1. OLA DE CRUCIFIXIONES
Nuestra sociedad paraguaya se está viendo golpeada últimamente por hechos de
violencia que hacen salir a la luz un espíritu de agresividad y descontento no
frecuentes en nuestro país. Citamos algunos de los casos, como los secuestros de
personas, la violación y el abuso sexual de menores, los asesinatos,
especialmente de estudiantes y niños indefensos, los robos, las huelgas y
últimamente las crucifixiones, que han entrado en la lista de hechos que violentan
la sensibilidad humana.
Sobre este último hecho de las crucifixiones como método de presión y de
chantaje, la Oficina de Prensa y Comunicación de la Conferencia Episcopal
Paraguaya se dirige a los católicos y las personas de buena voluntad para
expresar cuanto sigue:
- La cruz es un símbolo de redención y de vida, motivo por el cual su utilización
como método de protesta poniendo en peligro la salud, la integridad y aún la
propia existencia de las personas que recurren a la crucifixión, tiene dimensiones
éticas y religiosas cuestionables.
- La vida es un don de Dios; ha de ser cuidada y respetada como algo sagrado
que no nos pertenece. Nadie es dueño de su propia vida y mucho menos a nadie
le es legítimo el atentar contra la vida de los demás. "Se dice: ‘yo soy libre de
hacer lo que quiera´, es cierto, ‘pero no todo me conviene´. "El cuerpo es para
el Señor y el Señor es para el cuerpo", "¿no saben que sus cuerpos son miembros
de Cristo?" "¿No saben ustedes que el cuerpo es el templo del Espíritu Santo que
Dios les ha dado y que el Espíritu Santo vive en ustedes? Ustedes no son sus
propios dueños" "Ya no se pertenecen a sí mismos" (1 Cor 6. 12, 13, 15, 19).
- La vida no puede ser objeto de comercio ni ser instrumentalizada con otros fines.
Hacer de la violencia, del dolor o del sufrimiento un objeto de propaganda o
abusar de estos sentimientos y realidades humanas para una reivindicación de
otros derechos es degradar el valor de la vida.
- Es un legítimo derecho el luchar por unas condiciones de vida dignas y justas,
pero no cualquier medio es legítimo para hacerlo. La búsqueda de la publicidad,
del escándalo, de llamar la atención a costa de la salud o de la propia vida, sin
recurrir antes a los medios ordinarios de defensa de nuestros derechos que
tenemos al alcance, es menoscabar el valor y la dignidad de esa vida que
defendemos. Hacer del dolor y el sufrimiento propio o ajeno un instrumento
publicitario es comerciar con la persona humana y sus sentimientos más dignos y
profundos.
- Las personas involucradas en realizar manifestaciones que pongan en riesgo la
propia vida y la de los demás deberán sopesar si las acciones a realizarse se
ajustan a la ética y a la moral para poder juzgar adecuadamente si tales acciones
están acordes con las leyes. Al respecto, la Constitución Nacional en su artículo 5º
2. establece: "La Ley reglamentará la libertad de las personas para disponer de su
propio cuerpo solo con fines científicos o médicos". Esto debe ser respetado.
La Iglesia también tiene la obligación de realizar su misión propia promoviendo
una evangelización inculturada, que contemple las realidades sociales a fin de
iluminarlas con el misterio de la redención de Cristo que vino para que todos
tengan vida en abundancia.
La convicción que tenemos como creyentes de la necesidad de promover y
defender la vida supone en nosotros, al mismo tiempo, el compromiso de luchar
por unas condiciones de vida dignas para todos y la denuncia de todo aquello que
lo impida, pero en coherencia con la integridad de la propia vida.
Asunción, 25 de junio de 2004