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Velserbroek – de brug, 2000, fotografía de Ellen Kooi
Un espacio en donde:
 Construir horizontalmente saberes pedagógicos.
 Participar de un Foro de Escrituras Pedagógicas.
 Publicar en una revista digital.
 Intercambiar y debatir con invitados sobre la escritura y
la docencia.
Recomendamos estos sitios
● Colectivo Argentino de Educadoras y Educadores que Hacen Investigación
Educativa desde la Escuela:http://www.colectivoeducadores.org.ar/
● Red DHIE Docentes que hacen investigación educativa
http://www.reddhie.org.ar/
● Red de Maestr@s Escritores: http://redmaestrosescritores.blogspot.com/
● C.A.I.E. de la Comunidad Educativa del "Mariano Acosta http://caie-del-ies-2-
mariano-acosta.blogspot.com.ar/
● Hypatia, la filósofa. Revista CAIE Mariano Acosta
http://hypatialafilosofa.blogspot.com.ar/2008/01/hypatia-de-alejandria-la-
filsofa-la.html
● Museo de Ciencias y Tecnologías de los Educadores de la Ciudad
http://alejandriadelplata.blogspot.com.ar/
● Memoria Docente y Documentación Pedagógi-
ca:http://memoriapedagogica.com.ar/
Escuela Normal Superior en Lenguas Vivas Nº 2
“Mariano Acosta”
Red de
Estudiantes y Docentes
Escritores
acostaredescritores@gmail.com
https://sites.google.com/site/acostaredescritores/home
1º Dossier de Lectura:
Selección de Escrituras
del libro Diario de Ruta
de Horacio Cárdenas
co
“Una y otra vez” Silvia Brewda
Equipo docente:
Rita Torchio, Carlos Trapani y Marcos Beltrame
Año I, Nº 1, Junio 2013
Integrantes de la Red de Estudiantes y Docentes Escritores
1. Caraballo, Julio César
2. Girella, Julio César
3. Montiel, Pedro
4. Siaba, Beatriz
6. Balsamello, Andrea
7. Benitez Romero, Rossana
8. del Rosario, Eva
9. Martínez, Ana Laura
10. Tomé, Irene
Palabras de la Sra Rectora de la Escuela Mariano Acosta, profesora Raquel Papalardo
La Escuela Mariano Acosta propone entre los objetivos fundamentales abrir las puertas a la
comunidad.
Este proyecto constituye una apertura desde lo pedagógico con la propuesta de establecer
lazos entre docentes y estudiantes de nuestra casa de estudios y otras instituciones, especialis-
tas en educación y quienes están transitando el proceso de formación . La palabra, y la palabra
escrita que fluye entre este colectivo permite volcar las experiencias y saberes de los que
participamos en el proceso educativo.
Pablo Freire dice . “No hay palabra verdadera que no sea una unión inquebrantable entre acción
y reflexión, y por ende, que no sea praxis. De ahí que decir la palabra verdadera sea transformar
el mundo”.
Palabras de la Sra. Regente de Nivel Terciario
Prof. Lilian Enriquez
Bienvenidos los espacios de intercambio y de construcción compartida…
Bienvenidos los colegas y futuros colegas que se suman a la experiencia de escribir
acerca de la docencia con pasión, con esperanza, con el convencimiento del poder
transformador de la educación…
Bienvenida la Red de Estudiantes y Docentes Escritores que pondrá en marcha en el
Mariano Acosta un espacio para pensar y debatir ideas con total libertad apostando a la
construcción de saberes pedagógicos…
Dice Vivian Gussin Paley: “Un hecho por sí puede abrir una puerta hacia el castillo;
pero si colocamos ese hecho dentro de un relato, irán apareciendo túneles imprevistos
a medida que nos involucramos, recorremos el escenario y ampliamos nuestros
horizontes.” Entonces... manos a la obra, colegas!!!
Estimados estudiantes y colegas:
La Red de Estudiantes y Docentes Escritores del Mariano Acosta celebra con alegr-
ía esta primera serie de escrituras, las que asumen la forma de un Dossier de Lectura
que se ofrece para el diálogo y la reflexión en todos los niveles de nuestra Institución.
Escritura y lectura se conjugan en un mismo tiempo en una Red. Un tiempo que se
elige vivir en forma mancomunada y que se sustenta en su direccionalidad, o politici-
dad, como le gustaba decir a Freire. La perspectiva neoliberal produce cada vez más la
división del trabajo, por eso, nos interesan estas modalidades de trabajo en Red. Una
Red para recuperar la palabra en defensa del derecho social de la educación.
Para nosotros, la escritura entre colegas es una producción horizontal que fortalece
profesionalmente y, al compartirla y darla a leer, pone en juego una distribución de-
mocrática de saberes sobre la propia experiencia docente.
Hoy, este Dossier es posible porque Horacio Cárdenas comparte generosamente escri-
turas que él mismo seleccionó de su reciente publicación1
, las ofrece porque apuesta a
soñar con otros que la educación puede ser un proyecto popular y horizontal, porque se
anima a acercar los contenidos de la escuela al pensamiento latinoamericano y a la
propuesta del Maestro Luis Iglesias. Por ello, nuestro agradecimiento.
Rita Torchio, Carlos Trapani y Marcos Beltrame
1
CÁRDENAS, H. (2013). Diario de ruta. Enseñar y aprender en tiempos del renacer indoameri-
cano. Buenos Aires: Ediciones Colihue
Diario de Ruta
Enseñar y aprender en tiempos del renacer indoamericano
Ofrecemos aquí unos fragmentos del diario de apuntes pedagógicos escrito durante
2008 cuando transitábamos las mañanas junto a tercer grado en la Escuela Nº 15 DE 13
del Barrio Samoré, de Villa Lugano, Ciudad de Buenos Aires.
Los pueblan hechos, voces, imágenes que se conjugan en tarea colectiva. Aparece la
escritura del maestro como herramienta de comunicación y debate ideológico (15/5), la
escuela como lugar de conocimiento y construcción de la cultura popular (31/7), el
extrañamiento de lo cotidiano como forma de conocer, de mirar mejor el mundo (3 y 4/9),
la libre expresión como materia prima del aprendizaje (7/7) y como ejercicio de la propia
voz (19/9), la búsqueda pedagógica del alma infantil (14/8) y cientos de preguntas diversas,
síntoma y motor de cualquier conocimiento (28/11).
Esperemos que sirvan para mirar, discutir y llenar de orgullo e inteligencia apasionada
nuestra escuela tan necesaria.
Jueves 15 de mayo. “Pobreza simbólica”.
Tras ardua jornada de labor, la Providencia Institucional dictamina reunión de
personal.
Sin oídos ni saludos, arrancan las Conductoras con unos textos paracaídos. Dice así
la vice que nuestros niños pertenecen a la “pobreza simbólica”. Y sigue hablando
sola…
“Pobreza simbólica” o pobreza económica, pregunto yo. Serán villeros y
marginados; comerán poco y hacinados, desolladas víctimas del saqueo; trabajarán
como ejército de reserva, bocado de la gran ciudad, mañana changarines, mucamas o
repartidores, tal vez pintores de ocasión, albañiles de albañales o costureros a destajo…
Pero eso no significa que sean pobres de
símbolos. Vivir en una villa nunca implicará
carencias intelectuales ni falta de cultura,
como nos quieren hacer creer. ¿Acaso
alguien puede no tener cultura?
¿Pobreza simbólica ellos? ¡Ja!
¿Pobreza simbólica Nicole, que cose
signos como sus padres cosen telas? ¿Es
pobre Nicole, que crea, crece, sueña,
inventa y despliega? Justo ayer, ella se
paraba silenciosamente para abrir las hojas
de su cuaderno, y yo miraba.
De a poco iban apareciendo las formas,
como talladas en vidrio con marcador,
surgidas de su genio creador. Impulsada
solamente por sus bríos fantásticos, por su
libertad de alfarera, Nicole diseñó una tortuga en paisaje de vitral.
¿Pobreza simbólica?
¿Pobreza simbólica Erik, que anhela saber todo sobre el universo y no porque
quiera ser astronauta, sino “simplemente por saber”, como él mismo afirma? ¿Es pobre
Erik, que sabe ciencia y es poeta? Justo ayer, él levantaba la mano para proponer una
comparación. Yo les proponía que completaran la frase “es triste como…” y salían los
clásicos “triste como un nene sin juguete”, “triste como llorar”, pero Erik dijo “es triste
como una laguna”. Y sentenció: “porque las lagunas me parecen tristes”.
¿Pobreza simbólica Ivana, que lucha y aprende como lucha su madre por dar de
comer a sus mil hijos? ¿Pobre Ivana, que escucha, atrapa y reconstruye? Justo ayer,
luego de la pincelada de Erik, completábamos “es dulce como…”, e Ivana no dijo
“dulce como el dulce de leche” ni “dulce como un caramelo”, tampoco “dulce como la
miel”. Ivana dijo “es dulce como el sol”, porque no hay cosa más tierna y suave que
ese calor ambarino en el invierno.
¿Pobreza simbólica Paulo, que a pesar de todos sus abandonos y sus diarios
mendrugos piensa y siente, siente y piensa? ¿Pobre
Paulo, que saborea la poesía y se anima a compartirla?
Justo hoy, luego de escuchar el “Son para niños
antillanos” de Nicolás Guillén, Paulo levanta la mano
para decir, sin que nadie se lo pida, la parte que más le
gustó: “Un cañón de chocolate / contra el barco
disparó / y un cañón de azúcar, zúcar / le contestó.” Y
continuó: “Me gusta porque parece que es dulce, y yo
me imagino comiendo algo dulce.”
¿Pobreza simbólica Nayla, que busca palabras para
la risa y también para el llanto? ¿Pobre Nayla, que
escucha y se hace oír con su voz suave y precisa?
Justo hoy, después de la dulzura de Paulo, ella
comparte lo que escucha entre líneas, lo que se oye
más allá de los sonidos. Cuando Mariana Baggio canta
la estrofa del son que dice: “¡Ay, mi barco marinero / con su casco de papel! / ¡Ay, mi
barco negro y blanco / sin timonel!”, Nayla comenta: “¿Viste que canta como cuando
vas a llorar? Es como si estuviera triste…”
¿Pobreza simbólica estos niños? ¿O pobres de
símbolos serán los que inventan categorías para
falsificar lo que ni conocen?
Lunes 21 de julio. “Cultura popular”.
Cielo arriba se mira solita la luna de sal. Los gallos cantan al alba, los niños cantan
al amanecer; unos cantan porque saben y otros por aprender.
Desde Bolivia soplan vientos cálidos y rebeldes por estos tiempos. Desde Bolivia
viene también Daniela, alumna de quinto grado, hermana de Kevin, quien con su siku y
su gran sonrisa abre la puerta de nuestra aula. Hace unos días la habíamos invitado para
que nos muestre el instrumento amado, con los metálicos colores de sus tonos, con la
historia que esconde en cada caña.
Ante la expectativa y la atención de todos, Daniela nos habla del origen del siku, del
nombre de ambas hileras –ira y arka– y del amor con que se toca. Lentamente va
soltando palabras y soplando sus sonidos. Nos conmueve con “El tren del cielo” y con
“Sólo le pido a Dios”, que hacen estallar dos mil aplausos.
Ellos preguntan y observan cuidadosamente, con interés genuino. Generosamente
Daniela presta su flauta para que cada uno intente sacarle algún sonido. Así
comprueban el difícil arte que entraña tocarla. Tanta atracción produce que Daniela nos
invita a su Centro Cultural, donde según ella “cualquiera puede aprender a tocar”.
Muchos anotan la dirección y prometen darse una vuelta.
Mientras tanto veo a Kevin que escribe, tímidamente conmovido por las cálidas
palabras de su hermana:
El siku es un instrumento musical que se toca con mucho
amor, que se toca con el viento (sería con el viento que hacés
con la boca). Así se toca este instrumento.
Vemos felices cómo se puede hacer fácil lo difícil. En
tiempos de racismo idiota y de ignorante desprecio, la música,
nuestra sencilla música, enlaza a los hermanos de sangre y
destino. Con el remolino que vibra en las cañas hoy viajamos al Altiplano bailando en
los cerros, bajando en rueda, bandera brillante, mano en cadena.
Sobre el final del día volvemos a la música, cruzando esta vez hasta Colombia. De
la mano de Mariana Baggio y también de la milenaria Totó la Momposina escuchamos
El pescador, una cumbia clásica de esas que suenan con tambores y voz cruda, poesía
con ritmo de raíces negras.
Hablamos de la cumbia que ellos conocen, de las diferencias, de este pescador triste
y contento a la vez, porque tanta fortuna le falta como amor lo espera. Conversamos
también sobre la música popular y sus orígenes negros, lo que los sorprende y alegra.
Les propongo luego de saborear la canción con el oído y con las palabras
compartidas, que dibujen. Llenos de colores entonces van pintando sus cuadernos y la
imagen que la canción “les inspira” –así se los pedí–.
Noemí despliega sus brillantes dotes pictóricas y muestra que sabe observar. Dibuja
al pescador en conversación con la luna, en el monólogo de su reflejo, espejo que nos
brinda el mar para las noches solitarias.
A muchos impacta la figura del pescador hablando con la luna, por eso aparece en
casi todas las ilustraciones. Aylen también dibuja un
reflejo, porque Noemí se lo presta como idea y
modelo. Ariana, por su parte, se lo imagina contando
estrellas y camarones.
Así entonces, de la mano de la música y sus historias, vamos conociendo el mundo
y vamos navegando los ríos de sangre unánime que fluyen por las entrañas
latinoamericanas. Por esto nos queda cada vez más claro: quien dice que en el arte y en
la educación no hay política, o es un ingenuo o es un mentiroso. Tocar una zampoña
boliviana, bailar una cumbia de Colombia, cantar un romance tradicional
puertorriqueño, una poesía popular española, un son cubano o un pregón venezolano
son manifestaciones de nuestra cultura profunda, rica y original, por lo tanto liberadora.
Escuchar y hacer música es también, entonces, un acto político y pedagógico.
Miércoles 3 de septiembre. “Vagabundear sobre lo obvio I”.
Salgo al barrio y reencuentro lo conocido. Me acuerdo de pronto de aquel conejo
insoportable que altanero preguntaba: “¿qué hay de nuevo, viejo?” Reviso la histérica
frase y advierto su paradoja. Busco entonces lo nuevo en lo viejo, inéditos
descubrimientos de lo cotidiano, agujas perdidas entre lo trillado. Cada porción de
mundo visitada guarda pedacitos desconocidos, brillos inadvertidos, garabatos que
devienen jeroglíficos y más adelante historias.
El pescador
Va subiendo la corriente
con chinchorro y atarraya,
la canoa de bareque
para llegar a la playa.
El pescador
habla con la luna,
habla con la playa,
no tiene fortuna,
sólo su atarraya.
Regresan los pescadores
con su carga pa’ vender,
al puerto de sus amores
donde tienen su querer.
Esta es nuestra idea de una mirada poética al mundo. Encontrar lo apasionante, lo
sorprendente y lo enigmático en los escombros de lo vulgar.
Hoy Melisa trae para compartir una piedra de lo más corriente. La presenta
defendiendo. Según ella es muy bonita y “cuando hay poca luz, brilla”. Sin embargo,
lejos de ser una roca fluorescente, se trata de un simple canto rodado con restos de
cemento adherido.
Pero este minúsculo mineral tiene un origen y un destino. Viene de una montaña,
arrastrada por vertientes correntosas, pulida por el baile bullicioso del agua vertical. Es
artesanía de la naturaleza, guijarro tallado de un basamento milenario. Trae sin saberlo
su destino de hormigón, recurso del humano para erigir. Tanta historia en tan poca
piedra…
Les cuento todo esto y más. Hablamos un largo rato, impensados minutos para un
currículum formal. ¿Quién lo hubiera imaginado como parte de un tema? ¿Qué
contenido trabajamos hoy? ¿Había que escribirlo en la planificación?
Les pido que registren sus apuntes de la charla. Con serena dedicación anotan las
aventuras escondidas en la roca, pasándosela de mano en mano como si fuese una
pepita.
Mauricio, con todas sus dificultades a cuestas, escribe entusiasmado. Siempre a la
retaguardia de los deberes, con la fatiga inevitable de sus noches cartoneras, hoy revive
sus ánimos y resume con voluntad:
La piedra canto rodado es una piedra que con ella se puede hacer una casa.
Jueves 4 de septiembre. “Vagabundear sobre lo obvio II”.
Seguimos pensando en la exaltación de lo vulgar. Dando vueltas sobre lo pisado,
vagabundeando rastros comunes, buscamos significados en lo insignificante.
Hoy, para nuestro desafío, Aylen nos trae un potus, simple y prosaico potus en
maceta y frasco. Quieto, mudo, descolorido: ¿qué podría ofrecernos para la clase?
¿Qué ver en él más que una planta desabrida, un retrato de la indiferencia?
En principio parecería que nada. Pero Aylen lo trajo y merece que lo estudiemos; es
decir, que lo miremos y lo pensemos.
Comenzamos notando su asimetría, su torrencial inclinación hacia uno de los
vientos. Esa observación llama la atención y merece comentarios. Expongo las causas:
les hablo del fototropismo, sedienta búsqueda de luz que impone formas al reino
vegetal. Vinculamos así la estructura del ser con las condiciones del medio.
Tejidas las variables, jugamos a adivinar dónde estará colocada la planta en casa de
Aylen con respecto a su ventana, jugamos a pensarla dentro de unos meses si la
mudamos a cierto rincón del aula.
Vemos luego sus raíces extendidas en el frasco transparente. Señalamos y
bautizamos los folículos absorbentes, popotitos que nutren su verde esqueleto.
Hablamos de las cosas que tiene y también de las que no. Comento que no da flores
y eso nos obliga a pensar su reproducción. Les cuento que se multiplica por gajos,
ofreciéndolos a la tierra para que de esos verdes brazos crezcan nuevos hijos.
Las preguntas y comentarios vuelven la clase alegre, entusiasta y fluida. Cuando
parecen agotarse los matices del tema, invito a que escriban. Después de casi dos horas
de charla y pensamiento, la tarea no es páramo ni murallón, es una sencilla
organización en palabras de lo comprendido con genuino interés y natural sorpresa.
Yanina anota la interesante proliferación del potus. En dos renglones hace fácil lo
que no es tanto:
El potus no tiene flor y semilla. El potus no salió de la semilla, salió del gajo, y si
yo lo corto la planta no se muere.
Nicole apunta los datos novedosos y traza esquemáticamente. Olvida los cuidados
del arte plástico en función de la claridad, dibuja porque le sirve para explicar la
relación entre el organismo y el medio. En pocas líneas esboza nuestro principal
objetivo didáctico, no de la clase, ni de la unidad: ¡de todo el estudio científico!
El gráfico de Nicole muestra que empezamos a tejer relaciones entre los objetos y el
mundo que los rodea, una forma de enunciar el ansiado y constante paso de la lectura
ingenua a la lectura crítica de la realidad.
Lunes 7 de julio. “Adivinanzas”.
El aulita se despierta temprano, gélida sin el calor de sus voces. Apenas entramos
van encendiendo, lentamente, la hoguera del trabajo colectivo. Nos ubicamos y
preparamos los materiales, designamos al encargado del día, repasamos las tareas que
nos esperan y también damos lugar a lo imprevisto. Hay jornadas fervientes como hoy,
en que varias manos se agolpan en el escritorio para mostrar lo que trajeron y desean
compartir. Cuidadosamente vamos dando lugar a todos porque todos traen la
importancia de comunicar y ofrecer lo hecho.
Ayer por la tarde Erik escribió unas adivinanzas que nos quiere convidar tan tímido
como decidido. Las leo en voz alta y no puedo ocultar un dulce asombro, montado en
cada eco de sus líneas donde resuena vivamente la tradición oral:
¿Qué es eso que aparece en el cielo de noche y que brilla?
Las estrellas.
Sabe Erik que las adivinanzas son la bella infancia de la poesía, porque nacen de
observar el mundo y convertirlo en palabras para los demás. Por eso escribe:
¿Qué es eso que se mueve cada vez que el viento sopla?
Las plantas.
Surtidores prodigiosos de imágenes líricas, las adivinanzas despliegan recursos
poéticos para nombrar las cosas. Erik les echa mano desplazando el todo hacia la parte,
convirtiendo su observación en un enigma que provoca y seduce:
¿Qué es eso que tiene metal en las patas?
El caballo.
Sin saberlo quizás, Erik sintetiza maravillosamente en tres
acertijos juego, arte y conocimiento. Se divierte e invita a
hacerlo a través de su mirada del mundo. Para esconder y hacer
tentador lo que ve, lo pone en palabras talladas con esmero.
Nombra pulidamente el mundo y sus vaivenes; es decir, jugando
hace poesía y hace ciencia.
El arte y el conocimiento científico, creemos entonces, no
son campos remotos e incomunicados. Son caminos de
representación y significado, búsquedas incesantes de formas
que ver y decir.
Ariana aprovecha el tema y nos ofrece de las suyas. Hace unos días que tiene
escritas algunas y hoy se decide a convidarlas:
Aparece a la mañana pero vive de noche…
El lucero.
Vemos felices cómo Ariana, en una simple línea, condensa intuitivamente dos
recursos poéticos. Por un lado, la contradicción entre aparecer de mañana y de noche; y
por otro, la personificación: el lucero “vive” de noche. Este artificio, vale aclararlo,
dista mucho del animismo infantil, pues ella sabe que estrellas y planetas son inertes,
pero elige hacerlo “vivir” porque ya va conociendo que ciertas palabras de autor
causan ciertos efectos en el lector, muy ligados al placer estético como en este caso.
Viernes 19 de septiembre. “Natalia”.
Último encuentro del invierno. El desierto ambarino de la madrugada se llena de
voces y pasos. La vida es pequeña y bella, dirán los niños al bostezar de la primavera, y
saldrán corriendo para la escuela.
En las horas finales del día, cansados por el trajín semanal, vamos a la Biblioteca.
Nos tomamos el tiempo necesario para preparar el espacio. Veremos La Marcha de los
pingüinos, un documental sobre la vida del pingüino emperador.
Les pido que, antes que nada, la disfruten. Que la vean, que le den su merecida
oportunidad; después la juzgarán a gusto y no habrá reproches. Les ofrezco también
que, si tienen ganas, tomen apuntes. Lo que les guste, lo que les llame la atención,
pequeñas imágenes para guardar y convidar a quien no las haya visto.
Saboreo la película con ellos. Compartimos la boca abierta, los ojos como
marionetas de las cejas, toda la expresión deslumbrada por la trama. Veo que algunos
escriben con pasión, tratando de calcar la emoción de las imágenes, de ese viaje
heroico en la vida austral.
Pero más disfruto de la sorpresa que nos da Natalia. Ella, criada entre matones de
pecho erguido a bailes de barrabrava y pistolero, cada vez que se enoja cambia la voz y
el ceño. Se enfunda en un traje de compadrito que tan mal le queda como tanto necesita
en su barriada. Ella, porque lleva un falso certificado de ineptitud atado a su apellido,
cursa tercer grado por tercera vez. Porque Natalia es rebelde contra los sinsentidos que
pueblan las aulas, porque es chúcara y orejana, contestadora y sagaz, es arrojada al
depósito de la resaca escolar.
Este año Natalia se lanzó a escribir, buscando a los tumbos sus propias letras, su
propia voz que tanto fortalece como desnuda. Por eso no es sencillo, porque quien
escribe se muestra, desviste sus confusiones. Y en el barrio eso no es posible. No podés
reposar, porque te descansan; no podés dormir, porque te tumban; nunca dudes, porque
te vacilan.
Escribir es un arma para quien la maneja, pero hay que asumir los peligros de
aprender a usarla.
Hoy Natalia escribe dos páginas enteras sobre lo que está viendo. Cuenta sus
asombros sobre allá tan lejos, sobre ese páramo frío de la Antártida imposible. Registra
lo que ve, como si quisiera tener aquí lo que pasa allí, para salvar pingüinos, para
abrigarlos en el calor de memoria eterna que anida su cuaderno.
Apenas comienza dibuja con palabras. Ve figuras en la vida, y así distingue el
corazón que forman los pingüinos cuando se besan:
Los pingüinos se aparean, se deslizan por la nieve. Hace mucho frío. Cuando se
juntan parece un corazón.
Se está rompiendo el huevo. Lo cubre bien para que no se
rompa. Lo picotea mucho. Lo cubre con los pies y las patas. Y le
da el huevo al macho porque la hembra tiene que cruzar el
desierto porque tiene mucha hambre. El desierto tiene un color
amarillo porque le da el sol. El hielo se derrite. Hace mucho frío. Llegaron al mar y
están nadando.
Se ponen todos juntos para calentarse. Hay luces que se
forman en el cielo. La foca se come a los pingüinos. Dicen:
“debemos apurarnos”. Dicen los pingüinos: “Ya se está
haciendo de día”. Le pega el sol. La vida es pequeña y bella.
El frío es fuerte.
Llegan las mamás y los pingüinitos comen de la boca de la
madre. Los pingüinitos salieron del huevo y dijeron: “Ésta es
mi primera marcha”. Y salieron a correr.
Pequeña y bella Natalia debe querer su vida. Recién salida del huevo, ya extraña
una madre que la cubra bien para no romperse, tan frágil ella.
Todo eso escribe hoy y, cuando termina, sale a correr.
Jueves 14 de agosto. “Ignacio”.
Actos escolares, símbolos y rituales dicen presente por inercia de costumbre. Esta
vez nos toca homenajear a San Martín. Los ensayos crispan la paciencia, pelos de
punta para decorar las cerezas, glosas de memoria practicadas una y otra vez. Las
repeticiones enturbian el aire con distracción y desgano. Con un fatigoso malhumor a
la orden del día, medio grado ensaya en el patio y medio grado espera en el aula sin
avanzar.
Ignacio, para variar, es castigado por mis compañeras que no soportan su conducta
de torbellino irreverente. Y tienen razón. Hoy es más fuerte que cualquier tolerancia y
termina mirando el ensayo desde la Dirección.
Nacho llega cada día como tromba con el cuello escondido entre sus hombros
tensos, como defendiéndose de una amenaza constante. Llega y no saluda. Arremete en
tornado y habla, grita, pega. Con desmedidas acotaciones, quejas altisonantes y
descargas frenéticas irrita a los más tiernos, enfurece a los sensibles y desata a los
iracundos. Así se presenta, con su modo de hacerse querer. Así nos cuenta
silenciosamente su historia.
Infancia rota, tramas lavadas con sucias palabras. Un abandono materno, pan
ausente, figuras que van sin irse y vuelven sin llegar. A dos mujeres llama Ignacio
“mamá”. No sabe a cuál querer; no sabe quién lo quiere. ¿Quién será cuando dice
“mamá”? Familia desbocada, hermanitas que nacen sin aviso para florecer celos,
achicando la casa ya pequeña.
Ignacio no tiene problemas para aprender; es rápido, expresivo, capaz y dedicado.
Pero tiene graves dificultades para convivir. Insulta y provoca a sus compañeros.
Cuando desabrocha su violencia corre peligro, tanto como los demás. Ha lastimado a
varios y se ha ido con la cabeza ensangrentada, rastro de juegos furiosos que subliman
sus mil pesares. Tanto es así que la única vez que faltó a clase, sus compañeros
festejaron.
Es una pared cuando le hablamos seriamente. Nunca contesta nuestras reflexiones,
nos impide pensar con él. Si le preguntamos declara el error, acepta límites y castigos
sin chistar; pero no vemos que tome nota del problema. En vano queremos que sea otro:
Ignacio sólo es quien ahora puede ser.
Hoy, hacia el final del día, comento dos breves páginas del cuaderno de
pensamientos de Melisa. Ignacio, justamente, se ofrece entusiasmado a darme el suyo,
pero luego lo esconde. Pienso que es un hecho importante y por eso insisto, realmente
interesado, hasta que me lo concede.
Lo recorro con atención en la calma del hogar. Veo que hizo de sus páginas un lugar
de juegos, plaza de papel para sus tardes amarillas. Entre firuletes desafía con dibujos
escondidos, registra puntajes de partidas perdidas, hace caminos que conducen quién
sabe adónde, y hasta diseña un tablero para un inédito Juego de la Oca.
También escribe. Siembra pensamientos en esta “libreta de apuntes para toda la
vida”, como él mismo anotó en la tapa. Cuenta el origen del arco iris, apunta datos de
animales y arranca un inconcluso relato de “miedo y muerte”. Pero lo más impactante
son unas confesiones escritas antes de las vacaciones de invierno. Las leo y se me
hunde el pecho. Enternecido llego a comprenderlo, con el pulso del corazón escapado
de las palabras. Dice:
“MIS AMIGOS”
Hoy es el último día de la escuela, y por 2 semanas no voy a ver a mis amigos. La
emoción de tener que verme después me lleva muy triste, porque no hay con quien
jugar. Sé que algunas veces molesto. Quiero que me perdonen porque son amigos
muy importantes para mí. Son amigos de la vida y yo no me voy a olvidar de este
grado (3ro A).
Además, cuando esté en 7 y nos separen, quiero que mi nombre esté en su
corazón porque somos amigos de la vida. Si llego a olvidar su nombre, para no
olvidarlos, estos son: Kevin, Gabriel, Javier, Nicolás, Ariana, Natalia, Agus, Joni,
Rodri, Mauricio N. y Mauricio R. Quiero que no me olviden en su corazón. No se
olviden nunca.
De Ignacio para mis amigos. Y también para mi profe Horacio.
25/07/08
Desde ahora Ignacio es otro. No cambió por pedido a grito furioso o con sermones
almibarados. Es otro porque lo miramos mejor, porque se dejó ver un poquito más,
distinto a su máscara de odio sedicioso.
Es otro porque bajó los hombros, su guardia para el ring de la vida, dispuesto a
recibir algún abrazo.
Viernes 28 de noviembre. “Las preguntas”.
Llegamos a las puertas de las vacaciones. Guardapolvos gastados, más grandes las
manos, más atenta la mirada, porque crecimos y aprendimos. Crecieron ellos, niños y
niñas, y también nosotros, maestras y maestros.
El sol del verano alumbra más fuerte lo que pasó. Con sus rayos abrasadores
buscamos hacia atrás y pronto encontramos cientos de preguntas, los mejores frutos
que una escuela puede sembrar y cosechar.
Preguntas de niños que las aulas escuchan…2
Preguntas precisas: ¿Cómo saber si una tortuga es macho o hembra? ¿Por qué se te
duermen los pies?
Preguntas enormes: El sol ¿se puede caer? ¿Por qué la ballena no deja pasar a peces
grandes y deja pasar al krill?
Preguntas chiquitas: ¿Qué tiene adentro una semilla para que crezca la planta? ¿La
rana de qué tamaño tiene la lengua?
Preguntas quisquillosas: ¿Cuántos dientes tiene el hipopótamo? ¿En el Polo Sur y
en el Polo Norte hace el mismo frío?
Preguntas graciosas: ¿El palo borracho tiene cerveza? ¿Hay “geis” o “trolas” en la
raza de las urracas?
Preguntas inevitables: ¿Cómo se sostiene la Tierra? ¿Para qué le sirven las rayas a
la cebra?
Preguntas lógicas: Si los erizos no tienen cara ¿cómo pueden ver? ¿Por qué el
caballito de mar hembra le da los huevos al macho?
Preguntas poéticas: Al ombú ¿le gusta estar solo? ¿Qué pasaría si no hubiera
pájaros?
Preguntas existenciales: ¿Cómo se mueren los peces cuando están viejos? ¿Por qué
los monos se cuelgan de la cola y no se cuelgan de los brazos?
Preguntas disparatadas: ¿Por qué antes todo era blanco y negro? Cuando nació el
perro ¿había animales?
Preguntas profundas: ¿De dónde sale el color? ¿Qué habrá adentro de un agujero
negro?
Preguntas raras: Cuando San Martín era joven ¿había imanes? ¿Hay un mamífero
que sea ave?
Preguntas increíbles: Dios ¿es negro o es blanco? ¿El erizo puede pinchar un globo?
Preguntas contestatarias: ¿Por qué las hembras tienen que buscarles la comida a los
machos? ¿Por qué el billete de 10 bolivianos tiene un recuerdo de las mujeres y el de
2
Las preguntas que surgen en las clases pueden tener su notario, pero son siempre colectivas.
Alguien la talla en el cuaderno, pero no está más que grabando lo que anda por el aire. Las
que siguen fueron escritas, en orden de aparición, por Nicolás, Ivana, Rodrigo, Melisa,
Mauricio R., Kevin, Rodrigo, Aylen, Ignacio, Jonathan, Ignacio, Naim, Ignacio, Javier,
Rodrigo, Kevin, Nayla, Agustín, Ignacio, Rodrigo, Jonathan, Ariana, Rodrigo, Aylen, Paulo,
Gabriel, Natalia, Mauricio N., Karen, Yanina, Ariana, Noemí, Erik, Ariana y Nicolás.
Argentina no?
Preguntas sin respuesta: Los chimpancés ¿tendrán cola en algún momento? ¿Cuál
de los cocodrilos es el más malo?
Preguntas filosóficas: Si antes del Big Bang en el espacio no había nada ¿cómo
hizo ese punto para explotar? ¿Por qué el mono se parece a nosotros?
Preguntas universales: Si algún día llegáramos al fin del espacio ¿qué
encontraríamos? ¿Para qué sirven los animales?
Preguntas que, como todas, muestran lo mucho que se sabe: ¿Qué hizo que de algo
tan pequeño como una célula salga algo tan grande como un dinosaurio?
Aljibes para la sed, manantiales de curiosidad. Las preguntas son surtidores que,
estallando gotitas frente al sol, dibujan un arco iris en el cielo. Así les miramos los
colores que nacen para nombrarlos, aprenderlos y compartirlos.
Bajo esa llovizna teñida de luz nos vamos hasta el año que viene, con todo el
cansancio recompensado por el trabajo maravilloso de los que dudan, buscan y pelean
conociendo el mundo.
Horacio Cárdenas
cardenashoracio@yahoo.com.ar

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  • 1. Velserbroek – de brug, 2000, fotografía de Ellen Kooi Un espacio en donde:  Construir horizontalmente saberes pedagógicos.  Participar de un Foro de Escrituras Pedagógicas.  Publicar en una revista digital.  Intercambiar y debatir con invitados sobre la escritura y la docencia. Recomendamos estos sitios ● Colectivo Argentino de Educadoras y Educadores que Hacen Investigación Educativa desde la Escuela:http://www.colectivoeducadores.org.ar/ ● Red DHIE Docentes que hacen investigación educativa http://www.reddhie.org.ar/ ● Red de Maestr@s Escritores: http://redmaestrosescritores.blogspot.com/ ● C.A.I.E. de la Comunidad Educativa del "Mariano Acosta http://caie-del-ies-2- mariano-acosta.blogspot.com.ar/ ● Hypatia, la filósofa. Revista CAIE Mariano Acosta http://hypatialafilosofa.blogspot.com.ar/2008/01/hypatia-de-alejandria-la- filsofa-la.html ● Museo de Ciencias y Tecnologías de los Educadores de la Ciudad http://alejandriadelplata.blogspot.com.ar/ ● Memoria Docente y Documentación Pedagógi- ca:http://memoriapedagogica.com.ar/ Escuela Normal Superior en Lenguas Vivas Nº 2 “Mariano Acosta” Red de Estudiantes y Docentes Escritores acostaredescritores@gmail.com https://sites.google.com/site/acostaredescritores/home 1º Dossier de Lectura: Selección de Escrituras del libro Diario de Ruta de Horacio Cárdenas co “Una y otra vez” Silvia Brewda Equipo docente: Rita Torchio, Carlos Trapani y Marcos Beltrame Año I, Nº 1, Junio 2013
  • 2. Integrantes de la Red de Estudiantes y Docentes Escritores 1. Caraballo, Julio César 2. Girella, Julio César 3. Montiel, Pedro 4. Siaba, Beatriz 6. Balsamello, Andrea 7. Benitez Romero, Rossana 8. del Rosario, Eva 9. Martínez, Ana Laura 10. Tomé, Irene Palabras de la Sra Rectora de la Escuela Mariano Acosta, profesora Raquel Papalardo La Escuela Mariano Acosta propone entre los objetivos fundamentales abrir las puertas a la comunidad. Este proyecto constituye una apertura desde lo pedagógico con la propuesta de establecer lazos entre docentes y estudiantes de nuestra casa de estudios y otras instituciones, especialis- tas en educación y quienes están transitando el proceso de formación . La palabra, y la palabra escrita que fluye entre este colectivo permite volcar las experiencias y saberes de los que participamos en el proceso educativo. Pablo Freire dice . “No hay palabra verdadera que no sea una unión inquebrantable entre acción y reflexión, y por ende, que no sea praxis. De ahí que decir la palabra verdadera sea transformar el mundo”. Palabras de la Sra. Regente de Nivel Terciario Prof. Lilian Enriquez Bienvenidos los espacios de intercambio y de construcción compartida… Bienvenidos los colegas y futuros colegas que se suman a la experiencia de escribir acerca de la docencia con pasión, con esperanza, con el convencimiento del poder transformador de la educación… Bienvenida la Red de Estudiantes y Docentes Escritores que pondrá en marcha en el Mariano Acosta un espacio para pensar y debatir ideas con total libertad apostando a la construcción de saberes pedagógicos…
  • 3. Dice Vivian Gussin Paley: “Un hecho por sí puede abrir una puerta hacia el castillo; pero si colocamos ese hecho dentro de un relato, irán apareciendo túneles imprevistos a medida que nos involucramos, recorremos el escenario y ampliamos nuestros horizontes.” Entonces... manos a la obra, colegas!!!
  • 4. Estimados estudiantes y colegas: La Red de Estudiantes y Docentes Escritores del Mariano Acosta celebra con alegr- ía esta primera serie de escrituras, las que asumen la forma de un Dossier de Lectura que se ofrece para el diálogo y la reflexión en todos los niveles de nuestra Institución. Escritura y lectura se conjugan en un mismo tiempo en una Red. Un tiempo que se elige vivir en forma mancomunada y que se sustenta en su direccionalidad, o politici- dad, como le gustaba decir a Freire. La perspectiva neoliberal produce cada vez más la división del trabajo, por eso, nos interesan estas modalidades de trabajo en Red. Una Red para recuperar la palabra en defensa del derecho social de la educación. Para nosotros, la escritura entre colegas es una producción horizontal que fortalece profesionalmente y, al compartirla y darla a leer, pone en juego una distribución de- mocrática de saberes sobre la propia experiencia docente. Hoy, este Dossier es posible porque Horacio Cárdenas comparte generosamente escri- turas que él mismo seleccionó de su reciente publicación1 , las ofrece porque apuesta a soñar con otros que la educación puede ser un proyecto popular y horizontal, porque se anima a acercar los contenidos de la escuela al pensamiento latinoamericano y a la propuesta del Maestro Luis Iglesias. Por ello, nuestro agradecimiento. Rita Torchio, Carlos Trapani y Marcos Beltrame 1 CÁRDENAS, H. (2013). Diario de ruta. Enseñar y aprender en tiempos del renacer indoameri- cano. Buenos Aires: Ediciones Colihue
  • 5. Diario de Ruta Enseñar y aprender en tiempos del renacer indoamericano Ofrecemos aquí unos fragmentos del diario de apuntes pedagógicos escrito durante 2008 cuando transitábamos las mañanas junto a tercer grado en la Escuela Nº 15 DE 13 del Barrio Samoré, de Villa Lugano, Ciudad de Buenos Aires. Los pueblan hechos, voces, imágenes que se conjugan en tarea colectiva. Aparece la escritura del maestro como herramienta de comunicación y debate ideológico (15/5), la escuela como lugar de conocimiento y construcción de la cultura popular (31/7), el extrañamiento de lo cotidiano como forma de conocer, de mirar mejor el mundo (3 y 4/9), la libre expresión como materia prima del aprendizaje (7/7) y como ejercicio de la propia voz (19/9), la búsqueda pedagógica del alma infantil (14/8) y cientos de preguntas diversas, síntoma y motor de cualquier conocimiento (28/11). Esperemos que sirvan para mirar, discutir y llenar de orgullo e inteligencia apasionada nuestra escuela tan necesaria. Jueves 15 de mayo. “Pobreza simbólica”. Tras ardua jornada de labor, la Providencia Institucional dictamina reunión de personal. Sin oídos ni saludos, arrancan las Conductoras con unos textos paracaídos. Dice así la vice que nuestros niños pertenecen a la “pobreza simbólica”. Y sigue hablando sola… “Pobreza simbólica” o pobreza económica, pregunto yo. Serán villeros y marginados; comerán poco y hacinados, desolladas víctimas del saqueo; trabajarán como ejército de reserva, bocado de la gran ciudad, mañana changarines, mucamas o repartidores, tal vez pintores de ocasión, albañiles de albañales o costureros a destajo… Pero eso no significa que sean pobres de símbolos. Vivir en una villa nunca implicará carencias intelectuales ni falta de cultura, como nos quieren hacer creer. ¿Acaso alguien puede no tener cultura? ¿Pobreza simbólica ellos? ¡Ja! ¿Pobreza simbólica Nicole, que cose signos como sus padres cosen telas? ¿Es pobre Nicole, que crea, crece, sueña, inventa y despliega? Justo ayer, ella se paraba silenciosamente para abrir las hojas de su cuaderno, y yo miraba. De a poco iban apareciendo las formas, como talladas en vidrio con marcador, surgidas de su genio creador. Impulsada solamente por sus bríos fantásticos, por su libertad de alfarera, Nicole diseñó una tortuga en paisaje de vitral. ¿Pobreza simbólica? ¿Pobreza simbólica Erik, que anhela saber todo sobre el universo y no porque quiera ser astronauta, sino “simplemente por saber”, como él mismo afirma? ¿Es pobre Erik, que sabe ciencia y es poeta? Justo ayer, él levantaba la mano para proponer una comparación. Yo les proponía que completaran la frase “es triste como…” y salían los clásicos “triste como un nene sin juguete”, “triste como llorar”, pero Erik dijo “es triste como una laguna”. Y sentenció: “porque las lagunas me parecen tristes”. ¿Pobreza simbólica Ivana, que lucha y aprende como lucha su madre por dar de comer a sus mil hijos? ¿Pobre Ivana, que escucha, atrapa y reconstruye? Justo ayer, luego de la pincelada de Erik, completábamos “es dulce como…”, e Ivana no dijo “dulce como el dulce de leche” ni “dulce como un caramelo”, tampoco “dulce como la miel”. Ivana dijo “es dulce como el sol”, porque no hay cosa más tierna y suave que ese calor ambarino en el invierno. ¿Pobreza simbólica Paulo, que a pesar de todos sus abandonos y sus diarios mendrugos piensa y siente, siente y piensa? ¿Pobre Paulo, que saborea la poesía y se anima a compartirla? Justo hoy, luego de escuchar el “Son para niños antillanos” de Nicolás Guillén, Paulo levanta la mano para decir, sin que nadie se lo pida, la parte que más le gustó: “Un cañón de chocolate / contra el barco disparó / y un cañón de azúcar, zúcar / le contestó.” Y continuó: “Me gusta porque parece que es dulce, y yo me imagino comiendo algo dulce.” ¿Pobreza simbólica Nayla, que busca palabras para la risa y también para el llanto? ¿Pobre Nayla, que escucha y se hace oír con su voz suave y precisa? Justo hoy, después de la dulzura de Paulo, ella comparte lo que escucha entre líneas, lo que se oye más allá de los sonidos. Cuando Mariana Baggio canta la estrofa del son que dice: “¡Ay, mi barco marinero / con su casco de papel! / ¡Ay, mi barco negro y blanco / sin timonel!”, Nayla comenta: “¿Viste que canta como cuando vas a llorar? Es como si estuviera triste…” ¿Pobreza simbólica estos niños? ¿O pobres de símbolos serán los que inventan categorías para falsificar lo que ni conocen? Lunes 21 de julio. “Cultura popular”. Cielo arriba se mira solita la luna de sal. Los gallos cantan al alba, los niños cantan al amanecer; unos cantan porque saben y otros por aprender. Desde Bolivia soplan vientos cálidos y rebeldes por estos tiempos. Desde Bolivia viene también Daniela, alumna de quinto grado, hermana de Kevin, quien con su siku y
  • 6. su gran sonrisa abre la puerta de nuestra aula. Hace unos días la habíamos invitado para que nos muestre el instrumento amado, con los metálicos colores de sus tonos, con la historia que esconde en cada caña. Ante la expectativa y la atención de todos, Daniela nos habla del origen del siku, del nombre de ambas hileras –ira y arka– y del amor con que se toca. Lentamente va soltando palabras y soplando sus sonidos. Nos conmueve con “El tren del cielo” y con “Sólo le pido a Dios”, que hacen estallar dos mil aplausos. Ellos preguntan y observan cuidadosamente, con interés genuino. Generosamente Daniela presta su flauta para que cada uno intente sacarle algún sonido. Así comprueban el difícil arte que entraña tocarla. Tanta atracción produce que Daniela nos invita a su Centro Cultural, donde según ella “cualquiera puede aprender a tocar”. Muchos anotan la dirección y prometen darse una vuelta. Mientras tanto veo a Kevin que escribe, tímidamente conmovido por las cálidas palabras de su hermana: El siku es un instrumento musical que se toca con mucho amor, que se toca con el viento (sería con el viento que hacés con la boca). Así se toca este instrumento. Vemos felices cómo se puede hacer fácil lo difícil. En tiempos de racismo idiota y de ignorante desprecio, la música, nuestra sencilla música, enlaza a los hermanos de sangre y destino. Con el remolino que vibra en las cañas hoy viajamos al Altiplano bailando en los cerros, bajando en rueda, bandera brillante, mano en cadena. Sobre el final del día volvemos a la música, cruzando esta vez hasta Colombia. De la mano de Mariana Baggio y también de la milenaria Totó la Momposina escuchamos El pescador, una cumbia clásica de esas que suenan con tambores y voz cruda, poesía con ritmo de raíces negras. Hablamos de la cumbia que ellos conocen, de las diferencias, de este pescador triste y contento a la vez, porque tanta fortuna le falta como amor lo espera. Conversamos también sobre la música popular y sus orígenes negros, lo que los sorprende y alegra. Les propongo luego de saborear la canción con el oído y con las palabras compartidas, que dibujen. Llenos de colores entonces van pintando sus cuadernos y la imagen que la canción “les inspira” –así se los pedí–. Noemí despliega sus brillantes dotes pictóricas y muestra que sabe observar. Dibuja al pescador en conversación con la luna, en el monólogo de su reflejo, espejo que nos brinda el mar para las noches solitarias. A muchos impacta la figura del pescador hablando con la luna, por eso aparece en casi todas las ilustraciones. Aylen también dibuja un reflejo, porque Noemí se lo presta como idea y modelo. Ariana, por su parte, se lo imagina contando estrellas y camarones. Así entonces, de la mano de la música y sus historias, vamos conociendo el mundo y vamos navegando los ríos de sangre unánime que fluyen por las entrañas latinoamericanas. Por esto nos queda cada vez más claro: quien dice que en el arte y en la educación no hay política, o es un ingenuo o es un mentiroso. Tocar una zampoña boliviana, bailar una cumbia de Colombia, cantar un romance tradicional puertorriqueño, una poesía popular española, un son cubano o un pregón venezolano son manifestaciones de nuestra cultura profunda, rica y original, por lo tanto liberadora. Escuchar y hacer música es también, entonces, un acto político y pedagógico. Miércoles 3 de septiembre. “Vagabundear sobre lo obvio I”. Salgo al barrio y reencuentro lo conocido. Me acuerdo de pronto de aquel conejo insoportable que altanero preguntaba: “¿qué hay de nuevo, viejo?” Reviso la histérica frase y advierto su paradoja. Busco entonces lo nuevo en lo viejo, inéditos descubrimientos de lo cotidiano, agujas perdidas entre lo trillado. Cada porción de mundo visitada guarda pedacitos desconocidos, brillos inadvertidos, garabatos que devienen jeroglíficos y más adelante historias. El pescador Va subiendo la corriente con chinchorro y atarraya, la canoa de bareque para llegar a la playa. El pescador habla con la luna, habla con la playa, no tiene fortuna, sólo su atarraya. Regresan los pescadores con su carga pa’ vender, al puerto de sus amores donde tienen su querer.
  • 7. Esta es nuestra idea de una mirada poética al mundo. Encontrar lo apasionante, lo sorprendente y lo enigmático en los escombros de lo vulgar. Hoy Melisa trae para compartir una piedra de lo más corriente. La presenta defendiendo. Según ella es muy bonita y “cuando hay poca luz, brilla”. Sin embargo, lejos de ser una roca fluorescente, se trata de un simple canto rodado con restos de cemento adherido. Pero este minúsculo mineral tiene un origen y un destino. Viene de una montaña, arrastrada por vertientes correntosas, pulida por el baile bullicioso del agua vertical. Es artesanía de la naturaleza, guijarro tallado de un basamento milenario. Trae sin saberlo su destino de hormigón, recurso del humano para erigir. Tanta historia en tan poca piedra… Les cuento todo esto y más. Hablamos un largo rato, impensados minutos para un currículum formal. ¿Quién lo hubiera imaginado como parte de un tema? ¿Qué contenido trabajamos hoy? ¿Había que escribirlo en la planificación? Les pido que registren sus apuntes de la charla. Con serena dedicación anotan las aventuras escondidas en la roca, pasándosela de mano en mano como si fuese una pepita. Mauricio, con todas sus dificultades a cuestas, escribe entusiasmado. Siempre a la retaguardia de los deberes, con la fatiga inevitable de sus noches cartoneras, hoy revive sus ánimos y resume con voluntad: La piedra canto rodado es una piedra que con ella se puede hacer una casa. Jueves 4 de septiembre. “Vagabundear sobre lo obvio II”. Seguimos pensando en la exaltación de lo vulgar. Dando vueltas sobre lo pisado, vagabundeando rastros comunes, buscamos significados en lo insignificante. Hoy, para nuestro desafío, Aylen nos trae un potus, simple y prosaico potus en maceta y frasco. Quieto, mudo, descolorido: ¿qué podría ofrecernos para la clase? ¿Qué ver en él más que una planta desabrida, un retrato de la indiferencia? En principio parecería que nada. Pero Aylen lo trajo y merece que lo estudiemos; es decir, que lo miremos y lo pensemos. Comenzamos notando su asimetría, su torrencial inclinación hacia uno de los vientos. Esa observación llama la atención y merece comentarios. Expongo las causas: les hablo del fototropismo, sedienta búsqueda de luz que impone formas al reino vegetal. Vinculamos así la estructura del ser con las condiciones del medio. Tejidas las variables, jugamos a adivinar dónde estará colocada la planta en casa de Aylen con respecto a su ventana, jugamos a pensarla dentro de unos meses si la mudamos a cierto rincón del aula. Vemos luego sus raíces extendidas en el frasco transparente. Señalamos y bautizamos los folículos absorbentes, popotitos que nutren su verde esqueleto. Hablamos de las cosas que tiene y también de las que no. Comento que no da flores y eso nos obliga a pensar su reproducción. Les cuento que se multiplica por gajos, ofreciéndolos a la tierra para que de esos verdes brazos crezcan nuevos hijos. Las preguntas y comentarios vuelven la clase alegre, entusiasta y fluida. Cuando parecen agotarse los matices del tema, invito a que escriban. Después de casi dos horas de charla y pensamiento, la tarea no es páramo ni murallón, es una sencilla organización en palabras de lo comprendido con genuino interés y natural sorpresa. Yanina anota la interesante proliferación del potus. En dos renglones hace fácil lo que no es tanto: El potus no tiene flor y semilla. El potus no salió de la semilla, salió del gajo, y si yo lo corto la planta no se muere. Nicole apunta los datos novedosos y traza esquemáticamente. Olvida los cuidados del arte plástico en función de la claridad, dibuja porque le sirve para explicar la relación entre el organismo y el medio. En pocas líneas esboza nuestro principal objetivo didáctico, no de la clase, ni de la unidad: ¡de todo el estudio científico! El gráfico de Nicole muestra que empezamos a tejer relaciones entre los objetos y el mundo que los rodea, una forma de enunciar el ansiado y constante paso de la lectura ingenua a la lectura crítica de la realidad. Lunes 7 de julio. “Adivinanzas”. El aulita se despierta temprano, gélida sin el calor de sus voces. Apenas entramos van encendiendo, lentamente, la hoguera del trabajo colectivo. Nos ubicamos y preparamos los materiales, designamos al encargado del día, repasamos las tareas que nos esperan y también damos lugar a lo imprevisto. Hay jornadas fervientes como hoy, en que varias manos se agolpan en el escritorio para mostrar lo que trajeron y desean compartir. Cuidadosamente vamos dando lugar a todos porque todos traen la importancia de comunicar y ofrecer lo hecho. Ayer por la tarde Erik escribió unas adivinanzas que nos quiere convidar tan tímido como decidido. Las leo en voz alta y no puedo ocultar un dulce asombro, montado en cada eco de sus líneas donde resuena vivamente la tradición oral: ¿Qué es eso que aparece en el cielo de noche y que brilla? Las estrellas.
  • 8. Sabe Erik que las adivinanzas son la bella infancia de la poesía, porque nacen de observar el mundo y convertirlo en palabras para los demás. Por eso escribe: ¿Qué es eso que se mueve cada vez que el viento sopla? Las plantas. Surtidores prodigiosos de imágenes líricas, las adivinanzas despliegan recursos poéticos para nombrar las cosas. Erik les echa mano desplazando el todo hacia la parte, convirtiendo su observación en un enigma que provoca y seduce: ¿Qué es eso que tiene metal en las patas? El caballo. Sin saberlo quizás, Erik sintetiza maravillosamente en tres acertijos juego, arte y conocimiento. Se divierte e invita a hacerlo a través de su mirada del mundo. Para esconder y hacer tentador lo que ve, lo pone en palabras talladas con esmero. Nombra pulidamente el mundo y sus vaivenes; es decir, jugando hace poesía y hace ciencia. El arte y el conocimiento científico, creemos entonces, no son campos remotos e incomunicados. Son caminos de representación y significado, búsquedas incesantes de formas que ver y decir. Ariana aprovecha el tema y nos ofrece de las suyas. Hace unos días que tiene escritas algunas y hoy se decide a convidarlas: Aparece a la mañana pero vive de noche… El lucero. Vemos felices cómo Ariana, en una simple línea, condensa intuitivamente dos recursos poéticos. Por un lado, la contradicción entre aparecer de mañana y de noche; y por otro, la personificación: el lucero “vive” de noche. Este artificio, vale aclararlo, dista mucho del animismo infantil, pues ella sabe que estrellas y planetas son inertes, pero elige hacerlo “vivir” porque ya va conociendo que ciertas palabras de autor causan ciertos efectos en el lector, muy ligados al placer estético como en este caso. Viernes 19 de septiembre. “Natalia”. Último encuentro del invierno. El desierto ambarino de la madrugada se llena de voces y pasos. La vida es pequeña y bella, dirán los niños al bostezar de la primavera, y saldrán corriendo para la escuela. En las horas finales del día, cansados por el trajín semanal, vamos a la Biblioteca. Nos tomamos el tiempo necesario para preparar el espacio. Veremos La Marcha de los pingüinos, un documental sobre la vida del pingüino emperador. Les pido que, antes que nada, la disfruten. Que la vean, que le den su merecida oportunidad; después la juzgarán a gusto y no habrá reproches. Les ofrezco también que, si tienen ganas, tomen apuntes. Lo que les guste, lo que les llame la atención, pequeñas imágenes para guardar y convidar a quien no las haya visto. Saboreo la película con ellos. Compartimos la boca abierta, los ojos como marionetas de las cejas, toda la expresión deslumbrada por la trama. Veo que algunos escriben con pasión, tratando de calcar la emoción de las imágenes, de ese viaje heroico en la vida austral. Pero más disfruto de la sorpresa que nos da Natalia. Ella, criada entre matones de pecho erguido a bailes de barrabrava y pistolero, cada vez que se enoja cambia la voz y el ceño. Se enfunda en un traje de compadrito que tan mal le queda como tanto necesita en su barriada. Ella, porque lleva un falso certificado de ineptitud atado a su apellido, cursa tercer grado por tercera vez. Porque Natalia es rebelde contra los sinsentidos que pueblan las aulas, porque es chúcara y orejana, contestadora y sagaz, es arrojada al depósito de la resaca escolar. Este año Natalia se lanzó a escribir, buscando a los tumbos sus propias letras, su propia voz que tanto fortalece como desnuda. Por eso no es sencillo, porque quien escribe se muestra, desviste sus confusiones. Y en el barrio eso no es posible. No podés reposar, porque te descansan; no podés dormir, porque te tumban; nunca dudes, porque te vacilan. Escribir es un arma para quien la maneja, pero hay que asumir los peligros de aprender a usarla. Hoy Natalia escribe dos páginas enteras sobre lo que está viendo. Cuenta sus asombros sobre allá tan lejos, sobre ese páramo frío de la Antártida imposible. Registra lo que ve, como si quisiera tener aquí lo que pasa allí, para salvar pingüinos, para abrigarlos en el calor de memoria eterna que anida su cuaderno. Apenas comienza dibuja con palabras. Ve figuras en la vida, y así distingue el corazón que forman los pingüinos cuando se besan: Los pingüinos se aparean, se deslizan por la nieve. Hace mucho frío. Cuando se juntan parece un corazón. Se está rompiendo el huevo. Lo cubre bien para que no se rompa. Lo picotea mucho. Lo cubre con los pies y las patas. Y le da el huevo al macho porque la hembra tiene que cruzar el desierto porque tiene mucha hambre. El desierto tiene un color amarillo porque le da el sol. El hielo se derrite. Hace mucho frío. Llegaron al mar y están nadando. Se ponen todos juntos para calentarse. Hay luces que se forman en el cielo. La foca se come a los pingüinos. Dicen: “debemos apurarnos”. Dicen los pingüinos: “Ya se está haciendo de día”. Le pega el sol. La vida es pequeña y bella. El frío es fuerte. Llegan las mamás y los pingüinitos comen de la boca de la madre. Los pingüinitos salieron del huevo y dijeron: “Ésta es
  • 9. mi primera marcha”. Y salieron a correr. Pequeña y bella Natalia debe querer su vida. Recién salida del huevo, ya extraña una madre que la cubra bien para no romperse, tan frágil ella. Todo eso escribe hoy y, cuando termina, sale a correr. Jueves 14 de agosto. “Ignacio”. Actos escolares, símbolos y rituales dicen presente por inercia de costumbre. Esta vez nos toca homenajear a San Martín. Los ensayos crispan la paciencia, pelos de punta para decorar las cerezas, glosas de memoria practicadas una y otra vez. Las repeticiones enturbian el aire con distracción y desgano. Con un fatigoso malhumor a la orden del día, medio grado ensaya en el patio y medio grado espera en el aula sin avanzar. Ignacio, para variar, es castigado por mis compañeras que no soportan su conducta de torbellino irreverente. Y tienen razón. Hoy es más fuerte que cualquier tolerancia y termina mirando el ensayo desde la Dirección. Nacho llega cada día como tromba con el cuello escondido entre sus hombros tensos, como defendiéndose de una amenaza constante. Llega y no saluda. Arremete en tornado y habla, grita, pega. Con desmedidas acotaciones, quejas altisonantes y descargas frenéticas irrita a los más tiernos, enfurece a los sensibles y desata a los iracundos. Así se presenta, con su modo de hacerse querer. Así nos cuenta silenciosamente su historia. Infancia rota, tramas lavadas con sucias palabras. Un abandono materno, pan ausente, figuras que van sin irse y vuelven sin llegar. A dos mujeres llama Ignacio “mamá”. No sabe a cuál querer; no sabe quién lo quiere. ¿Quién será cuando dice “mamá”? Familia desbocada, hermanitas que nacen sin aviso para florecer celos, achicando la casa ya pequeña. Ignacio no tiene problemas para aprender; es rápido, expresivo, capaz y dedicado. Pero tiene graves dificultades para convivir. Insulta y provoca a sus compañeros. Cuando desabrocha su violencia corre peligro, tanto como los demás. Ha lastimado a varios y se ha ido con la cabeza ensangrentada, rastro de juegos furiosos que subliman sus mil pesares. Tanto es así que la única vez que faltó a clase, sus compañeros festejaron. Es una pared cuando le hablamos seriamente. Nunca contesta nuestras reflexiones, nos impide pensar con él. Si le preguntamos declara el error, acepta límites y castigos sin chistar; pero no vemos que tome nota del problema. En vano queremos que sea otro: Ignacio sólo es quien ahora puede ser. Hoy, hacia el final del día, comento dos breves páginas del cuaderno de pensamientos de Melisa. Ignacio, justamente, se ofrece entusiasmado a darme el suyo, pero luego lo esconde. Pienso que es un hecho importante y por eso insisto, realmente interesado, hasta que me lo concede. Lo recorro con atención en la calma del hogar. Veo que hizo de sus páginas un lugar de juegos, plaza de papel para sus tardes amarillas. Entre firuletes desafía con dibujos escondidos, registra puntajes de partidas perdidas, hace caminos que conducen quién sabe adónde, y hasta diseña un tablero para un inédito Juego de la Oca. También escribe. Siembra pensamientos en esta “libreta de apuntes para toda la vida”, como él mismo anotó en la tapa. Cuenta el origen del arco iris, apunta datos de animales y arranca un inconcluso relato de “miedo y muerte”. Pero lo más impactante son unas confesiones escritas antes de las vacaciones de invierno. Las leo y se me hunde el pecho. Enternecido llego a comprenderlo, con el pulso del corazón escapado de las palabras. Dice: “MIS AMIGOS” Hoy es el último día de la escuela, y por 2 semanas no voy a ver a mis amigos. La emoción de tener que verme después me lleva muy triste, porque no hay con quien jugar. Sé que algunas veces molesto. Quiero que me perdonen porque son amigos muy importantes para mí. Son amigos de la vida y yo no me voy a olvidar de este grado (3ro A). Además, cuando esté en 7 y nos separen, quiero que mi nombre esté en su corazón porque somos amigos de la vida. Si llego a olvidar su nombre, para no olvidarlos, estos son: Kevin, Gabriel, Javier, Nicolás, Ariana, Natalia, Agus, Joni, Rodri, Mauricio N. y Mauricio R. Quiero que no me olviden en su corazón. No se olviden nunca. De Ignacio para mis amigos. Y también para mi profe Horacio. 25/07/08 Desde ahora Ignacio es otro. No cambió por pedido a grito furioso o con sermones almibarados. Es otro porque lo miramos mejor, porque se dejó ver un poquito más, distinto a su máscara de odio sedicioso. Es otro porque bajó los hombros, su guardia para el ring de la vida, dispuesto a recibir algún abrazo.
  • 10. Viernes 28 de noviembre. “Las preguntas”. Llegamos a las puertas de las vacaciones. Guardapolvos gastados, más grandes las manos, más atenta la mirada, porque crecimos y aprendimos. Crecieron ellos, niños y niñas, y también nosotros, maestras y maestros. El sol del verano alumbra más fuerte lo que pasó. Con sus rayos abrasadores buscamos hacia atrás y pronto encontramos cientos de preguntas, los mejores frutos que una escuela puede sembrar y cosechar. Preguntas de niños que las aulas escuchan…2 Preguntas precisas: ¿Cómo saber si una tortuga es macho o hembra? ¿Por qué se te duermen los pies? Preguntas enormes: El sol ¿se puede caer? ¿Por qué la ballena no deja pasar a peces grandes y deja pasar al krill? Preguntas chiquitas: ¿Qué tiene adentro una semilla para que crezca la planta? ¿La rana de qué tamaño tiene la lengua? Preguntas quisquillosas: ¿Cuántos dientes tiene el hipopótamo? ¿En el Polo Sur y en el Polo Norte hace el mismo frío? Preguntas graciosas: ¿El palo borracho tiene cerveza? ¿Hay “geis” o “trolas” en la raza de las urracas? Preguntas inevitables: ¿Cómo se sostiene la Tierra? ¿Para qué le sirven las rayas a la cebra? Preguntas lógicas: Si los erizos no tienen cara ¿cómo pueden ver? ¿Por qué el caballito de mar hembra le da los huevos al macho? Preguntas poéticas: Al ombú ¿le gusta estar solo? ¿Qué pasaría si no hubiera pájaros? Preguntas existenciales: ¿Cómo se mueren los peces cuando están viejos? ¿Por qué los monos se cuelgan de la cola y no se cuelgan de los brazos? Preguntas disparatadas: ¿Por qué antes todo era blanco y negro? Cuando nació el perro ¿había animales? Preguntas profundas: ¿De dónde sale el color? ¿Qué habrá adentro de un agujero negro? Preguntas raras: Cuando San Martín era joven ¿había imanes? ¿Hay un mamífero que sea ave? Preguntas increíbles: Dios ¿es negro o es blanco? ¿El erizo puede pinchar un globo? Preguntas contestatarias: ¿Por qué las hembras tienen que buscarles la comida a los machos? ¿Por qué el billete de 10 bolivianos tiene un recuerdo de las mujeres y el de 2 Las preguntas que surgen en las clases pueden tener su notario, pero son siempre colectivas. Alguien la talla en el cuaderno, pero no está más que grabando lo que anda por el aire. Las que siguen fueron escritas, en orden de aparición, por Nicolás, Ivana, Rodrigo, Melisa, Mauricio R., Kevin, Rodrigo, Aylen, Ignacio, Jonathan, Ignacio, Naim, Ignacio, Javier, Rodrigo, Kevin, Nayla, Agustín, Ignacio, Rodrigo, Jonathan, Ariana, Rodrigo, Aylen, Paulo, Gabriel, Natalia, Mauricio N., Karen, Yanina, Ariana, Noemí, Erik, Ariana y Nicolás. Argentina no? Preguntas sin respuesta: Los chimpancés ¿tendrán cola en algún momento? ¿Cuál de los cocodrilos es el más malo? Preguntas filosóficas: Si antes del Big Bang en el espacio no había nada ¿cómo hizo ese punto para explotar? ¿Por qué el mono se parece a nosotros? Preguntas universales: Si algún día llegáramos al fin del espacio ¿qué encontraríamos? ¿Para qué sirven los animales? Preguntas que, como todas, muestran lo mucho que se sabe: ¿Qué hizo que de algo tan pequeño como una célula salga algo tan grande como un dinosaurio? Aljibes para la sed, manantiales de curiosidad. Las preguntas son surtidores que, estallando gotitas frente al sol, dibujan un arco iris en el cielo. Así les miramos los colores que nacen para nombrarlos, aprenderlos y compartirlos. Bajo esa llovizna teñida de luz nos vamos hasta el año que viene, con todo el cansancio recompensado por el trabajo maravilloso de los que dudan, buscan y pelean conociendo el mundo. Horacio Cárdenas cardenashoracio@yahoo.com.ar