2. AVION
Los aviones suponen un 3% de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) en
la UE, según el informe "La aviación y la atmósfera global" del Panel
Intergubernamental de Cambio Climático. Aunque no parezca una
proporción relevante, hay que tener en cuenta que aumentará de forma
considerable en los próximos 50 años hasta representar, según algunas
previsiones, el 15% del total de emisiones. Además, el CO2 puede
permanecer en la atmósfera durante centenares de años. Por todo ello, la
contaminación generada por el tráfico aéreo puede hacer que los
esfuerzos de reducción de emisiones en otros sectores no hayan servido
para nada.
3. El origen del problema
El gran problema es que hasta ahora no ha habido forma de poner freno a esa
contaminación, ya que las emisiones de los vuelos internacionales han
quedado expresamente fuera de los objetivos del Protocolo de Kyoto, que
establece reducciones en las emisiones por países (por tanto, sólo se han
incluido los vuelos nacionales). En su lugar, el Protocolo "invitaba" a la
Organización Civil de Aviación Internacional (ICAO) a iniciar acciones para
reducir las emisiones.
5. Trenes (ferrocarril)
Si un tren diesel contamina 1, un automóvil particular
contamina 8,3 veces mas (y transporta un máximo de 5
pasajeros). Para el transporte de cargas, si un tren
contamina 1, un barco contamina 3,3 y un camión 30.
En caso de utilizarse tracción eléctrica de origen hidráulico,
la polución es nula. Si se obtiene electricidad quemando
petróleo (centrales térmicas) la contaminación puede ser
eficazmente reducida. Además se aprovecha al máximo
la energía proveniente de la combustión.
7. barco
Durante la última década se ha pensado que las emisiones del
tráfico son la principal fuente de partículas ultra finas, pero los
estudios han puesto de manifiesto que otros focos contaminantes
dan lugar a episodios de contaminación por partículas ultra finas
más intensos.
Las partículas ultra finas tienen un tamaño inferior a 0,1 micra (una
micra es la millonésima parte de un metro), por lo que son mucho
más pequeñas que un cabello humano, que mide unas 70 micras.
Están constituidas por una mezcla de hollín, ácido sulfúrico, sulfato y
compuestos orgánicos, y se cree que están detrás de parte de las
afecciones cardiovasculares atribuidas a la exposición de la
contaminación urbana