La historia cuenta la historia de una familia afectada por las cajas de juguete heredadas de los abuelos. El abuelo sufrió una discapacidad tras la guerra que le sumió en una depresión. Sus cajas de soldaditos y la caja musical de la abuela se convirtieron en objetos de maldición que parecen perseguir a los miembros de la familia a través de los años, provocando fenómenos paranormales y un destino desastroso para cualquiera que las posea.
Historia de juguetes encantados de la II Guerra Mundial
1. TAN SOLO JUGUETES
Mi abuelo fue militar de la II Guerra Mundial. Por desgracia perdió su brazo
izquierdo tras una explosión. Por entonces, mi abuela estaba embarazada de
mi madre, que nació poco tiempo después de que regresara mi abuelo tras
acabar la guerra en 1945. Mi abuelo no superó lo de su brazo. Su discapacidad
le sumió en una enorme depresión. Lo recuerdo muy triste, solo pronunciaba
ordenes de guerra. Mi abuela no convivía con mi abuelo, pues se había vuelto
agresivo, arisco y obsesivo. Mi madre me contó cómo Justa, mi abuela, lloraba
por él. El tiempo hizo que esta separación llevara a mi abuelo Antonio a un
estado completamente fuera de la cordura y de toda razón, lo que acabó con
su vida.
Una caja extraña, totalmente dorada contenía en su interior una colección de
soldados tallados en madera, que servían de elementos para planificar ataques
durante la guerra. Se encontraba en un cajón del sótano de la casa de mis
abuelos. Mi abuela Justa me lo regaló, para ella no tenía valor, y mi interés por
estos era excesivo. Un día, estando en el sótano jugando con los soldaditos, mi
abuela comenzó a sentirse mal , murió de infarto.
Mi hermana tiene desde hace años una gran cantidad de muñecas, pero mi
abuela le regaló una preciosa cajita musical con una pequeña bailarina que
daba vueltas al son de la música. Jugábamos durante largas horas con los
juguetes heredados de nuestros abuelos. Pero su casa, vacía se convirtió en un
lugar inhóspito. Me recordaba muchos malos momentos ver la butaca donde se
sentaba mi abuelo. Mi madre hoy en día sufre alzhéimer y solo recuerda
nuestras cajas de juguete. Mis hijos disfrutan con ellas tanto como lo hacíamos
mi hermana y yo.
Rebuscando entre los cajones encontré una foto. Mis abuelos, uno con el
soldadito en la mano y mi abuela poniéndole su caja en la oreja de mi abuelo
para que escuchara la música. Guardé la foto en la cartera, después de
habérsela mostrado a mi madre que se asusto y se puso nerviosa. Le di sus
pastillas, quizás el no poder recordarlo bien la puso inquieta.
Una noche, mientras dormía con mi mujer, escuché un sonido familiar que
provenía del salón, era una música dulce, pero durante la noche se hacia
desasosegante y bajé a comprobar que era aquello. La caja de mi abuela, que
se había abierto y sonaba esa musicalidad. Por otra parte, todos los soldaditos
se encontraban esparcidos por el suelo. Me extrañó , pero pensé que pudo
haberse caído del estante. Pues bien, esto ocurrió durante las siguientes cuatro
noches. Me empezaba a asustar y no entendía este fenómeno que se producía
cada noche. Decidí dormir en el salón y ver que ocurría, nada ocurrió esa
noche. Hablé con mi madre, y a pesar de su enfermedad me facilitó una
información muy jugosa que me dejó aterido.
Ambas cajas eran muy preciadas por mis abuelos, pues pertenecían a sus
antepasados, pero sobre estas caía una maldición. Mi madre me dijo que
buscara fotos mías de pequeño junto a las cajas, así que telefoneé a mi
hermana que tenía una foto conmigo y con las dos cajas. Justo detrás de
2. nosotros dos manchas blancas a aparecieron. Eran extrañas manchas que
cuando las miramos fijamente conformaban la imagen de mis abuelos. Una
sensación de miedo me invadió
Decidí que mis hijos no jugaran más con estas y creí conveniente quemarlas
para que no las utilizaran nadie más. Se consumió todo en el fuego. Esa noche
volvió a sonar el mismo ruido de la caja musical y los soldaditos espaciados
por el suelo. No podía deshacerme de ellos. Una fuerza sobrenatural me
derribó y sentí escalofríos. Nadie en mi casa escuchaba nada. Me sumí en un
profundo sueño. Ahora estoy viendo cómo mis hijos juegan con las cajitas que
les conducirán a un final desastroso, pues todo aquel que posee las cajas
quedará encerrados en estas, como un alma errante, sin vida. La siguiente
será mi hermana. Cajas malditas que persiguen a una familia, maldita desde
hace siglos.
AUTORES: AGUSTÍN NARVÁEZ Y CARMEN PALMERO