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Demasiados profesionales, suficientes especializaciones, muchos años de servicio, significativos logros alcanzados, diversidad de conocimientos adquiridos, competencias generadas, utilidad de productos, etc. Entre todo esto, ¿cómo se elige al producto o colaborador más indicado? La meritocracia de lo político también puede arrojar luces sobre los parámetros para un buen manejo de la imagen corporativa.
Artículo 35. La imagen pública como estrategia de Soft Power
Artículo 37. La meritocracia: el termómetro de la imagen corporativa
1. Demasiados profesionales,
suficientes especializaciones, muchos
años de servicio, significativos logros
alcanzados, diversidad de
conocimientos adquiridos,
competencias generadas, utilidad de
productos, etc. Entre todo esto,
¿cómo se elige al producto o
colaborador más indicado? La
meritocracia de lo político también
puede arrojar luces sobre los
parámetros para un buen manejo de
la imagen corporativa.
La globalización en la que vivimos ha
generado oportunidades para
ampliar los conocimientos, las
técnicas, las respuestas que podemos
dar frente a la vida, entre otras; pero
también ha traído consigo una
avalancha de opciones sobre una
misma cosa que entiendo que
responden a la diversidad del
mercado, pero que yéndonos más a
lo concreto hoy es más difícil
decidirse sobre un producto u otro,
sobre una empresa o la que brinda
algo más, entre un trabajador que se
postula a un puesto o 100 más con
las mismas características.
¿Con base en qué decidimos hoy?
Muchos estudios han comprobado
que lo hacemos por precio, calidad,
servicio al cliente, es decir, un
aspecto que se distinga en la relación
persona a persona. Pero otras
evaluaciones han inferido que esta
discrecionalidad van más allá en
nuestros cerebros, llegando a afectar
la parte emocional, es decir, la
manera cómo percibimos la realidad
y tenemos condicionado cómo
Alex Castillo | Máster en RSE | Licenciado en Imagen Pública | Consultor en Imagen Corporativa
Blog: https://alexcastilloblog.wordpress.com/ | Artículo 37
La meritocracia:
el termómetro de
la imagen
corporativa
reaccionar ante ella.
Pero al final, desde la comprensión de
la imagen pública que hasta ahora he
desarrollado y después de escuchar a
varias voces, he identificado que el ser
humano es estratégico hasta en la más
pequeña de las decisiones, pues en la
misma se está jugando su gusto por la
vida, su realización, su entendimiento,
vamos ¡su egocentrismo!
Es aquí donde la meritocracia política,
definida por la Enciclopedia Virtual
eumed.net como “aquellos sistemas
políticos donde se accede a los cargos
de poder, no por el nacimiento o la
riqueza (o sea, según pautas de
adscripción), sino por los méritos
(pautas de realización)”, nos puede
hacer caer en la cuenta de los
parámetros que utilizamos para
desenvolvernos, tanto de manera
offline como online.
Precisamente, en el ámbito corporativo
también se debe aplicar este
comportamiento meritocrático, desde
el proceso de selección de personal
hasta las decisiones de expansión
internacional que tome una
multinacional.
Frente a la diversidad de cosas y
visiones, el individuo del siglo XXI
necesariamente ha tenido que agudizar
sus sentidos y sus lógicas para afinar la
evaluación de criterios que le servirán
de base para tomar una decisión.
Así, estas pautas de realización servirán
como termómetro para ir aumentando
las razones (emociones) por las que una
persona considera que vale la pena
apostarle a algo, ¿para qué? para su
realización.
Por lo tanto, sigo insistiendo en que
una imagen corporativa mide su
éxito, no en las ventas, sino en lograr
una percepción en términos de “me
gusta o no me gusta”, tomando en
cuenta todas las formas diversas en
que esto se expresa: me conviene,
me agrada, me hace feliz, va a
funcionar, etc.
Es decir, una imagen corporativa será
bien recibida si se consigue una
discriminación positiva de los méritos
que el cliente considera que la
empresa posee, para empujarlo a
creerle, confiar en ella y entonces
comprarle.
De igual manera, a lo interno de la
empresa y el manejo de la imagen
interna, los colaboradores no miden
sus acciones y hacen a un lado el
hecho de que deben hacer méritos
no solo para subir sino,
principalmente, para franjearse una
carrera sólida en la cual puedan
resaltar los logros como un
acumulado de experiencia, que les
brinde el peso profesional necesario
para futuras oportunidades laborales.
En conclusión, pensar en la
meritocracia corporativa y profesional
como termómetros que vayan
midiendo el manejo de imagen, será
una forma efectiva para aterrizar una
reputación como calificación de éxito,
tan olvidada en Guatemala.