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4. David Hume y la radicalidad del empirismo.
La filosofía de David Hume es la plasmación más radical de los
planteamientos empiristas, tanto en lo que respecta a la teoría del
conocimiento, como en su aplicación a otros terrenos filosóficos,
como la Ética o la crítica de la religión. Hume se inspira tanto en la
obra de Locke como en la de Berkeley, pero irá mucho más allá que
ellos en su crítica a la metafísica (tanto es así que el propio Kant
reconocerá luego su deuda con él).
En nuestra exposición vamos a intentar mostrar la filosofía de Hume
basándonos en un único principio filosófico, que podemos llamar
el principio semántico o del significado, para luego ir deduciendo
consecuencias de dicho principio. Tal principio no es otro que la
plasmación de las posturas empiristas que hemos visto desde el
principio del tema, y dice así:
"Si albergamos la sospecha de que un término filosófico se emplea sin
significado o idea alguna (como ocurre con harta frecuencia), sólo habrá
que preguntar de qué impresión deriva la supuesta idea; y, si es
imposible asignarle una, se habrá confirmado nuestra sospecha".
David Hume en Wikimedia Commons,
bajo licencia Creative Commons.
Este fragmento está entresacado de la Investigación sobre el
entendimiento humano, en su sección segunda.
Luego ya tenemos el primer principio desde el que vamos a
desarrollar toda la filosofía empirista de Hume. Aunque es necesario
aclarar un concepto: qué son las impresiones. Y es que, para este
autor, todas nuestras ideas no son sino copias de nuestras
impresiones, de los datos inmediatos de nuestra experiencia (sea
ésta externa o interna). Todo parte por lo tanto de la experiencia
sensible, remite al mundo de los sentidos, como en Berkeley, pero
ahora habrá que diferenciar entre las percepciones primeras, más
intensas, al ser directas, y las ideas, que serían entonces
percepciones como "de segundo grado", es decir, menos vivas o
intensas. Hume parte de todas nuestras percepciones iniciales, sean
sensaciones o sentimientos, para llegar luego a la reflexión. Por eso,
como hemos dicho antes, cuando tenga dudas acerca del significado
de una palabra (lo que en ocasiones ocurre con los propios términos
filosóficos), lo que tengo que hacer es buscar la impresión sensible
de la que deriva dicho término. Si no encuentro impresión alguna en
la que basarme para dicho término, pues entonces es que estoy
utilizando un término vacío, sin significado alguno.
3. Un empirista "extraño": George Berkeley.
George Berkeley (1685-1753) suele ser considerado como el autor
empirista situado entre John Locke y David Hume, tanto
cronológicamente como en cuanto al desarrollo de los principios teóricos
del empirismo. Llegó a ser obispo, algo que parece poco usual entre los
autores empiristas, normalmente considerados como ateos (aunque no
sea siempre el caso, como podemos ver) e interesados en la política. Su
filosofía suele resumirse en una sentencia famosa: "esse
est aut percipi aut percipere", o sea, "ser es ser percibidoo percibir".
Vamos a intentar explicar brevemente el pensamiento de este peculiar
autor.
George Berkeley en Wikimedia Commons,
bajo licencia Creative Commons.
En primer lugar nos interesa centrarnos en la visión de Berkeley sobre
las ideas: todo conocimiento es conocimiento de ideas. Ahora bien, al
filósofo le interesan particularmente ideas como "sustancia" o
"existencia", que no están del todo claras. Locke había dicho que el
concepto de sustancia remite a un sustrato oculto e incognoscible.
Berkeley no está de acuerdo. Así, este autor mantiene un nominalismo
extraño: las palabras significan ideas. Pensemos en los conceptos
generales, por ejemplo. "Triángulo" es un concepto general que tiene
que remitir a todo tipo de triángulo, pero que no puede ser, sin
embargo, "ni oblicuo, ni isósceles, ni escaleno, ni equilátero, ni
rectángulo".
Piensa en el concepto de "perro". Imagina que te pedimos que
expreses lo que has pensado. Seguramente o has intentado una
definición, o has imaginado a un perro concreto. El segundo caso
no es válido, puesto que no es un concepto, es un ejemplo de perro
determinado (puedes haber pensado en un perro conocido, o haber
imaginado uno). Pero, además, una definición no es un concepto
("animal de cuatro patas que..."; el concepto no es lo que viene en
los diccionarios o en las enciclopedias temáticas).
El problema que plantea Berkeley es evidente: el concepto de "perro"
tiene que servir para todos los perros, pero no puede ser ningún perro en
concreto.
El perro de Francisco de
Goya
en Wikimedia Commons,
bajo licencia Creative
Commons
Entonces, ¿el concepto es algo mental o existe aparte de nuestra
mente?
Como todos los empiristas, Berkeley considera que todo
conocimiento procede de la experiencia. Ahora bien, si la experiencia
consiste realmente en captar las cosas o fenómenos del mundo que
me rodean a través de mis sentidos, entonces cabe plantearse la
siguiente pregunta: ¿qué ocurriría si nadie existiera para captar
dicha realidad?
Pensemos en una visión concreta: la de la Luna, por ejemplo. Puedo
verla como luna llena o luna nueva, menguante o creciente.
¿Significa eso que la Luna misma está siempre cambiando o siempre
es igual? Evidentemente, tiendo a pensar en lo segundo. Pero si
Locke ha negado el concepto de sustancia, puesto que no podemos
conocer la base material de la naturaleza de las cosas, entonces
parece que la realidad misma de las cosas se desvanece. Locke
había dicho, además, que las cualidades primarias son realmente
existentes, mientras que las secundarias son subjetivas. Pero el caso
es que captamos los objetos como un todo, no podemos separar
unas cualidades de otras. Por lo tanto, argumenta Berkeley, todo
sería subjetivo a no ser que existiera una mente perfecta que lo
captara todo. De ahí que "ser sea ser percibido". (Locke había
llegado a la conclusión de que Dios existe, y de ello tendríamos un
conocimiento demostrativo, puesto que Dios sería la causa de todo
lo demás; lo único que cambia ahora es la forma de llegar a su
necesidad: lo que ha cambiado ha sido la perspectiva, que en este
caso es la perspectiva divina, que capta la totalidad de lo real.)
Tratado sobre el conocimiento humano
de Berkeley en Wikimedia Commons,
bajo licencia Creative Commons.
Pensemos en un ejemplo famoso (que, evidentemente, no es de
Berkeley): ¿cómo sonaría un árbol que cae en un bosque desierto? Todo
el mundo pensará en el ruido de un árbol cayendo, pero, si nadie puede
escucharlo ¿podemos hablar realmente de ese sonido?
El sonido no es más que una determinada longitud de onda, y hace falta
un sistema nervioso complejo y un aparato auditivo desarrollado que
puedan captar los sonidos para que lo podamos oír. Exactamente igual:
¿cómo sería un color que nadie pudiera ver? Si no existe ningún ser
para captar dicho color, ¿se podría hablar entonces propiamente de
"color", o sería solamente una determinada longitud de onda?
Diagrama de dispersión en Wikimedia Commons,
bajo licencia Creative Commons.
En definitiva, Berkeley es un autor que, aplicando los principios
empiristas, llega a la curiosa conclusión de un mundo inmaterial que
solamente existe en la mente de Dios, es decir, a un espiritualismo
puro. Sorprendente, ¿no? Eso le parecerá al siguiente autor empirista,
David Hume, quien, desde luego, no va a estar de acuerdo con las
conclusiones de Berkeley.
2. John Locke
John Locke es, tal vez, el primer autor empirista que tiene una
repercusión importante en la historia de la filosofía. Tanto desde el
punto de vista de su teoría del conocimiento, como desde la perspectiva
política de su obra, Locke ha entrado en la posteridad como el autor
empirista de más hondo calado histórico. Así, su negación ante el
absolutismo político y su visión de la necesidad de la división de poderes
permiten señalarlo como el padre fundador del liberalismo político.
John Locke en Wikimedia Commons,
bajo licencia Creative Commons.
Desde el punto de vista de la filosofía es innegable la vinculación de
la obra de Locke con la de René Descartes. Casi podríamos decir que
la obra de Locke es una respuesta, punto por punto, en primer lugar
a la teoría del conocimiento cartesiana. Locke pondrá especial
énfasis en la negación de la existencia de las ideas innatas como eje
central de su gnoseología. A partir de aquí, como veremos, el
empirismo lockeano se desarrolla siguiendo un entramado lógico y
conceptual que hizo posible posteriormente la obra de David Hume,
un autor mucho más radical. Pero, al mismo tiempo, Locke conserva
en cierta forma los planteamientos de Descartes en cuanto a su
inclinación metafísica: no tanto en sus conclusiones finales, sino en
cuanto a la formulación misma de los problemas.
Por otro lado, la postura filosófica en torno a los planteamientos
políticos es más bien una respuesta a su otro interlocutor empirista,
a Thomas Hobbes. De esta forma, Locke intentará combatir, por un
lado, los planteamientos absolutistas de la razón en Descartes y, por
otro, su versión política en la obra de la justificación del absolutismo
político en Hobbes. No en vano, el propio autor sufrió la intolerancia
política de su época, teniendo que cambiar su residencia durante un
tiempo a Francia y Holanda (donde publicó en 1689 su famosa Carta
sobre la tolerancia).
Un punto de fundamental importancia en la teoría empirista de John
Locke es su negación de las ideas innatas. Según los empiristas, cuando
nacemos nuestra mente está vacía, ya que no posee contenido alguno.
La prueba de ello la podemos encontrar en los niños, que a medida que
crecen van adquiriendo conocimientos (gracias a la experiencia). Otro
de los argumentos acerca de la existencia de las ideas innatas era el
supuesto consenso universal en torno a determinadas ideas, cuestión
que los empiristas rechazan igualmente (no existen principios morales
innatos, pues todo el mundo los reconocería, y no ocurre así, ni siquiera
con la misma idea de Dios).

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  • 1. 4. David Hume y la radicalidad del empirismo. La filosofía de David Hume es la plasmación más radical de los planteamientos empiristas, tanto en lo que respecta a la teoría del conocimiento, como en su aplicación a otros terrenos filosóficos, como la Ética o la crítica de la religión. Hume se inspira tanto en la obra de Locke como en la de Berkeley, pero irá mucho más allá que ellos en su crítica a la metafísica (tanto es así que el propio Kant reconocerá luego su deuda con él). En nuestra exposición vamos a intentar mostrar la filosofía de Hume basándonos en un único principio filosófico, que podemos llamar el principio semántico o del significado, para luego ir deduciendo consecuencias de dicho principio. Tal principio no es otro que la plasmación de las posturas empiristas que hemos visto desde el principio del tema, y dice así: "Si albergamos la sospecha de que un término filosófico se emplea sin significado o idea alguna (como ocurre con harta frecuencia), sólo habrá que preguntar de qué impresión deriva la supuesta idea; y, si es imposible asignarle una, se habrá confirmado nuestra sospecha". David Hume en Wikimedia Commons, bajo licencia Creative Commons. Este fragmento está entresacado de la Investigación sobre el entendimiento humano, en su sección segunda.
  • 2. Luego ya tenemos el primer principio desde el que vamos a desarrollar toda la filosofía empirista de Hume. Aunque es necesario aclarar un concepto: qué son las impresiones. Y es que, para este autor, todas nuestras ideas no son sino copias de nuestras impresiones, de los datos inmediatos de nuestra experiencia (sea ésta externa o interna). Todo parte por lo tanto de la experiencia sensible, remite al mundo de los sentidos, como en Berkeley, pero ahora habrá que diferenciar entre las percepciones primeras, más intensas, al ser directas, y las ideas, que serían entonces percepciones como "de segundo grado", es decir, menos vivas o intensas. Hume parte de todas nuestras percepciones iniciales, sean sensaciones o sentimientos, para llegar luego a la reflexión. Por eso, como hemos dicho antes, cuando tenga dudas acerca del significado de una palabra (lo que en ocasiones ocurre con los propios términos filosóficos), lo que tengo que hacer es buscar la impresión sensible de la que deriva dicho término. Si no encuentro impresión alguna en la que basarme para dicho término, pues entonces es que estoy utilizando un término vacío, sin significado alguno. 3. Un empirista "extraño": George Berkeley. George Berkeley (1685-1753) suele ser considerado como el autor empirista situado entre John Locke y David Hume, tanto cronológicamente como en cuanto al desarrollo de los principios teóricos del empirismo. Llegó a ser obispo, algo que parece poco usual entre los autores empiristas, normalmente considerados como ateos (aunque no sea siempre el caso, como podemos ver) e interesados en la política. Su filosofía suele resumirse en una sentencia famosa: "esse est aut percipi aut percipere", o sea, "ser es ser percibidoo percibir". Vamos a intentar explicar brevemente el pensamiento de este peculiar autor. George Berkeley en Wikimedia Commons, bajo licencia Creative Commons.
  • 3. En primer lugar nos interesa centrarnos en la visión de Berkeley sobre las ideas: todo conocimiento es conocimiento de ideas. Ahora bien, al filósofo le interesan particularmente ideas como "sustancia" o "existencia", que no están del todo claras. Locke había dicho que el concepto de sustancia remite a un sustrato oculto e incognoscible. Berkeley no está de acuerdo. Así, este autor mantiene un nominalismo extraño: las palabras significan ideas. Pensemos en los conceptos generales, por ejemplo. "Triángulo" es un concepto general que tiene que remitir a todo tipo de triángulo, pero que no puede ser, sin embargo, "ni oblicuo, ni isósceles, ni escaleno, ni equilátero, ni rectángulo". Piensa en el concepto de "perro". Imagina que te pedimos que expreses lo que has pensado. Seguramente o has intentado una definición, o has imaginado a un perro concreto. El segundo caso no es válido, puesto que no es un concepto, es un ejemplo de perro determinado (puedes haber pensado en un perro conocido, o haber imaginado uno). Pero, además, una definición no es un concepto ("animal de cuatro patas que..."; el concepto no es lo que viene en los diccionarios o en las enciclopedias temáticas). El problema que plantea Berkeley es evidente: el concepto de "perro" tiene que servir para todos los perros, pero no puede ser ningún perro en concreto. El perro de Francisco de Goya en Wikimedia Commons, bajo licencia Creative Commons Entonces, ¿el concepto es algo mental o existe aparte de nuestra mente? Como todos los empiristas, Berkeley considera que todo conocimiento procede de la experiencia. Ahora bien, si la experiencia consiste realmente en captar las cosas o fenómenos del mundo que me rodean a través de mis sentidos, entonces cabe plantearse la siguiente pregunta: ¿qué ocurriría si nadie existiera para captar dicha realidad? Pensemos en una visión concreta: la de la Luna, por ejemplo. Puedo verla como luna llena o luna nueva, menguante o creciente. ¿Significa eso que la Luna misma está siempre cambiando o siempre es igual? Evidentemente, tiendo a pensar en lo segundo. Pero si
  • 4. Locke ha negado el concepto de sustancia, puesto que no podemos conocer la base material de la naturaleza de las cosas, entonces parece que la realidad misma de las cosas se desvanece. Locke había dicho, además, que las cualidades primarias son realmente existentes, mientras que las secundarias son subjetivas. Pero el caso es que captamos los objetos como un todo, no podemos separar unas cualidades de otras. Por lo tanto, argumenta Berkeley, todo sería subjetivo a no ser que existiera una mente perfecta que lo captara todo. De ahí que "ser sea ser percibido". (Locke había llegado a la conclusión de que Dios existe, y de ello tendríamos un conocimiento demostrativo, puesto que Dios sería la causa de todo lo demás; lo único que cambia ahora es la forma de llegar a su necesidad: lo que ha cambiado ha sido la perspectiva, que en este caso es la perspectiva divina, que capta la totalidad de lo real.) Tratado sobre el conocimiento humano de Berkeley en Wikimedia Commons, bajo licencia Creative Commons. Pensemos en un ejemplo famoso (que, evidentemente, no es de Berkeley): ¿cómo sonaría un árbol que cae en un bosque desierto? Todo el mundo pensará en el ruido de un árbol cayendo, pero, si nadie puede escucharlo ¿podemos hablar realmente de ese sonido? El sonido no es más que una determinada longitud de onda, y hace falta un sistema nervioso complejo y un aparato auditivo desarrollado que puedan captar los sonidos para que lo podamos oír. Exactamente igual: ¿cómo sería un color que nadie pudiera ver? Si no existe ningún ser para captar dicho color, ¿se podría hablar entonces propiamente de "color", o sería solamente una determinada longitud de onda? Diagrama de dispersión en Wikimedia Commons, bajo licencia Creative Commons.
  • 5. En definitiva, Berkeley es un autor que, aplicando los principios empiristas, llega a la curiosa conclusión de un mundo inmaterial que solamente existe en la mente de Dios, es decir, a un espiritualismo puro. Sorprendente, ¿no? Eso le parecerá al siguiente autor empirista, David Hume, quien, desde luego, no va a estar de acuerdo con las conclusiones de Berkeley. 2. John Locke John Locke es, tal vez, el primer autor empirista que tiene una repercusión importante en la historia de la filosofía. Tanto desde el punto de vista de su teoría del conocimiento, como desde la perspectiva política de su obra, Locke ha entrado en la posteridad como el autor empirista de más hondo calado histórico. Así, su negación ante el absolutismo político y su visión de la necesidad de la división de poderes permiten señalarlo como el padre fundador del liberalismo político. John Locke en Wikimedia Commons, bajo licencia Creative Commons. Desde el punto de vista de la filosofía es innegable la vinculación de la obra de Locke con la de René Descartes. Casi podríamos decir que la obra de Locke es una respuesta, punto por punto, en primer lugar a la teoría del conocimiento cartesiana. Locke pondrá especial énfasis en la negación de la existencia de las ideas innatas como eje central de su gnoseología. A partir de aquí, como veremos, el empirismo lockeano se desarrolla siguiendo un entramado lógico y conceptual que hizo posible posteriormente la obra de David Hume, un autor mucho más radical. Pero, al mismo tiempo, Locke conserva en cierta forma los planteamientos de Descartes en cuanto a su
  • 6. inclinación metafísica: no tanto en sus conclusiones finales, sino en cuanto a la formulación misma de los problemas. Por otro lado, la postura filosófica en torno a los planteamientos políticos es más bien una respuesta a su otro interlocutor empirista, a Thomas Hobbes. De esta forma, Locke intentará combatir, por un lado, los planteamientos absolutistas de la razón en Descartes y, por otro, su versión política en la obra de la justificación del absolutismo político en Hobbes. No en vano, el propio autor sufrió la intolerancia política de su época, teniendo que cambiar su residencia durante un tiempo a Francia y Holanda (donde publicó en 1689 su famosa Carta sobre la tolerancia). Un punto de fundamental importancia en la teoría empirista de John Locke es su negación de las ideas innatas. Según los empiristas, cuando nacemos nuestra mente está vacía, ya que no posee contenido alguno. La prueba de ello la podemos encontrar en los niños, que a medida que crecen van adquiriendo conocimientos (gracias a la experiencia). Otro de los argumentos acerca de la existencia de las ideas innatas era el supuesto consenso universal en torno a determinadas ideas, cuestión que los empiristas rechazan igualmente (no existen principios morales innatos, pues todo el mundo los reconocería, y no ocurre así, ni siquiera con la misma idea de Dios).