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Elecciones y sistemas
electorales
Dieter Nohlen
U N I V E R S I D A D
A L B E R T O
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B I B U O l E C A
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Fundación Friedrich Ebert
Editorial Nueva Sociedad
Tercera edición 1995
La primera y la segunda edición de esta obra han sido publicadas por
la Friedrich Ebert Stiftung, Bonn, República Federal de Alemania
© Fundación Friedrich Ebert
© Editorial NUEVA SOCIEDAD
Apartado 61.712 Caracas, 1060-A, Venezuela
Telfs.: (058-2) 2659975, 2650593,2655321, 263189
Fax: (058-2) 2673397, Telex: 25163 ildis-vc.
Edición al cuidado de Helena González
Diseño de portada: Javier Fcrrini
Fotocomposición: CíR AI K'OR
Impresora Venezuela
ISHN <>X0 * 17 OKI X
Indice
Introducción 7
Importancia y función de las elecciones 11
El concepto de elección
Importancia de las elecciones
Formas de participación política en la democracia pluralista
Funciones de las elecciones
Democracia defensiva y elecciones de apertura
El derecho de sufragio y el proceso de democratización política 21 «j»
El derecho de sufragio
El proceso de extensión del sufragio democrático
Causas y consecuencias de la extensión del sufragio
Sistemas electorales: cuestiones claves 31
¿Qué concepto de sistema electoral?
¿Qué importancia tienen los sistemas electorales?
¿Qué efectos tienen los distintos sistemas electorales?
¿Qué interpretación se hace de los efectos de los sistemas electorales?
¿Qué enfoques se emplean para estudiar los sistemas electorales?
¿Qué terminología existe para comparar los sistemas electorales?
Principios de representación y fórmulas de decisión 39
Principios de decisión: mayoría y proporcionalidad
Efectos políticos de la fórmula mayoritaria
Efectos políticos de la fórmula proporcional
Comparación de los efectos políticos de las fórmulas mayoritaria y proporcional
Principios de representación
¿Cuáles son los elementos básicos del sistema electoral mayoritario
y del sistema proporcional?
Los efectos políticos de los dos principios de representación
Criterios para la evaluación de los dos principios de representación
Elementos particulares de los sistemas electorales y sus efectos 59
Distribución de las circ unscripciones electorales
Candidatura, lumias do votación y de boletas electorales
Realas paia ivali/ai la conversión do votos en escaños
i aMftm ii
Tipos de sistemas electorales 93
Una tipología de sistemas electorales
Tipos de sistemas electorales y efectos políticos
Representación proporcional personalizada: el sistema alemán
Tipos de sistemas personalizados
Evaluación de los sistemas electorales 113
Reflexiones preliminares
Criterios de evaluación
Una comparación de los seis tipos de sistemas electorales
Una comparación binaria referida a un país concreto
Sociedad y sistemas electorales 123
La sociedad como una variable de importancia
Derechos políticos y representación colectiva
Democracia, etnicidad y sistemas electorales
Líneas de conflicto sociopolítico y sistemas electorales
Sistemas electorales y representación de mujeres
Política y sistemas electorales 135
La reforma electoral: requisitos estratégicos para el debate
Límites de la ingeniería política
Los sistemas electorales presidenciales 143
Sistemas electorales presidenciales: un campo descuidado
Los tipos de sistemas electorales presidenciales
Evaluación de los sistemas electorales presidenciales: criterios y resultados
Elecciones presidenciales y parlamentarias: su interrelación
El factor presidencialismo
Sistema electoral presidencial y etnicidad
Los sistemas electorales municipales 151
Niveles del sistema político y sistema electoral
Sistemas electorales para alcaldes
Sistemas electorales para concejos municipales
El debate sobre la reforma electoral: diez recomendaciones 159
Bibliografía 163
Introducción
Este libro, que es una versión actualizada de la primera edición, publicada en
1984, intenta brindar al lector la información básica y los elementos de análisis y
evaluación imprescindibles para poder opinar y discernir de manera informada en
una materia tan controvertida como es la de los sistemas electorales.
Cuando el libro fue publicado por primera vez, hice hincapié en la parte técnica
de los sistemas electorales, dando a entender que todos los aspectos particulares, tan
poco accesibles al ciudadano no especializado en la materia debido a su naturaleza
terminológica, técnica y a veces matemática, tienen una gran importancia debido a
su función política frecuentemente oculta. En aquella oportunidad sostuve que los
sistemas electorales son tan importantes para la obtención del poder como los votos
del electorado. Los aspectos relativos al sufragio y al sistema electoral son
cuestiones de poder. En este sentido, basta recordar la lucha por el sufragio igual y
universal que, desde la perspectiva de los países europeos de larga tradición
democrática, comenzó con la revolución francesa y concluyó en nuestro siglo,
cuando las mujeres y los hombres mayores de edad obtuvieron plenos derechos
ciudadanos y se sanearon las prácticas electorales con el fin de garantizar la
celebración de elecciones verdaderamente libres y competitivas. Recordemos
también la lucha de sectores sociales y partidos políticos por un sistema electoral
justo que asegurara una representación adecuada de los diversos intereses y
opiniones del electorado en el parlamento. En todos los países hubo que luchar con
igual persistencia por el reconocimiento de los principios de representación demo-
crática, y en el caso de algunos países del tercer mundo, la lucha se une al anhelo
de democracia o al de su consolidación.
En esta nueva edición, mantengo la intención original de que, por un lado, el
lector tome conciencia de la estrecha relación existente entre los procedimientos
técnicos y las cuestiones de poder y, por otro, no se abstenga de estudiar una materia
tan fundamental de la ciencia política aun cuando sea escaso su atractivo dada su
naturaleza terminológica, técnica y matemática. Sin embargo, en los últimos diez
años, el desarrollo de los sistemas electorales en el ámbito mundial, la creciente
necesidad de actualizar las informaciones y adaptar las sistematizaciones y,
finalmente, la mayor demanda de conocimientos de tipo social-tecnológico origi-
nada en la nueva ola de democratización de los sistemas políticos, me han impulsado
a ampliar y reestructurar el libro.
Por una parte, se ha expandido el marco de las materias particulares, por
ejemplo, al tratar también los sistemas electorales presidenciales, puesto que un
buen número de las nuevas democracias en vías de consolidación consta de sistemas
presidenciales y no de sistemas parlamentarios. Por otra parte, se ha profundizado
el estudio, al integrar en la sistemática electoral los sistemas electorales de reciente
formación, lo quo llevó a mayores diferenciaciones de corte tipológico y a nuevos
8 • Introducción
alcances teóricos. Por último —y conforme con el renovado interés que han
despertado, tanto en la política como en la ciencia política, las recetas en el campo
de los sistemas electorales— se ha hecho más énfasis en la evaluación de los
sistemas electorales, pero no tanto en el nivel de sistemas electorales individuales
sino en el de tipos de sistemas electorales y sus variantes. De este modo, las
reflexiones teóricas se acercan más al tipo de teorías operativas, de mayor utilidad
en el debate sobre reforma electoral, tema al cual se le dedica un análisis especial
y se llega a la formulación de diez recomendaciones a tener en cuenta en la discusión
sobre la reforma electoral.
Es obvio que los sistemas electorales, por su influencia en los sistemas
representativos y en la selección de aquellos que toman las decisiones políticas,
tienen cierta incidencia en la viabilidad de la democracia, su gobernabilidad y su
consolidación. Así, en esta nueva edición, he querido complementar el enfoque del
poder con el enfoque del orden político, opción que, tomada según tiempo y lugar,
es capaz de asegurar libertad y justicia.
A lo largo de los diez capítulos que componen este libro, se recorre el camino
desde las informaciones básicas hasta las cuestiones más complejas de la metodología
y los problemas evaluativos, pasando así revista a las materias claves en el estudio
de los sistemas electorales. Al suministrar esta base de conocimientos, el libro
procura colocar al lector en posición de comprender por sí mismo esto complicada
materia.
El primer capítulo se dedica a estudiar la importancia y las funciones de las
elecciones, fenómeno institucional de la política tan frecuente en los Estados
modernos como variable de acuerdo a las circunstancias políticas concretas. Esto
torna imprescindible formular una definición del concepto de elección, que permita >
estudiar su importancia y sus funciones en distintos sistemas políticos. Se concluye ]
con una discusión sobre la relación entre elecciones y democracia, considerando
situaciones donde las elecciones representan una amenaza para la democracia y
situaciones donde las elecciones pueden servir para quebrar la estructura autoritaria
de sistemas políticos no democráticos.
En el segundo capítulo, se presenta una comparación de la evolución del
sufragio y del proceso de democratización política en los países industrializados y
en los países en vías de desarrollo. Tras exponer los principios del sufragio, se
procede a analizar el proceso de extensión del sufragio democrático en los países
industrializados y en los países del tercer mundo, diferenciándose entre democra-
tización del sufragio y democratización del sistema político; finalmente, nos
interesamos por las causas y consecuencias de la extensión del sufragio.
El tercer capítulo se propone facilitar la comprensión de los sistemas electora-
les y transmitir, así mismo, las posiciones conceptuales y evaluativas que subyacen
este estudio y que sirven de orientación al lector. A estos fines, y recurriendo a
algunas precisiones terminológicas, reflexiones conceptuales y consideraciones
evaluativas, se provee una introducción al lema de los sistemas electorales. Así,
preguntemos acerca del concepto sistema electoral; la importancia y los electos de
los sistemas electorales; la interpretación que se hace de dichos electos, y los
enfoques existentes en la materia. También decidimos incluir aquí una breve
alusión al problema de la icrminolorja empleada en distintos idiomas
El cuarto capítulo es fundamental para la compicnsion de la estructura
Introducción D 9
conceptual del estudio de los sistemas electorales y para la confrontación de los
principios de representación en términos evaluativos, dado que esto retoma el
debate clásico sobre sistemas electorales y pone un énfasis especial en distinguir
entre sistemas electorales, principios de representación y reglas o fórmulas de
decisión, así como en determinar los efectos políticos de ambos principios de
representación y los criterios que sirven para evaluarlos.
En el capítulo quinto, abandonamos el mundo de los principios abstractos para
ingresar en el campo verdaderamente técnico de los sistemas electorales, materia no
menos indispensable para la comprensión de su estructura y funcionamiento, sobre
todo si se considera que cada uno de los distintos elementos particulares ejerce
efectos muy diferentes en el conjunto del sistema electoral y en el resultado de una
elección.
En el capítulo sexto, presentamos una tipología de los sistemas electorales que
se encuentran ubicados en un nivel inferior a la dicotomía basada en los principios
de representación. Esta tipología nos permite acercarnos más al mundo de los
sistemas electorales concretos sin perder, no obstante, la capacidad de reducir de
forma útil la enorme variedad existente que siempre se le exige a una tipología. A
continuación, pasamos a describir el sistema electoral alemán de representación
proporcional p e r s o n a l i z a d , el cual resulta particularmente interesante por la forma
en que combina la proporcionalidad con una relación más personal entre votante y
elegido y por el hecho de constituir un sistema modelo en los debates sobre reforma
electoral. A partir de este sistema electoral, distinguimos tres tipos de sistemas
personalizados que constituyen, de manera creciente, opciones a considerar en los
procesos de reforma.
En el capítulo séptimo, tras unas breves reflexiones preliminares sobre la
evaluación de los sistemas electorales, exponemos cinco exigencias de funciona-
miento que se le suelen plantear en la práctica a un sistema electoral. Con base en
estas cinco exigencias, efectuamos una comparación sistemática de los seis tipos
básicos de sistemas electorales presentados en el capítulo anterior. Con el doble
propósito de introducir el factor contingente y de mostrar la importancia de las
exigencias funcionales señaladas en función de un caso concreto, integramos, a
continuación, un ejemplo de comparación entre dos sistemas electorales referida a
un país en particular.
En el capítulo octavo, invirtiendo el enfoque clásico, subrayamos la importan-
cia de ciertas variables societales para el estudio de los sistemas electorales. En este
sentido, distinguimos tres clases de fenómenos y los discutimos en relación con los
sistemas electorales: etnicidad, líneas de conflicto sociopolíticas y género, es decir,
representación de mujeres.
En el capítulo noveno, introducimos el factor político como instancia funda-
mental en relación con los sistemas electorales, el cual desempeña un papel crucial
en el proceso de reforma electoral. Luego, señalamos los límites que este factor le
impone a la ingeniería política, los cuales pueden resultar relevantes para la
evaluación de opciones concretas.
Los capítulos décimo y undécimo se dedican respectivamente a los sistemas
electorales presidenciales y municipales, un tema que ha adquirido creciente
importancia ante la (re (democratización de varios países del tercer mundo, donde
estas cuestiones institucionales suelen relacionarse con los problemas de
1 0 • Introducción
profundización y consolidación de la democracia. Pese a su importancia, los
sistemas electorales presidenciales son una materia muy poco estudiada. Aquí
presentamos los tipos de sistemas electorales presidenciales y hacemos una evalua-
ción de cada uno de ellos. Luego, pasamos a analizar la interrelación entre
elecciones parlamentarias y presidenciales y destacamos, finalmente, la importan-
cia del factor presidencialismo, como también del problema de la etnicidad. En
cuanto a los sistemas electorales municipales, hacemos algunas observaciones
sobre los niveles del sistema político y el sistema electoral, para presentar después
los sistemas electorales para alcaldes y para concejos municipales, respectivamen-
te.
Dado el grado de complejidad de la materia y su carácter altamente político, el
capítulo duodécimo culmina con diez recomendaciones orientadoras para la discu-
sión sobre la reforma electoral.
Una década después de la primera edición, se me presenta la oportunidad de
revisar, actualizary ampliar el libro original. En esta labor han sidode muchaayuda
Martín Lauga y Cindy Skach, a quienes expreso un especial reconocimiento. A
Martín Lauga, además, por su asistencia en la elaboración de la versión castellana.
Por otra parte, mi agradecimiento se dirige a varias instituciones que con sus
recursos me apoyaron en el estudio de la materia. En este sentido, quisiera
mencionar a la Fundación Alexander von Humboldt, al Electoral Assistance Unit
de las Naciones Unidas y, de manera muy especial, a la Fundación Friedrich Ebert,
cuyo aporte facilitó la realización de este libro.
Dieter Nohlen
Heidelberg, julio de 1995.
Importancia y función de las elecciones
Difícilmente pueda hallarse en los Estados modernos otro fenómeno tan común
como la celebración de elecciones. Una elección es un procedimiento por el cual los
miembros de organizaciones y/o de la comunidad eligen representantes para ocupar
cargos políticos. Al mismo tiempo, no hay fenómeno institucional en la política
cuya importancia real varíe tanto como el de las elecciones. La idea general acerca
del significado de las elecciones se refleja en la siguiente definición: las elecciones
constituyen el método democrático para designar a los representantes del pueblo.
Pero, ¿cómo se explica entonces que se celebren elecciones en todo tipo de países,
incluso en aquellos que no son democráticos? He aquí la respuesta: las elecciones
son una técnica para constituir cuerpos representativos y/o para delegar autoridad.
Según esta definiciones elecciones pueden ser empleadas en lugar de otras
técnicas (designación de representantes por sucesión, por oficio o por nombramien-
to) sin tener en sí mismas contenido democrático alguno. En otras palabras, las
elecciones no son exclusivas de las democracias.
En todas las democracias occidentales se celebraron elecciones mucho antes de
que se hubiera impuesto el sufragio universal. Es decir, la utilización de elecciones
como una técnica precedió el surgimiento de las democracias modernas. Incluso se
celebran elecciones en sistemas políticos que no tienen una estructura democrática:
un ejemplo clásico es el de los países que formaban el ex bloque soviético, donde
la dominación de un partido (el Partido Comunista) estaba contemplada en sus
respectivas Constituciones. Los órganos representativos en la Unión Soviética, la
Hungría socialista y Rumania, por ejemplo, se constituían en intervalos regulares
a través de elecciones; de igual manera ha ocurrido en el caso de regímenes
autoritarios, donde el ejercicio del poder por el grupo dominante no se cuestiona;
así en Portugal bajo Salazar, en Filipinas bajo Marcos, en Brasil bajo el régimen
militar, e incluso el sistema autoritario en México, pueden servir para ilustrar esta
situación.
El hecho de que se celebren elecciones en sistemas políticos democráticos,
autoritarios y totalitarios nos ljeva a concluir que:
- el concepto de elecciones varía de acuerdo al tipo de sistema político;
- la importancia de las elecciones no es la misma en los distintos sistemas
políticos;
- la función de las elecciones difiere de sistema en sistema.
Concepto de elección
lis neeesatio distinguir ennceptuulmcnk* entre las elecciones celebradas en
diferentes sistemas |x>lilu os, teniendo en cuenta el hecho de que en determinados
13 • Elecciones y sistemas electorales
países el electorado puede elegir entre varios partidos y tomar su decisión libre-
mente, mientras que en otros sólo puede otorgar su voto a un partido único, ya que
queda excluida la participación de otros.
, Por lo tanto, la noción de elección implica necesariamente competencia y
libertad de escoger entre distintas opciones: así, para poder ejercer realmente el
sufragio, el votante tiene que poder elegir entre distintos candidatos o partidos
políticos, entre distintas ideologías y programas.!
Sólo cuando el votante tiene la posibilidad de elegir, como mínimo, entre dos
alternativas, puede ejercer verdaderamente el sufragio. Además, tiene que tener la
libertad para decidirse por cualquiera de ellas, de lo contrario estaríamos frente a
elecciones sin opción (elections without choicc). La posibilidad y la libertad de
elegir tienen que estar amparadas por la ley. Cuando se dan las condiciones
mencionadas, se habla de elecciones competitivas. Cuando se le niega al votante la
posibilidad y la libertad de elección, hablamos, en cambio, de elecciones no
competitivas. Cuando existen restricciones de distinto tipo que limitan la posibi-
lidad y la libertad de elección, hablamos de elecciones semicompctitivas.
Al distinguir entre distintos tipos de elecciones de acuerdo con el grado de
competitividad que permiten, aumenta la posibilidad de —a partir de las eleccio-
nes— sacar conclusiones acerca de la estructura de un sistema político. Sobre esta
base, es posible establecer, a grandes rasgos, la siguiente clasificación:
Elecciones competitivas Sistemas democráticos
Elecciones semicompctitivas Sistemas autoritarios.
Elecciones no competitivas Sistemas totalitarios ,
En el fondo, esto distinción sólo refleja en forma sistemática lo que han llegado
a comprender quienes han sido objeto de la dominación autoritaria o totalitaria en
los distintos contextos históricos: el cambio fundamental en las condiciones que
rigen un sistema político comienza por la celebración de elecciones competitivas.
La ciudadanía no exige entonces únicamente elecciones, sino elecciones libres, que
garanticen la libertad de elegir por parte de los ciudadanos entre las alternativas
políticas que, también libremente, se presentan.
Importancia de las elecciones
Comencemos por la pregunta acerca de la importancia de las elecciones en
distintos sistemas políticos.
Las elecciones en las democracias liberales
Las elecciones constituyen la base del concepto de democracia liberal. Según
la teoría democrática liberal, la clite política gobernante tiene que ser designada a
través de elecciones. Esta concepciórt se basa en la estrecha relación entre eleccio-
nes y democracia: sin elcccioncs, sin competencia abierta por el poder político entre
fuerzas sociales y agrupaciones políticas, 110 hay dcnux-racia pues las elecciones
son la fuente de legitimación del sistema político.
Importancia y función de las elecciones • 19
Cuando un gobierno es fruto del sufragio universal y de elecciones libres, es
reconocido como legítimo y democrático. Las elecciones son la fuente de legitimación
del liderazgo político. Por lo tanto, las elecciones tienen una importancia crucial en
las democracias occidentales.
Como ya hemos señalado, la importancia de las elecciones desde el punto de
vista teórico se basa en el concepto liberal de democracia. De acuerdo con este
concepto, la democracia no acaba con la dominación política, pero intenta contro-
larlá mediante la división de poderes, la vigencia de los derechos humanos, el
derecho de oposición y la oportunidad para la oposición de alcanzar el gobierno.
En claro contraste con la idea liberal de democracia, el enfoque más radical de
Rousseau asume que la dominación del hombre por el hombre puede y, por lo tanto,
debe ser abolida completamente. Puesto que las elecciones no pueden cumplir con
esta tarea, la teoría radical le atribuye a las elecciones mucha menor importancia que
la concepción liberal de la democracia.
Ahora bien, mientras que aún no se ha probado la viabilidad de la democracia
radical, el concepto liberal se ha realizado plenamente en la práctica de las naciones
occidentales industrializadas.
Las elecciones son elemento fundamental de participación democrática en
tas democracias occidentales.. No cabe duda de que las elecciones sólo representan
una forma de participación política.
Si distinguimos entre formas de participación constitucionalmente
institucionalizadas, tenemos que referirnos, además, a distintas formas de consulta
popular, como el plebiscito y el referendum. A través de estas instituciones, el
votante decide entre un sí o un no, ya sea sobre unacuestión de materia política (p.ej.,
una ley para el aborto), o sobre una cuestión política personal, por lo general, sobre
la permanencia en el cargo de un político determinado (p.ej., en Chile, cuando en
1988 se celebró un plebiscito para decidir sobre la permanencia del general Pinochet
en la presidencia).
En la democracia representativa, las formas de participación democrática
directa, o bien son poco usuales desde el punto de vista constitucional, o se utilizan
poco en la práctica. Sólo en Suiza han adquirido una importancia decisiva con
repecto al tipo de democracia. Contrariamente a los plebiscitos o referendos, las
elecciones se celebran periódicamente y constituyen la forma más común de
participación política institucionalizada.
Otras formas de participación política son la afiliación y militancia en partidos
políticos, la pertenencia a grupos de interés, la colaboración en iniciativas ciudada-
nas, el ejercicio de influencia sobre los legisladores y la opinión pública, etc. Pero,
en contraste con estas otras formas de participación, las elecciones tienen una
especial importancia, en tanto que constituyen la única forma de participación en el
proceso político para la mayor parte de la población.
Así, en la práctica, tan sólo una minoría ejerce el derecho —en principio igual
para todos— de participar activamente en el proceso de decisión política ya que,
salvo en situaciones extraordinarias, la mayoría de la población permanece políti-
camente apática y los pocos que participan suelen provenir de los sectores
privilegiados de la sociedad. Sin embargo, "en el proceso electoral, la desventaja de 1
ios estratos soc ioeconómicos más bajos es mucho menor que en las diversas formas ¡
de participación activa" (Schaipl, I97S, p. -15).
14 • Elecciones y sistemas electorales
Formas de participación política en la democracia pluralista
- elecciones
- votar en referendos y/o plebiscitos
- afiliación y militancia en un partido político
- pertenencia a un grupo de interés
- colaboración en asociaciones ciudadanas y/o vecinales
- influencia individual (sobre los legisladores, la opinión pública)
Existen formas de participación política por vías extraconstitucionales que
inciden incluso en la propia estabilidad de la institucionalidad democrática, y que
se conocen bajo el concepto de participación política agresiva. Incluyen huelgas
ilegales, luchas callejeras con la policía y otros manifestantes, apoyo a grupos que
luchan por la vía armada contra el gobierno, etc. Estas formas de participación no
son, generalmente, reconocidas como tales.
Sin embargo, constituyen casi la única forma de participación efectiva para
sectores sociales que se consideran excluidos (sin inclusión social), que no apoyan
la democracia ni sistema político alguno, que no confían en los canales de
participación regulares del sistema político y que ven en los métodos de la
participación política agresiva el único medio para poder influir en y cambiar las
decisiones políticas del gobierno.
En resumen, aunque es cierto que las elecciones representan sólo una forma de
participación política, esto no disminuye su importancia, puesto que las elecciones
constituyen el medio a través del cual se garantiza la participación de la gran masa
de la población. En estas circunstancias, parece correcto el enfoque participatorio
que busca aumentar la influencia de las elecciones como un método para ampliar y
democratizar las bases del proceso de decisión política en las democracias occiden-
tales.
Las elecciones en sistemas políticos no competitivos
Los países que formaban parte del desaparecido bloque soviético constituyen
un ejemplo histórico clásico de sistemas políticos donde Iós líderes políticos
empleaban elecciones no competitivas como un instrumento de control sobre la
población.
El concepto de democracia en los sistemas políticos socialistas tenía un origen
muy distinto al de las democracias liberales occidentales.
En la ex Unión Soviética, por ejemplo, el gobierno del Partido Comunista y sus
aspiraciones de liderazgo no se sustentaba en elecciones: la legitimidad del sistema
de partido único y el poder del Partido Comunista yacían en la misión histórica de
la clase trabajadora de acuerdo a las necesidades de las leyes objetivas del desarrollo
social.
Bajo tales condiciones, las elecciones servían como un instrumento para
mantener la estructura de poder establecida y no para cuestionarla. Así, las
elecciones estaban sujetas al control absoluto del Partido Comunista y del Estado.
La oposición no podía manifestar sus opiniones.
Importancia y función de las elecciones • 19
Las elecciones en los sistemas políticos autoritarios
Las elecciones en los Estados autoritarios no cuestionan las relaciones de poder
vigentes. En los sistemas autoritarios también se celebran elecciones, pero sólo para
confirmar las relaciones de poder existentes. A diferencia de las democracias, en
estos sistemas no se logran cambios fundamentales en la estructura de poder
directamente a través de elecciones. Por otra parte, a diferencia de los sistemas
totalitarios, la oposición dispone de la posibilidad de manifestar, dentro de ciertos
límites, sus puntos de vista. Puede haber incluso partidos de oposición legalizados.
Es más, el disenso político puede canalizarse a través de la abstención electoral. Por
lo tanto, el control sobre el proceso electoral no es totaUAunque los resultadQsJe
las elecciones en los sistemas autoritarios no cuestionan la dominación del partido
(o partidos) pro-régimen, éstos pueden ejercer cierta influencia sobre el comporta-
miento de los líderes políticos, quienes a menudo reaccionan rápidamente, incluso
ante pequeñas variaciones en los porcentajes de apoyo o de rechazo electoral.
Así mismo, es necesario considerar que en los sistemas autoritarios las elec-
ciones se hallan mucho más expuestas a la competencia de los ideales democráticos
y de elecciones libres que erylos sistemas totalitarios. Este hecho se refleja en las
frecuentes reformas de las leyes electorales, que buscan generar en la población la
impresión de que se está avanzando hacia el establecimiento o restablecimiento de
las condiciones democráticas (aquí, el ejemplo por excelencia es México).
• Cuadro 1 -
Importancia y función de las elecciones
Elecciones Elecciones Elecciones
competitivas semicompctitivas no competitivas
Importancia en el
proceso político grande reducida
Posibilidad de elegir alta limitada
Libertad de elegir garantizada limitada
Posibilidad decambiar el gobierno sí no
Legitimación del sí no se intenta
sistema político casi nunca
Tipo de sistema democrático autoritario
político
mínima
anulada
anulada
no
casi nunca
o nunca
totalitario
16 • Elecciones y sistemas electorales
Funciones de las elecciones
Las elecciones pueden cumplir múltiples funciones. Una primera distinción se
deriva de la clasificación en tres tipos básicos de sistemas políticos. Pero, incluso
en los sistemas democráticos, las elecciones desempeñan funciones diferentes.
Funciones de las elecciones competitivas
Las elecciones en las democracias occidentales pueden ser interpretadas como
un acto a través del cual:
- el electorado expresa su confianza en las personas elegidas; 
- se elige un parlamento representativo y )
- se puede ejercer control, reelegir o destituir al gobierno de turno.
Por lo general, estos supuestos parten de ideas sobre las funciones que deberían
cumplir las elecciones.
Es erróneo suponer que en la práctica las elecciones sólo cumplen una única
función. Por el contrario, desempeñan diversas funciones al mismo tiempo. Así, la
expresión de confianza, la constitución de un cuerpo representativo y el ejercicio del
control se llevan a cabo de manera simultánea, aunque en distinto grado.
Las funciones específicas de las elecciones dependen del contexto social,
institucional y político en el que se llevan a cabo. 
En países caracterizados por la fragmentación social, las ¿lecciones pueden
cumplir la función de asegurar una representación justa a los distintos grupos
socioculturales o de superar políticamente las líneas divisorias entre grupos,
formando mayorías parlamentarias. En Malasia, p.ej., se pretende que las eleccio-
nes conduzcan al mismo tiempo a la representación de todos los grupos étnico-
religiosos y a la formación de un gobierno mayoritario. Esto implica que la
competencia entre los partidos políticos tiene que ser limitada.
En sociedades más homogéneas, la función de las elecciones puede radicar
principalmente en generar competencia por el liderazgo político entre los partidos.
Dicha competencia será, no obstante, una lucha por obtener una mayoría parlamen-
taria sólo si el sistema de partidos es reducido en número. Por el contrario, la
competencia en un sistema multipartidista se centrará en la obtención de porcentajes
de los votos emitidos y cuotas de representación en el parlamento.
En principio, las funciones concretas de las elecciones están determinadas por
tres factores estructurales:
1) La estructura de la sociedad: el proceso electoral, las funciones de las
elecciones y el comportamiento del votante individual están determinados por la
clase, la estratificación social, la estructura étnica, la religión, la existencia de
grupos de presión y la profundidad de los antagonismos sociales.
2) La estructura del sistema político: el proceso electoral, las funciones de las
elecciones y el comportamiento del votante individual dependen también de la
estructura del sistema político. Las funciones de las elecciones variarán en un
sistema de gobierno parlamentario y en uno presidencialista. En un sistema
parlamentario, es necesario tomar en cuenta la distribución interna de poder en el
sistema político, así como si el centro de poder político se encuentra en el
parlamento, en el gabinete, o en el canciller/primer ministro I as lime iones de las
Importancia y función de las elecciones • 19
elecciones y el comportamiento electoral individual diferirán, así mismo, en un
Estado unitario y en uno federal, y ambos se verán afectados, a su vez, por la cultura
política, las pautas dominantes en el proceso de decisión política y los modos de
resolución de conflictos (competencia o concordancia como pautas de canalización
de conflictos, representación mayoritaria o proporcional).
3) La estructura del sistema de partidos: el proceso electoral, las funciones de
las elecciones y el comportamiento del votante individual están determinados, entre
otros factores, por el número de partidos que compiten por obtener representación
parlamentaria, su tamaño respectivo y la distancia ideológica existente entre los
distintos partidos.
En sociedades relativamente homogéneas, sin clivajes profundos, con un
sistema parlamentario y cuyo sistema de partidos lo integran pocos partidos, las
elecciones pueden desempeñar las siguientes funciones:
- legitimación del sistema político y del gobierno formado por un partido o por
una coalición de partidos;
- expresión de confianza en los candidatos y en los partidos políticos;
- reclutamiento de la élite política;
- representaciófi de opiniones c intereses del electorado;
- ajuste de las instituciones políticas a las preferencias de los votantes;
- movilización del electorado en torno a valores sociales, metas y programas
políticos e intereses político-partidistas;
- concientización política de la población mediante la clarificación de los
problemas y las alternativas políticas;
- canalización de los conflictos políticos mediante procedimientos pacíficos;
- integración de la pluralidad social y formación de una voluntad común
políticamente viable;
- estímulo de la competencia por el poder político sobre la base de programas
alternativos;
- designación del gobierno a través de la formación de mayorías parlamenta-
rias;
- establecimiento de una oposición capaz de ejercer control sobre el gobierno;
- oportunidad de un cambio de gobierno.
En sociedades menos homogéneas, con sistemas multipartidistas, las eleccio-
nes sólo pueden cumplir con algunas de las funciones mencionadas. Por ejemplo,
la cuestión de qué partido formará parte del gobierno no se decide en las elecciones,
sino que será fruto de las negociaciones sobre coaliciones que realizarán los líderes
partidistas después de las elecciones.
No obstante, las elecciones competitivas servirán siempre como instrumento
de legitimación del sistema político y del ejercicio democrático del poder.
Funciones de las elecciones no competitivas
Las elecciones en los sistemas políticos no competitivos carecen de todas
aquellas funciones inherentes al concepto democrático liberal, como las derivadas
de la competencia abierta y la libertad de opción. F.n consecuencia, estas elecciones
no implican la legitimación del poder |x>lítico o su control; sin embargo, esto no
signilica que las elecciones no competitivas carezcan de toda función. Como
18 • Elecciones y sistemas electorales
instrumento de dominación, las elecciones no competitivas son vistas por el
marxismo-leninismo como un medio para apoyar el desarrollo del socialismo, i.e.,
como un medio para lograr:
- la movilización de todas las fuerzas sociales;
- la elucidación de los criterios de la política comunista;
- el fortalecimiento de la unidad política y moral del pueblo;
- el testimonio de la unidad entre la clase trabajadora y el Partido, mediante la
obtención de porcentajes máximos de participación y de aprobación de los candi-
datos en listas únicas. '
Por lo tanto, las funciones de las elecciones no competitivas en los sistemas
políticos socialistas se basan en un concepto propio sobre éstas.
Funciones de las elecciones semicompctitivas
Las elecciones semicompctitivas abarcan situaciones histórico-electorales
muy diferentes, cuyas características no son ni completamente liberales ni absolu-
tamente represivas frente a la oposición. Sus funciones se orientan hacia las
elecciones competitivas más que hacia las no-competitivas; y, sobre todo, se ven
más frecuentemente confrontadas con el ideal democrático.
Aunque las elecciones semicompctitivas no cuestionan la estructura de poder
existente, la élite dominante busca legitimar su poder a través de ellas. La intención
consiste en crear la apariencia de condiciones liberal-democráticas, no tanto en el
escenario político interno, donde la oposición sabe perfectamente cuáles son los
límites de su influencia política, sino más bien frente a la opinión pública interna-
cional. Dichas elecciones pueden relajar hasta cierto punto la situación política
local, pueden hacer visible la existencia de una oposición y, en ciertos casos, generar
reajustes en el aparato de poder. En consecuencia, las elecciones semicompctitivas
pueden servir para estabilizar regímenes autoritarios. En ello radica su función
principal, basada en las demás funciones específicas ya mencionadas, las cuales
son:
- el intento de legitimar la estructura de poder existente;
- relajar la situación política en el ámbito interno;
- mejorar la reputación en el nivel internacional;
- permitir la manifestación (e integración parcial) de la oposición política;
- lograr un reajuste en la estructura de poder con el fin de estabilizar el sistema.
A causa de la gran diferencia de los problemas sociopolíticos prevalecientes en
cada Estado en particular, hay que examinar las funciones de las elecciones semi-
compctitivas en los términos específicos de cada país y de cada régimen.
Democracia defensiva y elecciones de apertura
Las categorías mencionadas anteriormente son categorías sistemáiico-clasifi-
catorias, que permiten ordenar la mayor parte de los casos empíricos pero, sin duda
no todos. Debe ponerse una atención especial en aquellas clcccioncs en las que se
contradicen la estructura del sistema político y las intenciones y consecuencias de
una elección. Para ello hay que distinguir entre dos siinai iones elote iones en las
Importancia y función de las elecciones • 19
democracias, que representan una amenaza para la democracia y elecciones en
regímenes autoritarios, que buscan superar la estructura autoritaria del sistema
político.
En la teoría de la democracia se ha discutido desde siempre sobre si debe
considerarse como democrática una elección en la que el electorado se pronuncia
a favor de un partido que, restringiendo la posibilidad de revocar decisiones
tomadas, quiere eliminar la democracia (entendida aquí sobre todo como la elección
entre distintas opciones políticas). En la teoría de la democracia no se legitima el
camino de la democracia a la dictadura a través del voto del electorado. En este
sentido se desarrolló el concepto de la democracia defensiva, según el cual pueden
ser proscritos aquellos partidos políticos que se plantean como meta la eliminación
de la democracia.
En los regímenes autoritarios, las elecciones también pueden tener la función
de abrir el régimen. Esta función fue posible observarla en los años ochenta, cuando,
bajo las condiciones autoritarias existentes en América Latina, varias elecciones y
consultas populares arrojaron, por primera vez, resultados desfavorables para los
detentadores del poder (Uruguay en 1981; Chile en 1988; Nicaragua en 1990).
Dichas elecciones puéden denom inarse "elecciones de apertura" (opening elections).
Las elecciones de apertimj ocurren cuando gobernantes autoritarios organizan
elecciones libres y honestos, del tipo occidcntal-dcmocrático, o dentro de un marco
que sigue siendo autoritario o semiautoritario. Una elección de apertura tiene la
función de avanzar de manera determinante hacia un nuevo régimen: el sistema
democrático. El mejor criterio para identificar elecciones libres y virtualmcntc de
"apertura" es una victoria electoral de la oposición democrática frente al régimen
defacto. Cuando triunfa la oposición, se hace muy difícil sostener el argumento de
que las elecciones no fueron libres. La victoria de la oposición no es, empero, el
único criterio; a través de elecciones libres también pueden resul tor confirmadas'las
relaciones de poder existentes (Angola en 1992; Kenia en 1992; Paraguay enl993),
pero éstas exhibirán entonces una legitimación democrática. Sin embargo, una
elección libre en un contexto político autoritario o de extrema polarización política
entre los que detentan el poder y los que intentan desplazarlos, puede fracasar en
conseguir el significado de una elección de apertura porque no se reconozca el
triunfo de la oposición (son los casos, por ejemplo, de Panamá enl988 y de Haití
en 1991), o porque la oposición no reconozca el triunfo de los detcntadorcs del
poder, dado que ésta puede ver las elecciones como algo puramente estratégico para
'»llegar al poder y no como un valor democrático en sí mismo (como ocurrió en
Angola en 1992).
El derecho de sufragio
y el proceso de democratización política
Para una comparación entre la evolución del sufragio y el proceso de democra-
tización política en los países industrializados y los países en vías de desarrollo, es
útil distinguir entre la democratización del sufragio y la democratización del
sistema político.
En el centro del proceso de democratización en los países industrializados
estuvo por más de un siglo la instrumentación del sufragio universal, igual, directo
y secreto (lo que equivale al proceso de democratización fundamental). Por cierto,
en los países industrializados se había establecido la división de poderes
—legislativo, ejecutivo yjudicjal— y las elecciones se celebraban como un método
para seleccionar y nombrar a los miembros de los órganos representativos. Pero esto
no se hacía de acuerdo con los principios del sufragio universal, cuya instrumentación
generalizada sólo se logró como resultado de un proceso lento y gradual. En los
países industrializados la democratización del sufragio se dio después de que se
hubiera establecido la separación de poderes, el Estado de derecho y el pluralismo
político en los respectivos sistemas políticos. En cambio, en el proceso de democra-
tización en los países en desarrollo, todavía continúa vigente la demanda de
democratizar el sistema político o la preocupación por conservar y consolidar la
democracia como forma de gobierno. Siguiendo el modelo de los países industria-
lizados, en muchos de los países del tercer mundo se impuso, aunque con cierto
retraso, la democratización del sufragio. Pero esto se produjo a menudo antes de que
rigiera, en los hechos, la división de poderes, el Estado de derecho y el pluralismo
político (por ejempo, en los países de América Central, salvo Costa Rica).
El derecho de sufragio
La democracia liberal se basa en el reconocimiento del sufragio universal,
igual, directo y secreto. La elección democrática de los poderes políticos constitu-
cionales —en especial del parlamento y, en sistemas presidencialistas, también del
presidente— constituye, junto a la libertad de expresión, de reunión, de asociación
y de prensa, uno de los prerrequisitos fundamentales de la democracia moderna.
Componentes indiscutibles de la teoría de la democracia desde la revolución
francesa, los derechos de participación política sólo se lograron imponer a través de
un largo proceso histórico. Si bien los derechos de participación política no se
agotan en el derecho de elegir, ejercido periódicamente para la renovación política
de órganos representativos ei) distintos niveles, las elecciones constituyen, sin
embargo, no sólo la forma más importante de participación institucionalizada sino
también la forma de participación a través de cuyo ejercicio se reducen al máximo
las desigualdades sociocstructurales
2 2 • Elecciones y sistemas electorales
Los principios del sufragio (ver resumen en recuadro 1), cambiaron desde el
punto de vista jurídico-histórico y conceptual. Por consiguiente, no sólo hay que
observar si el sufragio era universal, sino también qué se entendía por "universal".
En el siglo XIX, el concepto de sufragio universal comprendía únicamente el
derecho de voto de los hombres. Hoy en día rigen cuatro principios para las
elecciones democráticas, los cuales pueden definirse de manera precisa y confron-
tarse así con las distintas regulaciones históricas del sufragio. Los principios
fundamentales del sufragio: universal, igual, directo y secreto, se encuentran
generalmente plasmados en el texto constitucional.
1. Universal: esta norma jurídica exige que todos los ciudadanos de un Estado,
más allá de su sexo, raza, idioma, ingreso o propiedad, profesión, estrato o clase,
formación, confesión o convicciones políticas, tengan el derecho de votar y de ser
elegidos. i
Este principio no se ve invalidado por el hecho de que se exija el cumplimiento
de ciertos prerrequisitos imprescindibles, como una determinada edad, nacionali-
dad, residencia, plena posesión de los derechos ciudadanos, además de estar en
plena posesión de las facultades mentales y no sufrir ninguna condena legal. A lo
largo de la historia, el sufragio se limitó esencialmente de tres maneras diferentes:
a) a través de la exclusión directa de determinados grupos de la población, como
minorías étnicas o religiosas, personas en situación de dependencia, mujeres, etc.;
b) mediante el establecimiento de un censo (sufragio censitario), o la exigencia de
un certificado de propiedad, renta o ingresos; c) exigiendo una determinada
formación, como el haber concurrido a la escuela o ejercer una profesión, cuya
consecuencia más común fue la exclusión de los analfabetos. El principio del
sufragio universal puede violarse, asimismo, cuando se establecen edades distintas
para la mayoría de edad y para ejercer el derecho de sufragio.
2. Igual: este principio exige que el peso de cada voto de las personas
habilitadas para votar sea el mismo y que no esté diferenciado de acuerdo a la
propiedad, ingreso, renta, formación, religión, raza, sexo o convicción política.
Mediante este principio se postula la igualdad en el valor numérico de los votos.
Con el principio de igualdad no son compatibles ni el sufragio de clase o curia, ni
el sufragio plural: a) en el sufragio de clase o curia se subdivide al electorado en
grupos muy diferentes entre sí en número, los cuales eligen una cantidad fija de
diputados; b) en el sufragio plural, el número de votos disponibles para los electores
hábiles se diferencia otorgando votos adicionales a determinados grupos de
personas (propietarios, padres de familia, etc.). El principio de la igualdad resulta,
además, importante para la organización técnica de la elecciones, sobre todo en el
ámbito de la delimitación de las circunscripciones electorales. Para garantizar la
igualdad en el valor numérico de los votos, la delimitación de las circunscripciones
electorales tiene que hacerse cuidando de mantener una relación aproximadamente
igual entre la población (o electores hábiles) y los diputados a ser electos, en
términos de los valores en el ámbito nacional. El postulado del sufragio igual es hoy
prácticamente el más importante de lodos los principios del sufragio!
3. Secreto: estcprincipiocxigc que la decisión del electoral emitir-su voto (hoy
en día generalmente mediante una boleta) no pueda ser conocida |*>i terceros.
El principio se diferencia de todas las formas de. emisión abieit.i (vtno firmado)
o pública del voto (ve lo nominal). Su realización se halla !M|O I.I Inicia de la
El derecho de sufragio y el proceso de democratización política • 2 3
organización electoral (suministro de cabinas o cuartos secretos, urnas, etc.).
4. Directo: el votante determina directamente a sus representantes.
Este principio constituye lo opuesto de las elecciones indirectas que prevén
gremios intermedios (p.ej. electores, colegios electorales, etc.) entre el votante y el
elegido. Hay que distinguir entre elecciones indirectas formales (los representantes
intermedios están atados al voto de los ciudadanos) y elecciones indirectas sustan-
ciales (los representantes intermedios son libres de elegir a los representantes según
sus propios criterios).
Proceso de extensión del sufragio democrático
En los países occidentales industrializados el proceso de extensión del sufragio
universal e igual (en los términos de entonces: one man, one vote, one valué) tuvo
un desarrollo muy distinto. Se llevó a cabo aproximadamente en el transcurso de 100
años: mientras que antes de 1848 el sufragio universal masculino todavía no existía
en ningún país, el sufragio democrático ya constituía una realidad inmediatamente
después de la Segunda Guerra Mundial, con la excepción de unos pocos casos (en
Suiza, las mujeres estuvieron excluidas del derecho de sufragio hasta 1971; en la
España franquista, rigió hasta 1975 la concepción de un sufragio orgánico; en
Portugal, no se eligió de manera democrática hasta la Revolución de 1974). Desde
una perspectiva comparada (ver cuadro 2), pueden distinguirse países que introdu-
jeron muy pronto el sufragio universal masculino (Francia, Alemania, Suiza, por
momentos España, Nueva Zelanda). Algunos países (Australia, Finlandia, Austria)
lo instauraron poco antes de la Primera Guerra Mundial, mientras que otros lo
introdujeron en el transcurso o poco después de ella, de tal modo que hacia 1920
regía el sufragio universal masculino en todos los países occidentales industrializa-
dos.
— — — Recuadro 1
Principios del sufragio
Universal: todos los ciudadanos de un Estado tienen el derecho de votar y ser elegidos, más allá de su
sexo, raza, idioma, ingreso o propiedad, profesión, estrato o clase,formación, confesión o convicciones
políticas.
Igual: este principio exige que el peso de cada voto de las personas habilitadas para votar sea el mismo
y que no esté diferenciado de acuerdo a la propiedad, ingreso, renta, formación, religión, raza, sexo o
convicción política.
Secreto: este principio exige que la decisión del elector al emitir su voto (hoy en día generalmente
mediante una boleta) no pueda ser conocida por terceros.
liireelo: el volante ilelermin.i directamente 11 sus representantes. No hay organismos intermedios entre
flet torr.v y rrpreenttinlr
22 • Elecciones y sistemas electorales
Antes de 1900, las mujeres sólo estaban habilitadas para ejercer el sufragio en
Nueva Zelanda; tras esta fecha, también en Finlandia y Noruega. Luego de la
Primera Guerra Mundial, la mayoría de los Estados industrializados introdujeron el
sufragio femenino (algunos junto al sufragio universal masculino). Unicamente en
un conjunto de países latinos, mayormente católicos (Francia, Italia, Bélgica,
Portugal, España; ya mencionamos el caso especial de Suiza), hubo que esperar
hasta después de la Segunda Guerra Mundial para que las mujeres obtuvieran el
derecho al sufragio.
En Estados Unidos, sólo los blancos tenían el derecho de votar, y esta situación
persistió hasta la Guerra Civil; aunque después de ésta se les concedió el derecho
Cuadro 2
La democratización del sufragio en 22 países de la OCDE*
País Sufragio universal Sufragio universal
masculino femenino
Alemania 1869/1871 1919
Australia 1903 1908
Austria 1907 1918
Bélgica 1919 1948
Canadá 1920 1920
Dinamarca 1915/1918 1918
España 1869/1907 1869/1931
Finlandia 1906 1906
Francia 1848 1946
Gran Bretaña 1918 1928
Grecia 1877 1952
Islandia 1915 1915
Irlanda 1918/1922 1918/1922
Italia 1912/1918 1946
Japón 1925 1947
Luxemburgo 1918/1919 1919
Nueva Zelanda s 1889 1893
Noruega X
1897 1913
Países Bajos 1917 1919
Portugal 1911 1974
Suecia 1921 1921
Suiza 1848/1879 1971
•Primeraintroducción; no se consideran derogaciones posteriores del sufragio universal (como eit España 1936-1976)
y restos del sufragio restringido para determinados grupos (como respecto a los aboripciu-s en Australia, quienes
votaron por primera vez en 1962)
Fuente: Stcrnhrrgrr/Vogcl/Nohlrn, 1969, Nulilrn. I97H
El derecho de sufragio y el proceso de democratización política • 2 5
de voto a los negros mediante una enmienda constitucional, los blancos siguieron
haciendo uso de otros medios de manipulación para impedir que los negros
ejercieran su derecho democrático, amparado ahora por la Constitución. Dichas
discriminaciones no desaparecieron hasta entrados los años sesenta. Las prácticas
electorales en Estados Unidos demuestran la importancia de analizar siempre no
sólo la democratización formal del sufragio, sino también la realidad política
existente.
El proceso de disolución gradual de las limitaciones del sufragio comprendió,
en general, todos los principios del sufragio al mismo tiempo, hasta alcanzar
finalmente los estándares del sufragio democrático. En Alemania, las divergencias
fueron muy marcadas en el caso de Prusia, pues allí —bajo la forma de un derecho
de sufragio dividido en tres clases— se mantuvo durante el período del Imperio
(1871-1918) un sufragio desigual, indirecto y abierto de forma paralela al sufragio /
universal. En Bélgica, la desigualdad en el valor de los votos se agudizó con la
ampliación del sufragio. Como en todas partes, también en Prusia se impuso el
sufragio directo y secreto con la Primera Guerra Mundial. Si se considera los
modelos de Stein Rokkan (1968) sobre el desarrollo del sufragio democrático, no
sorprende que fuera Gran Bretaña el último país en abolir el sufragio desigual, al
abandonar el derecho de sufragio especial para universitarios en 1948. Así tenemos,
por un lado, el modelo inglés, más lento, con una extensión gradual y sin reveses,
pero con largos períodos de reconocimiento formal de desigualdades y, por otro, el
modelo franeés de introducción temprana y súbita del sufragio universal e igual,
pero con constantes recaídas y tendencias plebiscitarias para ganar el apoyo de las
masas. Entre estos dos casos extremos pueden ubicarse los demás países.
Normalmente, los partidos de los trabajadores reclamaron y lucharon por el
sufragio universal. Casos excepcionales como el de Bélgica, donde los socialistas
votaron por mucho tiempo en contra del sufragio femenino por temor a las
preferencias más conservadoras de las mujeres, no deben, sin embargo, ignorarse.
La democratización del sufragio vía referéndum probó no ser muy funcional. En tal
sentido, no sólo hay que mencionar el caso de Suiza con repetidas decisiones
negativas respecto a la introducción del sufragio femenino, sino también el de
Dinamarca, donde en 1969 el electorado se pronunció en contra de bajar a 18 años
la edad para votar, medida que se aprobó diez años más tarde, después de otro
referéndum.
Si dirigimos ahora nuestra mirada hacia los países del tercer mundo, es aún más
difícil emitir juicios generalizadores, debido a la gran heterogeneidad en el
desarrollo de los distintos países. Los diversos problemas en el desarrollo de la
democracia se ven reflejados, así mismo, en el sufragio; algunos incluso se
originaron en él. En lugar de un desarrollo evolutivo hacia una democracia
pluralista, nos enfrentamos a menudo con un desarrollo cíclico entre democracia y
dictadura. Mientras que en los países occidentales industrializados es posible
comprobar, en general, un cierto nivel de desarrollo uniforme de la democracia bajo
la forma de poliarquías (en el sentido de Robert Dahl, sin querer afirmar con esto
que la historia haya alcanzado su fin), los países del tercer mundo se hallan más o
menos lejos de este nivel de desarrollo. Junto a países que alcanzan de forma
aproximada el nivel de iHirtici/uitioH <md rompetition de los países occidentales
industrializados. se encuentran otros que todavía siguen siendo gobernados de
22 • Elecciones y sistemas electorales
manera absolutista. Alguna forma de limitación de la democracia sigue vigente
hasta el presente en la mayor parte de los países en desarrollo. La negación total del
derecho de sufragio y de la competencia entre partidos representa tan sólo su forma
más extrema.
Respecto al proceso de extensión del sufragio propiamente tal, podemos
comprobar que, en comparación con los países occidentales industrializados, en los
países del tercer mundo éste generalmente comenzó más tarde, contuvo más etapas
y se llevó a cabo de forma más lenta. Así mismo, en los países en desarrollo, el
proceso de ampliación del sufragio no coincidió con el establecimiento de demo-
cracias estables y durables. La cuestión de si estas diferencias en la ampliación del
sufragio entre los países industrializados y los países en desarrollo son más
pronunciadas que las que encontramos entre los mismos países del tercer mundo,
sigue siendo un interrogante abierto. En todo caso, es difícil formular generaliza-/7
ciones para los países en desarrollo. En el tercer mundo encontramos algunos países
donde el sufragio universal masculino regía al mismo tiempo que en los países
industrializados occidentales (Argentina, Uruguay); pero también hallamos otros
donde aún no tienen sufragio universal (p.ej. en las monarquías islámicas). En el
tercer mundo, hay diferencias importantes entre los países que fueron descolonizados
tempranamente (primera mitad del siglo XIX) y aquellos dcscolonizados más tarde
(segunda mitad del siglo XX). En los países de descolonización temprana pueden
identificarse las siguientes etapas en la ampliación del sufragio: sufragio universal
masculino, sufragio femenino, inscripción de los electores (formalmente habilita-
dos) en los registros electorales (sufragio efectivo), sufragio para los analfabetos.
Si comparamos dos países latinoamericanos con tradición democrática, como
Uruguay y Chile, por ejemplo, podemos observar que el sufragio universal
masculino en Uruguay incluía, ya en 1916, a los analfabetos; en Chile, por otro lado,
los analfabetos obtuvieron el derecho de sufragio sólo en 1970, después de la
introducción del sufragio femenino que tuvo lugar en 1952. Es más, la condición
formal necesaria para volar (la inscripción en los registros electorales), en los casos
donde la inscripción no era automática, resultó un gran obstáculo para la extensión
del sufragio a los sectores bajos de la población, especialmente a los campesinos.
En Chile, la diferencia entre los electores hábiles y el caudal efectivo de electores
se elevaba, a principios de los años sesenta, a 1,3 millones (cifra equivalente a un
tercio de los electores hábiles).
Por el contrario, en los países de descolonización tardía, el sufragio democrá-
tico fue introducido en un único paso, generalmente antes de la independencia
política. En la mayor parte de los países de las Indias Occidentales Británicas, el
sufragio universal, igual, directo y secreto, se garantizó a veces diez, a veces veinte,
y en el caso de Antigua y Barbuda, incluso treinta años antes de la independencia
política. En los países africanos, la concesión del sufragio universal a la población
nativa se produjo poco antes de la independencia; en la zona colonial francesa, a
través de la Loi Cadrc de 1956; en la británica, de manera correspondiente con el
respectivo proceso de descolonización a partir de mediados de losiños cincuenta.
En Rodcsia, donde ya desde 1923 se celebraban elecciones para el Legislativo
Council,cI mantenimiento hasta 1971 de un sufragio censiiario y basado en el color
de la piel, violaba el principio de igualdad del sufragio. Duianie la vigencia del
aparthcid en Sudáírica, se conservó liasia 1994 un sulragio limitado de acuerdo con
El derecho de sufragio y el proceso de democratización política • 26
criterios racistas, que excluía de su ejercicio a dos tercios de la población. Distintos
percances en el desarrollo de algunos países también tuvieron como consecuencia
la limitación del sufragio, como en el caso de Sri Lanka, donde los tamiles
ceilandeses perdieron el derecho de voto tras la independencia política; sin embar-
go, estos casos son muy poco comunes. La realización del sufragio igual constituye
un problema en casi todos los países étnicamente heterogéneos. A menudo, se
intenta mantener las precarias relaciones de poder existentes sin considerar las
proporciones demográficas de los grupos étnicos (por ejemplo, en El Líbano); a
veces, el censo poblacional se transforma en una cuestión política de primer grado,
impidiendo que se realice el principio del sufragio igual.
Cabe mencionar además que la instrumentación del sufragio democrático en
algunos países del tercer mundo no significó una inclusión real en el sistema
político, debido a la falta de competencia política del sistema, cambiando así el
significado de las elecciones. Así mismo, las estructuras organizativas de carácter
político-administrativo en esos países muchas veces no estaban lo suficientemente
desarrolladas como para poder esperar que se celebraran elecciones limpias, de tal
manera que se reducía la legitimidad de las elecciones. Distintos tipos de manipu-
laciones electorales fueron a menudo la causa de cambios de régimen y de intentos
violentos de quebrar las relaciones de poder. Ante este problema, la asistencia y
observación internacional de las elecciones han producido mejoras considerables
en los últimos años. La comunidad internacional tiene un gran interés en que se
garanticen los derechos políticos como derechos humanos en cada país en particu-
lar.
Causas y consecuencias de la extensión del sufragio
El número de variables que habría que considerar para un análisis causal
sistemático de la expansión del sufragio es muy elevado. En el caso de los países
industrializados, entre los factores más relevantes podrían contarse los siguientes:
el grado de industrialización y su timing, las transformaciones de la estructura
social, los procesos migratorios, diferencias en las relaciones socioculturales
(etnias, confesiones), reformas constitucionales (parlamentarización), capacidad
de acomodamiento (moderación y cooperación) de las élites, así como procesos de
^secesión y guerras. Incluso la relación entre la industrialización y la extensión del
Sufragio varía mucho de país en país; surgen problemas de coordinación entre
ambos procesos, de gran importancia para la integración de los estratos de la
población a los que se extiende el sufragio. Dado que tampoco puede establecerse
una relación directa entre el grado de industrialización y la fuerza del movimiento
de los trabajadores o del partido socialista, no es posible desarrollar un modelo
general ni siquiera para este campo limitado de factores causales de importancia
para la expansión del sufragio. La fuerza de los socialistas finlandeses, que llegaron
al gobierno en 1916, no resultó del grado de industralización y del timing, o de la
introducción relativamente temprana del sufragio universal, sino de la articulación
de conflictos originada en la sociedad de cuatro Estados del siglo XIX. Tampoco
resulta unívoca la relación entie la democratización del sufragio y la parlamentari-
zación del sistema político, dos líneas claves del desarrollo de la transformación
22 • Elecciones y sistemas electorales
constitucional en Europa desde la revolución francesa. En Gran Bretaña, el
desarrollo del gobierno parlamentario se dio en el marco de un sufragio limitado que
favorecíauna representación relativamente homogénea de los intereses sociales. En
oposición a este caso modelo, la parlamentarización del sistema político en Suecia
y Alemania sólo pudo imponerse tras la democratización del sufragio.
La mediación histórica específica de estos factores en el proceso de cambio
social y político-constitucional (simultaneidad, no simultaneidad, diferencias en la
secuencia) tuvo consecuencias duraderas para: a) la capacidad de integración del
sistema político y el reconocimiento de las decisiones tomadas por éste; b) la
estructura de la competencia política (partidaria); c) las distancias ideológicas entre
los encargados de expresar los conflictos sociales. Allí donde el sufragio universal
se dio como resultado de una dura lucha de un movimiento de los trabajadores
previamente existente, se formaron partidos de los trabajadores radicales, basados
en la idea de la lucha de clases; mientras que allí donde el acceso a los derechos de
participación política resultó menos difícil, dichos partidos tuvieron un carácter más
reformista y se mostraron más dispuestos a colaborar con los partidos burgueses.
Seymour Martin Lipset encontró pruebas a favor de la segunda alternativa,
especialmente en el ejemplo de los países escandinavos (Dinamarca, Noruega,
Suecia). Un proceso de integración similar puede observarse, también, en Gran
Bretaña, donde —bajo las condiciones de un sufragio en proceso de expansión
gradual y del sistema de mayoría relativa— los liberales estuvieron dispuestos a
hacer pactos electorales con el movimiento de los trabajadores (Labour
Representation Committee), aunque desde un comienzo parte de la clase trabajado-
ra (los así llamados working class conservatives) votara a favor del partido
conservador burgués. Por el contrario, en el Imperio alemán, el sufragio universal
se asoció con una estricta represión de los socialistas, y el sufragio fue funcionalizado
por Bismarck en términos de los intereses conservadores-agrarios: se tenía la
esperanza de poder movilizar'a los electores en el campo —considerados como
electores dependientes que se podían manipular a voluntad— en contra de la
oposición burguesa (progresista, en el sentido de favorecer un desarrollo industrial).
La consecuencia clave de la expansión del sufragio fue el crecimiento de los
partidos de los trabajadores, lo que no cuestionó en sus fundamentos a the rule of
capital, sino que colocó la expresión del conflicto social fundamental en el nivel del
sistema político, quitándole así su radicalidad original. Junto a la línea de conflicto
o clivaje socioestructural, adquirió importancia la línea de conflicto sociocultural
para la representación política, ya que los partidos políticos optaron por una
representación de acuerdo a los principios de la representación proporcional con el
fin de reproducir la estructura social del electorado. Dado que la integración del
movimiento de los trabajadores en los países anglosajones se llevó a cabo de forma
diferente, no se manifestaron allí, en un principio, demandas de un cambio en el
sistema electoral. Bajo dichas condiciones: sufragio universal y principio de
representación estable (representación por mayoría o representación proporcional),
se pudieron "congelar", a finales de la Primera Guerra Mundial, las/estructuras de
los sistemas de partidos a lo largo de las líneas de conflicto sociales por varias
décadas.
I• n el tercer mundo, sólo en unos pocos casos la ampliación del sufragio se
inicio junto con el proceso de industrialización y el respectivo proceso de cambio
El derecho de sufragio y el proceso de democratización política • 28
social (como en las sociedades de clase media de Argentina y Uruguay). En parte,
las normas democráticas se instrumentaron sin que estuvieran presentes los
prerrequisitos socioestructurales y político-administrativos, de tal forma que en
muchos casos la ampliación del sufragio no pudo concretarse por mucho tiempo. En
vista de las grandes desigualdades sociales y de la falta de participación social por
parte de las grandes masas de la población, el sufragio universal no adquirió la
misma importancia que en los países industrializados. Las fuerzas sociales y
políticas que, bajo estructuras sociales subdesarrolladas, apoyaban la extensión del
derecho de sufragio, eran a menudo demasiado débiles como para cuestionar el
poder de los sectores tradicionales dominantes a través de la inclusión de nuevos
sectores en el sistema político. Esta posible consecuencia del sufragio universal se
evitó en varios países mediante la suspensión de la democracia; especialmente allí
donde eran muy bajas las probabilidades de los grupos oligárquicos de participar
con éxito en la competencia electoral. Contrariamente a las democracias occiden-
tales, participación y competencia (inclusión andeontestation) —las dos dimensio-
nes del desarrollo democrático moderno^no se reforzaban mutuamente sino que
estaban más bien relacionadas de modo problemático, de forma que una (inclusión)
excluía a la otra (conteslation). En muchos países (por ejemplo en los países
centroamericanos, salvo Costa Rica), las estructuras autoritarias en el sistema
político no se quebraron cuando se permitió a las masas participar en las elecciones. ¿ j »
Además, el reconocimiento de los principios que rigen el sufragio democrático
permaneció a menudo limitado a lo formal, al igual que un proceso electoral
frecuentemente caracterizado por prácticas corruptas.
En resumen, en muchos países es apenas en el contexto de la rcdemocratización
de los sistemas políticos cuando se ha producido un proceso de adaptación de las
elecciones a los estándares de los países occidentales. En la medida en que se
afirmaba esta tendencia hacia el sufragio universal e igualitario y elecciones
honestas y pluralistas, fue ganando mayor importancia la cuestión del sistema
electoral como elemento clave en la estructuración de la representación política.
Sistemas electorales: cuestiones claves
Este capítulo provee una introducción al tema de los sistemas electorales a
través de algunas precisiones terminológicas, reflexiones conceptuales y conside-
raciones evaluativas. El propósito es, por un lado, facilitar la comprensión del
problema que plantean los sistemas electorales, el cual se evidencia en el cúmulo
de controversias y confusiones que rodean la materia; por otro lado, transmitir las
posiciones conceptuales y evaluativas propias del autor que subyacen este estudio
y que se plantean con el propósito de orientar al lector.
¿Qué concepto de sistema electoral?
En todo análisis y debate sobre los sistemas electorales es imprescindible saber
qué se entiende por sistema electoral. Esto resulta particularmente importante dado
que, por un lado, el término parece entenderse por sí mismo y, por otro, en la práctica
se define de manera múltiple. Vale mencionar que en la ciencia política tampoco
existe un consenso al respecto. En términos generales, se puede distinguir entre un
uso del concepto más restringido (con 1 imites fijos) y un uso más amplio (con límites
variables). En el debate político sobre sistemas electorales, especialmente en países
con menor experiencia electoral, se tiende a extender el concepto en extremo hasta
abarcar todo lo relacionado con el proceso electoral: se parte del derecho de
sufragio, se pasa por la administración electoral, hasta llegar al contencioso elec-
toral. Aquí se recomienda diferenciar estrictamente los fenómenos mencionados.
Para definir el concepto de sistema electoral —como para todo concepto
científico—, el criterio por excelencia es el de su utilidad para fines analíticos; de
acuerdo con esto, se impone, consecuentemente, una definición más restringida: los
sistemas electorales determinan las reglas según las cuales los electores pueden
expresar sus preferencias políticas y según las cuales es posible convertir votos en
escaños parlamentarios (en caso de elecciones parlamentarias) o en cargos de
gobierno (en caso de elecciones de presidente, gobernador, alcalde, etc.).
Este concepto incluye las dimensiones relativas a circunscripciones, candida-
tura, votación, conversión de votos en escaños. Engloba, así mismo, todos los
elementos técnicos que permiten dar forma concreta a estas dimensiones c interre-
lacionarlas para constituir un sistema electoral individual. El concepto se restringe
electivamente a los elementos técnicos y proccdimcntalcs que sirven para estructurar
las preferencias políticas a través del voto y convertir estos votos en escaños
parlamentarios o puestos ejecutivos. Estos elementos tienen implicaciones políti-
cas y la magnitud de sus electos varía indi vidual mente. Foresta razón, el interés del
analista se cení ra en los elcmenlos que ejercen un mayor electo, como son el tamaño
(le las e II c unse i I|K iones, l.i Im ínula de decisión o conversión y, de existir, la barrera
3 2 • Elecciones y sistemas electorales
legal (ver más adelante, en este libro, el capítulo referido a los elementos particu-
lares de los sistemas electorales y sus efectos).
El concepto restringido de sistema electoral es útil, en primer lugar, porque
centra la atención exclusivamente en este ámbito de elementos y efectos y, en
segundo lugar, porque posibilita así un análisis diferenciado de este factor precisa-
mente definido, el sistema electoral, en relación con los demás factores presentes
en el proceso electoral y el de la formación de la representación política. En estos
procesos, el sistema electoral es sólo un factor entre muchos otros. Es obvia la
existencia de una interrelación de diferentes factores, situación que suele alimentar
la tentación de discutir (al mismo tiempo) el conj unto de factores como partes de un
mismo concepto amplio. El propósito y el método de un análisis politológico son,
empero, precisamente contrarios a esta idea, apuntando más bien a la diferenciación
de los factores para una mejor determinación de la función e importancia de cada
uno de ellos en dicha interrelación o relación causal.
¿Qué importancia tienen los sistemas electorales?
La importancia del sistema electoral como un factor estructurante del sistema
político es un tema sobre el cual discrepan tanto los politólogos como los políticos.
¿Tiene el sistema electoral mayor importancia que otros factores institucionales
tales como el sistema de gobierno (por ejemplo, la relación poder legislativo/poder
ejecutivo)? ¿Es el sistema electoral más importante que factores sociopolíticos tales
como la estructura social o los patrones dominantes de canalización de conflictos?
Tomando en cuenta las afirmaciones de prominentes politólogos expertos en
sistemas electorales, no hay duda acerca del rol fundamental desempeñado por los
sistemas electorales. De acuerdo con Giovanni Sartori (1994, p. IX), el sistema
electoral es "a most essential part ofthe working ofpolitical systems. Not only are
electoral systems the most manipulative instrument ofpolitics; they also shape the
party system and affect the spectrum of represenlation". Por su parte, Arend
Lijphart (1994, p. 1) sostiene incluso que "the electoral system is the mostfundamen-
tal element of representative democracy".
Para algunos estudiosos de la materia, el destino de la democracia depende del
sistema electoral aplicado. Así, algunos autores intentaron atribuir al sistema de
representación proporcional la responsabilidad por el colapso de la República de
Weimar (sobre el tema volveremos más adelante).
Mientras que resulta posible discutir las afirmaciones de Sartori y de Lijphart,
esta última posición es sin duda exagerada, pues pasa por alto el hecho de que, en
general, los factores determinantes del desarrollo político son múltiples y de origen
muy variado. En consecuencia, los intentos de establecer relaciones causales
conducen casi siempre al monocausalismo, i.e., a la negación de la pluralidad de
factores causantes. Pero tampoco es sostenible la posición opuesta, defendida con
frecuencia, según la cual los sistemas electorales no tienen ninguna importancia.
Esta interpretación no es válida por numerosas pruebas empíricas que nos permiten
afirmar que los sistemas electorales influye¡i_sobre el comportamiento y los
resultados electorales. /
HI electo de los sistemas electorales sobre el proceso de formación di- l.i volun-
Sistemas electorales: cuestiones claves • 33
tad política se puede constatar fácilmente en los resultados de las elecciones.
Veamos, por ejemplo, el número de partidos políticos que entra en el parlamento:
el sistema electoral es un parámetro decisivo; observemos también la formación de
mayorías parlamentarias. Muchas veces, las mayorías parlamentarias de un partido
se deben al efecto desproporcional producido por el sistema electoral a la hora de
convertir votos en escaños. Así, el sistema electoral influye en el tipo de gobierno
en términos de la alternativa gobierno unipartidista versus gobierno de coalición,
lo que lleva a desarrollar culturas políticas diferentes.
Así mismo, nos podemos preguntar qué partidos con representación parlamen-
taria forman el gobierno: a menudo, no es el partido que obtuvo más votos el que
forma el gobierno (sólo o en coaliciórvcon otros partidos). Hay sistemas electorales
que posibilitan que el segundo y el tercer partido superen al primero en fuerza
parlamentaria, formando un gobierno de coalición en contra del primero. Es más,
existen sistemas electorales que pueden hacer que el segundo partido —en cuanto
a votos obtenidos— acceda al gobierno, al adjudicarle más escaños en el parlamen-
to. Por lo tanto, es posible afirmar que no deben subestimarse los efectos de los
sistemas electorales: los sistemas electorales desempeñan un papel importante en
el proceso de formación de la voluntad política y en la transferencia de poder (bajo
la forma de escaños parlamentarios o puestos ejecutivos).
¿Qué efectos tienen los distintos sistemas electorales?
Los efectos concretos de los sistemas electorales son un tema aún más incierto
y controversial que el de su importancia. ¿Cuáles son los efectos respectivos de los
sistemas mayoritarios y de los sistemas proporcionales? ¿Es cierto que los sistemas
electorales mayoritarios fomentan la integración del electorado, la concentración
del sistema de partidos, la estabilidad política, la alternancia en el gobierno, etc., y
otros no? Los autores de vertiente funcionalista, orientados hacia el parlamentaris-
mo británico (Westminster model), atribuyen los efectos mencionados sólo al sis-
tema de mayoría relativa en circunscripciones uninominales (first-past-the-post-
system). En cambio, los sistemas proporcionales fueron a menudo asociados con
efectos políticos tales como la desintegración, la fragmentación del sistema de
partidos, la inestabilidad política, etc.
En el debate sobre los efectos políticos de los sistemas electorales existen más
supuestos que conocimientos científicamente fundados. Muchas de las generaliza-
ciones que se manejan son abstracciones a partir de un modelo que se construye sin
ningún fundamento empírico, o como las citadas anteriormente, abstracciones he-
chas a partir de un sólo caso.
Así, los sistemas mayoritarios no facilitan siempre la integración o la alternancia
en el gobierno. Resulta crucial considerar las condiciones sociales y políticas con-
cretas de cada caso. En este sentido, puede suceder que, en un contexto determinado,
un sistema proporcional cumpla más eficientemente las funciones mencionadas que
un sistema mayoritario.
Por otra parte, el asunto no es tan complicado o arbitrario como para no permitir
la formulación de algunas generalizaciones en tiempo y/o espacio. Naturalmente,
éstas habían de formularse de manera diferenciada, teniendo en cuenta las coiuli-
3 4 O Elecciones y sistemas electorales
ciones específicas de la sociedad y del sistema político en cuestión. El camino hacia
generalizaciones de mediano alcance partiría de observaciones empíricas indivi-
duales y llegaría a identificar tipos de países o de condiciones específicas para los
cuales sería posible formular hipótesis sobre los efectos de ciertos sistemas
electorales. Por consiguiente, no pretendemos sustituir aquí las afirmaciones
existentes sobre los efectos de los sistemas electorales, sino que nuestra intención
es destacar las precondiciones de orden metodológico para su generación. En
síntesis: los sistemas electorales operan dentro de un complejo contexto de
múltiples factores que varía de acuerdo a los distintos países y épocas. El análisis
de los sistemas electorales y la evaluación de sus efectos tienen que tomar en cuenta
las circunstancias históricas y sociopolíticas del caso en cuestión. Las generaliza-
ciones se relacionan con tipos de países o circunstancias comparables.
¿Qué interpretación se hace de los efectos de los sistemas electorales?
Si bien tenemos hoy un mayor conocimiento de los efectos de los sistemas
electorales, queda todavía la pregunta acerca de cómo interpretarlos. Por ejemplo,
¿es preferible la proporcionalidad entre votos y escaños, o conviene optar por un
aumento de los efectos mayoritarios del sistema electoral? Hay diferentes tipos de
criterios. El criterio de mayor importancia real es el de las ventajas y desventajas que
sacan o sufren las fuerzas sociales y agrupaciones políticas.
Un partido estructuralmente pequeño (es decir, un partido que es y seguirá
siendo pequeño, dado que su apoyo se basa en un sector social limitado o en una
minoría étnica o religiosa que no puede ampliarse a voluntad como, por ejemplo, el
Partido Sueco de la minoría sueca en Finlandia) evaluará los efectos de un sistema
electoral de manera distinta que un partido "atrapa todo" o con perspectivas de
acceder al poder con la mayoría absoluta de los escaños. El pequeño enfatizará el
criterio de la "representación justa", mientras que el grande destacará la formación
de gobiernos estables con base en mayorías partidarias. En términos generales, los
partidos políticos optan según sus (supuestos) intereses. Es raro que profesen una
posición de principios. Cuando éste parece ser el caso, su origen se sitúa en
experiencias históricas que vinculan sus intereses de partido con un determinado
sistema electoral. Así, la historia constituye taritbién un criterio importante que
fundamenta y explica las preferencias por sistemas electorales.
Aparte de los intereses o tradiciones políticas de los partidos, existen asimismo
consideraciones de interés nacional (por ejemplo, mayor gobernabilidad, consoli-
dación de la democracia, mayor capacidad de integración del sistema político, etc.).
Pero, incluso en el caso de este elevado criterio, son posibles distintas interpretacio-
nes, sobre todo debido a la variación de las condiciones sociopolíticas a través del
tiempo y de un país a otro. Este criterio no se presta para discernir en términos
valorati vos entre los diferentes sistemas electorales invariablemente en favor de un
sistema, como lo hacen aquellos teóricos políticos que se basan en un modelo de
gobierno democrático óptimo, en el que el electorado juega un papel determinado
y cuyos efectos, ajustados al funcionamiento del modelo, no pueden ser sino
positivos. /
En lo que sigue nos mantendremos alejados de tal cntei ¡o, destacando que para
Sistemas electorales: cuestiones claves • 3 5
interpretar los efectos de los sistemas electorales hay que considerar también las
condiciones sociopolíticas de cada caso.
¿Qué enfoques se emplean para estudiar los sistemas electorales?
Como lo demuestran los puntos anteriores, existe mucha controversia en las
cuestiones claves de los sistemas electorales lo que, de alguna manera, refleja las
diferencias metodológicas que existen en el estudio de los sistemas electorales.
Grosso modo, se pueden diferenciar tres enfoques, los cuales se distinguen, en
primer lugar, según sea su carácter teórico o empírico y, entre los enfoques em-
píricos, en segundo lugar, según la disyuntiva empírico-estadístico versus históri-
co-empírico.
El primer enfoque es el que se puede llamar clásico, en cuyo marco se estudian
los sistemas electorales a partir de convicciones teóricas o casi axiomáticas,
vinculadas a teorías de la democracia o del buen gobierno. Un buen ejemplo de este
enfoque, dominante durante más de un siglo a partir de los grandes debates entre
John Stuart Mili y Walter Bagehot, es el del filósofo sir Karl Popper, quien a finales
de los años ochenta defendió su opción por un determinado sistema electoral
recurriendo a un fundamento de filosofía política alejado de la experiencia empíri-
ca, pese a ser, en su epistemología, un defensor a ultranza del examen empírico
(método de ensayo y error). Es cierto: el enfoque clásico implica generalmente
pronunciarse a favor de uno de los principios de representación y de un sistema
electoral correspondiente. En este enfoque se sostienen certezas en cuanto a los
efectos y ventajas de determinados sistemas electorales, a menudo sin tomar en
cuenta lugar y tiempo. El tipo de afirmación que lo caracteriza es: "la representación
por mayoría es mejor que la representación proporcional", o "el sistema electoral
de pluralidad es el que mejor se corresponde con la esencia de la democracia, con
la esencia del gobierno parlamentario", etc. Así mismo, lo que se defiende como
válido en un caso se supone válido también en los demás. Esta tendencia se expresa
en afirmaciones que se postulan con carácter de ley, tales como: "el sistema electoral
de pluralidad conduce al sistema bipartidista".
El estudio teórico de los sistemas electorales, de las ventajas y desventajas de los
principios de representación, su vinculación con la institucionalidad política en
general y la dinámica de los procesos políticos, sigue basándose en los escritos del
enfoque clásico. Es más, mucho de lo que el no especialista en la materia cree saber
sobre los sistemas electorales, se fundamenta normalmente en el cuerpo de su-
puestos y afirmaciones del enfoque clásico.
El punto fuerte de este enfoque reside en la vinculación del tema de los sistemas
electorales con la política en general, esto es, en centrar la atención en cuestiones
relacionadas con los sistemas electorales que tienen una relevancia real y, al mismo
tiempo, no temer efectuar apreciaciones en forma de relaciones causales, utilizando
un horizonte de interpretación enraizado en la teoría política. Por el contrario, la
debilidad del enfoque reside en no lomar en cuenta ni el espectro de diferenciación
entre los sistemas electorales en el marco de los principios de representación, ni la
contingencia histórica de los sistemas electorales, cuestiones realmente determi-
nantes para sus electos y valoraciones.
36 D Elecciones y sistemas electorales
El segundo enfoque es empírico y de orientación estadística. Por la lógica de la
metodología estadística misma, que requiere un gran número de casos para llegar
a resultados relevantes, este enfoque trata de incluir en el estudio la mayor cantidad
posible de sistemas electorales, integrando para ello la dimensión histórica y la
internacional. En comparación con el enfoque clásico, el enfoque empírico-
estadístico diferencia mejor entre los componentes de los sistemas electorales,
precisamente con el fin de tratarlos estadísticamente como variables en el marco de
una relación multicausal. Es enorme el avance que se logró en el estudio de los
sistemas electorales y sus efectos gracias a este nuevo enfoque, tanto como a lo largo
de su aplicación. Respecto a esta última observación, vale comparar los dos estudios
que mejor representan al enfoque empírico-estadístico: los de Douglas W. Rae
(1968) y Arend Lijphart (1994). Sin embargo, este enfoque se centra en lo que se
puede medir, e intenta preparar el material histórico de manera que sea apto para el
análisis estadístico. Esto puede implicar cambios en los conceptos (p.ej., ampliando
la definición del concepto mismo de sistema electoral a través de la inclusión de
características que se puedan medir), y reduccionismos en el análisis de los sistemas
electorales concretos para facilitar la clasificación (p.ej., en el caso de los sistemas
de representación proporcional personalizada). Por último, la tendencia de centrar
la investigación en la parte medible del problema, desplaza la atención del in-
vestigador hacia el campo fundamentalmente matemático de la materia (p.ej.,
grados de proporcionalidad), desatendiendo de alguna manera lo politológico (p.ej.,
la relación entre grados de proporcionalidad y sistemas de partidos políticos), así
como los criterios generales de evaluación y de contexto, imprescindibles para
apreciar los resultados empíricos.
El tercer enfoque es empírico de orientación histórica. Se centra en el estudio de
los sistemas electorales concretos y en el análisis del contexto sociopolítico que los
rodea, lo cual resulta indispensable para comprender su funcionamiento y sus efec-
tos. En comparación con el empírico-estadístico, este enfoque es descriptivo-
individualizante, lo cual es objeto de críticas desde ef campo estadístico. No
obstante, el enfoque histórico-empírico se entiende también como comparativo. Y
de allí la importancia del caso individual, dado que sólo a través de este camino
inductivo puede llegarse a un conocimiento teórico, empíricamente fundado.
Debido a la importancia de la comparación en la elaboración de hipótesis y teorías,
este enfoque coloca un énfasis especial en la precisión terminológica y en el trabajo
clasificatorio. Es cierto que, a veces, en los estudios nacionales se descuida el
aspecto comparativo, clave en el enfoque históricü-empírico. Al mismo tiempo, hay
que reconocer que, en comparación con los otros dos, este enfoque es el que más se
presta a la consultoría política en el ámbito de los sistemas electorales. Esto conlleva
no pronunciarse a favor de un sistema electoral antes de haber estudiado detallada-
mente los factores contextúales. Este libro se inscribe en la perspectiva de este
último enfoque.
¿Qué terminología existe para comparar los sistemas electorales?
El estudio comparativo de los sistemas electorales no pucdc/dí-svincularsc de
realidades y experiencias históricas concretas. Además, no sólo M enfrenta a la
Sistemas electorales: cuestiones claves • 37
contingencia de los fenómenos en estudio, sino también a un trato científico
diferente según países, culturas e idiomas, que se expresa en una terminología de
estilos propios.
En inglés, la gran alternativa entre sistemas electorales se discute en términos
de plurality systems y proportional representation. En alemán, se distingue entre
Mehrheitswahl (-recht/-system) y Verhaltniswahl (-recht/-system), que no son
traducciones que se corresponden con el inglés, sino que constituyen, con matices,
términos propios. Así, el concepto plurality system es más concreto, dado que indica
la mayoría necesaria (pluralidad de votos) mientras que el concepto alemán
Mehrheitswahl es genérico y no desagrega el tipo de mayoría que se pide: puede ser
la mayoría absoluta, o la mayoría relativa o simple. Sin embargo, una traducción
literal (plurality system = Pluralsystem o Pluralwahl), conduciría a una equivoca-
ción, dado que la Pluralwahl, en la propia historia electoral alemana, evoca el
sufragio desigual del siglo XIX, el sistema de votos escalonados según el estrato
social. No existe una comprensión clara y uniforme en la literatura comparativa
sobre sistemas electorales de los términos plurality system y representación pro-
porcional (véase Nohlen 1978, pp. 48-50). Como confirma también Sartori (1994,
p. 4): "The two labels are not symmetric". El tgrmino plurality system se refiere a
la fórmula de decisión (el primero gana todo), mientras que representación propor-
cional alude al resultado global de una elección en términos de la proporción votos/
escaños. Los problemas de comprensión se tornan obvios cuando una nueva y más
adecuada conceptualización de la materia tiene que emplear la terminología en uso
(ver, en este libro, el capítulo siguiente).
Problemas parecidos ocurren en castellano. ¿Cuál es la traducción más apropia-
da de.plurality system? ¿Sistema de pluralidad? ¿Sistema de mayoría relativa? Esta
última solución se corresponde con la alemana de relative Mehrheitswahl. ¿Cuál es
la traducción más apropiada del concepto Mehrheitswahl (representación por
mayoría)? ¿Y de Mehrheitswahlsystem (sistema mayoritario, absoluto o relativo)?
El primer concepto indica más bien el principio de representación; el segundo su
materialización como sistema electoral concreto. ¿Sería posible —como en el
idioma alemán— en castellano, colocar la gran alternativa en el campo de los
sistemas electorales en un mismo nivel terminológico: representación por mayoría
versus representación proporcional, o sistemas mayoritarios versus sistemas pro-
porcionales?
La terminología en uso no es en ningún caso estrictamente lógica, sino con-
tingente. Reápecto al idioma castellano, hay que considerar la gran cantidad de
países donde se habla esta lengua. Detrás de lo que se entiende por ciertos conceptos
políticos, se halla a menudo toda una historia nacional de conflictos y compromisos
que ocupan o modifican el uso colectivo de los términos de comunicación de estas
sociedades.
En nuestro campo de investigación no existe a menudo coincidencia en los
términos básicos como, por ejemplo, en el concepto de "votos válidos". Y las
estadísticas electorales que documentan los resultados electorales suelen no basarse
en los mismos criterios para el cálculo de los porcentajes. A esto se agrega,
estudiando Europa y América I .atina de manera comparada, la mayor complejidad,
con respecto a esta ultima, en el uso de conceptos para cuestiones político-
institucionales, nos limitamos sólo a este ámbito de diferencias y de terminología.
134 • Elecciones y sistemas electorales
dejando de lado los aspectos evaluativos. El tipo de sistema político influye en la
semántica, es decir: el elector tiene un voto, algo inequívoco en los sistemas
parlamentarios, pero no así en los sistemas presidenciales, ya que allí, cuando
coinciden las elecciones presidenciales con las parlamentarias, el elector puede
tener un voto para elegir cada órgano (es decir, en realidad tres votos, cuando el
parlamento se compone de dos cámaras) o un voto para elegir conjuntamente a los
tres órganos (voto simultáneo).
Otra controversia se plantea en torno al término "sistema mixto". ¿Tiene sentido
distinguir entre "sistemas mayoritarios, sistemas proporcionales y sistemas mix-
tos"? ¿Qué comprende esta tercera categoría? ¿Incluye a todos los sistemas elec-
torales que no sean mayoritarios (clásicos) y sistemas de representación proporcio-
nal pura? ¿Es el sistema alemán (proporcional personalizado) un "sistema mixto"?
¿Qué es lo que se mezcla: los principios de representación, algunos elementos?
¿Qué función y efectos tienen los "sistemas mixtos"? Existe gran confusión
respecto a este término.
Todo esto hace difícil la labor comparativa. Una tarea imprescindible es
procurar la correspondencia de términos y datos. Es necesario sistematizar nuestro
saber teórico-conceptual en materia de sistemas electorales, materia en la cual no
existe en ningún idioma la coherencia necesaria para los términos del análisis
politológico.
Principios de representación
y fórmulas de decisión
En este capítulo retomaremos el debate clásico sobre sistemas electorales, el
cual se ha llevado a cabo en un nivel extremadamente teórico-normativo y esca-
samente empírico. Esto nos sirve, así mismo, para introducir definiciones y
clasificaciones. El énfasis se colocará aquí en distinguir entre sistemas electorales,
principios de representación y reglas o fórmulas de decisión, tarea que resulta
fundamental para la comprensión de la estructura conceptual del estudio de los
sistemas electorales y para la confrontación de los principios de representación en
términos evaluativos.
Existen dos principios básicos para clasificar los sistemas electorales: la
representación por mayoría y la representación proporcional.
En el mundo abundan los sistemas electorales y cada día surgen otros nuevos,
pues las posibilidades creativas son prácticamente ilimitadas. Sin embargo, todos
los sistemas electorales derivan de dos tipos básicos, que clebfen serpercibidos como
principios de representación fundamentales: el principio de representación por
mayoría (relativa o absoluta), que es llevado a la práctica por los sistemas electorales
mayoritarios, y el principio de representación proporcional, que es llevado a la
práctica por los sistemas proporcionales.
A continuación, estableceremos las principales diferencias entre estos dos
principios básicos. Explicaremos primero la diferencia entre los principios o
fórmulas de decisión (mayoritario versus proporcional) y los principios de repre-
sentación (representación por mayoría versus representación proporcional). Es
importante, además, determinar la importancia de los criterios de diferenciación
para la clasificación de los sistemas electorales.
Los sistemas electorales de tipo mayoritario y los sistemas electorales de tipo
proporcional pueden definirse según dos criterios: la fórmula de decisión y el
principio de representación.
Antes de profundizar más en las consideraciones explicativas, definiremos
ahora los dos tipos fundamentales de sistemas electorales, el mayoritario y el de
representación proporcional, según el principio de representación y, empíricamen-
te, según su efecto sobre la relación entre votos y escaños:
Sistema de representación por mayoría Hay una brecha entre los porcen-
tajes de votos y de escaños obte-
nidos por los diversos partidos.
Sistema de representación proporcional Hay concordancia relativa entre
los porcentajes de votos y de es-
caños obtenidos por los diversos
partidos.
Dieter nohlen-elecciones-y-sistemas-electorales
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  • 1.
  • 2. Elecciones y sistemas electorales Dieter Nohlen U N I V E R S I D A D A L B E R T O ' J J r t a f>¡"> B I B U O l E C A 0 / í > / . o fcfte+l Fundación Friedrich Ebert Editorial Nueva Sociedad
  • 3. Tercera edición 1995 La primera y la segunda edición de esta obra han sido publicadas por la Friedrich Ebert Stiftung, Bonn, República Federal de Alemania © Fundación Friedrich Ebert © Editorial NUEVA SOCIEDAD Apartado 61.712 Caracas, 1060-A, Venezuela Telfs.: (058-2) 2659975, 2650593,2655321, 263189 Fax: (058-2) 2673397, Telex: 25163 ildis-vc. Edición al cuidado de Helena González Diseño de portada: Javier Fcrrini Fotocomposición: CíR AI K'OR Impresora Venezuela ISHN <>X0 * 17 OKI X Indice Introducción 7 Importancia y función de las elecciones 11 El concepto de elección Importancia de las elecciones Formas de participación política en la democracia pluralista Funciones de las elecciones Democracia defensiva y elecciones de apertura El derecho de sufragio y el proceso de democratización política 21 «j» El derecho de sufragio El proceso de extensión del sufragio democrático Causas y consecuencias de la extensión del sufragio Sistemas electorales: cuestiones claves 31 ¿Qué concepto de sistema electoral? ¿Qué importancia tienen los sistemas electorales? ¿Qué efectos tienen los distintos sistemas electorales? ¿Qué interpretación se hace de los efectos de los sistemas electorales? ¿Qué enfoques se emplean para estudiar los sistemas electorales? ¿Qué terminología existe para comparar los sistemas electorales? Principios de representación y fórmulas de decisión 39 Principios de decisión: mayoría y proporcionalidad Efectos políticos de la fórmula mayoritaria Efectos políticos de la fórmula proporcional Comparación de los efectos políticos de las fórmulas mayoritaria y proporcional Principios de representación ¿Cuáles son los elementos básicos del sistema electoral mayoritario y del sistema proporcional? Los efectos políticos de los dos principios de representación Criterios para la evaluación de los dos principios de representación Elementos particulares de los sistemas electorales y sus efectos 59 Distribución de las circ unscripciones electorales Candidatura, lumias do votación y de boletas electorales Realas paia ivali/ai la conversión do votos en escaños i aMftm ii
  • 4. Tipos de sistemas electorales 93 Una tipología de sistemas electorales Tipos de sistemas electorales y efectos políticos Representación proporcional personalizada: el sistema alemán Tipos de sistemas personalizados Evaluación de los sistemas electorales 113 Reflexiones preliminares Criterios de evaluación Una comparación de los seis tipos de sistemas electorales Una comparación binaria referida a un país concreto Sociedad y sistemas electorales 123 La sociedad como una variable de importancia Derechos políticos y representación colectiva Democracia, etnicidad y sistemas electorales Líneas de conflicto sociopolítico y sistemas electorales Sistemas electorales y representación de mujeres Política y sistemas electorales 135 La reforma electoral: requisitos estratégicos para el debate Límites de la ingeniería política Los sistemas electorales presidenciales 143 Sistemas electorales presidenciales: un campo descuidado Los tipos de sistemas electorales presidenciales Evaluación de los sistemas electorales presidenciales: criterios y resultados Elecciones presidenciales y parlamentarias: su interrelación El factor presidencialismo Sistema electoral presidencial y etnicidad Los sistemas electorales municipales 151 Niveles del sistema político y sistema electoral Sistemas electorales para alcaldes Sistemas electorales para concejos municipales El debate sobre la reforma electoral: diez recomendaciones 159 Bibliografía 163 Introducción Este libro, que es una versión actualizada de la primera edición, publicada en 1984, intenta brindar al lector la información básica y los elementos de análisis y evaluación imprescindibles para poder opinar y discernir de manera informada en una materia tan controvertida como es la de los sistemas electorales. Cuando el libro fue publicado por primera vez, hice hincapié en la parte técnica de los sistemas electorales, dando a entender que todos los aspectos particulares, tan poco accesibles al ciudadano no especializado en la materia debido a su naturaleza terminológica, técnica y a veces matemática, tienen una gran importancia debido a su función política frecuentemente oculta. En aquella oportunidad sostuve que los sistemas electorales son tan importantes para la obtención del poder como los votos del electorado. Los aspectos relativos al sufragio y al sistema electoral son cuestiones de poder. En este sentido, basta recordar la lucha por el sufragio igual y universal que, desde la perspectiva de los países europeos de larga tradición democrática, comenzó con la revolución francesa y concluyó en nuestro siglo, cuando las mujeres y los hombres mayores de edad obtuvieron plenos derechos ciudadanos y se sanearon las prácticas electorales con el fin de garantizar la celebración de elecciones verdaderamente libres y competitivas. Recordemos también la lucha de sectores sociales y partidos políticos por un sistema electoral justo que asegurara una representación adecuada de los diversos intereses y opiniones del electorado en el parlamento. En todos los países hubo que luchar con igual persistencia por el reconocimiento de los principios de representación demo- crática, y en el caso de algunos países del tercer mundo, la lucha se une al anhelo de democracia o al de su consolidación. En esta nueva edición, mantengo la intención original de que, por un lado, el lector tome conciencia de la estrecha relación existente entre los procedimientos técnicos y las cuestiones de poder y, por otro, no se abstenga de estudiar una materia tan fundamental de la ciencia política aun cuando sea escaso su atractivo dada su naturaleza terminológica, técnica y matemática. Sin embargo, en los últimos diez años, el desarrollo de los sistemas electorales en el ámbito mundial, la creciente necesidad de actualizar las informaciones y adaptar las sistematizaciones y, finalmente, la mayor demanda de conocimientos de tipo social-tecnológico origi- nada en la nueva ola de democratización de los sistemas políticos, me han impulsado a ampliar y reestructurar el libro. Por una parte, se ha expandido el marco de las materias particulares, por ejemplo, al tratar también los sistemas electorales presidenciales, puesto que un buen número de las nuevas democracias en vías de consolidación consta de sistemas presidenciales y no de sistemas parlamentarios. Por otra parte, se ha profundizado el estudio, al integrar en la sistemática electoral los sistemas electorales de reciente formación, lo quo llevó a mayores diferenciaciones de corte tipológico y a nuevos
  • 5. 8 • Introducción alcances teóricos. Por último —y conforme con el renovado interés que han despertado, tanto en la política como en la ciencia política, las recetas en el campo de los sistemas electorales— se ha hecho más énfasis en la evaluación de los sistemas electorales, pero no tanto en el nivel de sistemas electorales individuales sino en el de tipos de sistemas electorales y sus variantes. De este modo, las reflexiones teóricas se acercan más al tipo de teorías operativas, de mayor utilidad en el debate sobre reforma electoral, tema al cual se le dedica un análisis especial y se llega a la formulación de diez recomendaciones a tener en cuenta en la discusión sobre la reforma electoral. Es obvio que los sistemas electorales, por su influencia en los sistemas representativos y en la selección de aquellos que toman las decisiones políticas, tienen cierta incidencia en la viabilidad de la democracia, su gobernabilidad y su consolidación. Así, en esta nueva edición, he querido complementar el enfoque del poder con el enfoque del orden político, opción que, tomada según tiempo y lugar, es capaz de asegurar libertad y justicia. A lo largo de los diez capítulos que componen este libro, se recorre el camino desde las informaciones básicas hasta las cuestiones más complejas de la metodología y los problemas evaluativos, pasando así revista a las materias claves en el estudio de los sistemas electorales. Al suministrar esta base de conocimientos, el libro procura colocar al lector en posición de comprender por sí mismo esto complicada materia. El primer capítulo se dedica a estudiar la importancia y las funciones de las elecciones, fenómeno institucional de la política tan frecuente en los Estados modernos como variable de acuerdo a las circunstancias políticas concretas. Esto torna imprescindible formular una definición del concepto de elección, que permita > estudiar su importancia y sus funciones en distintos sistemas políticos. Se concluye ] con una discusión sobre la relación entre elecciones y democracia, considerando situaciones donde las elecciones representan una amenaza para la democracia y situaciones donde las elecciones pueden servir para quebrar la estructura autoritaria de sistemas políticos no democráticos. En el segundo capítulo, se presenta una comparación de la evolución del sufragio y del proceso de democratización política en los países industrializados y en los países en vías de desarrollo. Tras exponer los principios del sufragio, se procede a analizar el proceso de extensión del sufragio democrático en los países industrializados y en los países del tercer mundo, diferenciándose entre democra- tización del sufragio y democratización del sistema político; finalmente, nos interesamos por las causas y consecuencias de la extensión del sufragio. El tercer capítulo se propone facilitar la comprensión de los sistemas electora- les y transmitir, así mismo, las posiciones conceptuales y evaluativas que subyacen este estudio y que sirven de orientación al lector. A estos fines, y recurriendo a algunas precisiones terminológicas, reflexiones conceptuales y consideraciones evaluativas, se provee una introducción al lema de los sistemas electorales. Así, preguntemos acerca del concepto sistema electoral; la importancia y los electos de los sistemas electorales; la interpretación que se hace de dichos electos, y los enfoques existentes en la materia. También decidimos incluir aquí una breve alusión al problema de la icrminolorja empleada en distintos idiomas El cuarto capítulo es fundamental para la compicnsion de la estructura Introducción D 9 conceptual del estudio de los sistemas electorales y para la confrontación de los principios de representación en términos evaluativos, dado que esto retoma el debate clásico sobre sistemas electorales y pone un énfasis especial en distinguir entre sistemas electorales, principios de representación y reglas o fórmulas de decisión, así como en determinar los efectos políticos de ambos principios de representación y los criterios que sirven para evaluarlos. En el capítulo quinto, abandonamos el mundo de los principios abstractos para ingresar en el campo verdaderamente técnico de los sistemas electorales, materia no menos indispensable para la comprensión de su estructura y funcionamiento, sobre todo si se considera que cada uno de los distintos elementos particulares ejerce efectos muy diferentes en el conjunto del sistema electoral y en el resultado de una elección. En el capítulo sexto, presentamos una tipología de los sistemas electorales que se encuentran ubicados en un nivel inferior a la dicotomía basada en los principios de representación. Esta tipología nos permite acercarnos más al mundo de los sistemas electorales concretos sin perder, no obstante, la capacidad de reducir de forma útil la enorme variedad existente que siempre se le exige a una tipología. A continuación, pasamos a describir el sistema electoral alemán de representación proporcional p e r s o n a l i z a d , el cual resulta particularmente interesante por la forma en que combina la proporcionalidad con una relación más personal entre votante y elegido y por el hecho de constituir un sistema modelo en los debates sobre reforma electoral. A partir de este sistema electoral, distinguimos tres tipos de sistemas personalizados que constituyen, de manera creciente, opciones a considerar en los procesos de reforma. En el capítulo séptimo, tras unas breves reflexiones preliminares sobre la evaluación de los sistemas electorales, exponemos cinco exigencias de funciona- miento que se le suelen plantear en la práctica a un sistema electoral. Con base en estas cinco exigencias, efectuamos una comparación sistemática de los seis tipos básicos de sistemas electorales presentados en el capítulo anterior. Con el doble propósito de introducir el factor contingente y de mostrar la importancia de las exigencias funcionales señaladas en función de un caso concreto, integramos, a continuación, un ejemplo de comparación entre dos sistemas electorales referida a un país en particular. En el capítulo octavo, invirtiendo el enfoque clásico, subrayamos la importan- cia de ciertas variables societales para el estudio de los sistemas electorales. En este sentido, distinguimos tres clases de fenómenos y los discutimos en relación con los sistemas electorales: etnicidad, líneas de conflicto sociopolíticas y género, es decir, representación de mujeres. En el capítulo noveno, introducimos el factor político como instancia funda- mental en relación con los sistemas electorales, el cual desempeña un papel crucial en el proceso de reforma electoral. Luego, señalamos los límites que este factor le impone a la ingeniería política, los cuales pueden resultar relevantes para la evaluación de opciones concretas. Los capítulos décimo y undécimo se dedican respectivamente a los sistemas electorales presidenciales y municipales, un tema que ha adquirido creciente importancia ante la (re (democratización de varios países del tercer mundo, donde estas cuestiones institucionales suelen relacionarse con los problemas de
  • 6. 1 0 • Introducción profundización y consolidación de la democracia. Pese a su importancia, los sistemas electorales presidenciales son una materia muy poco estudiada. Aquí presentamos los tipos de sistemas electorales presidenciales y hacemos una evalua- ción de cada uno de ellos. Luego, pasamos a analizar la interrelación entre elecciones parlamentarias y presidenciales y destacamos, finalmente, la importan- cia del factor presidencialismo, como también del problema de la etnicidad. En cuanto a los sistemas electorales municipales, hacemos algunas observaciones sobre los niveles del sistema político y el sistema electoral, para presentar después los sistemas electorales para alcaldes y para concejos municipales, respectivamen- te. Dado el grado de complejidad de la materia y su carácter altamente político, el capítulo duodécimo culmina con diez recomendaciones orientadoras para la discu- sión sobre la reforma electoral. Una década después de la primera edición, se me presenta la oportunidad de revisar, actualizary ampliar el libro original. En esta labor han sidode muchaayuda Martín Lauga y Cindy Skach, a quienes expreso un especial reconocimiento. A Martín Lauga, además, por su asistencia en la elaboración de la versión castellana. Por otra parte, mi agradecimiento se dirige a varias instituciones que con sus recursos me apoyaron en el estudio de la materia. En este sentido, quisiera mencionar a la Fundación Alexander von Humboldt, al Electoral Assistance Unit de las Naciones Unidas y, de manera muy especial, a la Fundación Friedrich Ebert, cuyo aporte facilitó la realización de este libro. Dieter Nohlen Heidelberg, julio de 1995. Importancia y función de las elecciones Difícilmente pueda hallarse en los Estados modernos otro fenómeno tan común como la celebración de elecciones. Una elección es un procedimiento por el cual los miembros de organizaciones y/o de la comunidad eligen representantes para ocupar cargos políticos. Al mismo tiempo, no hay fenómeno institucional en la política cuya importancia real varíe tanto como el de las elecciones. La idea general acerca del significado de las elecciones se refleja en la siguiente definición: las elecciones constituyen el método democrático para designar a los representantes del pueblo. Pero, ¿cómo se explica entonces que se celebren elecciones en todo tipo de países, incluso en aquellos que no son democráticos? He aquí la respuesta: las elecciones son una técnica para constituir cuerpos representativos y/o para delegar autoridad. Según esta definiciones elecciones pueden ser empleadas en lugar de otras técnicas (designación de representantes por sucesión, por oficio o por nombramien- to) sin tener en sí mismas contenido democrático alguno. En otras palabras, las elecciones no son exclusivas de las democracias. En todas las democracias occidentales se celebraron elecciones mucho antes de que se hubiera impuesto el sufragio universal. Es decir, la utilización de elecciones como una técnica precedió el surgimiento de las democracias modernas. Incluso se celebran elecciones en sistemas políticos que no tienen una estructura democrática: un ejemplo clásico es el de los países que formaban el ex bloque soviético, donde la dominación de un partido (el Partido Comunista) estaba contemplada en sus respectivas Constituciones. Los órganos representativos en la Unión Soviética, la Hungría socialista y Rumania, por ejemplo, se constituían en intervalos regulares a través de elecciones; de igual manera ha ocurrido en el caso de regímenes autoritarios, donde el ejercicio del poder por el grupo dominante no se cuestiona; así en Portugal bajo Salazar, en Filipinas bajo Marcos, en Brasil bajo el régimen militar, e incluso el sistema autoritario en México, pueden servir para ilustrar esta situación. El hecho de que se celebren elecciones en sistemas políticos democráticos, autoritarios y totalitarios nos ljeva a concluir que: - el concepto de elecciones varía de acuerdo al tipo de sistema político; - la importancia de las elecciones no es la misma en los distintos sistemas políticos; - la función de las elecciones difiere de sistema en sistema. Concepto de elección lis neeesatio distinguir ennceptuulmcnk* entre las elecciones celebradas en diferentes sistemas |x>lilu os, teniendo en cuenta el hecho de que en determinados
  • 7. 13 • Elecciones y sistemas electorales países el electorado puede elegir entre varios partidos y tomar su decisión libre- mente, mientras que en otros sólo puede otorgar su voto a un partido único, ya que queda excluida la participación de otros. , Por lo tanto, la noción de elección implica necesariamente competencia y libertad de escoger entre distintas opciones: así, para poder ejercer realmente el sufragio, el votante tiene que poder elegir entre distintos candidatos o partidos políticos, entre distintas ideologías y programas.! Sólo cuando el votante tiene la posibilidad de elegir, como mínimo, entre dos alternativas, puede ejercer verdaderamente el sufragio. Además, tiene que tener la libertad para decidirse por cualquiera de ellas, de lo contrario estaríamos frente a elecciones sin opción (elections without choicc). La posibilidad y la libertad de elegir tienen que estar amparadas por la ley. Cuando se dan las condiciones mencionadas, se habla de elecciones competitivas. Cuando se le niega al votante la posibilidad y la libertad de elección, hablamos, en cambio, de elecciones no competitivas. Cuando existen restricciones de distinto tipo que limitan la posibi- lidad y la libertad de elección, hablamos de elecciones semicompctitivas. Al distinguir entre distintos tipos de elecciones de acuerdo con el grado de competitividad que permiten, aumenta la posibilidad de —a partir de las eleccio- nes— sacar conclusiones acerca de la estructura de un sistema político. Sobre esta base, es posible establecer, a grandes rasgos, la siguiente clasificación: Elecciones competitivas Sistemas democráticos Elecciones semicompctitivas Sistemas autoritarios. Elecciones no competitivas Sistemas totalitarios , En el fondo, esto distinción sólo refleja en forma sistemática lo que han llegado a comprender quienes han sido objeto de la dominación autoritaria o totalitaria en los distintos contextos históricos: el cambio fundamental en las condiciones que rigen un sistema político comienza por la celebración de elecciones competitivas. La ciudadanía no exige entonces únicamente elecciones, sino elecciones libres, que garanticen la libertad de elegir por parte de los ciudadanos entre las alternativas políticas que, también libremente, se presentan. Importancia de las elecciones Comencemos por la pregunta acerca de la importancia de las elecciones en distintos sistemas políticos. Las elecciones en las democracias liberales Las elecciones constituyen la base del concepto de democracia liberal. Según la teoría democrática liberal, la clite política gobernante tiene que ser designada a través de elecciones. Esta concepciórt se basa en la estrecha relación entre eleccio- nes y democracia: sin elcccioncs, sin competencia abierta por el poder político entre fuerzas sociales y agrupaciones políticas, 110 hay dcnux-racia pues las elecciones son la fuente de legitimación del sistema político. Importancia y función de las elecciones • 19 Cuando un gobierno es fruto del sufragio universal y de elecciones libres, es reconocido como legítimo y democrático. Las elecciones son la fuente de legitimación del liderazgo político. Por lo tanto, las elecciones tienen una importancia crucial en las democracias occidentales. Como ya hemos señalado, la importancia de las elecciones desde el punto de vista teórico se basa en el concepto liberal de democracia. De acuerdo con este concepto, la democracia no acaba con la dominación política, pero intenta contro- larlá mediante la división de poderes, la vigencia de los derechos humanos, el derecho de oposición y la oportunidad para la oposición de alcanzar el gobierno. En claro contraste con la idea liberal de democracia, el enfoque más radical de Rousseau asume que la dominación del hombre por el hombre puede y, por lo tanto, debe ser abolida completamente. Puesto que las elecciones no pueden cumplir con esta tarea, la teoría radical le atribuye a las elecciones mucha menor importancia que la concepción liberal de la democracia. Ahora bien, mientras que aún no se ha probado la viabilidad de la democracia radical, el concepto liberal se ha realizado plenamente en la práctica de las naciones occidentales industrializadas. Las elecciones son elemento fundamental de participación democrática en tas democracias occidentales.. No cabe duda de que las elecciones sólo representan una forma de participación política. Si distinguimos entre formas de participación constitucionalmente institucionalizadas, tenemos que referirnos, además, a distintas formas de consulta popular, como el plebiscito y el referendum. A través de estas instituciones, el votante decide entre un sí o un no, ya sea sobre unacuestión de materia política (p.ej., una ley para el aborto), o sobre una cuestión política personal, por lo general, sobre la permanencia en el cargo de un político determinado (p.ej., en Chile, cuando en 1988 se celebró un plebiscito para decidir sobre la permanencia del general Pinochet en la presidencia). En la democracia representativa, las formas de participación democrática directa, o bien son poco usuales desde el punto de vista constitucional, o se utilizan poco en la práctica. Sólo en Suiza han adquirido una importancia decisiva con repecto al tipo de democracia. Contrariamente a los plebiscitos o referendos, las elecciones se celebran periódicamente y constituyen la forma más común de participación política institucionalizada. Otras formas de participación política son la afiliación y militancia en partidos políticos, la pertenencia a grupos de interés, la colaboración en iniciativas ciudada- nas, el ejercicio de influencia sobre los legisladores y la opinión pública, etc. Pero, en contraste con estas otras formas de participación, las elecciones tienen una especial importancia, en tanto que constituyen la única forma de participación en el proceso político para la mayor parte de la población. Así, en la práctica, tan sólo una minoría ejerce el derecho —en principio igual para todos— de participar activamente en el proceso de decisión política ya que, salvo en situaciones extraordinarias, la mayoría de la población permanece políti- camente apática y los pocos que participan suelen provenir de los sectores privilegiados de la sociedad. Sin embargo, "en el proceso electoral, la desventaja de 1 ios estratos soc ioeconómicos más bajos es mucho menor que en las diversas formas ¡ de participación activa" (Schaipl, I97S, p. -15).
  • 8. 14 • Elecciones y sistemas electorales Formas de participación política en la democracia pluralista - elecciones - votar en referendos y/o plebiscitos - afiliación y militancia en un partido político - pertenencia a un grupo de interés - colaboración en asociaciones ciudadanas y/o vecinales - influencia individual (sobre los legisladores, la opinión pública) Existen formas de participación política por vías extraconstitucionales que inciden incluso en la propia estabilidad de la institucionalidad democrática, y que se conocen bajo el concepto de participación política agresiva. Incluyen huelgas ilegales, luchas callejeras con la policía y otros manifestantes, apoyo a grupos que luchan por la vía armada contra el gobierno, etc. Estas formas de participación no son, generalmente, reconocidas como tales. Sin embargo, constituyen casi la única forma de participación efectiva para sectores sociales que se consideran excluidos (sin inclusión social), que no apoyan la democracia ni sistema político alguno, que no confían en los canales de participación regulares del sistema político y que ven en los métodos de la participación política agresiva el único medio para poder influir en y cambiar las decisiones políticas del gobierno. En resumen, aunque es cierto que las elecciones representan sólo una forma de participación política, esto no disminuye su importancia, puesto que las elecciones constituyen el medio a través del cual se garantiza la participación de la gran masa de la población. En estas circunstancias, parece correcto el enfoque participatorio que busca aumentar la influencia de las elecciones como un método para ampliar y democratizar las bases del proceso de decisión política en las democracias occiden- tales. Las elecciones en sistemas políticos no competitivos Los países que formaban parte del desaparecido bloque soviético constituyen un ejemplo histórico clásico de sistemas políticos donde Iós líderes políticos empleaban elecciones no competitivas como un instrumento de control sobre la población. El concepto de democracia en los sistemas políticos socialistas tenía un origen muy distinto al de las democracias liberales occidentales. En la ex Unión Soviética, por ejemplo, el gobierno del Partido Comunista y sus aspiraciones de liderazgo no se sustentaba en elecciones: la legitimidad del sistema de partido único y el poder del Partido Comunista yacían en la misión histórica de la clase trabajadora de acuerdo a las necesidades de las leyes objetivas del desarrollo social. Bajo tales condiciones, las elecciones servían como un instrumento para mantener la estructura de poder establecida y no para cuestionarla. Así, las elecciones estaban sujetas al control absoluto del Partido Comunista y del Estado. La oposición no podía manifestar sus opiniones. Importancia y función de las elecciones • 19 Las elecciones en los sistemas políticos autoritarios Las elecciones en los Estados autoritarios no cuestionan las relaciones de poder vigentes. En los sistemas autoritarios también se celebran elecciones, pero sólo para confirmar las relaciones de poder existentes. A diferencia de las democracias, en estos sistemas no se logran cambios fundamentales en la estructura de poder directamente a través de elecciones. Por otra parte, a diferencia de los sistemas totalitarios, la oposición dispone de la posibilidad de manifestar, dentro de ciertos límites, sus puntos de vista. Puede haber incluso partidos de oposición legalizados. Es más, el disenso político puede canalizarse a través de la abstención electoral. Por lo tanto, el control sobre el proceso electoral no es totaUAunque los resultadQsJe las elecciones en los sistemas autoritarios no cuestionan la dominación del partido (o partidos) pro-régimen, éstos pueden ejercer cierta influencia sobre el comporta- miento de los líderes políticos, quienes a menudo reaccionan rápidamente, incluso ante pequeñas variaciones en los porcentajes de apoyo o de rechazo electoral. Así mismo, es necesario considerar que en los sistemas autoritarios las elec- ciones se hallan mucho más expuestas a la competencia de los ideales democráticos y de elecciones libres que erylos sistemas totalitarios. Este hecho se refleja en las frecuentes reformas de las leyes electorales, que buscan generar en la población la impresión de que se está avanzando hacia el establecimiento o restablecimiento de las condiciones democráticas (aquí, el ejemplo por excelencia es México). • Cuadro 1 - Importancia y función de las elecciones Elecciones Elecciones Elecciones competitivas semicompctitivas no competitivas Importancia en el proceso político grande reducida Posibilidad de elegir alta limitada Libertad de elegir garantizada limitada Posibilidad decambiar el gobierno sí no Legitimación del sí no se intenta sistema político casi nunca Tipo de sistema democrático autoritario político mínima anulada anulada no casi nunca o nunca totalitario
  • 9. 16 • Elecciones y sistemas electorales Funciones de las elecciones Las elecciones pueden cumplir múltiples funciones. Una primera distinción se deriva de la clasificación en tres tipos básicos de sistemas políticos. Pero, incluso en los sistemas democráticos, las elecciones desempeñan funciones diferentes. Funciones de las elecciones competitivas Las elecciones en las democracias occidentales pueden ser interpretadas como un acto a través del cual: - el electorado expresa su confianza en las personas elegidas; - se elige un parlamento representativo y ) - se puede ejercer control, reelegir o destituir al gobierno de turno. Por lo general, estos supuestos parten de ideas sobre las funciones que deberían cumplir las elecciones. Es erróneo suponer que en la práctica las elecciones sólo cumplen una única función. Por el contrario, desempeñan diversas funciones al mismo tiempo. Así, la expresión de confianza, la constitución de un cuerpo representativo y el ejercicio del control se llevan a cabo de manera simultánea, aunque en distinto grado. Las funciones específicas de las elecciones dependen del contexto social, institucional y político en el que se llevan a cabo. En países caracterizados por la fragmentación social, las ¿lecciones pueden cumplir la función de asegurar una representación justa a los distintos grupos socioculturales o de superar políticamente las líneas divisorias entre grupos, formando mayorías parlamentarias. En Malasia, p.ej., se pretende que las eleccio- nes conduzcan al mismo tiempo a la representación de todos los grupos étnico- religiosos y a la formación de un gobierno mayoritario. Esto implica que la competencia entre los partidos políticos tiene que ser limitada. En sociedades más homogéneas, la función de las elecciones puede radicar principalmente en generar competencia por el liderazgo político entre los partidos. Dicha competencia será, no obstante, una lucha por obtener una mayoría parlamen- taria sólo si el sistema de partidos es reducido en número. Por el contrario, la competencia en un sistema multipartidista se centrará en la obtención de porcentajes de los votos emitidos y cuotas de representación en el parlamento. En principio, las funciones concretas de las elecciones están determinadas por tres factores estructurales: 1) La estructura de la sociedad: el proceso electoral, las funciones de las elecciones y el comportamiento del votante individual están determinados por la clase, la estratificación social, la estructura étnica, la religión, la existencia de grupos de presión y la profundidad de los antagonismos sociales. 2) La estructura del sistema político: el proceso electoral, las funciones de las elecciones y el comportamiento del votante individual dependen también de la estructura del sistema político. Las funciones de las elecciones variarán en un sistema de gobierno parlamentario y en uno presidencialista. En un sistema parlamentario, es necesario tomar en cuenta la distribución interna de poder en el sistema político, así como si el centro de poder político se encuentra en el parlamento, en el gabinete, o en el canciller/primer ministro I as lime iones de las Importancia y función de las elecciones • 19 elecciones y el comportamiento electoral individual diferirán, así mismo, en un Estado unitario y en uno federal, y ambos se verán afectados, a su vez, por la cultura política, las pautas dominantes en el proceso de decisión política y los modos de resolución de conflictos (competencia o concordancia como pautas de canalización de conflictos, representación mayoritaria o proporcional). 3) La estructura del sistema de partidos: el proceso electoral, las funciones de las elecciones y el comportamiento del votante individual están determinados, entre otros factores, por el número de partidos que compiten por obtener representación parlamentaria, su tamaño respectivo y la distancia ideológica existente entre los distintos partidos. En sociedades relativamente homogéneas, sin clivajes profundos, con un sistema parlamentario y cuyo sistema de partidos lo integran pocos partidos, las elecciones pueden desempeñar las siguientes funciones: - legitimación del sistema político y del gobierno formado por un partido o por una coalición de partidos; - expresión de confianza en los candidatos y en los partidos políticos; - reclutamiento de la élite política; - representaciófi de opiniones c intereses del electorado; - ajuste de las instituciones políticas a las preferencias de los votantes; - movilización del electorado en torno a valores sociales, metas y programas políticos e intereses político-partidistas; - concientización política de la población mediante la clarificación de los problemas y las alternativas políticas; - canalización de los conflictos políticos mediante procedimientos pacíficos; - integración de la pluralidad social y formación de una voluntad común políticamente viable; - estímulo de la competencia por el poder político sobre la base de programas alternativos; - designación del gobierno a través de la formación de mayorías parlamenta- rias; - establecimiento de una oposición capaz de ejercer control sobre el gobierno; - oportunidad de un cambio de gobierno. En sociedades menos homogéneas, con sistemas multipartidistas, las eleccio- nes sólo pueden cumplir con algunas de las funciones mencionadas. Por ejemplo, la cuestión de qué partido formará parte del gobierno no se decide en las elecciones, sino que será fruto de las negociaciones sobre coaliciones que realizarán los líderes partidistas después de las elecciones. No obstante, las elecciones competitivas servirán siempre como instrumento de legitimación del sistema político y del ejercicio democrático del poder. Funciones de las elecciones no competitivas Las elecciones en los sistemas políticos no competitivos carecen de todas aquellas funciones inherentes al concepto democrático liberal, como las derivadas de la competencia abierta y la libertad de opción. F.n consecuencia, estas elecciones no implican la legitimación del poder |x>lítico o su control; sin embargo, esto no signilica que las elecciones no competitivas carezcan de toda función. Como
  • 10. 18 • Elecciones y sistemas electorales instrumento de dominación, las elecciones no competitivas son vistas por el marxismo-leninismo como un medio para apoyar el desarrollo del socialismo, i.e., como un medio para lograr: - la movilización de todas las fuerzas sociales; - la elucidación de los criterios de la política comunista; - el fortalecimiento de la unidad política y moral del pueblo; - el testimonio de la unidad entre la clase trabajadora y el Partido, mediante la obtención de porcentajes máximos de participación y de aprobación de los candi- datos en listas únicas. ' Por lo tanto, las funciones de las elecciones no competitivas en los sistemas políticos socialistas se basan en un concepto propio sobre éstas. Funciones de las elecciones semicompctitivas Las elecciones semicompctitivas abarcan situaciones histórico-electorales muy diferentes, cuyas características no son ni completamente liberales ni absolu- tamente represivas frente a la oposición. Sus funciones se orientan hacia las elecciones competitivas más que hacia las no-competitivas; y, sobre todo, se ven más frecuentemente confrontadas con el ideal democrático. Aunque las elecciones semicompctitivas no cuestionan la estructura de poder existente, la élite dominante busca legitimar su poder a través de ellas. La intención consiste en crear la apariencia de condiciones liberal-democráticas, no tanto en el escenario político interno, donde la oposición sabe perfectamente cuáles son los límites de su influencia política, sino más bien frente a la opinión pública interna- cional. Dichas elecciones pueden relajar hasta cierto punto la situación política local, pueden hacer visible la existencia de una oposición y, en ciertos casos, generar reajustes en el aparato de poder. En consecuencia, las elecciones semicompctitivas pueden servir para estabilizar regímenes autoritarios. En ello radica su función principal, basada en las demás funciones específicas ya mencionadas, las cuales son: - el intento de legitimar la estructura de poder existente; - relajar la situación política en el ámbito interno; - mejorar la reputación en el nivel internacional; - permitir la manifestación (e integración parcial) de la oposición política; - lograr un reajuste en la estructura de poder con el fin de estabilizar el sistema. A causa de la gran diferencia de los problemas sociopolíticos prevalecientes en cada Estado en particular, hay que examinar las funciones de las elecciones semi- compctitivas en los términos específicos de cada país y de cada régimen. Democracia defensiva y elecciones de apertura Las categorías mencionadas anteriormente son categorías sistemáiico-clasifi- catorias, que permiten ordenar la mayor parte de los casos empíricos pero, sin duda no todos. Debe ponerse una atención especial en aquellas clcccioncs en las que se contradicen la estructura del sistema político y las intenciones y consecuencias de una elección. Para ello hay que distinguir entre dos siinai iones elote iones en las Importancia y función de las elecciones • 19 democracias, que representan una amenaza para la democracia y elecciones en regímenes autoritarios, que buscan superar la estructura autoritaria del sistema político. En la teoría de la democracia se ha discutido desde siempre sobre si debe considerarse como democrática una elección en la que el electorado se pronuncia a favor de un partido que, restringiendo la posibilidad de revocar decisiones tomadas, quiere eliminar la democracia (entendida aquí sobre todo como la elección entre distintas opciones políticas). En la teoría de la democracia no se legitima el camino de la democracia a la dictadura a través del voto del electorado. En este sentido se desarrolló el concepto de la democracia defensiva, según el cual pueden ser proscritos aquellos partidos políticos que se plantean como meta la eliminación de la democracia. En los regímenes autoritarios, las elecciones también pueden tener la función de abrir el régimen. Esta función fue posible observarla en los años ochenta, cuando, bajo las condiciones autoritarias existentes en América Latina, varias elecciones y consultas populares arrojaron, por primera vez, resultados desfavorables para los detentadores del poder (Uruguay en 1981; Chile en 1988; Nicaragua en 1990). Dichas elecciones puéden denom inarse "elecciones de apertura" (opening elections). Las elecciones de apertimj ocurren cuando gobernantes autoritarios organizan elecciones libres y honestos, del tipo occidcntal-dcmocrático, o dentro de un marco que sigue siendo autoritario o semiautoritario. Una elección de apertura tiene la función de avanzar de manera determinante hacia un nuevo régimen: el sistema democrático. El mejor criterio para identificar elecciones libres y virtualmcntc de "apertura" es una victoria electoral de la oposición democrática frente al régimen defacto. Cuando triunfa la oposición, se hace muy difícil sostener el argumento de que las elecciones no fueron libres. La victoria de la oposición no es, empero, el único criterio; a través de elecciones libres también pueden resul tor confirmadas'las relaciones de poder existentes (Angola en 1992; Kenia en 1992; Paraguay enl993), pero éstas exhibirán entonces una legitimación democrática. Sin embargo, una elección libre en un contexto político autoritario o de extrema polarización política entre los que detentan el poder y los que intentan desplazarlos, puede fracasar en conseguir el significado de una elección de apertura porque no se reconozca el triunfo de la oposición (son los casos, por ejemplo, de Panamá enl988 y de Haití en 1991), o porque la oposición no reconozca el triunfo de los detcntadorcs del poder, dado que ésta puede ver las elecciones como algo puramente estratégico para '»llegar al poder y no como un valor democrático en sí mismo (como ocurrió en Angola en 1992).
  • 11. El derecho de sufragio y el proceso de democratización política Para una comparación entre la evolución del sufragio y el proceso de democra- tización política en los países industrializados y los países en vías de desarrollo, es útil distinguir entre la democratización del sufragio y la democratización del sistema político. En el centro del proceso de democratización en los países industrializados estuvo por más de un siglo la instrumentación del sufragio universal, igual, directo y secreto (lo que equivale al proceso de democratización fundamental). Por cierto, en los países industrializados se había establecido la división de poderes —legislativo, ejecutivo yjudicjal— y las elecciones se celebraban como un método para seleccionar y nombrar a los miembros de los órganos representativos. Pero esto no se hacía de acuerdo con los principios del sufragio universal, cuya instrumentación generalizada sólo se logró como resultado de un proceso lento y gradual. En los países industrializados la democratización del sufragio se dio después de que se hubiera establecido la separación de poderes, el Estado de derecho y el pluralismo político en los respectivos sistemas políticos. En cambio, en el proceso de democra- tización en los países en desarrollo, todavía continúa vigente la demanda de democratizar el sistema político o la preocupación por conservar y consolidar la democracia como forma de gobierno. Siguiendo el modelo de los países industria- lizados, en muchos de los países del tercer mundo se impuso, aunque con cierto retraso, la democratización del sufragio. Pero esto se produjo a menudo antes de que rigiera, en los hechos, la división de poderes, el Estado de derecho y el pluralismo político (por ejempo, en los países de América Central, salvo Costa Rica). El derecho de sufragio La democracia liberal se basa en el reconocimiento del sufragio universal, igual, directo y secreto. La elección democrática de los poderes políticos constitu- cionales —en especial del parlamento y, en sistemas presidencialistas, también del presidente— constituye, junto a la libertad de expresión, de reunión, de asociación y de prensa, uno de los prerrequisitos fundamentales de la democracia moderna. Componentes indiscutibles de la teoría de la democracia desde la revolución francesa, los derechos de participación política sólo se lograron imponer a través de un largo proceso histórico. Si bien los derechos de participación política no se agotan en el derecho de elegir, ejercido periódicamente para la renovación política de órganos representativos ei) distintos niveles, las elecciones constituyen, sin embargo, no sólo la forma más importante de participación institucionalizada sino también la forma de participación a través de cuyo ejercicio se reducen al máximo las desigualdades sociocstructurales
  • 12. 2 2 • Elecciones y sistemas electorales Los principios del sufragio (ver resumen en recuadro 1), cambiaron desde el punto de vista jurídico-histórico y conceptual. Por consiguiente, no sólo hay que observar si el sufragio era universal, sino también qué se entendía por "universal". En el siglo XIX, el concepto de sufragio universal comprendía únicamente el derecho de voto de los hombres. Hoy en día rigen cuatro principios para las elecciones democráticas, los cuales pueden definirse de manera precisa y confron- tarse así con las distintas regulaciones históricas del sufragio. Los principios fundamentales del sufragio: universal, igual, directo y secreto, se encuentran generalmente plasmados en el texto constitucional. 1. Universal: esta norma jurídica exige que todos los ciudadanos de un Estado, más allá de su sexo, raza, idioma, ingreso o propiedad, profesión, estrato o clase, formación, confesión o convicciones políticas, tengan el derecho de votar y de ser elegidos. i Este principio no se ve invalidado por el hecho de que se exija el cumplimiento de ciertos prerrequisitos imprescindibles, como una determinada edad, nacionali- dad, residencia, plena posesión de los derechos ciudadanos, además de estar en plena posesión de las facultades mentales y no sufrir ninguna condena legal. A lo largo de la historia, el sufragio se limitó esencialmente de tres maneras diferentes: a) a través de la exclusión directa de determinados grupos de la población, como minorías étnicas o religiosas, personas en situación de dependencia, mujeres, etc.; b) mediante el establecimiento de un censo (sufragio censitario), o la exigencia de un certificado de propiedad, renta o ingresos; c) exigiendo una determinada formación, como el haber concurrido a la escuela o ejercer una profesión, cuya consecuencia más común fue la exclusión de los analfabetos. El principio del sufragio universal puede violarse, asimismo, cuando se establecen edades distintas para la mayoría de edad y para ejercer el derecho de sufragio. 2. Igual: este principio exige que el peso de cada voto de las personas habilitadas para votar sea el mismo y que no esté diferenciado de acuerdo a la propiedad, ingreso, renta, formación, religión, raza, sexo o convicción política. Mediante este principio se postula la igualdad en el valor numérico de los votos. Con el principio de igualdad no son compatibles ni el sufragio de clase o curia, ni el sufragio plural: a) en el sufragio de clase o curia se subdivide al electorado en grupos muy diferentes entre sí en número, los cuales eligen una cantidad fija de diputados; b) en el sufragio plural, el número de votos disponibles para los electores hábiles se diferencia otorgando votos adicionales a determinados grupos de personas (propietarios, padres de familia, etc.). El principio de la igualdad resulta, además, importante para la organización técnica de la elecciones, sobre todo en el ámbito de la delimitación de las circunscripciones electorales. Para garantizar la igualdad en el valor numérico de los votos, la delimitación de las circunscripciones electorales tiene que hacerse cuidando de mantener una relación aproximadamente igual entre la población (o electores hábiles) y los diputados a ser electos, en términos de los valores en el ámbito nacional. El postulado del sufragio igual es hoy prácticamente el más importante de lodos los principios del sufragio! 3. Secreto: estcprincipiocxigc que la decisión del electoral emitir-su voto (hoy en día generalmente mediante una boleta) no pueda ser conocida |*>i terceros. El principio se diferencia de todas las formas de. emisión abieit.i (vtno firmado) o pública del voto (ve lo nominal). Su realización se halla !M|O I.I Inicia de la El derecho de sufragio y el proceso de democratización política • 2 3 organización electoral (suministro de cabinas o cuartos secretos, urnas, etc.). 4. Directo: el votante determina directamente a sus representantes. Este principio constituye lo opuesto de las elecciones indirectas que prevén gremios intermedios (p.ej. electores, colegios electorales, etc.) entre el votante y el elegido. Hay que distinguir entre elecciones indirectas formales (los representantes intermedios están atados al voto de los ciudadanos) y elecciones indirectas sustan- ciales (los representantes intermedios son libres de elegir a los representantes según sus propios criterios). Proceso de extensión del sufragio democrático En los países occidentales industrializados el proceso de extensión del sufragio universal e igual (en los términos de entonces: one man, one vote, one valué) tuvo un desarrollo muy distinto. Se llevó a cabo aproximadamente en el transcurso de 100 años: mientras que antes de 1848 el sufragio universal masculino todavía no existía en ningún país, el sufragio democrático ya constituía una realidad inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, con la excepción de unos pocos casos (en Suiza, las mujeres estuvieron excluidas del derecho de sufragio hasta 1971; en la España franquista, rigió hasta 1975 la concepción de un sufragio orgánico; en Portugal, no se eligió de manera democrática hasta la Revolución de 1974). Desde una perspectiva comparada (ver cuadro 2), pueden distinguirse países que introdu- jeron muy pronto el sufragio universal masculino (Francia, Alemania, Suiza, por momentos España, Nueva Zelanda). Algunos países (Australia, Finlandia, Austria) lo instauraron poco antes de la Primera Guerra Mundial, mientras que otros lo introdujeron en el transcurso o poco después de ella, de tal modo que hacia 1920 regía el sufragio universal masculino en todos los países occidentales industrializa- dos. — — — Recuadro 1 Principios del sufragio Universal: todos los ciudadanos de un Estado tienen el derecho de votar y ser elegidos, más allá de su sexo, raza, idioma, ingreso o propiedad, profesión, estrato o clase,formación, confesión o convicciones políticas. Igual: este principio exige que el peso de cada voto de las personas habilitadas para votar sea el mismo y que no esté diferenciado de acuerdo a la propiedad, ingreso, renta, formación, religión, raza, sexo o convicción política. Secreto: este principio exige que la decisión del elector al emitir su voto (hoy en día generalmente mediante una boleta) no pueda ser conocida por terceros. liireelo: el volante ilelermin.i directamente 11 sus representantes. No hay organismos intermedios entre flet torr.v y rrpreenttinlr
  • 13. 22 • Elecciones y sistemas electorales Antes de 1900, las mujeres sólo estaban habilitadas para ejercer el sufragio en Nueva Zelanda; tras esta fecha, también en Finlandia y Noruega. Luego de la Primera Guerra Mundial, la mayoría de los Estados industrializados introdujeron el sufragio femenino (algunos junto al sufragio universal masculino). Unicamente en un conjunto de países latinos, mayormente católicos (Francia, Italia, Bélgica, Portugal, España; ya mencionamos el caso especial de Suiza), hubo que esperar hasta después de la Segunda Guerra Mundial para que las mujeres obtuvieran el derecho al sufragio. En Estados Unidos, sólo los blancos tenían el derecho de votar, y esta situación persistió hasta la Guerra Civil; aunque después de ésta se les concedió el derecho Cuadro 2 La democratización del sufragio en 22 países de la OCDE* País Sufragio universal Sufragio universal masculino femenino Alemania 1869/1871 1919 Australia 1903 1908 Austria 1907 1918 Bélgica 1919 1948 Canadá 1920 1920 Dinamarca 1915/1918 1918 España 1869/1907 1869/1931 Finlandia 1906 1906 Francia 1848 1946 Gran Bretaña 1918 1928 Grecia 1877 1952 Islandia 1915 1915 Irlanda 1918/1922 1918/1922 Italia 1912/1918 1946 Japón 1925 1947 Luxemburgo 1918/1919 1919 Nueva Zelanda s 1889 1893 Noruega X 1897 1913 Países Bajos 1917 1919 Portugal 1911 1974 Suecia 1921 1921 Suiza 1848/1879 1971 •Primeraintroducción; no se consideran derogaciones posteriores del sufragio universal (como eit España 1936-1976) y restos del sufragio restringido para determinados grupos (como respecto a los aboripciu-s en Australia, quienes votaron por primera vez en 1962) Fuente: Stcrnhrrgrr/Vogcl/Nohlrn, 1969, Nulilrn. I97H El derecho de sufragio y el proceso de democratización política • 2 5 de voto a los negros mediante una enmienda constitucional, los blancos siguieron haciendo uso de otros medios de manipulación para impedir que los negros ejercieran su derecho democrático, amparado ahora por la Constitución. Dichas discriminaciones no desaparecieron hasta entrados los años sesenta. Las prácticas electorales en Estados Unidos demuestran la importancia de analizar siempre no sólo la democratización formal del sufragio, sino también la realidad política existente. El proceso de disolución gradual de las limitaciones del sufragio comprendió, en general, todos los principios del sufragio al mismo tiempo, hasta alcanzar finalmente los estándares del sufragio democrático. En Alemania, las divergencias fueron muy marcadas en el caso de Prusia, pues allí —bajo la forma de un derecho de sufragio dividido en tres clases— se mantuvo durante el período del Imperio (1871-1918) un sufragio desigual, indirecto y abierto de forma paralela al sufragio / universal. En Bélgica, la desigualdad en el valor de los votos se agudizó con la ampliación del sufragio. Como en todas partes, también en Prusia se impuso el sufragio directo y secreto con la Primera Guerra Mundial. Si se considera los modelos de Stein Rokkan (1968) sobre el desarrollo del sufragio democrático, no sorprende que fuera Gran Bretaña el último país en abolir el sufragio desigual, al abandonar el derecho de sufragio especial para universitarios en 1948. Así tenemos, por un lado, el modelo inglés, más lento, con una extensión gradual y sin reveses, pero con largos períodos de reconocimiento formal de desigualdades y, por otro, el modelo franeés de introducción temprana y súbita del sufragio universal e igual, pero con constantes recaídas y tendencias plebiscitarias para ganar el apoyo de las masas. Entre estos dos casos extremos pueden ubicarse los demás países. Normalmente, los partidos de los trabajadores reclamaron y lucharon por el sufragio universal. Casos excepcionales como el de Bélgica, donde los socialistas votaron por mucho tiempo en contra del sufragio femenino por temor a las preferencias más conservadoras de las mujeres, no deben, sin embargo, ignorarse. La democratización del sufragio vía referéndum probó no ser muy funcional. En tal sentido, no sólo hay que mencionar el caso de Suiza con repetidas decisiones negativas respecto a la introducción del sufragio femenino, sino también el de Dinamarca, donde en 1969 el electorado se pronunció en contra de bajar a 18 años la edad para votar, medida que se aprobó diez años más tarde, después de otro referéndum. Si dirigimos ahora nuestra mirada hacia los países del tercer mundo, es aún más difícil emitir juicios generalizadores, debido a la gran heterogeneidad en el desarrollo de los distintos países. Los diversos problemas en el desarrollo de la democracia se ven reflejados, así mismo, en el sufragio; algunos incluso se originaron en él. En lugar de un desarrollo evolutivo hacia una democracia pluralista, nos enfrentamos a menudo con un desarrollo cíclico entre democracia y dictadura. Mientras que en los países occidentales industrializados es posible comprobar, en general, un cierto nivel de desarrollo uniforme de la democracia bajo la forma de poliarquías (en el sentido de Robert Dahl, sin querer afirmar con esto que la historia haya alcanzado su fin), los países del tercer mundo se hallan más o menos lejos de este nivel de desarrollo. Junto a países que alcanzan de forma aproximada el nivel de iHirtici/uitioH <md rompetition de los países occidentales industrializados. se encuentran otros que todavía siguen siendo gobernados de
  • 14. 22 • Elecciones y sistemas electorales manera absolutista. Alguna forma de limitación de la democracia sigue vigente hasta el presente en la mayor parte de los países en desarrollo. La negación total del derecho de sufragio y de la competencia entre partidos representa tan sólo su forma más extrema. Respecto al proceso de extensión del sufragio propiamente tal, podemos comprobar que, en comparación con los países occidentales industrializados, en los países del tercer mundo éste generalmente comenzó más tarde, contuvo más etapas y se llevó a cabo de forma más lenta. Así mismo, en los países en desarrollo, el proceso de ampliación del sufragio no coincidió con el establecimiento de demo- cracias estables y durables. La cuestión de si estas diferencias en la ampliación del sufragio entre los países industrializados y los países en desarrollo son más pronunciadas que las que encontramos entre los mismos países del tercer mundo, sigue siendo un interrogante abierto. En todo caso, es difícil formular generaliza-/7 ciones para los países en desarrollo. En el tercer mundo encontramos algunos países donde el sufragio universal masculino regía al mismo tiempo que en los países industrializados occidentales (Argentina, Uruguay); pero también hallamos otros donde aún no tienen sufragio universal (p.ej. en las monarquías islámicas). En el tercer mundo, hay diferencias importantes entre los países que fueron descolonizados tempranamente (primera mitad del siglo XIX) y aquellos dcscolonizados más tarde (segunda mitad del siglo XX). En los países de descolonización temprana pueden identificarse las siguientes etapas en la ampliación del sufragio: sufragio universal masculino, sufragio femenino, inscripción de los electores (formalmente habilita- dos) en los registros electorales (sufragio efectivo), sufragio para los analfabetos. Si comparamos dos países latinoamericanos con tradición democrática, como Uruguay y Chile, por ejemplo, podemos observar que el sufragio universal masculino en Uruguay incluía, ya en 1916, a los analfabetos; en Chile, por otro lado, los analfabetos obtuvieron el derecho de sufragio sólo en 1970, después de la introducción del sufragio femenino que tuvo lugar en 1952. Es más, la condición formal necesaria para volar (la inscripción en los registros electorales), en los casos donde la inscripción no era automática, resultó un gran obstáculo para la extensión del sufragio a los sectores bajos de la población, especialmente a los campesinos. En Chile, la diferencia entre los electores hábiles y el caudal efectivo de electores se elevaba, a principios de los años sesenta, a 1,3 millones (cifra equivalente a un tercio de los electores hábiles). Por el contrario, en los países de descolonización tardía, el sufragio democrá- tico fue introducido en un único paso, generalmente antes de la independencia política. En la mayor parte de los países de las Indias Occidentales Británicas, el sufragio universal, igual, directo y secreto, se garantizó a veces diez, a veces veinte, y en el caso de Antigua y Barbuda, incluso treinta años antes de la independencia política. En los países africanos, la concesión del sufragio universal a la población nativa se produjo poco antes de la independencia; en la zona colonial francesa, a través de la Loi Cadrc de 1956; en la británica, de manera correspondiente con el respectivo proceso de descolonización a partir de mediados de losiños cincuenta. En Rodcsia, donde ya desde 1923 se celebraban elecciones para el Legislativo Council,cI mantenimiento hasta 1971 de un sufragio censiiario y basado en el color de la piel, violaba el principio de igualdad del sufragio. Duianie la vigencia del aparthcid en Sudáírica, se conservó liasia 1994 un sulragio limitado de acuerdo con El derecho de sufragio y el proceso de democratización política • 26 criterios racistas, que excluía de su ejercicio a dos tercios de la población. Distintos percances en el desarrollo de algunos países también tuvieron como consecuencia la limitación del sufragio, como en el caso de Sri Lanka, donde los tamiles ceilandeses perdieron el derecho de voto tras la independencia política; sin embar- go, estos casos son muy poco comunes. La realización del sufragio igual constituye un problema en casi todos los países étnicamente heterogéneos. A menudo, se intenta mantener las precarias relaciones de poder existentes sin considerar las proporciones demográficas de los grupos étnicos (por ejemplo, en El Líbano); a veces, el censo poblacional se transforma en una cuestión política de primer grado, impidiendo que se realice el principio del sufragio igual. Cabe mencionar además que la instrumentación del sufragio democrático en algunos países del tercer mundo no significó una inclusión real en el sistema político, debido a la falta de competencia política del sistema, cambiando así el significado de las elecciones. Así mismo, las estructuras organizativas de carácter político-administrativo en esos países muchas veces no estaban lo suficientemente desarrolladas como para poder esperar que se celebraran elecciones limpias, de tal manera que se reducía la legitimidad de las elecciones. Distintos tipos de manipu- laciones electorales fueron a menudo la causa de cambios de régimen y de intentos violentos de quebrar las relaciones de poder. Ante este problema, la asistencia y observación internacional de las elecciones han producido mejoras considerables en los últimos años. La comunidad internacional tiene un gran interés en que se garanticen los derechos políticos como derechos humanos en cada país en particu- lar. Causas y consecuencias de la extensión del sufragio El número de variables que habría que considerar para un análisis causal sistemático de la expansión del sufragio es muy elevado. En el caso de los países industrializados, entre los factores más relevantes podrían contarse los siguientes: el grado de industrialización y su timing, las transformaciones de la estructura social, los procesos migratorios, diferencias en las relaciones socioculturales (etnias, confesiones), reformas constitucionales (parlamentarización), capacidad de acomodamiento (moderación y cooperación) de las élites, así como procesos de ^secesión y guerras. Incluso la relación entre la industrialización y la extensión del Sufragio varía mucho de país en país; surgen problemas de coordinación entre ambos procesos, de gran importancia para la integración de los estratos de la población a los que se extiende el sufragio. Dado que tampoco puede establecerse una relación directa entre el grado de industrialización y la fuerza del movimiento de los trabajadores o del partido socialista, no es posible desarrollar un modelo general ni siquiera para este campo limitado de factores causales de importancia para la expansión del sufragio. La fuerza de los socialistas finlandeses, que llegaron al gobierno en 1916, no resultó del grado de industralización y del timing, o de la introducción relativamente temprana del sufragio universal, sino de la articulación de conflictos originada en la sociedad de cuatro Estados del siglo XIX. Tampoco resulta unívoca la relación entie la democratización del sufragio y la parlamentari- zación del sistema político, dos líneas claves del desarrollo de la transformación
  • 15. 22 • Elecciones y sistemas electorales constitucional en Europa desde la revolución francesa. En Gran Bretaña, el desarrollo del gobierno parlamentario se dio en el marco de un sufragio limitado que favorecíauna representación relativamente homogénea de los intereses sociales. En oposición a este caso modelo, la parlamentarización del sistema político en Suecia y Alemania sólo pudo imponerse tras la democratización del sufragio. La mediación histórica específica de estos factores en el proceso de cambio social y político-constitucional (simultaneidad, no simultaneidad, diferencias en la secuencia) tuvo consecuencias duraderas para: a) la capacidad de integración del sistema político y el reconocimiento de las decisiones tomadas por éste; b) la estructura de la competencia política (partidaria); c) las distancias ideológicas entre los encargados de expresar los conflictos sociales. Allí donde el sufragio universal se dio como resultado de una dura lucha de un movimiento de los trabajadores previamente existente, se formaron partidos de los trabajadores radicales, basados en la idea de la lucha de clases; mientras que allí donde el acceso a los derechos de participación política resultó menos difícil, dichos partidos tuvieron un carácter más reformista y se mostraron más dispuestos a colaborar con los partidos burgueses. Seymour Martin Lipset encontró pruebas a favor de la segunda alternativa, especialmente en el ejemplo de los países escandinavos (Dinamarca, Noruega, Suecia). Un proceso de integración similar puede observarse, también, en Gran Bretaña, donde —bajo las condiciones de un sufragio en proceso de expansión gradual y del sistema de mayoría relativa— los liberales estuvieron dispuestos a hacer pactos electorales con el movimiento de los trabajadores (Labour Representation Committee), aunque desde un comienzo parte de la clase trabajado- ra (los así llamados working class conservatives) votara a favor del partido conservador burgués. Por el contrario, en el Imperio alemán, el sufragio universal se asoció con una estricta represión de los socialistas, y el sufragio fue funcionalizado por Bismarck en términos de los intereses conservadores-agrarios: se tenía la esperanza de poder movilizar'a los electores en el campo —considerados como electores dependientes que se podían manipular a voluntad— en contra de la oposición burguesa (progresista, en el sentido de favorecer un desarrollo industrial). La consecuencia clave de la expansión del sufragio fue el crecimiento de los partidos de los trabajadores, lo que no cuestionó en sus fundamentos a the rule of capital, sino que colocó la expresión del conflicto social fundamental en el nivel del sistema político, quitándole así su radicalidad original. Junto a la línea de conflicto o clivaje socioestructural, adquirió importancia la línea de conflicto sociocultural para la representación política, ya que los partidos políticos optaron por una representación de acuerdo a los principios de la representación proporcional con el fin de reproducir la estructura social del electorado. Dado que la integración del movimiento de los trabajadores en los países anglosajones se llevó a cabo de forma diferente, no se manifestaron allí, en un principio, demandas de un cambio en el sistema electoral. Bajo dichas condiciones: sufragio universal y principio de representación estable (representación por mayoría o representación proporcional), se pudieron "congelar", a finales de la Primera Guerra Mundial, las/estructuras de los sistemas de partidos a lo largo de las líneas de conflicto sociales por varias décadas. I• n el tercer mundo, sólo en unos pocos casos la ampliación del sufragio se inicio junto con el proceso de industrialización y el respectivo proceso de cambio El derecho de sufragio y el proceso de democratización política • 28 social (como en las sociedades de clase media de Argentina y Uruguay). En parte, las normas democráticas se instrumentaron sin que estuvieran presentes los prerrequisitos socioestructurales y político-administrativos, de tal forma que en muchos casos la ampliación del sufragio no pudo concretarse por mucho tiempo. En vista de las grandes desigualdades sociales y de la falta de participación social por parte de las grandes masas de la población, el sufragio universal no adquirió la misma importancia que en los países industrializados. Las fuerzas sociales y políticas que, bajo estructuras sociales subdesarrolladas, apoyaban la extensión del derecho de sufragio, eran a menudo demasiado débiles como para cuestionar el poder de los sectores tradicionales dominantes a través de la inclusión de nuevos sectores en el sistema político. Esta posible consecuencia del sufragio universal se evitó en varios países mediante la suspensión de la democracia; especialmente allí donde eran muy bajas las probabilidades de los grupos oligárquicos de participar con éxito en la competencia electoral. Contrariamente a las democracias occiden- tales, participación y competencia (inclusión andeontestation) —las dos dimensio- nes del desarrollo democrático moderno^no se reforzaban mutuamente sino que estaban más bien relacionadas de modo problemático, de forma que una (inclusión) excluía a la otra (conteslation). En muchos países (por ejemplo en los países centroamericanos, salvo Costa Rica), las estructuras autoritarias en el sistema político no se quebraron cuando se permitió a las masas participar en las elecciones. ¿ j » Además, el reconocimiento de los principios que rigen el sufragio democrático permaneció a menudo limitado a lo formal, al igual que un proceso electoral frecuentemente caracterizado por prácticas corruptas. En resumen, en muchos países es apenas en el contexto de la rcdemocratización de los sistemas políticos cuando se ha producido un proceso de adaptación de las elecciones a los estándares de los países occidentales. En la medida en que se afirmaba esta tendencia hacia el sufragio universal e igualitario y elecciones honestas y pluralistas, fue ganando mayor importancia la cuestión del sistema electoral como elemento clave en la estructuración de la representación política.
  • 16. Sistemas electorales: cuestiones claves Este capítulo provee una introducción al tema de los sistemas electorales a través de algunas precisiones terminológicas, reflexiones conceptuales y conside- raciones evaluativas. El propósito es, por un lado, facilitar la comprensión del problema que plantean los sistemas electorales, el cual se evidencia en el cúmulo de controversias y confusiones que rodean la materia; por otro lado, transmitir las posiciones conceptuales y evaluativas propias del autor que subyacen este estudio y que se plantean con el propósito de orientar al lector. ¿Qué concepto de sistema electoral? En todo análisis y debate sobre los sistemas electorales es imprescindible saber qué se entiende por sistema electoral. Esto resulta particularmente importante dado que, por un lado, el término parece entenderse por sí mismo y, por otro, en la práctica se define de manera múltiple. Vale mencionar que en la ciencia política tampoco existe un consenso al respecto. En términos generales, se puede distinguir entre un uso del concepto más restringido (con 1 imites fijos) y un uso más amplio (con límites variables). En el debate político sobre sistemas electorales, especialmente en países con menor experiencia electoral, se tiende a extender el concepto en extremo hasta abarcar todo lo relacionado con el proceso electoral: se parte del derecho de sufragio, se pasa por la administración electoral, hasta llegar al contencioso elec- toral. Aquí se recomienda diferenciar estrictamente los fenómenos mencionados. Para definir el concepto de sistema electoral —como para todo concepto científico—, el criterio por excelencia es el de su utilidad para fines analíticos; de acuerdo con esto, se impone, consecuentemente, una definición más restringida: los sistemas electorales determinan las reglas según las cuales los electores pueden expresar sus preferencias políticas y según las cuales es posible convertir votos en escaños parlamentarios (en caso de elecciones parlamentarias) o en cargos de gobierno (en caso de elecciones de presidente, gobernador, alcalde, etc.). Este concepto incluye las dimensiones relativas a circunscripciones, candida- tura, votación, conversión de votos en escaños. Engloba, así mismo, todos los elementos técnicos que permiten dar forma concreta a estas dimensiones c interre- lacionarlas para constituir un sistema electoral individual. El concepto se restringe electivamente a los elementos técnicos y proccdimcntalcs que sirven para estructurar las preferencias políticas a través del voto y convertir estos votos en escaños parlamentarios o puestos ejecutivos. Estos elementos tienen implicaciones políti- cas y la magnitud de sus electos varía indi vidual mente. Foresta razón, el interés del analista se cení ra en los elcmenlos que ejercen un mayor electo, como son el tamaño (le las e II c unse i I|K iones, l.i Im ínula de decisión o conversión y, de existir, la barrera
  • 17. 3 2 • Elecciones y sistemas electorales legal (ver más adelante, en este libro, el capítulo referido a los elementos particu- lares de los sistemas electorales y sus efectos). El concepto restringido de sistema electoral es útil, en primer lugar, porque centra la atención exclusivamente en este ámbito de elementos y efectos y, en segundo lugar, porque posibilita así un análisis diferenciado de este factor precisa- mente definido, el sistema electoral, en relación con los demás factores presentes en el proceso electoral y el de la formación de la representación política. En estos procesos, el sistema electoral es sólo un factor entre muchos otros. Es obvia la existencia de una interrelación de diferentes factores, situación que suele alimentar la tentación de discutir (al mismo tiempo) el conj unto de factores como partes de un mismo concepto amplio. El propósito y el método de un análisis politológico son, empero, precisamente contrarios a esta idea, apuntando más bien a la diferenciación de los factores para una mejor determinación de la función e importancia de cada uno de ellos en dicha interrelación o relación causal. ¿Qué importancia tienen los sistemas electorales? La importancia del sistema electoral como un factor estructurante del sistema político es un tema sobre el cual discrepan tanto los politólogos como los políticos. ¿Tiene el sistema electoral mayor importancia que otros factores institucionales tales como el sistema de gobierno (por ejemplo, la relación poder legislativo/poder ejecutivo)? ¿Es el sistema electoral más importante que factores sociopolíticos tales como la estructura social o los patrones dominantes de canalización de conflictos? Tomando en cuenta las afirmaciones de prominentes politólogos expertos en sistemas electorales, no hay duda acerca del rol fundamental desempeñado por los sistemas electorales. De acuerdo con Giovanni Sartori (1994, p. IX), el sistema electoral es "a most essential part ofthe working ofpolitical systems. Not only are electoral systems the most manipulative instrument ofpolitics; they also shape the party system and affect the spectrum of represenlation". Por su parte, Arend Lijphart (1994, p. 1) sostiene incluso que "the electoral system is the mostfundamen- tal element of representative democracy". Para algunos estudiosos de la materia, el destino de la democracia depende del sistema electoral aplicado. Así, algunos autores intentaron atribuir al sistema de representación proporcional la responsabilidad por el colapso de la República de Weimar (sobre el tema volveremos más adelante). Mientras que resulta posible discutir las afirmaciones de Sartori y de Lijphart, esta última posición es sin duda exagerada, pues pasa por alto el hecho de que, en general, los factores determinantes del desarrollo político son múltiples y de origen muy variado. En consecuencia, los intentos de establecer relaciones causales conducen casi siempre al monocausalismo, i.e., a la negación de la pluralidad de factores causantes. Pero tampoco es sostenible la posición opuesta, defendida con frecuencia, según la cual los sistemas electorales no tienen ninguna importancia. Esta interpretación no es válida por numerosas pruebas empíricas que nos permiten afirmar que los sistemas electorales influye¡i_sobre el comportamiento y los resultados electorales. / HI electo de los sistemas electorales sobre el proceso de formación di- l.i volun- Sistemas electorales: cuestiones claves • 33 tad política se puede constatar fácilmente en los resultados de las elecciones. Veamos, por ejemplo, el número de partidos políticos que entra en el parlamento: el sistema electoral es un parámetro decisivo; observemos también la formación de mayorías parlamentarias. Muchas veces, las mayorías parlamentarias de un partido se deben al efecto desproporcional producido por el sistema electoral a la hora de convertir votos en escaños. Así, el sistema electoral influye en el tipo de gobierno en términos de la alternativa gobierno unipartidista versus gobierno de coalición, lo que lleva a desarrollar culturas políticas diferentes. Así mismo, nos podemos preguntar qué partidos con representación parlamen- taria forman el gobierno: a menudo, no es el partido que obtuvo más votos el que forma el gobierno (sólo o en coaliciórvcon otros partidos). Hay sistemas electorales que posibilitan que el segundo y el tercer partido superen al primero en fuerza parlamentaria, formando un gobierno de coalición en contra del primero. Es más, existen sistemas electorales que pueden hacer que el segundo partido —en cuanto a votos obtenidos— acceda al gobierno, al adjudicarle más escaños en el parlamen- to. Por lo tanto, es posible afirmar que no deben subestimarse los efectos de los sistemas electorales: los sistemas electorales desempeñan un papel importante en el proceso de formación de la voluntad política y en la transferencia de poder (bajo la forma de escaños parlamentarios o puestos ejecutivos). ¿Qué efectos tienen los distintos sistemas electorales? Los efectos concretos de los sistemas electorales son un tema aún más incierto y controversial que el de su importancia. ¿Cuáles son los efectos respectivos de los sistemas mayoritarios y de los sistemas proporcionales? ¿Es cierto que los sistemas electorales mayoritarios fomentan la integración del electorado, la concentración del sistema de partidos, la estabilidad política, la alternancia en el gobierno, etc., y otros no? Los autores de vertiente funcionalista, orientados hacia el parlamentaris- mo británico (Westminster model), atribuyen los efectos mencionados sólo al sis- tema de mayoría relativa en circunscripciones uninominales (first-past-the-post- system). En cambio, los sistemas proporcionales fueron a menudo asociados con efectos políticos tales como la desintegración, la fragmentación del sistema de partidos, la inestabilidad política, etc. En el debate sobre los efectos políticos de los sistemas electorales existen más supuestos que conocimientos científicamente fundados. Muchas de las generaliza- ciones que se manejan son abstracciones a partir de un modelo que se construye sin ningún fundamento empírico, o como las citadas anteriormente, abstracciones he- chas a partir de un sólo caso. Así, los sistemas mayoritarios no facilitan siempre la integración o la alternancia en el gobierno. Resulta crucial considerar las condiciones sociales y políticas con- cretas de cada caso. En este sentido, puede suceder que, en un contexto determinado, un sistema proporcional cumpla más eficientemente las funciones mencionadas que un sistema mayoritario. Por otra parte, el asunto no es tan complicado o arbitrario como para no permitir la formulación de algunas generalizaciones en tiempo y/o espacio. Naturalmente, éstas habían de formularse de manera diferenciada, teniendo en cuenta las coiuli-
  • 18. 3 4 O Elecciones y sistemas electorales ciones específicas de la sociedad y del sistema político en cuestión. El camino hacia generalizaciones de mediano alcance partiría de observaciones empíricas indivi- duales y llegaría a identificar tipos de países o de condiciones específicas para los cuales sería posible formular hipótesis sobre los efectos de ciertos sistemas electorales. Por consiguiente, no pretendemos sustituir aquí las afirmaciones existentes sobre los efectos de los sistemas electorales, sino que nuestra intención es destacar las precondiciones de orden metodológico para su generación. En síntesis: los sistemas electorales operan dentro de un complejo contexto de múltiples factores que varía de acuerdo a los distintos países y épocas. El análisis de los sistemas electorales y la evaluación de sus efectos tienen que tomar en cuenta las circunstancias históricas y sociopolíticas del caso en cuestión. Las generaliza- ciones se relacionan con tipos de países o circunstancias comparables. ¿Qué interpretación se hace de los efectos de los sistemas electorales? Si bien tenemos hoy un mayor conocimiento de los efectos de los sistemas electorales, queda todavía la pregunta acerca de cómo interpretarlos. Por ejemplo, ¿es preferible la proporcionalidad entre votos y escaños, o conviene optar por un aumento de los efectos mayoritarios del sistema electoral? Hay diferentes tipos de criterios. El criterio de mayor importancia real es el de las ventajas y desventajas que sacan o sufren las fuerzas sociales y agrupaciones políticas. Un partido estructuralmente pequeño (es decir, un partido que es y seguirá siendo pequeño, dado que su apoyo se basa en un sector social limitado o en una minoría étnica o religiosa que no puede ampliarse a voluntad como, por ejemplo, el Partido Sueco de la minoría sueca en Finlandia) evaluará los efectos de un sistema electoral de manera distinta que un partido "atrapa todo" o con perspectivas de acceder al poder con la mayoría absoluta de los escaños. El pequeño enfatizará el criterio de la "representación justa", mientras que el grande destacará la formación de gobiernos estables con base en mayorías partidarias. En términos generales, los partidos políticos optan según sus (supuestos) intereses. Es raro que profesen una posición de principios. Cuando éste parece ser el caso, su origen se sitúa en experiencias históricas que vinculan sus intereses de partido con un determinado sistema electoral. Así, la historia constituye taritbién un criterio importante que fundamenta y explica las preferencias por sistemas electorales. Aparte de los intereses o tradiciones políticas de los partidos, existen asimismo consideraciones de interés nacional (por ejemplo, mayor gobernabilidad, consoli- dación de la democracia, mayor capacidad de integración del sistema político, etc.). Pero, incluso en el caso de este elevado criterio, son posibles distintas interpretacio- nes, sobre todo debido a la variación de las condiciones sociopolíticas a través del tiempo y de un país a otro. Este criterio no se presta para discernir en términos valorati vos entre los diferentes sistemas electorales invariablemente en favor de un sistema, como lo hacen aquellos teóricos políticos que se basan en un modelo de gobierno democrático óptimo, en el que el electorado juega un papel determinado y cuyos efectos, ajustados al funcionamiento del modelo, no pueden ser sino positivos. / En lo que sigue nos mantendremos alejados de tal cntei ¡o, destacando que para Sistemas electorales: cuestiones claves • 3 5 interpretar los efectos de los sistemas electorales hay que considerar también las condiciones sociopolíticas de cada caso. ¿Qué enfoques se emplean para estudiar los sistemas electorales? Como lo demuestran los puntos anteriores, existe mucha controversia en las cuestiones claves de los sistemas electorales lo que, de alguna manera, refleja las diferencias metodológicas que existen en el estudio de los sistemas electorales. Grosso modo, se pueden diferenciar tres enfoques, los cuales se distinguen, en primer lugar, según sea su carácter teórico o empírico y, entre los enfoques em- píricos, en segundo lugar, según la disyuntiva empírico-estadístico versus históri- co-empírico. El primer enfoque es el que se puede llamar clásico, en cuyo marco se estudian los sistemas electorales a partir de convicciones teóricas o casi axiomáticas, vinculadas a teorías de la democracia o del buen gobierno. Un buen ejemplo de este enfoque, dominante durante más de un siglo a partir de los grandes debates entre John Stuart Mili y Walter Bagehot, es el del filósofo sir Karl Popper, quien a finales de los años ochenta defendió su opción por un determinado sistema electoral recurriendo a un fundamento de filosofía política alejado de la experiencia empíri- ca, pese a ser, en su epistemología, un defensor a ultranza del examen empírico (método de ensayo y error). Es cierto: el enfoque clásico implica generalmente pronunciarse a favor de uno de los principios de representación y de un sistema electoral correspondiente. En este enfoque se sostienen certezas en cuanto a los efectos y ventajas de determinados sistemas electorales, a menudo sin tomar en cuenta lugar y tiempo. El tipo de afirmación que lo caracteriza es: "la representación por mayoría es mejor que la representación proporcional", o "el sistema electoral de pluralidad es el que mejor se corresponde con la esencia de la democracia, con la esencia del gobierno parlamentario", etc. Así mismo, lo que se defiende como válido en un caso se supone válido también en los demás. Esta tendencia se expresa en afirmaciones que se postulan con carácter de ley, tales como: "el sistema electoral de pluralidad conduce al sistema bipartidista". El estudio teórico de los sistemas electorales, de las ventajas y desventajas de los principios de representación, su vinculación con la institucionalidad política en general y la dinámica de los procesos políticos, sigue basándose en los escritos del enfoque clásico. Es más, mucho de lo que el no especialista en la materia cree saber sobre los sistemas electorales, se fundamenta normalmente en el cuerpo de su- puestos y afirmaciones del enfoque clásico. El punto fuerte de este enfoque reside en la vinculación del tema de los sistemas electorales con la política en general, esto es, en centrar la atención en cuestiones relacionadas con los sistemas electorales que tienen una relevancia real y, al mismo tiempo, no temer efectuar apreciaciones en forma de relaciones causales, utilizando un horizonte de interpretación enraizado en la teoría política. Por el contrario, la debilidad del enfoque reside en no lomar en cuenta ni el espectro de diferenciación entre los sistemas electorales en el marco de los principios de representación, ni la contingencia histórica de los sistemas electorales, cuestiones realmente determi- nantes para sus electos y valoraciones.
  • 19. 36 D Elecciones y sistemas electorales El segundo enfoque es empírico y de orientación estadística. Por la lógica de la metodología estadística misma, que requiere un gran número de casos para llegar a resultados relevantes, este enfoque trata de incluir en el estudio la mayor cantidad posible de sistemas electorales, integrando para ello la dimensión histórica y la internacional. En comparación con el enfoque clásico, el enfoque empírico- estadístico diferencia mejor entre los componentes de los sistemas electorales, precisamente con el fin de tratarlos estadísticamente como variables en el marco de una relación multicausal. Es enorme el avance que se logró en el estudio de los sistemas electorales y sus efectos gracias a este nuevo enfoque, tanto como a lo largo de su aplicación. Respecto a esta última observación, vale comparar los dos estudios que mejor representan al enfoque empírico-estadístico: los de Douglas W. Rae (1968) y Arend Lijphart (1994). Sin embargo, este enfoque se centra en lo que se puede medir, e intenta preparar el material histórico de manera que sea apto para el análisis estadístico. Esto puede implicar cambios en los conceptos (p.ej., ampliando la definición del concepto mismo de sistema electoral a través de la inclusión de características que se puedan medir), y reduccionismos en el análisis de los sistemas electorales concretos para facilitar la clasificación (p.ej., en el caso de los sistemas de representación proporcional personalizada). Por último, la tendencia de centrar la investigación en la parte medible del problema, desplaza la atención del in- vestigador hacia el campo fundamentalmente matemático de la materia (p.ej., grados de proporcionalidad), desatendiendo de alguna manera lo politológico (p.ej., la relación entre grados de proporcionalidad y sistemas de partidos políticos), así como los criterios generales de evaluación y de contexto, imprescindibles para apreciar los resultados empíricos. El tercer enfoque es empírico de orientación histórica. Se centra en el estudio de los sistemas electorales concretos y en el análisis del contexto sociopolítico que los rodea, lo cual resulta indispensable para comprender su funcionamiento y sus efec- tos. En comparación con el empírico-estadístico, este enfoque es descriptivo- individualizante, lo cual es objeto de críticas desde ef campo estadístico. No obstante, el enfoque histórico-empírico se entiende también como comparativo. Y de allí la importancia del caso individual, dado que sólo a través de este camino inductivo puede llegarse a un conocimiento teórico, empíricamente fundado. Debido a la importancia de la comparación en la elaboración de hipótesis y teorías, este enfoque coloca un énfasis especial en la precisión terminológica y en el trabajo clasificatorio. Es cierto que, a veces, en los estudios nacionales se descuida el aspecto comparativo, clave en el enfoque históricü-empírico. Al mismo tiempo, hay que reconocer que, en comparación con los otros dos, este enfoque es el que más se presta a la consultoría política en el ámbito de los sistemas electorales. Esto conlleva no pronunciarse a favor de un sistema electoral antes de haber estudiado detallada- mente los factores contextúales. Este libro se inscribe en la perspectiva de este último enfoque. ¿Qué terminología existe para comparar los sistemas electorales? El estudio comparativo de los sistemas electorales no pucdc/dí-svincularsc de realidades y experiencias históricas concretas. Además, no sólo M enfrenta a la Sistemas electorales: cuestiones claves • 37 contingencia de los fenómenos en estudio, sino también a un trato científico diferente según países, culturas e idiomas, que se expresa en una terminología de estilos propios. En inglés, la gran alternativa entre sistemas electorales se discute en términos de plurality systems y proportional representation. En alemán, se distingue entre Mehrheitswahl (-recht/-system) y Verhaltniswahl (-recht/-system), que no son traducciones que se corresponden con el inglés, sino que constituyen, con matices, términos propios. Así, el concepto plurality system es más concreto, dado que indica la mayoría necesaria (pluralidad de votos) mientras que el concepto alemán Mehrheitswahl es genérico y no desagrega el tipo de mayoría que se pide: puede ser la mayoría absoluta, o la mayoría relativa o simple. Sin embargo, una traducción literal (plurality system = Pluralsystem o Pluralwahl), conduciría a una equivoca- ción, dado que la Pluralwahl, en la propia historia electoral alemana, evoca el sufragio desigual del siglo XIX, el sistema de votos escalonados según el estrato social. No existe una comprensión clara y uniforme en la literatura comparativa sobre sistemas electorales de los términos plurality system y representación pro- porcional (véase Nohlen 1978, pp. 48-50). Como confirma también Sartori (1994, p. 4): "The two labels are not symmetric". El tgrmino plurality system se refiere a la fórmula de decisión (el primero gana todo), mientras que representación propor- cional alude al resultado global de una elección en términos de la proporción votos/ escaños. Los problemas de comprensión se tornan obvios cuando una nueva y más adecuada conceptualización de la materia tiene que emplear la terminología en uso (ver, en este libro, el capítulo siguiente). Problemas parecidos ocurren en castellano. ¿Cuál es la traducción más apropia- da de.plurality system? ¿Sistema de pluralidad? ¿Sistema de mayoría relativa? Esta última solución se corresponde con la alemana de relative Mehrheitswahl. ¿Cuál es la traducción más apropiada del concepto Mehrheitswahl (representación por mayoría)? ¿Y de Mehrheitswahlsystem (sistema mayoritario, absoluto o relativo)? El primer concepto indica más bien el principio de representación; el segundo su materialización como sistema electoral concreto. ¿Sería posible —como en el idioma alemán— en castellano, colocar la gran alternativa en el campo de los sistemas electorales en un mismo nivel terminológico: representación por mayoría versus representación proporcional, o sistemas mayoritarios versus sistemas pro- porcionales? La terminología en uso no es en ningún caso estrictamente lógica, sino con- tingente. Reápecto al idioma castellano, hay que considerar la gran cantidad de países donde se habla esta lengua. Detrás de lo que se entiende por ciertos conceptos políticos, se halla a menudo toda una historia nacional de conflictos y compromisos que ocupan o modifican el uso colectivo de los términos de comunicación de estas sociedades. En nuestro campo de investigación no existe a menudo coincidencia en los términos básicos como, por ejemplo, en el concepto de "votos válidos". Y las estadísticas electorales que documentan los resultados electorales suelen no basarse en los mismos criterios para el cálculo de los porcentajes. A esto se agrega, estudiando Europa y América I .atina de manera comparada, la mayor complejidad, con respecto a esta ultima, en el uso de conceptos para cuestiones político- institucionales, nos limitamos sólo a este ámbito de diferencias y de terminología.
  • 20. 134 • Elecciones y sistemas electorales dejando de lado los aspectos evaluativos. El tipo de sistema político influye en la semántica, es decir: el elector tiene un voto, algo inequívoco en los sistemas parlamentarios, pero no así en los sistemas presidenciales, ya que allí, cuando coinciden las elecciones presidenciales con las parlamentarias, el elector puede tener un voto para elegir cada órgano (es decir, en realidad tres votos, cuando el parlamento se compone de dos cámaras) o un voto para elegir conjuntamente a los tres órganos (voto simultáneo). Otra controversia se plantea en torno al término "sistema mixto". ¿Tiene sentido distinguir entre "sistemas mayoritarios, sistemas proporcionales y sistemas mix- tos"? ¿Qué comprende esta tercera categoría? ¿Incluye a todos los sistemas elec- torales que no sean mayoritarios (clásicos) y sistemas de representación proporcio- nal pura? ¿Es el sistema alemán (proporcional personalizado) un "sistema mixto"? ¿Qué es lo que se mezcla: los principios de representación, algunos elementos? ¿Qué función y efectos tienen los "sistemas mixtos"? Existe gran confusión respecto a este término. Todo esto hace difícil la labor comparativa. Una tarea imprescindible es procurar la correspondencia de términos y datos. Es necesario sistematizar nuestro saber teórico-conceptual en materia de sistemas electorales, materia en la cual no existe en ningún idioma la coherencia necesaria para los términos del análisis politológico. Principios de representación y fórmulas de decisión En este capítulo retomaremos el debate clásico sobre sistemas electorales, el cual se ha llevado a cabo en un nivel extremadamente teórico-normativo y esca- samente empírico. Esto nos sirve, así mismo, para introducir definiciones y clasificaciones. El énfasis se colocará aquí en distinguir entre sistemas electorales, principios de representación y reglas o fórmulas de decisión, tarea que resulta fundamental para la comprensión de la estructura conceptual del estudio de los sistemas electorales y para la confrontación de los principios de representación en términos evaluativos. Existen dos principios básicos para clasificar los sistemas electorales: la representación por mayoría y la representación proporcional. En el mundo abundan los sistemas electorales y cada día surgen otros nuevos, pues las posibilidades creativas son prácticamente ilimitadas. Sin embargo, todos los sistemas electorales derivan de dos tipos básicos, que clebfen serpercibidos como principios de representación fundamentales: el principio de representación por mayoría (relativa o absoluta), que es llevado a la práctica por los sistemas electorales mayoritarios, y el principio de representación proporcional, que es llevado a la práctica por los sistemas proporcionales. A continuación, estableceremos las principales diferencias entre estos dos principios básicos. Explicaremos primero la diferencia entre los principios o fórmulas de decisión (mayoritario versus proporcional) y los principios de repre- sentación (representación por mayoría versus representación proporcional). Es importante, además, determinar la importancia de los criterios de diferenciación para la clasificación de los sistemas electorales. Los sistemas electorales de tipo mayoritario y los sistemas electorales de tipo proporcional pueden definirse según dos criterios: la fórmula de decisión y el principio de representación. Antes de profundizar más en las consideraciones explicativas, definiremos ahora los dos tipos fundamentales de sistemas electorales, el mayoritario y el de representación proporcional, según el principio de representación y, empíricamen- te, según su efecto sobre la relación entre votos y escaños: Sistema de representación por mayoría Hay una brecha entre los porcen- tajes de votos y de escaños obte- nidos por los diversos partidos. Sistema de representación proporcional Hay concordancia relativa entre los porcentajes de votos y de es- caños obtenidos por los diversos partidos.