radiante Aurora,
traes la oveja, traes la cabra, te llevas a la hija lejos de su madre.
Fr.104 Voigt
10. Cipria y Nereidas, concededme que vuelva
hasta aquí sin sufrir daño mi hermano
y cuanto en su ánimo desea que suceda
todo se cumpla.
Y que todos sus errores de antes corrija
y un gran gozo resulte a sus amigos
y un buen azote de sus enemigos,
y ninguno nuestro.
Que a su hermana quiera hacer partícipe
de su prestigio, y de sus crueles penas
la libere, de los pesares de antaño…
Fr. 5 Voigt
11. Tengo una preciosa niña, que a las flores de oro
puede parangonar su belleza, mi muy amada Cleis.
No la daría yo ni por toda la Lidia ni por la deseable…
Fr. 132 Voigt
12. No tengo yo para ti, Cleis,
una diadema de colores; ¿de dónde
iba a sacarla? Pero al de Mitilene…
Fr. 98b Voigt
13. se pinta de colores
la tierra de muchas guirnaldas
Fr. 168C Voigt
14. Según Estrabón X 452, existía un templo de Apolo en Léucade y el salto
que , dicen, calma el amor, una roca visible a lo lejos desde donde -afirma
Menandro (La mujer de Léucade fr. 258 Körte)- se tiró Safo aguijoneda por
el deseo hacia Faón.
15.
16. Traducciones:
Fernando García Romero (en prensa): diapositivas 2, 3, 5, 6, 7, 8 y 9 .
Carlos García Gual ( Antología de la poesía lírica griega, Madrid, Alianza
Editorial, 1980): diapositivas 10 y 11.
Alberto Bernabé Pajares y Helena Rodríguez Somolinos (Poetisas griegas,
Madrid, Ediciones Clásicas, 1994 ): diapositivas 4, 12 y 13.
Los lugares que aparecen en las imágenes corresponden a la isla de
Lesbos (2. Ereso, 7. Antisa, 10. Petra, 12. Mitilene), el Epiro (4. río
Aqueronte ), Lidia (6. Sardes, 11. río Pactolo) y la isla de Léucade (14.
Roca “de Safo”).
Fotografías de Rosa Mariño (con licencia Creative Commons-Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0