1. 1
1
LEER ES HACER EL AMOR CON LA VIDA
PONENCIA DE ADELAIDA NIETO, DIRECTORA DEL
CERLALC. PRESENTADA EN EL CONGRESO LECTURA
2003, CELEBRADO EN LA HABANA, CUBA.
Si rehúsan a relacionarse desde el amor, las sociedades, al igual que las personas se
enferman. Y, como dice el filósofo chileno Humberto Maturana, el amor ocurre cuando
en las conductas relacionales, surgen como legítimos otro, u otros, en convivencia con
uno. Es decir cuando las relaciones se tejen desde el re-conocimiento entre las partes
y no desde la sumisión. Las conexiones humanas basadas en la posesividad, la
dominación, las culpas o el miedo: miedo a perder al otro, miedo a no ser aceptado o
reconocido, miedo a fallar, miedo a ser transformado, son emociones que nacen en
nombre del afecto pero son su tumba; porque no hacen de la interacción un encuentro
amoroso que posibilite leer – reconocer en cada ser humano, un alguien con el cual
ser solidario; e impiden a su vez que nos lean en libertad, logrando el verdadero
descubrimiento.
La lectura no es una acción, es una actitud, es un estado físico, mental y espiritual. La
lectura es una manera de estar y de actuar en el mundo. Leer es un verbo que
encierra tantos verbos como seamos capaces de vivenciar simultáneamente: traducir,
interpretar, sentir, significar, crear, buscar, descubrir, crecer, alimentar, responder,
preguntar, reflexionar, llorar, reír, admirar, rechazar, viajar, volar, aterrizar…
Leer es un gesto, un guiño a la vida. Leer es aceptar como posible la incertidumbre. El
buen lector es quien lee de manera permanente lo que lo rodea, no quien toma un libro
unas horas al día o la semana. Ahora bien, quien lee el lenguaje escrito, ejercita su
capacidad lectora del mundo y quien es un lector del mundo, es un maravilloso
receptor de la palabra escrita.
Buenos pensadores y “sentidores” nos reconcilian con la lectura como un arte. Un arte
que implica activar la razón y las emociones; un arte que requiere que mientras
desciframos la palabra escrita vamos reescribiendo nuevos paradigmas y nuevos
sentidos que nos transforman y transforman la vida.
Hemos afirmado en muchos momentos, en muchos lugares, que la lectura es placer.
¡Y sí que lo es! Sea literaria, técnica, informativa o meditativa. Porque la buena lectura
nos articula con otro u otros desde la piel de la vida, desde el corazón de la mente,
desde aquellos imaginarios que parten del laberinto de los recuerdos. Leer es permitir
que la vida se inserte íntimamente en nosotros y nos haga cómplices de su latir. Y esa
intimidad - que puede ser una intimidad con un autor, con un personaje literario, con
una circunstancia narrada o vivida, con un colectivo, con el cosmos o con nuestro
propio yo -, es profundamente reconfortante y placentera, porque nos conecta no solo
a la parte esencial de nosotros mismos, sino también a otras voces, a otros mundos.
Aprendemos de la diferencia, lo que es igual, al ya habernos sido entregado, no nos
motiva al reto. La lectura es una actitud de conocer al otro, de aprender o desaprender
con él. La lectura nos confronta con distintas vidas que nos interpelan desde los libros,
y cuestiona - sin necesidad de que el autor se proponga enseñarnos nada, ni que de la
lectura se desprenda alguna moraleja - conceptos que creíamos inamovibles.
A veces, y creo que todos lo hacemos, exploramos textos escritos porque necesitamos
reconfirmar o negar creencias, buscando sencillamente que alguien haya escrito por
nosotros lo que ya sabíamos pero no habíamos podido expresar. Otras veces
logramos leer más livianos, dispuestos a liberarnos de toda verdad, alertas a construir
nuevo pensamiento y sentimiento, dispuestos a permitirnos el cambio; eso se parece
más a la naturaleza humana que está en permanente evolución. Una persona, una
2. 2
2
circunstancia o un escrito son todos textos vivos, que aportan más cuando los leemos
desde una posición vigilante pero desprevenida; cuando nos relacionamos con ellos
desde la observación activa; cuando tenemos al mismo tiempo la fortaleza para recibir
y la entereza para no hacerlo, la generosidad para dar y el tesón para que nada nos
sea arrebatado. ¿No podría ser esta una buena forma de amar?
El amor, no las máscaras del amor, construye formas relacionales donde las dos
partes son activas, genuinas y por lo tanto actúan desde la libertad y la búsqueda.
¿Conoce alguno otra forma más placentera y más beneficiosa de entablar una
relación, quiero decir, de leer?
En ocasiones reducimos el significado de leer a leer textos escritos, pero la lectura
primera, la que el ser humano hace desde que nace y que no deja de hacer hasta que
muere, es la lectura del mundo. Pablo Freire y Luis Bernardo Peña insisten en
recordarnos de bella manera, que si a un ser humano se le permite y estimula su
capacidad lectora del mundo éste será un buen lector de textos y viceversa; porque
para quienes viven como lectores, las personas, las circunstancias, ellos mismos y las
obras escritas, son textos autónomos con los que se entabla, no una relación pasiva
que posibilita ser dominado, ni una relación tiránica donde intentamos dominar, sino un
diálogo de saberes, una correspondencia circular de colaboración.
¡Me encanta el poder de transformadores que Paolo Freire nos anuncia si somos
capaces de convertirnos en verdaderos lectores! El dice: “Podemos ir más lejos y decir
que la lectura de la palabra no es sólo precedida por la lectura del mundo sino por
cierta forma de “escribir” o de “rescribirlo”, es decir de transformarlo a través de
nuestra práctica consciente”. ¡Qué alentador!, en un mundo abatido por la violencia,
humillado por las condiciones de pobreza, ensombrecido por la destrucción ecológica,
paralizado por el escepticismo y agobiado porque aún no descubrimos las verdaderas
formas del amor; en este mundo lleno de miedos hay una esperanza! Si somos
capaces de convertirnos en auténticos lectores-escritores, podremos re-inventarnos el
mundo. Pero esta función depende de nosotros mismos, porque para el soñador un
texto es un instrumento para soñar; para el racionalista una herramienta para llenarse
de razones; para el temeroso un cajón de miedos; para el destructor ácido corrosivo;
para el cultivador semilla y fruto; para el que se siente seguro un baúl de afirmaciones;
y así sucesivamente, todo puede pasar, aun refiriéndonos al mismo texto.
La lectura, como cualquier arte, puede utilizarse para el cumplimiento de múltiples y
diversos deseos. Si no ha logrado cambiar el mundo y quiere presentar una queja por
ello, puede dirigirse al departamento de quejas, que está ubicado en su propio
corazón; al entrar, hágalo en silencio y no se detenga hasta llegar bien al fondo.
La lectura y la escritura entendidas desde su capacidad modificadora, no son un fin
sino un medio, no se fomenta el cincel y el martillo para que haya escultores.
Fomentemos entonces la curiosidad incansable, la aspiración profunda de transformar
el mundo, las ganas irresistibles de amar, el deseo de construir pensamiento, el
ímpetu de crear, el talento para decidir, la fuerza para avanzar, la serenidad para
detenerse, las ganas de vivir, que por supuesto incluyen las ganas de morir, y
entonces sí, tendremos lectores incurables.
El fomento de la lectura y la escritura es un llamado al reconocimiento de todos y cada
uno de los miembros de una comunidad, como sujetos de deberes y derechos, con
capacidad de intervenir en las decisiones que afectan el colectivo, como ciudadanos
no ya de una urbe sino de una sociedad.
Cuando desde la escuela se enseña a leer solamente para decodificar caracteres y no
para producir sentidos, estamos ejerciendo una ideología que no cree en la capacidad
de la infancia para ejercer ciudadanía. Una ideología que sigue planteando que la
3. 3
3
niña, el niño, debe leer porque es el adulto del mañana. Los niños y las niñas no son el
futuro, son el presente; mañana ya no serán niñas y niños. Hay que darles la
oportunidad de construir pensamiento, de tomar decisiones, no podemos seguir
considerándolos un tazón vacío, ellos por el contrario, son fuente de la que brota
creatividad y sabiduría.
Me voy a permitir ilustrar este planteamiento con una historia real que sucedió no hace
mucho en un prestigioso centro educativo, de una prestigiosa ciudad, de un prestigioso
país, con unos prestigiosos maestros y un desprestigiado niño de 8 años a quien le
pidieron en un examen escolar de religión que dibujara a Dios. Asunto ya bastante
complejo, pero no para su profesor de religión, para quien era obvio que cuando se da
la orden de: “Pinte a Dios”, se dibuja un triángulo equilátero con un ojo en el medio.
Pero el niño de esta historia dibujó una piedra, por lo que recibió un contundente cero
en religión. A lo que el niño se atrevió a protestar y explicó que el profesor de ciencias
le había enseñado que los minerales ni nacen, ni crecen, ni se reproducen, ni mueren
y que eso mismo le había dicho el cura sobre Dios; razón por la cual recibió otro
contundente cero en ciencias por no entender la diferencia entre los minerales y un
Dios único y verdadero. A lo que este ingenioso alumno argumentó que, aún así, en la
preparación a la primera comunión le habían enseñado que Dios estaba en todas
partes, y si esto era verdad, entonces estaba también en las piedras. Razón por la cual
le fue adjudicado otro cero, esta vez en conducta, por faltarle el respeto a los mayores,
es decir por respondón. Nuestro querido niño se ganó tres majestuosos ceros acusado
de no entender nada, cuando lo que había hecho era conectar datos que había
recibido, construir una nueva información y entretejer pensamiento. Es decir, fue
castigado por ser un buen lector, ser un lector activo y permitirse relacionar el mundo.
Para llevar a cabo acciones que enseñen a superar actitudes pasivas frente al texto, el
CERLALC, a través de la Subdirección de Lectura y Escritura, ha realizado un estudio
sobre políticas públicas de lectura en Iberoamérica, en el cual se han consultado 163
fuentes y se cuenta con información de 114 programas, registrados por 19 países, de
los cuales 8 tienen planes o campañas nacionales de lectura vigentes. Esta
investigación, de carácter exploratorio, arroja que en la mayoría de programas, los
conceptos que los fundamentan, están directamente relacionados con los conceptos
de ciudadanía y democracia e indican perspectivas sociales y económicas
significativas en la promoción de la lectura. Lo anterior demuestra que hay cimientos
sólidos para el diálogo sobre la implementación de políticas públicas de lectura,
entendiendo la política pública como las “estrategias y líneas de acción determinadas
por el interés común, que buscan guiar, articular y promover, a través de la
concertación, las acciones desarrolladas por diversos actores: el estado, las empresas
privadas y las organizaciones civiles, en determinados campos de la vida social”.
Igualmente consideramos que contamos con las bases para el desarrollo de un Plan
Iberoamericano de Lectura, compromiso que el CERLALC y la OEI (Organización de
Estados Iberoamericanos), asumimos con los Ministros de Cultura en la reunión de
Santo Domingo en el 2002 y que proyecta su lanzamiento para el 2005. Para el diseño
de este Plan, el estudio exploratorio realizado por el CERLALC es una herramienta
significativa; según resultados de esta investigación la implementación de mecanismos
de evaluación para tener un conocimiento preciso del impacto de los programas
emprendidos se hace prioritaria, así como la necesidad de que el tema de la lectura
sea debatido por la sociedad en su conjunto.
Ahora permítanme tocar un tema que ha sido bastante álgido y que está a la orden del
día: La lectura en pantalla. Porque si bien es cierto que los resultados de éste
acercamiento a 114 programas son alentadores en muchos sentidos, llama la
atención la ausencia de planteamientos para los nuevos lectores y para los nuevos
soportes de la palabra escrita. Sabemos que en América Latina la pantalla no es aún
de uso masivo, por razones atribuibles a problemas de acceso (económico y técnico)
y a fenómenos culturales o de costumbres. Sin embargo, aunque significativamente el
4. 4
4
libro impreso tiene una mayor cobertura, tampoco es de uso masivo, quizás por las
mismas razones de acceso y de costumbre por las cuales no se ha masificado el
computador. Hace más de 400 años que entró a América el primer texto escrito con
estrategias clarísimas de distribución regional y éste fue la Biblia. Para los pobladores
oriundos de América fue un choque cultural. No sólo porque el pergamino llegó con un
dios torturado, sangrante y crucificado que reemplazaba los dioses radiantes del sol y
la luna, sino por la sorpresa, que de forma tan bella expresa el sabio inca Waila Wisa
cuando intenta descifrar ese texto escrito, y que ya he citado en otras oportunidades:
¿Qué chala blanca es ésta? Vista de este costado es un hervidero de
hormigas, la miro de este otro costado y se me antojan huellas de miles de
patas de pájaros marcadas en el lodo de las orillas de un pantanoso río. Vista
ahora así parecen venados boca abajo y con las patas arriba, y si sólo lo
miramos de esta suerte, parecen miles de gaviotas volando. 1
Los cambios tecnológicos no son nuevos, ni los que hoy vivimos serán los últimos y,
mucho menos, acabarán con los lectores, porque leer es un acto entrañable del ser
humano, íntimamente ligado a su naturaleza, y lo realiza aún antes de que existieran
los libros.
Luis Bernardo Peña, quizás para tranquilizarnos, quizás para mortificarnos, retira de la
mesa una discusión que parece agradarnos mucho; nos quita la rivalidad entre
lectores de pantalla y lectores de libros impresos en papel cuando nos recuerda que:
“Las encuestas muestran que muchos de los lectores de pantalla son lectores de libros
y viceversa”. Además agrega: “Con el computador la cantidad de textos escritos ha
aumentado, hoy en día se publica más aunque de otra manera.” Entonces, es lógico
pensar que si hay más que leer y más formas de hacerlo, es bastante probable que
haya más gente leyendo.
Por lo tanto hablaré de la lectura en pantalla como lectura en todo el sentido y todos
los sentidos, y no como una lectura de dudosa reputación. Se lee en pantalla y cada
vez más, por ende, deben estudiarse sus características e implicaciones. Su
promoción y cualificación, deben ser consideradas en los programas de fomento a la
lectura, en la formación de lectores y, por consiguiente, en las formulaciones de las
políticas públicas de lectura.
¿Cómo enfrentarnos a este tema? Millán dice en su libro “La lectura y la sociedad del
conocimiento”: “Es difícil no sentir vértigo: a una sociedad en crecimiento constante y
que genera ingentes cantidades de documentos, se une la recuperación de gran parte
del acervo producido en épocas anteriores, y a todo ello se suman las herramientas
para organizarlo y ordenarlo. Todo pasa a formato digital; todo acaba formando parte
de la Web: todo esta al alcance de la mano. Unas como informaciones abiertas, otras
de acceso restringido. Pero la masa total es ingente: medio billón de páginas de
información... al otro lado de la pantalla....¿Qué experimentamos, felicidad o vértigo?” .
Los textos digitales no son una bondad ni una amenaza, nuestro asunto no son las
nuevas tecnologías, nuestro asunto son las personas, pues una vez más, la incidencia
de los textos escritos en las transformaciones del mundo, depende de lo que el lector
haga o no haga con ellos.
Las transformaciones en las formas de leer, no sólo han sido ocasionadas por la
tecnología digital, sino por profundos cambios culturales y sociales, como la inclusión
de la mujer como lectora de textos escritos que le entregó a la lectura la intuición y el
permiso para que los planteamientos más racionales se untaran de la magia de las
1 ANONIMO. La Tragedia del Fin De Atahualpa: Traducción y adaptación de GARCIA, Santiago en Corre, Corre
Carigueta. Bogotá: Teatro la Candelaria, 1987.
5. 5
5
emociones. ¡Y que decir de la inclusión de los niños/as como lectores/as! Cuánto de
libertad y de ensueño le han entregado a la lectura.
La educación no ha estado ajena a estas transformaciones, se ha enriquecido con
grupos sociales diversos. Los cambios no se han dado a la velocidad que quisiéramos,
pero se están dando, y las nuevas tecnologías aportan a la democratización del
conocimiento y a la cualificación de la educación. La ayuda audiovisual y la posibilidad
de otras lecturas, no lineales, son un aporte a la educación, más que un obstáculo.
Voy ahora a hablar de hipertexto porque ese vocablo pleno de sentido, me llena de
entusiasmo. El hipertexto se parece a la forma que los humanos tenemos de vivir, una
forma que no es lineal, sino un entretejido de cadenas que se inician, se cruzan, se
rompen y se reinician tomando formas distintas, volviéndose a entretejer. Los
recuerdos, los imaginarios, las razones y sin razones, navegan por nuestra mente de
manera análoga al navegante de la red cuando ejerce su cualidad de lector de
hipertexto. Para entablar un código común al respecto, invito a que acojamos las
definiciones de hipertexto formuladas en 1960 por Th.Nelson, cuando dice: “Con
hipertexto me refiero a una escritura no secuencial, a un texto que se bifurca, que
permite que el lector elija y que sea mejor en una pantalla interactiva. De acuerdo con
la noción popular, se trata de una serie de bloques de texto conectados entre si por
nexos, que forman diferentes itinerarios para el usuario”. Y las pertinentes teorías de
Peña al respecto: “El paradigma del hipertexto es la red. Una estructura reticular no
tiene principio ni final, no hay arriba ni abajo, no hay ideas más o menos importantes…
En la conversación nos movemos de un tema a otro sin más lógica que la conexión
que una determinada palabra, nuestra o del interlocutor, suscita en la estructura
mental…”
Como vemos el hipertexto da la oportunidad al lector de ser más libre, más creativo.
Las letras son las alas de las palabras, que les permiten anidar en el papel o en la
pantalla y volar por todos los tiempos y geografías. Lejos de desconocer al navegador
como un lector, estamos viendo que es un lector que requiere estar preparado, tener
criterio, ampliar su capacidad de decisiones y de interpretación.
La lectura, en cualquiera de sus soportes, puede ser un instrumento de libertad. Pero
la libertad no es hacer lo que se nos antoja cuando se nos antoja, eso es egoísmo. La
libertad tiene sus cimientos: el primero es tener opciones para elegir; el segundo es
tener insumos y herramientas para hacerlo adecuadamente. No es libre un ave porque
vuela, un pájaro si no vuela se muere, no tiene opción. La libertad se aprende, se
aprende a elegir y sin lugar a dudas, la lectura es un buen maestro.
Para dar instrumentos que enseñen y lleven a la conquista de la libertad, aún en
situaciones muy arduas, El CERLALC viene desarrollando en Colombia un trabajo con
niñas y niños desvinculados del conflicto armado. Algunos de ellos han caído heridos
en combate, otros han sido capturados y otros se han entregado voluntariamente, pero
todos están bajo la protección del Estado en la etapa inicial de reincorporación a la
vida civil. ¿Qué hace el CERLALC, un organismo internacional dedicado al fomento
del libro y la lectura trabajando con desvinculados de un conflicto armado? Justamente
ayudarlos a leerse y leer su memoria individual y colectiva, a leer sus imaginarios y a
escribir su presente. Ayudarlos a ser libres, a tomar decisiones propias que no
agredan la legitimidad del otro, a construir formas relacionales desde el amor a sí
mismos y a los otros, es decir desde la lectura. Los libros han sido el barco y el puerto
de este proceso que lleva como nombre: Escojo la Palabra.
Cuando iniciamos este programa una de las cosas que más nos impactó fue que estas
niñas y niños que habían matado o visto matar, torturado o visto torturar, que habían
sobrevivido a la guerra, el hambre y al maltrato no sabían decidir aspectos tan
elementales como la hora de levantarse o el tipo de refrigerio que querían tomar.
6. 6
6
Habían crecido en una estructura donde se aprende a obedecer, no a pensar. ¡Había
que invitarlos a hacerse lectores! El impacto de la lectura en ellos fue recogido por
sicólogos periodistas y trabajadores sociales, pero fundamentalmente por ellos
mismos. La lectura los ayudó a valorarse, a encontrar otras opciones, a mirar de
manera diferente la vida.
Empecé esta reflexión diciendo que las personas y las sociedades nos enfermamos
cuando rehusamos relacionarnos desde el amor que legitima al otro en convivencia
con uno, es decir: las personas y las sociedades nos enfermamos, cuando nos
rehusamos a ejercer el derecho fundamental de LEER.
Adelaida Nieto
Directora CERLALC
Ponencia para el Congreso “Lectura 2003: Para leer el Siglo XXI” realizado en La
Habana, Cuba del 28 de octubre al 1ro. de noviembre de 2003.
SELECCIÓN Y ADECUACIÓN, ABRIL DEL 2004, POR:
MARIO VARGAS RODRIGUREZ
MARIO SABOGAL AQUINO
DOCTORES EN CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN