Las monjas que fueron víctimas de robo concluyen que los medios de comunicación exageraron y mintieron en su cobertura del incidente. Los medios dieron una versión confusa de los hechos y no midieron las consecuencias de sus historias, lo que afectó a la comunidad religiosa. Las monjas solo dieron su testimonio a un medio local, pero la historia se distorsionó y se hicieron comentarios agresivos hacia ellas.