2. Conseguir que el logro sea nuestro
instinto superior
• Se trata de orientar nuestras acciones a
“lograr” tener éxito
• Compartir nuestros éxitos
• Si todo colabora en el éxito, cualquier
acción es importante
• Gestionar los errores para que se
conviertan en oportunidades
3. •
Lograr, conseguir, llegar, superar, ganar.
•
Éxito: conseguir aquello que es importante para mi y para mi equipo. Impregnar mi vida de éxito, cada avance, cada
sonrisa que arranco a los demás, cada momento de confianza; todo es éxito.
•
La vida está llena de pequeños éxitos que nos pasan desapercibidos; ¡¡¡lástima!!! Si no nos acostumbramos a ver los éxitos
que nos ocurren a nosotros nos será muy difícil ver los éxitos que consiguen los demás.
•
Éxito significa “lo conseguí, lo conseguimos”
•
El Éxito comienza por el primer paso. No hay éxito final sin nuestros éxitos intermedios ¿Cuantos éxitos intermedios se
quedan sin reconocimiento interior?
4. • El logro es aquello que nos impulsa a conseguir retos y metas, lo que te hace afrontar las dificultades con la
esperanza de que el resultado será mucho mejor que el punto de partida.
• La amenaza se mueve por el temor o el miedo. La amenaza se quita las tareas de encima, se hacen “por lo que
puede pasar si no las hacemos”, no por lo que se gana si las haces.
• Transformar de la amenaza al logro se puede hacer contestando a una simple pregunta: ¿qué voy a ganar? ¿qué
va a ganar mi equipo?
5. • ¡¡¡Cuidado!!! La amenaza está programada para ser el
timonel de nuestra vida.
• El logro necesita concentración e interés.
• Vamos a hacernos una pregunta muy sencilla:
¿Porqué estoy escribiendo esto? ¿Por qué lo estás
leyendo? ¿Tienes miedo a algo? ¿O lo haces porque
quieres conseguir sentirte mejor contigo mismo?
• Utiliza el logro en todos los guisos de tu vida: ¡verás
como te gusta el sabor a ti!
6. Nuestro motor tiene que estar protagonizado por el logro.
Amenaza siempre habrá, es razonable; pero no dejemos que ocupe más de un 20% de nuestras acciones.
Primero 80% de logro y luego un 20% de amenaza.
Se trata de poner las amenazas al servicio de nuestro logro.
Dejemos que las amenazas digan a nuestro logro cuales son los peligros, que nos ayuden a preparar o planificar
“poniéndonos en el peor de los casos”; la amenazas es un buen sargento, pero no dejemos que sea el capitán de
nuestras acciones.
Cuando el logro comienza a tomar el mando de nuestra vida, la amenaza comienza a hacerse más presente;
algunos le llaman vértigo. Déjale que hable, que aconseje, que prevea, pero que no tome el mando.
No temas, los recursos los tienes. Somos capaces de conseguir mucho más de lo que imaginamos; lo que ocurre es
que nuestro instinto de amenaza no nos deja ver de cuanto somos capaces.
7.
8.
9. Esta es la gran experiencia de la vida. Se resume en una sola palabra: compartir.
¿Te das cuenta que solo se comparte con las personas con las que te encuentras a gusto?
¿Recuerdas lo que era aquel maravilloso enamoramiento de juventud? Era sobre todo deseo de
compartir: tu tiempo, tus ilusiones, tus proyectos, tus emociones.
10. Cuando un éxito se comparte, se multiplica. Resulta
sorprendente. Haz la prueba
Ahora eso si, se astuto y prudente con lo que compartes y con
quien lo compartes.
No todo el mundo está preparado. Tienes que ir entrenando a
tu equipo para que aprenda a valorar y disfrutar de lo que
significa una vida adornada por el éxito
11. ¿Sabes cuánto eres capaz de construir con una persona? Lo que seas capaz de
compartir con ella
Compartir consiste en saber dar feedback, reconocer y valorar los éxitos de los demás,
comunicar con desapego, dejar que el aprendizaje fluya, creer que el éxito es como el
buen aceite: mejora todo lo que condimenta.
Compartir desarrolla de manera definitiva el sentimiento de equipo
Aprender a compartir no es solo comunicar, también es aprender a recibir.
El ciclo perfecto pasa por la reciprocidad. La sabiduría dice que es casi más importante
aprender a recibir que saber dar
12.
13. Nos encontramos en Alpedrete, hace muchos siglos: corre el año 1564 y reina en España el
Rey Felipe II que ha mandado la construcción de un monasterio en honor de San Lorenzo
como recuerdo de la guerra de San Quintín en la localidad de El Escorial en Madrid
Tres canteros trabajan en las obras del Monasterio: si todo marcha según el ritmo previsto,
un poco más y se comenzarán a elevar los muros que sostendrán la grandísima cúpula de
la basílica. Tres canteros están haciendo un mismo trabajo: cada uno de ellos está
cuadrando las piedras que servirán de asiento a la gran estructura semicilíndrica. Una vez
terminado se unirán a otros semejantes y la cúpula podrá continuar elevándose.
Un transeúnte que deambula por el pueblo, atraído por la inmensidad de las canteras se
acerca a preguntar a tres canteros que trabajaban cerca. Cada cantero tiene un gesto
distinto:
El primero está con cara de agravio y cansancio. Al acercarse casi no ni mira; protesta por
lo bajo con una imprecación ininteligible. Al preguntarle: ¿Qué está haciendo?
El cantero para su labor y contesta malhumorado: ¿Es que no lo ve? ¡Estoy picando piedra!
Pocos metros más allá, el segundo cantero permanece serio. Al hacerle la misma pregunta,
contesta sereno: Ya lo ve: estoy desbastando estas piedras que servirán de asiento a la
cúpula
Por fin llegamos al tercer cantero, que con gesto concentrado, nos mira atentamente y
contesta
¡Estoy construyendo el Monasterio del El Escorial!