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“Año de la consolidación del Mar de Grau”.
Discurso de Graduación
Promoción 2016 “Excellentia una Actitudo Est’’
Facultad de Gerencia y Alta Dirección
Pontificia Universidad Católica del Perú
Quiero, en primer lugar, agradecer a los integrantes de la Promoción Excellentia
una Actitudo Est, por el honor de hacerme partícipe de un momento crucial y
determinante de sus vidas. Quiero felicitarlos a todos ustedes por el esfuerzo,
talento y dedicación que los ha llevado a culminar este hito en sus vidas, en una
de las mejores universidades del Perú, sino la mejor, que además es también mi
alma mater. Y quiero felicitar también a todos aquellos que están alrededor de
ustedes y que los han ayudado a conseguir lo que han logrado: sus padres, sus
abuelos, sus hermanos, familiares, amigos y profesores. Mis felicitaciones a todos
ustedes también.
Con lo que han hecho ya, han logrado y avanzado mucho en esta vida. Ustedes
están egresando de una de las mejores o la mejor universidad del Perú, con una
gran ventaja sobre muchos jóvenes de su generación. En el Perú todavía muchos
jóvenes no acaban la secundaria. Muchos acaban la secundaria y no la
universidad; y la gran mayoría de universitarios no acaban en una de las mejores
universidades del país. Aunque no lo crean, son ustedes una minoría, una élite
académica e intelectual.
Pero déjenme decirles una cosa, no se la crean, el show recién empieza. Nunca
crean que ya saben lo suficiente, que han aprendido lo necesario, que han logrado
lo necesario, que han avanzado lo necesario. La vida les va a mostrar, que nunca
van a parar de aprender, de lograr, de avanzar.
Nunca crean que ya saben lo suficiente de nada. No es así. La actitud correcta es
saber que nunca se sabe lo suficiente. Y deben de estar dispuestos siempre a
aprender. Aprender de lo vivido es una actitud permanente. Acaba con la muerte.
Solo ahí es la graduación.
Ustedes están saliendo al mundo laboral, y se van a encontrar con un mundo
completamente nuevo. El conocimiento que aquí han adquirido sobre
administración, gestión de procesos, planeamiento estratégico, economía,
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recursos humanos, etc. los va a ayudar. Pero lo más importante son las
competencias que han adquirido en la interacción con sus profesores, en las
prácticas profesionales, en el trabajo con sus compañeros. Trabajar en equipo,
reaccionar de manera positiva ante entornos retadores. Lidiar con retos complejos
y desconocidos. Eso es lo que van a enfrentar en un mundo que puede ser duro
y retador.
En cualquier otro caso, les hubiera dicho que van a tener que esforzarse mucho
para labrarse un camino y darle bienestar a sus familias. Pero en este caso, eso
es solo una parte. En este caso, siendo ustedes una élite intelectual y académica,
ustedes tienen aún una mayor responsabilidad. Tienen la responsabilidad de
labrar un camino para el Perú.
Yo me siento todos los miércoles en el Consejo de Ministros con 19 colegas. Al
margen de la opinión que ustedes tengan de este gobierno, yo veo alrededor mío
a un grupo de gente, experimentada y comprometida con el país, que duerme
pocas horas tratando de enfrentar innumerables retos. Allí, al lado mío están el
premier, la señora canciller, el ministro de Economía, la ministra de Energía y
Minas, el ministro de Transportes y Comunicaciones, el ministro del Ambiente, la
ministra de la Mujer, el ministro de Vivienda, la ministra de Cultura. Todos ellos y
yo, el ministro de Educación, somos egresados de esta universidad, la
Universidad Católica; 10 de los 19 miembros del gabinete, estuvieron en este
campus. Es, por tanto, apropiado y adecuado afirmar que ustedes tiene grandes
oportunidades de estar, en el futuro, en cargos de responsabilidad tanto en el
sector público como privado, cargos que les van a dar la oportunidad de
influenciar, dar forma y definir no solo su propio destino, sino el destino del país.
Muchas veces se dice que el Estado no cumple su rol a cabalidad. Que no invierte
lo suficiente en educación o en infraestructura. Que el Estado es ineficiente y
corrupto. Que genera demasiados trámites, regula mucho y no soluciona los
problemas. En parte, eso es cierto. Solo en parte. Porque también hay muchas
cosas que el Estado hace bien. Pero obviamente es un reto crucial, tener un mejor
Estado, porque eso es indispensable para tener un mejor país.
Pero lo pertinente mencionar aquí, es que este reto, no es el problema de los
políticos o de quienes están hoy en el Estado. Eso es un reto de ustedes, ya sea
que trabajen en el sector privado, o en el sector público.
El sector privado tiene también una gran responsabilidad en la construcción de un
mejor Estado. Por un lado, para que el Estado pueda gastar más, en
infraestructura y en educación, el sector privado debe de crear riqueza y debe de
pagar impuestos. Ustedes tienen la inmensa responsabilidad de crear esa riqueza.
Por otro lado, cuando se habla de corrupción en el Estado (que todavía no ha sido
extirpada) no se menciona con claridad que para que esa corrupción exista, hay
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un privado coludido. Eso es algo contra lo que ustedes, quienes vayan al sector
privado, van a a tener que luchar.
Finalmente, se dice que el Estado no soluciona los problemas, que la solución a
los problemas también debe venir del sector privado. La empresa privada, donde
muchos de ustedes van a trabajar, o empresas que ustedes van a a crear, serán
las grandes solucionadoras de problemas a través de la innovación y la entrega a
la gente de los mejores bienes y servicios al menor precio posible.
Pero no es cierto que el Estado no soluciona problemas. Lo hace. Y yo soy testigo
del talento, de la creatividad y del compromiso de mucha de la gente que trabaja
conmigo en el Ministerio de Educación, como Danitza Figueres, que se gradúa
hoy en esta promoción. Hace unas semanas, justo antes del inicio del año escolar,
una persona que trabaja en mi oficina fue el sábado a las 11 de la noche a recoger
el video editado del mensaje que yo le iba a enviar a los maestros por el inicio de
clases. Se encontró con 10 jóvenes como ustedes que estaban trabajando,
compilando la información que llegaba de todo el país para verificar a dónde había
llegado el material escolar. Les hablé por teléfono y les agradecí por el trabajo y
el compromiso. Y una de ellas me dijo: “Ministro, sigamos cambiando vidas”.
Y es cierto. Si logramos darle una beca a un joven talentoso de Caballococha para
que estudie aquí en La Católica, estamos cambiando una vida.
Si una jovencita de Lircay, en Huancavelica, va a un Colegio de Alto Rendimiento,
en donde su educación pública gratuita le va a permitir una certificación del
Bachillerato Internacional, estamos cambiando una vida.
Si a un niño en Masisea, Ucayali, le damos una bicicleta para que ya no camine
tres largas horas desde su casa y llegue más rápido a su escuela, estamos
cambiando una vida.
Si a una profesora de inglés de Arequipa la becamos para que perfeccione su
inglés en Inglaterra, estamos cambiando una vida.
Todo eso está pasando hoy. Falta muchísimo, pero eso ya está pasando. Y todas
esas vidas están cambiando debido al trabajo de gente que hoy trabaja en el
sector público.
Hace unas semanas escuché en la televisión a un congresista especular acerca
de las razones por las que el gobierno (en este caso, específicamente, el Minedu,
que yo dirijo y la SUNEDU, institución adscrita a mi sector) estaría avanzando con
interés y vehemencia en el proceso de cumplimiento de la Ley Universitaria.
En ese momento, la SUNEDU estaba llevando a cabo las acciones necesarias
para disponer el no reconocimiento del rector de San Marcos, pues se había
vencido el plazo para nombrar nuevas autoridades.
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“Esto lo hace el gobierno porque quiere controlar las universidades y manipularlas
durante las elecciones generales”, dijo agresivamente el congresista. A la
periodista le pareció eso algo difícil de aceptar: “¿Para qué querría hacer eso el
gobierno a estas alturas?”. El congresista respondió: “Es que el gobierno tiene
que tener intereses económicos y políticos, sino, ¿por qué lo haría? ¡No tendría
sentido!”
Lo que más me llamó la atención de ese diálogo, no fue la obvia falsedad de la
aseveración. Yo, como ministro, y como parte de este gobierno, no quiero, ni debo,
ni puedo controlar San Marcos ni ninguna universidad. Y jamás nuestras
conversaciones con el Presidente han tocado un tema semejante.
Lo más saltante, para mí, fue la absoluta imposibilidad del congresista de pensar
en ninguna otra opción que no fueran intereses políticos y económicos propios
(posiblemente, mezquinos y egoístas). No había ninguna otra opción en su
esquema mental.
Bueno, resulta que sí hay otra posibilidad. Algo que aparentemente era ajeno para
el congresista es la existencia de gente en la esfera pública cuya motivación es
única y exclusivamente hacer su trabajo bien. Y hacer un buen trabajo es, en este
caso, mejorar la calidad de la universidad peruana. Así de simple.
Y en este caso, el trabajo es implementar una ley que, paso a paso, nos debe
llevar a universidades de mejor calidad que las que tenemos ahora. Esos son los
términos de referencia de los funcionarios de la SUNEDU y de muchos
funcionarios en el Minedu. Y esos son, en verdad, los términos de referencia del
país.
Déjenme regresar al congresista. Para agregar a su confusión, el congresista
hablaba también de cómo una institución como la SUNEDU es intervencionista y
manipulable por el poder político. En parte por confusión, en parte por
desinformación, muchos plantean que se va a afectar la autonomía académica de
las universidades. Eso no lo dice la ley y no lo podría hacer la SUNEDU aunque
quisiera.
Pero la resistencia de que exista una entidad que vigile la calidad de la educación
universitaria es muy grande. Resistencia por el lado de las universidades privadas,
principalmente las de mala calidad, para las cuales la educación es un negocio y
resistencia de muchas exautoridades de las universidades públicas que habían
encontrado en sus instituciones una fuente de poder y de recursos, amparadas en
un contexto en el que no había transparencia en la rendición de cuentas.
Hace unos días leí un comunicado de la FEPUC , la federación de estudiantes de
esta universidad, en la que discrepaba de la posición del rector de esta
universidad respecto de la Ley Universitaria. El comunicado ponía en tela de juicio
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la opinión del rector de su propia universidad. Los estudiantes defendían la Ley
Universitaria, planteando que no solo no viola la autonomía universitaria, sino que
es un camino para la reforma de la universidad en el Perú.
Creo que en lo que estamos viviendo hay muchas muestras de que no hay
absolutamente nada en esa Ley que viole la autonomía universitaria.
La Universidad Católica y todas las universidades del Perú tienen la autonomía
de definir qué facultades y departamentos tienen, qué carreras dictan, qué
investigación promueven.
La Universidad Católica y todas las universidades del Perú tienen la autonomía
de dictar los cursos que quieran, el currículo que quieran, con los profesores que
ellas decidan.
Tan importante como eso: los profesores de la Universidad Católica y todas las
universidades del Perú tienen y tendrán la autonomía de decidir cómo dictan sus
cursos.
Y aún más importante. Los estudiantes de esas universidades tienen y tendrán la
autonomía de crear, de innovar, de pensar, de discrepar de sus profesores y
discrepar de su rector. Y tendrán la autonomía de invitar a su ceremonia de
graduación a un ministro que discrepa abiertamente con su rector respecto,
justamente, de si la Ley Universitaria aprobada el 2014 respeta o no la autonomía.
La práctica de la autonomía es que existan estos espacios abiertos a los
consensos pero sobre todo, a las discrepancias.
No es porque yo sea egresado de La Católica, y porque mis hijas estudien aquí.
Pero estos son los jóvenes que me gustan. Esta es la gente que me gusta. Son
los jóvenes, que en la Universidad Católica, como gran universidad que es, no se
forman como profesionales, sino como ciudadanos, como ciudadanos
comprometidos no solo con su futuro, sino con el futuro del país.
Yo estoy orgulloso y complacido de ser parte de la graduación de una promoción
que toma el nombre “Excellentia una Actitudo Est”. No sé si se han dado cuenta,
pero esa falta de deseo de excelencia, el conformarnos con cómo están las cosas,
han sido muchas veces un lastre para hacer los cambios que necesitamos.
Y siendo ministro de Educación, puedo decirles que en algún momento he sentido
ese fatal conformismo. Hace unos años, hablando de la educación pública en el
Perú, he escuchado el sentimiento de que con la educación no había mucho que
hacer, es mala, era mala y será mala. Muy complicado avanzar.
Esa es una actitud absurda y pusilánime. La educación en el Perú está
efectivamente muy lejos de donde debe de estar y será un reto inmensamente
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grande llevarla al sitial que le corresponde. Pero no es imposible. La educación
peruana puede y debe ser de excelencia. Por eso me gusta tanto el motto de esta
promoción: “La excelencia es una actitud”.
En estas ceremonias de graduación siempre hay la tentación de dar consejos.
Bueno, voy a caer en esa tentación.
Uno. Tomen riesgos y no duden mucho de optar por lo incierto. Nadie cambió el
mundo siendo conservador, siendo cauto, siendo precavido. Hagan lo que crean
que tenga un impacto en sus vidas y lo que tenga un impacto en la vida del resto.
Este es el momento en el que es más fácil de hacerlo, aunque es una actitud que
deben de conservar toda su vida. Busquen hacer lo que los va a hacer mejores
personas, aunque sea riesgoso.
Hace 30 años, yo estaba como ustedes, pensando hacia dónde ir. Una buena
decisión que tomé cuando tenía 22 años fue salirme de un banco donde estuve
trabajando casi un año, un excelente trabajo que en esa época me pagaba la
fortuna de mil dólares y era un trabajo de por vida; y me fui a un centro de
investigación a ganar la tercera parte, porque quería hacer investigación social.
Financieramente, era la decisión más absurda que se pueden imaginar. Pero hice
lo que me gustaba, y pude hacer una carrera a partir de esa decisión. La
universidad y su casa les dan los cimientos. De allí en adelante, arriésguense; la
construcción del edificio depende completamente de ustedes.
Dos. Nunca hagan lo que les piden sino más de lo que les piden. Nunca se pongan
una meta sencilla, sino metas que no sean imposibles, pero casi imposibles.
Tres. Siempre expresen su opinión. A su amigo, a su profesor, a su jefe, a su
socio. A veces esa opinión va a ser útil, a veces no. A veces va a ser acertada, a
veces no. Pero ustedes nunca saben cuándo esa opinión puede cambiar el
destino de las cosas o el curso de la historia.
Y solo una más. Mantengan siempre un espíritu crítico, háganse siempre la
pregunta de si las cosas deben ser como son ahora. Nunca hagan algo de una
manera porque siempre se ha hecho así, siempre cuestionen. A lo largo del tiempo
ese espíritu crítico va a poder ser más efectivo porque va a ser más informado,
más experimentado. Pero nunca moderen su espíritu crítico.
Ahora chicos y chicas, a cambiar el mundo.
Muchas gracias.
Jaime Saavedra Chanduví
Ministro de Educación
San Miguel, abril de 2016