SlideShare una empresa de Scribd logo
1 de 30
Descargar para leer sin conexión
1
4
JOSÉ MARÍA RODRÍGUEZ OLAIZOLA, SJ
Ignacio de Loyola
Colección Raíces de Futuro. Serie Raíces
4. Ignacio de Loyola
José María Rodríguez Olaizola, sj
Copyright @ 2019 by Educc – Editorial de la Universidad
Católica de Córdoba.
Diseño editorial: Sofía García Castellanos.
Rodríguez Olaizola, José María
Ignacio de Loyola / José María Rodríguez Olaizola. - 1a ed . - Córdoba :
EDUCC - Editorial de la Universidad Católica de Córdoba, 2019.
Libro digital, PDF - (Raíces de futuro ; 4)
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-626-419-8
1. Biografía. 2. Jesuitas. 3. Santo. I. Título.
CDD 920.71
Ignacio de Loyola
JOSÉ MARÍA RODRÍGUEZ OLAIZOLA, SJ
Este texto forma parte de la serie Raíces perteneciente a la col-
ección Raíces de Futuro; está tomado de Rodríguez Olaizola, J.
M. (2010). En Compañía de Jesús (pp. 15-43). Bilbao: Sal Terrae
– Mensajero. Se reproduce con autorización del autor.
5
Como otras muchas historias, esta comienza con
la vida sorprendente de un hombre: Ignacio de Loyo-
la. Su historia allá por el siglo XVI, es digna de largos
relatos, pero aquí solo caben unas pocas pinceladas,
así que intentemos ir a lo esencial.
Habrás oído hablar de san Ignacio. Cuando po-
nemos el «san» delante puede dar la impresión de
que vamos a hablar de una vida demasiado distin-
ta, porque parece que los santos son figuras de otra
época o personas que viven de otra manera, como
muy ajenos a lo cotidiano. Pero nada más lejos de la
realidad, los santos son gente con los pies en la tie-
rra, que pasan por el mundo viviendo muy a fondo.
Hoy diríamos que dándolo todo, apostando fuerte,
«Ignacio es un santo actual. Su santidad habla muy bien a nues-
tra época. Hay santos que, de algún modo, encajan en un tiempo
pasado y cuya historia hoy nos deja más bien indiferentes, nos
resulta anodina o nos habla de una piedad propia de otro perío-
do histórico, desvinculada de nuestro presente. Y sin embargo,
aquí tenemos a un personaje que sigue atravesando los siglos
para hablarnos. Un hombre activo, batallador, frágil y fuerte al
mismo tiempo, tenaz, con un carácter arrollador. Capaz de movi-
lizar a otros. Atento a su mundo. Un hombre muy práctico. Cono-
cedor de las personas y buscador infatigable de Dios».
Olaizola, José María
Ignacio de Loyola, nunca solo
6
amando con locura y amando mucho. ¿Y quién no
querría algo así para su vida? Déjame hablarte un
poco de Ignacio.
¿Por qué fundó a los jesuitas? En realidad esto sur-
gió cuando ya era mayor. Tenía 49 años, cuando el
papa Paulo III autorizó la fundación de aquella orden
religiosa. Y 49 años en el siglo XVI ya es una edad muy
avanzada. La verdad es que no siempre pensó que se
juntaría con otros hombres para compartir una mi-
sión. Su vida dio muchas vueltas hasta que, junto con
ocho amigos, fundó la Compañía de Jesús.
EL JOVEN QUE QUISO TENERLO TODO Y FRACASÓ
Sus primeros pasos fueron distintos. Como cual-
quier otro, fue un joven con sueños, con ideales, con
ambición y con proyectos. Quiso triunfar, brillar en
sociedad, seducir a las damas más distinguidas, ga-
nar títulos, riquezas, honor.
¿Quién no sueña, cuando es joven, con alcanzar-
lo todo? Te ves triunfante, popular, exitoso. Quieres
demostrar tu valía. Ansías vencer, alcanzar tus me-
tas, poder demostrar a la gente cuánto vales. Pues
eso hizo el joven Íñigo, el hijo pequeño de la casa de
Loyola. En la España de los Reyes Católicos intentó
labrarse un nombre.
Entonces los mejores caminos para ello eran el
clero, la nobleza o el ejército. Pero lo de la carrera
7
eclesiástica no le interesaba en absoluto, así que el
primer proyecto fue tratar de triunfar en la corte. Su
padre, que había enviudado siendo él muy niño, le
mandó a casa de un noble en Arévalo. Allí pasó lar-
gos años de educación cortesana. Le gustaba. Era
un mundo de señores y damas, de torneos y ga-
lanterías. No sé con qué podríamos comparar hoy
aquellas cortes renacentistas. ¿Serían el equivalente
a los personajes frívolos que aparecen en el mundo
del corazón? ¿O acaso los poderosos que mueven
los hilos de la sociedad? Un poco de todo. El caso
es que, entonces, como ahora, era importante estar
bien situado, tener buenos padrinos…
Pero el protector de Íñigo cayó en desgracia ante
el rey. Y en aquella sociedad eso implicaba que se
cerraban las puertas a sus protegidos. De modo que
Íñigo, tras largos años de esperar tener un hueco en
la corte, se encontró con que nunca iba a pasar de
ser un simple paje.
Entonces lo intentó en el ejército. La carrera mili-
tar también era una forma de labrarse un nombre.
Por eso entra al servicio del Duque de Nájera, y con
él se preparó para la guerra. Sin embargo, cuando la
guerra llegó, lejos de ser la ocasión de grandes haza-
ñas, truncó sus sueños. En Pamplona, defendiendo
la ciudad del ataque de un ejército francés, una bala
de bombarda (como un pequeño cañón) le destro-
zó la rodilla y le incapacitó para la vida militar.
8
¡Vaya fracaso! El gran Íñigo pasó de verse triun-
fando en el mundo a reconocer la derrota más ab-
soluta. Volvió al caserío de Loyola en camilla, hecho
polvo y con la sensación de ser una nulidad. Tenía
casi 30 años y no había hecho nada.
EL FRACASADO QUE SE ENCONTRÓ CON DIOS
En Loyola, durante una convalecencia que fue
larga, porque la pierna destrozada tardó en curar-
se (y nunca del todo), atendido por su hermano y
su cuñada, descubrió a Dios. No es que nunca antes
hubiese oído hablar de él. En esa época Dios estaba
en todas las bocas. Era una sociedad muy religiosa.
Sin embargo, hasta entonces había sido para él una
convención, una rutina, una idea. Pues durante ese
tiempo de enfermedad, al no tener mucho que ha-
cer se dedicó a leer, y los únicos libros que tenía a
mano eran una vida de Cristo y el relato de las vidas
de algunos santos. Empezó esa lectura sin ganas.
Hubiese preferido otro tipo de relatos, novelas de ca-
balleros o similares, y no esas historias piadosas que
no le atraían en absoluto. Pero al ir zambulléndose
en esas páginas se dio cuenta de que Dios no era
una tradición o una idea, sino alguien muy vivo, muy
presente, y empezó a pensar que quería parecerse
a aquellos santos que habían hecho grandes cosas
movidos por la fe. Ese fue el motivo de un cambio de
9
vida radical. Sus anteriores deseos de fama y poder
dieron paso a un nuevo sueño: quería ir a Jerusalén
para vivir como Jesús. Ya no quería triunfar ante los
hombres sino ante Dios. Y con ese deseo se puso en
marcha.
No fue fácil. Primero porque entonces, como aho-
ra, la familia no iba a estar muy de acuerdo, y más
bien pensarían que estaba chiflado. Así que tuvo
que irse sin contarles demasiado. Empezó con ges-
tos muy llamativos, como cuando le cambió sus ro-
pas de noble a un mendigo o cuando, en Monserrat,
dejó sus armas delante de la Virgen. En ese momen-
to era como un aventurero haciendo gestos carga-
dos de sentido, aunque también un poco extremos.
Pero lo verdaderamente difícil, más allá de lo que
otros pensasen, es que aún le faltaba encontrar de
verdad a Dios. Lo que había descubierto en Loyola
era aún una idea, un proyecto, unos ideales. Y pen-
saba que le bastaba tener eso claro para hacer todas
esas cosas que tenía en mente. Pero el problema es
que pensaba hacerlo por sus propias fuerzas. Pen-
saba que bastaba su coraje, su convicción o su pa-
sión. Pensaba comerse el mundo y ganar el aprecio
de Dios. Pero claro, una cosa son los sueños que uno
alberga y otra cosa es cuando te pones a ello y te
das cuenta de que la realidad es más compleja. Íñi-
go tardó bien poco en descubrir que no se sentía ca-
paz. Reconocía que era un desastre, que en la vida
10
había hecho muchas cosas mal, que se sentía muy
débil. Así que, cuando aún estaba empezando su
camino, como que se encontró sin saber muy bien
adónde iba.
Ese fue el punto de partida para volverse de ver-
dad a Dios. Y eso lo dejó anclado en una ciudad lla-
mada Manresa, cerca de Barcelona, donde pasó va-
rios meses tratando de aclararse.
Lo pasó fatal. En algún momento de desespera-
ción hasta estuvo a punto de tirarse a un pozo. Fue
un proceso difícil en el que empezó a descubrir de
verdad que la fuerza no era suya, sino de Dios. Em-
pezó a entender lo que es sentirse pecador y, sin
embargo, llamado a hacer algo. Comenzó a darse
cuenta de la vida que había en el Evangelio (y em-
pezó a perfilar lo que luego se convertiría en los ejer-
cicios espirituales, aunque de eso hablaremos más
adelante). Pero la lección más importante la apren-
dería al darse cuenta de que el protagonista no era
él, Íñigo, sino Dios… Dios es el que ama, el que nos ha
creado, el que alienta y fortalece nuestras flaquezas,
el que ilumina nuestras tinieblas. Sólo cuando acep-
tó esto y dejó de verdad que el protagonista fuese
Dios pudo seguir su camino.
Aquí es necesario un paréntesis. ¿Cómo va a ser
Dios el protagonista, entonces o ahora, si no le ve-
mos, no le oímos y no se nos aparece? Pues en parte
porque sí hay indicios de Dios en nuestra vida. Sen-
11
timientos que afloran cuando leemos el Evangelio.
Emociones, intuiciones, imágenes que nos remue-
ven por dentro. Ideas que uno jamás habría pensa-
do por sí mismo y, sin embargo, en cierto momento
te parecen evidentes. Ahí descubrimos llamadas.
Así habla Dios. En tiempos de Ignacio y hoy en día.
EL PEREGRINO EN BUSCA DE UN DESTINO
Retomemos la narración. Íñigo continuó su cami-
no, ahora sí, dejando que el protagonista fuera Dios,
el Dios que descubría en Jesús pobre y humilde, tal
como lo veía en el Evangelio. Y siguió adelante con
su plan de viajar a Jerusalén. No fue un viaje fácil.
Hoy en día, en nuestro mundo de autovías y avio-
nes que nos llevan a cualquier sitio en poco tiempo,
cuesta imaginar lo que serían los viajes atravesan-
do mares y países hace unos cuantos siglos. Los pe-
ligros e incidentes que podrían sobrevenir en una
época violenta como la de Íñigo eran enormes. Su
viaje de Barcelona a Roma, de Roma a Venecia y de
Venecia a Jerusalén le llevó medio año. Además, sal-
vo algunas partes del trayecto en barco, ese recorri-
do lo hizo a pie y viviendo en pobreza radical, pues
esa era su opción.
Todo para llevarse una nueva decepción. Y es que
al llegar a Jerusalén no le dejaron quedarse allí. Su
intención era pasar su vida por aquellos lugares,
12
anunciando la palabra de Jesús. Sin embargo, lo de
Jerusalén ya era conflictivo entonces. Estaba bajo
dominio turco, y solo los franciscanos tenían permi-
so para estar establecidos allí, y los peregrinos que
llegaban, con cuentagotas y estrictas medidas de
seguridad, debían regresar a sus lugares de origen.
Tener a un cristiano predicando por las calles era una
provocación o un pasaporte seguro al martirio. Así
que le obligaron a volverse. Todo su gozo en un pozo.
¿Qué hacer entonces? ¿Qué quería Dios que hicie-
ra con su vida? Seguía corriendo el reloj. Tenía enton-
ces 32 años. Decidió estudiar. Si pensaba anunciar el
Evangelio, si iba a tratar de ayudar a los demás, no
parecía descabellado formarse para ello. Así que, tras
desandar el camino andado –de nuevo como pere-
grino en un mundo turbulento– inició una época de
estudios. Primero en Barcelona, donde pasó dos años
aprendiendo latines, y eso que tenía que compartir
el aula con críos que, seguramente, se preguntaban
qué pintaba un hombre así de mayor estudiando. En
Barcelona hizo buenos amigos, gente que hablaba
con él y a quienes aconsejaba. Íñigo descubrió que
tenía una capacidad especial para ese tipo de con-
versación sobre las cosas más hondas. Era de esas
personas con quienes otros se sentían a gusto com-
partiendo historias, confidencias y búsquedas.
Tras Barcelona se fue a Alcalá de Henares. Ya no
estaba solo, pues en Barcelona se le habían juntado
13
otros jóvenes seducidos por la idea de llevar ese mis-
mo tipo de vida y le siguieron a Alcalá, pero allí tuvie-
ron nuevos problemas. Esta vez porque la Inquisición
quería saber quién era Íñigo, con qué base hablaba
de Dios, y si no estaría quizás fomentando alguna
herejía. Aunque no le acusaron de nada, le prohibie-
ron hablar de cosas de Dios con otros, así que aban-
donó la ciudad y volvió a comenzar en Salamanca.
Pero en la ciudad del Tormes les ocurrió de nuevo lo
mismo. Sospechas, interrogatorios, juicios… Además,
no conseguía centrarse en los estudios. Se le iba de-
masiado tiempo acompañando a gente que quería
hablar con él. Y claro, como en todas las épocas, si no
te centras en los estudios las cosas no se aprenden
solas. Así que, tras otros dos años perdidos, decidió
irse a París junto a esos amigos primeros.
PARÍS. AMIGOS PARA TODA LA VIDA. PROYECTOS
COMUNES
Y allá se fue Íñigo, abriendo camino… Tal era su
decisión de cambiar de vida, de tomar en serio los
estudios, de empezar una nueva etapa, que se cam-
bió el nombre. En París empezaría a firmar como
Ignacio.
Esperó que llegasen sus compañeros pero lo de-
jaron plantado. Aunque se habían comprometido a
ello, por distintas razones a la hora de la verdad no
14
le siguieron a Francia. Sería, seguro, un chasco para
él. Sin embargo, Ignacio no era un hombre que se
rindiese ante la contrariedad. Se había dado cuenta
de lo interesante que resultaba, para su proyecto de
ayudar a las gentes, no estar solo. De modo que en
París, a la vez que estudiaba, empezó a compartir
con otros estudiantes aquello que había descubier-
to en los tiempos de Manresa: una manera de rezar,
de buscar la voluntad de Dios, de asomarse al Evan-
gelio… es decir, lo que más adelante llegaría a lla-
marse ejercicios espirituales. Esto ayudó a muchos
de ellos a decidir qué querían hacer con sus vidas.
Los años de París fueron años intensos. Vivía de
los donativos (hoy diríamos becas) de señores no-
bles, primero de Brujas, y luego de Londres. Cursaba
estudios eclesiásticos. Y fue juntando en torno a sí
a un grupo de jóvenes que vibraban, como él, con
la idea de irse a Jerusalén a predicar el Evangelio.
Entre ellos, los dos con quienes le tocó compartir
habitación en el colegio donde estudió: el saboyano
Pedro Fabro y el navarro Francisco Javier.
Es bonito pensar en estos tiempos como tiem-
pos de amistad. Una amistad profunda y juvenil. La
amistad con lo que se comparten los sueños, las ri-
sas, los planes, los proyectos. La amistad auténtica
de quien deja que otro le conozca bien. La amistad
capaz de confiar en otros. No fue fácil. Podría parecer
que, sencillamente, coincidieron, se cayeron bien y
15
ya está. Pero la verdad es que cada uno de ellos tuvo
una historia distinta, y no siempre fue fácil.
Quizás el más conocido de esos primeros com-
pañeros, Francisco Javier, es el que, en contacto con
Ignacio, cambió de manera más radical. Era un tipo
popular, adicionado a la fiesta, deportista, despilfa-
rrador y ambicioso… y sin embargo, Ignacio le abrió
la puerta a otro mundo mucho más rico, hondo y es-
piritual. Pero eso le llevó años. Al principio Javier po-
siblemente pensaba que Ignacio era un personaje
un tanto estrafalario al que toleraba porque le pres-
taba dinero. Pero poco a poco la burla dio paso a la
interrogación, y esta a la búsqueda. Y es que Ignacio
contagiaba algo. Pasión, hondura, convicción…
Seis años pasó Ignacio en París. Y a Fabro y Francis-
co Javier se unieron pronto otros amigos: Diego Laí-
nez, Nicolás Salmerón, Nicolás Bobadilla, Simón Rodrí-
guez… Estos compañeros trazan un plan ambicioso.
Imaginemos la situación. Debió de ser un tiempo
fascinante. Es como cuando uno planea unas vaca-
ciones o algún otro proyecto muy atractivo con sus
amigos. Todos son ilusiones, emoción, ideas… con la
salvedad de que lo que estos seis estaban planean-
do no era algo que les fuera a ocupar quince días
o un mes, sino toda la vida. Decidieron ir a Tierra
Santa, tras las huellas del Jesús que a todos seducía.
Ayudar allí a quien pudiera necesitarles. Y convirtie-
ron el deseo en un compromiso firme.
16
Lo prometieron al tiempo que se consagraban
a Dios en una capilla, en Montmartre. Eso sí: escar-
mentado Ignacio, quizás, por lo aprendido a lo largo
de una vida con tantos quiebros y requiebros, en lo
que nada salía como tenía previsto, formularon esta
vez una alternativa para el caso de que, por la razón
que fuera, no pudieran llegar a Tierra Santa. Si se
diera esa situación, entonces se comprometían a ir
a Roma para que el Papa les enviara a donde quisie-
ra, a trabajar por el Evangelio al servicio de la Iglesia.
UNOS PLANES SE TRUNCAN Y OTROS SURGEN.
APARECE LA COMPAÑÍA DE JESÚS
Hemos llegado a 1534. Ignacio tenía ya 43 años.
Parece que su futuro se iba aclarando. Antes de em-
prender esta nueva etapa, y con la salud quebrada,
en parte como consecuencia de lo exigente de su
vida desde que se echó a peregrinar, volvió a España
para reponerse un poco.
Por primera vez, desde que abandonó su tierra,
regresó a Loyola, aunque en lugar de alojarse en el
caserío familiar se quedó en el hospital de Azpeitia.
Los vecinos debieron de quedar más que sorpren-
didos al reconocer al hijo menor de la casa de Lo-
yola, que había partido como un noble gallardo, y
regresaba tan gastado y vestido poco menos que
con harapos, predicando y compartiendo techo y
17
pan con enfermos y mendigos. Su hermano Martín,
más que sorprendido, estaba indignado. Sin embar-
go, todos, vecinos y familiares, fueron descubriendo
en el cambio de Ignacio algo que les llegaba muy
dentro. En los meses que pasó en Azpeitia dejó una
fuerte huella y un aire de conversión profunda en
toda aquella gente.
En cuanto obtuvo respuesta siguió camino. Visitó
a las familias de alguno de sus compañeros parisinos
para hablarles de los planes del grupo. Y finalmente
embarcó con dirección a Venecia, adonde llegó en
1535. Allí esperó hasta que llegaran sus compañeros,
directamente desde París.
Fue el suyo un reencuentro gozoso. Estaban en
marcha. En París se habían unido otros tres hom-
bres al grupo. Claudio Jay, Pascasio Broet y Pedro
Coduri. Solo tenían que conseguir permisos y espe-
rar a que zarpase el barco de los peregrinos hacia
Jerusalén. Pero calculaban que esto les llevaría me-
ses. En Venecia se ordenaron los que aún no eran
sacerdotes.
Durante este tiempo de espera los compañe-
ros trabajaron como voluntarios en los hospitales,
cuidando a los más heridos, aprendiendo a mirar
la realidad más atravesada. Descubriendo que el
Evangelio, la bienaventuranza, la cruz o el amor no
son ideas bonitas para discutir en las aulas, sino di-
mensiones de un mundo hermoso pero golpeado.
18
Allí entendieron que el amor por las criaturas no es
fácil, y que quizás quienes más atención necesitan
son los más olvidados e invisibles.
Una nueva contrariedad retrasó sus planes. El bar-
co de peregrinos no iba a zarpar aquel año por la ame-
naza turca. ¿Qué hacer? ¿Ir a Roma y olvidar su plan
primero? Decidieron darse un tiempo. Esperar. Repar-
tirse por ciudades vecinas. Fue en vano. El barco no
iba a ir a Jerusalén de ninguna manera. Y aquello que
habían pensado como alternativa lejana se convierte
ahora en su meta. Irían a Roma a presentarse ante el
Papa para que les enviase donde quisiera. Un grupo
así, de hombres más o menos jóvenes y bien forma-
dos, seguro que venía bien en cualquier lugar.
Fueron viajando a Roma en distintos grupos. Ig-
nacio, en su trayecto, tuvo una experiencia de ora-
ción que le marcó profundamente. En un lugar
llamado La Storta sintió dos cosas: una, se sintió
profundamente unido al Jesús pobre y humilde.
Como que el mismo Dios le hiciese compañero de
Jesús. Y la segunda, sintió que Roma se convertía en
su Jerusalén, una meta inesperada hacia la que en
realidad Dios le había ido encaminando.
Al fin se juntaron todos en Roma. Ahora tocaba
ofrecerse al Papa. Pero les entró una cierta nostal-
gia. ¿Era el momento de separarse? Era posible que
el Papa les enviase a lugares distintos. ¿Acababa
aquí su historia común?
19
En el siglo XXI las separaciones no parecen tanto,
cuando seguimos conectados por muchos medios
y podemos seguir viéndonos, aun a distancia, cada
vez por más canales. Hoy parece que no hay distan-
cias. Pero en 1538 la separación podría ser definitiva.
Por eso volvieron a pensar. Y decidieron proponerle
al Papa que les aceptase como un grupo, no como
personas separadas. Es decir, querían convertirse en
una orden religiosa. Con la misma idea. Ser enviados
a cualquier lugar del mundo. A trabajar en aquello
que la Iglesia pudiera necesitar. Pero con el matiz de
seguir unidos.
En 1539 le presentaron su propuesta a Paulo III. Y
aunque hubo muchas dudas y resistencias por parte
de algunos cardenales, finalmente en 1540 se apro-
bó la Compañía de Jesús. Ya estaban los jesuitas en
marcha (aunque aún no se les llamaba jesuitas).
LOS AÑOS ROMANOS DE IGNACIO. PRIMER GENERAL
DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS
Empezó entonces la dispersión del grupo. Igna-
cio, el viajero que había recorrido a pie tantos miles
de kilómetros, iba a ser esta vez, y muy a su pesar,
el que se quedase en Roma mientras los otros se
dispersaban. Francisco Javier será el misionero infa-
tigable que llegue a las Indias y a Japón. Pero Igna-
cio no podrá seguir su vida de peregrino. Roma es
20
su destino, y quizás un poco su atadura. Aunque se
resistió todo lo que pudo, los otros le eligieron Su-
perior General de la Compañía de Jesús. Y el grupo
ya no eran los primeros nueve, sino muchos más,
porque desde muy pronto se empezaron a unir a
ellos otros hombres deseosos de formar parte de
ese mismo proyecto. Comenzó entonces una etapa
de crecimiento vertiginoso, y de actividad incesante
para Ignacio. Serían quince años en los que se mul-
tiplicara su actividad, al frente de una orden religio-
sa que empezaba a moverse en todo el mundo en-
tonces conocido.
Ignacio, en Roma, trabajaba, escribía cartas a todo
el mundo, trataba de redactar unas constituciones
por las que se rigiese la nueva orden. Acompañaba a
personas que querían hacer su mismo camino espi-
ritual a través de los ejercicios espirituales, que al fin
habían adquirido su forma definitiva. Era formador
de otros hombres que se unían a la Compañía. In-
tentaba ayudarles a hacer un itinerario interior que
les preparase para ser verdaderos apóstoles, en esta
Europa que se veía sacudida por el terremoto que
suponía la Reforma de Lutero.
Se envolvió en múltiples iniciativas apostólicas:
el trabajo con prostitutas, la catequesis de niños, la
creación de centros de formación para los que iban
uniéndose a la Compañía. No era fácil. Había obstá-
culos. Y entonces, como ahora, también encontraba
21
enemigos, problemas internos –alguno de los com-
pañeros le dio fuertes quebraderos de cabeza por
actitudes inconvenientes– y opositores externos.
Más de una vez tendrían que responder a acusacio-
nes de todo tipo. Y siempre se lanzaba Ignacio como
un león a pelear para que el buen nombre del gru-
po saliera limpio de las denuncias que consideraba
injustas.
Fue viendo morir a alguno de sus mejores amigos,
como cuando Fabro, tras pasar años trabajando en
Alemania, se apagó de puro agotamiento en una vi-
sita a Roma. Añoraba también a Javier, que de vez en
cuando escribía cartas apasionadas que resonaban
en todos los universitarios europeos y encendían en
muchos jóvenes el deseo de seguir sus pasos.
Una vez intentó dimitir, que eligieran a otro. Pero
los compañeros no lo aceptaron. Así que pasó sus
últimos años de vida en Roma, al pie del cañón.
Hasta que, en 1556, con 65 años de edad, le llegó la
muerte en sus habitaciones romanas.
Cuando murió Ignacio, la Compañía de Jesús con-
taba con más de mil hombres en cuatro continen-
tes. Solamente en Italia había ya cerca de quinien-
tos. Trescientos en España, doscientos en Portugal.
Tenían numerosos colegios, y pronto serían más, en
todo el mundo. Había en ese momento jesuitas en
la India y Extremo Oriente, Brasil, Etiopía… Era solo
el comienzo.
22
Ignacio fue canonizado el 12 de marzo de 1622,
junto a su gran amigo Francisco Javier, santa Teresa
de Jesús, san Isidro Labrador y san Felipe Neri.
CUATRO LECCIONES DE LA HISTORIA DE IGNACIO.
CUATRO RASGOS DE LOS JESUITAS.
Quizás te preguntas a qué se debe tanto énfasis
en esta biografía si en realidad queremos hablar de
los jesuitas de hoy. ¿Por qué es importante la histo-
ria de san Ignacio para entender bien a los jesuitas?
Fundamentalmente porque mucho del espíritu que
anima sus proyectos bebe de la propia biografía de
Ignacio. Déjame entresacar algunos de esos ele-
mentos.
Ese deseo de buscar la voluntad de Dios. Una y
otra vez nos preguntamos, en la vida, ¿qué querrá
Dios de mi? ¿Cuál es mi camino? ¿Qué debo elegir?
Ignacio no lo tuvo fácil. Dio muchos giros. Pensó
que su destino era ir a Jerusalén para quedarse, y
sin embargo tuvo que volver a España. Pensó es-
tudiar, y las ciudades elegidas resultaron hostiles a
él. Juntó amigos, y los primeros le dejaron colgado.
Con los segundos planeó una cosa, y terminaron ha-
ciendo otra bien distinta. Y hasta cuando, ya funda-
da la Compañía de Jesús, él pensaba en continuar
su camino por el ancho mundo, se encontró vivien-
do en unas habitaciones romanas durante quince
23
años. Y es que no es fácil descubrir lo que Dios quie-
re de uno. Todos tratamos, en la vida, de avanzar
para encontrar el propio lugar en el mundo. Eso que
llamamos vocación no es exclusivamente de curas
y monjas. Todos tenemos algo así como una voca-
ción, encajamos en un lugar determinado. Puede
ser profesional o relacional.
El caso es que la vocación de los jesuitas de an-
dar por todo el mundo, teniendo a Jesús como refe-
rencia esencial, trabajando en lugares y cuestiones
muy diversas, dispuestos siempre a partir a otro si-
tio, allá donde puedan ser más necesarios para ayu-
dar a compartir el Evangelio, bebe de ese itinerario
de Ignacio.
También arranca de Ignacio al descubrir que mu-
chos de los pasos importantes en la vida los damos
con otros, y el sentirse parte de un proyecto que le
desborda a uno. La amistad tuvo un papel funda-
mental en su vida. Casi desde que empezó su pere-
grinación fue conectando con gente distinta. Hom-
bres y mujeres. En Manresa, en Barcelona, en Alcalá,
Salamanca, París, Roma… En todos estos lugares
dejó buenas memorias, recuerdos y relaciones. Y de
una manera especial, los compañeros con los que
terminaría fundando la Compañía de Jesús fueron,
en primer lugar, amigos. Unidos por una pasión co-
mún, una fe firme y una camaradería auténtica.
24
Esto es fácil de entender hoy. ¿Quién no necesita
amigos? A cualquier edad, y en cualquier circuns-
tancia. Son quienes te conocen y te aceptan como
eres. Quienes se acuerdan de ti, aun en la distan-
cia –cuentan que Francisco Javier guardaba, en una
medalla, las firmas de sus amigos, que eran, aun al
otro lado del mundo, uno de sus más preciados te-
soros–. Los jesuitas hoy también viven esa amistad.
Son distintos. Piensan a menudo de manera dife-
rente. Chocan entre sí por muchos motivos. Pero
se reconocen. Hay una cierta familiaridad y acogida
primera entre ellos.
La tercera lección es el reconocer en la Iglesia,
con todas sus luces y sus sombras, un espacio don-
de esta misión puede enraizar. A veces ese es uno de
los temas que hoy en día a la gente le provoca más
quebraderos de cabeza. ¿Cómo se puede ser parte
de esta Iglesia, cuando a veces se tiene la imagen
de una institución demasiado humana, demasiado
mediocre, demasiado incoherente…? Bueno, Igna-
cio tampoco lo tuvo fácil. Es decir, le tocó vivir en un
tiempo en el que la Iglesia tenía muchas grietas. Ha-
bía abusos, nepotismo –es decir, que se daban car-
gos importantes entre familiares–. Algunos de los
grandes papas del siglo XVI llevaron vidas escanda-
losas o fueron en realidad señores renacentistas con
alma de guerreros. Había mucho desorden y necesi-
dad de reformas (no en vano es en este siglo cuando
Lutero plantea la Reforma). Y la Contrarreforma no
25
será únicamente una respuesta frente a los protes-
tantes, sino una verdadera reforma interior.
Ignacio, sin embargo, se fiaba de que por encima
de las sombras hay una luz que hace que la Iglesia
sea espacio de Evangelio. Se fiaba de una historia
en la que, más allá de titubeos y ambigüedades, se
ha ido transmitiendo una verdad increíblemente
humana, la verdad desvelada en Jesús de Nazaret.
Aceptaba que toda institución formada por seres
humanos tiene la debilidad de los seres humanos,
pero también la fortaleza de las personas cuando
estas se dejan seducir por Dios. Y en esta tensión
supo vivir. Como los jesuitas hoy en día. En una Igle-
sia que es pecadora y creyente. También ellos lo son.
Por último, descubrimos en Ignacio la sensibili-
dad para ayudar y compartir, en diversas circuns-
tancias, la vida de los más desfavorecidos, los po-
bres, los rotos. Dice en cierta ocasión san Ignacio
que «la amistad con los pobres nos hace amigos de
Dios». Es una frase curiosa. Pero que él vivió… Al ca-
minar sin recursos. Al vivir de limosna. Al compartir
lo que recibía con otros tan necesitados como él. Al
alojarse en hospitales y cuidar a los más golpeados
por la vida. Al tratar de ayudar en Roma a las prosti-
tutas a alejarse de esa vida y encontrar otras opor-
tunidades.
Todo esto nacía de la manera en que él imaginaba
que Dios veía el mundo, un mundo herido y necesi-
26
tado de sanación. Los jesuitas siempre han tenido
–o al menos buscado– esa misma sensibilidad. Su
formación les lanza a salir de las burbujas de bienes-
tar para conocer las simas de nuestro mundo. En su
historia esto se ha repetido en distintos momentos.
Baste citar dos de esos momentos paradigmáticos:
uno, la creación de las reducciones del Paraguay, es
decir, las misiones con los indios guaraníes, tan be-
llamente representadas en la película La Misión. En
un mundo para el que los indígenas eran esclavos
en potencia, aquellos misioneros fueron capaces
de crear espacios de desarrollo, cultura, dignidad y
armonía que siguen siendo hoy referencia del en-
cuentro entre pueblos. Dos: cuando el Padre Arrupe
convocó la Congregación General 32 (una reunión
de representantes de los jesuitas de todo el mundo),
de ese encuentro salió una formulación que sigue
siendo hoy definitoria de lo que los jesuitas inten-
tan hacer, trabajar por la fe y la justicia. Un binomio
indisoluble. Hoy unen a ambos términos aspectos
como la cultura, pero el acento en fe y justicia sigue
siendo esencial.
27
José María Rodríguez Olaizola (Oviedo, 1970), sacerdote jesuita, teólogo y sociólogo,
trabaja en pastoral con universitarios en Madrid, España. Es miembro del Consejo de
Redacción de la revista Sal Terrae. Integrante del equipo que lleva adelante el sitio
web “Rezando voy”. Es autor de libros y artículos en los que, desde la perspectiva
evangélica, reflexiona acerca de problemáticas actuales tales como los miedos, las
adicciones, la vida acelerada. Entre sus obras se destacan Hoy es ahora, gente sólida
para tiempos líquidos, Ignacio de Loyola, nunca solo, Bailando con la soledad, y Contem-
placiones de papel.
30

Más contenido relacionado

Similar a Raíces De Futuro 4.pdf

Codd clara entregate a la vida
Codd clara   entregate a la vidaCodd clara   entregate a la vida
Codd clara entregate a la vidasantimonia
 
12 ____formación_permanente__scor_septiembre_2014
12  ____formación_permanente__scor_septiembre_201412  ____formación_permanente__scor_septiembre_2014
12 ____formación_permanente__scor_septiembre_2014José Gracia Cervera
 
Numero 082 Agost 2007 Amor Ejemplo Testificar
Numero 082   Agost 2007 Amor Ejemplo TestificarNumero 082   Agost 2007 Amor Ejemplo Testificar
Numero 082 Agost 2007 Amor Ejemplo TestificarAudioconéctate.org
 
Revista Iglesia y Vida Salvatorianos Venezuela - Iglesia Católica - Diciembre...
Revista Iglesia y Vida Salvatorianos Venezuela - Iglesia Católica - Diciembre...Revista Iglesia y Vida Salvatorianos Venezuela - Iglesia Católica - Diciembre...
Revista Iglesia y Vida Salvatorianos Venezuela - Iglesia Católica - Diciembre...Carlos Mujica
 
Ignacio y la espiritualidad ignaciana decálogo para obras educativas
Ignacio y la espiritualidad ignaciana decálogo para obras educativasIgnacio y la espiritualidad ignaciana decálogo para obras educativas
Ignacio y la espiritualidad ignaciana decálogo para obras educativasguest0c8c7e2
 
San ignacio 2
San ignacio 2San ignacio 2
San ignacio 2leslie
 
Presentación1 destinado al exito
Presentación1 destinado al exitoPresentación1 destinado al exito
Presentación1 destinado al exitoFairuth
 
La victoria de la alegria
La victoria de la alegriaLa victoria de la alegria
La victoria de la alegriaopusdeicat
 
El evangelio segun jesucristo
El evangelio segun jesucristoEl evangelio segun jesucristo
El evangelio segun jesucristolinuxserver500
 
SER COMO HIJO PRODIGO ES SER LAICO
SER COMO HIJO PRODIGO ES SER LAICOSER COMO HIJO PRODIGO ES SER LAICO
SER COMO HIJO PRODIGO ES SER LAICOGedecom
 
Catequesis sobre lolo
Catequesis sobre loloCatequesis sobre lolo
Catequesis sobre loloamzcs
 
James redfieldlaundcimarevelacin
James redfieldlaundcimarevelacinJames redfieldlaundcimarevelacin
James redfieldlaundcimarevelacinGabriel Bravo
 
Escribe hermano leon nº 97
Escribe hermano leon nº 97Escribe hermano leon nº 97
Escribe hermano leon nº 97Gines García
 

Similar a Raíces De Futuro 4.pdf (20)

Codd clara entregate a la vida
Codd clara   entregate a la vidaCodd clara   entregate a la vida
Codd clara entregate a la vida
 
12 ____formación_permanente__scor_septiembre_2014
12  ____formación_permanente__scor_septiembre_201412  ____formación_permanente__scor_septiembre_2014
12 ____formación_permanente__scor_septiembre_2014
 
Domingo implicado
Domingo implicadoDomingo implicado
Domingo implicado
 
Los Borgia - Mario Puzo
Los Borgia - Mario PuzoLos Borgia - Mario Puzo
Los Borgia - Mario Puzo
 
CONECTATE 082: AMOR, EJEMPLO, TESTIFICAR
CONECTATE 082:  AMOR, EJEMPLO, TESTIFICARCONECTATE 082:  AMOR, EJEMPLO, TESTIFICAR
CONECTATE 082: AMOR, EJEMPLO, TESTIFICAR
 
Numero 082 Agost 2007 Amor Ejemplo Testificar
Numero 082   Agost 2007 Amor Ejemplo TestificarNumero 082   Agost 2007 Amor Ejemplo Testificar
Numero 082 Agost 2007 Amor Ejemplo Testificar
 
Revista Iglesia y Vida Salvatorianos Venezuela - Iglesia Católica - Diciembre...
Revista Iglesia y Vida Salvatorianos Venezuela - Iglesia Católica - Diciembre...Revista Iglesia y Vida Salvatorianos Venezuela - Iglesia Católica - Diciembre...
Revista Iglesia y Vida Salvatorianos Venezuela - Iglesia Católica - Diciembre...
 
Ignacio y la espiritualidad ignaciana decálogo para obras educativas
Ignacio y la espiritualidad ignaciana decálogo para obras educativasIgnacio y la espiritualidad ignaciana decálogo para obras educativas
Ignacio y la espiritualidad ignaciana decálogo para obras educativas
 
San ignacio 2
San ignacio 2San ignacio 2
San ignacio 2
 
Domingo viajero
Domingo viajeroDomingo viajero
Domingo viajero
 
Presentación1 destinado al exito
Presentación1 destinado al exitoPresentación1 destinado al exito
Presentación1 destinado al exito
 
La victoria de la alegria
La victoria de la alegriaLa victoria de la alegria
La victoria de la alegria
 
El evangelio segun jesucristo
El evangelio segun jesucristoEl evangelio segun jesucristo
El evangelio segun jesucristo
 
Material preparacion a la fiesta de los niños con maría
Material preparacion a la fiesta de los niños con maríaMaterial preparacion a la fiesta de los niños con maría
Material preparacion a la fiesta de los niños con maría
 
SER COMO HIJO PRODIGO ES SER LAICO
SER COMO HIJO PRODIGO ES SER LAICOSER COMO HIJO PRODIGO ES SER LAICO
SER COMO HIJO PRODIGO ES SER LAICO
 
Catequesis sobre lolo
Catequesis sobre loloCatequesis sobre lolo
Catequesis sobre lolo
 
Es domingo 25septiembre
Es domingo 25septiembreEs domingo 25septiembre
Es domingo 25septiembre
 
Grupos Adviento1
Grupos   Adviento1Grupos   Adviento1
Grupos Adviento1
 
James redfieldlaundcimarevelacin
James redfieldlaundcimarevelacinJames redfieldlaundcimarevelacin
James redfieldlaundcimarevelacin
 
Escribe hermano leon nº 97
Escribe hermano leon nº 97Escribe hermano leon nº 97
Escribe hermano leon nº 97
 

Más de EDUCCUniversidadCatl

VOLUMEN 1 COLECCION PRODUCCION BOVINA . SERIE SANIDAD ANIMAL
VOLUMEN 1 COLECCION PRODUCCION BOVINA . SERIE SANIDAD ANIMALVOLUMEN 1 COLECCION PRODUCCION BOVINA . SERIE SANIDAD ANIMAL
VOLUMEN 1 COLECCION PRODUCCION BOVINA . SERIE SANIDAD ANIMALEDUCCUniversidadCatl
 
Colección Ethos - VOL. 9- UNA APROXIMACIÓN A LAS NEUROTECNOLOGÍAS
Colección Ethos - VOL. 9- UNA APROXIMACIÓN A LAS NEUROTECNOLOGÍASColección Ethos - VOL. 9- UNA APROXIMACIÓN A LAS NEUROTECNOLOGÍAS
Colección Ethos - VOL. 9- UNA APROXIMACIÓN A LAS NEUROTECNOLOGÍASEDUCCUniversidadCatl
 
Catálogo Editorial Católica de Córdoba 2024
Catálogo Editorial Católica de Córdoba 2024Catálogo Editorial Católica de Córdoba 2024
Catálogo Editorial Católica de Córdoba 2024EDUCCUniversidadCatl
 
La carrera diplomática. Graduados y graduadas de la Universidad Católica de ...
La carrera diplomática. Graduados y graduadas de la Universidad Católica de ...La carrera diplomática. Graduados y graduadas de la Universidad Católica de ...
La carrera diplomática. Graduados y graduadas de la Universidad Católica de ...EDUCCUniversidadCatl
 
Territorios líquidos_Libro workshop arquitectura UCC
Territorios líquidos_Libro workshop arquitectura UCCTerritorios líquidos_Libro workshop arquitectura UCC
Territorios líquidos_Libro workshop arquitectura UCCEDUCCUniversidadCatl
 
Código procesal penal de la provincia de Córdoba
Código procesal penal de la provincia de CórdobaCódigo procesal penal de la provincia de Córdoba
Código procesal penal de la provincia de CórdobaEDUCCUniversidadCatl
 
Catálogo EDUCC 2023 - diciembre sin botones
Catálogo EDUCC 2023 - diciembre sin botonesCatálogo EDUCC 2023 - diciembre sin botones
Catálogo EDUCC 2023 - diciembre sin botonesEDUCCUniversidadCatl
 
Colección Ethos - VOL. 5 DEFINITIVO.pdf
Colección Ethos - VOL. 5 DEFINITIVO.pdfColección Ethos - VOL. 5 DEFINITIVO.pdf
Colección Ethos - VOL. 5 DEFINITIVO.pdfEDUCCUniversidadCatl
 

Más de EDUCCUniversidadCatl (20)

VOLUMEN 1 COLECCION PRODUCCION BOVINA . SERIE SANIDAD ANIMAL
VOLUMEN 1 COLECCION PRODUCCION BOVINA . SERIE SANIDAD ANIMALVOLUMEN 1 COLECCION PRODUCCION BOVINA . SERIE SANIDAD ANIMAL
VOLUMEN 1 COLECCION PRODUCCION BOVINA . SERIE SANIDAD ANIMAL
 
Colección Ethos - VOL. 9- UNA APROXIMACIÓN A LAS NEUROTECNOLOGÍAS
Colección Ethos - VOL. 9- UNA APROXIMACIÓN A LAS NEUROTECNOLOGÍASColección Ethos - VOL. 9- UNA APROXIMACIÓN A LAS NEUROTECNOLOGÍAS
Colección Ethos - VOL. 9- UNA APROXIMACIÓN A LAS NEUROTECNOLOGÍAS
 
Catálogo Editorial Católica de Córdoba 2024
Catálogo Editorial Católica de Córdoba 2024Catálogo Editorial Católica de Córdoba 2024
Catálogo Editorial Católica de Córdoba 2024
 
La carrera diplomática. Graduados y graduadas de la Universidad Católica de ...
La carrera diplomática. Graduados y graduadas de la Universidad Católica de ...La carrera diplomática. Graduados y graduadas de la Universidad Católica de ...
La carrera diplomática. Graduados y graduadas de la Universidad Católica de ...
 
Territorios líquidos_Libro workshop arquitectura UCC
Territorios líquidos_Libro workshop arquitectura UCCTerritorios líquidos_Libro workshop arquitectura UCC
Territorios líquidos_Libro workshop arquitectura UCC
 
Código procesal penal de la provincia de Córdoba
Código procesal penal de la provincia de CórdobaCódigo procesal penal de la provincia de Córdoba
Código procesal penal de la provincia de Córdoba
 
Catálogo EDUCC 2023 - diciembre sin botones
Catálogo EDUCC 2023 - diciembre sin botonesCatálogo EDUCC 2023 - diciembre sin botones
Catálogo EDUCC 2023 - diciembre sin botones
 
Colección Ethos - VOL. 8.pdf
Colección Ethos - VOL. 8.pdfColección Ethos - VOL. 8.pdf
Colección Ethos - VOL. 8.pdf
 
Catálogo EDUCC 2023-Julio31.pdf
Catálogo EDUCC 2023-Julio31.pdfCatálogo EDUCC 2023-Julio31.pdf
Catálogo EDUCC 2023-Julio31.pdf
 
Raíces de futuro 7.pdf
Raíces de futuro 7.pdfRaíces de futuro 7.pdf
Raíces de futuro 7.pdf
 
Raíces de futuro 6.pdf
Raíces de futuro 6.pdfRaíces de futuro 6.pdf
Raíces de futuro 6.pdf
 
Raíces de futuro 5.pdf
Raíces de futuro 5.pdfRaíces de futuro 5.pdf
Raíces de futuro 5.pdf
 
Raíces De Futuro 3.pdf
Raíces De Futuro 3.pdfRaíces De Futuro 3.pdf
Raíces De Futuro 3.pdf
 
Raíces de futuro 2.pdf
Raíces de futuro 2.pdfRaíces de futuro 2.pdf
Raíces de futuro 2.pdf
 
Raíces de futuro 1.pdf
Raíces de futuro 1.pdfRaíces de futuro 1.pdf
Raíces de futuro 1.pdf
 
Colección Ethos - VOL. 7.pdf
Colección Ethos - VOL. 7.pdfColección Ethos - VOL. 7.pdf
Colección Ethos - VOL. 7.pdf
 
Colección Ethos - VOL. 5 DEFINITIVO.pdf
Colección Ethos - VOL. 5 DEFINITIVO.pdfColección Ethos - VOL. 5 DEFINITIVO.pdf
Colección Ethos - VOL. 5 DEFINITIVO.pdf
 
PDF Ethos - VOL. 6 (1).pdf
PDF Ethos - VOL. 6 (1).pdfPDF Ethos - VOL. 6 (1).pdf
PDF Ethos - VOL. 6 (1).pdf
 
Colección Ethos - VOL. 1.pdf
Colección Ethos - VOL. 1.pdfColección Ethos - VOL. 1.pdf
Colección Ethos - VOL. 1.pdf
 
Colección Ethos - VOL. 2.pdf
Colección Ethos - VOL. 2.pdfColección Ethos - VOL. 2.pdf
Colección Ethos - VOL. 2.pdf
 

Último

LINEAMIENTOS INICIO DEL AÑO LECTIVO 2024-2025.pptx
LINEAMIENTOS INICIO DEL AÑO LECTIVO 2024-2025.pptxLINEAMIENTOS INICIO DEL AÑO LECTIVO 2024-2025.pptx
LINEAMIENTOS INICIO DEL AÑO LECTIVO 2024-2025.pptxdanalikcruz2000
 
c3.hu3.p1.p3.El ser humano como ser histórico.pptx
c3.hu3.p1.p3.El ser humano como ser histórico.pptxc3.hu3.p1.p3.El ser humano como ser histórico.pptx
c3.hu3.p1.p3.El ser humano como ser histórico.pptxMartín Ramírez
 
Estrategia de Enseñanza y Aprendizaje.pdf
Estrategia de Enseñanza y Aprendizaje.pdfEstrategia de Enseñanza y Aprendizaje.pdf
Estrategia de Enseñanza y Aprendizaje.pdfromanmillans
 
programa dia de las madres 10 de mayo para evento
programa dia de las madres 10 de mayo  para eventoprograma dia de las madres 10 de mayo  para evento
programa dia de las madres 10 de mayo para eventoDiegoMtsS
 
FICHA DE MONITOREO Y ACOMPAÑAMIENTO 2024 MINEDU
FICHA DE MONITOREO Y ACOMPAÑAMIENTO  2024 MINEDUFICHA DE MONITOREO Y ACOMPAÑAMIENTO  2024 MINEDU
FICHA DE MONITOREO Y ACOMPAÑAMIENTO 2024 MINEDUgustavorojas179704
 
RETO MES DE ABRIL .............................docx
RETO MES DE ABRIL .............................docxRETO MES DE ABRIL .............................docx
RETO MES DE ABRIL .............................docxAna Fernandez
 
TEST DE RAVEN es un test conocido para la personalidad.pdf
TEST DE RAVEN es un test conocido para la personalidad.pdfTEST DE RAVEN es un test conocido para la personalidad.pdf
TEST DE RAVEN es un test conocido para la personalidad.pdfDannyTola1
 
Tarea 5_ Foro _Selección de herramientas digitales_Manuel.pdf
Tarea 5_ Foro _Selección de herramientas digitales_Manuel.pdfTarea 5_ Foro _Selección de herramientas digitales_Manuel.pdf
Tarea 5_ Foro _Selección de herramientas digitales_Manuel.pdfManuel Molina
 
Estas son las escuelas y colegios que tendrán modalidad no presencial este lu...
Estas son las escuelas y colegios que tendrán modalidad no presencial este lu...Estas son las escuelas y colegios que tendrán modalidad no presencial este lu...
Estas son las escuelas y colegios que tendrán modalidad no presencial este lu...fcastellanos3
 
TRIPTICO-SISTEMA-MUSCULAR. PARA NIÑOS DE PRIMARIA
TRIPTICO-SISTEMA-MUSCULAR. PARA NIÑOS DE PRIMARIATRIPTICO-SISTEMA-MUSCULAR. PARA NIÑOS DE PRIMARIA
TRIPTICO-SISTEMA-MUSCULAR. PARA NIÑOS DE PRIMARIAAbelardoVelaAlbrecht1
 
RAIZ CUADRADA Y CUBICA PARA NIÑOS DE PRIMARIA
RAIZ CUADRADA Y CUBICA PARA NIÑOS DE PRIMARIARAIZ CUADRADA Y CUBICA PARA NIÑOS DE PRIMARIA
RAIZ CUADRADA Y CUBICA PARA NIÑOS DE PRIMARIACarlos Campaña Montenegro
 
La Función tecnológica del tutor.pptx
La  Función  tecnológica  del tutor.pptxLa  Función  tecnológica  del tutor.pptx
La Función tecnológica del tutor.pptxJunkotantik
 
Unidad II Doctrina de la Iglesia 1 parte
Unidad II Doctrina de la Iglesia 1 parteUnidad II Doctrina de la Iglesia 1 parte
Unidad II Doctrina de la Iglesia 1 parteJuan Hernandez
 
OLIMPIADA DEL CONOCIMIENTO INFANTIL 2024.pptx
OLIMPIADA DEL CONOCIMIENTO INFANTIL 2024.pptxOLIMPIADA DEL CONOCIMIENTO INFANTIL 2024.pptx
OLIMPIADA DEL CONOCIMIENTO INFANTIL 2024.pptxjosetrinidadchavez
 
Uses of simple past and time expressions
Uses of simple past and time expressionsUses of simple past and time expressions
Uses of simple past and time expressionsConsueloSantana3
 
periodico mural y sus partes y caracteristicas
periodico mural y sus partes y caracteristicasperiodico mural y sus partes y caracteristicas
periodico mural y sus partes y caracteristicas123yudy
 

Último (20)

LINEAMIENTOS INICIO DEL AÑO LECTIVO 2024-2025.pptx
LINEAMIENTOS INICIO DEL AÑO LECTIVO 2024-2025.pptxLINEAMIENTOS INICIO DEL AÑO LECTIVO 2024-2025.pptx
LINEAMIENTOS INICIO DEL AÑO LECTIVO 2024-2025.pptx
 
c3.hu3.p1.p3.El ser humano como ser histórico.pptx
c3.hu3.p1.p3.El ser humano como ser histórico.pptxc3.hu3.p1.p3.El ser humano como ser histórico.pptx
c3.hu3.p1.p3.El ser humano como ser histórico.pptx
 
VISITA À PROTEÇÃO CIVIL _
VISITA À PROTEÇÃO CIVIL                  _VISITA À PROTEÇÃO CIVIL                  _
VISITA À PROTEÇÃO CIVIL _
 
Estrategia de Enseñanza y Aprendizaje.pdf
Estrategia de Enseñanza y Aprendizaje.pdfEstrategia de Enseñanza y Aprendizaje.pdf
Estrategia de Enseñanza y Aprendizaje.pdf
 
programa dia de las madres 10 de mayo para evento
programa dia de las madres 10 de mayo  para eventoprograma dia de las madres 10 de mayo  para evento
programa dia de las madres 10 de mayo para evento
 
Earth Day Everyday 2024 54th anniversary
Earth Day Everyday 2024 54th anniversaryEarth Day Everyday 2024 54th anniversary
Earth Day Everyday 2024 54th anniversary
 
Power Point: "Defendamos la verdad".pptx
Power Point: "Defendamos la verdad".pptxPower Point: "Defendamos la verdad".pptx
Power Point: "Defendamos la verdad".pptx
 
FICHA DE MONITOREO Y ACOMPAÑAMIENTO 2024 MINEDU
FICHA DE MONITOREO Y ACOMPAÑAMIENTO  2024 MINEDUFICHA DE MONITOREO Y ACOMPAÑAMIENTO  2024 MINEDU
FICHA DE MONITOREO Y ACOMPAÑAMIENTO 2024 MINEDU
 
RETO MES DE ABRIL .............................docx
RETO MES DE ABRIL .............................docxRETO MES DE ABRIL .............................docx
RETO MES DE ABRIL .............................docx
 
TEST DE RAVEN es un test conocido para la personalidad.pdf
TEST DE RAVEN es un test conocido para la personalidad.pdfTEST DE RAVEN es un test conocido para la personalidad.pdf
TEST DE RAVEN es un test conocido para la personalidad.pdf
 
Tarea 5_ Foro _Selección de herramientas digitales_Manuel.pdf
Tarea 5_ Foro _Selección de herramientas digitales_Manuel.pdfTarea 5_ Foro _Selección de herramientas digitales_Manuel.pdf
Tarea 5_ Foro _Selección de herramientas digitales_Manuel.pdf
 
Estas son las escuelas y colegios que tendrán modalidad no presencial este lu...
Estas son las escuelas y colegios que tendrán modalidad no presencial este lu...Estas son las escuelas y colegios que tendrán modalidad no presencial este lu...
Estas son las escuelas y colegios que tendrán modalidad no presencial este lu...
 
TRIPTICO-SISTEMA-MUSCULAR. PARA NIÑOS DE PRIMARIA
TRIPTICO-SISTEMA-MUSCULAR. PARA NIÑOS DE PRIMARIATRIPTICO-SISTEMA-MUSCULAR. PARA NIÑOS DE PRIMARIA
TRIPTICO-SISTEMA-MUSCULAR. PARA NIÑOS DE PRIMARIA
 
RAIZ CUADRADA Y CUBICA PARA NIÑOS DE PRIMARIA
RAIZ CUADRADA Y CUBICA PARA NIÑOS DE PRIMARIARAIZ CUADRADA Y CUBICA PARA NIÑOS DE PRIMARIA
RAIZ CUADRADA Y CUBICA PARA NIÑOS DE PRIMARIA
 
La Función tecnológica del tutor.pptx
La  Función  tecnológica  del tutor.pptxLa  Función  tecnológica  del tutor.pptx
La Función tecnológica del tutor.pptx
 
DIA INTERNACIONAL DAS FLORESTAS .
DIA INTERNACIONAL DAS FLORESTAS         .DIA INTERNACIONAL DAS FLORESTAS         .
DIA INTERNACIONAL DAS FLORESTAS .
 
Unidad II Doctrina de la Iglesia 1 parte
Unidad II Doctrina de la Iglesia 1 parteUnidad II Doctrina de la Iglesia 1 parte
Unidad II Doctrina de la Iglesia 1 parte
 
OLIMPIADA DEL CONOCIMIENTO INFANTIL 2024.pptx
OLIMPIADA DEL CONOCIMIENTO INFANTIL 2024.pptxOLIMPIADA DEL CONOCIMIENTO INFANTIL 2024.pptx
OLIMPIADA DEL CONOCIMIENTO INFANTIL 2024.pptx
 
Uses of simple past and time expressions
Uses of simple past and time expressionsUses of simple past and time expressions
Uses of simple past and time expressions
 
periodico mural y sus partes y caracteristicas
periodico mural y sus partes y caracteristicasperiodico mural y sus partes y caracteristicas
periodico mural y sus partes y caracteristicas
 

Raíces De Futuro 4.pdf

  • 1. 1 4 JOSÉ MARÍA RODRÍGUEZ OLAIZOLA, SJ Ignacio de Loyola
  • 2. Colección Raíces de Futuro. Serie Raíces 4. Ignacio de Loyola José María Rodríguez Olaizola, sj Copyright @ 2019 by Educc – Editorial de la Universidad Católica de Córdoba. Diseño editorial: Sofía García Castellanos. Rodríguez Olaizola, José María Ignacio de Loyola / José María Rodríguez Olaizola. - 1a ed . - Córdoba : EDUCC - Editorial de la Universidad Católica de Córdoba, 2019. Libro digital, PDF - (Raíces de futuro ; 4) Archivo Digital: descarga y online ISBN 978-987-626-419-8 1. Biografía. 2. Jesuitas. 3. Santo. I. Título. CDD 920.71
  • 3. Ignacio de Loyola JOSÉ MARÍA RODRÍGUEZ OLAIZOLA, SJ
  • 4. Este texto forma parte de la serie Raíces perteneciente a la col- ección Raíces de Futuro; está tomado de Rodríguez Olaizola, J. M. (2010). En Compañía de Jesús (pp. 15-43). Bilbao: Sal Terrae – Mensajero. Se reproduce con autorización del autor.
  • 5. 5 Como otras muchas historias, esta comienza con la vida sorprendente de un hombre: Ignacio de Loyo- la. Su historia allá por el siglo XVI, es digna de largos relatos, pero aquí solo caben unas pocas pinceladas, así que intentemos ir a lo esencial. Habrás oído hablar de san Ignacio. Cuando po- nemos el «san» delante puede dar la impresión de que vamos a hablar de una vida demasiado distin- ta, porque parece que los santos son figuras de otra época o personas que viven de otra manera, como muy ajenos a lo cotidiano. Pero nada más lejos de la realidad, los santos son gente con los pies en la tie- rra, que pasan por el mundo viviendo muy a fondo. Hoy diríamos que dándolo todo, apostando fuerte, «Ignacio es un santo actual. Su santidad habla muy bien a nues- tra época. Hay santos que, de algún modo, encajan en un tiempo pasado y cuya historia hoy nos deja más bien indiferentes, nos resulta anodina o nos habla de una piedad propia de otro perío- do histórico, desvinculada de nuestro presente. Y sin embargo, aquí tenemos a un personaje que sigue atravesando los siglos para hablarnos. Un hombre activo, batallador, frágil y fuerte al mismo tiempo, tenaz, con un carácter arrollador. Capaz de movi- lizar a otros. Atento a su mundo. Un hombre muy práctico. Cono- cedor de las personas y buscador infatigable de Dios». Olaizola, José María Ignacio de Loyola, nunca solo
  • 6. 6 amando con locura y amando mucho. ¿Y quién no querría algo así para su vida? Déjame hablarte un poco de Ignacio. ¿Por qué fundó a los jesuitas? En realidad esto sur- gió cuando ya era mayor. Tenía 49 años, cuando el papa Paulo III autorizó la fundación de aquella orden religiosa. Y 49 años en el siglo XVI ya es una edad muy avanzada. La verdad es que no siempre pensó que se juntaría con otros hombres para compartir una mi- sión. Su vida dio muchas vueltas hasta que, junto con ocho amigos, fundó la Compañía de Jesús. EL JOVEN QUE QUISO TENERLO TODO Y FRACASÓ Sus primeros pasos fueron distintos. Como cual- quier otro, fue un joven con sueños, con ideales, con ambición y con proyectos. Quiso triunfar, brillar en sociedad, seducir a las damas más distinguidas, ga- nar títulos, riquezas, honor. ¿Quién no sueña, cuando es joven, con alcanzar- lo todo? Te ves triunfante, popular, exitoso. Quieres demostrar tu valía. Ansías vencer, alcanzar tus me- tas, poder demostrar a la gente cuánto vales. Pues eso hizo el joven Íñigo, el hijo pequeño de la casa de Loyola. En la España de los Reyes Católicos intentó labrarse un nombre. Entonces los mejores caminos para ello eran el clero, la nobleza o el ejército. Pero lo de la carrera
  • 7. 7 eclesiástica no le interesaba en absoluto, así que el primer proyecto fue tratar de triunfar en la corte. Su padre, que había enviudado siendo él muy niño, le mandó a casa de un noble en Arévalo. Allí pasó lar- gos años de educación cortesana. Le gustaba. Era un mundo de señores y damas, de torneos y ga- lanterías. No sé con qué podríamos comparar hoy aquellas cortes renacentistas. ¿Serían el equivalente a los personajes frívolos que aparecen en el mundo del corazón? ¿O acaso los poderosos que mueven los hilos de la sociedad? Un poco de todo. El caso es que, entonces, como ahora, era importante estar bien situado, tener buenos padrinos… Pero el protector de Íñigo cayó en desgracia ante el rey. Y en aquella sociedad eso implicaba que se cerraban las puertas a sus protegidos. De modo que Íñigo, tras largos años de esperar tener un hueco en la corte, se encontró con que nunca iba a pasar de ser un simple paje. Entonces lo intentó en el ejército. La carrera mili- tar también era una forma de labrarse un nombre. Por eso entra al servicio del Duque de Nájera, y con él se preparó para la guerra. Sin embargo, cuando la guerra llegó, lejos de ser la ocasión de grandes haza- ñas, truncó sus sueños. En Pamplona, defendiendo la ciudad del ataque de un ejército francés, una bala de bombarda (como un pequeño cañón) le destro- zó la rodilla y le incapacitó para la vida militar.
  • 8. 8 ¡Vaya fracaso! El gran Íñigo pasó de verse triun- fando en el mundo a reconocer la derrota más ab- soluta. Volvió al caserío de Loyola en camilla, hecho polvo y con la sensación de ser una nulidad. Tenía casi 30 años y no había hecho nada. EL FRACASADO QUE SE ENCONTRÓ CON DIOS En Loyola, durante una convalecencia que fue larga, porque la pierna destrozada tardó en curar- se (y nunca del todo), atendido por su hermano y su cuñada, descubrió a Dios. No es que nunca antes hubiese oído hablar de él. En esa época Dios estaba en todas las bocas. Era una sociedad muy religiosa. Sin embargo, hasta entonces había sido para él una convención, una rutina, una idea. Pues durante ese tiempo de enfermedad, al no tener mucho que ha- cer se dedicó a leer, y los únicos libros que tenía a mano eran una vida de Cristo y el relato de las vidas de algunos santos. Empezó esa lectura sin ganas. Hubiese preferido otro tipo de relatos, novelas de ca- balleros o similares, y no esas historias piadosas que no le atraían en absoluto. Pero al ir zambulléndose en esas páginas se dio cuenta de que Dios no era una tradición o una idea, sino alguien muy vivo, muy presente, y empezó a pensar que quería parecerse a aquellos santos que habían hecho grandes cosas movidos por la fe. Ese fue el motivo de un cambio de
  • 9. 9 vida radical. Sus anteriores deseos de fama y poder dieron paso a un nuevo sueño: quería ir a Jerusalén para vivir como Jesús. Ya no quería triunfar ante los hombres sino ante Dios. Y con ese deseo se puso en marcha. No fue fácil. Primero porque entonces, como aho- ra, la familia no iba a estar muy de acuerdo, y más bien pensarían que estaba chiflado. Así que tuvo que irse sin contarles demasiado. Empezó con ges- tos muy llamativos, como cuando le cambió sus ro- pas de noble a un mendigo o cuando, en Monserrat, dejó sus armas delante de la Virgen. En ese momen- to era como un aventurero haciendo gestos carga- dos de sentido, aunque también un poco extremos. Pero lo verdaderamente difícil, más allá de lo que otros pensasen, es que aún le faltaba encontrar de verdad a Dios. Lo que había descubierto en Loyola era aún una idea, un proyecto, unos ideales. Y pen- saba que le bastaba tener eso claro para hacer todas esas cosas que tenía en mente. Pero el problema es que pensaba hacerlo por sus propias fuerzas. Pen- saba que bastaba su coraje, su convicción o su pa- sión. Pensaba comerse el mundo y ganar el aprecio de Dios. Pero claro, una cosa son los sueños que uno alberga y otra cosa es cuando te pones a ello y te das cuenta de que la realidad es más compleja. Íñi- go tardó bien poco en descubrir que no se sentía ca- paz. Reconocía que era un desastre, que en la vida
  • 10. 10 había hecho muchas cosas mal, que se sentía muy débil. Así que, cuando aún estaba empezando su camino, como que se encontró sin saber muy bien adónde iba. Ese fue el punto de partida para volverse de ver- dad a Dios. Y eso lo dejó anclado en una ciudad lla- mada Manresa, cerca de Barcelona, donde pasó va- rios meses tratando de aclararse. Lo pasó fatal. En algún momento de desespera- ción hasta estuvo a punto de tirarse a un pozo. Fue un proceso difícil en el que empezó a descubrir de verdad que la fuerza no era suya, sino de Dios. Em- pezó a entender lo que es sentirse pecador y, sin embargo, llamado a hacer algo. Comenzó a darse cuenta de la vida que había en el Evangelio (y em- pezó a perfilar lo que luego se convertiría en los ejer- cicios espirituales, aunque de eso hablaremos más adelante). Pero la lección más importante la apren- dería al darse cuenta de que el protagonista no era él, Íñigo, sino Dios… Dios es el que ama, el que nos ha creado, el que alienta y fortalece nuestras flaquezas, el que ilumina nuestras tinieblas. Sólo cuando acep- tó esto y dejó de verdad que el protagonista fuese Dios pudo seguir su camino. Aquí es necesario un paréntesis. ¿Cómo va a ser Dios el protagonista, entonces o ahora, si no le ve- mos, no le oímos y no se nos aparece? Pues en parte porque sí hay indicios de Dios en nuestra vida. Sen-
  • 11. 11 timientos que afloran cuando leemos el Evangelio. Emociones, intuiciones, imágenes que nos remue- ven por dentro. Ideas que uno jamás habría pensa- do por sí mismo y, sin embargo, en cierto momento te parecen evidentes. Ahí descubrimos llamadas. Así habla Dios. En tiempos de Ignacio y hoy en día. EL PEREGRINO EN BUSCA DE UN DESTINO Retomemos la narración. Íñigo continuó su cami- no, ahora sí, dejando que el protagonista fuera Dios, el Dios que descubría en Jesús pobre y humilde, tal como lo veía en el Evangelio. Y siguió adelante con su plan de viajar a Jerusalén. No fue un viaje fácil. Hoy en día, en nuestro mundo de autovías y avio- nes que nos llevan a cualquier sitio en poco tiempo, cuesta imaginar lo que serían los viajes atravesan- do mares y países hace unos cuantos siglos. Los pe- ligros e incidentes que podrían sobrevenir en una época violenta como la de Íñigo eran enormes. Su viaje de Barcelona a Roma, de Roma a Venecia y de Venecia a Jerusalén le llevó medio año. Además, sal- vo algunas partes del trayecto en barco, ese recorri- do lo hizo a pie y viviendo en pobreza radical, pues esa era su opción. Todo para llevarse una nueva decepción. Y es que al llegar a Jerusalén no le dejaron quedarse allí. Su intención era pasar su vida por aquellos lugares,
  • 12. 12 anunciando la palabra de Jesús. Sin embargo, lo de Jerusalén ya era conflictivo entonces. Estaba bajo dominio turco, y solo los franciscanos tenían permi- so para estar establecidos allí, y los peregrinos que llegaban, con cuentagotas y estrictas medidas de seguridad, debían regresar a sus lugares de origen. Tener a un cristiano predicando por las calles era una provocación o un pasaporte seguro al martirio. Así que le obligaron a volverse. Todo su gozo en un pozo. ¿Qué hacer entonces? ¿Qué quería Dios que hicie- ra con su vida? Seguía corriendo el reloj. Tenía enton- ces 32 años. Decidió estudiar. Si pensaba anunciar el Evangelio, si iba a tratar de ayudar a los demás, no parecía descabellado formarse para ello. Así que, tras desandar el camino andado –de nuevo como pere- grino en un mundo turbulento– inició una época de estudios. Primero en Barcelona, donde pasó dos años aprendiendo latines, y eso que tenía que compartir el aula con críos que, seguramente, se preguntaban qué pintaba un hombre así de mayor estudiando. En Barcelona hizo buenos amigos, gente que hablaba con él y a quienes aconsejaba. Íñigo descubrió que tenía una capacidad especial para ese tipo de con- versación sobre las cosas más hondas. Era de esas personas con quienes otros se sentían a gusto com- partiendo historias, confidencias y búsquedas. Tras Barcelona se fue a Alcalá de Henares. Ya no estaba solo, pues en Barcelona se le habían juntado
  • 13. 13 otros jóvenes seducidos por la idea de llevar ese mis- mo tipo de vida y le siguieron a Alcalá, pero allí tuvie- ron nuevos problemas. Esta vez porque la Inquisición quería saber quién era Íñigo, con qué base hablaba de Dios, y si no estaría quizás fomentando alguna herejía. Aunque no le acusaron de nada, le prohibie- ron hablar de cosas de Dios con otros, así que aban- donó la ciudad y volvió a comenzar en Salamanca. Pero en la ciudad del Tormes les ocurrió de nuevo lo mismo. Sospechas, interrogatorios, juicios… Además, no conseguía centrarse en los estudios. Se le iba de- masiado tiempo acompañando a gente que quería hablar con él. Y claro, como en todas las épocas, si no te centras en los estudios las cosas no se aprenden solas. Así que, tras otros dos años perdidos, decidió irse a París junto a esos amigos primeros. PARÍS. AMIGOS PARA TODA LA VIDA. PROYECTOS COMUNES Y allá se fue Íñigo, abriendo camino… Tal era su decisión de cambiar de vida, de tomar en serio los estudios, de empezar una nueva etapa, que se cam- bió el nombre. En París empezaría a firmar como Ignacio. Esperó que llegasen sus compañeros pero lo de- jaron plantado. Aunque se habían comprometido a ello, por distintas razones a la hora de la verdad no
  • 14. 14 le siguieron a Francia. Sería, seguro, un chasco para él. Sin embargo, Ignacio no era un hombre que se rindiese ante la contrariedad. Se había dado cuenta de lo interesante que resultaba, para su proyecto de ayudar a las gentes, no estar solo. De modo que en París, a la vez que estudiaba, empezó a compartir con otros estudiantes aquello que había descubier- to en los tiempos de Manresa: una manera de rezar, de buscar la voluntad de Dios, de asomarse al Evan- gelio… es decir, lo que más adelante llegaría a lla- marse ejercicios espirituales. Esto ayudó a muchos de ellos a decidir qué querían hacer con sus vidas. Los años de París fueron años intensos. Vivía de los donativos (hoy diríamos becas) de señores no- bles, primero de Brujas, y luego de Londres. Cursaba estudios eclesiásticos. Y fue juntando en torno a sí a un grupo de jóvenes que vibraban, como él, con la idea de irse a Jerusalén a predicar el Evangelio. Entre ellos, los dos con quienes le tocó compartir habitación en el colegio donde estudió: el saboyano Pedro Fabro y el navarro Francisco Javier. Es bonito pensar en estos tiempos como tiem- pos de amistad. Una amistad profunda y juvenil. La amistad con lo que se comparten los sueños, las ri- sas, los planes, los proyectos. La amistad auténtica de quien deja que otro le conozca bien. La amistad capaz de confiar en otros. No fue fácil. Podría parecer que, sencillamente, coincidieron, se cayeron bien y
  • 15. 15 ya está. Pero la verdad es que cada uno de ellos tuvo una historia distinta, y no siempre fue fácil. Quizás el más conocido de esos primeros com- pañeros, Francisco Javier, es el que, en contacto con Ignacio, cambió de manera más radical. Era un tipo popular, adicionado a la fiesta, deportista, despilfa- rrador y ambicioso… y sin embargo, Ignacio le abrió la puerta a otro mundo mucho más rico, hondo y es- piritual. Pero eso le llevó años. Al principio Javier po- siblemente pensaba que Ignacio era un personaje un tanto estrafalario al que toleraba porque le pres- taba dinero. Pero poco a poco la burla dio paso a la interrogación, y esta a la búsqueda. Y es que Ignacio contagiaba algo. Pasión, hondura, convicción… Seis años pasó Ignacio en París. Y a Fabro y Francis- co Javier se unieron pronto otros amigos: Diego Laí- nez, Nicolás Salmerón, Nicolás Bobadilla, Simón Rodrí- guez… Estos compañeros trazan un plan ambicioso. Imaginemos la situación. Debió de ser un tiempo fascinante. Es como cuando uno planea unas vaca- ciones o algún otro proyecto muy atractivo con sus amigos. Todos son ilusiones, emoción, ideas… con la salvedad de que lo que estos seis estaban planean- do no era algo que les fuera a ocupar quince días o un mes, sino toda la vida. Decidieron ir a Tierra Santa, tras las huellas del Jesús que a todos seducía. Ayudar allí a quien pudiera necesitarles. Y convirtie- ron el deseo en un compromiso firme.
  • 16. 16 Lo prometieron al tiempo que se consagraban a Dios en una capilla, en Montmartre. Eso sí: escar- mentado Ignacio, quizás, por lo aprendido a lo largo de una vida con tantos quiebros y requiebros, en lo que nada salía como tenía previsto, formularon esta vez una alternativa para el caso de que, por la razón que fuera, no pudieran llegar a Tierra Santa. Si se diera esa situación, entonces se comprometían a ir a Roma para que el Papa les enviara a donde quisie- ra, a trabajar por el Evangelio al servicio de la Iglesia. UNOS PLANES SE TRUNCAN Y OTROS SURGEN. APARECE LA COMPAÑÍA DE JESÚS Hemos llegado a 1534. Ignacio tenía ya 43 años. Parece que su futuro se iba aclarando. Antes de em- prender esta nueva etapa, y con la salud quebrada, en parte como consecuencia de lo exigente de su vida desde que se echó a peregrinar, volvió a España para reponerse un poco. Por primera vez, desde que abandonó su tierra, regresó a Loyola, aunque en lugar de alojarse en el caserío familiar se quedó en el hospital de Azpeitia. Los vecinos debieron de quedar más que sorpren- didos al reconocer al hijo menor de la casa de Lo- yola, que había partido como un noble gallardo, y regresaba tan gastado y vestido poco menos que con harapos, predicando y compartiendo techo y
  • 17. 17 pan con enfermos y mendigos. Su hermano Martín, más que sorprendido, estaba indignado. Sin embar- go, todos, vecinos y familiares, fueron descubriendo en el cambio de Ignacio algo que les llegaba muy dentro. En los meses que pasó en Azpeitia dejó una fuerte huella y un aire de conversión profunda en toda aquella gente. En cuanto obtuvo respuesta siguió camino. Visitó a las familias de alguno de sus compañeros parisinos para hablarles de los planes del grupo. Y finalmente embarcó con dirección a Venecia, adonde llegó en 1535. Allí esperó hasta que llegaran sus compañeros, directamente desde París. Fue el suyo un reencuentro gozoso. Estaban en marcha. En París se habían unido otros tres hom- bres al grupo. Claudio Jay, Pascasio Broet y Pedro Coduri. Solo tenían que conseguir permisos y espe- rar a que zarpase el barco de los peregrinos hacia Jerusalén. Pero calculaban que esto les llevaría me- ses. En Venecia se ordenaron los que aún no eran sacerdotes. Durante este tiempo de espera los compañe- ros trabajaron como voluntarios en los hospitales, cuidando a los más heridos, aprendiendo a mirar la realidad más atravesada. Descubriendo que el Evangelio, la bienaventuranza, la cruz o el amor no son ideas bonitas para discutir en las aulas, sino di- mensiones de un mundo hermoso pero golpeado.
  • 18. 18 Allí entendieron que el amor por las criaturas no es fácil, y que quizás quienes más atención necesitan son los más olvidados e invisibles. Una nueva contrariedad retrasó sus planes. El bar- co de peregrinos no iba a zarpar aquel año por la ame- naza turca. ¿Qué hacer? ¿Ir a Roma y olvidar su plan primero? Decidieron darse un tiempo. Esperar. Repar- tirse por ciudades vecinas. Fue en vano. El barco no iba a ir a Jerusalén de ninguna manera. Y aquello que habían pensado como alternativa lejana se convierte ahora en su meta. Irían a Roma a presentarse ante el Papa para que les enviase donde quisiera. Un grupo así, de hombres más o menos jóvenes y bien forma- dos, seguro que venía bien en cualquier lugar. Fueron viajando a Roma en distintos grupos. Ig- nacio, en su trayecto, tuvo una experiencia de ora- ción que le marcó profundamente. En un lugar llamado La Storta sintió dos cosas: una, se sintió profundamente unido al Jesús pobre y humilde. Como que el mismo Dios le hiciese compañero de Jesús. Y la segunda, sintió que Roma se convertía en su Jerusalén, una meta inesperada hacia la que en realidad Dios le había ido encaminando. Al fin se juntaron todos en Roma. Ahora tocaba ofrecerse al Papa. Pero les entró una cierta nostal- gia. ¿Era el momento de separarse? Era posible que el Papa les enviase a lugares distintos. ¿Acababa aquí su historia común?
  • 19. 19 En el siglo XXI las separaciones no parecen tanto, cuando seguimos conectados por muchos medios y podemos seguir viéndonos, aun a distancia, cada vez por más canales. Hoy parece que no hay distan- cias. Pero en 1538 la separación podría ser definitiva. Por eso volvieron a pensar. Y decidieron proponerle al Papa que les aceptase como un grupo, no como personas separadas. Es decir, querían convertirse en una orden religiosa. Con la misma idea. Ser enviados a cualquier lugar del mundo. A trabajar en aquello que la Iglesia pudiera necesitar. Pero con el matiz de seguir unidos. En 1539 le presentaron su propuesta a Paulo III. Y aunque hubo muchas dudas y resistencias por parte de algunos cardenales, finalmente en 1540 se apro- bó la Compañía de Jesús. Ya estaban los jesuitas en marcha (aunque aún no se les llamaba jesuitas). LOS AÑOS ROMANOS DE IGNACIO. PRIMER GENERAL DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS Empezó entonces la dispersión del grupo. Igna- cio, el viajero que había recorrido a pie tantos miles de kilómetros, iba a ser esta vez, y muy a su pesar, el que se quedase en Roma mientras los otros se dispersaban. Francisco Javier será el misionero infa- tigable que llegue a las Indias y a Japón. Pero Igna- cio no podrá seguir su vida de peregrino. Roma es
  • 20. 20 su destino, y quizás un poco su atadura. Aunque se resistió todo lo que pudo, los otros le eligieron Su- perior General de la Compañía de Jesús. Y el grupo ya no eran los primeros nueve, sino muchos más, porque desde muy pronto se empezaron a unir a ellos otros hombres deseosos de formar parte de ese mismo proyecto. Comenzó entonces una etapa de crecimiento vertiginoso, y de actividad incesante para Ignacio. Serían quince años en los que se mul- tiplicara su actividad, al frente de una orden religio- sa que empezaba a moverse en todo el mundo en- tonces conocido. Ignacio, en Roma, trabajaba, escribía cartas a todo el mundo, trataba de redactar unas constituciones por las que se rigiese la nueva orden. Acompañaba a personas que querían hacer su mismo camino espi- ritual a través de los ejercicios espirituales, que al fin habían adquirido su forma definitiva. Era formador de otros hombres que se unían a la Compañía. In- tentaba ayudarles a hacer un itinerario interior que les preparase para ser verdaderos apóstoles, en esta Europa que se veía sacudida por el terremoto que suponía la Reforma de Lutero. Se envolvió en múltiples iniciativas apostólicas: el trabajo con prostitutas, la catequesis de niños, la creación de centros de formación para los que iban uniéndose a la Compañía. No era fácil. Había obstá- culos. Y entonces, como ahora, también encontraba
  • 21. 21 enemigos, problemas internos –alguno de los com- pañeros le dio fuertes quebraderos de cabeza por actitudes inconvenientes– y opositores externos. Más de una vez tendrían que responder a acusacio- nes de todo tipo. Y siempre se lanzaba Ignacio como un león a pelear para que el buen nombre del gru- po saliera limpio de las denuncias que consideraba injustas. Fue viendo morir a alguno de sus mejores amigos, como cuando Fabro, tras pasar años trabajando en Alemania, se apagó de puro agotamiento en una vi- sita a Roma. Añoraba también a Javier, que de vez en cuando escribía cartas apasionadas que resonaban en todos los universitarios europeos y encendían en muchos jóvenes el deseo de seguir sus pasos. Una vez intentó dimitir, que eligieran a otro. Pero los compañeros no lo aceptaron. Así que pasó sus últimos años de vida en Roma, al pie del cañón. Hasta que, en 1556, con 65 años de edad, le llegó la muerte en sus habitaciones romanas. Cuando murió Ignacio, la Compañía de Jesús con- taba con más de mil hombres en cuatro continen- tes. Solamente en Italia había ya cerca de quinien- tos. Trescientos en España, doscientos en Portugal. Tenían numerosos colegios, y pronto serían más, en todo el mundo. Había en ese momento jesuitas en la India y Extremo Oriente, Brasil, Etiopía… Era solo el comienzo.
  • 22. 22 Ignacio fue canonizado el 12 de marzo de 1622, junto a su gran amigo Francisco Javier, santa Teresa de Jesús, san Isidro Labrador y san Felipe Neri. CUATRO LECCIONES DE LA HISTORIA DE IGNACIO. CUATRO RASGOS DE LOS JESUITAS. Quizás te preguntas a qué se debe tanto énfasis en esta biografía si en realidad queremos hablar de los jesuitas de hoy. ¿Por qué es importante la histo- ria de san Ignacio para entender bien a los jesuitas? Fundamentalmente porque mucho del espíritu que anima sus proyectos bebe de la propia biografía de Ignacio. Déjame entresacar algunos de esos ele- mentos. Ese deseo de buscar la voluntad de Dios. Una y otra vez nos preguntamos, en la vida, ¿qué querrá Dios de mi? ¿Cuál es mi camino? ¿Qué debo elegir? Ignacio no lo tuvo fácil. Dio muchos giros. Pensó que su destino era ir a Jerusalén para quedarse, y sin embargo tuvo que volver a España. Pensó es- tudiar, y las ciudades elegidas resultaron hostiles a él. Juntó amigos, y los primeros le dejaron colgado. Con los segundos planeó una cosa, y terminaron ha- ciendo otra bien distinta. Y hasta cuando, ya funda- da la Compañía de Jesús, él pensaba en continuar su camino por el ancho mundo, se encontró vivien- do en unas habitaciones romanas durante quince
  • 23. 23 años. Y es que no es fácil descubrir lo que Dios quie- re de uno. Todos tratamos, en la vida, de avanzar para encontrar el propio lugar en el mundo. Eso que llamamos vocación no es exclusivamente de curas y monjas. Todos tenemos algo así como una voca- ción, encajamos en un lugar determinado. Puede ser profesional o relacional. El caso es que la vocación de los jesuitas de an- dar por todo el mundo, teniendo a Jesús como refe- rencia esencial, trabajando en lugares y cuestiones muy diversas, dispuestos siempre a partir a otro si- tio, allá donde puedan ser más necesarios para ayu- dar a compartir el Evangelio, bebe de ese itinerario de Ignacio. También arranca de Ignacio al descubrir que mu- chos de los pasos importantes en la vida los damos con otros, y el sentirse parte de un proyecto que le desborda a uno. La amistad tuvo un papel funda- mental en su vida. Casi desde que empezó su pere- grinación fue conectando con gente distinta. Hom- bres y mujeres. En Manresa, en Barcelona, en Alcalá, Salamanca, París, Roma… En todos estos lugares dejó buenas memorias, recuerdos y relaciones. Y de una manera especial, los compañeros con los que terminaría fundando la Compañía de Jesús fueron, en primer lugar, amigos. Unidos por una pasión co- mún, una fe firme y una camaradería auténtica.
  • 24. 24 Esto es fácil de entender hoy. ¿Quién no necesita amigos? A cualquier edad, y en cualquier circuns- tancia. Son quienes te conocen y te aceptan como eres. Quienes se acuerdan de ti, aun en la distan- cia –cuentan que Francisco Javier guardaba, en una medalla, las firmas de sus amigos, que eran, aun al otro lado del mundo, uno de sus más preciados te- soros–. Los jesuitas hoy también viven esa amistad. Son distintos. Piensan a menudo de manera dife- rente. Chocan entre sí por muchos motivos. Pero se reconocen. Hay una cierta familiaridad y acogida primera entre ellos. La tercera lección es el reconocer en la Iglesia, con todas sus luces y sus sombras, un espacio don- de esta misión puede enraizar. A veces ese es uno de los temas que hoy en día a la gente le provoca más quebraderos de cabeza. ¿Cómo se puede ser parte de esta Iglesia, cuando a veces se tiene la imagen de una institución demasiado humana, demasiado mediocre, demasiado incoherente…? Bueno, Igna- cio tampoco lo tuvo fácil. Es decir, le tocó vivir en un tiempo en el que la Iglesia tenía muchas grietas. Ha- bía abusos, nepotismo –es decir, que se daban car- gos importantes entre familiares–. Algunos de los grandes papas del siglo XVI llevaron vidas escanda- losas o fueron en realidad señores renacentistas con alma de guerreros. Había mucho desorden y necesi- dad de reformas (no en vano es en este siglo cuando Lutero plantea la Reforma). Y la Contrarreforma no
  • 25. 25 será únicamente una respuesta frente a los protes- tantes, sino una verdadera reforma interior. Ignacio, sin embargo, se fiaba de que por encima de las sombras hay una luz que hace que la Iglesia sea espacio de Evangelio. Se fiaba de una historia en la que, más allá de titubeos y ambigüedades, se ha ido transmitiendo una verdad increíblemente humana, la verdad desvelada en Jesús de Nazaret. Aceptaba que toda institución formada por seres humanos tiene la debilidad de los seres humanos, pero también la fortaleza de las personas cuando estas se dejan seducir por Dios. Y en esta tensión supo vivir. Como los jesuitas hoy en día. En una Igle- sia que es pecadora y creyente. También ellos lo son. Por último, descubrimos en Ignacio la sensibili- dad para ayudar y compartir, en diversas circuns- tancias, la vida de los más desfavorecidos, los po- bres, los rotos. Dice en cierta ocasión san Ignacio que «la amistad con los pobres nos hace amigos de Dios». Es una frase curiosa. Pero que él vivió… Al ca- minar sin recursos. Al vivir de limosna. Al compartir lo que recibía con otros tan necesitados como él. Al alojarse en hospitales y cuidar a los más golpeados por la vida. Al tratar de ayudar en Roma a las prosti- tutas a alejarse de esa vida y encontrar otras opor- tunidades. Todo esto nacía de la manera en que él imaginaba que Dios veía el mundo, un mundo herido y necesi-
  • 26. 26 tado de sanación. Los jesuitas siempre han tenido –o al menos buscado– esa misma sensibilidad. Su formación les lanza a salir de las burbujas de bienes- tar para conocer las simas de nuestro mundo. En su historia esto se ha repetido en distintos momentos. Baste citar dos de esos momentos paradigmáticos: uno, la creación de las reducciones del Paraguay, es decir, las misiones con los indios guaraníes, tan be- llamente representadas en la película La Misión. En un mundo para el que los indígenas eran esclavos en potencia, aquellos misioneros fueron capaces de crear espacios de desarrollo, cultura, dignidad y armonía que siguen siendo hoy referencia del en- cuentro entre pueblos. Dos: cuando el Padre Arrupe convocó la Congregación General 32 (una reunión de representantes de los jesuitas de todo el mundo), de ese encuentro salió una formulación que sigue siendo hoy definitoria de lo que los jesuitas inten- tan hacer, trabajar por la fe y la justicia. Un binomio indisoluble. Hoy unen a ambos términos aspectos como la cultura, pero el acento en fe y justicia sigue siendo esencial.
  • 27. 27 José María Rodríguez Olaizola (Oviedo, 1970), sacerdote jesuita, teólogo y sociólogo, trabaja en pastoral con universitarios en Madrid, España. Es miembro del Consejo de Redacción de la revista Sal Terrae. Integrante del equipo que lleva adelante el sitio web “Rezando voy”. Es autor de libros y artículos en los que, desde la perspectiva evangélica, reflexiona acerca de problemáticas actuales tales como los miedos, las adicciones, la vida acelerada. Entre sus obras se destacan Hoy es ahora, gente sólida para tiempos líquidos, Ignacio de Loyola, nunca solo, Bailando con la soledad, y Contem- placiones de papel.
  • 28.
  • 29.
  • 30. 30