La autora reflexiona sobre cómo el uso excesivo de la tecnología puede afectar negativamente la comunicación entre las personas. Señala que el uso constante de dispositivos como los smartphones y las tablets puede reemplazar la interacción directa y causar aislamiento social, especialmente entre padres e hijos y en las personas mayores. Concluye sugiriendo que es importante desconectarse de la tecnología para poder disfrutar del tiempo en familia y con amigos sin distracciones.