Este documento trata sobre la personalización y los obstáculos para lograr la comunión personal. Explora seis niveles que afectan la comunión: biológico, psicológico, existencial, ético, social y una perspectiva cristiana. La meta es vivir en armonía interior a través de la virtud. Los obstáculos incluyen el rechazo del cuerpo, el dolor, los fracasos, el vicio, el egoísmo y la soledad. La fe cristiana ofrece respuestas como la dignidad del cuerpo,
1. LICENCIATURA EN EDUCACIÓN RELIGIOSA
Teología Moral X Semestre
III LA PERSONALIZACIÓN
Pbro. Jorge Luis Toro Rivas.
Licenciado en Teología Moral y Mg. en Bioética
2. III LA PERSONALIZACIÓN
TEMAS:
3.1 La meta: vivir en
comunión.
3.2 Los obstáculos:
rechazo y
destrucción.
3.3 Caminos y
recursos para la
Personalización.
3. 3.1 La Meta: vivir en comunión
La meta a la que tiende la opción personal
es la comunión entendida como tranqui-
lidad del orden interno, armonía entre el
pensar y el obrar, vivencia de serenidad,
equilibrio entre deseos y realizaciones,
unidad mínima entre fe y vida, paz y
coherencia de la persona consigo misma.
4. a) Perspectivas y niveles:
Mutuamente se complemen-
tan la perspectiva antropo-
lógica y la cristiana para
interpretar al hombre que vive
y muere, que posee un cuerpo
sano o enfermo, que goza o
sufre por sus éxitos o fracasos.
Es el hombre virtuoso o
dominado por el vicio, que
lucha para realizarse o se
hunde en la frustración, que
cuenta con Dios o le margina
de su vida.
5. La comunión consigo
mismo hunde sus raíces
en la perspectiva
antropológica integrada
por el nivel biológico,
psicológico, existencial,
ético y social.
La perspectiva teológica
añade otros niveles
conectados con las
exigencias de la fe y de la
praxis del cristiano.
6. “En la unidad de cuerpo y
alma, el hombre, por su misma
condición corporal, es una
síntesis del universo material; es
superior al universo material,
con espiritualidad e
inmortalidad” [GS 14].
Esta unidad de la persona,
condición indispensable para vivir
en comunión, se rompe por:
1. Nivel biológico: corporeidad-muerte.
7. * Una visión dicotómica:
Que convierte a la persona en
alma encarcelada en un
cuerpo, que desprecia lo
corporal como algo negativo y
fomenta actitudes temerosas
con residuos tabuísticos; está
también la visión parcializada
que adopta como norma ética
solamente lo biológico.
8. * La experiencia de la muerte:
El hombre sufre ante “el máximo
enigma de la vida humana” al
comprobar “la disolución progre-
siva del cuerpo”, “el máximo
tormento que es el temor por la
desaparición perpetua”; el hombre
se resiste a “aceptar la perspectiva
de la ruina total y del adiós defini-
tivo”; existe tensión entre el deseo
de seguir viviendo sano y la expe-
riencia dolorosa de la enfermedad
y de la posible muerte.
9. 2. Nivel psicológico: placer-dolor.
El equilibrio anímico depende en parte de la
armonía en el binomio placer-dolor: el
hombre quiere gozar, pero a veces no debe;
rehúye el sufrir, pero en ocasiones es
necesario. Se imponen conceptos claros
sobre el placer:
10. * Es un impulso ciego que inclina
a satisfacer las necesidades vita-
les, pero rehúye todo cuanto las
contraríe; el placer sigue al ejerci-
cio, sin obstáculos de los impulsos
vitales del hombre; incluye en su
dinámica un movimiento de atrac-
ción hacia el estímulo no poseído
y una reacción de descanso-
bienestar cuando lo disfruta; es
un factor personalizante porque
estimula el ejercicio de los
impulsos y facultades humanas.
11. * Provoca el desorden y
despersonaliza cuando la
actividad de placer contradice
algún valor, compromiso,
derecho ajeno o precepto;
cuando la persona es
dominada por la sed de gozar
y se hace esclava de sus
caprichos (no tiene fuerza de
voluntad).
12. * Propicia la comunión
personal si se mantiene el
orden de las facultades,
se evita el puro hedonismo,
se lleva a cabo en el contexto
de la realización total del
hombre.
13. El dolor perturba la paz
interior y mucho más cuando
se le resiste. En el fondo de
muchos desequilibrios late un
sufrimiento rechazado.
Quien sufre experimenta un
desgajamiento en su yo,
una pérdida de algo bueno
que le pertenece.
14. El dolor físico y el sufrimiento
moral, provocados por la
presencia de un mal o la
ausencia de un bien, son
leyes de la vida que ayudan
a madurar. Pero también
puede convertirse en:
15. * Fuentes de
compensaciones:
Para curar la herida del dolor
o del sufrimiento muchos
acuden a compensaciones
que lesionan muchos valores
(así la droga); otros se excusan
en el dolor para no cumplir
con sus obligaciones.
16. * Agentes de
despersonalización:
Cuando oprimen el ánimo,
disminuyen la capacidad
intelectual, paralizan la
actividad; tanto el dolor físico
como el espiritual (tristeza)
quitan la paz, la alegría de
vivir: son obstáculos graves
para la comunión.
17. 3. Nivel existencial: aspiraciones
y fracasos.
La vida humana es una interminable
cadena de frustraciones y deseos,
de afanes por realizarse y de fracasos,
de búsqueda de la felicidad y de
desgracias que la obstaculizan.
18. La paz interna o comunión se
consigue cuando se alcanzan
las cuotas mínimas de las
aspiraciones o se rompe
cuando la persona no puede
soportar el fracaso. Ante todo
hace falta un mínimo de
aspiraciones conseguidas,
es decir, de:
19. * Deseos logrados o
tendencias que consiguen sus
objetivos; la persona se siente
impulsada a la conquista de
sus deseos; la tensión de la
búsqueda se convierte en
alegría de comunión al poseer
el objeto deseado.
20. * Superaciones y triunfos
alcanzados: Toda persona
desea superarse para triunfar
ante sí misma y ante los
demás; la comunión es
una ecuación entre las
aspiraciones posibles y los
triunfos conquistados.
21. *El propio poseer, valer y poder
realizados: Son los impulsos a
poseer cuando ayuda a la
realización personal; es el amor
hacia la propia dignidad que
aspira a ser considerado por los
demás; es la tendencia a afian-
zarse sobre los demás con el
propio valer; la realización
personal se obtiene por el
desarrollo de las facultades
humanas y la consecución de
las metas propuestas.
22. * La felicidad que se va
experimentando: Porque
“feliz es aquel que tiene todo
lo que quiere y nada malo
quiere” (San Agustín), y la
felicidad es el bien acabado
de la persona; no existe la
felicidad completa, pero el
hombre necesita el mínimo
vital que le haga sentirse
dichoso.
23. 4. Nivel ético: virtud-vicio.
A personas muy virtuosas les
puede faltar la comunión
consigo mismas por factores
psicológicos o ambientales.
Y personas viciosas pueden
gozar de paz interna debido
a una conciencia errónea.
24. Pero es ordinaria la
correlación entre virtud-
comunión y vicio-
intranquilidad.
La conexión virtud comunión
se fundamenta en:
25. * La virtud como expresión
del “ser hombre”: Con el
obrar virtuoso la persona
esculpe existencialmente lo
que de por sí es racional-
mente; la virtud como obrar
permanente bueno actualiza
la potencialidad de las
facultades humanas.
26. La virtud, agente de
personalización: Factor de la
madurez que enriquece al yo
por la posibilidad que otorga
de vivir según se piensa,
ayuda a frenar los impulsos
perturbadores de la paz
interna, plasma la opción
fundamental como una
mediación permanente y
parcial de la misma.
27. Por el contrario, existen
razones para relacionar entre
sí las vivencias vicio-división,
porque:
* El vicio es un muro que
bloquea la ortodoxia aceptada
que no puede traducirse en
ortopraxis; el vicio es la
permanente incoherencia
entre un valor y su vivencia.
28. * El vicio despersonaliza: Rompe
los patrones éticos, es un agente
de rechazo o destrucción de la
propia persona; denigra al sujeto
al violar de alguna manera los
derechos humanos en el otro o
en sí mismo; señala una
disconformidad (subjetiva u
objetiva) entre el valor y su
realización; genera un
sentimiento de culpa, de
frustración, de dolor ante la
división e incoherencia del yo.
29. 5. Nivel social: egoísmo-soledad y
amor-comunión.
El hombre, como animal
social, está proyectado hacia
los demás y encuentra su
comunión personal en la
alteridad. Es impensable la
paz interna sin un mínimo
de donación del yo al tú
(individual o colectivo,
humano o divino). Por eso
rompe la armonía interior:
30. * El egoísmo como negación
del impulso a prolongarse en
alguien diferente a sí mismo; el
egoísmo es la concentración en
sí mismo con detrimento del
prójimo, un amor desordenado
y desorbitado por los propios
intereses postergando
indebidamente los ajenos; es
una exaltación de la auto-
comunión con el sacrificio de la
comunión interpersonal.
31. * La soledad como aislamiento,
aquella que convierte a la per-
sona en una isla incomunicada;
es la situación de la persona sola,
sin relaciones interpersonales;
puede ser también la opción
narcisista: aislamiento para
contemplarse a sí mismo;
también dice referencia a la vida
del hombre-masa que vive
rodeado de indiferencia, o de
quien se encierra en sí mismo
como víctima del fracaso, la
amargura o el resentimiento.
32. El amor y la comunión: la
situación de la persona que
ama y es amada. Este amor-
comunión es una fuente de
integración personal, un factor
decisivo para la unidad del yo,
condición indispensable para
la realización personal, una
concretización de la felicidad
como el amar y ser amado.
Todo lo cual se explica al ver el
amor y la comunión como:
33. * Una mutua identificación
del uno en el otro; la
prolongación del yo en el
tú, la integración de los
intereses ajenos en los
personales, el ver la
felicidad ajena como
personal y mi vida como
un medio para hacer feliz
al otro.
34. * Una mutua solidaridad que se
traduce en sintonía por las
alegrías, sufrimientos,
preocupaciones, gozos,
reivindicaciones… del otro en
quien me veo y proyecto.
* La amistad o amor mutuo
correspondido entre los que se
ven iguales y fomentan la
comunicación de bienes, la
afinidad de voluntades y el
gusto por compartir cuanto
tienen.
35. Se comprende que para que
exista este amor como una
comunión interpersonal se
requiere:
* Estima interior por los
valores y “cosas” de la
persona amada.
* Respeto a sus derechos y
deseos como condición
indispensable para la
comunión interpersonal.
36. * Comunicación que pide
cumplir las exigencias del
diálogo y la confianza, de la
comprensión y del perdón,
de la aceptación y de la
acomodación.
*El servicio desinteresado,
aunque conlleve sacrificio.
* La reconciliación: capacidad
de perdonar y pedir perdón, de
recuperar la unidad perdida, de
superar divisiones y avanzar en
el amor.
37. 6. Perspectiva cristiana: respuesta a
los niveles antropológicos.
El ateo prescinde de Dios para
resolver la problemática de la
comunión personal. El cristiano
asume los niveles antropoló-
gicos de la comunión consigo
mismo y añade una respuesta
específica. Así ilumina:
38. * El nivel biológico con la
corporeidad y la nueva
criatura: El cuerpo es una
realidad buena como creada
por Dios, templo del Espíritu
Santo, inserta en la obra
salvífica, elevada en la
Encarnación del Verbo “a
dignidad sin igual” ; la muerte
se comprende mejor a la luz
del “destino feliz situado más
allá de las fronteras de la
miseria terrestre.
39. La fe cristiana enseña que la
muerte corporal, que entró en
la historia a consecuencia del
pecado, será vencida cuando el
omnipotente y misericordioso
Salvador restituya al hombre
en la salvación perdida por el
pecado. Dios ha llamado y
llama al hombre a adherirse a
él con la total plenitud de su
ser en la perpetua comunión
de la incorruptible vida divina”
40. El nivel psicológico con la
herida del pecado original:
La tensión provocada por el
placer-dolor vividos
desordenadamente se explica
porque “el hombre abusó de su
libertad levantándose contra
Dios”, y uno de los efectos fue
“su inclinación al mal (y al
sentirse) anegado por muchos
males, que no pueden tener
origen en su santo Creador”…;
41. “Esto (es) lo que explica la
división íntima del hombre”
(porque) “toda vida humana,
la individual y la colectiva, se
presenta como lucha, y por
cierto dramática, entre el
bien y el mal, entre la luz y
las tinieblas. Más todavía, el
hombre se siente incapaz de
domeñar con eficacia por sí
solo los ataques del mal”…
42. “Pero el Señor vino en
persona para liberar y
vigorizar al hombre,
renovándole interiormente
y expulsando al príncipe
de este mundo (Jn 12, 31),
que le retenía en la
esclavitud del pecado”
43. * El nivel existencial con las
Bienaventuranzas: Jesús
responde con toda la Buena
Nueva al problema de aspira-
ciones y fracasos; pero de
manera especial las Bienaven-
turanzas muestran la “respuesta
revolucionaria” porque la
felicidad (bienaventuranza)
consiste en la pobreza, el dolor,
la mansedumbre, la misericordia,
la limpieza de corazón…; ahí está
el camino para la felicidad plena
a disfrutar en el cielo (Mt 5, 3-12).
44. * El nivel ético con la
madurez en Cristo: Cristo es
el modelo supremo para toda
conducta “la clave, el centro
y el fin de toda la historia
humana”; “El hombre
perfecto que nos dio ejemplo
para seguir sus pasos y,
además, abrió el camino, con
cuyo seguimiento la vida y la
muerte se santifican y
adquieren nuevo sentido”
45. Con toda razón “el Señor es
el fin de la historia humana,
punto de convergencia
hacia el cual tienden los
deseos de la historia y de
la civilización, centro de la
humanidad, gozo del
corazón humano y plenitud
total de sus aspiraciones”
46. * El nivel social con la triple
comunión: La Palabra de Dios
no sólo confirma los valores
del amor fraterno, sino que
abre inusitados horizontes:
presenta la caridad como
virtud, como distintivo del
cristiano y es que la caridad
es una participación, por la
gracia, del Dios Amor, es el
ágape o amor con el que Dios
nos ama.
47. b) Condiciones y exigencias.
Las que analizamos son, por una
parte, condiciones, porque sin su
presencia no se puede realizar la
comunión personal, y por otra
parte son exigencias, porque la
comunión consigo mismo conduce
lógicamente a la adquisición de
tales valores y a la práctica de las
virtudes correspondientes.
48. 1. Equilibrio en la personalidad.
La Moral fundamental desarrolla
los elementos que integran la
persona adulta en el plano
humano y de la fe: madurez,
opción fundamental, adhesión
a Cristo, práctica de la ley,
sinceridad de la conciencia, uso
correcto de la libertad, etc. Para
comprender mejor la comunión
consigo mismo será oportuno
detallar algunos de los aspectos
de la personalidad:
49. *Armonía de los componentes
temperamentales:
La caracterología hace ver la
raíz de muchas deficiencias de
la personalidad, el porqué de
las tensiones que alteran la paz
interna, las causas de los
desequilibrios (ordinarios o
patológicos) en la conducta
humana; es preciso que exista
un grado mínimo de armonía
entre la emotividad, actividad y
resonancia.
50. La modalidad y grado de
comunión personal está en
profunda dependencia con
los componentes del
temperamento: mucho
puede hacer la voluntad,
la educación, el ambiente y
la fe, pero la iniciativa está
marcada por la naturaleza.
51. * El optimismo vital es
necesario para superar los
múltiples obstáculos de la
paz y armonía interior; este
optimismo vital incluye una
serie de valores y virtudes
tales como:
* Valor, seguridad para
decidirse y confianza en el
triunfo;
* Entusiasmo para
acometer y realizar tareas;
52. * Nervios templados que
no traicionen en la prueba;
* Satisfacción o contento de
sí mismo: del trabajo, de la
superación personal, de las
personas que le rodean, de
toda la vida que tiene sentido
y es útil para los demás y para
sí; * Gratificaciones que se
reciben de las personas
amadas, del trabajo realizado,
de los éxitos adquiridos.
53. *La coherencia entre ortodoxia
y ortopraxis: La comunión
personal guarda estrecha
relación con la unidad interna
entre lo que rectamente se
piensa y coherentemente se
vive; es necesaria una doctrina
recta (caminar en verdad)
como un conjunto de criterios
objetivos que iluminan la
conducta; pero además la paz
exige que la conducta se
acomode a lo que se piensa:
54. La dicotomía entre ortodoxia y
ortopraxis rompe la unidad
interna y origina el pecado; la
infidelidad a lo aceptado perturba
el orden sereno del dinamismo
humano y, mucho más, el cristia-
no; por el contrario, la coherencia
establece el orden, infunde la paz,
promueve las virtudes necesarias
para que se mantenga la triple
comunión (yo-tú-Dios); en el
plano religioso la coherencia abre
la puerta al Dios de la paz, del
amor y de la unidad.
55. 2. Amor auténtico a sí mismo.
La naturaleza impulsa el amor
hacia sí mismo y a cuanto nos
pertenece, ella promueve el deseo
de conservar y desarrollar la per-
sonalidad con los bienes nece-
sarios para una vida digna según
posibilidades. Tal amor ordenado
no sólo es condición y exigencia
para la comunión personal, sino
que glorifica también a Dios, de
quien el hombre es su imagen.
56. El proyecto divino sintetiza el
amor a Dios, al prójimo y a sí
mismo: el primer manda-
miento es el amor a Dios, el
segundo es doble y semejante
al primero: “amarás al prójimo
como a ti mismo”; “de estos
dos preceptos depende toda la
Ley y los profetas” (Mt 22,37-39).
Luego el amor a sí mismo es
bueno y obligatorio como
expresión de la única virtud de
la caridad.
57. Expresiones de la
autenticidad. El amor a sí
mismo personaliza como un
poderoso incentivo para el
desarrollo de las facultades,
impulsa al sacrificio para
cumplir los compromisos y
defiende de cuanto atenta
contra el bien personal. Pero
debe ser auténtico y necesita
varias expresiones. Por
ejemplo:
58. • Guardar el orden: La justicia
pide respetar los derechos
ajenos y personales; el trián-
gulo Yo-Tú-Dios se traduce en
amar y respetar en primer
lugar a Dios por lo que es y
hace por nosotros (¡El es nuestro
bien!; Cf. Mt. 22,32); después viene
el amor a nosotros mismos:
¡el amor personal es la norma
para medir el amor al prójimo!;
el modelo y ejemplar es
superior a la copia;
59. En tercer lugar viene el
prójimo, pero hay que
amarle como a sí mismo;
pero este amor a sí no
impide el dar la vida por la
salvación del prójimo o el
renunciar a bienes
personales por participar
del amor de Dios o del
prójimo (Jn 3,15; 12, 25; 13, 34;
Lc 14,26; Mt 5,44s).
60. • Respetarse: no atentar
contra los valores perso-
nales (físicos o espirituales,
temporales o escatoló-
gicos); exige además el
amor a sí mismo, la promo-
ción de los derechos perso-
nales y en especial la obli-
gación de conservar la bue-
na fama, el no deshonrarse
(Mt 16,26; Prov. 22,1).
61. • Conciencia del deber:
Sentir la necesidad de
cumplir los compromisos y
obligaciones es el motor de
la responsabilidad y una
actitud básica en el
seguimiento de Cristo y una
exigencia del amor a Dios
(Cf. Flp. 2,7-8; Mt. 5,17; Jn 19,30).
62. • La responsabilidad:
Respuesta consciente y
consecuente que la persona
da a su misión y obliga-
ciones-deberes; es la con-
ducta personal de quien
obra movido por el testi-
monio y doctrina, fiel a
Cristo en lo grande y en lo
pequeño (Cf. Jn 10, 1-21; Mt 5,
13-16; Lc 12,13-21).
63. • La conciencia de la propia
dignidad: (de lo que uno es y
merece). El amor se funda-
menta en el sentido del honor
que la persona tiene y
experimenta, en la conciencia
de su valer y poder; sin esta
conciencia (sin el honor
personal) se hace difícil el
amor a sí mismo, sano amor
propio, sentido del honor
personal, que es fuente de la
responsabilidad.
64. 3. Cuidado de la salud.
Quien goza de buena salud
como buen funcionamiento de
sus facultades y órganos tiene
mayor facilidad para el trabajo,
las relaciones humanas, el ocio y
la alegría de vivir.
65. El enfermo, por el contrario,
sufre por su dependencia de
otros, menor rendimiento o
nulo trabajo, gastos econó-
micos, fastidio de la existencia
e imposibilidad de divertirse.
Surge una amenaza para la paz
interna cuando la persona no
experimenta un estado de
perfecto bienestar físico,
espiritual, social y religioso
66. Obligación y derecho.
Toda persona tiene
obligación personal de
cuidar su salud en todos los
aspectos. Hay que constatar
también que “Todo
individuo tiene derecho a
un nivel de vida suficiente
para garantizar la salud y el
bienestar propio y de su
familia,
67. Singularmente por lo que
atañe a la alimentación, al
vestido, a la casa, a los
cuidados médicos y a los
servicios sociales
necesarios…” Como
también es verdad “el
derecho a la vida, a la
libertad y a la seguridad
de la propia persona”
68. Responsabilidades. Además
de todo cuanto exige el amor
auténtico a sí mismo está:
• El cuidado integral de la
persona, del cuerpo, al que
se debe amar, de la vida
sobrenatural y del futuro
humano que se debe procurar,
que sea digno y decoroso
según aptitudes personales y
ambientales (Cf. Rom 6,13-19;
1Cor 6,19-20; 15,42-44).
69. • El alimento suficiente:
obligación de tomar la
cantidad y calidad con los
límites de la templanza y
la caridad; y de abstenerse
de aquellos alimentos
prohibidos por personas
competentes o por la
experiencia personal
(Cf. Col 2,16; 1Tim 4,4;
Rom 13,12s; 14,2).
70. • Las diversiones, los
deportes y el descanso
forman parte del cuidado
personal del cuerpo;
existe peligro de “quemar
el cuerpo” como de
absolutizar las diversiones y
el descanso con pérdida de
otros valores superiores.
71. • Conflictos en los medios
ordinarios y extraordi-
narios. La prudencia debe
intervenir para discernir
bien lo que se debe hacer,
para delimitar los límites
entre el amor a sí y el amor
al prójimo
(Cf. Rom 12,1; Flp. 1,29; 3,10;
Gál 2,19; 6,14)
72. 4. Discernimiento y decisión. La prudencia.
La indecisión o el falso
discernimiento explican el
desasosiego interno y el fracaso
de muchas personas (especial-
mente los gobernantes).
Les falta paz interna por su
desorientación, ligereza o
radicalismo. Toda persona
necesita la prudencia, que es:
73. • Excepcional actitud:
Es la virtud cardinal
“madre” y condición de
cualquier actitud, que
ayuda para obrar con
discernimiento y decisión,
para buscar, encontrar y
poner en práctica la verdad
oportuna.
74. • El juicio recto: Que aplica
la norma (valor) a la
situación concreta;
disposición para alcanzar
el juicio recto y una eficaz
ejecución; es la razón
práctica que dirige la
actividad en conformidad
con la verdad, la virtud que
enseña lo que se puede o
debe hacer aquí y ahora.
75. • Medio para solucionar
satisfactoriamente los
problemas, para armonizar
los principios con la realidad
particular; por la prudencia la
persona busca, elige y pone en
práctica los medios adecuados
para obtener los objetivos
propuestos, analiza las situa-
ciones concretas y decide la
respuesta exigida, percibe la
realidad y realiza la acción
oportuna para su transfor-
mación.
76. • Equilibrio de la persona,
que acierta con el justo
medio ante las alternativas
en conflicto.
77. • Dinamismo diferente a otros
parecidos: Al de la conciencia
que tiene un área menor; es la
prudencia la que suministra
datos a la conciencia aunque
ésta sea motor para el obrar
prudente de la persona; tam-
bién difiere la prudencia de la
sabiduría, que busca razones
más profundas y no la aplica-
ción ordinaria, concreta y
bondadosa de la verdad; la
prudencia sirve a la sabiduría.
78. Discernir y decidir. Constituye
la misión propia de toda
prudencia y a la vez son
condición y exigencia para la
comunión consigo mismo:
• El discernimiento o juicio que
señala lo que determinada
situación reclama, delibera con
madurez para encontrar la
respuesta apropiada según el
fin intentado, pide consejo y
hace sus conclusiones sobre
los medios más aptos.
79. • El juicio maduro
(fruto del buen discernir)
debe ser firme y no cambiar
sin razones fundamentales,
realista, desapasionado,
independiente, bien
pensado, equilibrado
(imparcial).
80. • La decisión oportuna:
Tras la deliberación urge la
opción o elección de la
alternativa más
conveniente; después del
“ver y juzgar” hay que
actuar con los medios más
eficaces; porque deliberar
sin decidir es una tarea a
medias;
81. El imperio u orden de
ejecutar el acto es lo más
propio de la prudencia; la
decisión debe ser oportuna
(ni antes, ni después),
justa (sin quebrantar
ningún derecho), acertada
(el tiempo lo confirmará),
noble y sincera (expresión
del sentir interior, sin
mentiras).
82. Prudencia del cristiano.
La vida teologal enriquece la
prudencia con elementos
propios:
• El mensaje bíblico: La Pala-
bra de Dios muestra la expe-
riencia del pueblo de Israel
sobre la sabiduría, el testimo-
nio de Cristo, el hombre nuevo
y la interpretación de la pru-
dencia por las primeras comu-
nidades cristianas como discer-
nimiento y don del Espíritu .
83. • La virtud sobrenatural:
Esta clase de prudencia está
infundida por Dios en el
entendimiento práctico
para el recto gobierno de
las acciones particulares en
orden al fin sobrenatural;
así entendida, es el camino
que canaliza el amor hacia
Dios y al prójimo,
84. El ojo de la fe que ilumina lo
que es la voluntad de Dios
para la situación concreta;
se identifica con la persona
buena que sabe distinguir
bien lo útil de lo que puede
obstaculizar el camino, lo
que es conveniente para
madurar en Cristo.
85. • El discernimiento de fe:
Actitud clave en la moral del
Nuevo Testamento para
distinguir lo bueno de lo malo,
para encontrar lo que aquí y
ahora es la voluntad del Señor,
para ver y decidir según su
designio y bajo la moción del
Espíritu en situaciones
concretas que afectan a la
persona y a la comunidad
eclesial en el marco de la
salvación
86. El don de consejo: Por el cual
el cristiano juzga rectamente lo
que conviene como la pruden-
cia; además, preserva de la
falsa conciencia, ayuda a resol-
ver con seguridad y acierto
situaciones muy difíciles, ilumi-
na la relación según Cristo con
el prójimo; con este don es el
Espíritu quien se hace presente
en la persona, concreta los
otros dones y todo lo eleva a
Dios con heroísmo y sin
esfuerzo.
87.
5. Fortaleza y paciencia.
(Para acometer y resistir)
Muchas personas se derrumban
ante las dificultades graves o
persistentes; la paz y armonía
interior desaparece ante el
sufrimiento y los obstáculos
serios ponen al descubierto su
vulnerabilidad. En los cobardes,
impacientes, pusilánimes, desa-
nimados o inconstantes suele
faltar el equilibrio interno por-
que les falta fortaleza, que es:.
88.
• Actitud clave necesaria
para restablecer el equilibrio
amenazado por los
obstáculos, para acometer
con entusiasmo empresas
difíciles, afrontar con
entereza los ataques del
adversario y para superar
cuantas dificultades se
opongan a los proyectos,
compromisos y obligaciones
de la persona.
89.
• Valor temperamental,
una mezcla de virilidad, fuerza
de voluntad, capacidad innata
para decir “sí” o “no”,
predisposición a la seguridad
en sí mismo, dosis de aguante,
valentía y buenos reflejos,
audacia para acometer, firmeza
de ánimo ante el temor, el
miedo o los complejos;
entusiasmo que hace trabajar
con gozo, amor y esperanza por
un ideal de vida.
90.
• Término medio entre la
audacia y el miedo, entre la
temeridad de quien acomete
riesgos injustificados y la actitud
pusilánime del que se acompleja
ante pequeñas dificultades; por
la fortaleza el hombre acomete
con ímpetu objetivos difíciles
pero posibles, afronta obstáculos
con entusiasmo movido por la
esperanza razonable de la
victoria y desprecia los males
pero sin jactancia.
91.
• Acelerador y “parachoques”
de la personalidad: por la forta-
leza el valiente se lanza hacia
delante, a la conquista del bien
arduo, de metas difíciles de
conseguir (es la misión de
ataque, de acometida o sana
agresividad); por la misma
fortaleza el individuo frena
sus ímpetus desmedidos, soporta
los sufrimientos, aguanta el
chaparrón de las incomodidades
(resistir la adversidad).
92.
• Virtud cardinal que
empuja hacia lo grande,
entusiasma para superar
problemas, enardece a la
persona para que no se
rinda ante las dificultades
aun a riesgo de la propia
vida e impulsa a la actitud
coherente y responsable.
93.
Expresiones de la persona
fuerte. La fortaleza se mani-
fiesta en la persona que es:
•Magnánima y magnífica:
Está dispuesta a acometer
grandes obras y es enemigo de
la mediocridad, un espíritu
selecto, noble, que no cae en la
ambición, vanagloria o presun-
ción; personalidad muy com-
pleja que emprende grandes
empresas, logrando superar
cuanto impide la victoria.
94.
• Paciente y longánima: no se
abate ante los padecimientos
físicos o morales, sino que los
soporta con gran presencia de
ánimo; su resignación es sere-
na, llena de paz ante cualquier
contratiempo ordinario o
extraordinario; siempre perma-
nece dueña de sí misma sin
doblegarse ante nada ni nadie;
como longánimo, camina sin
desmayar hacia la meta
todavía lejana.
95.
•Perseverante y constante:
Fiel en la práctica prolon-
gada de sus obligaciones,
a pesar de las molestias
inevitables que surgen de
los obstáculos externos o
internos; siempre sigue
firme en su caminar sin
amedrentarse por la
duración, ni desalentarse por
los pocos frutos obtenidos.
96. La fortaleza del cristiano.
Como núcleo están los
valores y virtudes
anteriormente enumeradas.
Pero como rasgos propios
están:
97.
• El mensaje bíblico, que
motiva a la práctica de las
diversas virtudes que integran
al hombre fuerte, el que todo lo
soporta siempre constante en
la tribulación ; es el tipo nuevo
de persona dispuesta a
testimoniar las maravillas de
Dios a imitación de Cristo ,
perseverante para cumplir su
destino y paciente para
conseguir la felicidad
verdadera ;
98.
Pero esta fuerza está
conectada con la confianza
en la gracia de Dios que
hará fácil lo difícil, está
apoyada en la misma
fuerza de Dios ; de esta
manera, el cristiano está
capacitado para resistir al
diablo y vencer toda
tentación
99.
• El entronque en el
dinamismo teologal:
de la vida de gracia surge
también la virtud infusa de
la fortaleza, que incluye el
contenido común a toda
fortaleza, pero su vivencia
es obra de la gracia
conectada con las virtudes
teologales.
100.
• El don de fortaleza, que
empuja a la práctica de toda
virtud heroica, imprime una
invencible confianza para
superar dificultades,
proporciona una energía
inquebrantable para cumplir
el deber, destruye la
mediocridad espiritual, da
paz y alegría para soportar
las mayores tribulaciones y…
101.
Capacita para el heroísmo en
lo ordinario y en lo extraor-
dinario una manifestación
excepcional la ofrece el
martirio de quien da su vida
por testimoniar su opción de
cristiano (fe y moral); todo se
explica por la fidelidad a la
moción del Espíritu que reviste
de la fuerza de Dios para obrar
como Cristo, quien siempre
cumplió la voluntad del Padre
102.
6. Dominio de sí y auto liberación (templanza).
Se necesita practicar la templanza:
Actitud necesaria
Virtud cardinal.
Freno del “yo”
Expresiones del dominio propio. lo expresa la persona que sea:
Sobria
Austera
Honesta
Serena
La templanza del cristiano. El dominio de sí mismo y toda la
dinámica de auto-liberación quedan realzados en el cristiano
por:
El mensaje bíblico.
El influjo de los dones, en especial el don del temor.
103.
7. Saber aceptar (humildad y mansedumbre).
Está muy cerca de la comunión consigo mismo quien:
Abraza aun la verdad “molesta” (humildad).
Mantiene la serenidad ante las ofensas
(mansedumbre).
Permanece tranquilo en los fracasos y humillaciones.
No resiste ante lo imposible.
Practica otras virtudes
La aceptación en el cristiano. No es exclusivo del
cristianismo, pero los valores de la humildad y de la
mansedumbre (saber aceptarse y aceptar) se refuerzan
en la opción del cristiano con:
La motivación bíblica:
La fe y el abandono en la voluntad de Dios.
104.
8. La paz interior, don humano y don de Cristo.
Los rasgos de quien vive en paz interna son otras tantas
condiciones y exigencias de la comunión consigo
mismo:
El orden sin tensiones
El bienestar sin violencia
La integridad sin divisiones (Shalom)
El amor sin egoísmo
La paz don de Cristo: quien abre su vida a Cristo puede
gozar de la paz como don humano enriquecido por:
El Dios de la Paz.
Cristo, príncipe de la paz.
El don de la paz dado por Cristo
105.
Frente a la comunión alternativa positiva de la opción
consigo mismo se alza la alternativa opuesta expresada en la
división interna, el desorden, el rechazo, el desprecio, o el
odio a sí mismo, que pueden llegar hasta la destrucción total
o parcial de la propia persona. A estos obstáculos internos
habrá que añadir los que proceden del exterior. Todos afectan
a la madurez y confluyen en determinadas manifestaciones.
3.2 Los obstáculos: rechazo y destrucción.
106.
Moralidad diferente e influjo desigual en la persona
contiene el suicidio, la mutilación, el riesgo
injustificado, el consumismo hedonista, la droga.
Claro está que opción negativa (contra sí mismo)
existe en todo pecado y que la personalidad sufre
deterioro cuando no se corrigen los defectos
temperamentales.
a) Manifestaciones de la opción negativa.
107.
1. El suicidio, final de un proceso de auto desprecio.
2. Mutilación y riesgos injustificados.
3. El consumismo hedonista (gula y lujuria).
La gula se manifiesta en el:
Glotón,
El refinado:
Moralidad.
4. Alcoholismo, tabaco y café.
Merece destacarse del alcoholismo:
La inmoralidad objetiva grave
La responsabilidad del alcoholizado
Otras drogas domésticas (tabaco, café, sedantes,
estimulantes).
108.
5. La droga y los drogadictos.
A los rasgos comunes del tradicional alcoholismo, la
droga añade otros peculiares:
Como narcótico o estupefaciente, su clasificación es
muy compleja: están las depresoras (opio, morfina,
heroína), las estimulantes (cocaína, anfetaminas),
alucinógenas (como el LSD, hachís, marihuana).
Mayor adicción y daños para la salud que el alcohol.
Valoración moral: el uso de la droga, exceptuada la
terapéutica, es inmoral; el consumo de la droga
destruye la salud personal, arruina la paz familiar,
deteriora la convivencia social y es una fuente de
inmoralidades e injusticias
109.
b) Dificultades: inmadurez psicológica, ética y espiritual.
1. Primariedad e imprudencia.
2. Agresividad – violencia - ira
3. Depresión – cobardía – desesperación.
4. Pasividad – pereza.
La pasividad-pereza no es sólo problema de una débil voluntad y
se hace presente en quienes son:
Abúlicos.
Conformistas.
Esclavizados.
Inconstantes.
110.
5. Supervaloración personal (egoísmo y soberbia)
6. Expansión personal indebida (avaricia y envidia).
Otro efecto negativo de la expansión indebida es la ausencia de
paz y unidad en la persona. Así aparecen en la persona:
Avariciosa.
Ambiciosa.
Envidiosa.
Maquiavélica.
111.
A las ciencias antropológicas corresponde trazar el camino y
los recursos para que la persona logre su personalidad según
posibilidades y compromisos.
Pero también la Teología Moral tiene su papel en la dinámica
de personalización, considerada como una alternativa
coherente de la opción ante sí mismo.
La dinámica de personalización en su vertiente moral integra el
área humana y la cristiana, los recursos pedagógicos y los
medios ascéticos.
3.3 Caminos y recursos para la personalización.
(Versión Moral)
112.
a) En el área humana.
Interpelan a la opción del cristiano como tarea ética algunas de
las sugerencias que la psicopedagogía ofrece para conseguir la
madurez intelectual, impulsiva, afectiva y de la voluntad.
1. Encuentro con la verdad total.
Un encuentro sincero con la verdad total interiorizada pide:
Conocer las manifestaciones de la verdad
Evaluar los obstáculos
Actualizar los medios.
113.
2. Reflexión crítica y silencio interior.
Y todo con el fin de:
Encontrarse consigo mismo.
Aumentar la potencia de la mente
3. Selección de estímulos:
Esta selección exige:
Un bloqueo de los estímulos deformantes
Desvío de las ocasiones
Borrar las huellas
El fomento de estímulos personalizantes
4. Operatividad de la opción fundamental:
Fortalecer la libertad con motivaciones
Motivar el sacrificio
Enraizar las actitudes positivas
114.
a) En el área humana.
1. Encuentro con la verdad total.
Un encuentro sincero con la verdad total interiorizada
pide:
Conocer las manifestaciones de la verdad
Evaluar los obstáculos
Actualizar los medios
2. Reflexión crítica y silencio interior.
La personalización necesita un ambiente de silencio
interior, de calma y serenidad donde sea posible el
ejercicio de la libertad sin especiales tensiones y la
reflexión con sentido crítico. Y todo con el fin de:
Encontrarse consigo mismo
Aumentar la potencia de la mente
115.
3. Selección de estímulos.
Quien desea una determinada personalización debe
fomentar la entrada de estímulos conforme a la
orientación elegida y neutralizar los que sean
contrarios. Esta selección exige:
Un bloqueo de los estímulos deformantes
Desvío de las ocasiones
Borrar las huellas
El fomento de estímulos personalizantes
4. Operatividad de la opción fundamental.
Todo lo cual pide:
Fortalecer la libertad con motivaciones
Motivar el sacrificio
Enraizar las actitudes positivas
116.
5. Razones para luchar
(criterios para la normativa personal).
La salud, física o psíquica. Porque tal conducta
también es contraria:
A la buena imagen (fama, honor, el prestigio
personal)
Al sentido de justicia que se tiene
A la realización que anhela toda persona
Al amor (a personas o instituciones)
A la palabra dada y los compromisos aceptados
Al futuro, personal o de las personas o cosas
amadas,
6. Descarga de las tensiones psíquicas.
Es tarea pedagógica y responsabilidad ética poner
en práctica los medios para:
Quitar preocupaciones
Obtener seguridad y contrarrestar la timidez
Frenar la agresividad
Aprender a sufrir
117.
7. Práctica del amor fraterno.
Vivir la comunión fraterna es la clave para
la comunión consigo mismo.
Estima e interés por los demás.
Trato afectuoso, lleno de respeto,
franqueza y cordialidad.
Actitud de servicio.
Solidaridad oportuna en alegrías y
tristezas.
Arte de olvidar las ofensas.
Prontitud en disculparse.
Sonrisa o, por lo menos, cara de amigo.
Diálogo atento, que pide saber escuchar
atentamente al interlocutor.
Elogio sincero y crítica constructiva.
Sugerir y no imponer.
Confiar y despertar la confianza.
118.
b) En el área cristiana.
El creyente, seguidor de Cristo, como
hombre está llamado a caminar hacia la
madurez con los recursos de la
personalización.
Pero sobre el área humana, al bautizado
se le ofrecen nuevas perspectivas para la
madurez en Cristo y la comunión
personal vividas con los recursos
garantizados por la comunidad eclesial.
Corresponde a la Teología Espiritual la
exposición del crecimiento de la vida
cristiana con sus medios y etapas de
santificación.
Pero a la Teología Moral interesa la
dinámica de personalización integral
como parte de la opción coherente de
quien desea, desde el área humana y
cristiana, vivir en comunión consigo
mismo.
119.
1. La opción del cristiano amplía el área
humana.
Es suficiente enumerar la correlación entre la
dinámica antropológica y la cristiana: la
opción cristiana vivida con metodología
amplía y enriquece a la opción humana en
los medios y caminos de madurez.
A la verdad total, la vivencia teologal.
A la reflexión y el silencio responde la
oración.
A la selección de estímulos responde la
ascesis cristiana.
A la operatividad de la opción fundamental
responde la interiorización de Cristo.
A las razones para luchar responde la
Palabra de Dios
A la descarga de las tensiones colabora la
confianza en Dios.
A la práctica de un amor filantrópico
corresponde la caridad.
120.
2. La comunión fraterna según Cristo
potencia el amor fraterno.
La caridad fraterna presenta estos rasgos:
Es un reflejo de la vida y amor de Dios
Complemento del amor a Dios
Está motivada por el amor de Cristo
Resumen del cristianismo y distintivo
del cristiano
Exige amar a los enemigos y dar la vida
Bajo el Espíritu, don de amor, se vive en
comunidad
La caridad, ratificada por el vaticano II:
Este Concilio habló extensamente del
amor fraterno según Cristo
[Cf. LG 42, 8, 9, 14, 53; GS 2al 32, 38, 72, 48, 49, 52. AA 8,
12, 2]
121.
3. La comunión con Dios, meta, sentido
de la comunión personal.
Profundas vinculaciones se encuentran en
la comunión con Dios y consigo mismo
en la vida del cristiano, pues:
La fe amplía el horizonte de los valores y
revela la presencia de Dios,
La esperanza anima al hombre peregrino
para que corra al encuentro definitivo
con Dios.
La caridad es el don que hace posible la
triple comunión en espiral ascendente
hacia Dios
La unión con Cristo, especialmente en la
eucaristía y en la reconciliación,
El reino de Dios como idea arquetipo
para interpretar las condiciones de la
comunión personal;
La inhabitación como experiencia Dios,
122.
Los recursos ascéticos nutren la
triple comunión y dan unidad a
toda la vida del cristiano. Entre
otros están:
1. La lectura de la Palabra de
Dios.
2. La docilidad al Espíritu.
3. La participación sacramental.
4. La oración.
5. La dinámica de auto liberación.
6. La confianza en la providencia
de Dios.
7. Las técnicas de relajación.
8. La revisión personal de vida.
123.
El hombre ha de optar ante
sí mismo:
por Cristo debe rechazar
cuanto le degrade,
con Cristo puede avanzar
en la dinámica de
personalización y
en Cristo puede vivir la
triple comunión: con Dios
Padre, consigo mismo y
con los hermanos en toda
circunstancia y vocación.
Conclusión: