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FACULTAD DE ODONTOLOGIA
ORIGEN E HISTORIA DE LA BIOÉTICA
La ética es la reflexión crítica sobre los valores y principios que guían nuestras
decisiones y comportamientos. La palabra bioética es un neologismo acuñado
en 1971 por van rensselaer potter, en el que este autor englobaba la «disciplina
que combina el conocimiento biológico con el de los valores humanos». La
prestigiosa encyclopedia of bioethics define la bioética como «el estudio
sistemático de la conducta humana en el área de las ciencias de la vida y del
cuidado sanitario, en cuanto que tal conducta se examina a la luz de los valores
y de los principios morales». En la actualidad abarca no sólo los aspectos
tradicionales de la ética médica, sino que incluye la ética ambiental, con los
debates sobre los derechos de las futuras generaciones, desarrollo sostenible,
etc.
En 1972 andré hellegers crea el instituto kennedy de bioética, en la universidad
georgetown , siendo esta la primera vez que una institución académica recurre
al nuevo término. El objetivo de la bioética, tal como la «fundaron» el hastings
center y el instituto kennedy era animar al debate y al diálogo interdisciplinar
entre la medicina, la filosofía y la ética, y supuso una notable renovación de la
ética médica tradicional. Bulletaunque el código de nuremberg había tratado por
primera vez el tema de la experimentación en humanos, en los años 60 se tomó
conciencia de que incluso en una sociedad democrática, la misma investigación
biomédica sobre sujetos humanos planteaba una gran cantidad de problemas
que había que encarar adecuadamente. Establece la «comisión nacional para la
protección de los sujetos humanos en el campo de las ciencias biomédicas y del
comportamiento».
Bulleta partir de 1967, con los primeros trasplantes de corazón, se plantea el
problema de cómo definir la muerte clínica. En 1968 la facultad de medicina de
la universidad de harvard publica un artículo donde plantea el nuevo criterio
basado en la muerte cerebral. Bulleta su vez esto conectaba con algunos
dramáticos casos de coma irreversible, lo que animó el debate sobre la eutanasia
y el «derecho a la propia muerte». Tras una denegación judicial, hay un recurso,
en el que el tribunal supremo de nuevo jersey autoriza la desconexión sobre la
base del «derecho a una muerte digna y en paz».
Se reconocía por primera vez que la propia tecnología de soporte vital planteaba
la cuestión sobre la eticidad o no de mantener en estado vegetativo a individuos
que nunca volverían a tener una vida consciente. Bulletuna de las
recomendaciones del tribunal supremo que intervino en el caso quinlan fue la de
que los hospitales creasen «comités de ética» capaces de enfrentarse a este tipo
de conflictos. Surgieron directrices sobre la reanimación, sobre el empleo o no
de tratamientos costosos para mantener con vida recién nacidos con graves
anomalías, etc. Bulletuno de los factores principales en la transición hacia la
bioética fue la crisis del concepto paternalista de beneficencia médica heredado
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de la tradición hipocrática. El médico ya no puede imponerse al paciente, sino
que éste ha de ser informado, para que pueda ejercer sus irrenunciables
derechos de autonomía y pueda conceder el consentimiento a los tratamientos.
La carta de los derechos de los enfermos.
El desarrollo de la bioética fue en sus primeros años un fenómeno casi
exclusivamente americano. Bulletello supuso que la bioética americana hablara
un lenguaje de «regulaciones» y «directrices» capaz de enfrentarse a temas
complejos. Bulletla bioéticaamericana conectó muy bien con la ola de liberalismo
político dominante en las elites educadas, que reconocían como propio el
lenguaje de derechos y libertades individuales en una economía de mercado. Sin
embargo, recientemente la propia bioética americana está tomando consciencia
de los límites y aporías de un enfoque demasiado escorado hacia los derechos
individuales, y está intentando introducir las cuestiones de la justicia distributiva,
así como el no olvidar que su finalidad no es estrictamente de llevar a la armonía,
sino que también ha de poseer una dimensión «profética», de plantear dudas a
ciertos presupuestos no debidamente elaborados de las sociedades avanzadas.
Alcance de la bioética
Por lo tanto, la bioética es una ética civil que se sustenta en la racionalidad
humana secularizada, capaz de ser compartida por todos, en un terreno filosófico
neutro. Bulletes una ética laica, racional, que formula la dimensión moral de la
vida humana en cuanto ésta tiene de repercusión para la convivencia ciudadana
en general. Bulletes una ética «mínima» , es decir, el mínimo común
denominador moral de una sociedad pluralista, que garantiza al mismo tiempo la
diversidad de proyectos humanos . En cuanto ética mínima, no puede aspirar a
ser totalizadora, y por lo tanto no se identifica con la visión de ninguna religión,
que plantea cosmovisiones opcionales.
En cuanto ética común, sus contenidos no pueden depender de simples
preferencias personales, sino que reflejarían cierto grado de consenso social
derivado de la racionalidad. Se trata, pues, de una ética dinámica y enraizada en
la historia, que acepta moverse provisionalmente en la duda y en la perplejidad,
pero que avanza hacia niveles cada vez mayores de búsqueda del bien y de la
justicia para toda la humanidad, contrastando sus conclusiones continuamente
con la realidad de cada momento y de cada cultura.
Prudencia y riesgo en la decisión ética
Este autor plantea que entre los extremos de un normativismo ético inflexible y
del mero capricho personal, quizá debiéramos acostumbrarnos a una moral
interrogativa y dinámica, que ilumine las decisiones concretas con sabiduría
práctica. Según ricoeur «la sabiduría práctica consiste en inventar las conductas
que satisfarán mejor las excepciones exigidas por nuestra solicitud para con las
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personas, traicionando lo menos posible las normas...consiste en inventar los
comportamientos justos y apropiados a la singularidad de cada caso. » de este
modo, ante situaciones parecidas, la sabiduría práctica puede dar respuestas
diferentes que son igualmente correctas.
Papel de las cosmovisiones culturales y religiosas
El encumbramiento de la ética secular se ha basado demasiado a menudo en
una imagen ingenua sobre una supuesta neutralidad y universalidad de la razón,
olvidando el aspecto cultural de los problemas bioéticos, con pérdida de las
riquezas de las tradiciones culturales y religiosas.
Algunas aportaciones de la bioética al debate filosófico
Justificación de propuestas y alternativas, proponiendo procedimientos y
métodos de discusión racional e intersubjetiva, dando argumentos válidos al
menos en determinados contextos culturales y momentos históricos. Aportar
nueva luz o perspectivas renovadas a viejos problemas.
Valor absoluto de la persona
Deriva de la idea kantiana de que las personas no son meros medios, sino fines
en sí mismas. El valor de la persona humana es una intución o «a priori» que
sirve de marco referencial para elaborar la bioética. De aquí se deriva el que
todas las personas merecen la misma y absoluta consideración y respeto.
Principio de no maleficencia
Se trata de respetar la integridad física y psicológica de la vida humana. Un
ejemplo actual sería evaluar el posible daño que pudieran ocasionar organismos
genéticamente manipulados, o el intento de una terapia génica que acarreara
consecuencias negativas para el individuo.
Principio de beneficencia
Es otro de los principios clásicos hipocráticos. Por lo tanto, actualmente este
principio viene matizado por el respeto a la autonomía del paciente, a sus
valores, cosmovisiones y deseos. Este principio positivo de beneficencia no es
tan fuerte como el negativo de evitar hacer daño. Matizado de esta manera, el
principio de beneficencia apoya el concepto de innovar y experimentar para
lograr beneficios futuros para la humanidad, y el de ayudar a otros a alcanzar
mayores cotas de bienestar, salud, cultura, etc., según sus propios intereses y
valores.
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También se puede usar este principio para reforzar la obligación moral de
transferir tecnologías a países desfavorecidos con objeto de salvar vidas
humanas y satistacer sus necesidades básicas.
Principio de autonomía o de libertad de decisión
De aquí se deriva el consentimiento libre e informado de la ética médica actual.
Matizaciones al enfoque principialista de la bioética
Toulmin, en the abuse of casuistry proponen que frente a la tiranía de los
principios se rehabilite la casuística, sobre todo allí donde hay que tomar
decisiones concretas. La ética médica americana, como dice james drane «se
desenvuelve en un contexto relativista y pluralista, pero se inspira en la ciencia
y se apoya decididamente en el postulado científico que exige someter toda
propuesta a su operatividad en la vida real». Childress principios de ética
biomédica., que se basa en los cuatro principios antes enunciados.
En caso de conflictos entre algunos de estos principios, habrá que ver cuál de
ellos tiene prioridad, lo cual se suele decidir en función de las consecuencias. Al
contrario que la tradición europea, la americana no busca tanto una
fundamentación en principios filosóficos cuanto en valores ampliamente
compartidos culturalmente. El principio de beneficencia va unido al de
autonomía, matizado por el principio de justicia, para compensar las
desigualdades introducidas por los dos anteriores. De esta manera, la tradición
utilitarista centrada en los derechos individuales establece la preeminencia de la
autonomía individual.
Fines y medios en la bioética
Un punto relativamente descuidado del debate bioético, pero esencial a la hora
de discutir los aspectos de justicia en el acceso a los servicios biomédicos, es el
de la conexión entre los fines de la biomedicina y los medios técnicos
disponibles. Bulletlas tecnologías biomédicas están modificando continuamente
la imagen tradicional de lo que es «funcionamiento normal de nuestra especie».
Se está redefiniendo la noción estadística de «normalidad», de modo que nos
estamos deslizando hacia unos fines de optimización e incluso «mejora» de
nuestra naturaleza. A estos interrogantes no se puede responder si previamente
no se ha discutido cuales son los fines y los bienes que pretendemos obtener de
la medicina.
Bioética y derecho
Daniel Callahan (1996b) ha planteado los dilemas específicos en la sociedad
norteamericana en cuanto a las relaciones del derecho con la bioética: "Es como
si al público se le presentara una simple y cruda disyuntiva: si piensas que algo
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realmente es moralmente importante, llévalo a los tribunales o aprueba una ley
sobre ello; pero si piensas que hay que dejar aparte a los tribunales o que no
debería haber leyes sobre eso, entonces, cállate y deja el tema en el campo de
la elección privada. Y cuando decimos "elección privada" en este país, queremos
decir una cosa: que no debemos emitir juicios morales sobre las elecciones de
los demás, y mucho menos condenas de moral pública de las prácticas de
diferentes grupos". El caso es que el tabú a discutir seriamente sobre los usos
morales de la libertad y sobre la diferencia entre opciones morales responsables
e irresponsables ha conducido mientras tanto a que gran parte de la moral sea
elaborada en las cortes de justicia y enraizada en decisiones legales. Para
Callahan es sorprendente, por ejemplo, que decisiones judiciales (con amplia
repercusión mediática, configuradora del pensamiento de muchos ciudadanos)
declaren que "si mi vida termina en una situación de dependencia, debilidad y
desorganización mental como de niño, habré perdido mi dignidad" (de persona).
Por lo tanto, el legalismo se puede definir como la conversión de problemas
morales en problemas legales; la inhibición del debate moral por temor de que
sea convertido de esa forma; y la elevación de los juicios morales de los
tribunales al estatuto de estándares morales. Callahan no culpa a los jueces,
sino a las Iglesias (que o son demasiado sectarias o son demasiado
complacientes), a las universidades (demasiado atrapadas por el
profesionalismo o por las guerras culturales), a la prensa de opinión (la de
izquierdas aburridamente ocupada en atacar a la derecha religiosa, y la de
derechas al asalto de los liberales políticamente correctos), y a la vida política
(interesada sólo en atacar a los oponentes).
Algunos peligros asociados a la invocación de la bioética
Daniel Callahan ha hablado igualmente del riesgo que él llama "de nuestra
pandilla" (Bioethics, our crowd, and ideology, Hastings Center Report, nov.-dic.
1996, pp. 3-4), por el que los bioéticos tienden a mimetizar las "guerras
culturales" tan características de los entornos académicos de los EEUU: se
puede predecir lo que va a decir un bioético conociendo su edad, creencias
religiosas (o falta de ellas), educación previa y clase social. Callahan emite varios
deseos:
Que los expertos no se impliquen en ninguna comisión donde haya una
razonable certeza de que su propósito político sea dar legitimidad a una
investigación o propuesta política controvertidas. (Esto se relaciona con el punto
3 de las advertencias de Moreno arriba citadas).
La bioética debe respetar las distintas posturas que surjan en el debate. El
bioético debe defender sus posiciones, pero para ello no debe escamotear el
debate, y por lo tanto, sus propuestas deben entrar a dialogar (sin deformarlas
ni ridiculizarlas) con propuestas diferentes.
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Evitar que los foros académicos sean homogéneos, a base de gente de la propia
pandilla. Por ejemplo, los biotecnólogos deberían invitar a ecologistas críticos
con la ingeniería genética; las revistas "liberales" favorables al aborto deberían
invitar a oponentes, (y viceversa), etc.
Bioética y percepción pública de la Biotecnología
Desde los enfoques culturales se plantea que las creencias sobre la naturaleza
y sobre el riesgo están socialmente construidos, de modo que cada grupo tiende
a percibir distintos tipos de riesgos. Desde los enfoques sociológicos el riesgo se
define en función de amenazas a modos de vida y estructuraciones sociales.
Está más relacionado con la identidad sociocultural, los valores morales o las
relaciones socioeconómicas. En estos enfoques se tiene en cuenta la valoración
de los distintos grupos, y no sólo el papel de los expertos.
Evaluación de tecnologías y bioética
Las actividades de diseño tecnológico deben incluir, desde el principio, el análisis
de impactos sociales y ambientales. Pero puesto que es imposible predecir
totalmente impactos futuros, y el cambio tecnológico está conducido
parcialmente por la experiencia histórica de los actores conforme aquel se va
desplegando, se concluye que uno de los objetivos principales de la ECT debe
ser la necesidad de experimentación y aprendizaje social como parte integral de
la gestión de la tecnología. En este sentido es alentador comprobar que en
ciertos países, como en Holanda y Dinamarca, se han introducido elementos de
aprendizaje social en el control de nuevas tecnologías, como la Ingeniería
Genética. La misma OCDE, en su informe de 1988 sobre "Nuevas tecnologías
en los 80: una estrategia socioeconómica", recoge y admite la pertinencia del
concepto de ECT.
Tecnología y ética
El no considerar a la tecnología como una práctica social más (sino la plasmación
de una racionalidad objetiva que avanza inexorablemente) conlleva que los
problemas sociales y éticos que puedan surgir tiendan a ser tratados de modo
"tecnológico": la ET se convierte en una especie de "meta-tecnología", donde los
enfoques dotados de racionalidad tecnológica se imponen, y donde la ética
obviamente desempeña un papel secundario.