Bono “para todos” apenas cubre la mitad de los ocupados
1. 9 de Octubre de 2016 – Número 673
BONO “PARA TODOS” APENAS
CUBRE LA MITAD DE LOS OCUPADOS
Los sindicatos presionan para lograr incrementos en las remuneraciones de los
asalariados registrados. Aunque se argumente un interés social, estas políticas
profundizan la pobreza. La razón es que los beneficios aumentan los costos
laborales impactando sobre los precios de los bienes y servicios de la canasta
básica, mientras que la mayoría de las familias pobres no reciben los beneficios
porque sus ingresos se generan en el trabajo informal.
Las centrales gremiales amenazan con un paro general si no se hace lugar a sus demandas.
Aunque los reclamos varían según la corriente sindical, en general, incluyen el pedido de
reapertura de las paritarias para negociar aumentos de salarios adicionales a los ya
acordados, reducir la incidencia del impuesto a las ganancias (en especial del medio
aguinaldo) y establecer un bono de fin de año “para todos”. La principal razón en la que se
fundamentan estas demandas es la delicada situación social.
Los planteos toman como base los datos recientemente publicados por el INDEC que
señalan que el 32% las personas son pobres. Pero las estadísticas oficiales también
muestran que la pobreza está fuertemente asociada al trabajo informal o a la falta de
trabajo, ya sea manifestada en desempleo abierto o inactividad laboral (desempleo oculto).
Dada la estrecha ligazón entre situación social e inserción laboral, resulta pertinente evaluar
las demandas sindicales a la luz de la conformación del mercado de trabajo. En este sentido,
según datos del INDEC, se estima que la estructura del empleo en Argentina tiene la
siguiente configuración:
• Los asalariados registrados en empresas privadas y los empleados públicos
constituyen el 50% del total de ocupados.
• Otro 26% está conformado por asalariados no registrados y servicio doméstico.
• El restante 24% son trabajadores no asalariados o sea que trabajan por su cuenta.
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2. Estos datos muestran que los potenciales beneficiarios de las demandas de los
sindicatos apenas representan la mitad de los ocupados. La otra mitad, conformados
por los asalariados “en negro” y los que trabajan por su cuenta, quedan excluidos porque no
están alcanzados por los convenios colectivos de trabajo, no tienen quién les pague un bono
de fin de año, ni aguinaldo para quedar eximidos del impuesto a las ganancias. Excluyendo
a los empleadores y profesionales independientes, se llega a que el 42% del total de los
ocupados son informales. Esto explica que la mitad de los ocupados representados por los
sindicatos cobren remuneraciones del orden de los $20 mil mensuales, mientras que la otra
mitad conformada por los informales y los cuentapropistas apenas alcancen una media de
$9 mil mensuales. A esto hay que agregarle la desfavorable situación de la mayoría de los
desocupados y los inactivos involuntarios (fundamentalmente mujeres).
La contundencia de estas cifras lleva a enfatizar que no alcanza con sincerar las
estadísticas oficiales, también hay que sincerar las prioridades en la agenda de
políticas públicas. Reabrir las paritarias, bajar la incidencia del impuesto a las ganancias,
subsidiar indiscriminadamente los servicios públicos o exigir a las empresas el pago de un
bono “para todos” no solo no ayuda a mejorar la situación social, como declaman sus
propulsores, sino que tiende a profundizar la exclusión.
La vulnerabilidad social aumenta porque mientras los ingresos de los pobres se
generan en la economía informal, los precios de la canasta básica se determinan en la
economía formal. Las demandas sindicales tienen dos efectos. En primer lugar, no llegan a
los trabajadores de ingresos más bajos por trabajar en la informalidad. En segundo lugar,
agregan presiones inflacionarias debido a que los precios de los bienes y servicios que
integran la canasta básica se determinan en mercados formales, o sea, donde inciden las
paritarias, los impuestos y los mayores costos laborales del “bono”.
El debate sobre políticas públicas está cargado de enunciados en favor de la inclusión
social, pero de ideas que van en el sentido contrario. Se declama beneficiar a los
pobres, pero aumentar las presiones inflacionarias a través de incrementos de los costos
laborales o profundizando el déficit fiscal es regresivo y excluyente. La manera de promover
la inclusión social es aportando soluciones para reducir la informalidad.
Estructura de los ocupados
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Las fuentes y los
datos en formato
Excel utilizados en
este informe pueden
ser solicitados a
info@idesa.org
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