A lo largo y ancho del continente africano, grandes inversores estatales y privados extranjeros se disputan millones de hectáreas fértiles con el fin
de cultivar agrocombustibles, asegurar la propia producción alimentaria o como simple inversión.
El fenómeno ha sido calificado ya como la última rebatiña sobre África. En juego está la propia soberanía alimentaria del continente, sus recursos hídricos y su biodiversidad.
2. OCTUBRE 2009 MUNDO NEGRO 49
E
l continente africano po-
see 227 millones de hec-
táreas fértiles, según es-
timaciones de la FAO,
de las cuales tan sólo el
14 por ciento están sien-
do cultivadas. Estados, empresas pri-
vadas y jointventures –empresa de
riesgos compartidos– de la Unión Eu-
ropea, Canadá, Estados Unidos y Japón,
los países de las economías emer-
gentes –China, India, Brasil–, así como
del Golfo Pérsico –Emiratos Árabes
Unidos, Libia, Qatar o Arabia Saudí–
se han lanzado en los últimos años a
negociar con los gobiernos africanos di-
versos acuerdos multilaterales y bila-
terales de compra o arrendamiento
de grandes extensiones de tierras.
Una nueva inversión que tiene por
objeto garantizarse la soberanía ali-
mentaria, producir agrocombustibles
como fuente alternativa al petróleo o di-
versificar los negocios de las trans-
nacionales. El fenómeno empezó a
hacerse más notable en 2008. Con la in-
flación de los precios de los cereales,
la consiguiente crisis alimentaria y
la implantación de los agrocombusti-
bles, las tierras agrícolas comenza-
ron a ser un nuevo activo estratégico.
El crecimiento de la población, los
cambios dietéticos, con un consumo de
carne cada vez mayor, y el cambio
climático han empujado a los países ci-
tados a buscar fuentes alternativas
de producción de alimentos o de pro-
ducción de la llamada energía verde.
De hecho, una cuarta parte de las
grandes extensiones de tierra que se es-
tán comprando o arrendando en los úl-
timos años en África subsahariana
estará destinada al cultivo de agro-
combustibles.
Acaparamiento de tierras, rebatiña,
avalancha e incluso nuevo colonia-
lismo agrario son los calificativos que
han utilizado diferentes organismos pa-
ra lanzar la voz de alarma. “Está ocu-
rriendo no sólo con el petróleo y el gas,
sino también con la compra de tie-
rras. Con motivo de los agrocombus-
tibles, el suelo africano está siendo
utilizado para cultivar cereales que
‘alimenten’ los automóviles en Estados
Unidos y en Europa, y no para dar
de comer a los niños”, criticaba Ami-
ra Woods, experta en política exte-
rior de Estados Unidos en África del
Institute for Policy Studies.
POR ÁFRICA GONZÁLEZ GÓMEZ
A lo largo y ancho del continente africano, gran-
des inversores estatales y privados extranjeros se
disputan millones de hectáreas fértiles con el fin
de cultivar agrocombustibles, asegurar la propia
producción alimentaria o como simple inversión.
El fenómeno ha sido calificado ya como la última
rebatiña sobre África. En juego está la propia so-
beranía alimentaria del continente, sus recursos
hídricos y su biodiversidad.
3. 50 MUNDO NEGRO OCTUBRE 2009
El propio secretario general de la
FAO, el senegalés Jacques Diouf, ha in-
cidido en esta línea al advertir que
los acuerdos pueden conducir a una es-
pecie de neocolonialismo, donde los Es-
tados pobres producen alimentos pa-
ra los ricos, mientras su propia gente
se muere de hambre.
Madagascar: polémico
alquiler de tierras
En el trasfondo de la crisis política
que acabó con la dimisión de Marc
Ravalomanana en Madagascar en mar-
zo pasado estaba un asunto de tierras.
El descontento de los malgaches iba
en aumento a medida que el ex presi-
dente se hacía con más y más terrenos,
convirtiéndose en el mayor terrate-
niente de la región de Ambatondrazaka.
La gota que colmó el vaso vino
cuando se supo que el Gobierno había
acordado el arrendamiento de 1,3 mi-
llones de hectáreas, durante 99 años y
por 6.000 millones de dólares, a la
multinacional surcoreana Daewoo
Logistics para el cultivo de maíz y
aceite de palma. Las protestas aca-
baron con una insurrección popular, a
la que se unió el Ejército, y Ravalo-
manana tuvo que dimitir el 17 de
marzo. El nuevo presidente, Andry
Rajoelina, anunció la cancelación de to-
dos estos acuerdos y transacciones.
Mozambique: proyectos
para agrocombustibles
Uno de los países objeto de deseo de
las agroindustrias y sus inversores
es Mozambique. Según revelaba la
revista Vida Nova el pasado mes de
junio, el país cuenta con 21 proyectos
para la producción de agrocombusti-
bles. En el negocio están, entre otras, la
compañía portuguesa Galp Energía, la
china Geocapital o la jointventure
Procana.
En octubre de 2008, el Gobierno de
Mozambique dio luz verde a la insta-
lación de la primera fábrica de etanol,
presupuestada en unos 346 millones
de dólares, propiedad de Procana, so-
ciedad de capital extranjero y mo-
zambiqueño. A partir de la caña de
azúcar, producirá 120 millones de li-
tros de etanol por año en un área de
30.000 hectáreas, en Massingir, pro-
vincia de Gaza. El proyecto generó
protestas de los agricultores del distrito
de Chokwe, alegando que podría pro-
vocar una catástrofe ambiental en los
recursos hídricos de la región.
Hace algo más de un año, Galp
Energía firmó un acuerdo con la em-
presa Visabeira Mozambique y cons-
tituyó Moçamgalp, para el desarrollo
de un megaproyecto agroindustrial
para la producción, comercialización
y distribución de agrocombustibles.
Moçamgalp procederá a la iden-
tificación de los terrenos adecuados pa-
ra la producción de semillas de olea-
ginosas en un área que podría exten-
derse en unas 150.000 hectáreas. Tam-
bién construirá una planta industrial
4. OCTUBRE 2009 MUNDO NEGRO 51
para la producción de aceite vegetal
que será, en parte, exportado a Por-
tugal para el procesamiento en las
refinerías de Galp Energía. Otro tan-
to se destinará a la producción de
biodiesel hidrogenado y una tercera
parte servirá para alimentar la propia
planta industrial.
También la empresa Geocapital,
con sede en Macao, ha anunciado su
intención de invertir 40.000 millones
de dólares en los próximos diez años
en la producción de agrocombusti-
bles en Mozambique. En total, la tierra
disponible para la producción de agro-
combustibles es de siete millones de
hectáreas, según ha explicado el mi-
nistro mozambiqueño de Energía, Sal-
vador Namburete.
Por su parte, el Gobierno de Mau-
ricio planea la compra de 20.000 hec-
táreas de la mejor tierra fértil en la pro-
vincia Central y en Marracuene, que se
destinará a cultivos intensivos de
arroz híbrido para asegurarse la so-
beranía alimentaria.
Etiopía: controvertida
reserva de tierras
A mediados de agosto pasado, el Go-
bierno de Etiopía anunciaba que había
reservado tres millones de hectáreas
de tierra para vender o arrendar a
gobiernos y compañías extranjeras.
Gimbot 7, un movimiento pro derechos
humanos etíope, considera esta de-
cisión un auténtico despropósito, en un
país en donde el 85 por ciento de la po-
blación depende de la agricultura pa-
ra su supervivencia.
Alega que la rica biodiversidad del
país no estará suficientemente pro-
tegida y que sus ecosistemas se verán
gravemente dañados por la mecani-
zación y utilización de pesticidas por
la explotación de la tierra a gran escala.
Gimbot 7 denuncia que mientras el
régimen del presidente Meles Zenawi
vende la tierra de los etíopes, el Pro-
grama Mundial de Alimentos anun-
ciaba este verano que se requieren
744.000 toneladas métricas de ali-
mentos para socorrer a 9,7 millones de
etíopes necesitados de ayuda ali-
mentaria.
Por su parte, desde el Gobierno,
Esayas Kebede, director de la Oficina
de Apoyo a la Inversión Agrícola,
defendía estas concesiones alegando
que era una manera de acabar con
la pobreza y el hambre. “Tenemos
abundante tierra y mano de obra, pe-
ro no tenemos financiación ni tecno-
logía para alimentar a nuestra gente.
No lo considero un acaparamiento
de tierras. Estamos buscando cómo
atraer inversiones extranjeras que
respalden nuestros esfuerzos de de-
sarrollo. Es mejor que mendigar”,
añadió.
Los ojos puestos
en Sudán Meridional
Sudán, que atraviesa una quebradiza
transición y sufre un conflicto aún no
resuelto en la región noroccidental de
Darfur, es también objeto de deseo de
inversores extranjeros. El empresario
norteamericano Philippe Heilberg,
presidente de la inversora Jarch Capital,
ha adquirido los derechos de arren-
damiento de un área de 400.000 hec-
táreas de tierras –una extensión del ta-
maño de Dubai– en el Estado del Alto
Nilo Occidental, en Sudán Meridio-
nal. El acuerdo se firmó gracias a la in-
termediación de Paulino Matip, un
Arando con tractor, en Kurón (Sudán
Meridional), y con burro, en
Barsalogho (Burkina Faso). En la otra
página, dos jóvenes riegan con una
bomba de agua en un proyecto
agrícola de Sudán Meridional.
“Tenemos
abundante tierra
y mano de obra,
pero no tenemos
financiación ni
tecnología para
alimentar a
nuestra gente”.
5. 52 MUNDO NEGRO OCTUBRE 2009
antiguo ‘señor de la guerra’ que ha lu-
chado en ambos bandos durante la
guerra civil que duró 22 años.
Sudán Meridional, pendiente de
un referéndum que está previsto que se
celebre en 2011 para decidir si quiere
seguir perteneciendo a Sudán o si se
convierte en el 54 país africano, todavía
no cuenta con una ley de tierra. Una si-
tuación sensible que a algunos les be-
neficia. De hecho, Heilberg cree que la
posible descomposición de varios Es-
tados africanos –y cita a Somalia,
Etiopía y Nigeria– es una baza para los
negocios. “Los riesgos políticos y le-
gales que estoy asumiendo ahora ten-
drán un día su recompensa”, asegura
sin ambages.
En el nuevo asalto a las tierras su-
danesas también están Corea del Sur
y Arabia Saudí, con la concesión de
690.000 hectáreas y 400.000 hectáreas,
respectivamente, además de Kuwait,
Emiratos Árabes Unidos y Siria.
Otros proyectos en marcha
Al menos en 23 países africanos hay
en marcha acuerdos de compra, con-
cesiones, alquileres o permisos de
explotación de tierras. En la Repú-
blica Democrática de Congo (RDC),
China tiene concedidas 2,8 millones de
hectáreas.
Según un informe de la ONG de
defensa de los agricultores GRAIN,
publicado el año pasado, en Point
Noire (República de Congo) la cana-
diense MagIndustries adquirió 68.000
hectáreas de eucaliptos y construye
una planta para producir 500.000 to-
neladas anuales de astillas de made-
ra para convertir en biomasa y en-
viarlo a Europa.
También en Congo, la española Au-
rantia invierte en aceite de palma. La
compañía ya tiene experiencia en la in-
dustria del biodiesel en Mozambique,
Senegal y Guinea. En Senegal, Nigeria,
Mozambique y Angola, Brasil cuenta
con acuerdos de importación de etanol
y transferencia tecnológica a través
de su empresa Petrobás.
En Nigeria, la empresa china Vis-
count Energy negocia acuerdos con
el Gobierno del Estado de Ebonyi pa-
ra establecer una fábrica de etanol,
derivado de la mandioca y la caña
de azúcar. En Costa de Marfil, la es-
tadounidense 21st Century Energy,
tiene pensado invertir 130 millones
de dólares para la producción de eta-
nol de caña de azúcar, maíz y sorgo
dulce, y biodiésel de semillas de al-
godón y residuos de anacardo.
En Kenia, la empresa suiza Bioe-
nergía International planea una plan-
tación de jatrofa de 93.000 hectáreas,
una refinería de biodiesel y una plan-
ta de electrificación. En Tanzania, la
empresa británica Sun Biofuels, del
Reino Unido, se asoció con el Centro
de Inversiones de Tanzania y adqui-
rió 18.000 hectáreas agrícolas para
producir jatrofa.
Por otro lado, el Gobierno tanza-
no ha recibido a un inversor suizo
que busca 400.000 hectáreas en la
cuenca de Wami, uno de los princi-
pales humedales del país, para plan-
tar caña de azúcar para producir eta-
nol. El proyecto desplazará a los pe-
queños arroceros locales. También la
británica CAMs Group ha adquirido
45.000 hectáreas de tierra en Tanzania
para el cultivo de sorgo destinado a la
producción de biodiesel.
En Mauricio, el grupo belga Alco
compró en 2001 Alcohols NCP de Su-
dáfrica, el mayor productor de eta-
nol en África, y está produciendo eta-
nol a partir de melaza de caña de
azúcar. En Burkina Faso, la francesa
Dagris invierte en biodiesel de aceite de
semillas de algodón, a través de Sn Ci-
tec, su fabricante local de aceite.
En Camerún, las belgas Socapalm
y Socfinal planean expandir su plan-
tación de 30.000 hectáreas de palma
aceitera. En Liberia, Equatorial Bio-
fuels, del Reino Unido, adquirió Li-
berian Forest Products, que tiene acuer-
dos de usufructo sobre 700.000 hec-
táreas para cultivar palma aceitera.
En Zambia, Ghana, Sudáfrica y
Pequeños agricultores
en Lai (Chad). Al lado,
un hombre siembra mijo en
Barsalogho (Burkina Faso).
6. OCTUBRE 2009 MUNDO NEGRO 53
Suazilandia, la multinacional britá-
nica D1 Oils explota plantaciones de
jatrofa. Por su parte, la compañía
energética china Wuhan Kaidi negocia
con el Gobierno zambiano la concesión
de tierras para cultivar jatrofa.
Una empresa libia que opera en
Malí, con el nombre de Malibya, pro-
mociona, junto al Gobierno maliano, la
inversión privada para la producción
de arroz en 100.000 hectáreas en la zo-
na Office de Níger.
El Gobierno ugandés y el ministro
egipcio de agricultura están discu-
tiendo el arriendo de 840.000 hectáreas
de tierras agrícolas de Uganda (2,2
por ciento de la superficie total de
Uganda) a empresas egipcias para la
producción de trigo y de maíz desti-
nados a la alimentación.
Ventajas y riesgos
Un reciente informe de la FAO, titu-
lado ¿Acaparamiento de tierras u
oportunidad de desarrollo? Inver-
siones agrícolas y acuerdos interna-
cionales para la compra de tierras en
África, analizaba a fondo el fenómeno.
El organismo advierte que si los acuer-
dos y transacciones no se realizan
de manera correcta y con transpa-
rencia se corre el riesgo de que los po-
bres se vean desposeídos o se les im-
pida el acceso a la tierra y a sus re-
cursos hídricos.
El informe reconoce que muchos
países africanos no tienen suficien-
tes mecanismos –sin documentos ni re-
gistros de propiedad– para proteger los
derechos de la población local y res-
petar sus intereses, medios de sub-
sistencia y recursos locales. Una fal-
ta de transparencia, control y equilibrio
en las negociaciones puede llevar a
acuerdos injustos, que no defiendan
precisamente el interés general de la
población.
Además, la producción de una agri-
cultura extensiva puede conducir a
desalojos de las tierras de los agri-
cultores locales, en donde incluso tra-
bajan empleados del país que explota
las tierras. De hecho, se estima que hay
hasta un millón de chinos en los cam-
pos de África.
Sin embargo, la FAO destaca tam-
bién las ventajas: salidas comerciales,
creación de empleo, inversiones en
infraestructuras, incremento de la
producción agrícola orientada a me-
jorar al desarrollo del país. Algunos
analistas africanos, como el econo-
mista nigeriano Jonas Chianu, con-
sideran que el intercambio de tierras
por infraestructuras ausentes o defi-
cientes en muchos países del conti-
nente puede estimular su crecimiento.
Para que los acuerdos internacio-
nales en la compra de tierras no su-
pongan un prejuicio, sino un beneficio
para los países del Sur, la FAO reco-
mienda que se evalúen de forma de-
tenida los diferentes contextos a nivel
local, incluyendo los usos de las tierra
existentes y los derechos legítimos
de las comunidades, que se involu-
cre a la población local en las nego-
ciaciones, y que la compra sólo se
lleve adelante tras su consentimiento
libre, previo e informado.
También propone la creación de
una normativa internacional. Algo
que defendió Japón en la última cum-
bre de los G-8 celebrada en L’Aquila
(Italia) el pasado mes de julio, dedi-
cada a la soberanía alimentaria, al
proponer la creación de un código
de conducta para inversión en tie-
rras fértiles con el fin de evitar que los
grandes perdedores sean los agricul-
tores locales.
El II Sínodo Africano también debatirá este mes de octubre en Roma sobre el
futuro de los agricultores africanos. El instrumento de trabajo dedica al tema el
número 58 y se refiere a él en estos términos:
“Los trabajadores del campo, de quien depende gran parte de la economía
africana, son víctimas de la injusticia en el comercio de sus productos,
frecuentemente pagados a precios muy bajos.
Paradójicamente, en algunas partes de África el coste es incluso fijado por los
propios compradores. La población, que ya parte con desventaja, se ve de ese
modo más empobrecida.
Las campañas de siembra de semillas de Organismos Genéticamente
Modificados (OGM), que pretenden garantizar la seguridad alimentaria, no
deberían pasar por alto los verdaderos problemas de los agricultores en África:
la falta de tierra cultivable, de agua y de energía, de acceso a créditos, de
formación agrícola, de mercados locales, de infraestructuras de
comunicación... Con estas técnicas se corre el riesgo de arruinar a los
pequeños agricultores, suprimiendo los métodos tradicionales de siembra y
haciéndolos dependientes de las compañías de producción de OGM.
Además, el problema del cambio climático, cuyos efectos se agrava más en
zonas áridas, está comprometiendo las modestas ganancias de las economías
africanas. ¿Podrán los padres sinodales permanecer insensibles ante estos
problemas que tanto pesan sobre los hombros de los campesinos?”.
Agricultores en África
La producción
de una agricultura
extensiva puede
conducir a
desalojos de
las tierras de los
agricultores
locales.