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NAVIDAD 2014
ESTRENANDO EL AÑO DE LA VIDA CONSAGRADA
Consejo Provincial SCOR
CARTA A NUESTROS HERMANOS
Queridos hermanos:
¡Feliz Navidad! Recibid nuestro saludo cordial
a cada uno.
UN REGALO. UNA LLAMADA
Como ya sabéis, con el Adviento hemos estrenado el Año de la Vida
Consagrada. El Papa Francisco nos regala este protagonismo a los
Consagrados porque cree en nosotros como “un don para la Iglesia, nacido
en la Iglesia, que crece en la Iglesia y está totalmente orientado a la
Iglesia” (Intervención del actual Papa en el Sínodo sobre la Vida
consagrada y su Misión en la Iglesia y en Mundo, 13 de octubre de 1994).
Como nos recuerda en otra de sus intervenciones (Superiores Generales,
29 de noviembre 2013) “la radicalidad evangélica no es sólo de los
religiosos: se exige a todos”, pero como consagrados, tenemos mucho que
aportar: profetismo (ser levadura); la alegría de vivir nuestra entrega total
(“donde hay religiosos hay alegría”); la fraternidad (“expertos en
comunión”).
El 2015 es un año para recordar el pasado con gratitud, abrazar el futuro
con esperanza y vivir el presente con pasión.
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UN PUNTO DE PARTIDA
En Navidad percibimos con evidencia que el Dios de nuestra fe no mira
desde arriba, sino desde abajo. Ve la
realidad desde la cueva de Belén, desde la
cercanía a los crucificados entre los que él
mismo se sitúa. La encarnación nos
permite comprender que su mirar no es
distante, sino que comparte el dolor
experimentándolo él mismo en su propia
carne. Y ve el mundo al revés de como
nosotros solemos verlo. Su mirada se detiene primero en los excluidos, en
los olvidados, en los que sobran: son los que ocupan los primeros puestos.
Su mirada está parcialmente inclinada hacia los últimos.
En Navidad percibimos con evidencia que Dios no mira fríamente o de
modo distante, sino como Padre al hijo pródigo, como buen samaritano.
Dios se conmueve ante nuestra realidad humana, pequeña y sufriente.
Mira al mundo con empatía, haciendo que el sufrimiento invada su propia
afectividad. Hace carne su compasión misericordiosa.
En Navidad percibimos con evidencia que Dios no sólo se conmueve en la
distancia, sino que actúa. Dios no se desentiende ni permanece pasivo,
sino que se involucra encarnándose. Y desde lo pequeño: llama a una
joven para que a través de ella surja en la historia una corriente nueva de
vida plena (Lc. 1,26ss).
En Navidad percibimos con evidencia que Dios cuenta con los últimos y
les convierte en instrumentos de gracia y anunciadores del Reino. Desde el
principio, convoca a acompañarlo y trabajar con él anunciando la buena
noticia de su presencia entre nosotros.
UNA RESPUESTA
Con motivo de las fiestas navideñas, en el comienzo de este Año de gracia,
es buena base considerar las actitudes de Dios para contrastarlas con
nuestras propias actitudes. ¡Hay tanto que hacer! ¡Tanto que cambiar!
"Donde hay
religiosos hay
alegría"
(Papa Francisco)
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Como Consejo provincial, os compartimos
nuestra convicción de que avanzamos en
positivo. Ha sido bueno que nos uniéramos
y ahora tenemos más opciones para
responder a lo que la Iglesia y el mundo
esperan de nosotros y a nuestro propio
desarrollo como institución.
Es verdad que hay problemas, bloqueos,
resistencias y conflictos que aparecen en
todo tipo de reestructuración y cambio.
Surgen actitudes de huida, de inhibición,
de debilidad, de victimismo y de confrontación ante la complejidad,
incertidumbre y miedo que produce el momento presente. Pero está claro
que las nuevas estructuras han facilitado la búsqueda de soluciones a
problemas de siempre.
Cada uno y entre todos necesitamos descubrir las salidas y en esa
esperanza seguir caminando; dejar espacios al pensamiento positivo y a la
actitud integradora; estar atentos al viento del Espíritu. Mostrar cada uno
con su testimonio las propias convicciones de que estamos en un cambio
renovador. Afrontar con serenidad lo que acontece y dejar entreabiertas
puertas y ventanas, para corregir errores y relativizar conflictos. Dialogar y
comunicarnos más entre nosotros…
En esa esperanza seguimos caminando. Desde ella y en la convicción de
que, además de tener un
pasado glorioso que
recordar y contar, tenemos
un futuro y un presente,
siguiendo las orientaciones
del Papa Francisco, en esta
Navidad 2014 y al comienzo del Año de la Vida Consagrada, nos
atrevemos a sugerir…
"Que seamos
capaces de
encontrarnos
en el amor y
la aceptación
mutua"
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Empezando por nosotros mismos:
Como espera el Papa Francisco de los religiosos (Carta apostólica
con ocasión del Año de la Vida Consagrada) debemos reavivar la
experiencia de identidad y mostrar/demostrar que Dios es capaz de
colmar nuestros corazones y hacernos felices, sin que tengamos que
andar buscando la felicidad en otro lado.
Vivir realizados como personas desde la fraternidad vivida en
comunidad.
Como bien dice el Papa, “un
seguimiento triste es un triste
seguimiento”, adaptando la frase de
Santa Teresa sobre la santidad. Es
verdad que, como todos y todas, nos
vamos haciendo mayores, sentimos la
enfermedad, la decepción, las noches
del espíritu. Pero nosotros hemos
aprendido a encontrar también ahí el
rostro de Cristo y nos identificamos con él, que no ha reusado
someterse a la cruz por amor a todos.
Y recordar que tenemos vocación de continuidad… Aunque, en
palabras de Benedicto XVI, “la Iglesia no crece por proselitismo, sino
por atracción”: no hay campañas vocacionales exitosas ni no se nos
ve como hombres felices.
Nos pide también el Papa a los religiosos que “despertemos al
mundo”, que seamos libres y utópicos. Allí donde estemos, seamos
levadura, valientes para denunciar la injusticia con nuestros hechos
y nuestra palabra desde la fidelidad al Evangelio y nuestras
Constituciones.
Para ello hace falta fortaleza espiritual, la cual nace del
enamoramiento de Jesús y su Evangelio que se expresa y se
alimenta en la oración.
"Un seguimiento
triste es un triste
seguimiento"
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Y ser “expertos en comunión”. Quizás nuestra asignatura más
suspendida. Nos pide el Papa que “este Año trabajemos con
seriedad para que el ideal de fraternidad perseguido por los
fundadores crezca en los más diversos niveles, como en círculos
concéntricos” hasta hacer de Iglesia la casa y la escuela de la
comunión.
“No me canso de repetir (Papa Francisco) que la crítica, el chisme, la
envidia, los celos, los antagonismos, son actitudes que no tienen
derecho a vivir en nuestras casas”.
En lo que respecta a nuestro hacer:
Lo primero, ser fraternales y testimonio ante nuestros propios
hermanos más cercanos, los de casa, los de la Provincia, que es lo
más difícil. Serlo hacia fuera alimenta
nuestro ego y puede llevarnos al
autoengaño.
A todos, pero sobre todo a los más
jóvenes (aunque me cuesta escribirlo)
pedirles que purifiquen las
motivaciones. Sería horrible utilizar el
nombre de Dios, la Congregación, para
medrar y buscarse a sí mismo. El Papa, en su Carta ya citada, os
anima especialmente a los jóvenes a la generosidad en la opción,
proponiendo ideales, entusiasmo y desarrollo de nuevos modos de
vivir el Evangelio.
Preguntarnos sobre temas nuevos, como
- Profundizar en la relación madura y limpia entre los religiosos
que ahora somos de diferentes culturas en nuestra Provincia
SCOR;
- la comunión entre los miembros de distintos Institutos religiosos
para desarrollar proyectos comunes de formación,
evangelización, intervenciones sociales, tanto en el ámbito local
como global;
La Iglesia no
crece por
proselitismo,
sino por
atracción
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- seguir buscando caminos y dando forma a nuestra relación con
los laicos que comparten ideales, espíritu y misión con nosotros
(Capítulo General 46, Proyecto Provincial objetivo 5);
- reutilizar, adaptar y aligerar estructuras, atentos a las nuevas
necesidades de la sociedad y de la Iglesia;
- en la medida de nuestras fuerzas y posibilidades, “salir de
nosotros mismos y acercarnos a las periferias existenciales:
gentes sin esperanza, familias en dificultades, niños, jóvenes,
enfermos, ancianos… Ricos hartos de bienes y con el corazón
vacío, hombres y mujeres en busca del sentido de la vida,
sedientos de lo divino”. Son peticiones concretas del Papa
Francisco a los religiosos de hoy.
Que San Pablo de la Cruz interceda por nosotros para que seamos
capaces de encontrarnos en el amor y la aceptación mutua, para ser
testigos de la presencia de Dios Amor Encarnado, muerto y
resucitado para la salvación de todos.
Madrid, 17 de Diciembre de 2014
Vuestros servidores,