Planificación como instrumento de desarrollo. Una cuestión de ética
1. Universidad de Ciencias Aplicadas y Ambientales UDCA 1
La Planificación como instrumento de Desarrollo – Una cuestión de ética
UNIVERSIDAD DE CIENCIAS APLICADAS Y AMBIENTALES
ESPECIALIZACIÓN EN GESTIÓN SOCIAL Y AMBIENTAL
PLANIFICACIÓN TERRITORIAL Y AMBIENTAL
DOCENTE: Luís Francisco Villamil García
ACTIVIDAD: Ensayo. Tema relacionado – La planificación como instrumento de
desarrollo, por qué en Colombia no es tan efectivo el proceso de planificar.
ESTUDIANTE: Karina Arboleda Suárez E-mail: karina5luna@hotmail.com
LA PLANIFICACIÓN COMO INSTRUMENTO DE DESARROLLO – UNA CUESTIÓN DE ÉTICA
Introducción
La planificación se entiende como el proceso mediante el cual el Estado crea estrategias mediante
las cuales pretende direccionar los recursos públicos de manera eficiente, eficaz y efectiva con el
fin de satisfacer las necesidades de la comunidad, elevando su calidad de vida; teniendo en cuenta
las dinámicas económicas, sociales, culturales, políticas, que se viven en el momento.
“La planeación también se puede ver como un instrumento de organización colectiva, de previsión
ante los acontecimientos inciertos del futuro”1. De acuerdo a lo anterior la planificación es una
herramienta determinante para el desarrollo de un país.
En Colombia desde antes de la década de los 60’s se había intentado hacer planificación, de
hecho décadas atrás existían organismos de planeación, pero no eran efectivos por tanto nunca se
dio un proceso estable y sistemático en materia de planeación. Inicialmente la CEPAL introdujo las
primeras técnicas de planificación, esta era inminentemente normativa y con el tiempo las
dinámicas de crecimiento urbano dieron pie para incluir variables sociales, culturales entre otras en
el proceso para que los resultados fueran efectivos.
Según (Vallejo y Fuentes, 2006) solo con la reforma constitucional de 1968 se genera un cambio
significativo desde el punto de vista constitucional y legal en términos de planeación, el cual se
consolida con la con la Constitución de 1991 puesto que se conformó el Sistema Nacional de
Planeación, compuesto por el Consejo Nacional de Planeación y los Consejos Territoriales de
Planeación2. A partir de este momento la planificación se vuelve un proceso que hace énfasis en la
participación ciudadana en la formulación y seguimiento de los planes de desarrollo, teniendo en
cuenta que la sociedad civil es la directamente beneficiada por los proyectos que se lleven a cabo
y la afecta por aquellos que no ejecuten, de acuerdo a ello es necesario su intervención siendo la
que sugiere las posibles soluciones a sus necesidades. Adicionalmente la planificación se empieza
a entender como un sistema por lo que se debe dar una articulación entre el nivel nacional y
territorial. Es así como esta reforma genera un cambio vital, al pasar de una democracia
representativa a una participativa.
En este sentido se concibe la participación como un “proceso en el cual los diferentes actores
sociales, bajo intereses innatos a la raza, sexo, religión o clase, intervienen de manera directa en
los asuntos de la vida colectiva para reformar o transformar los sistemas de organización política y
social a que están sujetos como integrantes de un colectivo”3. De esta manera para que el proceso
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http://virtual.uptc.edu.co/revistas/index.php/cenes/article/viewFile/1918/1832
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de planificación fluya en términos de participación ciudadana es determinante la voluntad tanto
política de propiciar espacios en los que la comunidad pueda intervenir y presentar sus propuestas
así como la voluntad de los ciudadanos indiscutiblemente interesados en participar, en asumir
libremente su rol como tal, contribuyendo a una construcción colectiva y social en la cual se den
relaciones sinérgicas y de ganancia o beneficio mutuo. La planificación participativa trasciende del
hecho de mejorar la calidad de vida de las personas e incluye aspectos como la convivencia, la
cultura la gestión pública.
Sin lugar a dudas la planificación que se da a partir de una amplia participación de la comunidad
resulta en lazos de confianza de los ciudadanos hacia la Administración, adicionalmente esto
permite prevenir conflictos sociales y contribuye a la formación de una cultura ciudadana
participativa y responsable, que reconoce que tiene derechos pero que también tiene deberes
como tal.
De la planificación a la gestión
La importancia de la planificación está dada en la responsabilidad que tiene como proceso en el
desarrollo o estado futuro de la nación, producto de las decisiones tomadas en su momento. Pero
la planificación no logra resultados per sé; ésta debe ir acompañada de la gestión la cual actúa
orientada por los aspectos ya planeados.
“La Gestión Pública se define como un proceso dinámico, integral, sistemático y participativo, que
articula la planificación, ejecución, seguimiento, evaluación, control y rendición de cuentas de las
estrategias de desarrollo económico, social, cultural, tecnológico, ambiental, político e institucional
de una administración, sobre la base de las metas acordadas de manera democrática”4. En
resumen la planificación sin la gestión sería un discurso plasmado en un papel y no un instrumento
de desarrollo que orienta a la nación hacia un crecimiento económico, social y sostenible.
En la teoría la planificación queda bien parada, sin embargo en la práctica ésta se ha quedado
corta, si bien en Colombia se han dado avances, aún no es suficiente para que la economía
funcione mejor, y se dé el tan anhelado crecimiento sostenido y equitativo, en el que prime el
bienestar colectivo y en el que la concentración de poder y la pobreza no tenga cabida.
Los entes planificadores en cabeza del Gobierno han perdido credibilidad, lo que hace la
participación ciudadana se limite y no al contrario. Esto no permite que la planificación se traduzca
en una gestión con resultados positivos o por lo menos esperados.
Si bien existe todo un marco normativo y jurídico que respalde dicho participación, ésta no se ha
dado como debería, no es la mayoría quienes participan. Para Forero, Cardona y Córdoba (1999),
existen tres condiciones básicas para que la planeación participativa sea real y efectiva:
información, formación y organización. Según lo anterior, el estado debe propender por generar
canales de comunicación efectivos, claros y especialmente transparentes que permitan una
información veraz hacia los ciudadanos, aquí los medios de comunicación y el lenguaje en el que
se transmite el mensaje, son fundamentales, ya que se trata de que la comunidad entienda
claramente de qué se trata por lo que hablar de tecnicismos no suma en el proceso informativo, es
indispensable la sencillez. En este aspecto, constantemente se observa como la información es
manipulada para beneficiar los intereses de unos cuantos, por cuanto la confiabilidad de la
información se pierde.
En cuanto al proceso formativo, el estado debe garantizar a través de sus programas educativos la
formación de ciudadanos en los aspectos que los competen como tal, este a mi modo de ver
debería ser un tema transversal en la educación que recibe un ciudadano en su proceso de
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http://www.slideshare.net/bolivarzuiga/guia-planeacin-en-el-municipio-colombiano
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crecimiento, si bien existen dentro de los programas académicos en los diferentes niveles
educativos del país, no es suficiente, quizá porque nunca se lleva a la práctica y todo se queda en
la teoría, es claro que el compromiso es en doble vía, del estado al formar y del ciudadano al estar
dispuesto a recibir dicha formación; no obstante carece de efectividad.
Finalmente la organización es de vital importancia, es lo que contribuye a lograr buenos resultados
al enfrentar crisis, o llevar a cabo tareas que se han planeado. “Por eso hoy más que nunca, es
necesario volver sobre lo solidario, lo colectivo, lo común o lo organizado, que en lo político es lo
participativo, para salir adelante” (Forero, Cardona y Córdoba. 1999:48). En Colombia cada vez
más tenemos más procesos organizados, debidamente documentados, pero a veces esto no es
más que letra muerta, sobre todo en los estamentos públicos. Es indispensable avanzar, llevando
lo escrito a la acción. Aunque trabajar estos tres elementos no garantiza la participación de toda la
ciudadanía, por lo menos contribuiría a que poco a poco se consolide una cultura en la que como
ciudadano asumo mi deber como tal en la construcción y desarrollo del país.
Indiscutiblemente el aspecto más relevante en términos de un Gobierno poco confiable es que el
sistema es inminentemente corrupto, permeado por el clientelismo y los intereses particulares de
los gobernantes que lo conforman. Este es un aspecto que afecta no solo a Colombia pero que sin
lugar a dudas es en nuestro país donde hay un alto índice de corrupción el cual pareciera que cada
vez se vuelve más aceptado y practicado por la sociedad en general. Donde equivocadamente se
empieza a transformar en “cultura”, como si naciéramos con la etiqueta de colombiano igual a
corrupto.
Esto es un efecto de autoridad – ejemplo, el Gobierno viene a jugar el papel de autoridad, quien
debería dar ejemplo de un accionar intachable en términos de transparencia y veracidad en el
manejo de la información y el uso de los recursos públicos que como bien lo pregona Mokus, estos
deberían tener el carácter de “sagrados”, es decir que es inadmisible que unos cuantos montados
en el poder por los mismos ciudadanos terminen satisfaciendo sus propios intereses olvidando que
su papel como ente público es el de velar y procurar una sociedad con mejor calidad de vida y no
al contrario. Es aquí donde la planificación falla, cuando se va a la Gestión, a la ejecución de los
planes y programas, suponiendo que se han redactado con un claro diagnóstico de las
necesidades reales de la población; resulta que al final del periodo de ejecución cuando llega la
etapa de la rendición de cuentas, hay muchos planes y programas que no se ejecutaron, porque el
presupuesto no alcanzó, porque la veeduría falló, porque los entes controladores descubrieron que
la contratación tenía inconsistencias. ¿Y es que es necesario que haya “policías” detrás de los
entes gubernamentales para que las cosas funcionen bien? Todo parece indicar que aún con ellos
no hay quien pueda controlar la ya bien instaurada corrupción, ello imposibilita una planificación
exitosa en términos de una gestión transparente y efectiva.
El desarrollo del país, una cuestión ética
Es claro que la corrupción no es un problema del sistema como tal, es un problema de la sociedad,
es un problema de educación, de principios y valores.
Existen muchas variables que afectan que la planificación y la gestión pública se lleven a cabo,
además de los procesos corruptos, está el conflicto armado, la crisis económica internacional, el
narcotráfico, entre otros que no hacen más que fracturar día a día la sociedad colombiana,
impidiendo que el desarrollo de la nación se dé en pro del bienestar de la mayoría.
De acuerdo lo anterior es imperativo transformar la cultura política, la cual no tiene lugar en los
estrados gubernamentales, sino en los escenarios sociales en los que a diario actuamos, familia,
escuela y los diferentes grupos en los que interactuamos socialmente. “En ese ámbito, se deben
modificar las regulaciones intelectuales, morales y sociales dentro de las relaciones de poder. En
ese sentido, el éxito de una educación política acorde con la organización social, se concibe en la
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formación de ciudadanos agobiados por la democracia y que deben ser participativos en asuntos
públicos5”.
Amaya (2001), expresa que los problemas «claves» de la sociedad colombiana son corrupción,
impunidad y violencia. Estos a su vez están condicionados por la debilidad del Estado, falta de
visión de largo plazo, concentración del poder, concentración de la riqueza y del ingreso, baja
calidad y cobertura de la educación y bajo capital social. Para lograr las metas en términos de
desarrollo se requiere una sociedad más solidaria, más unida, más honrada y que respete las
leyes. Una sociedad consiente de los gobernantes que elige y unos gobernantes correctos que
procuren el bienestar colectivo antes que el bienestar individual de unos pocos, que cumplan su rol
de entes públicos que no es otro que el de contribuir a una mejor calidad de vida de las ciudadanos
que representan, esto conforma un capital social en pro del desarrollo, el cual es tan valioso como
los recursos o el poder productivo de un país.
Pero por el contrario, como ocurre en Colombia, los valores apuntan hacia el oportunismo, la
riqueza rápida (contrabando y narcotráfico) en un marco de instituciones corruptas e ilegítimas, de
ambiente político hostil a las iniciativas democráticas, donde la opinión comunitaria es eliminada,
entonces la confianza, la solidaridad y el compromiso con lo público se ve afectado (Hernández,
2001)6. Es triste ver como el desarrollo de una nación está supeditada al accionar incorrecto de
quienes están en el poder, porque si bien como ciudadano tengo derecho y deber de participar,
también es cierto que solo quien tiene ese poder bien sea económico o social es el que
verdaderamente puede influir en dicho desarrollo.
Es indispensable cambiar los paradigmas, cambiar la actitud permisiva y conformista de que este
es el país que nos tocó y así es nuestra cultura, es necesario empezar a pensar que la corrupción
no hace parte de nuestra cultura, de nuestra idiosincrasia. Que en la medida en que actuemos
correctamente, estamos enseñado a quienes nos rodean a hacerlo y estamos construyendo así
una sociedad diferente, que pronto exigirá que los demás también actúen con ética y en esa
medida los gobernantes electos serán quienes compartan esa filosofía. Esto a veces pareciera una
utopía.
La planificación en Colombia quizá no falla en su proceso como tal, ni la gestión no fluye porque se
planificó mal. El problema no está en su forma, sino en su fondo.
Tal y como lo menciona Moré Olivares: “El oficio de buen político se aprende en el hogar y en el
sistema educativo, tema que desborda este ensayo. Pero los buenos políticos deben conseguir la
atención y el respeto de las audiencias, estableciendo claridad de su modelo mental y el de sus
interlocutores o adversarios. El buen político debe comprometerse con la realidad que busca
transformar para lo cual debe construir sistemas de información que le permita sustentar sus
visiones y no desarmar la ideología para caer en el pragmatismo más oportunista. El buen político
busca elevar la gobernabilidad y dispone de una estrategia de desarrollo como parte de un
proyecto nacional. El buen político ataca la corrupción y busca la transparencia para avanzar en la
construcción de una democracia participativa y de una nueva cultura política”.
En la medida en que exista un Estado confiable, existirán ciudadanos más participativos, y en ese
sentido un proceso de planificación y gestión pública consensuado y acorde a las necesidades
reales de la sociedad. Esto se traducirá en un desarrollo no solo económico sino social de la
nación, donde sin querer decir que todo sea perfecto, el simple hecho de construir relaciones
confiables entre el estado y la sociedad civil y proyectar una figura de un Gobierno ético, ya es un
avance no solo como nación sino en cada individuo como ser social que contribuirá con su
accionar íntegro en esta en cualquier sociedad en la que se encuentre.
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http://www.usta.edu.co/otras_pag/revistas/r_cife/cife13/RC13_16.pdf
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Conclusiones
En el proceso de planificación como instrumento de desarrollo es indispensable la
intervención consensuada de dos actores fundamentales: los ciudadanos mediante los
mecanismos de participación ciudadana estipulados a especialmente a partir de la
Constitución de 1991 y por otro lado los entes gubernamentales quienes deben propiciar
de manera correcta dicha participación.
La Gestión pública siempre debe estar encaminada al crecimiento sostenido del país no
solo en términos económicos, sino fundamentalmente en términos sociales, ya que este es
el fin de los entes estatales.
La planificación debe trascender de la teoría a la práctica, y para que se dé de manera
adecuada se deben incluir principios y valores en el accionar no solo en el ejercicio político
de los gobernantes sino también en el ejercicio democrático de los ciudadanos.
Los colombianos deben dejar de lado el paradigma que hace creer que la corrupción hace
parte de su cultura, puesto que el ser un ciudadano íntegro en su pensar y accionar es
posible gracias a la educación y la formación que se recibe en cada hogar.
Es imperativo un cambio social que dé lugar a un colectivo ético, un Estado comprometido
con el bienestar de la comunidad no solo con su gestión sino también con su ejemplo, que
no abuse del poder que le han dado los mismos ciudadanos al elegirlo, y una ciudadanía
solidaria, íntegra y comprometida con el desarrollo de una sociedad constructiva y una
mejor nación.
La educación es fundamental en la transformación de una sociedad, es en este ámbito
donde se formarán personas más justas, honestas, solidarias, correctas, quienes a pesar
de que el sistema que los rodea esté permeado por la corrupción, ellos prefieren renunciar
a esos “beneficios y privilegios” que podrían recibir y no a sus principios éticos.
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Bibliografía
SAAVEDRA G. Ruth, CASTRO Luis Eduardo, RESTREPO Olga y ROJAS Alberto.
Planificación del Desarrollo, Bogotá 1999.
Cibergrafía
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0II/La%20planeacion%20en%20Colombia%20una%20reflexion%20general.pdf
http://www.clad.org/portal/publicaciones-del-clad/revista-clad-reforma-
democracia/articulos/007-enero-1997/la-cuestion-etica-en-el-sector-publico-discurso-y-
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http://www.slideshare.net/bolivarzuiga/guia-planeacin-en-el-municipio-colombiano
http://ebookbrowse.com/marco-teorico-ordenamiento-comentarios-pdf-d380894228