12. Viendo Pilato que nada
conseguía y que más bien se
formaba un tumulto, se lavó
las manos delante del pueblo;
13.
14. Cuando Pilato oyó que Cristo
era de Galilea, lo envió al
gobernador de esa provincia.
Traspasó a Herodes la
responsabilidad del juicio.
15. Herodes interrogó a Cristo
con muchas palabras, pero
durante todo ese tiempo el
Salvador mantuvo un
profundo silencio.
16. Herodes se irritó mucho por
el silencio de Jesús. Esta
indiferencia fue un atentado
contra su autoridad. Su
soberbia no le permitía
aceptar tal desconsideración
de tal manera que su ira y
amenazas fueron en
aumento.
17. Esa mirada de Jesús que
transmitía amor, compasión y
perdón hacia el pecador no
tenía nada que ofrecer a
Herodes.
18. Herodes no se atrevió a
ratificar la condena de Cristo.
También quiso “lavar sus
manos” y liberarse de la
terrible responsabilidad y
mandó a Jesús de vuelta al
tribunal romano.
19. “Dios ahogó en desprecio el
orgullo de Herodes, y su
persona […] fue pasto de los
gusanos, y entró en
putrefacción cuando aún se
hallaba con vida”
(Historia de la Redención, p. 313).
20.
21. Sometido a la voluntad del Padre.
Expresaba bondad y compasión aún con sus
verdugos.
Ocupó el lugar de Barrabás y el nuestro.
Fue desnudado.
Fue vestido de un manto escarlata.
Fue coronado con una corona de espinas.
22. Fue galardonado con una caña en su mano derecha.
Se burlaron.
Le escupían.
Tomaban la caña y le golpeaban en la cabeza.
23.
24. Pilato, el cobarde y Herodes,
el soberbio terminaron como
terminaran todos los
cobardes y soberbios.
25. Jesús el fiel, fiel a los
principios y a la misión que
había venido a cumplir,
terminó sentado a la diestra
de Dios Padre, y siendo el
Salvador de todos los
pecadores que lo aceptan y
reciben.