1. 3)-EL BIENIO PROGRESISTA Y LA VUELTA AL MODERANTISMO. CASTILLA LA MANCHA
CON ISABEL II
A-BIENIO PROGRESISTA (1854-1856)
a)-La revolución de 1854:
Se produce un pronunciamiento de moderados izquierdistas (puritanos), protagonizado por las
tropas del general O’Donnell (la Vicalvarada). A esta acción de los militares, que queda indecisa,
la sigue el Manifiesto de Manzanares (Doc. 4), documento acordado entre puritanos y
progresistas con el fin de conseguir además el apoyo de los demócratas, lo que arrastró a
rebeliones más populares, formándose juntas revolucionarias en las ciudades en apoyo de los
“pronunciados”.
La reina llama finalmente a gobernar a Espartero (progresistas) al que apoyan los antiguos
puritanos (O`Donnell): se margina así a los demócratas y a las juntas populares, que han
participado activamente en la revolución. La reina-madre es procesada, a la vez que abandona
España, pero Isabel II salva el trono.
b)-El gobierno de Espartero: las reformas progresistas
En realidad, su gobierno significó la contención de las reivindicaciones más democráticas y
populares de la revolución de 1854. Se restauraron las leyes e instituciones progresistas: libertad
de imprenta, milicia nacional, ley electoral y de Ayuntamientos progresista...
Se reúnen Cortes que inician un proyecto de Constitución, llamada nonata (no nacida) de
1856, que no llegó a promulgarse; similar a la de 1837, progresista.
Se dicta la Desamortización general (1855) de Pascual Madoz -ministro de Hacienda: afectó a
lo que quedaba de las tierras de la Iglesia, y a las tierras estatales y municipales; de nuevo, sistema
de subasta, para favorecer a la burguesía. Supuso la liquidación definitiva de la propiedad
amortizada en España.
Sus resultados tampoco fueron muy positivos:
Arruinó a los ayuntamientos, que, entre otras cosas, estaban al cargo de la instrucción
pública
No solucionó el sempiterno problema de la deuda pública.
Perjudicó a los vecinos más pobres que se vieron privados del aprovechamiento libre de
las tierras comunales.
Se impulsó una legislación económica: la ley de Concesiones Ferroviarias (1855), o la Ley
Bancaria, para crear un mercado nacional; van a permitir un gran impulso a la construcción de la
red ferroviaria, y se va a abrir definitivamente el campo del desarrollo de la banca privada en
España.
2. c)-El gobierno de Espartero: los conflictos sociales
La débil industrialización española explica la debilidad del movimiento obrero hasta el
Sexenio Democrático, muy centrado además en Cataluña.
No obstante, ya en los años 30 habían nacido algunas asociaciones, como las “sociedades de
auxilio mutuo”; se produjeron protestas de carácter ludita, duramente reprimidas.
Las huelgas se multiplican en el Bienio y llevan a la huelga general de julio de 1855; junto a
diversos motines de subsistencia entre el pueblo debidas a la carestía, facilitan la caída de
Espartero. Pero sobre todo, la división en los progresistas (unos se acercan a la unión liberal,
otros a los demócratas) y la posición de Espartero, cada vez más “moderado” frenando la
revolución, van a facilitar el acceso al poder de O´Donnell.
O'Donnell había creado la Unión Liberal, un partido de “centro” entre moderados y
progresistas. Forzando la dimisión de Espartero, la reina nombra a O’Donnell jefe de gobierno,
que acaba con la resistencia de la Milicia Nacional (julio de 1856), dominada por los demócratas,
y disuelve las Cortes de mayoría progresista. El claro apoyo de la Francia de Napoleón III a
O’Donnell fue también decisivo; quien se levantó en Vicálvaro para derrocar a la reina es ahora su
firme defensor
B)-LA VUELTA AL MODERANTISMO (1856-1868):
a)-El gobierno de la Unión Liberal:
O’Donnell inicia su gobierno “centrista”; repone la Constitución del 45. Sin embargo, los
deseos de la reina, una vez salvado el trono, siguen siendo de preferencia por los más moderados.
La excusa será el deseo de O’Donnell de continuar la desamortización; ante la oposición de la
reina debe dimitir (octubre). Esto trajo la vuelta de Narváez y los moderados al poder.
Hasta 1868, los factores más destacados que inciden en el juego político son:
Las divisiones en el partido moderado, con diversas tendencias políticas y luchas
personalistas por el poder.
3. La preferencia de la reina por las soluciones más moderadas, aunque a veces la
prudencia la empuje a llamar a los unionistas (O´Donnell) a gobernar.
La propia personalidad de la reina y su tendencia a estar por encima de la ley y de la
constitución, gobernando a capricho y, en el fondo, dominada por su camarilla religiosa y
familiar, de tendencia ultracatólica y absolutista
Cansada de Narváez, y ante el temor al carlismo que gana adeptos entre los
ultraconservadores, la reina se apoya en los “vicalvaristas”, los unionistas de O’Donnell.
Por ello, en 1858 vuelve, pues, O´Donnell al poder (hasta 1863). Esta época de largo gobierno
de las Unión Liberal (O´Donnell) estuvo marcada por la euforia económica ("boom" de los
ferrocarriles) seguida de la inevitable corrupción; y por el intervencionismo exterior: guerra de
África, contra Marruecos (1859-1860), intento fallido de recuperar Santo Domingo, expedición a
México, guerra contra Perú y Chile... Son campañas “de prestigio”, para ganar popularidad entre
los españoles. Sin embargo, O’Donnell va a evolucionar hacia el autoritarismo, la moderación y la
adhesión sin condiciones a la reina, para disgusto de los “izquierdistas” de la Unión. Ante la
debilidad final de O’Donnell, la reina lo destituye (1863). Parecía que la reina iba a llamar a Prim,
líder de los progresistas moderados; pero no será así y el progresismo se siente burlado. Desde
entonces va a seguir una política de “retraimiento” electoral (no participar), que le llevará a
posturas revolucionarias, concordando con demócratas y republicanos
b)-La alternancia entre moderados y unionistas y el definitivo desprestigio de la reina:
Con Narváez, en 1864, se inicia un periodo de inestabilidad política(los moderados siguen muy
fraccionados) agravado además por la crisis económica y hacendística. La revuelta universitaria
de la Noche de San Daniel, violentamente reprimida, hace caer a Narváez.
La reina confía otra vez el gobierno a O’Donnell (1865), para que frene los levantamientos
progresistas. Pero los progresistas ya no se fían de O’Donnell
Se suceden insurrecciones (sublevación de los sargentos del cuartel de San Gil, de junio de
1866) que llevan a una dura represión. O’Donnell es despedido y se marcha a Francia. La Unión
Liberal inicia así su giro antidinástico.
La reina vuelve a confiar en Narváez. Progresistas, demócratas y republicanos firman el Pacto
de Ostende (Bélgica)-agosto de 1866- para de derrocar a la reina. Suspendidas las Cortes y las
libertades, la protesta de los diputados unionistas(diciembre del 66) lleva a su represión y exilio.
La crisis financiera se acompaña de crisis industrial y agraria. Y cuando muere O’Donnell (1867),
los generales unionistas, encabezados por Serrano, se unen a la conspiración de Ostende.
Para todos, el problema es Isabel II (cada vez más desprestigiada por su vida privada y por
escándalos económicos) y su entorno, la camarilla ultracatólica (sor Patrocinio, el padre Claret) y
absolutista, que la empuja al capricho y a resistirse a ser una reina constitucional. El desprecio a
la reina es casi general.
En abril de 1868 muere Narváez. Le sucede González Bravo, con respaldo de los ultracatólicos.
Al gobierno solo le queda resistir y utilizar la represión.
Finalmente la sublevación estalló en septiembre de 1868. Iniciada por el unionista almirante
Topete en Cádiz, al pronunciamiento militar (Manifiesto “España con Honra”-Doc.5) se le
4. unieron rápidamente sublevaciones populares en diversas zonas del país. Isabel II huyó a Francia.
La llamada "Revolución Gloriosa" había triunfado con gran facilidad en el país.
C-CASTILLA- LA MANCHA CON ISABEL II:
Como en toda España, significó la implantación del régimen liberal y burgués.
A nivel administrativo, la región de Castilla la Nueva incluía desde antiguo las provincias de
Madrid, Toledo, La Mancha, Cuenca y Guadalajara. En 1833, la división provincial de Javier de
Burgos transformó la provincia de La Mancha en Ciudad Real. Los aspectos de más incidencia
fueron las guerras carlistas y las desamortizaciones.
Las guerras carlistas:
La implantación del carlismo destacó en las áreas montañosas, sobre todo en la Serranía de
Cuenca, Montes de Toledo y Sierra Morena. Desde esos núcleos, funcionaron como de guerrilla.
Llegaron a tomar Cuenca en la 3ª guerra carlista (1874)
Las Desamortizaciones:
La desamortización eclesiástica de Mendizábal (1836) afectó mucho a la región, con mucha
propiedad eclesiástica, sobre todo en Toledo (el obispado más rico de España)
También la Desamortización Civil de Madoz (1855), afectó más a Toledo, por la riqueza de sus
municipios en bienes municipales.
Los resultados fueron negativos como en España: no aparece una clase media propietaria,
pues los compradores constituyeron latifundios con escasas inversiones.
La industrialización apenas llegó a nuestra región. Siguieron actividades mineras aisladas
(minería del mercurio en Almadén), controladas por capitales extranjeros.
El ferrocarril sí llegó a Castilla la Mancha, como lugar obligado de paso a la Periferia. En 1854
se abre el nudo ferroviario de Alcázar de San Juan, para conectar Madrid con el Mediterráneo.
Guadalajara recibe en 1859 el tren que se está tendiendo hasta Zaragoza y Barcelona desde
Madrid. El resto habrá de esperar.