2. INTRODUCCIÓN
"Espíritu Santo, forma y haz vivir a
Jesús en mí"
En la presente edición (la
segunda) de la "Novena al
Espíritu Santo con textos
de san Juan Eudes", se
proponen reflexiones para
contemplar a la tercera
persona de la Santísima
Trinidad quien a la vez es
el formador de Jesús en
todos los creyentes. En
efecto, el Espíritu Santo
"nos ha sido dado como el
Espíritu de nuestro
espíritu" (Coloquios, 9).
La temática que proponemos, después de haber realizado ajustes con
respecto a la primera edición, es la siguiente:
Día primero: Jesús envía el Espíritu Santo
Día segundo: ¿Qué no es el Espíritu Santo?
Día tercero: El Espíritu Santo es el Corazón de la Trinidad
Día cuarto: El Espíritu Santo es el Corazón de Jesús
Día quinto: El Espíritu Santo glorifica a Jesús por nosotros.
Día sexto: El Espíritu Santo es el Corazón de María
Día séptimo: El Espíritu Santo dirige y gobierna a la Iglesia.
Día octavo: El Espíritu Santo en la vida del creyente.
Día noveno: El Espíritu Santo es causa de santidad para el cristiano
Anexo: Texto para meditar en la Solemnidad de Pentecostés.
De igual forma, se ha variado la metodología para su realización,
precisando en color rojo algunas alternativas que el creyente puede
elegir:Inicio, Himno al Espíritu Santo, Meditación, Invocaciones al
Espíritu Santo, Oremos, Bendición final.
Como Unidad de Espiritualidad Eudista, queremos seguir difundiendo el
tesoro de nuestra espiritualidad a todos los creyentes, con el fin
principal de que Cristo viva y reine en cada corazón.
En Jesús y María,
P. Álvaro Duarte Torres, cjm
Director UEE
3. PRIMER DÍA:
JESÚS ENVÍA EL ESPÍRITU SANTO
N O V E N A A L E S P Í R I T U S A N T O C O N T E X T O S
D E S A N J U A N E U D E S
INICIO
Invoquemos la presencia de la Santísima Trinidad en este momento de
oración:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Pedir la presencia del Espíritu Santo, ya sea, invitando a un momento de
silencio, de alabanza o a través de la siguiente oración al Espíritu Santo,
compuesta por san Juan Eudes:
Señor Jesús, el poder del Espíritu Santo nos penetre totalmente, para que no
obremos según nuestro querer, sino por su acción constante y poderosa.
Amén. (O.C. III, 273)
4. Ven, Espíritu Divino
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre; don, en
tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma, divina
luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia, dale al
esfuerzo su mérito; salva al que
busca salvarse y danos tu gozo
eterno.
Amén.
MEDITACIÓN
El Espíritu Santo tuvo su parte
para hacernos cristianos.
Porque formó en las sagradas
entrañas de la santa Virgen a
nuestro Redentor y nuestra
Cabeza; lo animó y condujo en
sus pensamientos, palabras,
acciones y padecimientos y en
el sacrificio de sí mismo en la
cruz: Allí, Cristo se ofreció a sí
mismo, por el Espíritu Santo, a
Dios (Hb 9, 14). Y después que
nuestro Señor subió al cielo, el
Espíritu Santo vino a este
mundo para formar
y establecer el cuerpo de
Jesucristo, que es su Iglesia, y
para aplicarle los frutos de la
vida, la sangre, la pasión y la
muerte de Jesucristo.
HIMNO AL ESPÍRITU
SANTO
5. Además, el Espíritu Santo viene a
nosotros en nuestro bautismo, para
formar en nosotros a Jesucristo y
para incorporarnos a él, para
hacernos nacer y vivir para él, para
aplicarnos los frutos de su sangre y
de su muerte y para animarnos,
inspirarnos, movernos y
conducirnos en nuestros
pensamientos, palabras, acciones y
padecimientos, de manera que los
tengamos cristianamente y solo
para Dios. Hasta tal punto que no
podemos pronunciar como
conviene el santo nombre de Jesús,
ni tener un buen pensamiento, sino
gracias al Espíritu Santo.
[Se puede concluir diciendo tres
veces: ¡Espíritu Santo, ilumínanos y
santifícanos!]
INVOCACIONES AL
ESPÍRITU SANTO
Invoquemos ahora las maravillas
que el Espíritu Santo ha obrado
desde siempre y respondemos a
cada jaculatoria:
Ilumínanos, Espíritu Santo.
Vínculo de unión entre el Padre y
el Hijo...
Espíritu de sabiduría e
inteligencia...
Espíritu de consejo y fortaleza...
Espíritu de ciencia, de piedad y de
temor de Dios...
Tú que en la creación aleteabas
sobre las aguas...
Tú que inspiraste a los escritores
sagrados...
Tú que hablaste por los profetas...
Tú que formaste a Jesús en el
seno de María Virgen...
Tú que llevaste a Jesús al
desierto para ser tentado...
Tú que en el bautismo
descendiste sobre Jesús...
Tú que enviaste a Jesús a
anunciar el evangelio a los
pobres...
Tú que lo fortaleciste en su
oración en el huerto...
6. Tú que por voluntad del Padre lo
llevaste a la muerte...
Tú que lo resucitaste de entre los
muertos...
Tú que engendraste la Iglesia en la
Pascua...
Tú que la hiciste nacer en
Pentecostés...
Tú que bajaste sobre María y los
apóstoles...
Tú que eres el alma de la Iglesia...
Tú, el primer evangelizador...
Tú que nos recuerdas la
enseñanza de Jesús...
Tú que haces presente a Jesús en
los sacramentos...
Tú que en el bautismo nos haces
criaturas nuevas...
Tú que en la confirmación nos
haces testigos de Jesús...
Tú que en la Eucaristía haces del
pan y el vino el Cuerpo y la Sangre
del Señor...
Tú que oras en los cristianos...
Espíritu de bondad y
mansedumbre...
Espíritu de gozo y fidelidad...
Espíritu de paciencia y caridad...
Espíritu de continencia y castidad...
Espíritu de modestia y
longanimidad...
Espíritu de benignidad y de paz...
Tú que haces santos a los santos...
OREMOS
Jesús, por el poder de tu Espíritu,
poséenos y guíanos, para que
crezca en nosotros y en el mundo
entero, la eficacia salvadora de tu
reino. Amén.
BENDICIÓN FINAL
[Para la bendición final, puede
utilizarse la fórmula: Queremos,
Señor Jesús, que vivas y reines
entre nosotros. Y nos bendiga con
su Hijo, la Santísima Virgen María.
Amén.
O también la que se sugiere a
continuación.]
[O.C. I, 396]
Padre de Jesús, Espíritu Santo de
Jesús, Madre de Jesús, Ángeles y
Santos de Jesús, amen a Jesús en
mi lugar: en el nombre del Padre, y
del Hijo, y del Espíritu Santo.
Amén
7. SEGUNDO DÍA:
¿QUÉ NO ES EL ESPÍRITU SANTO?
N O V E N A A L E S P Í R I T U S A N T O C O N T E X T O S
D E S A N J U A N E U D E S
INICIO
Invoquemos la presencia de la Santísima Trinidad en este momento de
oración:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Amén.
[Pedir la presencia del Espíritu Santo, ya sea, invitando a un momento de
silencio, de alabanza o a través de la siguiente oración al Espíritu Santo,
compuesta por san Juan Eudes:
Espíritu Santo, me doy a ti. Toma posesión de mí, condúceme en todo y haz
que viva como hijo de Dios, miembro de Jesucristo, y como quien, por haber
nacido de ti, te pertenece, y debe estar animado, poseído y conducido por ti.
Amén. (O.C. III, 273)
8. Ven, Espíritu Divino
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre; don, en
tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma, divina
luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia, dale al
esfuerzo su mérito; salva al que
busca salvarse y danos tu gozo
eterno.
Amén.
MEDITACIÓN
Como cristiano, además de
odiar toda clase de pecado,
debes desprenderte en forma
total del mundo y de las cosas
del mundo. Llamo mundo la
vida corrompida y
desordenada que en él se
lleva, el espíritu reprobable
que en él reina, los
sentimientos e inclinaciones
perversas que lo inspiran, las
leyes máximas que lo
gobiernan.
Llamo cosas del mundo todo lo
que el mundo estima, ama y
codicia; los honores y
alabanzas de los hombres, los
placeres vanos, las riquezas y
comodidades temporales, las
amistades y afectos fundados
en la carne y en la sangre, en el
amor propio y en el propio
interés.
HIMNO AL ESPÍRITU
SANTO
9. eso, si deseas ser cristiano de
verdad y discípulo de Jesucristo y
continuar yexpresar con tu vida su
vida santa y desprendida de todo,
es indispensable que te desprendas
(renuncies) en forma absoluta y
universal, del mundo y de las cosas
del mundo.
Recuerda a menudo que el mundo
ha sido y será siempre contrario a
Jesús, que siempre le ha perseguido
y crucificado y que así lo hará hasta
el fin de los siglos. Los sentimientos
e inclinaciones, las leyes y máximas
y el espíritu del mundo son de tal
manera opuestos a los de Jesucristo
que no pueden subsistir juntos.
Porque mientras los de Jesús sólo
tienden a la gloria de su Padre y a
nuestra santificación, los del mundo
sólo tienden al pecado y a la
perdición.
[Se puede concluir diciendo tres
veces: ¡Espíritu Santo, ilumínanos y
santifícanos!]
INVOCACIONES AL
ESPÍRITU SANTO
Invoquemos ahora las maravillas
que el Espíritu Santo ha obrado
desde siempre y respondemos a
cada jaculatoria:
Ilumínanos, Espíritu Santo.
Vínculo de unión entre el Padre y
el Hijo...
Espíritu de sabiduría e
inteligencia...
Espíritu de consejo y fortaleza...
Espíritu de ciencia, de piedad y de
temor de Dios...
Tú que en la creación aleteabas
sobre las aguas...
Tú que inspiraste a los escritores
sagrados...
Tú que hablaste por los profetas...
Tú que formaste a Jesús en el
seno de María Virgen...
Tú que llevaste a Jesús al
desierto para ser tentado...
Tú que en el bautismo
descendiste sobre Jesús...
Tú que enviaste a Jesús a
anunciar el evangelio a los
pobres...
Tú que lo fortaleciste en su
oración en el huerto...
10. Tú que por voluntad del Padre lo
llevaste a la muerte...
Tú que lo resucitaste de entre los
muertos...
Tú que engendraste la Iglesia en la
Pascua...
Tú que la hiciste nacer en
Pentecostés...
Tú que bajaste sobre María y los
apóstoles...
Tú que eres el alma de la Iglesia...
Tú, el primer evangelizador...
Tú que nos recuerdas la
enseñanza de Jesús...
Tú que haces presente a Jesús en
los sacramentos...
Tú que en el bautismo nos haces
criaturas nuevas...
Tú que en la confirmación nos
haces testigos de Jesús...
Tú que en la Eucaristía haces del
pan y el vino el Cuerpo y la Sangre
del Señor...
Tú que oras en los cristianos...
Espíritu de bondad y
mansedumbre...
Espíritu de gozo y fidelidad...
Espíritu de paciencia y caridad...
Espíritu de continencia y castidad...
Espíritu de modestia y
longanimidad...
Espíritu de benignidad y de paz...
Tú que haces santos a los santos...
OREMOS
Jesús, por el poder de tu Espíritu,
poséenos y guíanos, para que
crezca en nosotros y en el mundo
entero, la eficacia salvadora de tu
reino. Amén.
BENDICIÓN FINAL
[Para la bendición final, puede
utilizarse la fórmula: Queremos,
Señor Jesús, que vivas y reines
entre nosotros. Y nos bendiga con
su Hijo, la Santísima Virgen María.
Amén.
O también la que se sugiere a
continuación.]
[O.C. I, 396]
Padre de Jesús, Espíritu Santo de
Jesús, Madre de Jesús, Ángeles y
Santos de Jesús, amen a Jesús en
mi lugar: en el nombre del Padre, y
del Hijo, y del Espíritu Santo.
Amén
11. TERCER DÍA:
EL ESPÍRITU SANTO ES EL
CORAZÓN DE LA TRINIDAD
N O V E N A A L E S P Í R I T U S A N T O C O N T E X T O S
D E S A N J U A N E U D E S
INICIO
Invoquemos la presencia de la Santísima Trinidad en este momento de
oración:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Pedir la presencia del Espíritu Santo, ya sea, invitando a un momento de
silencio, de alabanza o a través de la siguiente oración al Espíritu Santo,
compuesta por san Juan Eudes:
Señor Jesús, el poder del Espíritu Santo nos penetre totalmente, para que no
obremos según nuestro querer, sino por su acción constante y poderosa.
Amén. (O.C. III, 273)
12. Ven, Espíritu Divino
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre; don, en
tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma, divina
luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia, dale al
esfuerzo su mérito; salva al que
busca salvarse y danos tu gozo
eterno.
Amén.
MEDITACIÓN
El primer Corazón que hay en la
Santísima Trinidad es el Hijo de
Dios que es el Corazón de
su Padre. El segundo es el
Espíritu Santo que es el Corazón
del Padre y del Hijo. El tercero
es el Amor divino, uno de los
atributos adorables de la
esencia divina, que es el
Corazón
del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo. Estos tres Corazones son
un único y sencillo
Corazón. Con Él, las tres
personas divinas se aman
mutuamente con amor tan
infinito
como el que merecen, y con él
nos aman con caridad
incomparable.
HIMNO AL ESPÍRITU
SANTO
13. tiene con la persona divina del
Verbo eterno. El segundo es su
corazón espiritual, es decir,
la parte superior de su alma santa.
Comprende su memoria, su
entendimiento y su
voluntad, muy especialmente divino
por la unión hipostática. El tercero es
su corazón
divino que es el Espíritu Santo. De él
ha estado siempre animada y
vivificada su
humanidad adorable más que de su
propio corazón.
[Se puede concluir diciendo tres
veces: ¡Espíritu Santo, ilumínanos y
santifícanos!]
INVOCACIONES AL
ESPÍRITU SANTO
Invoquemos ahora las maravillas
que el Espíritu Santo ha obrado
desde siempre y respondemos a
cada jaculatoria:
Ilumínanos, Espíritu Santo.
Vínculo de unión entre el Padre y
el Hijo...
Espíritu de sabiduría e
inteligencia...
Espíritu de consejo y fortaleza...
Espíritu de ciencia, de piedad y de
temor de Dios...
Tú que en la creación aleteabas
sobre las aguas...
Tú que inspiraste a los escritores
sagrados...
Tú que hablaste por los profetas...
Tú que formaste a Jesús en el
seno de María Virgen...
Tú que llevaste a Jesús al
desierto para ser tentado...
Tú que en el bautismo
descendiste sobre Jesús...
Tú que enviaste a Jesús a
anunciar el evangelio a los
pobres...
Tú que lo fortaleciste en su
oración en el huerto...
14. Tú que por voluntad del Padre lo
llevaste a la muerte...
Tú que lo resucitaste de entre los
muertos...
Tú que engendraste la Iglesia en la
Pascua...
Tú que la hiciste nacer en
Pentecostés...
Tú que bajaste sobre María y los
apóstoles...
Tú que eres el alma de la Iglesia...
Tú, el primer evangelizador...
Tú que nos recuerdas la
enseñanza de Jesús...
Tú que haces presente a Jesús en
los sacramentos...
Tú que en el bautismo nos haces
criaturas nuevas...
Tú que en la confirmación nos
haces testigos de Jesús...
Tú que en la Eucaristía haces del
pan y el vino el Cuerpo y la Sangre
del Señor...
Tú que oras en los cristianos...
Espíritu de bondad y
mansedumbre...
Espíritu de gozo y fidelidad...
Espíritu de paciencia y caridad...
Espíritu de continencia y castidad...
Espíritu de modestia y
longanimidad...
Espíritu de benignidad y de paz...
Tú que haces santos a los santos...
OREMOS
Jesús, por el poder de tu Espíritu,
poséenos y guíanos, para que
crezca en nosotros y en el mundo
entero, la eficacia salvadora de tu
reino. Amén.
BENDICIÓN FINAL
[Para la bendición final, puede
utilizarse la fórmula: Queremos,
Señor Jesús, que vivas y reines
entre nosotros. Y nos bendiga con
su Hijo, la Santísima Virgen María.
Amén.
O también la que se sugiere a
continuación.]
[O.C. I, 396]
Padre de Jesús, Espíritu Santo de
Jesús, Madre de Jesús, Ángeles y
Santos de Jesús, amen a Jesús en
mi lugar: en el nombre del Padre, y
del Hijo, y del Espíritu Santo.
Amén
15. CUARTO DÍA:
EL ESPÍRITU SANTO ES EL CORAZÓN
DE JESÚS
N O V E N A A L E S P Í R I T U S A N T O C O N T E X T O S
D E S A N J U A N E U D E S
INICIO
Invoquemos la presencia de la Santísima Trinidad en este momento de
oración:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Pedir la presencia del Espíritu Santo, ya sea, invitando a un momento de
silencio, de alabanza o a través de la siguiente oración al Espíritu Santo,
compuesta por san Juan Eudes:
Señor Jesús, el poder del Espíritu Santo nos penetre totalmente, para que no
obremos según nuestro querer, sino por su acción constante y poderosa.
Amén. (O.C. III, 273)
16. Ven, Espíritu Divino
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre; don, en
tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma, divina
luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia, dale al
esfuerzo su mérito; salva al que
busca salvarse y danos tu gozo
eterno.
Amén.
MEDITACIÓN
El único objeto de las miradas,
del amor y de las complacencias
del Padre eterno, es su
Hijo Jesús. Porque como el
Padre ha querido, al decir de su
apóstol, que su Hijo fuera todo
en todas las cosas (Ef 1, 23; Col
3, 11), y que todas las cosas
tuvieran consistencia en él y
por él (Col 3, 17), así también
mira y ama todas las cosas en
él. Por consiguiente lo ha
hecho todo para él (Hb 2, 10).
Y como ha puesto en él todos
los tesoros de su ciencia y de
su sabiduría (Col 2, 3), de su
bondad, de su belleza, de su
gloria, de su felicidad y de todas
las demás perfecciones, el
Padre mismo nos anuncia, en
diversas ocasiones,
HIMNO AL ESPÍRITU
SANTO
17. que ha puesto
toda su complacencia y sus delicias
en ese Hijo único y amadísimo (Mt 3,
17; Lc 3, 35). Esto
no excluye, claro está, al Espíritu
Santo, que es el Espíritu de Jesús y
una sola cosa con él.
Por tanto, considera que el Espíritu
Santo también vive y reina de una
manera inefable en
el Corazón de Jesús: en él guarda
los tesoros infinitos de la ciencia y
de la sabiduría de
Dios; y lo colma en grado sumo de
todos sus dones.
[Se puede concluir diciendo tres
veces: ¡Espíritu Santo, ilumínanos y
santifícanos!]
INVOCACIONES AL
ESPÍRITU SANTO
Invoquemos ahora las maravillas
que el Espíritu Santo ha obrado
desde siempre y respondemos a
cada jaculatoria:
Ilumínanos, Espíritu Santo.
Vínculo de unión entre el Padre y
el Hijo...
Espíritu de sabiduría e
inteligencia...
Espíritu de consejo y fortaleza...
Espíritu de ciencia, de piedad y de
temor de Dios...
Tú que en la creación aleteabas
sobre las aguas...
Tú que inspiraste a los escritores
sagrados...
Tú que hablaste por los profetas...
Tú que formaste a Jesús en el
seno de María Virgen...
Tú que llevaste a Jesús al
desierto para ser tentado...
Tú que en el bautismo
descendiste sobre Jesús...
Tú que enviaste a Jesús a
anunciar el evangelio a los
pobres...
Tú que lo fortaleciste en su
oración en el huerto...
18. Tú que por voluntad del Padre lo
llevaste a la muerte...
Tú que lo resucitaste de entre los
muertos...
Tú que engendraste la Iglesia en la
Pascua...
Tú que la hiciste nacer en
Pentecostés...
Tú que bajaste sobre María y los
apóstoles...
Tú que eres el alma de la Iglesia...
Tú, el primer evangelizador...
Tú que nos recuerdas la
enseñanza de Jesús...
Tú que haces presente a Jesús en
los sacramentos...
Tú que en el bautismo nos haces
criaturas nuevas...
Tú que en la confirmación nos
haces testigos de Jesús...
Tú que en la Eucaristía haces del
pan y el vino el Cuerpo y la Sangre
del Señor...
Tú que oras en los cristianos...
Espíritu de bondad y
mansedumbre...
Espíritu de gozo y fidelidad...
Espíritu de paciencia y caridad...
Espíritu de continencia y castidad...
Espíritu de modestia y
longanimidad...
Espíritu de benignidad y de paz...
Tú que haces santos a los santos...
OREMOS
Jesús, por el poder de tu Espíritu,
poséenos y guíanos, para que
crezca en nosotros y en el mundo
entero, la eficacia salvadora de tu
reino. Amén.
BENDICIÓN FINAL
[Para la bendición final, puede
utilizarse la fórmula: Queremos,
Señor Jesús, que vivas y reines
entre nosotros. Y nos bendiga con
su Hijo, la Santísima Virgen María.
Amén.
O también la que se sugiere a
continuación.]
[O.C. I, 396]
Padre de Jesús, Espíritu Santo de
Jesús, Madre de Jesús, Ángeles y
Santos de Jesús, amen a Jesús en
mi lugar: en el nombre del Padre, y
del Hijo, y del Espíritu Santo.
Amén
19. QUINTO DÍA:
EL ESPÍRITU SANTO GLORIFICA A
JESÚS POR NOSOTROS
N O V E N A A L E S P Í R I T U S A N T O C O N T E X T O S
D E S A N J U A N E U D E S
INICIO
Invoquemos la presencia de la Santísima Trinidad en este momento de
oración:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Pedir la presencia del Espíritu Santo, ya sea, invitando a un momento de
silencio, de alabanza o a través de la siguiente oración al Espíritu Santo,
compuesta por san Juan Eudes:
Señor Jesús, el poder del Espíritu Santo nos penetre totalmente, para que no
obremos según nuestro querer, sino por su acción constante y poderosa.
Amén. (O.C. III, 273)
20. Ven, Espíritu Divino
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre; don, en
tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma, divina
luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia, dale al
esfuerzo su mérito; salva al que
busca salvarse y danos tu gozo
eterno.
Amén.
MEDITACIÓN
Ofrece a Jesús todas tus
acciones y todo el amor, las
alabanzas y las adoraciones que
le harás, en unión de todo el
amor, de la gloria y de las
alabanzas que se dieron por
parte de
su Padre eterno, por Sí mismo,
por su Espíritu Santo, por su
dignísima Madre, por sus
Ángeles y santos. Pide al Padre y
al Espíritu Santo que glorifiquen
en nombre tuyo a Jesús
y que le den centuplicado todo el
honor y toda la gloria que le
debiste dar.
Dios mío, amor inmenso, tú llenas
el cielo y la tierra y estás en
todas las cosas. Por
dondequiera eres todo amable y
todo amor.
HIMNO AL ESPÍRITU
SANTO
21. Que también yo te ame en todas
partes y que todas las cosas las
ame en ti y para ti. Me uno y me
entrego a ti, en virtud de tu
inmensidad divina, extiendo
mi espíritu y mi voluntad a todos los
lugares del mundo y allí con el
poder y la ilimitada
extensión de tu Espíritu y de tu
amor, te ame, te glorifique y te
adore. Igualmente me
asocio al amor que te tienen tu
Padre y tu Espíritu Santo en todo
lugar y en todas las
cosas.
[Se puede concluir diciendo tres
veces: ¡Espíritu Santo, ilumínanos y
santifícanos!]
INVOCACIONES AL
ESPÍRITU SANTO
Invoquemos ahora las maravillas
que el Espíritu Santo ha obrado
desde siempre y respondemos a
cada jaculatoria:
Ilumínanos, Espíritu Santo.
Vínculo de unión entre el Padre y
el Hijo...
Espíritu de sabiduría e
inteligencia...
Espíritu de consejo y fortaleza...
Espíritu de ciencia, de piedad y de
temor de Dios...
Tú que en la creación aleteabas
sobre las aguas...
Tú que inspiraste a los escritores
sagrados...
Tú que hablaste por los profetas...
Tú que formaste a Jesús en el
seno de María Virgen...
Tú que llevaste a Jesús al
desierto para ser tentado...
Tú que en el bautismo
descendiste sobre Jesús...
Tú que enviaste a Jesús a
anunciar el evangelio a los
pobres...
Tú que lo fortaleciste en su
oración en el huerto...
22. Tú que por voluntad del Padre lo
llevaste a la muerte...
Tú que lo resucitaste de entre los
muertos...
Tú que engendraste la Iglesia en la
Pascua...
Tú que la hiciste nacer en
Pentecostés...
Tú que bajaste sobre María y los
apóstoles...
Tú que eres el alma de la Iglesia...
Tú, el primer evangelizador...
Tú que nos recuerdas la
enseñanza de Jesús...
Tú que haces presente a Jesús en
los sacramentos...
Tú que en el bautismo nos haces
criaturas nuevas...
Tú que en la confirmación nos
haces testigos de Jesús...
Tú que en la Eucaristía haces del
pan y el vino el Cuerpo y la Sangre
del Señor...
Tú que oras en los cristianos...
Espíritu de bondad y
mansedumbre...
Espíritu de gozo y fidelidad...
Espíritu de paciencia y caridad...
Espíritu de continencia y castidad...
Espíritu de modestia y
longanimidad...
Espíritu de benignidad y de paz...
Tú que haces santos a los santos...
OREMOS
Jesús, por el poder de tu Espíritu,
poséenos y guíanos, para que
crezca en nosotros y en el mundo
entero, la eficacia salvadora de tu
reino. Amén.
BENDICIÓN FINAL
[Para la bendición final, puede
utilizarse la fórmula: Queremos,
Señor Jesús, que vivas y reines
entre nosotros. Y nos bendiga con
su Hijo, la Santísima Virgen María.
Amén.
O también la que se sugiere a
continuación.]
[O.C. I, 396]
Padre de Jesús, Espíritu Santo de
Jesús, Madre de Jesús, Ángeles y
Santos de Jesús, amen a Jesús en
mi lugar: en el nombre del Padre, y
del Hijo, y del Espíritu Santo.
Amén
23. SEXTO DÍA:
EL ESPÍRITU SANTO ES EL CORAZÓN
DE MARÍA
N O V E N A A L E S P Í R I T U S A N T O C O N T E X T O S
D E S A N J U A N E U D E S
INICIO
Invoquemos la presencia de la Santísima Trinidad en este momento de
oración:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Pedir la presencia del Espíritu Santo, ya sea, invitando a un momento de
silencio, de alabanza o a través de la siguiente oración al Espíritu Santo,
compuesta por san Juan Eudes:
Señor Jesús, el poder del Espíritu Santo nos penetre totalmente, para que no
obremos según nuestro querer, sino por su acción constante y poderosa.
Amén. (O.C. III, 273)
24. Ven, Espíritu Divino
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre; don, en
tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma, divina
luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia, dale al
esfuerzo su mérito; salva al que
busca salvarse y danos tu gozo
eterno.
Amén.
MEDITACIÓN
El Magníficat (Lc 1, 46-55) es el
cántico del Corazón de la santa
virgen por múltiples
razones:
Primero, porque nació en este
Corazón y de él salió antes de
aparecer en sus labios.
Segundo, porque su lengua lo
pronunció movida por su Corazón
tanto corporal como
espiritual y divino. Porque su
Corazón corporal, saturado de un
gozo sensible y
extraordinario, movió los labios
de María para que cantara este
Magníficat con un fervor y
júbilo singular. Su Corazón
espiritual, arrebatado y
transportado en Dios, hizo brotar
de sus labios aquella palabra
extática: Se alegra mi espíritu en
Dios mi salvador (Lc 1, 47).
HIMNO AL ESPÍRITU
SANTO
25. Su
Corazón divino, es decir, el divino
Niño que estaba en sus benditas
entrañas y que moraba
en su Corazón como alma de su
alma, espíritu de su espíritu y
Corazón de su Corazón, es el
principal autor de este cántico. Fue
él quien le inspiró esos
pensamientos y verdades y
pronunció por su boca sus palabras.
En tercer lugar, el Magníficat es el
cántico del Corazón de la Madre de
amor, es decir, del Espíritu Santo que
es el Espíritu y Corazón del Padre y
del Hijo y, al mismo tiempo, el
Corazón y el Espíritu de esta Virgen
Madre. De él está María tan llena y
poseída que su presencia y su voz
comunican este mismo Espíritu a
Zacarías, Isabel y al niño que esta
lleva en sus entrañas.
[Se puede concluir diciendo tres
veces: ¡Espíritu Santo, ilumínanos y
santifícanos!]
INVOCACIONES AL
ESPÍRITU SANTO
Invoquemos ahora las maravillas
que el Espíritu Santo ha obrado
desde siempre y respondemos a
cada jaculatoria:
Ilumínanos, Espíritu Santo.
Vínculo de unión entre el Padre y
el Hijo...
Espíritu de sabiduría e
inteligencia...
Espíritu de consejo y fortaleza...
Espíritu de ciencia, de piedad y de
temor de Dios...
Tú que en la creación aleteabas
sobre las aguas...
Tú que inspiraste a los escritores
sagrados...
Tú que hablaste por los profetas...
Tú que formaste a Jesús en el
seno de María Virgen...
Tú que llevaste a Jesús al
desierto para ser tentado...
Tú que en el bautismo
descendiste sobre Jesús...
Tú que enviaste a Jesús a
anunciar el evangelio a los
pobres...
Tú que lo fortaleciste en su
oración en el huerto...
26. Tú que por voluntad del Padre lo
llevaste a la muerte...
Tú que lo resucitaste de entre los
muertos...
Tú que engendraste la Iglesia en la
Pascua...
Tú que la hiciste nacer en
Pentecostés...
Tú que bajaste sobre María y los
apóstoles...
Tú que eres el alma de la Iglesia...
Tú, el primer evangelizador...
Tú que nos recuerdas la
enseñanza de Jesús...
Tú que haces presente a Jesús en
los sacramentos...
Tú que en el bautismo nos haces
criaturas nuevas...
Tú que en la confirmación nos
haces testigos de Jesús...
Tú que en la Eucaristía haces del
pan y el vino el Cuerpo y la Sangre
del Señor...
Tú que oras en los cristianos...
Espíritu de bondad y
mansedumbre...
Espíritu de gozo y fidelidad...
Espíritu de paciencia y caridad...
Espíritu de continencia y castidad...
Espíritu de modestia y
longanimidad...
Espíritu de benignidad y de paz...
Tú que haces santos a los santos...
OREMOS
Jesús, por el poder de tu Espíritu,
poséenos y guíanos, para que
crezca en nosotros y en el mundo
entero, la eficacia salvadora de tu
reino. Amén.
BENDICIÓN FINAL
[Para la bendición final, puede
utilizarse la fórmula: Queremos,
Señor Jesús, que vivas y reines
entre nosotros. Y nos bendiga con
su Hijo, la Santísima Virgen María.
Amén.
O también la que se sugiere a
continuación.]
[O.C. I, 396]
Padre de Jesús, Espíritu Santo de
Jesús, Madre de Jesús, Ángeles y
Santos de Jesús, amen a Jesús en
mi lugar: en el nombre del Padre, y
del Hijo, y del Espíritu Santo.
Amén
27. SEPTIMO DÍA:
EL ESPÍRITU SANTO DIRIGE Y
GOBIERNA LA IGLESIA
N O V E N A A L E S P Í R I T U S A N T O C O N T E X T O S
D E S A N J U A N E U D E S
INICIO
Invoquemos la presencia de la Santísima Trinidad en este momento de
oración:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Pedir la presencia del Espíritu Santo, ya sea, invitando a un momento de
silencio, de alabanza o a través de la siguiente oración al Espíritu Santo,
compuesta por san Juan Eudes:
Señor Jesús, el poder del Espíritu Santo nos penetre totalmente, para que no
obremos según nuestro querer, sino por su acción constante y poderosa.
Amén. (O.C. III, 273)
28. Ven, Espíritu Divino
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre; don, en
tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma, divina
luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia, dale al
esfuerzo su mérito; salva al que
busca salvarse y danos tu gozo
eterno.
Amén.
MEDITACIÓN
Para librarnos del más profundo
abismo de miseria y maldición
que es posible imaginar en
el que estábamos por desgracia
precipitados, y para elevarnos al
máximo grado de
felicidad y de grandeza que
pueda pensarse, quiso Dios que
su Hijo se hiciera hombre
como nosotros... y que luego haya
subido al cielo y nos haya enviado
el Espíritu Santo para
estar siempre con su Iglesia y
gobernarla y dirigirla en todo.
Por esto, adora a la Santa Trinidad
por todo lo que ella es en la
Iglesia. Adora el amor
incomprensible y los altos y
eternos designios que tiene sobre
ella.
HIMNO AL ESPÍRITU
SANTO
29. Adórala y bendícela
por todo lo que en ella realiza sin
cesar. Entrégate al amor y al celo
que por la Iglesia
tienen el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo.
Para despertar en ti el amor y el
servicio a la Iglesia piensa que ella
es la hija predilecta del
Padre eterno, que la ama hasta el
punto de entregarle a su Hijo único
por esposo y a su
Espíritu Santo como su espíritu y su
corazón.
[Se puede concluir diciendo tres
veces: ¡Espíritu Santo, ilumínanos y
santifícanos!]
INVOCACIONES AL
ESPÍRITU SANTO
Invoquemos ahora las maravillas
que el Espíritu Santo ha obrado
desde siempre y respondemos a
cada jaculatoria:
Ilumínanos, Espíritu Santo.
Vínculo de unión entre el Padre y
el Hijo...
Espíritu de sabiduría e
inteligencia...
Espíritu de consejo y fortaleza...
Espíritu de ciencia, de piedad y de
temor de Dios...
Tú que en la creación aleteabas
sobre las aguas...
Tú que inspiraste a los escritores
sagrados...
Tú que hablaste por los profetas...
Tú que formaste a Jesús en el
seno de María Virgen...
Tú que llevaste a Jesús al
desierto para ser tentado...
Tú que en el bautismo
descendiste sobre Jesús...
Tú que enviaste a Jesús a
anunciar el evangelio a los
pobres...
Tú que lo fortaleciste en su
oración en el huerto...
30. Tú que por voluntad del Padre lo
llevaste a la muerte...
Tú que lo resucitaste de entre los
muertos...
Tú que engendraste la Iglesia en la
Pascua...
Tú que la hiciste nacer en
Pentecostés...
Tú que bajaste sobre María y los
apóstoles...
Tú que eres el alma de la Iglesia...
Tú, el primer evangelizador...
Tú que nos recuerdas la
enseñanza de Jesús...
Tú que haces presente a Jesús en
los sacramentos...
Tú que en el bautismo nos haces
criaturas nuevas...
Tú que en la confirmación nos
haces testigos de Jesús...
Tú que en la Eucaristía haces del
pan y el vino el Cuerpo y la Sangre
del Señor...
Tú que oras en los cristianos...
Espíritu de bondad y
mansedumbre...
Espíritu de gozo y fidelidad...
Espíritu de paciencia y caridad...
Espíritu de continencia y castidad...
Espíritu de modestia y
longanimidad...
Espíritu de benignidad y de paz...
Tú que haces santos a los santos...
OREMOS
Jesús, por el poder de tu Espíritu,
poséenos y guíanos, para que
crezca en nosotros y en el mundo
entero, la eficacia salvadora de tu
reino. Amén.
BENDICIÓN FINAL
[Para la bendición final, puede
utilizarse la fórmula: Queremos,
Señor Jesús, que vivas y reines
entre nosotros. Y nos bendiga con
su Hijo, la Santísima Virgen María.
Amén.
O también la que se sugiere a
continuación.]
[O.C. I, 396]
Padre de Jesús, Espíritu Santo de
Jesús, Madre de Jesús, Ángeles y
Santos de Jesús, amen a Jesús en
mi lugar: en el nombre del Padre, y
del Hijo, y del Espíritu Santo.
Amén
31. OCTAVO DÍA:
EL ESPÍRITU SANTO EN LA VIDA
DEL CREYENTE
N O V E N A A L E S P Í R I T U S A N T O C O N T E X T O S
D E S A N J U A N E U D E S
INICIO
Invoquemos la presencia de la Santísima Trinidad en este momento de
oración:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Pedir la presencia del Espíritu Santo, ya sea, invitando a un momento de
silencio, de alabanza o a través de la siguiente oración al Espíritu Santo,
compuesta por san Juan Eudes:
Señor Jesús, el poder del Espíritu Santo nos penetre totalmente, para que no
obremos según nuestro querer, sino por su acción constante y poderosa.
Amén. (O.C. III, 273)
32. Ven, Espíritu Divino
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre; don, en
tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma, divina
luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia, dale al
esfuerzo su mérito; salva al que
busca salvarse y danos tu gozo
eterno.
Amén.
MEDITACIÓN
Un cristiano es un templo del
Espíritu Santo: ¿No saben
acaso que su cuerpo es
templo del Espíritu Santo? dice
san Pablo (1Co 6, 19), y la
prueba de que son hijos de
Dios es que Dios
ha enviado a sus corazones el
Espíritu de su Hijo (Ga 4, 6).
El Espíritu Santo nos ha sido
dado como espíritu de nuestro
espíritu, corazón de nuestro
corazón, alma de nuestra alma,
y para que esté siempre con
nosotros y en nosotros como
en su templo.
HIMNO AL ESPÍRITU
SANTO
33. Consideremos atentamente estas
verdades y grabémoslas en nuestro
corazón para
despertar en nosotros la alabanza y
el amor a Dios porque nos ha hecho
cristianos.
Repudiemos nuestras ingratitudes y
pecados y llevemos en adelante una
vida digna de la
perfección de nuestro Padre, de la
santidad de nuestra Cabeza y de la
pureza del Espíritu
cuyo templo somos.
[Se puede concluir diciendo tres
veces: ¡Espíritu Santo, ilumínanos y
santifícanos!]
INVOCACIONES AL
ESPÍRITU SANTO
Invoquemos ahora las maravillas
que el Espíritu Santo ha obrado
desde siempre y respondemos a
cada jaculatoria:
Ilumínanos, Espíritu Santo.
Vínculo de unión entre el Padre y
el Hijo...
Espíritu de sabiduría e
inteligencia...
Espíritu de consejo y fortaleza...
Espíritu de ciencia, de piedad y de
temor de Dios...
Tú que en la creación aleteabas
sobre las aguas...
Tú que inspiraste a los escritores
sagrados...
Tú que hablaste por los profetas...
Tú que formaste a Jesús en el
seno de María Virgen...
Tú que llevaste a Jesús al
desierto para ser tentado...
Tú que en el bautismo
descendiste sobre Jesús...
Tú que enviaste a Jesús a
anunciar el evangelio a los
pobres...
Tú que lo fortaleciste en su
oración en el huerto...
34. Tú que por voluntad del Padre lo
llevaste a la muerte...
Tú que lo resucitaste de entre los
muertos...
Tú que engendraste la Iglesia en la
Pascua...
Tú que la hiciste nacer en
Pentecostés...
Tú que bajaste sobre María y los
apóstoles...
Tú que eres el alma de la Iglesia...
Tú, el primer evangelizador...
Tú que nos recuerdas la
enseñanza de Jesús...
Tú que haces presente a Jesús en
los sacramentos...
Tú que en el bautismo nos haces
criaturas nuevas...
Tú que en la confirmación nos
haces testigos de Jesús...
Tú que en la Eucaristía haces del
pan y el vino el Cuerpo y la Sangre
del Señor...
Tú que oras en los cristianos...
Espíritu de bondad y
mansedumbre...
Espíritu de gozo y fidelidad...
Espíritu de paciencia y caridad...
Espíritu de continencia y castidad...
Espíritu de modestia y
longanimidad...
Espíritu de benignidad y de paz...
Tú que haces santos a los santos...
OREMOS
Jesús, por el poder de tu Espíritu,
poséenos y guíanos, para que
crezca en nosotros y en el mundo
entero, la eficacia salvadora de tu
reino. Amén.
BENDICIÓN FINAL
[Para la bendición final, puede
utilizarse la fórmula: Queremos,
Señor Jesús, que vivas y reines
entre nosotros. Y nos bendiga con
su Hijo, la Santísima Virgen María.
Amén.
O también la que se sugiere a
continuación.]
[O.C. I, 396]
Padre de Jesús, Espíritu Santo de
Jesús, Madre de Jesús, Ángeles y
Santos de Jesús, amen a Jesús en
mi lugar: en el nombre del Padre, y
del Hijo, y del Espíritu Santo.
Amén
35. NOVENO DÍA:
EL ESPÍRITU SANTO ES CAUSA DE
SANTIDAD EN EL CREYENTE
N O V E N A A L E S P Í R I T U S A N T O C O N T E X T O S
D E S A N J U A N E U D E S
INICIO
Invoquemos la presencia de la Santísima Trinidad en este momento de
oración:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Amén.
[Pedir la presencia del Espíritu Santo, ya sea, invitando a un momento de
silencio, de alabanza o a través de la siguiente oración al Espíritu Santo,
compuesta por san Juan Eudes:
Espíritu Santo, me doy a ti. Toma posesión de mí, condúceme en todo y haz
que viva como hijo de Dios, miembro de Jesucristo, y como quien, por haber
nacido de ti, te pertenece, y debe estar animado, poseído y conducido por ti.
Amén. (O.C. III, 273)
36. Ven, Espíritu Divino
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre; don, en
tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma, divina
luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia, dale al
esfuerzo su mérito; salva al que
busca salvarse y danos tu gozo
eterno.
Amén.
MEDITACIÓN
Es muy importante saber que
no solo los religiosos, sino
todos los cristianos, de
cualquier estado y condición,
están obligados, como
miembros de Jesucristo, a vivir
de la vida santa de su Cabeza,
y a realizar cristianamente
todas sus acciones, grandes y
pequeñas.
¿Qué quiere decir
"cristianamente"? Significa
hacerlas en Jesucristo y por
Jesucristo, en su Espíritu, con
sus disposiciones santas y
divinas.
Yo no puedo contentarme con
decírtelo, y tú jamás te
cansarás de oírlo y de
meditarlo,
tan importante es esta verdad:
HIMNO AL ESPÍRITU
SANTO
37. considera a Jesucristo, como nuestro
jefe y cabeza, cuyos
miembros somos nosotros, que pasó
por todos los estados y condiciones
de nuestra vida mortal, ejecutó casi
todas nuestras acciones y realizó
todas sus obras, así internas como
externas, para sí y para nosotros al
mismo tiempo.
De esta manera, la perfección y la
santidad del cristiano consisten en
entregarnos y en unirnos sin cesar a
él en calidad de
miembros suyos, y en continuar
haciendo lo que él hizo y como él lo
hizo, con las mismas
disposiciones e intenciones suyas, y
en configurar toda nuestra conducta
con la de Jesús,
en imitar cuidadosamente todos sus
ejemplos, sin apartarnos jamás de
nuestro modelo y
maestro.
[Se puede concluir diciendo tres
veces: ¡Espíritu Santo, ilumínanos y
santifícanos!]
INVOCACIONES AL
ESPÍRITU SANTO
Invoquemos ahora las maravillas
que el Espíritu Santo ha obrado
desde siempre y respondemos a
cada jaculatoria:
Ilumínanos, Espíritu Santo.
Vínculo de unión entre el Padre y
el Hijo...
Espíritu de sabiduría e
inteligencia...
Espíritu de consejo y fortaleza...
Espíritu de ciencia, de piedad y de
temor de Dios...
Tú que en la creación aleteabas
sobre las aguas...
Tú que inspiraste a los escritores
sagrados...
Tú que hablaste por los profetas...
Tú que formaste a Jesús en el
seno de María Virgen...
Tú que llevaste a Jesús al
desierto para ser tentado...
Tú que en el bautismo
descendiste sobre Jesús...
Tú que enviaste a Jesús a
anunciar el evangelio a los
pobres...
Tú que lo fortaleciste en su
oración en el huerto...
38. Tú que por voluntad del Padre lo
llevaste a la muerte...
Tú que lo resucitaste de entre los
muertos...
Tú que engendraste la Iglesia en la
Pascua...
Tú que la hiciste nacer en
Pentecostés...
Tú que bajaste sobre María y los
apóstoles...
Tú que eres el alma de la Iglesia...
Tú, el primer evangelizador...
Tú que nos recuerdas la
enseñanza de Jesús...
Tú que haces presente a Jesús en
los sacramentos...
Tú que en el bautismo nos haces
criaturas nuevas...
Tú que en la confirmación nos
haces testigos de Jesús...
Tú que en la Eucaristía haces del
pan y el vino el Cuerpo y la Sangre
del Señor...
Tú que oras en los cristianos...
Espíritu de bondad y
mansedumbre...
Espíritu de gozo y fidelidad...
Espíritu de paciencia y caridad...
Espíritu de continencia y castidad...
Espíritu de modestia y
longanimidad...
Espíritu de benignidad y de paz...
Tú que haces santos a los santos...
OREMOS
Jesús, por el poder de tu Espíritu,
poséenos y guíanos, para que
crezca en nosotros y en el mundo
entero, la eficacia salvadora de tu
reino. Amén.
BENDICIÓN FINAL
[Para la bendición final, puede
utilizarse la fórmula: Queremos,
Señor Jesús, que vivas y reines
entre nosotros. Y nos bendiga con
su Hijo, la Santísima Virgen María.
Amén.
O también la que se sugiere a
continuación.]
[O.C. I, 396]
Padre de Jesús, Espíritu Santo de
Jesús, Madre de Jesús, Ángeles y
Santos de Jesús, amen a Jesús en
mi lugar: en el nombre del Padre, y
del Hijo, y del Espíritu Santo.
Amén
39. Director: P. Álvaro Duarte, CJM
Diseño y compilación: Jorge Luis
Baquero
TEXTO PARA MEDITAR EN
LA SOLEMNIDAD DE
PENTECOSTÉS
El cristiano debe estar animado por el Espíritu de Cristo
O.C. II, 172
[Si esta lectura se hace en comunidad, se puede introducir diciendo:
"Escuchemos las palabras de Jesús cuando nos da el don de su Espíritu
Santo".]
Porque ustedes son hijos de Dios, el Padre ha enviado a sus
corazones su Espíritu que es también mi Espíritu, para que,
como hijos de Dios, sean guiados por él.
Si alguno no tiene mi Espíritu, no es de los míos.
No han recibido el espíritu que viene de este mundo sino el
Espíritu que viene de Dios. Permanezcan en mi Espíritu y Él
permanecerá en ustedes.
Si viven de mi Espíritu, caminen en él y no darán
cumplimiento a los deseos de la carne.
El fruto de mi Espíritu es caridad, paz, paciencia, amabilidad,
bondad, generosidad, dulzura, fidelidad, modestia, dominio
de sí y castidad.
(O.C. III, 404)
¡Espírito Santo,
llénanos de ti!