El documento discute procesos y estrategias para afirmar la identidad cultural, como apelar a significados culturales distintivos y desarrollar procesos negociados para resignificar contenidos culturales. También habla de usar contenidos culturales vigentes en la cotidianidad de una comunidad para comprometer a sus miembros y promover expresiones de la cultura nacional que faciliten la interiorización de valores y lazos emocionales con el patrimonio cultural.
1. PROCESOS Y ESTRATEGIAS QUE
CONTRIBUYEN A AFIRMAR LA
IDENTIDAD CULTURAL
El desarrollo del protagonismo
plantea la necesidad de reafirmar la identidad
cultural y el sentido de pertenencia como
recursos insustituibles para movilizar la
participación sociocultural en esta dirección.
Con esta finalidad, la promoción debe apelar,
en primera instancia, al concierto de
significados culturales distintivos cuyo
consenso mayoritario funja como punto de
contacto y entendimiento intergrupal, para
propiciar posteriormente, el desarrollo de
procesos negociados donde se favorezca la
apropiación de aquellos contenidos culturales
que requieran de resignificación contextual.
En este sentido resulta muy útil partir
de contenidos culturales vigentes en la
cotidianeidad de vida del colectivo o la
comunidad, en cuya construcción significativa
se encuentren de una forma u otro
comprometido, parte importante de sus
miembros.
La promoción de las múltiples
expresiones de la cultura nacional, por
ejemplo, ayuda a la reafirmación de la
nacionalidad, porque facilita la interiorización
de valores y actitudes ético-políticas; permite
establecer lazos emocionales más fuertes con
el patrimonio histórico-cultural del que somos
herederos; crea, en fin, las condiciones para
reconocerse en las peculiaridades distintivas
de la identidad nacional.
PRINCIPALES HECHOS QUE
CONTRIBUYERON, A QUE
DETERMINADOS PUEBLOS SE
DEFINIERAN POR SU IDENTIDAD
CULTURAL
En sus inicios, el concepto de cultura
era utilizado para hacer mención a toda forma
de representación artística o estética. La
“creatividad” como fenómeno ligado a la
expresión cultural no era valorada como
un componente trascendental en el proceso
de desarrollo de la industria los negocios, la
educación, el desarrollo humano y la
comunidad.
Esta transformación tiene una
relación significativa con los cambios
económicos, sociales y tecnológicos a los que
han estado sometidas las grandes urbes
europeas desde la época de la posguerra
hasta la actualidad. El cambio se da a partir
una revalorización de la cultura como bien
público, así como en la inclusión de nuevos
elementos ajenos al pensamiento económico
convencional.
En el caso europeo, la necesidad de
confrontar los estragos de la guerra llevo a
plantearse la utilización de la cultura como un
elemento capaz confrontar a una sociedad
golpeada tanto material como espiritualmente.
Como resultado de ello, las políticas culturales
estuvieron principalmente enfocada a la
creación y expansión de aquellas
infraestructuras tradicionalmente asociadas a
las artes clásicas, tales como museos, centros
cívicos, teatros, etc. Como elemento
innovador, se buscó desarrollar y facilitar la
accesibilidad de todos los estratos sociales a
ciertas actividades culturales por medio de
subsidios públicos. “Las políticas culturales
encabezaron una serie movimientos de
democratización e inclusión social
facilitándole a las masas el acceso a las artes.
Durante los años 60, la importancia
que los gobiernos locales y regionales
otorgaban a los factores culturales aumentó
considerablemente. La explosión cultural
surgida a partir de la interacción de los
cambios sociales, políticos, tecnológicos e
intelectuales terminó por revolucionar el
concepto de “cultura”.
Esta época dio paso al nacimiento y
consolidación de una cultura urbana nutrida
por una diversidad de grupos emergentes que
fundaron las bases para a la instauración de
una cultura universal alternativa y plural,
estableciendo así una diferenciación entre lo
clásico y lo popular.
PRINCIPALES DIFERENCIAS DE LA
IDENTIDAD CULTURAL EN LOS
PUEBLOS ANTIGUOS Y LOS PUEBLOS
MEDIEVALES
La descripción tradicional de la evolución
cultural de la humanidad incluía su paso por
tres estadios: salvajismo, barbarie y
civilización. Esta perspectiva implicaba la idea
de progreso, por más que entre sus
establecedores estuviera Rousseau, que no
veía mejora, sino degradación, en el paso del
estado de naturaleza del buen salvaje al
estado de civilización, en que el hombre está
2. pervertido y maleado por la sociedad. El
pesimismo rousseauniano fue superado por
los intelectuales posteriores, claramente
optimistas (positivismo de Auguste Comte).
El predominio europeo desde la era
de los descubrimientos (siglo XV), pero sobre
todo desde la Revolución industrial (siglo
XVIII) y el reparto colonial de África (siglo
XIX), en la fase del capitalismo que se conoce
como Imperialismo (definición de Lenin);
parecía hacer evidente para los
contemporáneos la supremacía de todos sus
particulares formas de organización: fueran
económicas, sociales, políticas, incluso sus
creencias y su raza (misionerismo y racismo).
Desde ese punto de vista, el concepto
ilustrado de civilización universal pasó a
imponerse como un modelo a que todas las
partes del mundo debían amoldarse, de grado
o por la fuerza, por su propio bien; y las
potencias imperialistas occidentales debían
afrontar, no por ser su interés, sino por ser su
sagrada misión, esa carga del hombre blanco
(Radiar Kipling).
Entendido de este modo, en plural,
cada civilización es una entidad cultural que
aglutina un sentido más o menos consciente
de unidad, y que agrupa en su seno a varias
naciones y pueblos distintos.
Determinadas sociedades, por sus
especiales logros culturales y por la
capacidad de éstos de imponerse como
comunes a un espacio más o menos amplio,
son consideradas por los historiadores como
civilizaciones independientes. Un ejemplo
claro lo daría la anfictionía que unificaba a
todas las polis griegas en torno a
determinados lugares de culto (el oráculo de
Delfos), festividades (las Olimpiadas) o textos
(las obras de Homero) y que las oponía a lo
que consideraban bárbaro (extranjero, que
habla con sonidos ininteligibles: bar-bar) y no
helénico, como los persas.
El punto de vista nacional, a
diferencia del religioso, se desarrolló a
principios del siglo XVI a partir de la filosofía
política del estadista e historiador italiano
Nicolás Maquiavelo, quien sostenía que el
objeto adecuado de estudio histórico era el
Estado. El español Francisco de Vitoria,
fundador del Derecho internacional, abordó el
tema de los derechos de la Corona de España
en la conquista de América. Sin embargo, los
múltiples historiadores que más tarde
realizaron la crónica de los estados
nacionales de Europa y América sólo
estudiaron las sociedades al margen de la
cultura europea, para describir su sumisión a
las potencias europeas, a su entender más
progresistas. Caso aparte es el de los
misioneros y teólogos españoles que
profundizaron en el conocimiento y análisis de
las civilizaciones recién descubiertas, a veces
de difícil caracterización
República Bolivariana de Venezuela
Universidad Pedagógica Experimental Libertador
Institutode Mejoramiento Profesional del Magisterio
Extensión Académica Paraguaná
Especialidad: Matemática
Cátedra: Profundización I
(Pedagogía de la Identidad Cultural)
Tutor: Raúl Villanueva
Autora:
Torres M., Christabel
C.I. 14407028
Judibana, mayo, 2017
PROCESO HISTÓRICO DE
FORMACIÓN DE LA IDENTIDAD
CULTURAL