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La productividad
en la industria
metalmecánica
colombiana
José Arturo Gufiérrez 1
Introducción
E
l estudio de la industria metal mecánica co-
lombiana, y en particular de su equipo de
máquinas herramientas (MH), se inspira en
la necesidad académica de profundizar las
pesquisas sobre un fenómeno fundamental de
nuestra realidad técnico económica y social: el atraso
del potencial productivo, cuyas manifestaciones son,
ante todo, de orden antisocial.
El débil desarrollo de las fuerzas productivas
materiales, claramente no puede tomarse como la
causa del subdesarrollo en su conjunto, puesto que
a su vez está condicionado por determinantes de
orden económico y político, en particular por los inte-
1 José Arturo Gutiérrez es profesor del Departamento de Teoría
y Política Económica, Facultad de Ciencias Económicas,
Universidad Nacional de Colombia. Ha enseñado en otras
universidades colombianas. Economista de la Universidad
Nacional de Colombia; Magíster en Ciencias del Trabajo,
Universidad Libre de Bruselas; Magíster en Análisis de Pro-
blemas Políticos, Económicos e Internacionales Contempo-
ráneos, Instituto de Altos Estudios para el Desarrollo en
Bogotá; Doctorado en Economía, Instituto de América Latina,
Moscú. Ha publicado libros y artículos sobre análisis
reses que corresponden a las relaciones del capital
dominante, los que impulsan la reproducción de las
condiciones del atraso social, que son al mismo
tiempo las de su beneficio particular.
En general, la producción y las actividades no
productivas guardan alta relación de dependencia
tecnológica con la maquinaria y los equipos, fruto del
trabajo metalmecánico, aunque cada vez se incorpore
mayor número de partes no metálicas, sólo que para
aprovechar propiedades físicas, químicas y otras que
las convierten en aptas para el trabajo mecánico.
Necesidades crecientes hacen que no sólo en la
industria sino en la agricultura se requieran máquinas
adecuadas para el laboreo de la tierra, para el
transporte, etc.
económico, estructura industrial colombiana, y cuentas
nacionales.
Este trabajo está inspirado en la investigación efectuada
por la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional
de Colombia acerca del equipo y la organización de la pro-
ducción en la industria metalmecánica, una síntesis de la
cual se publicó en 1990 bajo el título « El estado tecnológico
de la industria metalmecánica y sus máquinas herramientas
¿Un problema de obsolescencie?». Su director fue Ernesto
Córdoba, y el autor del presente ensayo participó como
coinvestigador. 51
Lo mismo ocurre en el ámbito de la minería, de la
navegación aérea, marítima y terrestre (como nota
oprobiosamente irónica, en nuestro país impusieron
el transporte por carretera, ineficiente y costoso, des-
truyendo al mismo tiempo los ferrocarriles nacionales
de superiorísimo rendimiento y al lado de los cuales
se consolidó la industria metal mecánica nacional), y
también en la generación y transmisión de energía,
en la construcción y en trabajos públicos.
Es evidente que sobre todo la industria fabril
requiere máquinas con amplia especificación en las
diversas tareas particulares, que aumentan en
número en la medida en que se amplía la división
técnica del trabajo y que el progreso tecnológico lo
hace posible.
De suerte que el crecimiento y la modernización
de la producción tienen como principal factor tecnoló-
gico condicionante el parque de maquinaria; esto sin
menospreciar la importancia de los materiales que
componen las propias máquinas y son transformados
en ellas, requiriéndose nuevas propiedades de dure-
za, flexibilidad, levedad, resistencia, etc.
Hay una clara correlación dialéctica entre los
instrumentos de trabajo y los objetos de trabajo
correspondientes, en este caso los metales, y sobre
todo los aceros, relación en la cual, sin embargo, el
polo más dinámico pertenece a los primeros: su
desarrollo exige y posibilita la obtención de mejores
materiales y no al contrario.
Ahora bien, reafirmando lo esbozado, el sector
de las máquinas herramientas se destaca dentro de
la producción de máquinas y equipos; es precisa-
mente el componente más dinámico, toda vez que
las máquinas herramientas se diseñan con el objetivo
de definirles como función la transformación de los
metales a fin de darles formas precisas, que integra-
das dentro de un conjunto estructurado con base en
principios mecánicos, físicos y químicos, dan como
resultado ingenios capaces de transformar insumos
y obtener el producto deseado en el diseño.
En resumen, con las máquinas herramientas se
hace toda la maquinaria y el equipo requerido por la
economía, incluidas las propias máquinas herra-
mientas, y sus componentes, pues es cierto que la
fabricación de cualquiera de ellas es el resultado del
ensamblaje de numerosas partes y piezas. No ocurre
lo mismo con otros productos como los alimentos y
los textiles, por ejemplo, para los cuales en un proceso
continuo la maquinaria específica permite obtener,
de una sola vez, el producto completo ya terminado.
En Colombia el sector fabricante de maquinaria y
equipo es pequeño y débil, aunque los requerimientos
de la economía son muy importantes, y a pesar de
52 que existe la capacidad tecnológica nacional para
diseñar y producir con buena calidad. Pero los condi-
cionantes de orden socioeconómico conspiran perma-
nentemente contra el desarrollo de esta industria y a
favor de la dependencia de suministros extranjeros,
estableciéndose así un círculo vicioso de atraso y
subordinación.
Si bien la producción nacional es pequeña, sin
embargo es variada y suple las necesidades de
quienes no pueden someterse a las restricciones
cambiarias y de costos. Se produce principalmente
(si no únicamente) bajo encargo, lo que afortuna-
damente favorece la elaboración del diseño adecuado
a las necesidades específicas del comprador en
cuanto a producción y costo.
La fabricación de las máquinas herramientas es
aún más modesta que la de la maquinaria general, e
incluso han desaparecido empresas consagradas a
este renglón, aunque es notorio que se continúa con
la producción de componentes y la autoconstrucción
en algunas plantas metalmecánicas, las que, teniendo
la capacidad, no pueden someterse a las restricciones
del mercado.
La importación de máquinas herramientas corres-
ponde a un flujo pequeño de tipo tradicional, ya que
la compra de equipo informatizado es aún escasa.
Esto corresponde al volumen de producción nacional
relativamente modesto y a sus escasos requerimien-
tos tecnológicos, suplidos más bien con la capacidad
creativa de la mano de obra criolla. Así que se observa
un parque de MH antiguo, aliado de la dependencia
tecnológica y mercantil en diseño y componentes, lo
que coarta la autonomía en la capacidad de
modernización de este subsector.
El propósito del presente análisis es avanzar en
la comprensión precisa del grado de atraso de nuestra
economía, enfrentada sin embargo a las apremiantes
necesidades de modernización y desarrollo, desta-
cando lo que a nuestro entender es el asunto funda-
mental del atraso: la baja productividad, la ineficiencia,
el elevado costo y la baja calidad, en términos de
conjunto para la industria metal mecánica, así como
para toda la economía.
Precisamente, los conflictos internos de estructura
se reducen esencialmente a la modesta capacidad
de acelerar el proceso de modernización, dentro de
la dinámica expansiva, lo que conspira en favor del
mantenimiento de raquíticos niveles de productividad,
por tanto baja eficiencia, calidad deficiente y costos
relativos crecientes.
Delimitación de la industria
metalmecánica
Para apreciar los fenómenos económicos, la
información está organizada de acuerdo con los
grupos que se verán a continuación, los que compo-
PRODUCCiÓN
nen la industria metalmecánica en su totalidad. Se
trata del reordenamiento de la clasificación CIIU de
las Naciones Unidas, acogida por el DANE. Por tanto,
comporta defectos atribuibles al ordenamiento de los
productos en cada categoría. Los grupos, nueve en
total, son los siguientes, cuya numeración en dígitos
de (1) a (9) será empleada alternativamente con su
corriente denominación en este texto.
GRUPO 1 Rama automotriz. Comprende el códi-
go 384 de la CIIU y produce material
para todo tipo de transporte.
GRUPO 2 Equipo para la agricultura. Es el código
382-2.
GRUPO 3 ,Máquinas herramientas. Código 382-3.
GRUPO 4 Maquinaria y equipo para sectores di-
versos. Incluye los códigos 382-1 , 382-
4, 382-5, 382-6, 382-7 Y 382-9. Com-
prende equipo y aparatos no eléctricos
que se utilizan en actividades tan diver-
sas como alimentos, bebidas, construc-
ción, textiles, etc., además de sus uni-
dades motrices.
GRUPO 5 Aparatos industriales eléctricos. Código
383-1.
GRUPO 6 Electrodomésticos y elementos eléctri-
cos varios. Corresponde a los códigos:
383-2,383-3 Y 383-9.
GRUPO 7 Productos metálicos diversos. Códigos:
372-0,372-1,372-2,372-3,381-1,381-
2,381-3,381-4 Y 381-9. Es el más tradi-
cional de los grupos de la industria me-
talmecánica, con gran variedad de artí-
culos, en donde se incluyen los de la
siderurgia no ferrosa, que son realmen-
te bienes intermedios y de consumo,
procesados a partir de cobre, aluminio,
plomo, etc., con materia prima general-
mente importada. Asímismo muebles,
tubería, cuchillería, productos de orna-
mentación, etc.
GRUPO 8 Siderurgia del hierro y el acero. Código
371.
GRUPO 9 Material profesional y científico. Se cla-
sifica como 385.
De otro lado, la implantación de esta industria en
el país tiene su jerarquía regional. Se destacan natu-
ralmente las principales áreas metropolitanas y sus
zonas de influencia circundante, ej.: Sogamoso y
Duitama para Bogotá.
Región de Bogotá y Soacha
Región de Cali y Yumbo
Región de Medellín y el valle de Aburrá
Región de la Costa Atlántica (Barranquilla,
Soledad; Cartagena, Mamonal)
Región de Bucaramanga y Girón
Región del Viejo Caldas (Pereira, Dosquebradas;
Manizales, Villamaría)
Problema central del atraso
Como se enunció anteriormente, en lo que concier-
ne a nuestro análisis, el problema más importante
que resulta del atraso técnico y económico es la baja
productividad. Este fenómeno tiene alcance general,
no sólo porque es característico de la gran mayoría
de las empresas, sino porque condiciona negati-
vamente a la producción en su conjunto. Así, a causa
de la débil productividad del trabajo, los bienes
fabricados en el país resultan comparativa y abso-
lutamente costosos, lo que hace difícil su adquisición
en razón de la baja capacidad de ingresos de la
población y de gran número de empresas.
Al mismo tiempo la improductividad se manifiesta
en su complemento, la ineficiencia que implica no
sólo mayores costos sociales por unidad fabricada
sino baja calidad de ellas, vale decir que no se alcanza
el propósito de satisfacer la necesidad humana o
técnico-productiva; pero al propio tiempo el costo
resulta desproporcionado.
Este fenómeno, que no es sino una causa interme-
dia, pues depende ella misma del tipo de mercado
restringido, mediatizado y subordinado, influye a su
vez en forma retroactiva al frenar las posibilidades
de expansión del mercado interno en cuanto a ventas,
ingresos e inversión. Por consiguiente, tiene alcance
muy amplio en cuanto afecta tanto la modernización
de la producción, como limita las posibilidades del
consumo masivo de la población y de la exportación
de mercancías, las que no resisten la competencia
internacional, salvo en géneros en donde existen
ventajas absolutas, como en el caso de la cocaína.
El parque técnico de maquinaria y equipo desem-
peña el papel fundamental en la elevación de la
productividad y la eficiencia; para el caso, son las
MH las que pueden propiciar un alto nivel de elabo-
ración de los productos metálicos, lo que implica varie-
dad de ellos, importante volumen, bajo costo social y
calidad adecuada a las necesidades.
Es claro que el punto oscuro se halla en el volu-
men, por cuanto aunque un parque de máquinas
herramientas esté en posición de alcanzar altos lotes
de producto, es probable, como en nuestro país, que
no existan las condiciones de mercado necesarias
para su realización, por lo cual prevalecerá necesa-
riamente su subutilización, aumentando así la
improductividad, el costo y la ineficiencia, aunque la
calidad del producto pueda mejorarse. 53
Aproximaciones
conceptuales
Es conveniente detenernos
en las aproximaciones concep-
tuales con relación a las catego-
rías mencionadas, con el objeto
de precisar su importancia y
despejar confusiones.
Por productividad concebi-
mos la relación entre el producto
fabricado y los gastos de trabajo
social necesarios para esa
fabricación. En otros términos, es
la cantidad de producto por
unidad de trabajo empleado. No
tiene nada que ver, ni mucho
menos, con el salario, que es
sólo la remuneración del obrero
-su participación en el valor
agregado que él mismo crea-
sino con el empleo de la capaci-
dad laboral en forma productiva,
el uso de la fuerza de trabajo.
Existen dos componentes del costo de trabajo, el
que corresponde al costo anterior o pretérito en tiem-
po, materializado en los equipos y materiales emplea-
dos en la producción de hoy, y el que efectivamente
se ejecuta en forma viva durante el proceso del trabajo
presente. El primero corresponde al denominado
capital fijo adicionado al consumo intermedio. El
segundo, al valor agregado.
La suma de los dos corresponde al valor de la
producción; por tanto, la productividad no puede me-
dirse en valores respecto a valores sino en términos
de valores de uso respecto a valores. Así, por ejem-
plo, la rama de productos eléctricos elabora 1.000
unidades por valor de 500 pesos. Esto significaría
productividad de dos unidades por peso.
No obstante, la noción se confunde abiertamente
con el costo (su inverso); por tanto, es preferible utili-
zar no el valor sino las horas-hombre empleadas o,
en su ausencia, simplemente el número de trabaja-
dores productivos.
La productividad expresa en todo caso la eficien-
cia, al relacionar la cantidad de valores de uso
producidos con el tiempo efectivo de trabajo, tal como
éste es; vale decir, con sus diferencias de intensidad,
de calificación, de complejidad. De allí que el número
de trabajadores es un indicador correcto.
En cambio, la relación entre valores permite
conocer el ritmo de aumento del producto y la partici-
pación tanto del trabajo materializado como del vivo
y sus componentes de salario y ganancias en el valor
54 total; así, conocidos el aumento de la producción y
de la productividad, puede esta-
blecerse la desviación de los
componentes del valor respecto
a esta tasa: si la productividad
aumenta en 20%, por ejemplo,
cabe suponer que el producto
por unidad de trabajo pretérito
aumente en la misma forma, así
como el producto por unidad de
ganancia y, por ende, el produc-
to por unidad de salario, o sea,
el salario real. De no ser así ha-
brá desviación en la distribución
social de los ingresos.
La productividad es el resul-
tado de la capacidad productiva
del trabajo humano tanto en su
aspecto vivo y actual como,
sobre todo, en su capacidad
materializada en medios de pro-
ducción en cantidad y calidad
capaces de disminuir el esfuer-
zo laboral futuro, o sea, elevar
la eficiencia.
Por el contrario, si los medios materiales no permi-
ten disminuir el esfuerzo de trabajo por unidad de
producto, se está en presencia de la elevación de la
intensidad del trabajo que puede generar mayor
cantidad de productos, pero en tal caso no hay mayor
productividad por cuanto el aumento de producción
se obtiene solamente mediante la aplicación de más
trabajo vivo. Tampoco se eleva la eficiencia social,
pero podría mejorarse la calidad aunque con mayor
costo; este fenómeno podría contribuir el aumento
de la productividad en periodos futuros bajo condicio-
nes económicas favorables al desarrollo económico.
Como se ve, la productividad tiene como determi-
nante fundamental el trabajo materializado en medios
de producción cuantitativa y cualitativamente
superiores, en cuanto permiten que el futuro trabajo
vivo sea más eficiente. De allí la importancia estraté-
gica de la maquinaria, de las máquinas herramientas,
cuya función estriba precisamente en la elaboración
de máquinas.
Ahora bien, el concepto de productividad tiene
diversos aspectos. En primer lugar, existe la micropro-
ductividad atinente a una sección de trabajo aislada.
Después, la productividad en el conjunto de la em-
presa (o de las fábricas de una empresa). Así mismo
puede considerarse la productividad parcial relativa
a una región del país o del mundo. Pero lo que intere-
sa para el análisis socioeconómico de envergadura
humanista es la productividad social del trabajo. Esta
categoría engloba el conjunto de la producción y los
gastos sociales de trabajo para llevarla a cabo. Por
PRODUCCiÓN
tanto, la elevación de la productividad social del
trabajo debe ser el resultado de la agregación de las
productividades específicas, particularidades regiona-
les, o sea, de sus componentes, las unidades de
producción a escala de toda la economía nacional e
incluso internacional.
No obstante, las contradicciones inherentes a
nuestra organización social, nacional y mundial, deter-
minan que no haya armonía entre las productividades
particulares y entre ellas y su resultado total. Se
observan unidades de alta productividad particular
que, sin embargo, cargan a la sociedad los gastos
de trabajo no asumidos por ellas.
Esto está relacionado no sólo con los costos direc-
tos de producción sino con los derivados, que entor-
pecen (encarecen) otras producciones. Por ejemplo,
la destrucción del ambiente, el agotamiento de los
recursos, el deterioro de la fuerza laboral (miseria,
mortalidad, morbilidad) que la hace menos rendidora
y le acarrea costos sociales suplementarios para su
reproducción. Es muy productiva una empresa
trasnacional que explota y exporta recursos naturales
ajenos y semigratuitos con mano de obra infrarre-
munerada, pero eso ocasiona pérdidas económicas
y sociales al país (costos de trabajo, al cabo) que
hacen improductiva e ineficiente su economía. Así
que hace falta considerar el conjunto, el total, para
definir claramente el resultado de la productividad a
escala social.
En cuanto concierne al concepto de eficiencia y
al de eficacia, también es indispensable su trata-
miento a escala total y no sólo particular o específica,
por los mismos argumentos que se plantean con
relación a la productividad, pues, en efecto, la eficien-
cia se refiere a la capacidad de reducir los costos
sociales, en trabajo vivo y materializado, con el objeto
de obtener determinada cantidad de bienes mate-
riales.
Elevar la eficiencia del trabajo social significa
conseguir el gasto mínimo (óptimo) de trabajo para
lograr la obtención de un volumen de producción de-
terminado; de esta forma, ese trabajo podrá alcanzar
la máxima eficiencia económica. La eficiencia
económica se cristaliza, en definitiva, en la mayor
productividad social del trabajo; por tanto, el nivel de
ésta es criterio de la eficiencia del conjunto de la
producción. La mayor productividad depende de la
asignación de los recursos económicos en forma
racional entre las diferentes ramas productoras de
los bienes que requiere la sociedad, así como de
obtener las variantes mas ventajosas en la utilización
de los recursos dentro de una misma rama, o distintas,
que rindan artículos sustituibles.
Pero, si bien puede resolverse el problema de
hacer más eficiente el trabajo social, no es necesa-
riamente obligatorio que al mismo tiempo se resuelva
el objetivo de optimizar la satisfacción de las necesi-
dades tanto productivas como humanas; es muy
probable que el producto obtenido no cumpla con las
condiciones óptimas, e incluso mínimas, que se
requieren para funcionar como valor de uso apro-
piado. En este caso nos hallamos en presencia de
los conceptos de calidad y de eficacia. El primero
expresa la capacidad de los valores de uso para
satisfacer las necesidades; esto es, que a través del
proceso de producción se logren o no, materializar
las adecuadas condiciones del equipo y el trabajo
para alcanzar cabalmente el objetivo para el cual
fueron concebidos los productos, según las exigen-
cias técnicas y sociales.
De este modo, un artículo alimenticio no será tal
si no está fabricado de manera que realmente
alimente y no sea dañino. Así mismo, una máquina
herramienta que permita obtener piezas de calidad,
con ahorro de esfuerzos laborales, será apreciada
como excelente.
La eficacia (término cuya aceptación no es
unánime) se relaciona estrechamente con la calidad,
es la capacidad de optimizar los resultados de un
proceso de producción. Así que la eficiencia define
el menor gasto de trabajo social expresado en un
producto social determinado pero la eficacia define,
a partir de la calidad y otros factores como la gestión,
el grado en que ese producto sirve para dar los
resultados apetecidos.
Como corolario resulta el concepto de costo, toda
vez que éste está en relación inversa a los anteriores,
en particular a la productividad: la elevación de ésta
redunda en la disminución del costo unitario a escala
social. De otro lado, también se relaciona con la efica-
cia, por cuanto, de cualquier manera los resultados
cuantitativos esperados pueden llegar a obtenerse, 55
pero quizás a un costo elevado, resultante de un tra-
bajo ineficiente. El costo eficaz (asequible al consu-
midor), es costo atribuible a un proceso productivo
eficiente".
Formalización del concepto
La productividad comporta dos elementos impor-
tantes: la relación entre la cantidad de valores de uso
(Q) y el trabajo total gastado; pero éste tiene dos com-
56
2 La discusión teórica sobre la productividad abarca no sólo
el ámbito de las teorías económicas sino de la sociología,
las ciencias naturales y otras. El propósito y la extensión de
este trabajo no permiten consagrarse a la discusión funda-
mental sobre este tema teórico ni al análisis de resultados
de los esfuerzos empíricos que en este sentido vienen reali-
zándose. Resulta sí saludable aportar alguna somera refe-
rencia al respecto; recientemente se conocen en Colombia
algunos ejercicios estadísticos tanto oficiales como acadé-
micos, en donde hay que mencionar a Juan Mauricio Ramí-
rez, de Fedesarrollo, quien se ocupa de la industria fabril
nacional con base en la metodología tradicional de Robert
Solow, que pretende un análisis del crecimiento de la
«produc-tividad total» a fin de calcular el factor «residual»,
supuesta causa endógena del fenómeno. Pero para evitar
los evidentes sesgos, el autor acude a introducir correccio-
nes con base en el poder de mercado de los agentes, la
capacidad empleada y las economías de escala.
Jesús Perdomo, de la Universidad Javeriana, dirigió un estu-
dio para el Ministerio de Trabajo, también referido a la indus-
tria. Acude así mismo a la mencionada formulación de Solow,
y al respecto puntualiza que el factor «residual» representa
la explicación del crecimiento del producto debido a factores
diferentes al trabajo y al capital (explica lo que la acumulación
del capital y el crecimiento del trabajo utilizado no hacen),
conviertiéndose por tanto en una caja negra, enteramente
acorde con los postulados subjetivistas neoclásicos. Esto
no invalida ni el esfuerzo ni la importancia de los resultados
obtenidos por estos profesores.
Un interesante método de cálculo de la productividad y su
asignación social es el denominado del excedente (surplus,
en francés), el que partiendo de la información contable de
las empresas, e incluso de la economía nacional, permite
calcular tanto el surplus ganado (siendo la diferencia entre
el valor de los productos y el costo de los factores emplea-
dos) como el surplus asignado, es decir su distribución social
entre distintos agentes económicos: proletarios, capitalistas,
Estado, consumidores, proveedores, etc.
Con este método, sin embargo, sigue apareciendo un factor
fantasma residual, puesto que como «factor» se incorpora
también la ganancia del periodo anterior al que se trabaja.
Pero esta tautología es, sin embargo, posible de despejar
para obtener una aproximación más objetiva.
El Ministerio de Trabajo se ha preocupado por divulgar las
metodologías prácticas de cálculo de la productividad, tanto
para el negocio pequeño como para la empresa importante;
pero infortunadamente no se ha establecido un sistema na-
cional integrado de medición de la productividad que permita
hacer comparaciones en el tiempo y en el espacio. Véanse
las referencias bibliográficas al final del artículo.
3 La categoría productividad no es de tipo neutro, ni mucho
menos; por el contrario, comporta su definición esencial
socioeconómica. Es, sin embargo, característico de los me-
dios intelectuales y acadé-micos pregoneros de la ideología
dominante, su esfuerzo por presentarla como concepto
meramente técnico, en donde su discusión socioeconómica
ponentes que son (L'), la parte materializada en
medios de producción (sobre todo maquinaria y equi-
po) y la parte que corresponde a la cantidad de trabajo
vivo, expresado, por ejemplo, en horas-hombre (l.)",
Así que el tratamiento de la productividad debe
referirse necesariamente a estos dos componentes,
los que adicionados dan la productividad total. En
forma explícita:
caería en el campo de los por ellos denominados «juicios
de valor». Esto se explica por el afán de esconder tanto el
fenómeno de la explotación del trabajo como el de la
distribución social de los valores.
La producción social es exclusivamente fruto de la actividad
racional, consciente e intencional del ser humano, denomi-
nada simplemente trabajo. Pero el mercado capitalista defor-
ma y mimetiza esta realidad palmaria cuando convierte en
fetiche esta capacidad humana; fetiche a partir del cual se
crea el valor de objetos inanimados o animados como máqui-
nas, materiales y ganado. Así como también se da precio a
lo que no tiene valor y se generan, en suma, ingresos para
el capital y para la sociedad. La ganancia, en suma, es
trabajo social alienado y convertido en fetiche. Pero por ello
mismo, y por cuanto se confunde a propósito la capacidad
de trabajar (fuerza de trabajo) -que es lo que realmente alqui-
la el asalariado- con el trabajo (consumo productivo de ella),
éste aparece formalmente como otro factor material. A partir
de entonces, la creación de productos y de valores sería el
fruto mágico de un conjunto de «factores de producción», en
donde el trabajo sería simplemente uno más de ellos.
A cada uno le correspondería óptimamente su parte en el
producto de acuerdo con su aporte a la creación de él, evi-
dente argucia tautológica que pretende explicar la génesis
del valor por su repartición. El análisis de la productividad
hay que acometerlo entonces, en al menos tres aspectos:
a) por su esencia social, según la cual lo productivo es el
trabajo, no las cosas; pero eso sí, el desarrollo de la fuerza
productiva social del trabajo a través de la historia se hace
mediante los medios de producción que el mismo hombre
crea. Los factores materiales no son pues, causa sino medio
de elevar la productividad del trabajo. b) en particular, inte-
resa desmitificar la ideología patronal según la cual el
aumento de la productividad se debe al uso del capital y no
al esfuerzo laboral. Además de lo dicho, lo cierto es que en
la actualidad la productividad crece más que todo por la
densificación del trabajo que supera la intensidad del capital
fijo. No obstante, la repartición de los valores agregados es
cada vez más sesgada en contra del trabajador y de la so-
ciedad en general, en Colombia y en el mundo. Pero cínica-
mente se los pretende culpabilizar por la situación de penu-
ria. Es decir, culpabilizar a la víctima. c) por último, es impor-
tante estudiar los cálculos de productividad, sistemáticos o
esporádicos, por cuanto aportan elementos valiosos para
el análisis esencial del problema tanto en el orden técnico
como en el socioeconómico; ésto, independientemente de
la base teórica con la cual hayan sido concebidos.
En fin, como anota Julio Boltvinik (Comercio Exterior, Ciudad
de México, mayo de 1995, p. 1199), «cualquier concepto de
productividad debe distinguir, mas no aislar, las condiciones
de producción en su sentido técnico y los costos necesarios
de producción y, especialmente, de circulación generados
por las particularidades de la estructura social. Que algo
sea necesario -o privadamente lucrativo- no significa que
sea productivo».
PRODUCCiÓN
Q = Cantidad producida
L = Trabajo vivo
L1 = Trabajo materializado en medios de producción
1- Q
11=-- = Productividad total
L+L1
2- Q
11= -- = Productividad del trabajo vivo
1 L
3- L
t = -- = % del trabajo vivo en el trabajo total
L+L1
4- L+L1 1
<»= -- = - = Trabajo total por unidad de trabajo
L t vivo
<»= indicador de la composición orgánica
Entonces:
5- 111
t = 11
L+L1
6- 11=11=--
L
7- II = 11<»
Ahora veamos la última ecuación en términos
infinitesimales para descubrir los ritmos de cambio:
L+L1 0(L+L1)
(111) (11) L 0(111). 0(11) L
0- =0 -+o( )---- -
111 II L+L1) 111 II L+L1
L L
Esto significa que la tasa de crecimiento del trabajo
vivo (de su productividad) (111)es igual a la tasa de
crecimiento (o de cambio, o derivada) de la produc-
tividad total más la tasa de crecimiento de la relación
entre el trabajo total cristalizado en el producto y el
trabajo presente o vivo ( L+L
1
)=<»
L
Es claro que la productividad total es un cociente
inferior a la productividad del trabajo vivo. Se ajusta
por un coeficiente mayor que uno que es la relación
anterior (<»).
De lo anterior se desprenden algunas conclu-
siones:
1. Si L' = O (o muy cerca), entonces 11= 111.Esto
significa que no hay medios de producción o son poco
importantes, situación que puede identificar, no en
ese extremo, claro está, a un país atrasado, en donde
casi toda la productividad depende del trabajo vivo.
2. En tal caso do tiende a ser cero, de donde
d 11= d 111.Estamos en presencia de aumento de
produc-tividad debido sobre todo a la intensidad del
trabajo, o sea al esfuerzo vivo, quizá con mejora-
miento de la organización. Es el caso en que no hay
crecimiento notable ni de la densidad del capital fijo,
ni del desarrollo tecnológico, ni de la producción social
global.
3. Si, por el contrario, d<»crece en grado importan-
te, es porque se eleva la composición orgánica.
Entonces puede ocurrir que:
3.1. Se eleve modestamente el ritmo de 11,o sea
dll, por debajo de d<»,a causa de que no mejore
sustancialmente el rendimiento del parque de maqui-
naria y equipo. Esto depende de la eficiencia de las
máquinas, de su gestión, en cuanto que aun siendo
nuevas pueden ser muy costosas y no empleadas
correctamente.
Así, entonces, dl11 se elevará también
modestamente por cuanto será privilegiado el recurso
al trabajo vivo, a su intensidad, sin apoyo importante
en los medios de trabajo. De cualquier manera
resultará que d111,será superior a dll, la productividad
atribuida al trabajo vivo mayor que la productividad
total.
3.2. Se eleve sustancialmente 11como resultado
del óptimo empleo de equipos modernos y menos
costosos. Entonces dll crecerá en alto grado, con
mayor empuje que dll por cuanto el más alto nivel de
composición orgánica, su ritmo de crecimiento,
tenderá a producir resultados más que proporcio-
nalmente superiores en la eficiencia del trabajo total,
o sea, en la productividad total. De ello resultará que
dlt, también aumente de manera significativa
arrastrado por dll, y las dos magnitudes, sus ritmos,
tenderán a acercarse. Nótese que en este caso, sin
embargo, el mejoramiento de la productividad total
no se debe primordialmente al esfuerzo vivo sino a la
eficiencia en el empleo del trabajo materializado en
medios de producción, sobre todo en maquinaria.
Corresponde a un proceso de desarrollo económico
y, tal vez, también social.
En el marco del presente trabajo sólo pretendemos
aproximarnos a los niveles de productividad local
relativos a la industria metal mecánica, a sus sectores
y establecimientos, auncuando puedan insinuarse
tendencias de tipo social.
Esta aproximación social global es, de todas
maneras, necesaria para localizar el fenómeno en el
ámbito de la estructura de propiedad imperante, de
lo contrario el análisis resultaría arbitrario. Por
ejemplo, «en la estructura capitalista, el tiempo de
trabajo de producción es fundamentalmente el tiempo 57
durante el cual el capital se apropia el valor de uso
de la fuerza de trabajo. Esto excluye, por ejemplo,
en esta estructura, tomar en cuenta el tiempo de
transporte como tiempo de trabajo vivo».
«Es notorio que la necesaria referencia a las rela-
ciones de propiedad en la especificación del concepto
-productividad- implica una serie de precauciones.
Así, es posible observar un nivel constante de la
productividad del trabajo social (trabajo productivo)
mientras que otra parte del trabajo social, el
suministrado por el consumo personal o consagrado
al transporte, aumenta. Se puede entonces simultá-
neamente tener constancia de la eficiencia social del
trabajo productivo, y regresión del tiempo libre, debida
al aumento del tiempo de simple recuperación de la
fuerza de trabajo. Asimismo, si el crecimiento de la
productividad del trabajo se obtiene por la intensifi-
cación de este trabajo, se puede tener aumento de
accidentes, enfermedad, ausentismo, etc., de tal ma-
nera que sea obligatorio dedicar en la sociedad mayor
tiempo y medios suplementarios para la reproducción
de la fuerza de trabajo que los ahorrados por el
progreso de la productlvidad-".
Cálculo de coeficientes de
productividad en la industria
metalmecánica
En la industria metalmecánica han podido obser-
varse comportamientos desiguales de los distintos
grupos que la componen, aunque siempre con ten-
dencia al detrimento de la eficiencia, lo que no es
sino la expresión de la difícil situación por la que atra-
vesó el subsector en toda la década pasada, a imagen
y semejanza de la industria fabril en su conjunto.
Al efecto, se calcularon para el periodo dos índices
básicos. El primero, que muestra el crecimiento de la
producción bruta por persona empleada, tomado
como expresión de la productividad aparente por
trabajador; aparente, por cuanto se incluyen tanto los
obreros, que son directamente productivos, junto con
los técnicos, como los empleados y los directivos;
además, por cuanto el crecimiento del producto se
debe no sólo a la mayor eficiencia del aparato
industrial sino a la mayor intensidad en el uso de la
capacidad de trabajo, pero estos dos factores no se
pueden separar estadísticamente.
El segundo índice trata de mitigar las deficiencias
del anterior, al relacionar el consumo de energía
eléctrica por cada trabajador, con lo cual se busca
observar cómo evoluciona la intensidad en el uso, ya
no del obrero, sino del equipo instalado. Esto supone
que puede emplearse a un mayor nivel de capacidad
o bien, que se introducen nuevas máquinas y, en todo
58
4 J.C. Delaunay y J. Gadrey, Nouveau Cours d'Economie
Politique, Cujas, París, 1979, Tomo 1, p. 195.
caso, que no son tan modernas como para reducir el
consumo de kilovatios por unidad de equipo, en
definitiva, por trabajador, tendencia que existe pero
aún de manera excepcional en el plano mundial.
Por el contrario, lo corriente es que el empleo de
energía crezca más que proporcionalmente a la
producción en razón de que los equipos sean despro-
porcionados respecto a los tamaños de producción,
porque su adquisición es inducida por los provee-
dores; vale decir, que quede sobrando capacidad
instalada en cada unidad de tiempo de trabajo
efectivo.
De hecho, los resultados enseñan que en los
grupos (4), (5), (6), (7) Y (8), la productividad aparente
creció sustancialmente [sobre todo en (8), (5) Y (6)],
lo que condujo a que, en promedio, la industria
metal mecánica revelara un índice de 135% para el
periodo. Debe destacarse que en los grupos de
producción automotriz y de maquinaria este indicador
mostró tendencia a la baja y a la estabilidad,
respectivamente.
En lo que respecta al segundo índice, se observa
crecimiento indiscutible en todo el periodo, acuciado
por las fuertes inversiones productivas del primer
lustro. Así que los grupos con mayor incremento en
el consumo de energía son la siderurgia, con índice
de 416%, la producción metálica, con 154%, y los
productos eléctricos y electrodomésticos, con 125%
y 144% cada uno. Los demás disminuyen, como (1)
Y (3), o bien aumentan poco, como (2) y (4). Este
comportamiento del consumo de energía permite
inferir sobre el grado de complejidad del aparato
productivo de la industria metal mecánica.
Así que la siderurgia y la fabricación de productos
metálicos varios son las agrupaciones con mayor
crecimiento en el consumo energético (y de mayor
nivel), en tanto que las demás muestran desempeños
modestos. Es probable que este comportamiento se
corresponda con el grado de integración y de
complejidad de los procesos de fabricación en uno y
otro caso.
De hecho, el ensamblaje, característico de la
industria automotriz, no exige importante consumo
de energía, así como ocurre en los demás renglones
en donde solamente se montan piezas importadas
con poco contenido nacional y en donde, además,
las fases de maquinado propiamente dicho están
ausentes del todo, o bien sólo tienen que ver con
trabajos menudos en la terminación y el acabado
funcional.
Por el contrario, la siderurgia, la fundición, la elabo-
ración de componentes para máquinas y para autos,
cuchillería, estructuras, calderas, etc., sin duda exigen
mayor número de fases de maquinado, empleo acre-
cido de máquinas herramientas, de hornos y de equi-
pos de soldadura, lo que, todo en conjunto, manifiesta
mayor densidad de trabajo y de empleo de energía
eléctrica.
PRODUCCiÓN
La relación entre los dos índices mencionados da
como resultado un tercero que indica el volumen de
producción por unidad de kilovatio empleado. Éste
es, en definitiva, el más significativo por cuanto
expresa una relación de eficiencia, es decir, qué nivel
de producción puede alcanzarse con un consumo de
energía determinado y cuál es su comportamiento a
través del tiempo, así sea corto. En los cuadros
respectivos (véanse los cuadros 1 y 2) no sólo se
incluyen los índices porcentuales sino los coeficientes
en términos de valor de la producción, a precios
constantes, claro está.
El resultado es que, singularmente, son los grupos
que producen bienes eléctricos (136%), maquinaria
diversa (116%), máquinas herramientas (114%) y
electrodomésticos (106%) los únicos que experi-
5 De un estudio para el sindicato de trabajadores de Colmoto-
res, con base en encuestas a los trabajadores de distintas
fábricas metal mecánicas y de otras ramas, se incluye este
extracto acerca de los métodos de intensificación del trabajo,
sobre todo en el ámbito intelectual.
Métodos y factores empleados para la organización de la
producción y del trabajo
1. Reducción de los tiempos muertos, en todas las empre-
sas.
2. La búsqueda del justo a tiempo, aunque sólo esté en fa-
se de experimentación.
3. En el mismo sentido, la introducción de los círculos de
calidad.
4. El control estadístico del proceso en el propio puesto de
trabajo, lo que es compatible con la ampliación de las
tareas.
5. La búsqueda de cero defectos; también comenzando.
6. Los programas de mejoramiento continuo.
7. La organización de células de trabajo.
Estas modernas formas de organización no se acompañan
de la correspondiente modernización del equipo.
Los programas de calidad total son todavía rudimentarios.
Los niveles jerárquicos han disminuido, puesto que tienden
a desaparecer los supervisores.
Programas como la mejora continua y el cuarto turno o pro-
medio de horas semanales no tienen aplicación en la prác-
tica. En cuanto a la subcontratación, tan común en nuestro
tiempo, sólo aparece con alguna importancia para los servi-
cios, lo que no es extraño para unidades industriales.
En el contenido de las tareas, las habilidades manuales
requeridas son mayores.
Es más homogéneo el fenómeno de la elevación en las
exigencias mentales para los trabajos, que como se dijo,
corresponde en alguna medida a la maquinaria empleada y
en mayor medida a la propia organización de la producción
con nuevas y más complejas tareas. Pues precisamente la
complejidad del trabajo se percibe por los participantes como
más elevada y exigente.
En lo relativo a la capacitación requerida para asumir las
nuevas tareas es significativo hallar que ésta no se desarrolla
convenientemente ni en lo cuantitativo ni en lo cualitativo
mentan crecimiento en su eficiencia, o sea, mayor
nivel de producción por unidad de consumo de
energía. Los restantes se muestran estables (1) Y (2)
o bien decrecen ligera o grandemente, grupos (7) y
(8), respectivamente.
Así que los grupos más importantes de la industria
metal mecánica parecen ser los más modestos en
cuanto se tocan relaciones que apuntan al análisis
cualitativo, como es la eficiencia del trabajo. Por el
contrario, parece significativo el comportamiento de
las fábricas de maquinaria y equipo. De cualquier
manera, no debe olvidarse que el aumento de produc-
ción puede estar relacionado con la introducción de
nuevo equipo y la mejora de la organización; pero
también, es muy probable, con mayor esfuerzo
laboral", Por tanto, el análisis adelantado debe
(tiempo de práctica, horas de formación y número de trabaja-
dores, nuevos contenidos de los cursos, etc.); es decir, que
no hay calificación del trabajo sino entrenamiento rutinario.
De hecho, los trabajadores niegan rotundamente la posibi-
lidad de participación del sindicato en la capacitación de los
obreros. La decisión yace en manos de losjefes autónoma-
mente, o bien es tarea de los responsables a partir de los
programas preestablecidos por la dirección.
Los programas de capacitación existentes se refieren a la
parte técnica, es decir, de manejo de maquinaria y equipo,
lo que se explica por la introducción de maquinaria y equipos
o dispositivos aún no conocidos por el personal; también
por nuevos procesos productivos.
Se observa, en suma, que los cambios tecnológicos han
influido de cierta manera en la organización de la producción
y del trabajo, elevando las exigencias, pero no tanto la
capacitación.
Las innovaciones tecnológicas, de organización y otras han
incidido de manera diferenciada en las condiciones de
trabajo, según puede apreciarse en la relación que sigue.
1. Esfuerzo físico. La tendencia es incierta, se combinan
aumentos con disminuciones y permanencia según las
secciones, esto es, que cuanta mayor automatización
menor esfuerzo.
2. Esfuerzo mental. La tendencia es claramente a subir y
esto se debe a las tareas más complejas y densas, como
se vio anteriormente.
3. Autonomía. Los participantes se quejan de la tradicional
falta de autonomía en el desempeño de las tareas; ade-
más, con las actuales modalidades productivas no hay
cambios positivos.
Cabe destacar la apreciación unánime de los participantes
sobre el aumento neto de los ritmos de trabajo; esto se
atribuye a los nuevos procesos y métodos de organización
laboral. A este factor hay que agregar, por el contrario, que
las horas extras no aumentan, con excepciones. Parece
entonces que la intensidad sustituye la extensión de la
jornada laboral.
Véase Sociedad de Estudios Económicos, Técnicos y
Sociales, SETES. «Estudio económico para el sindicato de
trabajadores de General Motors-Colrnotores», Bogotá, mayo
de 1995. 59
apoyarse necesariamente en los resultados de la
investigación tecnológica en cuanto se refiere a los
avances tanto en maquinaria como en procesos",
En lo referente a la industria fabril en su conjunto,
los índices respectivos enseñan comportamientos
para el periodo, modestos también, sin embargo
superiores a los de la industria metal mecánica. Es
así como la productividad aparente creció con mayor
intensidad, sobre todo a partir de 1983, aunque el
consumo de electricidad tuvo una evolución menos
pronunciada que en el subgrupo que nos ocupa, como
que sólo alcanzó un índice final de 169%. La combina-
ción de estos dos crecimientos determinó que el
índice de eficiencia de empleo de energía decreciera
sólo en 9%, luego de un lapso de mayor depresión
en 1983.
Comparativamente, la industria metal mecánica
experimenta preocupantes tendencias contrarias al
mejoramiento en la eficiencia del trabajo colectivo
dentro de un marco global de estancamiento y
retroceso, aun aplicable a la industria fabril en general.
Todo parece indicar que sólo mediante fuertes
inversiones productivas, de origen estatal y privado,
orientadas a grupos claves como la siderurgia, la
producción de maquinaria y de equipo, de
componentes y estructuras, se logrará salir adelante
en el preciso sentido de expandir la cadena de
producción metal mecánica, elevar su eficiencia y
disminuir los costos unitarios, lo que, de hecho,
implica intensificar la interdependencia ramal
doméstica como estrategia prioritaria, sin perjuicio de
ampliar los nexos externos.
Con el propósito de profundizar en el cálculo y el
significado de las relaciones de productividad y efi-
ciencia se adelantó el tratamiento específico de estas
6 En el marco del trabajo sobre la industria metalmecánica
reseñado al comienzo del artículo, además de las aproxima-
ciones globales se adelantó el análisis de la productividad
potencial instalada en cada empresa, y en el conjunto,
teniendo en cuenta el empleo óptimo de los factores tecno-
lógicos y laborales de la producción. Este nivel sirve para
estimar el porcentaje o grado de productividad realmente
alcanzado en cada unidad productiva, grupo, región o total
del subsector en relación con él. Para el efecto se consideró
el desempeño efectivo de las distintas variables asignando
a cada una su ponderación; en el caso óptimo de desempe-
ño, el porcentaje sería de 100%. En la realidad sometida a
cálculo, el nivel efectivo de productividad empresarial sólo
supera, en promedio, 50% del nivel potencial óptimo; por
supuesto, en el marco del obsoleto equipo instalado.
Las variables o los factores que intervienen en el cálculo
son los siguientes:
1. Calidad de las máquinas herramientas. Tienen papel
importante su antigüedad, grado de automatización y de
60 informatización, y la potencia.
magnitudes con relación a productos individuales,
tomando como medida no su valor, sino la cantidad
de unidades fabricadas, relacionando luego su evolu-
ción en el tiempo con los índices de empleo y de
energía consumida; estas dos últimas magnitudes
correspondientes a los grupos y no a cada producto
en particular, en razón de la dificultad estadística para
establecer la proporción adecuada que le correspon-
dería. Es, por tanto, una aproximación, pero sin duda
cercana a la realidad particular (véase el cuadro 3).
Productividad aparente
Hace referencia a la cantidad de productos por
trabajador y su relación con el consumo de energía
eléctrica. Para la realización de estos cálculos se
tomaron en cuenta tres variables:
- Cantidad de productos por trabajador: se
utilizaron las cantidades de los productos más impor-
tantes elaborados y terminados el 31 de diciembre
de los años 1978, 1983, 1987 de cada agrupación,
publicados en la Encuesta Anual Manufacturera
DANE.
- Consumo de energía eléctrica: se tomó el
consumo total para cada agrupación y se dividió por
el número de trabajadores para hallar el consumo
percápita.
- Personal ocupado: se tomó solamente el perso-
nal productivo, que incluye a técnicos extranjeros y
nacionales, obreros y aprendices.
Las dos primeras variables se transformaron en
índices cuyo año base es 1978. El índice de produc-
ción por unidad de kilovatio se halló a partir del índice
de producción por trabajador, dividido por el índice
de consumo de energía per cápita. Para medir la
2. Condiciones tecnológicas de la producción. Intervienen
condicionantes como el mantenimiento, el control de
calidad, la calificación del personal, el tiempo de ocupa-
ción de los equipos.
3. Soporte de ingeniería. En este factor lo fundamental es
el diseño tanto de producto como de proceso, y la gestión
de la producción.
4. La materia prima. Calidad y condiciones de suministro.
A la primera variable se le atribuyó porcentaje de 30%, a
la segunda y a la tercera 25% a cada una, y 20% a la
cuarta.
Como se puede observar, se pretende incorporar el conjunto
de los aspectos tecnológicos condicionados en alta medida
por el entorno económico, por ejemplo el volumen demanda,
a fin de definir un indicador multifacético y orgánico de las
razones que determinan el nivel y la evolución de la produc-
tividad del trabajo en el plano de la empresa.
PRODUCCiÓN
productividad por producto se par-
tió del supuesto de que el compor-
tamiento del personal ocupado
era el mismo para el total de la
agrupación.
Ahora bien, antes de realizar
el análisis de los resultados se
debe señalar que el comporta-
miento del sector metal mecánico
es de gran importancia por cuanto
refleja en gran medida el grado de
desarrollo y la dinámica de la
economía colombiana en su
conjunto, por el hecho de que una
parte considerable de su
producción es demanda derivada
de las distintas ramas y sectores
de ella.
A nivel global se pudo apreciar
un aumento de la productividad
aparente del trabajo en 57% de
las mercancías que conforman el sector
metalmecánico. Pero así mismo se observa la notoria
caída del empleo del personal productivo en el sector.
Se presenta además, crecimiento significativo en el
consumo de energía eléctrica por trabajador. Pero,
en contraste, el comportamiento de la producción por
unidad de kilovatio muestra una notoria caída con
respecto a 1978, a excepción de los grupos (2), (3) Y
(4).
Es así como este desempeño nos lleva a concluir
que realmente no hubo aumento efectivo de la
productividad.
Ahora bien, las agrupaciones que más sobresalen
por el crecimiento aparente de su productividad por
trabajador son las siguientes:
1. El grupo (9), de Equipo Profesional y Científico,
muestra un significativo aumento en su productividad
por trabajador, al incrementarse en 1.200% para 1983
yen 1.400% para 1987, ambos años con respecto a
1978. Presenta además un aumento de 15% en la
generación de empleo productivo para 1987.
Este grupo sobresale además por ser la única
agrupación que presenta un aumento notorio de la
producción por unidad de kilovatio, pues en 1983 el
incremento es de 800% y en 1987 de 500% con
respecto a 1978.
El producto que más se destaca por el aumento
de productividad por trabajador es el de «toallas
sanitarias» al aumentar en 120% y 156% en 1983 y
1987 respectivamente. He aquí los embarazosos
problemas de una mala clasificación estadística.
Parece curioso que sea este
grupo tan poco significativo el
más dinámico en los resultados
de productividad.
2. El segundo lugar lo ocupa
el grupo (8), de Industrias Básicas
del Hierro y Acero, el cual para el
quinquenio 1978-1983 presenta
un aumento de su productividad
aparente de 18% y para 1987 del
orden de 115%. En contraste,
presenta una disminución del
personal productivo ocupado de
8% para 1983 y una significativa
caída de 30% para 1987. Se
destaca además por un represen-
tativo crecimiento en el consumo
de energía eléctrica por trabajador
frente al total del sector metalme-
cánico, el cual varía para 1983
con 104%, Ypara 1987 con 317%.
Pero contrariamente a lo espe-
rado, la productividad por unidad de kilovatio presenta
reducción de 42% en 1983 y 48% en 1987. Lo que
nos demuestra que realmente no se ha presentado
un aumento en su eficiencia.
Ahora bien, los productos que sobresalen por
mostrar un relativo aumento en su productividad
aparente son: barras y varillas de hierro o acero de
sección circular laminadas en caliente, hojalata
estañada o galvanizada, chapas de hierro o acero
galvanizadas, alambrón de hierro, ángulos y perfiles
de hierro o acero laminados en caliente.
3. En tercer lugar, sobresalen los renglones de
Industrias Básicas de Materiales no Ferrosos, y
Construcción de Maquinaria no Eléctrica, las cuales
presentan un comportamiento similar en el
crecimiento de sus productos, que para 1983 es de
10% Y 11% respectivamente y para 1987 es del orden
de 44% Y 47%.
Sin embargo, el comportamiento del empleo para
el personal productivo difiere, puesto que en el
primero la reducción es de 39% y en el otro es de
10% en 1983. Para 1987 presentan una leve
recuperación en su nivel de ocupación al reducirse
sólo 35% y 7% respectivamente con respecto a 1978.
Asimismo, el consumo de energía eléctrica por
trabajador presenta comportamientos diferentes, ya
que mientras el primer renglón aumenta 64% para
1983 y 104% para 1987, el otro tiene un aumento
relativamente bajo, pues para 1983 apenas es de 4%
y para 1987 de 15%. No así la producción por unidad
de kilovatio, cuya evolución muestra que para éstos 61
presenta un aumento de 7% y de 28% para 1987,
cada uno.
Entre tanto, el grupo (7) muestra una caída en su
producción por unidad de kilovatio al reducirse en 33%
y 29% para 1983 y 1987 respectivamente. Esto nos
muestra que aunque ambos conjuntos presentaron
un crecimiento similar en su productividad aparente
por trabajador, en realidad sólo los de fabricación de
maquinaria mejoraron su eficiencia.
Ahora bien, los productos que sobresalen por
aumento en su productividad aparente por trabajador
para el renglón de Industrias Básicas de Materiales
no Ferrosos son: ángulos, perfiles, y secciones de
aluminio, láminas de aluminio y soldaduras de plomo.
En el de Construcción de Maquinaria no Eléctrica se
destacan: máquinas y aparatos agrícolas N.E.P.,
compresores, bombas y otras máquinas de aire y gas
no eléctricas, equipo industrial o comercial para
acondicionamiento de aire y calefacción, enfriadores
de botellas, vitrinas frigoríficas, neveras para uso
doméstico, filtros de aceite, fumigadoras para agricul-
tura y ganadería, y estufas de cocina domésticas de
gas y eléctricas.
4. El cuarto lugar lo ocupa el grupo de Construc-
ción de Maquinaria, Aparatos y Artículos eléctricos,
el cual, para 1983 aumenta 20%, pero disminuye en
1987 8% con respecto a 1978. El empleo para esta
agrupación se reduce 17% y 5% en 1983 y 1987,
respectivamente. El consumo de energía per cápíta
aumenta para 1983-1987 en 21% Y 39%. La produc-
ción por unidad de kilovatio refleja una leve reducción
en 1983, equivalente a 1%, pero en 1987 la caída es
del orden de 22%.
Sobresalen los siguientes productos: transforma-
dores para alta tensión, soldadura eléctrica, lavadoras
eléctricas de ropa, cables y alambres aislados para
instalaciones eléctricas, baterías para automotores
y bombillas incandescentes.
5. Los dos restantes grupos del sector sobresalen
por presentar una baja productividad por trabajador,
son ellos: Fabricación de Productos Metálicos y
Fabricación de Equipo y Material de Transporte?
En el quinquenio 1978-1983 la productividad para
el primer grupo es apenas de 2% y el segundo
presenta una caída de 43%. En 1987, en ambos hay
una reducción del orden de 5% para el grupo primero,
y de 58% para el segundo. Estas disminuciones son
muy marcadas y se ven acompañadas por una notoria
7 En los momentos actuales, 1993-1996, el grupo automotor
se ha recuperado notoriamente por cuanto la coyuntura le
62 ha permitido elevar de manera importante el ensamblaje de
merma en la cantidad de productos elaborados de
14% y 53% respectivamente en 1983, y 24% Y 60%
en 1987.
Así mismo, se aprecia una tendencia al desem-
pleo, pues el personal productivo ocupado también
muestra reducciones en ambos grupos del orden de
15% y 18% para 1983 y de 20% y 15% para 1987. El
consumo de energía eléctrica por trabajador muestra
en el primer grupo un aumento de 24% y 48% para
1983 y 1987 respectivamente, mientras que para el
segundo grupo la evolución es apenas de 9% y de
24% para los mismos años.
La producción por unidad de kilovatio muestra
notoria caída especialmente para el grupo (1) que en
1983 tiene una reducción de 47% y de 52% para 1987
con respecto a 1978. En el grupo (7) la reducción es
de 18% y 36% para los años respectivos. En resumen,
se aprecia que estos dos grupos no sólo tienen baja
productividad aparente por trabajador sino que
indudablemente no presentan avances de eficiencia.
Los productos que se destacan en el primero son:
machetes y similares, cerraduras para puertas, enva-
ses de hojalata de 1000 C.C., tornillos de hierro o
acero, tapas corona, ollas de aluminio, alambres de
púas, clavos o puntillas de hierro o acero y hojas para
muelles de acero. En el segundo sobresalen auto-
móviles, camiones y motocicletas.
Debe agregarse a lo anterior que el detallado
análisis de productividades, denominadas en este
análisis como aparentes y reales, de todas maneras
no revelan el fenómeno preciso de la productividad
tanto microeconómica como macroeconómica. Esta
última por cuanto aún no podemos tomar en
consideración el conjunto de costos resultante de las
interrelaciones productivas. La productividad en
sentido microeconómico también pierde su
significación en cuanto que no poseemos un patrón
universal de comparación, en este momento, que nos
permita relacionar la cantidad de productos
(considerar su calidad, además) con respecto a las
horas/hombre de trabajo empleadas y la complejidad
de trabajo necesaria para la producción.
Tampoco existe una serie amplia de años, ni se
espera mucho de la consistencia de las estadísticas
de base. Aún así, este elemental cálculo permite
establecer tendencias notorias en los ritmos de
productividad de trabajo nacional, que influyen en la
competitividad de los productos.
vehículos, doblando los promedios tradicionales. La producti-
vidad aparente se ha incrementado, pues, notoriamente,
no así su aprovisionamiento en maquinaria y equipo.
PRODUCCiÓN
Productividad, inversión y ganancia
La productividad y la eficiencia dependen esen-
cialmente de la inversión productiva. Ésta tuvo
evoluciones diferenciadas no sólo por grupos de
actividad sino por periodo, siendo importante en la
siderurgia y en los productos metálicos. Se destacaba
así mismo la preferencia por introducir maquinaria y
equipo, a pesar de que no sean los más modernos ni
el mercado permita su plena utilización.
Sin embargo, ese,análisis quedaba incompleto por
cuanto aún no se tenía en cuenta el esfuerzo de
inversión con relación al producto generado, vale
decir, con el valor agregado anual.
Los cálculos pertinentes (véase el cuadro 4)
muestran cuánto se ha dedicado a inversión neta por
cada cien pesos de valor agregado bruto obtenido
en la industria metalmecánica, puntualizando, de
paso, que en esta variable estadística no se incluye
todo el valor nuevo generado en un periodo, por cuan-
to los datos se refieren al precio de venta en fábrica,
no al de mercado. Así que los porcentajes que se
verán en seguida también resultan sobrevaluados.
La industria fabril permite observar tasas modestas
inferiores o iguales a 10% de inversión neta respecto
al valor agregado generado, con excepción de 1983
(así mismo, de 1982) cuando se alcanzó 13%; bien
puede concluirse que la tasa de acumulación
productiva en Colombia es de alrededor de 10% para
la industria.
La industria metalmecánica no muestra compor-
tamiento muy diferenciado a este respecto. De hecho,
sus tasas son ligeramente inferiores o superiores a
las de toda la industria, eso sí con excepción de los
años 82 y 83, cuando se realizaron grandes proyectos
en siderurgia, ferroníquel, acero y productos metá-
licos. Entonces se obtuvo una participación de 21%,
aún lejana de lo que se sabe (por experiencia de otras
economías) debe ser la tasa adecuada: entre 30% y
40% del PIS.
Los grupos con desempeño más destacados en
el periodo fueron, como es normal, el (8), junto con el
(7) y el (1), pero estos dos últimos reflejando cifras
mucho más modestas, en realidad características del
comportamiento modal de la industria. Los demás
grupos simplemente mantienen un pequeño esfuerzo
de renovación productiva con tasas inferiores a 10%8.
No parece, sin embargo, que este comportamiento
económico se deba a claras razones de rentabilidad
de inversión. En efecto, según muestran los cuadros
5 y 6, en los cuales se calculan tasas de ganancia y
de explotación del trabajo, se puede apreciar que en Fuente: Jorge Child, El Espectador, mayo 6,1990. Cifras publicadas en The
el conjunto de la industria nacional por cada 100 pesos New York Review of Books, marzo 4, 1990. 63
invertidos en capital fijo y en salarios se obtiene un
excedente de explotación -que no incluye aún la
ganancia comercial- de entre 88 y 105 pesos, siempre
con excepción de 1983, cuando fue más baja la
rentabilidad. Es claro que este cálculo es macro-
económico, no aplicable, por tanto, a un empresario
en particular sino al conjunto del capital vinculado,
independientemente de su origen y titularidad. Pero
en el mismo plano se sitúan los análisis de inversión.
Por lo que se refiere a la industria metalmecánica,
las tasas de ganancia (cuadro 7) muestran niveles
superiores a los de toda la industria, con excepción
de 1983, cuando se elevó el esfuerzo de inversión,
lo que, por cierto, indica cómo al elevarse la intensidad
del capital fijo, tiende a decrecer la rentabilidad,
resultado de mayores costos en bienes de producción
frente a un producto cuyo ritmo de crecimiento se
frena por razón de la menor participación del trabajo
vivo. Es claro que esta tendencia de origen tecno-
lógico puede ser contrarrestada por mecanismos
como los precios de monopolio.
Al mismo tiempo cabe preguntarse si el capital no
prefiere privilegiar altas tasas de ganancia mante-
niendo bajas inversiones y volúmenes modestos de
producción, para luego emplear el excedente en
actividades especulativas o de consumo suntuario.
El entorno económico técnico que podemos apreciar
tiende a conformar esta hipótesis y no sólo para el
capital nacional, sino para el extranjero que se instala
para obtener ganancias fáciles sin desembolsar
masas importantes de capital, como no sea cuando
se trata de obtener insumas baratos -y proyectos de
corto plazo- para beneficio de sus empresas madres.
De hecho, el nivel de rentabilidad de la inversión
se soporta en nuestro país ante todo, no por el mejora-
miento tecnológico ni por la eficiencia de los medios
de producción empleados, sino por la distribución del
ingreso que deprime la remuneración del trabajo.
Puede observarse en el cuadro respectivo (6) la tasa
de extracción de excedente con relación a salarios
pagados, teniendo en cuenta que incluyen no sólo
8 Porcentaje de inversión respecto al Pie en algunos países
País 1965 1987
EE.UU. 18 13
Japón 28 34
R.F.A. 18 25
Corea del Sur 8 38
Brasil 22 23
Singapur 10 40
India 6 22
China 10 40
los del personal directamente productivo sino los del
conjunto de asalariados, por lo cual los resultados
deben ajustarse convenientemente hacia arriba,
sabiendo que los pagos al personal no productivo
representan no menos de 30% del total de los gastos
laborales.
En la industria fabril colombiana se observan tasas
entre 210% Y 240%, salvo en el año 1983. En la
industria metal mecánica las tasas de extracción son
inferiores, entre 180/90% y en 1983 mucho más bajas.
De todas maneras es notorio que los grupos con
mayores niveles de explotación, como son los de
productos eléctricos y maquinaria diversa, son a su
vez los de mayores tasas de ganancia, pero, como
se recordará, no son los de mayor esfuerzo de inver-
sión. Por el contrario, la industria siderúrgica muestra
altas tasas de extracoón de excedente, pero en razón
de sus fuertes inversiones la tasa de ganancia no es
la más elevada en la actualidad.
Caso especial y digno de cuidado es el de la indus-
tria automotriz, cuyas tasas no son particularmente
importantes ni en la rentabilidad ni en la explotación.
Esto puede explicarse por el hecho de que el
consumo intermedio y otros gastos aparecen mani-
fiestamente sobrevaluados, respondiendo a una
política trasnacional de girar utilidades en forma
subrepticia. Se afecta el cálculo del valor agregado,
el que aparece netamente reducido, y por consi-
guiente el excedente de explotación, que es parte
integrante de él. Sin duda, las tasas de rentabilidad y
de explotación reales son mucho mayores en este
grupo.
Una somera observación a los componentes de
la producción en la industria metalmecánica permite
64
apreciar la importancia que tiene en todos los grupos
el consumo intermedio, el cual representa alrededor
de 50% del valor del producto en puerta de fábrica.
Esto se debe particularmente a la influencia de la
materia prima importada que no sólo se encarece ella
misma sino que encarece la nacional de la cual es,
normalmente, su insumo. Como caso excepcional
está el grupo (1), el cual presenta un nivel de 65/66%
de consumo intermedio como componente del costo
total (véase el cuadro 8).
Los gastos industriales, que incluyen también
contratación de servicios de personal en forma
indirecta, oscilan entre 4% y 13%, cifra ésta la más
alta para el grupo (8).
Por el contrario, es notorio la pérdida de impor-
tancia de los salarios en la composición del valor; en
efecto, si en 1978 su nivel oscilaba entre 10% Y21%,
ya en 1987 el campo se contrae permitiendo
variaciones sólo entre 9% y 16%. Además, cambian
los grupos significativos, pues en el primer año
mencionado la peor participación estaba en el grupo
(1), lo que continúa en el último, pero en cambio la
mejor participación correspondería entonces al grupo
(8) y ahora a los grupos (5) y (6).
El excedente de exportación tiende a ampliar su
participación de manera notoria, situándose alrededor
de 30% (siempre sin tomar en cuenta el margen
comercial). En este concepto se incluyen todas las
ganancias de capital que se distribuyen y redistri-
buyen entre los distintos titulares del capital, incluido
el propio Estado. Así que ciertos rubros como los
intereses bancarios, los impuestos y «otros» mejoran
visiblemente la participación.
En conclusión, el valor de la producción está
influido por el crecimiento de los costos materiales y
por el manejo del excedente de explotación, mas no
por los costos laborales, como se suele sostener.
El hecho de que la inversión productiva no crece
a pesar de los rendimientos no despreciables, es
fenómeno característico de esta época en nuestra
América Latina y no depende de circunstancias fortui-
tas o coyunturales. De hecho, esto queda confirmado
por la CEPAL en su último informe cuando asevera
que al finalizar 1989, el producto promedio por
habitante es 8% inferior que el alcanzado a principios
de la década. Sólo cinco países exhiben un producto
por habitante superior al de entonces y 11 países
registran caídas superiores al 15%. En el mismo
lapso, la brecha de bienestar de la región con respecto
al mundo desarrollado se amplió considerablemente.
La inversión total se contrajo 20%. Esta caída del
ritmo de inversión determina que la capacidad
productiva de la región sea, hoy día, un 15% inferior
PRODUCCiÓN
a lo que hubiera sido si no se hubieran interrumpido
las tendencias de crecimiento y acumulación
prevalecientes antes de la crisis",
El conflicto entre las crecientes ganancias y la
escasa acumulación no obedece, por supuesto, a la
ceguera o a la incapacidad de los empresarios como
suele sentenciarse. En el fondo están en juego
contradicciones cada vez más agudas. De un lado,
la creciente fuga de ingresos y de riquezas de
nuestras economías hacia los centros trasnacionales
de dominio económico. La misma fuente anterior trae
el cálculo de los pagos por servicio de la deuda los
que suman alrededor de 330 mil millones de dólares
en la década de los años ochentas; de allí que a partir
de 1982 se hayan acumulado pérdidas netas de
recursos (ingresos netos de capital, menos el servicio)
superiores a los 200 mil millones de dólares 10.
Esto sin contar con el drenaje de valores a través
de los precios de monopolio en el comercio
internacional, ni otras formas subrepticias de
expoliación. De suerte que la masa de riqueza
generada cada año, e incluso la acumulada, pasa en
alta proporción a manos foráneas restando mucha
capacidad de acumulación tanto oficial como privada.
De otro lado, se aprecia el crecimiento de la
miseria social, de la menor capacidad de compra de
la población, fruto tanto de la prolongada depresión
como de la peor distribución de ingresos, en donde
el desempleo tiene un papel importante. Esto es, que
el mercado interno se ha venido restringiendo, así
los grupos acomodados tengan mejor situación lo cual
no es, ni mucho menos, suficiente para remplazar el
consumo de masas faltante.
Además, los rendimientos esperados en el área
productiva son claramente inferiores a los que pueden
obtenerse mediante la especulación, con el manejo
del capital fiduciario o ficticio, por cuanto se desliga
de la producción, se aliena en forma permanente de
ella conspirando así a su depresión, y a la postre, a
la crisis misma de la rentabilidad global del capital.
Esto explica por qué los grandes capitales
financieros se ven precisados a elevar sus tasas de
exacción a los países atrasados, para mitigar sus
menores tasas de rentabilidad. También en el país el
fenómeno se repite haciendo aún más trágica la
situación. En efecto, a medida que la capacidad de
compra de la población se limita (también en
Latinoamérica y en todo el mundo, aunque en grado
distinto), el incentivo para intervenir, encontrar buen
mercado y ganancias prontas se debilita, pero se
refuerza la avidez por la colocación improductiva de
fondos. Sólo que ese círculo vicioso no hace sino
reproducir con creces la tendencia al estancamiento
secular que se manifiesta en subdesarrollo y miseria,
en nuestro caso particular.
El mercado externo como solución no es sino la
entelequia de quienes no desean reconocer la
completa unidad de los fenómenos conflictivos de la
economía mundial, que es el conjunto de las
contradicciones de los mercados nacionales, así
como el campo de dominio cada vez más absoluto
de los grupos dominantes del capital financiero. No
existe más mercado libre, ni posibilidad de insertarse
en él con ventajas, sean éstas absolutas o relativas,
si no es a través de la subordinación y la pérdida de
grandes recursos. Tal vez unidades individuales
puedan beneficiarse durante algún tiempo, pero esto
no da bases para hacer generalizaciones optimistas;
serían falacias de composición.
Por el contrario, la reestructuración industrial
orgánica y sólida apunta a romper los condicionantes
del atraso con base en la estrategia de expansión y
modernización del mercado interno, fruto de lo cual
sea la mayor y autónoma integración en el externo.
La composición de capital de la industria
metalmecánica muestra niveles dignos de analizar
con base en el estudio tecnológico, pues como se
puede observar en el cuadro 8, la relación entre el
capital instalado y en funcionamiento, con el capital
destinado a la mano de obra, o composición en valor,
muestra para todo el subsector niveles situados
alrededor de 600%. La industria en su conjunto revela
cifras un tanto inferiores. El año 1983 muestra los
menores niveles.
Los grupos con mayor intensidad son los de la
producción automotriz y la siderurgia (ésta mejora
su posición relativamente) seguidos de los electrodo-
mésticos y la fabricación de maquinaria diversa.
Otro coeficiente nos muestra exclusivamente la
relación de intensidad de empleo de equipo -activos
fijos- por unidad de salario pagado. En este caso las
cifras son netamente inferiores, lo que indica que el
consumo de materiales es muy alto con relación al
equipo instalado. Es un fenómeno técnico normal,
pero las diferencias son menores en cuanto aumenta
el equipamiento.
9 CEPAL, «Balance preliminar de la economía de América
Latina y el Caribe», 1989, Documento informativo, diciembre
20,1989.
10 toia., p. 31. 65
A escala de la industria, por cada cien pesos paga-
dos en salario se hallan alrededor de 140 pesos en
capital fijo instalado. En la industria metalmecánica
el nivel es similar, aunque mejoró a partir de 1983.
Los grupos con mayor composición técnica son,
desde luego, el (8) con 430% en 1987, en tanto que
sólo tenía 120% en 1978. Enseguida el grupo (1) que
disminuye la cifra de 190% a 90%. Con tasas alrede-
dor de 100% se encuentran los grupos (6) y (7).
En una u otra forma, los grupos de mayor compo-
sición técnica son los que manifiestan mayor
composición en valor, por tanto puede establecerse
una relación lineal entre las dos magnitudes, quedan-
do por determinar el desempeño cualitativo que
subyace a estos coeficientes. Así, por ejemplo, es
necesario conocer la calidad y la eficiencia del parque
instalado, su capacidad de ahorro de materiales, el
nivel de capacidad empleada y otras características.
De momento sólo puede decirse que el nivel de
composición técnica en la industria metal mecánica
en países de mayor desarrollo productivo es sensi-
blemente más alta que en el nuestro, lo que equivale
a que se emplea mayor volumen de equipos, maqui-
naria e instalaciones por unidad de trabajador (o de
remuneración salarial) ocupado en la producción,
pues si bien es cierto que los procesos discretos
típicos de la industria metalmecánica exigen propor-
cionalmente mayor volumen de empleo laboral, tam-
bién lo es que se requieren equipos costosos, nume-
rosos y complejos, precisamente por la misma razón
de ser procesos discontinuos.
Justamente las fábricas flexibles e integradas, con
las cuales se pretende hacer más continuo el proceso,
acarrean un nivel aún mayor de composición técnica
en la medida en que hacen intervenir un complejo
equipo informatizado e interdependiente del cual
responde para la producción un conjunto limitado de
trabajadores calificados.
Un amplio estudio de la productividad amerita un
conjunto de investigaciones de distinto orden y
jerarquía. No era ese el propósito del presente escrito,
pero bien vale la pena esbozar estas reflexiones finales.
En dependencia de las tendencias, positivas o
negativas, de la productividad particular, debe ensa-
yarse el análisis correspondiente a los costos y la
competitividad de los productos en particular y de la
producción colombiana en general, tanto en lo que
se refiere al mercado externo como a la inserción en
el mercado interno, que es cuantitativamente más
importante.
Es claro que los costos tenderán a disminuir en la
medida en que mejore la eficiencia; pero puede ser
que ésta evolucione favorablemente, en un ámbito
local, a costa de desarreglos onerosos en el conjunto
de la nación. Por tanto, se impone la aproximación a
la eficiencia social del trabajo como búsqueda de la
eficiencia óptima en la asignación y el empleo
productivo de los recursos materiales y de trabajo
humano.
Efectivamente, aunque se mejore la eficiencia
social, ésta puede verse disminuida enseguida como
resultado de la elevación de costos importados y de
otras restricciones propias de nuestra débil y subor-
dinada posición en el ámbito de las relaciones interna-
cionales. Por tanto, el análisis tiene que ser multila-
teral, técnico y económico, nacional e internacional.
En todo caso, no es dable admitir el concepto
vulgar de las entidades estatales supranacionales que
pretende postular la elevación de la eficiencia en
función de la depresión de los salarios, como si estos
fueran factores de costo de producción de las empre-
sas. En realidad, al aplicarse esta política lo único
que se logra es la redistribución negativa del ingreso
con relación al trabajador; pero ello no implica, ni
mucho menos, que se alteren los coeficientes técni-
cos de producto por unidad de hora/hombre, conside-
rando constante la intensidad laboral.
Vale decir que la productividad y la eficiencia conti-
núan siendo por lo menos las mismas que antes de
disminuir salarios; al contrario, puede menguarse por
la pérdida de incentivos, así se compense al cabo
con la mayor densificación del trabajo vivo, como
resultado del acicate del desempleo. O
66
PRODUCCiÓN
CUADRO 1
PRODUCTIVIDAD APARENTE
PRODUCTOS UNIDAD AÑOS íNDICE DE íNDICE DE íNDICE DE
AGRUPACiÓN DE CANTIDAD PERSONAL PRODUCTIVIDAD
CLASIFICACiÓN MEDIDA PRODUCTIVO APARENTE
CIIU OCUPADO
1978 100,00 100,00 100,00
TOTAL 371 Kg 1983 109,18 92,36 118,21
1987 151,07 70,24 215,08
1978 100,00 100,00 100,00
TOTAL 372 Kg 1983 67,06 60,92 110,08
1987 93,11 64,58 144,18
1978 100,00 100,00 100,00
TOTAL 381 N 1983 86,34 84,76 101,86
1987 75,61 80,00 94,51
1978 100,00 100,00 100,00
TOTAL 382 N 1983 100,35 90,20 111,25
1987 136,64 93,09 146,78
1978 100,00 100,00 100,00
TOTAL 383 N 1983 100,73 83,47 120,68
1987 102,83 94,70 108,59
1978 100,00 100,00 100,00
TOTAL 384 N 1983 47,06 82,00 57,39
1987 39,82 84,87 46,92
1978 100,00 100,00 100,00
TOTAL 385 N 1983 1.329,41 100,76 1.319,38
1987 1.769,22 115,51 1.531,66
Fuente: Anuarios de Industria, DANE.
Cálculos del investigador.
67
CUADRO 2
PRODUCTIVIDAD. APARENTE
PRODUCTOS AÑOS íNDICE DE íNDICE DE íNDICE DE
PRODUCTIVIDAD CONSUMO DE PRODUCTIVI DAD
APARENTE ENERGíA POR CANTIDAD
ELÉCTRICA DE KILOVATIOS
1978 100,00 100,00 100,00
GRUPO 371 1983 118,21 203,78 58,01
1987 215,08 416,78 51,61
1978 100,00 100,00 100,00
GRUPO 372 1983 110,08 163,92 67,15
1987 144,18 203,65 70,80
1978 100,00 100,00 100,00
GRUPO 381 1983 101,86 124,29 81,95
1987 94,51 147,72 63,98
1978 100,00 100,00 100,00
GRUPO 382 1983 111,25 103,71 107,27
1987 146,78 114,52 128,17
1978 100,00 100,00 100,00
GRUPO 383 1983 120,78 120,76 99,93
1987 108,59 138,95 78,15
1978 100,00 100,00 100,00
GRUPO 384 1983 57,39 108,60 52,85
1987 46,92 123,52 37,99
1978 100,00 100,00 100,00
GRUPO 385 1983 1.319,38 143,90 916,87
1987 1.531,66 240,06 638,03
Fuente: Anuarios de Industria, DANE.
Cálculos del investigador.
68
PRODUCCiÓN
CUADRO 3
íNDICE DE P_RODUCTIVIDAD DE LA INDUSTRIA METALMECÁNICA
(Pesos en millonesde 1983) (Kw en miles)
AÑOS GRUPO A IND B IND C GRUPO A IND B IND C
1978 5,5 100 3,3 100 100 1,8 100 3,7 100 100
1980 GRUPO (1) 5,4 98 3,3 100 98 GRUPO (2) 1,6 89 1,9 51 174
1983 4,7 86 3,7 112 77 1,7 94 4,0 108 87
1987 4,8 87 2,9 88 99 1,8 100 3,8 103 97
1978 2,2 100 3,2 100 100 2,6 100 4,4 100 100
1980 GRUPO (3) 3,0 136 3,0 94 145 GRUPO (4) 2,8 108 4,5 102 106
1983 1,5 68 2,3 72 94 3,0 115 4,5 102 127
1987 2,2 100 2,8 88 114 3,5 135 5,1 116 116
1978 3,0 100 2,4 100 100 3,3 100 3,9 100 100
1980 GRUPO (5) 3,3 110 3,1 129 85 GRUPO (6) 4,1 124 4,8 123 101
1983 3,2 107 2,7 113 95 3,9 118 4,9 126 94
1987 5,1 170 3,0 125 136 5,0 152 5,6 144 106
1978 2,4 100 4,6 100 100 3,9 100 29,3 100 100
1980 GRUPO (7) 2,8 117 4,9 107 109 GRUPO (8) 4,2 108 26,8 92 117
1983 2,8 117 5,9 128 91 4,8 123 60,0 205 60
1987 3,4 142 7,1 154 92 8,9 228 122,2 416 55
1978 3,0 100 2,0 100 100 TOTAL 3,9 100 9,4 100 100
1980 GRUPO (9) 3,3 110 2,7 135 81 INDUS- 4,1 105 9,8 104 101
1983 3,0 100 3,1 155 65 TRIAS 4,4 113 12,4 132 86
1987 3,9 130 5,1 255 51 6,0 154 15,9 169 91
1978 TOTAL 3,4 100 7,2 100 100
1980 INDUSTRIAS 3,7 109 7,1 99 110
1983 METAL- 3,6 106 12,3 171 62
1987 MECÁNICA 4,6 135 17,0 236 57
A = Valorde laproducciónportrabajador
B = Consumo de energía(kw portrabajador)
C = índicede valorde laproducciónpor kw consumido
Fuente: DANE, Cálculos del investigador
69
CUADRO 4
INDUSTRIA METALMECÁNICA- PARTICIPACiÓN DE LA INVERSiÓN
NETA EN EL VALOR AGREGADO ( Cifras en %)
GRUPO 1978 1980 1983 1987
1 10 9 9 5
2 7 3 9 6
3 3 -1 1 6
4 7 6 3 4
5 6 8 2 8
6 5 6 4 8
7 9 10 5 9
8 4 9 89 17
9 4 10 4 5
IMM 7 8 21 9
T.IND 9 7 13 10
Fuente: DANE.
CUADROS
INDUSTRIA METALMECÁNICA. TASAS DE GANANCIA EN %
GRUPO 1978 1980 1983 1987
1 70 70 40 70
2 -- -- 40 40
3 -- -- -- 10
4 100 90 100 100
5 130 100 70 120
6 120 140 80 120
7 80 90 80 70
8 70 80 20 50
9 130 130 100 120
IMM 99 113 51 108
T.IND 88 105 70 93
Tasa de ganancia
G
VAF+B
VAF = Valor en libras de activos fijos
R = Remuneraciones al personal
G = Valor agregado menos remuneraciones
Fuente: Cálculos con base en cifras del anuario industrial, DANE.
70
PRODUCCiÓN
CUADRO 6.
INDUSTRIA METALMECÁNICA . TASAS DE EXPLOTACiÓN
GRUPO 1978 1980 1983 1987
1 200 180 90 130
2 -- -- 100 70
3 -- -- -- 200
4 190 160 180 160
5 250 210 110 190
6 250 270 160 240
7 160 190 160 140
8 160 150 90 240
9 240 320 210 250
IMM 180 190 130 180
T.IND 210 240 174 220
Tasa de explotación =-º-
R
G = VA- R VA = Valor agregado
R = Remuneración al trabajo
G = Ganancia.
Fuente: Cálculos con base en información del Anuario de industria, DANE.
CUADRO 7
INDUSTRIA METALMECÁNICA . COMPOSICiÓN DEL VALOR DE LA
PRODUCCiÓN (Precio de venta en fábrica) %
GRUPO 1978 1987
CI GI R EX CI GI R EX
1 66 4 10 20= 100= 65 4 9 22
2-3-4 47 8 19 26= 100= 52 5 15 28
5-6 48 9 15 28= 100= 46 6 13 35
7 46 9 17 28= 100= 51 7 16 26
8 38 12 21 29= 100= 46 13 12 29
9 40 7 13 40= 100= 39 7 14 40
CI = Consumo Intermedio
GI = Gasto Industrial más depreciación
R = Remuneraciones al personal
EX = Excedente de explotación
Fuente: Cálculos con base en anuarios, DANE.
71
CUADRO 8
INDUSTRIA METALMECÁNICA . RELACIONES DE INTENSIDAD DE CAPITAL.
COMPOSICiÓN EN VALOR (CV) y COMPOSICiÓN TÉCNICA (CT) EN %
GRUPO 1978 1980 1983 1987
CV CT CV CT CV CT CV CT
1 880 190 800 150 570 160 770 90
2 -- -- -- -- 280 120 240 50
3 -- -- -- -- -- -- 350 100
4 440 100 440 80 400 80 490 70
5 420 90 400 100 250 60 400 60
6 550, 110 540 100 420 90 550 100
7 430 110 520 110 420 110 470 90
8 340 120 330 90 720 480 890 430
9 360 80 650 150 310 110 420 110
IMM 550 130 540 120 510 200 620 150
T.IND 570 140 570 130 560 150 680 140
CV-- VAF+CI .. , I
= composicron en va or
R
CT = VAF = composición técnica
R
VAF = Valor en libros activos fijos
CI = Consumo intermedio
R = Remuneración al personal
Fuente: Cálculos con base en Anuario Industrial DANE.
72
PRODUCCiÓN
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mayo de 1995.
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  • 1. La productividad en la industria metalmecánica colombiana José Arturo Gufiérrez 1 Introducción E l estudio de la industria metal mecánica co- lombiana, y en particular de su equipo de máquinas herramientas (MH), se inspira en la necesidad académica de profundizar las pesquisas sobre un fenómeno fundamental de nuestra realidad técnico económica y social: el atraso del potencial productivo, cuyas manifestaciones son, ante todo, de orden antisocial. El débil desarrollo de las fuerzas productivas materiales, claramente no puede tomarse como la causa del subdesarrollo en su conjunto, puesto que a su vez está condicionado por determinantes de orden económico y político, en particular por los inte- 1 José Arturo Gutiérrez es profesor del Departamento de Teoría y Política Económica, Facultad de Ciencias Económicas, Universidad Nacional de Colombia. Ha enseñado en otras universidades colombianas. Economista de la Universidad Nacional de Colombia; Magíster en Ciencias del Trabajo, Universidad Libre de Bruselas; Magíster en Análisis de Pro- blemas Políticos, Económicos e Internacionales Contempo- ráneos, Instituto de Altos Estudios para el Desarrollo en Bogotá; Doctorado en Economía, Instituto de América Latina, Moscú. Ha publicado libros y artículos sobre análisis reses que corresponden a las relaciones del capital dominante, los que impulsan la reproducción de las condiciones del atraso social, que son al mismo tiempo las de su beneficio particular. En general, la producción y las actividades no productivas guardan alta relación de dependencia tecnológica con la maquinaria y los equipos, fruto del trabajo metalmecánico, aunque cada vez se incorpore mayor número de partes no metálicas, sólo que para aprovechar propiedades físicas, químicas y otras que las convierten en aptas para el trabajo mecánico. Necesidades crecientes hacen que no sólo en la industria sino en la agricultura se requieran máquinas adecuadas para el laboreo de la tierra, para el transporte, etc. económico, estructura industrial colombiana, y cuentas nacionales. Este trabajo está inspirado en la investigación efectuada por la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Colombia acerca del equipo y la organización de la pro- ducción en la industria metalmecánica, una síntesis de la cual se publicó en 1990 bajo el título « El estado tecnológico de la industria metalmecánica y sus máquinas herramientas ¿Un problema de obsolescencie?». Su director fue Ernesto Córdoba, y el autor del presente ensayo participó como coinvestigador. 51
  • 2. Lo mismo ocurre en el ámbito de la minería, de la navegación aérea, marítima y terrestre (como nota oprobiosamente irónica, en nuestro país impusieron el transporte por carretera, ineficiente y costoso, des- truyendo al mismo tiempo los ferrocarriles nacionales de superiorísimo rendimiento y al lado de los cuales se consolidó la industria metal mecánica nacional), y también en la generación y transmisión de energía, en la construcción y en trabajos públicos. Es evidente que sobre todo la industria fabril requiere máquinas con amplia especificación en las diversas tareas particulares, que aumentan en número en la medida en que se amplía la división técnica del trabajo y que el progreso tecnológico lo hace posible. De suerte que el crecimiento y la modernización de la producción tienen como principal factor tecnoló- gico condicionante el parque de maquinaria; esto sin menospreciar la importancia de los materiales que componen las propias máquinas y son transformados en ellas, requiriéndose nuevas propiedades de dure- za, flexibilidad, levedad, resistencia, etc. Hay una clara correlación dialéctica entre los instrumentos de trabajo y los objetos de trabajo correspondientes, en este caso los metales, y sobre todo los aceros, relación en la cual, sin embargo, el polo más dinámico pertenece a los primeros: su desarrollo exige y posibilita la obtención de mejores materiales y no al contrario. Ahora bien, reafirmando lo esbozado, el sector de las máquinas herramientas se destaca dentro de la producción de máquinas y equipos; es precisa- mente el componente más dinámico, toda vez que las máquinas herramientas se diseñan con el objetivo de definirles como función la transformación de los metales a fin de darles formas precisas, que integra- das dentro de un conjunto estructurado con base en principios mecánicos, físicos y químicos, dan como resultado ingenios capaces de transformar insumos y obtener el producto deseado en el diseño. En resumen, con las máquinas herramientas se hace toda la maquinaria y el equipo requerido por la economía, incluidas las propias máquinas herra- mientas, y sus componentes, pues es cierto que la fabricación de cualquiera de ellas es el resultado del ensamblaje de numerosas partes y piezas. No ocurre lo mismo con otros productos como los alimentos y los textiles, por ejemplo, para los cuales en un proceso continuo la maquinaria específica permite obtener, de una sola vez, el producto completo ya terminado. En Colombia el sector fabricante de maquinaria y equipo es pequeño y débil, aunque los requerimientos de la economía son muy importantes, y a pesar de 52 que existe la capacidad tecnológica nacional para diseñar y producir con buena calidad. Pero los condi- cionantes de orden socioeconómico conspiran perma- nentemente contra el desarrollo de esta industria y a favor de la dependencia de suministros extranjeros, estableciéndose así un círculo vicioso de atraso y subordinación. Si bien la producción nacional es pequeña, sin embargo es variada y suple las necesidades de quienes no pueden someterse a las restricciones cambiarias y de costos. Se produce principalmente (si no únicamente) bajo encargo, lo que afortuna- damente favorece la elaboración del diseño adecuado a las necesidades específicas del comprador en cuanto a producción y costo. La fabricación de las máquinas herramientas es aún más modesta que la de la maquinaria general, e incluso han desaparecido empresas consagradas a este renglón, aunque es notorio que se continúa con la producción de componentes y la autoconstrucción en algunas plantas metalmecánicas, las que, teniendo la capacidad, no pueden someterse a las restricciones del mercado. La importación de máquinas herramientas corres- ponde a un flujo pequeño de tipo tradicional, ya que la compra de equipo informatizado es aún escasa. Esto corresponde al volumen de producción nacional relativamente modesto y a sus escasos requerimien- tos tecnológicos, suplidos más bien con la capacidad creativa de la mano de obra criolla. Así que se observa un parque de MH antiguo, aliado de la dependencia tecnológica y mercantil en diseño y componentes, lo que coarta la autonomía en la capacidad de modernización de este subsector. El propósito del presente análisis es avanzar en la comprensión precisa del grado de atraso de nuestra economía, enfrentada sin embargo a las apremiantes necesidades de modernización y desarrollo, desta- cando lo que a nuestro entender es el asunto funda- mental del atraso: la baja productividad, la ineficiencia, el elevado costo y la baja calidad, en términos de conjunto para la industria metal mecánica, así como para toda la economía. Precisamente, los conflictos internos de estructura se reducen esencialmente a la modesta capacidad de acelerar el proceso de modernización, dentro de la dinámica expansiva, lo que conspira en favor del mantenimiento de raquíticos niveles de productividad, por tanto baja eficiencia, calidad deficiente y costos relativos crecientes. Delimitación de la industria metalmecánica Para apreciar los fenómenos económicos, la información está organizada de acuerdo con los grupos que se verán a continuación, los que compo-
  • 3. PRODUCCiÓN nen la industria metalmecánica en su totalidad. Se trata del reordenamiento de la clasificación CIIU de las Naciones Unidas, acogida por el DANE. Por tanto, comporta defectos atribuibles al ordenamiento de los productos en cada categoría. Los grupos, nueve en total, son los siguientes, cuya numeración en dígitos de (1) a (9) será empleada alternativamente con su corriente denominación en este texto. GRUPO 1 Rama automotriz. Comprende el códi- go 384 de la CIIU y produce material para todo tipo de transporte. GRUPO 2 Equipo para la agricultura. Es el código 382-2. GRUPO 3 ,Máquinas herramientas. Código 382-3. GRUPO 4 Maquinaria y equipo para sectores di- versos. Incluye los códigos 382-1 , 382- 4, 382-5, 382-6, 382-7 Y 382-9. Com- prende equipo y aparatos no eléctricos que se utilizan en actividades tan diver- sas como alimentos, bebidas, construc- ción, textiles, etc., además de sus uni- dades motrices. GRUPO 5 Aparatos industriales eléctricos. Código 383-1. GRUPO 6 Electrodomésticos y elementos eléctri- cos varios. Corresponde a los códigos: 383-2,383-3 Y 383-9. GRUPO 7 Productos metálicos diversos. Códigos: 372-0,372-1,372-2,372-3,381-1,381- 2,381-3,381-4 Y 381-9. Es el más tradi- cional de los grupos de la industria me- talmecánica, con gran variedad de artí- culos, en donde se incluyen los de la siderurgia no ferrosa, que son realmen- te bienes intermedios y de consumo, procesados a partir de cobre, aluminio, plomo, etc., con materia prima general- mente importada. Asímismo muebles, tubería, cuchillería, productos de orna- mentación, etc. GRUPO 8 Siderurgia del hierro y el acero. Código 371. GRUPO 9 Material profesional y científico. Se cla- sifica como 385. De otro lado, la implantación de esta industria en el país tiene su jerarquía regional. Se destacan natu- ralmente las principales áreas metropolitanas y sus zonas de influencia circundante, ej.: Sogamoso y Duitama para Bogotá. Región de Bogotá y Soacha Región de Cali y Yumbo Región de Medellín y el valle de Aburrá Región de la Costa Atlántica (Barranquilla, Soledad; Cartagena, Mamonal) Región de Bucaramanga y Girón Región del Viejo Caldas (Pereira, Dosquebradas; Manizales, Villamaría) Problema central del atraso Como se enunció anteriormente, en lo que concier- ne a nuestro análisis, el problema más importante que resulta del atraso técnico y económico es la baja productividad. Este fenómeno tiene alcance general, no sólo porque es característico de la gran mayoría de las empresas, sino porque condiciona negati- vamente a la producción en su conjunto. Así, a causa de la débil productividad del trabajo, los bienes fabricados en el país resultan comparativa y abso- lutamente costosos, lo que hace difícil su adquisición en razón de la baja capacidad de ingresos de la población y de gran número de empresas. Al mismo tiempo la improductividad se manifiesta en su complemento, la ineficiencia que implica no sólo mayores costos sociales por unidad fabricada sino baja calidad de ellas, vale decir que no se alcanza el propósito de satisfacer la necesidad humana o técnico-productiva; pero al propio tiempo el costo resulta desproporcionado. Este fenómeno, que no es sino una causa interme- dia, pues depende ella misma del tipo de mercado restringido, mediatizado y subordinado, influye a su vez en forma retroactiva al frenar las posibilidades de expansión del mercado interno en cuanto a ventas, ingresos e inversión. Por consiguiente, tiene alcance muy amplio en cuanto afecta tanto la modernización de la producción, como limita las posibilidades del consumo masivo de la población y de la exportación de mercancías, las que no resisten la competencia internacional, salvo en géneros en donde existen ventajas absolutas, como en el caso de la cocaína. El parque técnico de maquinaria y equipo desem- peña el papel fundamental en la elevación de la productividad y la eficiencia; para el caso, son las MH las que pueden propiciar un alto nivel de elabo- ración de los productos metálicos, lo que implica varie- dad de ellos, importante volumen, bajo costo social y calidad adecuada a las necesidades. Es claro que el punto oscuro se halla en el volu- men, por cuanto aunque un parque de máquinas herramientas esté en posición de alcanzar altos lotes de producto, es probable, como en nuestro país, que no existan las condiciones de mercado necesarias para su realización, por lo cual prevalecerá necesa- riamente su subutilización, aumentando así la improductividad, el costo y la ineficiencia, aunque la calidad del producto pueda mejorarse. 53
  • 4. Aproximaciones conceptuales Es conveniente detenernos en las aproximaciones concep- tuales con relación a las catego- rías mencionadas, con el objeto de precisar su importancia y despejar confusiones. Por productividad concebi- mos la relación entre el producto fabricado y los gastos de trabajo social necesarios para esa fabricación. En otros términos, es la cantidad de producto por unidad de trabajo empleado. No tiene nada que ver, ni mucho menos, con el salario, que es sólo la remuneración del obrero -su participación en el valor agregado que él mismo crea- sino con el empleo de la capaci- dad laboral en forma productiva, el uso de la fuerza de trabajo. Existen dos componentes del costo de trabajo, el que corresponde al costo anterior o pretérito en tiem- po, materializado en los equipos y materiales emplea- dos en la producción de hoy, y el que efectivamente se ejecuta en forma viva durante el proceso del trabajo presente. El primero corresponde al denominado capital fijo adicionado al consumo intermedio. El segundo, al valor agregado. La suma de los dos corresponde al valor de la producción; por tanto, la productividad no puede me- dirse en valores respecto a valores sino en términos de valores de uso respecto a valores. Así, por ejem- plo, la rama de productos eléctricos elabora 1.000 unidades por valor de 500 pesos. Esto significaría productividad de dos unidades por peso. No obstante, la noción se confunde abiertamente con el costo (su inverso); por tanto, es preferible utili- zar no el valor sino las horas-hombre empleadas o, en su ausencia, simplemente el número de trabaja- dores productivos. La productividad expresa en todo caso la eficien- cia, al relacionar la cantidad de valores de uso producidos con el tiempo efectivo de trabajo, tal como éste es; vale decir, con sus diferencias de intensidad, de calificación, de complejidad. De allí que el número de trabajadores es un indicador correcto. En cambio, la relación entre valores permite conocer el ritmo de aumento del producto y la partici- pación tanto del trabajo materializado como del vivo y sus componentes de salario y ganancias en el valor 54 total; así, conocidos el aumento de la producción y de la productividad, puede esta- blecerse la desviación de los componentes del valor respecto a esta tasa: si la productividad aumenta en 20%, por ejemplo, cabe suponer que el producto por unidad de trabajo pretérito aumente en la misma forma, así como el producto por unidad de ganancia y, por ende, el produc- to por unidad de salario, o sea, el salario real. De no ser así ha- brá desviación en la distribución social de los ingresos. La productividad es el resul- tado de la capacidad productiva del trabajo humano tanto en su aspecto vivo y actual como, sobre todo, en su capacidad materializada en medios de pro- ducción en cantidad y calidad capaces de disminuir el esfuer- zo laboral futuro, o sea, elevar la eficiencia. Por el contrario, si los medios materiales no permi- ten disminuir el esfuerzo de trabajo por unidad de producto, se está en presencia de la elevación de la intensidad del trabajo que puede generar mayor cantidad de productos, pero en tal caso no hay mayor productividad por cuanto el aumento de producción se obtiene solamente mediante la aplicación de más trabajo vivo. Tampoco se eleva la eficiencia social, pero podría mejorarse la calidad aunque con mayor costo; este fenómeno podría contribuir el aumento de la productividad en periodos futuros bajo condicio- nes económicas favorables al desarrollo económico. Como se ve, la productividad tiene como determi- nante fundamental el trabajo materializado en medios de producción cuantitativa y cualitativamente superiores, en cuanto permiten que el futuro trabajo vivo sea más eficiente. De allí la importancia estraté- gica de la maquinaria, de las máquinas herramientas, cuya función estriba precisamente en la elaboración de máquinas. Ahora bien, el concepto de productividad tiene diversos aspectos. En primer lugar, existe la micropro- ductividad atinente a una sección de trabajo aislada. Después, la productividad en el conjunto de la em- presa (o de las fábricas de una empresa). Así mismo puede considerarse la productividad parcial relativa a una región del país o del mundo. Pero lo que intere- sa para el análisis socioeconómico de envergadura humanista es la productividad social del trabajo. Esta categoría engloba el conjunto de la producción y los gastos sociales de trabajo para llevarla a cabo. Por
  • 5. PRODUCCiÓN tanto, la elevación de la productividad social del trabajo debe ser el resultado de la agregación de las productividades específicas, particularidades regiona- les, o sea, de sus componentes, las unidades de producción a escala de toda la economía nacional e incluso internacional. No obstante, las contradicciones inherentes a nuestra organización social, nacional y mundial, deter- minan que no haya armonía entre las productividades particulares y entre ellas y su resultado total. Se observan unidades de alta productividad particular que, sin embargo, cargan a la sociedad los gastos de trabajo no asumidos por ellas. Esto está relacionado no sólo con los costos direc- tos de producción sino con los derivados, que entor- pecen (encarecen) otras producciones. Por ejemplo, la destrucción del ambiente, el agotamiento de los recursos, el deterioro de la fuerza laboral (miseria, mortalidad, morbilidad) que la hace menos rendidora y le acarrea costos sociales suplementarios para su reproducción. Es muy productiva una empresa trasnacional que explota y exporta recursos naturales ajenos y semigratuitos con mano de obra infrarre- munerada, pero eso ocasiona pérdidas económicas y sociales al país (costos de trabajo, al cabo) que hacen improductiva e ineficiente su economía. Así que hace falta considerar el conjunto, el total, para definir claramente el resultado de la productividad a escala social. En cuanto concierne al concepto de eficiencia y al de eficacia, también es indispensable su trata- miento a escala total y no sólo particular o específica, por los mismos argumentos que se plantean con relación a la productividad, pues, en efecto, la eficien- cia se refiere a la capacidad de reducir los costos sociales, en trabajo vivo y materializado, con el objeto de obtener determinada cantidad de bienes mate- riales. Elevar la eficiencia del trabajo social significa conseguir el gasto mínimo (óptimo) de trabajo para lograr la obtención de un volumen de producción de- terminado; de esta forma, ese trabajo podrá alcanzar la máxima eficiencia económica. La eficiencia económica se cristaliza, en definitiva, en la mayor productividad social del trabajo; por tanto, el nivel de ésta es criterio de la eficiencia del conjunto de la producción. La mayor productividad depende de la asignación de los recursos económicos en forma racional entre las diferentes ramas productoras de los bienes que requiere la sociedad, así como de obtener las variantes mas ventajosas en la utilización de los recursos dentro de una misma rama, o distintas, que rindan artículos sustituibles. Pero, si bien puede resolverse el problema de hacer más eficiente el trabajo social, no es necesa- riamente obligatorio que al mismo tiempo se resuelva el objetivo de optimizar la satisfacción de las necesi- dades tanto productivas como humanas; es muy probable que el producto obtenido no cumpla con las condiciones óptimas, e incluso mínimas, que se requieren para funcionar como valor de uso apro- piado. En este caso nos hallamos en presencia de los conceptos de calidad y de eficacia. El primero expresa la capacidad de los valores de uso para satisfacer las necesidades; esto es, que a través del proceso de producción se logren o no, materializar las adecuadas condiciones del equipo y el trabajo para alcanzar cabalmente el objetivo para el cual fueron concebidos los productos, según las exigen- cias técnicas y sociales. De este modo, un artículo alimenticio no será tal si no está fabricado de manera que realmente alimente y no sea dañino. Así mismo, una máquina herramienta que permita obtener piezas de calidad, con ahorro de esfuerzos laborales, será apreciada como excelente. La eficacia (término cuya aceptación no es unánime) se relaciona estrechamente con la calidad, es la capacidad de optimizar los resultados de un proceso de producción. Así que la eficiencia define el menor gasto de trabajo social expresado en un producto social determinado pero la eficacia define, a partir de la calidad y otros factores como la gestión, el grado en que ese producto sirve para dar los resultados apetecidos. Como corolario resulta el concepto de costo, toda vez que éste está en relación inversa a los anteriores, en particular a la productividad: la elevación de ésta redunda en la disminución del costo unitario a escala social. De otro lado, también se relaciona con la efica- cia, por cuanto, de cualquier manera los resultados cuantitativos esperados pueden llegar a obtenerse, 55
  • 6. pero quizás a un costo elevado, resultante de un tra- bajo ineficiente. El costo eficaz (asequible al consu- midor), es costo atribuible a un proceso productivo eficiente". Formalización del concepto La productividad comporta dos elementos impor- tantes: la relación entre la cantidad de valores de uso (Q) y el trabajo total gastado; pero éste tiene dos com- 56 2 La discusión teórica sobre la productividad abarca no sólo el ámbito de las teorías económicas sino de la sociología, las ciencias naturales y otras. El propósito y la extensión de este trabajo no permiten consagrarse a la discusión funda- mental sobre este tema teórico ni al análisis de resultados de los esfuerzos empíricos que en este sentido vienen reali- zándose. Resulta sí saludable aportar alguna somera refe- rencia al respecto; recientemente se conocen en Colombia algunos ejercicios estadísticos tanto oficiales como acadé- micos, en donde hay que mencionar a Juan Mauricio Ramí- rez, de Fedesarrollo, quien se ocupa de la industria fabril nacional con base en la metodología tradicional de Robert Solow, que pretende un análisis del crecimiento de la «produc-tividad total» a fin de calcular el factor «residual», supuesta causa endógena del fenómeno. Pero para evitar los evidentes sesgos, el autor acude a introducir correccio- nes con base en el poder de mercado de los agentes, la capacidad empleada y las economías de escala. Jesús Perdomo, de la Universidad Javeriana, dirigió un estu- dio para el Ministerio de Trabajo, también referido a la indus- tria. Acude así mismo a la mencionada formulación de Solow, y al respecto puntualiza que el factor «residual» representa la explicación del crecimiento del producto debido a factores diferentes al trabajo y al capital (explica lo que la acumulación del capital y el crecimiento del trabajo utilizado no hacen), conviertiéndose por tanto en una caja negra, enteramente acorde con los postulados subjetivistas neoclásicos. Esto no invalida ni el esfuerzo ni la importancia de los resultados obtenidos por estos profesores. Un interesante método de cálculo de la productividad y su asignación social es el denominado del excedente (surplus, en francés), el que partiendo de la información contable de las empresas, e incluso de la economía nacional, permite calcular tanto el surplus ganado (siendo la diferencia entre el valor de los productos y el costo de los factores emplea- dos) como el surplus asignado, es decir su distribución social entre distintos agentes económicos: proletarios, capitalistas, Estado, consumidores, proveedores, etc. Con este método, sin embargo, sigue apareciendo un factor fantasma residual, puesto que como «factor» se incorpora también la ganancia del periodo anterior al que se trabaja. Pero esta tautología es, sin embargo, posible de despejar para obtener una aproximación más objetiva. El Ministerio de Trabajo se ha preocupado por divulgar las metodologías prácticas de cálculo de la productividad, tanto para el negocio pequeño como para la empresa importante; pero infortunadamente no se ha establecido un sistema na- cional integrado de medición de la productividad que permita hacer comparaciones en el tiempo y en el espacio. Véanse las referencias bibliográficas al final del artículo. 3 La categoría productividad no es de tipo neutro, ni mucho menos; por el contrario, comporta su definición esencial socioeconómica. Es, sin embargo, característico de los me- dios intelectuales y acadé-micos pregoneros de la ideología dominante, su esfuerzo por presentarla como concepto meramente técnico, en donde su discusión socioeconómica ponentes que son (L'), la parte materializada en medios de producción (sobre todo maquinaria y equi- po) y la parte que corresponde a la cantidad de trabajo vivo, expresado, por ejemplo, en horas-hombre (l.)", Así que el tratamiento de la productividad debe referirse necesariamente a estos dos componentes, los que adicionados dan la productividad total. En forma explícita: caería en el campo de los por ellos denominados «juicios de valor». Esto se explica por el afán de esconder tanto el fenómeno de la explotación del trabajo como el de la distribución social de los valores. La producción social es exclusivamente fruto de la actividad racional, consciente e intencional del ser humano, denomi- nada simplemente trabajo. Pero el mercado capitalista defor- ma y mimetiza esta realidad palmaria cuando convierte en fetiche esta capacidad humana; fetiche a partir del cual se crea el valor de objetos inanimados o animados como máqui- nas, materiales y ganado. Así como también se da precio a lo que no tiene valor y se generan, en suma, ingresos para el capital y para la sociedad. La ganancia, en suma, es trabajo social alienado y convertido en fetiche. Pero por ello mismo, y por cuanto se confunde a propósito la capacidad de trabajar (fuerza de trabajo) -que es lo que realmente alqui- la el asalariado- con el trabajo (consumo productivo de ella), éste aparece formalmente como otro factor material. A partir de entonces, la creación de productos y de valores sería el fruto mágico de un conjunto de «factores de producción», en donde el trabajo sería simplemente uno más de ellos. A cada uno le correspondería óptimamente su parte en el producto de acuerdo con su aporte a la creación de él, evi- dente argucia tautológica que pretende explicar la génesis del valor por su repartición. El análisis de la productividad hay que acometerlo entonces, en al menos tres aspectos: a) por su esencia social, según la cual lo productivo es el trabajo, no las cosas; pero eso sí, el desarrollo de la fuerza productiva social del trabajo a través de la historia se hace mediante los medios de producción que el mismo hombre crea. Los factores materiales no son pues, causa sino medio de elevar la productividad del trabajo. b) en particular, inte- resa desmitificar la ideología patronal según la cual el aumento de la productividad se debe al uso del capital y no al esfuerzo laboral. Además de lo dicho, lo cierto es que en la actualidad la productividad crece más que todo por la densificación del trabajo que supera la intensidad del capital fijo. No obstante, la repartición de los valores agregados es cada vez más sesgada en contra del trabajador y de la so- ciedad en general, en Colombia y en el mundo. Pero cínica- mente se los pretende culpabilizar por la situación de penu- ria. Es decir, culpabilizar a la víctima. c) por último, es impor- tante estudiar los cálculos de productividad, sistemáticos o esporádicos, por cuanto aportan elementos valiosos para el análisis esencial del problema tanto en el orden técnico como en el socioeconómico; ésto, independientemente de la base teórica con la cual hayan sido concebidos. En fin, como anota Julio Boltvinik (Comercio Exterior, Ciudad de México, mayo de 1995, p. 1199), «cualquier concepto de productividad debe distinguir, mas no aislar, las condiciones de producción en su sentido técnico y los costos necesarios de producción y, especialmente, de circulación generados por las particularidades de la estructura social. Que algo sea necesario -o privadamente lucrativo- no significa que sea productivo».
  • 7. PRODUCCiÓN Q = Cantidad producida L = Trabajo vivo L1 = Trabajo materializado en medios de producción 1- Q 11=-- = Productividad total L+L1 2- Q 11= -- = Productividad del trabajo vivo 1 L 3- L t = -- = % del trabajo vivo en el trabajo total L+L1 4- L+L1 1 <»= -- = - = Trabajo total por unidad de trabajo L t vivo <»= indicador de la composición orgánica Entonces: 5- 111 t = 11 L+L1 6- 11=11=-- L 7- II = 11<» Ahora veamos la última ecuación en términos infinitesimales para descubrir los ritmos de cambio: L+L1 0(L+L1) (111) (11) L 0(111). 0(11) L 0- =0 -+o( )---- - 111 II L+L1) 111 II L+L1 L L Esto significa que la tasa de crecimiento del trabajo vivo (de su productividad) (111)es igual a la tasa de crecimiento (o de cambio, o derivada) de la produc- tividad total más la tasa de crecimiento de la relación entre el trabajo total cristalizado en el producto y el trabajo presente o vivo ( L+L 1 )=<» L Es claro que la productividad total es un cociente inferior a la productividad del trabajo vivo. Se ajusta por un coeficiente mayor que uno que es la relación anterior (<»). De lo anterior se desprenden algunas conclu- siones: 1. Si L' = O (o muy cerca), entonces 11= 111.Esto significa que no hay medios de producción o son poco importantes, situación que puede identificar, no en ese extremo, claro está, a un país atrasado, en donde casi toda la productividad depende del trabajo vivo. 2. En tal caso do tiende a ser cero, de donde d 11= d 111.Estamos en presencia de aumento de produc-tividad debido sobre todo a la intensidad del trabajo, o sea al esfuerzo vivo, quizá con mejora- miento de la organización. Es el caso en que no hay crecimiento notable ni de la densidad del capital fijo, ni del desarrollo tecnológico, ni de la producción social global. 3. Si, por el contrario, d<»crece en grado importan- te, es porque se eleva la composición orgánica. Entonces puede ocurrir que: 3.1. Se eleve modestamente el ritmo de 11,o sea dll, por debajo de d<»,a causa de que no mejore sustancialmente el rendimiento del parque de maqui- naria y equipo. Esto depende de la eficiencia de las máquinas, de su gestión, en cuanto que aun siendo nuevas pueden ser muy costosas y no empleadas correctamente. Así, entonces, dl11 se elevará también modestamente por cuanto será privilegiado el recurso al trabajo vivo, a su intensidad, sin apoyo importante en los medios de trabajo. De cualquier manera resultará que d111,será superior a dll, la productividad atribuida al trabajo vivo mayor que la productividad total. 3.2. Se eleve sustancialmente 11como resultado del óptimo empleo de equipos modernos y menos costosos. Entonces dll crecerá en alto grado, con mayor empuje que dll por cuanto el más alto nivel de composición orgánica, su ritmo de crecimiento, tenderá a producir resultados más que proporcio- nalmente superiores en la eficiencia del trabajo total, o sea, en la productividad total. De ello resultará que dlt, también aumente de manera significativa arrastrado por dll, y las dos magnitudes, sus ritmos, tenderán a acercarse. Nótese que en este caso, sin embargo, el mejoramiento de la productividad total no se debe primordialmente al esfuerzo vivo sino a la eficiencia en el empleo del trabajo materializado en medios de producción, sobre todo en maquinaria. Corresponde a un proceso de desarrollo económico y, tal vez, también social. En el marco del presente trabajo sólo pretendemos aproximarnos a los niveles de productividad local relativos a la industria metal mecánica, a sus sectores y establecimientos, auncuando puedan insinuarse tendencias de tipo social. Esta aproximación social global es, de todas maneras, necesaria para localizar el fenómeno en el ámbito de la estructura de propiedad imperante, de lo contrario el análisis resultaría arbitrario. Por ejemplo, «en la estructura capitalista, el tiempo de trabajo de producción es fundamentalmente el tiempo 57
  • 8. durante el cual el capital se apropia el valor de uso de la fuerza de trabajo. Esto excluye, por ejemplo, en esta estructura, tomar en cuenta el tiempo de transporte como tiempo de trabajo vivo». «Es notorio que la necesaria referencia a las rela- ciones de propiedad en la especificación del concepto -productividad- implica una serie de precauciones. Así, es posible observar un nivel constante de la productividad del trabajo social (trabajo productivo) mientras que otra parte del trabajo social, el suministrado por el consumo personal o consagrado al transporte, aumenta. Se puede entonces simultá- neamente tener constancia de la eficiencia social del trabajo productivo, y regresión del tiempo libre, debida al aumento del tiempo de simple recuperación de la fuerza de trabajo. Asimismo, si el crecimiento de la productividad del trabajo se obtiene por la intensifi- cación de este trabajo, se puede tener aumento de accidentes, enfermedad, ausentismo, etc., de tal ma- nera que sea obligatorio dedicar en la sociedad mayor tiempo y medios suplementarios para la reproducción de la fuerza de trabajo que los ahorrados por el progreso de la productlvidad-". Cálculo de coeficientes de productividad en la industria metalmecánica En la industria metalmecánica han podido obser- varse comportamientos desiguales de los distintos grupos que la componen, aunque siempre con ten- dencia al detrimento de la eficiencia, lo que no es sino la expresión de la difícil situación por la que atra- vesó el subsector en toda la década pasada, a imagen y semejanza de la industria fabril en su conjunto. Al efecto, se calcularon para el periodo dos índices básicos. El primero, que muestra el crecimiento de la producción bruta por persona empleada, tomado como expresión de la productividad aparente por trabajador; aparente, por cuanto se incluyen tanto los obreros, que son directamente productivos, junto con los técnicos, como los empleados y los directivos; además, por cuanto el crecimiento del producto se debe no sólo a la mayor eficiencia del aparato industrial sino a la mayor intensidad en el uso de la capacidad de trabajo, pero estos dos factores no se pueden separar estadísticamente. El segundo índice trata de mitigar las deficiencias del anterior, al relacionar el consumo de energía eléctrica por cada trabajador, con lo cual se busca observar cómo evoluciona la intensidad en el uso, ya no del obrero, sino del equipo instalado. Esto supone que puede emplearse a un mayor nivel de capacidad o bien, que se introducen nuevas máquinas y, en todo 58 4 J.C. Delaunay y J. Gadrey, Nouveau Cours d'Economie Politique, Cujas, París, 1979, Tomo 1, p. 195. caso, que no son tan modernas como para reducir el consumo de kilovatios por unidad de equipo, en definitiva, por trabajador, tendencia que existe pero aún de manera excepcional en el plano mundial. Por el contrario, lo corriente es que el empleo de energía crezca más que proporcionalmente a la producción en razón de que los equipos sean despro- porcionados respecto a los tamaños de producción, porque su adquisición es inducida por los provee- dores; vale decir, que quede sobrando capacidad instalada en cada unidad de tiempo de trabajo efectivo. De hecho, los resultados enseñan que en los grupos (4), (5), (6), (7) Y (8), la productividad aparente creció sustancialmente [sobre todo en (8), (5) Y (6)], lo que condujo a que, en promedio, la industria metal mecánica revelara un índice de 135% para el periodo. Debe destacarse que en los grupos de producción automotriz y de maquinaria este indicador mostró tendencia a la baja y a la estabilidad, respectivamente. En lo que respecta al segundo índice, se observa crecimiento indiscutible en todo el periodo, acuciado por las fuertes inversiones productivas del primer lustro. Así que los grupos con mayor incremento en el consumo de energía son la siderurgia, con índice de 416%, la producción metálica, con 154%, y los productos eléctricos y electrodomésticos, con 125% y 144% cada uno. Los demás disminuyen, como (1) Y (3), o bien aumentan poco, como (2) y (4). Este comportamiento del consumo de energía permite inferir sobre el grado de complejidad del aparato productivo de la industria metal mecánica. Así que la siderurgia y la fabricación de productos metálicos varios son las agrupaciones con mayor crecimiento en el consumo energético (y de mayor nivel), en tanto que las demás muestran desempeños modestos. Es probable que este comportamiento se corresponda con el grado de integración y de complejidad de los procesos de fabricación en uno y otro caso. De hecho, el ensamblaje, característico de la industria automotriz, no exige importante consumo de energía, así como ocurre en los demás renglones en donde solamente se montan piezas importadas con poco contenido nacional y en donde, además, las fases de maquinado propiamente dicho están ausentes del todo, o bien sólo tienen que ver con trabajos menudos en la terminación y el acabado funcional. Por el contrario, la siderurgia, la fundición, la elabo- ración de componentes para máquinas y para autos, cuchillería, estructuras, calderas, etc., sin duda exigen mayor número de fases de maquinado, empleo acre- cido de máquinas herramientas, de hornos y de equi- pos de soldadura, lo que, todo en conjunto, manifiesta mayor densidad de trabajo y de empleo de energía eléctrica.
  • 9. PRODUCCiÓN La relación entre los dos índices mencionados da como resultado un tercero que indica el volumen de producción por unidad de kilovatio empleado. Éste es, en definitiva, el más significativo por cuanto expresa una relación de eficiencia, es decir, qué nivel de producción puede alcanzarse con un consumo de energía determinado y cuál es su comportamiento a través del tiempo, así sea corto. En los cuadros respectivos (véanse los cuadros 1 y 2) no sólo se incluyen los índices porcentuales sino los coeficientes en términos de valor de la producción, a precios constantes, claro está. El resultado es que, singularmente, son los grupos que producen bienes eléctricos (136%), maquinaria diversa (116%), máquinas herramientas (114%) y electrodomésticos (106%) los únicos que experi- 5 De un estudio para el sindicato de trabajadores de Colmoto- res, con base en encuestas a los trabajadores de distintas fábricas metal mecánicas y de otras ramas, se incluye este extracto acerca de los métodos de intensificación del trabajo, sobre todo en el ámbito intelectual. Métodos y factores empleados para la organización de la producción y del trabajo 1. Reducción de los tiempos muertos, en todas las empre- sas. 2. La búsqueda del justo a tiempo, aunque sólo esté en fa- se de experimentación. 3. En el mismo sentido, la introducción de los círculos de calidad. 4. El control estadístico del proceso en el propio puesto de trabajo, lo que es compatible con la ampliación de las tareas. 5. La búsqueda de cero defectos; también comenzando. 6. Los programas de mejoramiento continuo. 7. La organización de células de trabajo. Estas modernas formas de organización no se acompañan de la correspondiente modernización del equipo. Los programas de calidad total son todavía rudimentarios. Los niveles jerárquicos han disminuido, puesto que tienden a desaparecer los supervisores. Programas como la mejora continua y el cuarto turno o pro- medio de horas semanales no tienen aplicación en la prác- tica. En cuanto a la subcontratación, tan común en nuestro tiempo, sólo aparece con alguna importancia para los servi- cios, lo que no es extraño para unidades industriales. En el contenido de las tareas, las habilidades manuales requeridas son mayores. Es más homogéneo el fenómeno de la elevación en las exigencias mentales para los trabajos, que como se dijo, corresponde en alguna medida a la maquinaria empleada y en mayor medida a la propia organización de la producción con nuevas y más complejas tareas. Pues precisamente la complejidad del trabajo se percibe por los participantes como más elevada y exigente. En lo relativo a la capacitación requerida para asumir las nuevas tareas es significativo hallar que ésta no se desarrolla convenientemente ni en lo cuantitativo ni en lo cualitativo mentan crecimiento en su eficiencia, o sea, mayor nivel de producción por unidad de consumo de energía. Los restantes se muestran estables (1) Y (2) o bien decrecen ligera o grandemente, grupos (7) y (8), respectivamente. Así que los grupos más importantes de la industria metal mecánica parecen ser los más modestos en cuanto se tocan relaciones que apuntan al análisis cualitativo, como es la eficiencia del trabajo. Por el contrario, parece significativo el comportamiento de las fábricas de maquinaria y equipo. De cualquier manera, no debe olvidarse que el aumento de produc- ción puede estar relacionado con la introducción de nuevo equipo y la mejora de la organización; pero también, es muy probable, con mayor esfuerzo laboral", Por tanto, el análisis adelantado debe (tiempo de práctica, horas de formación y número de trabaja- dores, nuevos contenidos de los cursos, etc.); es decir, que no hay calificación del trabajo sino entrenamiento rutinario. De hecho, los trabajadores niegan rotundamente la posibi- lidad de participación del sindicato en la capacitación de los obreros. La decisión yace en manos de losjefes autónoma- mente, o bien es tarea de los responsables a partir de los programas preestablecidos por la dirección. Los programas de capacitación existentes se refieren a la parte técnica, es decir, de manejo de maquinaria y equipo, lo que se explica por la introducción de maquinaria y equipos o dispositivos aún no conocidos por el personal; también por nuevos procesos productivos. Se observa, en suma, que los cambios tecnológicos han influido de cierta manera en la organización de la producción y del trabajo, elevando las exigencias, pero no tanto la capacitación. Las innovaciones tecnológicas, de organización y otras han incidido de manera diferenciada en las condiciones de trabajo, según puede apreciarse en la relación que sigue. 1. Esfuerzo físico. La tendencia es incierta, se combinan aumentos con disminuciones y permanencia según las secciones, esto es, que cuanta mayor automatización menor esfuerzo. 2. Esfuerzo mental. La tendencia es claramente a subir y esto se debe a las tareas más complejas y densas, como se vio anteriormente. 3. Autonomía. Los participantes se quejan de la tradicional falta de autonomía en el desempeño de las tareas; ade- más, con las actuales modalidades productivas no hay cambios positivos. Cabe destacar la apreciación unánime de los participantes sobre el aumento neto de los ritmos de trabajo; esto se atribuye a los nuevos procesos y métodos de organización laboral. A este factor hay que agregar, por el contrario, que las horas extras no aumentan, con excepciones. Parece entonces que la intensidad sustituye la extensión de la jornada laboral. Véase Sociedad de Estudios Económicos, Técnicos y Sociales, SETES. «Estudio económico para el sindicato de trabajadores de General Motors-Colrnotores», Bogotá, mayo de 1995. 59
  • 10. apoyarse necesariamente en los resultados de la investigación tecnológica en cuanto se refiere a los avances tanto en maquinaria como en procesos", En lo referente a la industria fabril en su conjunto, los índices respectivos enseñan comportamientos para el periodo, modestos también, sin embargo superiores a los de la industria metal mecánica. Es así como la productividad aparente creció con mayor intensidad, sobre todo a partir de 1983, aunque el consumo de electricidad tuvo una evolución menos pronunciada que en el subgrupo que nos ocupa, como que sólo alcanzó un índice final de 169%. La combina- ción de estos dos crecimientos determinó que el índice de eficiencia de empleo de energía decreciera sólo en 9%, luego de un lapso de mayor depresión en 1983. Comparativamente, la industria metal mecánica experimenta preocupantes tendencias contrarias al mejoramiento en la eficiencia del trabajo colectivo dentro de un marco global de estancamiento y retroceso, aun aplicable a la industria fabril en general. Todo parece indicar que sólo mediante fuertes inversiones productivas, de origen estatal y privado, orientadas a grupos claves como la siderurgia, la producción de maquinaria y de equipo, de componentes y estructuras, se logrará salir adelante en el preciso sentido de expandir la cadena de producción metal mecánica, elevar su eficiencia y disminuir los costos unitarios, lo que, de hecho, implica intensificar la interdependencia ramal doméstica como estrategia prioritaria, sin perjuicio de ampliar los nexos externos. Con el propósito de profundizar en el cálculo y el significado de las relaciones de productividad y efi- ciencia se adelantó el tratamiento específico de estas 6 En el marco del trabajo sobre la industria metalmecánica reseñado al comienzo del artículo, además de las aproxima- ciones globales se adelantó el análisis de la productividad potencial instalada en cada empresa, y en el conjunto, teniendo en cuenta el empleo óptimo de los factores tecno- lógicos y laborales de la producción. Este nivel sirve para estimar el porcentaje o grado de productividad realmente alcanzado en cada unidad productiva, grupo, región o total del subsector en relación con él. Para el efecto se consideró el desempeño efectivo de las distintas variables asignando a cada una su ponderación; en el caso óptimo de desempe- ño, el porcentaje sería de 100%. En la realidad sometida a cálculo, el nivel efectivo de productividad empresarial sólo supera, en promedio, 50% del nivel potencial óptimo; por supuesto, en el marco del obsoleto equipo instalado. Las variables o los factores que intervienen en el cálculo son los siguientes: 1. Calidad de las máquinas herramientas. Tienen papel importante su antigüedad, grado de automatización y de 60 informatización, y la potencia. magnitudes con relación a productos individuales, tomando como medida no su valor, sino la cantidad de unidades fabricadas, relacionando luego su evolu- ción en el tiempo con los índices de empleo y de energía consumida; estas dos últimas magnitudes correspondientes a los grupos y no a cada producto en particular, en razón de la dificultad estadística para establecer la proporción adecuada que le correspon- dería. Es, por tanto, una aproximación, pero sin duda cercana a la realidad particular (véase el cuadro 3). Productividad aparente Hace referencia a la cantidad de productos por trabajador y su relación con el consumo de energía eléctrica. Para la realización de estos cálculos se tomaron en cuenta tres variables: - Cantidad de productos por trabajador: se utilizaron las cantidades de los productos más impor- tantes elaborados y terminados el 31 de diciembre de los años 1978, 1983, 1987 de cada agrupación, publicados en la Encuesta Anual Manufacturera DANE. - Consumo de energía eléctrica: se tomó el consumo total para cada agrupación y se dividió por el número de trabajadores para hallar el consumo percápita. - Personal ocupado: se tomó solamente el perso- nal productivo, que incluye a técnicos extranjeros y nacionales, obreros y aprendices. Las dos primeras variables se transformaron en índices cuyo año base es 1978. El índice de produc- ción por unidad de kilovatio se halló a partir del índice de producción por trabajador, dividido por el índice de consumo de energía per cápita. Para medir la 2. Condiciones tecnológicas de la producción. Intervienen condicionantes como el mantenimiento, el control de calidad, la calificación del personal, el tiempo de ocupa- ción de los equipos. 3. Soporte de ingeniería. En este factor lo fundamental es el diseño tanto de producto como de proceso, y la gestión de la producción. 4. La materia prima. Calidad y condiciones de suministro. A la primera variable se le atribuyó porcentaje de 30%, a la segunda y a la tercera 25% a cada una, y 20% a la cuarta. Como se puede observar, se pretende incorporar el conjunto de los aspectos tecnológicos condicionados en alta medida por el entorno económico, por ejemplo el volumen demanda, a fin de definir un indicador multifacético y orgánico de las razones que determinan el nivel y la evolución de la produc- tividad del trabajo en el plano de la empresa.
  • 11. PRODUCCiÓN productividad por producto se par- tió del supuesto de que el compor- tamiento del personal ocupado era el mismo para el total de la agrupación. Ahora bien, antes de realizar el análisis de los resultados se debe señalar que el comporta- miento del sector metal mecánico es de gran importancia por cuanto refleja en gran medida el grado de desarrollo y la dinámica de la economía colombiana en su conjunto, por el hecho de que una parte considerable de su producción es demanda derivada de las distintas ramas y sectores de ella. A nivel global se pudo apreciar un aumento de la productividad aparente del trabajo en 57% de las mercancías que conforman el sector metalmecánico. Pero así mismo se observa la notoria caída del empleo del personal productivo en el sector. Se presenta además, crecimiento significativo en el consumo de energía eléctrica por trabajador. Pero, en contraste, el comportamiento de la producción por unidad de kilovatio muestra una notoria caída con respecto a 1978, a excepción de los grupos (2), (3) Y (4). Es así como este desempeño nos lleva a concluir que realmente no hubo aumento efectivo de la productividad. Ahora bien, las agrupaciones que más sobresalen por el crecimiento aparente de su productividad por trabajador son las siguientes: 1. El grupo (9), de Equipo Profesional y Científico, muestra un significativo aumento en su productividad por trabajador, al incrementarse en 1.200% para 1983 yen 1.400% para 1987, ambos años con respecto a 1978. Presenta además un aumento de 15% en la generación de empleo productivo para 1987. Este grupo sobresale además por ser la única agrupación que presenta un aumento notorio de la producción por unidad de kilovatio, pues en 1983 el incremento es de 800% y en 1987 de 500% con respecto a 1978. El producto que más se destaca por el aumento de productividad por trabajador es el de «toallas sanitarias» al aumentar en 120% y 156% en 1983 y 1987 respectivamente. He aquí los embarazosos problemas de una mala clasificación estadística. Parece curioso que sea este grupo tan poco significativo el más dinámico en los resultados de productividad. 2. El segundo lugar lo ocupa el grupo (8), de Industrias Básicas del Hierro y Acero, el cual para el quinquenio 1978-1983 presenta un aumento de su productividad aparente de 18% y para 1987 del orden de 115%. En contraste, presenta una disminución del personal productivo ocupado de 8% para 1983 y una significativa caída de 30% para 1987. Se destaca además por un represen- tativo crecimiento en el consumo de energía eléctrica por trabajador frente al total del sector metalme- cánico, el cual varía para 1983 con 104%, Ypara 1987 con 317%. Pero contrariamente a lo espe- rado, la productividad por unidad de kilovatio presenta reducción de 42% en 1983 y 48% en 1987. Lo que nos demuestra que realmente no se ha presentado un aumento en su eficiencia. Ahora bien, los productos que sobresalen por mostrar un relativo aumento en su productividad aparente son: barras y varillas de hierro o acero de sección circular laminadas en caliente, hojalata estañada o galvanizada, chapas de hierro o acero galvanizadas, alambrón de hierro, ángulos y perfiles de hierro o acero laminados en caliente. 3. En tercer lugar, sobresalen los renglones de Industrias Básicas de Materiales no Ferrosos, y Construcción de Maquinaria no Eléctrica, las cuales presentan un comportamiento similar en el crecimiento de sus productos, que para 1983 es de 10% Y 11% respectivamente y para 1987 es del orden de 44% Y 47%. Sin embargo, el comportamiento del empleo para el personal productivo difiere, puesto que en el primero la reducción es de 39% y en el otro es de 10% en 1983. Para 1987 presentan una leve recuperación en su nivel de ocupación al reducirse sólo 35% y 7% respectivamente con respecto a 1978. Asimismo, el consumo de energía eléctrica por trabajador presenta comportamientos diferentes, ya que mientras el primer renglón aumenta 64% para 1983 y 104% para 1987, el otro tiene un aumento relativamente bajo, pues para 1983 apenas es de 4% y para 1987 de 15%. No así la producción por unidad de kilovatio, cuya evolución muestra que para éstos 61
  • 12. presenta un aumento de 7% y de 28% para 1987, cada uno. Entre tanto, el grupo (7) muestra una caída en su producción por unidad de kilovatio al reducirse en 33% y 29% para 1983 y 1987 respectivamente. Esto nos muestra que aunque ambos conjuntos presentaron un crecimiento similar en su productividad aparente por trabajador, en realidad sólo los de fabricación de maquinaria mejoraron su eficiencia. Ahora bien, los productos que sobresalen por aumento en su productividad aparente por trabajador para el renglón de Industrias Básicas de Materiales no Ferrosos son: ángulos, perfiles, y secciones de aluminio, láminas de aluminio y soldaduras de plomo. En el de Construcción de Maquinaria no Eléctrica se destacan: máquinas y aparatos agrícolas N.E.P., compresores, bombas y otras máquinas de aire y gas no eléctricas, equipo industrial o comercial para acondicionamiento de aire y calefacción, enfriadores de botellas, vitrinas frigoríficas, neveras para uso doméstico, filtros de aceite, fumigadoras para agricul- tura y ganadería, y estufas de cocina domésticas de gas y eléctricas. 4. El cuarto lugar lo ocupa el grupo de Construc- ción de Maquinaria, Aparatos y Artículos eléctricos, el cual, para 1983 aumenta 20%, pero disminuye en 1987 8% con respecto a 1978. El empleo para esta agrupación se reduce 17% y 5% en 1983 y 1987, respectivamente. El consumo de energía per cápíta aumenta para 1983-1987 en 21% Y 39%. La produc- ción por unidad de kilovatio refleja una leve reducción en 1983, equivalente a 1%, pero en 1987 la caída es del orden de 22%. Sobresalen los siguientes productos: transforma- dores para alta tensión, soldadura eléctrica, lavadoras eléctricas de ropa, cables y alambres aislados para instalaciones eléctricas, baterías para automotores y bombillas incandescentes. 5. Los dos restantes grupos del sector sobresalen por presentar una baja productividad por trabajador, son ellos: Fabricación de Productos Metálicos y Fabricación de Equipo y Material de Transporte? En el quinquenio 1978-1983 la productividad para el primer grupo es apenas de 2% y el segundo presenta una caída de 43%. En 1987, en ambos hay una reducción del orden de 5% para el grupo primero, y de 58% para el segundo. Estas disminuciones son muy marcadas y se ven acompañadas por una notoria 7 En los momentos actuales, 1993-1996, el grupo automotor se ha recuperado notoriamente por cuanto la coyuntura le 62 ha permitido elevar de manera importante el ensamblaje de merma en la cantidad de productos elaborados de 14% y 53% respectivamente en 1983, y 24% Y 60% en 1987. Así mismo, se aprecia una tendencia al desem- pleo, pues el personal productivo ocupado también muestra reducciones en ambos grupos del orden de 15% y 18% para 1983 y de 20% y 15% para 1987. El consumo de energía eléctrica por trabajador muestra en el primer grupo un aumento de 24% y 48% para 1983 y 1987 respectivamente, mientras que para el segundo grupo la evolución es apenas de 9% y de 24% para los mismos años. La producción por unidad de kilovatio muestra notoria caída especialmente para el grupo (1) que en 1983 tiene una reducción de 47% y de 52% para 1987 con respecto a 1978. En el grupo (7) la reducción es de 18% y 36% para los años respectivos. En resumen, se aprecia que estos dos grupos no sólo tienen baja productividad aparente por trabajador sino que indudablemente no presentan avances de eficiencia. Los productos que se destacan en el primero son: machetes y similares, cerraduras para puertas, enva- ses de hojalata de 1000 C.C., tornillos de hierro o acero, tapas corona, ollas de aluminio, alambres de púas, clavos o puntillas de hierro o acero y hojas para muelles de acero. En el segundo sobresalen auto- móviles, camiones y motocicletas. Debe agregarse a lo anterior que el detallado análisis de productividades, denominadas en este análisis como aparentes y reales, de todas maneras no revelan el fenómeno preciso de la productividad tanto microeconómica como macroeconómica. Esta última por cuanto aún no podemos tomar en consideración el conjunto de costos resultante de las interrelaciones productivas. La productividad en sentido microeconómico también pierde su significación en cuanto que no poseemos un patrón universal de comparación, en este momento, que nos permita relacionar la cantidad de productos (considerar su calidad, además) con respecto a las horas/hombre de trabajo empleadas y la complejidad de trabajo necesaria para la producción. Tampoco existe una serie amplia de años, ni se espera mucho de la consistencia de las estadísticas de base. Aún así, este elemental cálculo permite establecer tendencias notorias en los ritmos de productividad de trabajo nacional, que influyen en la competitividad de los productos. vehículos, doblando los promedios tradicionales. La producti- vidad aparente se ha incrementado, pues, notoriamente, no así su aprovisionamiento en maquinaria y equipo.
  • 13. PRODUCCiÓN Productividad, inversión y ganancia La productividad y la eficiencia dependen esen- cialmente de la inversión productiva. Ésta tuvo evoluciones diferenciadas no sólo por grupos de actividad sino por periodo, siendo importante en la siderurgia y en los productos metálicos. Se destacaba así mismo la preferencia por introducir maquinaria y equipo, a pesar de que no sean los más modernos ni el mercado permita su plena utilización. Sin embargo, ese,análisis quedaba incompleto por cuanto aún no se tenía en cuenta el esfuerzo de inversión con relación al producto generado, vale decir, con el valor agregado anual. Los cálculos pertinentes (véase el cuadro 4) muestran cuánto se ha dedicado a inversión neta por cada cien pesos de valor agregado bruto obtenido en la industria metalmecánica, puntualizando, de paso, que en esta variable estadística no se incluye todo el valor nuevo generado en un periodo, por cuan- to los datos se refieren al precio de venta en fábrica, no al de mercado. Así que los porcentajes que se verán en seguida también resultan sobrevaluados. La industria fabril permite observar tasas modestas inferiores o iguales a 10% de inversión neta respecto al valor agregado generado, con excepción de 1983 (así mismo, de 1982) cuando se alcanzó 13%; bien puede concluirse que la tasa de acumulación productiva en Colombia es de alrededor de 10% para la industria. La industria metalmecánica no muestra compor- tamiento muy diferenciado a este respecto. De hecho, sus tasas son ligeramente inferiores o superiores a las de toda la industria, eso sí con excepción de los años 82 y 83, cuando se realizaron grandes proyectos en siderurgia, ferroníquel, acero y productos metá- licos. Entonces se obtuvo una participación de 21%, aún lejana de lo que se sabe (por experiencia de otras economías) debe ser la tasa adecuada: entre 30% y 40% del PIS. Los grupos con desempeño más destacados en el periodo fueron, como es normal, el (8), junto con el (7) y el (1), pero estos dos últimos reflejando cifras mucho más modestas, en realidad características del comportamiento modal de la industria. Los demás grupos simplemente mantienen un pequeño esfuerzo de renovación productiva con tasas inferiores a 10%8. No parece, sin embargo, que este comportamiento económico se deba a claras razones de rentabilidad de inversión. En efecto, según muestran los cuadros 5 y 6, en los cuales se calculan tasas de ganancia y de explotación del trabajo, se puede apreciar que en Fuente: Jorge Child, El Espectador, mayo 6,1990. Cifras publicadas en The el conjunto de la industria nacional por cada 100 pesos New York Review of Books, marzo 4, 1990. 63 invertidos en capital fijo y en salarios se obtiene un excedente de explotación -que no incluye aún la ganancia comercial- de entre 88 y 105 pesos, siempre con excepción de 1983, cuando fue más baja la rentabilidad. Es claro que este cálculo es macro- económico, no aplicable, por tanto, a un empresario en particular sino al conjunto del capital vinculado, independientemente de su origen y titularidad. Pero en el mismo plano se sitúan los análisis de inversión. Por lo que se refiere a la industria metalmecánica, las tasas de ganancia (cuadro 7) muestran niveles superiores a los de toda la industria, con excepción de 1983, cuando se elevó el esfuerzo de inversión, lo que, por cierto, indica cómo al elevarse la intensidad del capital fijo, tiende a decrecer la rentabilidad, resultado de mayores costos en bienes de producción frente a un producto cuyo ritmo de crecimiento se frena por razón de la menor participación del trabajo vivo. Es claro que esta tendencia de origen tecno- lógico puede ser contrarrestada por mecanismos como los precios de monopolio. Al mismo tiempo cabe preguntarse si el capital no prefiere privilegiar altas tasas de ganancia mante- niendo bajas inversiones y volúmenes modestos de producción, para luego emplear el excedente en actividades especulativas o de consumo suntuario. El entorno económico técnico que podemos apreciar tiende a conformar esta hipótesis y no sólo para el capital nacional, sino para el extranjero que se instala para obtener ganancias fáciles sin desembolsar masas importantes de capital, como no sea cuando se trata de obtener insumas baratos -y proyectos de corto plazo- para beneficio de sus empresas madres. De hecho, el nivel de rentabilidad de la inversión se soporta en nuestro país ante todo, no por el mejora- miento tecnológico ni por la eficiencia de los medios de producción empleados, sino por la distribución del ingreso que deprime la remuneración del trabajo. Puede observarse en el cuadro respectivo (6) la tasa de extracción de excedente con relación a salarios pagados, teniendo en cuenta que incluyen no sólo 8 Porcentaje de inversión respecto al Pie en algunos países País 1965 1987 EE.UU. 18 13 Japón 28 34 R.F.A. 18 25 Corea del Sur 8 38 Brasil 22 23 Singapur 10 40 India 6 22 China 10 40
  • 14. los del personal directamente productivo sino los del conjunto de asalariados, por lo cual los resultados deben ajustarse convenientemente hacia arriba, sabiendo que los pagos al personal no productivo representan no menos de 30% del total de los gastos laborales. En la industria fabril colombiana se observan tasas entre 210% Y 240%, salvo en el año 1983. En la industria metal mecánica las tasas de extracción son inferiores, entre 180/90% y en 1983 mucho más bajas. De todas maneras es notorio que los grupos con mayores niveles de explotación, como son los de productos eléctricos y maquinaria diversa, son a su vez los de mayores tasas de ganancia, pero, como se recordará, no son los de mayor esfuerzo de inver- sión. Por el contrario, la industria siderúrgica muestra altas tasas de extracoón de excedente, pero en razón de sus fuertes inversiones la tasa de ganancia no es la más elevada en la actualidad. Caso especial y digno de cuidado es el de la indus- tria automotriz, cuyas tasas no son particularmente importantes ni en la rentabilidad ni en la explotación. Esto puede explicarse por el hecho de que el consumo intermedio y otros gastos aparecen mani- fiestamente sobrevaluados, respondiendo a una política trasnacional de girar utilidades en forma subrepticia. Se afecta el cálculo del valor agregado, el que aparece netamente reducido, y por consi- guiente el excedente de explotación, que es parte integrante de él. Sin duda, las tasas de rentabilidad y de explotación reales son mucho mayores en este grupo. Una somera observación a los componentes de la producción en la industria metalmecánica permite 64 apreciar la importancia que tiene en todos los grupos el consumo intermedio, el cual representa alrededor de 50% del valor del producto en puerta de fábrica. Esto se debe particularmente a la influencia de la materia prima importada que no sólo se encarece ella misma sino que encarece la nacional de la cual es, normalmente, su insumo. Como caso excepcional está el grupo (1), el cual presenta un nivel de 65/66% de consumo intermedio como componente del costo total (véase el cuadro 8). Los gastos industriales, que incluyen también contratación de servicios de personal en forma indirecta, oscilan entre 4% y 13%, cifra ésta la más alta para el grupo (8). Por el contrario, es notorio la pérdida de impor- tancia de los salarios en la composición del valor; en efecto, si en 1978 su nivel oscilaba entre 10% Y21%, ya en 1987 el campo se contrae permitiendo variaciones sólo entre 9% y 16%. Además, cambian los grupos significativos, pues en el primer año mencionado la peor participación estaba en el grupo (1), lo que continúa en el último, pero en cambio la mejor participación correspondería entonces al grupo (8) y ahora a los grupos (5) y (6). El excedente de exportación tiende a ampliar su participación de manera notoria, situándose alrededor de 30% (siempre sin tomar en cuenta el margen comercial). En este concepto se incluyen todas las ganancias de capital que se distribuyen y redistri- buyen entre los distintos titulares del capital, incluido el propio Estado. Así que ciertos rubros como los intereses bancarios, los impuestos y «otros» mejoran visiblemente la participación. En conclusión, el valor de la producción está influido por el crecimiento de los costos materiales y por el manejo del excedente de explotación, mas no por los costos laborales, como se suele sostener. El hecho de que la inversión productiva no crece a pesar de los rendimientos no despreciables, es fenómeno característico de esta época en nuestra América Latina y no depende de circunstancias fortui- tas o coyunturales. De hecho, esto queda confirmado por la CEPAL en su último informe cuando asevera que al finalizar 1989, el producto promedio por habitante es 8% inferior que el alcanzado a principios de la década. Sólo cinco países exhiben un producto por habitante superior al de entonces y 11 países registran caídas superiores al 15%. En el mismo lapso, la brecha de bienestar de la región con respecto al mundo desarrollado se amplió considerablemente. La inversión total se contrajo 20%. Esta caída del ritmo de inversión determina que la capacidad productiva de la región sea, hoy día, un 15% inferior
  • 15. PRODUCCiÓN a lo que hubiera sido si no se hubieran interrumpido las tendencias de crecimiento y acumulación prevalecientes antes de la crisis", El conflicto entre las crecientes ganancias y la escasa acumulación no obedece, por supuesto, a la ceguera o a la incapacidad de los empresarios como suele sentenciarse. En el fondo están en juego contradicciones cada vez más agudas. De un lado, la creciente fuga de ingresos y de riquezas de nuestras economías hacia los centros trasnacionales de dominio económico. La misma fuente anterior trae el cálculo de los pagos por servicio de la deuda los que suman alrededor de 330 mil millones de dólares en la década de los años ochentas; de allí que a partir de 1982 se hayan acumulado pérdidas netas de recursos (ingresos netos de capital, menos el servicio) superiores a los 200 mil millones de dólares 10. Esto sin contar con el drenaje de valores a través de los precios de monopolio en el comercio internacional, ni otras formas subrepticias de expoliación. De suerte que la masa de riqueza generada cada año, e incluso la acumulada, pasa en alta proporción a manos foráneas restando mucha capacidad de acumulación tanto oficial como privada. De otro lado, se aprecia el crecimiento de la miseria social, de la menor capacidad de compra de la población, fruto tanto de la prolongada depresión como de la peor distribución de ingresos, en donde el desempleo tiene un papel importante. Esto es, que el mercado interno se ha venido restringiendo, así los grupos acomodados tengan mejor situación lo cual no es, ni mucho menos, suficiente para remplazar el consumo de masas faltante. Además, los rendimientos esperados en el área productiva son claramente inferiores a los que pueden obtenerse mediante la especulación, con el manejo del capital fiduciario o ficticio, por cuanto se desliga de la producción, se aliena en forma permanente de ella conspirando así a su depresión, y a la postre, a la crisis misma de la rentabilidad global del capital. Esto explica por qué los grandes capitales financieros se ven precisados a elevar sus tasas de exacción a los países atrasados, para mitigar sus menores tasas de rentabilidad. También en el país el fenómeno se repite haciendo aún más trágica la situación. En efecto, a medida que la capacidad de compra de la población se limita (también en Latinoamérica y en todo el mundo, aunque en grado distinto), el incentivo para intervenir, encontrar buen mercado y ganancias prontas se debilita, pero se refuerza la avidez por la colocación improductiva de fondos. Sólo que ese círculo vicioso no hace sino reproducir con creces la tendencia al estancamiento secular que se manifiesta en subdesarrollo y miseria, en nuestro caso particular. El mercado externo como solución no es sino la entelequia de quienes no desean reconocer la completa unidad de los fenómenos conflictivos de la economía mundial, que es el conjunto de las contradicciones de los mercados nacionales, así como el campo de dominio cada vez más absoluto de los grupos dominantes del capital financiero. No existe más mercado libre, ni posibilidad de insertarse en él con ventajas, sean éstas absolutas o relativas, si no es a través de la subordinación y la pérdida de grandes recursos. Tal vez unidades individuales puedan beneficiarse durante algún tiempo, pero esto no da bases para hacer generalizaciones optimistas; serían falacias de composición. Por el contrario, la reestructuración industrial orgánica y sólida apunta a romper los condicionantes del atraso con base en la estrategia de expansión y modernización del mercado interno, fruto de lo cual sea la mayor y autónoma integración en el externo. La composición de capital de la industria metalmecánica muestra niveles dignos de analizar con base en el estudio tecnológico, pues como se puede observar en el cuadro 8, la relación entre el capital instalado y en funcionamiento, con el capital destinado a la mano de obra, o composición en valor, muestra para todo el subsector niveles situados alrededor de 600%. La industria en su conjunto revela cifras un tanto inferiores. El año 1983 muestra los menores niveles. Los grupos con mayor intensidad son los de la producción automotriz y la siderurgia (ésta mejora su posición relativamente) seguidos de los electrodo- mésticos y la fabricación de maquinaria diversa. Otro coeficiente nos muestra exclusivamente la relación de intensidad de empleo de equipo -activos fijos- por unidad de salario pagado. En este caso las cifras son netamente inferiores, lo que indica que el consumo de materiales es muy alto con relación al equipo instalado. Es un fenómeno técnico normal, pero las diferencias son menores en cuanto aumenta el equipamiento. 9 CEPAL, «Balance preliminar de la economía de América Latina y el Caribe», 1989, Documento informativo, diciembre 20,1989. 10 toia., p. 31. 65
  • 16. A escala de la industria, por cada cien pesos paga- dos en salario se hallan alrededor de 140 pesos en capital fijo instalado. En la industria metalmecánica el nivel es similar, aunque mejoró a partir de 1983. Los grupos con mayor composición técnica son, desde luego, el (8) con 430% en 1987, en tanto que sólo tenía 120% en 1978. Enseguida el grupo (1) que disminuye la cifra de 190% a 90%. Con tasas alrede- dor de 100% se encuentran los grupos (6) y (7). En una u otra forma, los grupos de mayor compo- sición técnica son los que manifiestan mayor composición en valor, por tanto puede establecerse una relación lineal entre las dos magnitudes, quedan- do por determinar el desempeño cualitativo que subyace a estos coeficientes. Así, por ejemplo, es necesario conocer la calidad y la eficiencia del parque instalado, su capacidad de ahorro de materiales, el nivel de capacidad empleada y otras características. De momento sólo puede decirse que el nivel de composición técnica en la industria metal mecánica en países de mayor desarrollo productivo es sensi- blemente más alta que en el nuestro, lo que equivale a que se emplea mayor volumen de equipos, maqui- naria e instalaciones por unidad de trabajador (o de remuneración salarial) ocupado en la producción, pues si bien es cierto que los procesos discretos típicos de la industria metalmecánica exigen propor- cionalmente mayor volumen de empleo laboral, tam- bién lo es que se requieren equipos costosos, nume- rosos y complejos, precisamente por la misma razón de ser procesos discontinuos. Justamente las fábricas flexibles e integradas, con las cuales se pretende hacer más continuo el proceso, acarrean un nivel aún mayor de composición técnica en la medida en que hacen intervenir un complejo equipo informatizado e interdependiente del cual responde para la producción un conjunto limitado de trabajadores calificados. Un amplio estudio de la productividad amerita un conjunto de investigaciones de distinto orden y jerarquía. No era ese el propósito del presente escrito, pero bien vale la pena esbozar estas reflexiones finales. En dependencia de las tendencias, positivas o negativas, de la productividad particular, debe ensa- yarse el análisis correspondiente a los costos y la competitividad de los productos en particular y de la producción colombiana en general, tanto en lo que se refiere al mercado externo como a la inserción en el mercado interno, que es cuantitativamente más importante. Es claro que los costos tenderán a disminuir en la medida en que mejore la eficiencia; pero puede ser que ésta evolucione favorablemente, en un ámbito local, a costa de desarreglos onerosos en el conjunto de la nación. Por tanto, se impone la aproximación a la eficiencia social del trabajo como búsqueda de la eficiencia óptima en la asignación y el empleo productivo de los recursos materiales y de trabajo humano. Efectivamente, aunque se mejore la eficiencia social, ésta puede verse disminuida enseguida como resultado de la elevación de costos importados y de otras restricciones propias de nuestra débil y subor- dinada posición en el ámbito de las relaciones interna- cionales. Por tanto, el análisis tiene que ser multila- teral, técnico y económico, nacional e internacional. En todo caso, no es dable admitir el concepto vulgar de las entidades estatales supranacionales que pretende postular la elevación de la eficiencia en función de la depresión de los salarios, como si estos fueran factores de costo de producción de las empre- sas. En realidad, al aplicarse esta política lo único que se logra es la redistribución negativa del ingreso con relación al trabajador; pero ello no implica, ni mucho menos, que se alteren los coeficientes técni- cos de producto por unidad de hora/hombre, conside- rando constante la intensidad laboral. Vale decir que la productividad y la eficiencia conti- núan siendo por lo menos las mismas que antes de disminuir salarios; al contrario, puede menguarse por la pérdida de incentivos, así se compense al cabo con la mayor densificación del trabajo vivo, como resultado del acicate del desempleo. O 66
  • 17. PRODUCCiÓN CUADRO 1 PRODUCTIVIDAD APARENTE PRODUCTOS UNIDAD AÑOS íNDICE DE íNDICE DE íNDICE DE AGRUPACiÓN DE CANTIDAD PERSONAL PRODUCTIVIDAD CLASIFICACiÓN MEDIDA PRODUCTIVO APARENTE CIIU OCUPADO 1978 100,00 100,00 100,00 TOTAL 371 Kg 1983 109,18 92,36 118,21 1987 151,07 70,24 215,08 1978 100,00 100,00 100,00 TOTAL 372 Kg 1983 67,06 60,92 110,08 1987 93,11 64,58 144,18 1978 100,00 100,00 100,00 TOTAL 381 N 1983 86,34 84,76 101,86 1987 75,61 80,00 94,51 1978 100,00 100,00 100,00 TOTAL 382 N 1983 100,35 90,20 111,25 1987 136,64 93,09 146,78 1978 100,00 100,00 100,00 TOTAL 383 N 1983 100,73 83,47 120,68 1987 102,83 94,70 108,59 1978 100,00 100,00 100,00 TOTAL 384 N 1983 47,06 82,00 57,39 1987 39,82 84,87 46,92 1978 100,00 100,00 100,00 TOTAL 385 N 1983 1.329,41 100,76 1.319,38 1987 1.769,22 115,51 1.531,66 Fuente: Anuarios de Industria, DANE. Cálculos del investigador. 67
  • 18. CUADRO 2 PRODUCTIVIDAD. APARENTE PRODUCTOS AÑOS íNDICE DE íNDICE DE íNDICE DE PRODUCTIVIDAD CONSUMO DE PRODUCTIVI DAD APARENTE ENERGíA POR CANTIDAD ELÉCTRICA DE KILOVATIOS 1978 100,00 100,00 100,00 GRUPO 371 1983 118,21 203,78 58,01 1987 215,08 416,78 51,61 1978 100,00 100,00 100,00 GRUPO 372 1983 110,08 163,92 67,15 1987 144,18 203,65 70,80 1978 100,00 100,00 100,00 GRUPO 381 1983 101,86 124,29 81,95 1987 94,51 147,72 63,98 1978 100,00 100,00 100,00 GRUPO 382 1983 111,25 103,71 107,27 1987 146,78 114,52 128,17 1978 100,00 100,00 100,00 GRUPO 383 1983 120,78 120,76 99,93 1987 108,59 138,95 78,15 1978 100,00 100,00 100,00 GRUPO 384 1983 57,39 108,60 52,85 1987 46,92 123,52 37,99 1978 100,00 100,00 100,00 GRUPO 385 1983 1.319,38 143,90 916,87 1987 1.531,66 240,06 638,03 Fuente: Anuarios de Industria, DANE. Cálculos del investigador. 68
  • 19. PRODUCCiÓN CUADRO 3 íNDICE DE P_RODUCTIVIDAD DE LA INDUSTRIA METALMECÁNICA (Pesos en millonesde 1983) (Kw en miles) AÑOS GRUPO A IND B IND C GRUPO A IND B IND C 1978 5,5 100 3,3 100 100 1,8 100 3,7 100 100 1980 GRUPO (1) 5,4 98 3,3 100 98 GRUPO (2) 1,6 89 1,9 51 174 1983 4,7 86 3,7 112 77 1,7 94 4,0 108 87 1987 4,8 87 2,9 88 99 1,8 100 3,8 103 97 1978 2,2 100 3,2 100 100 2,6 100 4,4 100 100 1980 GRUPO (3) 3,0 136 3,0 94 145 GRUPO (4) 2,8 108 4,5 102 106 1983 1,5 68 2,3 72 94 3,0 115 4,5 102 127 1987 2,2 100 2,8 88 114 3,5 135 5,1 116 116 1978 3,0 100 2,4 100 100 3,3 100 3,9 100 100 1980 GRUPO (5) 3,3 110 3,1 129 85 GRUPO (6) 4,1 124 4,8 123 101 1983 3,2 107 2,7 113 95 3,9 118 4,9 126 94 1987 5,1 170 3,0 125 136 5,0 152 5,6 144 106 1978 2,4 100 4,6 100 100 3,9 100 29,3 100 100 1980 GRUPO (7) 2,8 117 4,9 107 109 GRUPO (8) 4,2 108 26,8 92 117 1983 2,8 117 5,9 128 91 4,8 123 60,0 205 60 1987 3,4 142 7,1 154 92 8,9 228 122,2 416 55 1978 3,0 100 2,0 100 100 TOTAL 3,9 100 9,4 100 100 1980 GRUPO (9) 3,3 110 2,7 135 81 INDUS- 4,1 105 9,8 104 101 1983 3,0 100 3,1 155 65 TRIAS 4,4 113 12,4 132 86 1987 3,9 130 5,1 255 51 6,0 154 15,9 169 91 1978 TOTAL 3,4 100 7,2 100 100 1980 INDUSTRIAS 3,7 109 7,1 99 110 1983 METAL- 3,6 106 12,3 171 62 1987 MECÁNICA 4,6 135 17,0 236 57 A = Valorde laproducciónportrabajador B = Consumo de energía(kw portrabajador) C = índicede valorde laproducciónpor kw consumido Fuente: DANE, Cálculos del investigador 69
  • 20. CUADRO 4 INDUSTRIA METALMECÁNICA- PARTICIPACiÓN DE LA INVERSiÓN NETA EN EL VALOR AGREGADO ( Cifras en %) GRUPO 1978 1980 1983 1987 1 10 9 9 5 2 7 3 9 6 3 3 -1 1 6 4 7 6 3 4 5 6 8 2 8 6 5 6 4 8 7 9 10 5 9 8 4 9 89 17 9 4 10 4 5 IMM 7 8 21 9 T.IND 9 7 13 10 Fuente: DANE. CUADROS INDUSTRIA METALMECÁNICA. TASAS DE GANANCIA EN % GRUPO 1978 1980 1983 1987 1 70 70 40 70 2 -- -- 40 40 3 -- -- -- 10 4 100 90 100 100 5 130 100 70 120 6 120 140 80 120 7 80 90 80 70 8 70 80 20 50 9 130 130 100 120 IMM 99 113 51 108 T.IND 88 105 70 93 Tasa de ganancia G VAF+B VAF = Valor en libras de activos fijos R = Remuneraciones al personal G = Valor agregado menos remuneraciones Fuente: Cálculos con base en cifras del anuario industrial, DANE. 70
  • 21. PRODUCCiÓN CUADRO 6. INDUSTRIA METALMECÁNICA . TASAS DE EXPLOTACiÓN GRUPO 1978 1980 1983 1987 1 200 180 90 130 2 -- -- 100 70 3 -- -- -- 200 4 190 160 180 160 5 250 210 110 190 6 250 270 160 240 7 160 190 160 140 8 160 150 90 240 9 240 320 210 250 IMM 180 190 130 180 T.IND 210 240 174 220 Tasa de explotación =-º- R G = VA- R VA = Valor agregado R = Remuneración al trabajo G = Ganancia. Fuente: Cálculos con base en información del Anuario de industria, DANE. CUADRO 7 INDUSTRIA METALMECÁNICA . COMPOSICiÓN DEL VALOR DE LA PRODUCCiÓN (Precio de venta en fábrica) % GRUPO 1978 1987 CI GI R EX CI GI R EX 1 66 4 10 20= 100= 65 4 9 22 2-3-4 47 8 19 26= 100= 52 5 15 28 5-6 48 9 15 28= 100= 46 6 13 35 7 46 9 17 28= 100= 51 7 16 26 8 38 12 21 29= 100= 46 13 12 29 9 40 7 13 40= 100= 39 7 14 40 CI = Consumo Intermedio GI = Gasto Industrial más depreciación R = Remuneraciones al personal EX = Excedente de explotación Fuente: Cálculos con base en anuarios, DANE. 71
  • 22. CUADRO 8 INDUSTRIA METALMECÁNICA . RELACIONES DE INTENSIDAD DE CAPITAL. COMPOSICiÓN EN VALOR (CV) y COMPOSICiÓN TÉCNICA (CT) EN % GRUPO 1978 1980 1983 1987 CV CT CV CT CV CT CV CT 1 880 190 800 150 570 160 770 90 2 -- -- -- -- 280 120 240 50 3 -- -- -- -- -- -- 350 100 4 440 100 440 80 400 80 490 70 5 420 90 400 100 250 60 400 60 6 550, 110 540 100 420 90 550 100 7 430 110 520 110 420 110 470 90 8 340 120 330 90 720 480 890 430 9 360 80 650 150 310 110 420 110 IMM 550 130 540 120 510 200 620 150 T.IND 570 140 570 130 560 150 680 140 CV-- VAF+CI .. , I = composicron en va or R CT = VAF = composición técnica R VAF = Valor en libros activos fijos CI = Consumo intermedio R = Remuneración al personal Fuente: Cálculos con base en Anuario Industrial DANE. 72
  • 23. PRODUCCiÓN Bibliografía Bartoli, Marcetal., Issues, No. 15, EconomiePolitique, París, 1983. Boltvinik, Julio, «Sobre conceptos y medidas de productividad», Revista de Comercio Exterior, Ciudad de México, mayo de 1995. Botero, María Alicia y José Arturo Gutiérrez, Cambios en la estructura del proletariado metalmecánico en la década de los años 80, Editorial Cesis-Inedo, Bogotá, 1989. De la Pedraja Tomán, René, Fedemetal y la industrialización en Colombia, Op Gráficas Ltda., Bogotá, 1986. Delaunay, J.C. YJ. Gadrey, Nouveau Coursd'Economie Politique, Cujas, París, 1979. «El estado tecnológico de la industria metalmecánica y sus máquinas herramientas, ¿un problema de obsolescencia?», Facultad de Ingeniería, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 1990. Lemaire, Bruno, «Cornptes de surplus et économie de transitlon», Revue Frenceise de Gestion, septiembre de 1977, París. Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, Manual de indicadores de productividad. Pequeña y mediana empresa, Bogotá, 1990. Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, Manual para la medición de la productividad Metalmecánica, Bogotá, 1990. Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, Repertorio de procesos técnicos y empleo, vol. 1, Metalmecánica, Bogotá, 1988. Perdomo, Jesús, La medición de la productividad industrial colombiana, Universidad Javeriana y Ministerio de Trabajo, Bogotá, 1994. Ramírez, Juan, Eficienciayproductividad en la industria manufacturera colombiana 1978-1991, Fedesarrollo, Bogotá, 1995. Sociedad de Estudios Económicos, Técnicos y Sociales, SETES, «Estudio económico para el sindicato de trabajadores de General Motors-Colmotores», Bogotá, mayo de 1995. 73