Psicópata primario
La psicopatía primaria es un trastorno de personalidad caracterizado por la tendencia a dominar mediante la amenaza, sin remordimientos, manipuladores, arrogantes, utilizan la violencia instrumental…todo ello bajo una apariencia de normalidad, y que no conduce necesariamente al crimen
Los psicópatas primarios obtienen satisfacción de su comportamiento antisocial, porque tienden a no sentir vergüenza, culpa o remordimiento alguno.
Nina-psicopat a Todos tenemos capacidad para experimentar miedo, en mayor o menor medida
La temerosidad está relacionada con la capacidad de sentir miedo y responder con temor, es decir, evitar las situaciones que nos producen miedo.
Se trata de una conducta adaptativa, puesto que si nos encontramos con un peligro que amenaza a nuestra supervivencia, lo primero que hacemos es huir.
Pero si no se siente miedo ante situaciones peligrosas, no se adquiere la experiencia emocional de miedo (no tendríamos memoria emocional) entonces no respondemos con temor: esto es lo que les pasa a los psicópatas primarios. Esto conduce a una dificultad para desarrollar conductas de evitación del castigo. Luego, los psicópatas tienen una conciencia débil o poco desarrollada.
2. PSICÓPATA PRIMARIO
La psicopatía primaria es un
trastorno de personalidad
caracterizado por la
tendencia a dominar
mediante la amenaza, sin
remordimientos,
manipuladores, arrogantes,
utilizan la violencia
instrumental…todo ello bajo
una apariencia de
normalidad, y que no
conduce necesariamente al
crimen
4. LA TEORÍA BIOLÓGICA
Nina-psicopat a Todos tenemos capacidad para
experimentar miedo, en mayor o menor medida
La temerosidad está relacionada con la capacidad de
sentir miedo y responder con temor, es decir, evitar las
situaciones que nos producen miedo.
Se trata de una conducta adaptativa, puesto que si nos
encontramos con un peligro que amenaza a nuestra
supervivencia, lo primero que hacemos es huir.
Pero si no se siente miedo ante situaciones peligrosas,
no se adquiere la experiencia emocional de miedo (no
tendríamos memoria emocional) entonces no
respondemos con temor: esto es lo que les pasa a los
psicópatas primarios. Esto conduce a una dificultad
para desarrollar conductas de evitación del castigo.
Luego, los psicópatas tienen una conciencia débil o
poco desarrollada.
5. Está implicado el sistema límbico, más
en concreto la zona amigdalar; y el
córtex prefrontal, que está relacionado
con el comportamiento racional. Los
estudios nos muestran que los
psicópatas primarios presentan baja
activación de la amígdala y del córtex
prefrontal, esto se traduce en el hecho
de que tienen dificultades para formar
memorias emocionales y en la toma de
decisiones
(5 – HIAA), que se encuentra con bajos niveles en los
psicópatas primarios. 5
6. Escaso condicionamiento al miedo: aprenden mal a tener
miedo, poco y lo poco que aprenden se les extingue
rápidamente
Débil mecanismo de anticipación al castigo: no desarrollan
respuestas de ansiedad ante situaciones en las que se
prevee un castigo.
Dificultad para la empatía: la dopamina se relaciona con los
estados emocionales positivos, por tanto, no tienen
dificultades para entender las emociones como la alegría, la
felicidad…Sin embargo, este sistema, al estar demasiado
activado, hace que otros sistemas (como el de la
serotonina) relacionados con las emociones negativas sean
disfuncionales. Por tanto, no son capaces de empatizar
ante una persona que sufre o que está triste.
7. EL PSICÓPATA DESESTABILIZADO
Aun con una socialización normal, estos
sujetos padecen un trastorno orgánico el
cual, al manifestarse los desequilibra al
punto de llegar a ser considerados como
menos responsables de la conducta
antisocial en la que incurrirán durante la
duración de dicho episodio.
8. a) Equivalentes epilépticos:
algunas lesiones cerebrales pueden provocar
conductas anormales y hasta antisociales.
David Lykken también sugiere la idea de un
“cortocircuito” que se produciría en los
mecanismos del sexo y la agresividad del
cerebro de estos individuos. Y en consecuencia
afirma que “las biografías de algunos asesinos
en serie se inician con la obtención de placer
sexual cuando de niños torturaban animales y
sugieren de un modo claro la existencia de una
especie de cortocircuito entre los sistemas
motivacionales en la arquitectura cerebral”.
9. b) De tipo colérico:
en este casi se incluyen a aquellos individuos
que sufren arrebatos de cólera –lo que
actualmente se denomina “mal manejo de la
ira”–. En este caso en especial, estos sujetos se
ubicarían en la parte más alta de la distribución
normal de población psicopática, por causa de
su predisposición a la ira y a la intensidad con
que se manifiesta. El propio Lykken reconoce el
escaso conocimiento acerca de la relevancia de
las diferencias individuales en este tipo de
cuestiones, y se pregunta si la ira que
experimentan las personas que se enfadan con
más facilidad es más intensa, o si una mayor
irascibilidad provoca también una explosión
mayor de furia.
10. c) Hipersexualidad:
al igual que con el caso de la ira existirían
casos que expresas, desde muy temprana
edad –inadecuada en el común de los casos–
de una necesidad malsana para satisfacer un
petito sexual más intenso. No obstante,
asimismo existe el interrogante con relación a
si la frecuencia de la excitación predice la
máxima intensidad del apetito sexual; o si la
intensidad en la excitación sexual
determinará su nivel de satisfacción. Al igual
que con el grupo anterior, estos sujetos
también se hallan en situaciones de riesgo,
pues también ocupan uno de los puestos más
altos en cuanto a la distribución de subtipos.
11. d) Anhelos patológicos:
estos individuos sienten la urgente necesidad de
satisfacer placeres ilícitos o moralmente
reprochables, por lo cual incurren en situaciones
de riesgo. Las diversas y normales situaciones de
estrés estimulan la secreción de opiáceos
endógenos, que ayudan a soportar el dolor que
esto les produce; el típico ejemplo es la ingesta
de chocolate luego de una determinada situación
sentimental estresante y es sabido que dicha
ingesta contribuye a la generación de endorfinas
que aplacan –al menos un poco– el padecimiento
sentimental. En cambio, en este tipo de
psicópatas que poseen un umbral de frustración
mínimo, el causar dolor a otro y, en el caso
extremo de los delitos, y sobretodo, los violentos,
estas endorfinas producen únicamente un estado
placentero pues no existe ningún dolor que
mitigar. Por tanto sería fácil concluir que para
ellos, el infligir dolor a otro o el delito en sí es su
recompensa.
12. e) De tipo histérico:
la característica básica aquí radica en la
dualidad entre la indiferencia entre las
acciones cometidas por estos individuos y el –
eventual– remordimiento o ansiedad que en
otro momento puedan sentir. Aunque el
individuo se encuentre muy bien socializado,
es probable que piense en realizar alguna
acción prohibida o reprochable y sienta,
aunque sea en forma momentánea, algún tipo
de cuestionamiento en el caso de que
reflexionara sobre las posibles consecuencias
(lo que no es lo usual). No obstante, aun así,
se encuentra en una posición mucho más
vulnerable para ser “tentado” puesto que
puede, fácilmente, reprimir y/o anular ese
malestar; pero esta acción represora lo
predispone al agotamiento, por lo cual este
tipo de psicópata, en algún momento,
aumentará su rabia y rencor
13. PSICÓPATA SECUNDARIO
Este tipo de individuo es muy similar en cuanto a los actos
impulsivos, agresivos y posee niveles muy bajos de
socialización, pero posee una marcada tendencia a la culpa
y al retraimiento. De acuerdo con el modelo neurofisiológico
de Fowles y Gray, la conducta impulsiva y psicopática
puede deberse a un pobre “sistema de inhibición de la
conducta” (SIC) o a una aceleración desmesurada en el
“sistema de activación de la conducta” (SAC). En el primer
supuesto el individuo desembocaría en una psicopatía
primaria, mientras que el segundo, en una secundaria. En
este último caso sienten desasosiego, angustia y se
encuentran insatisfechos consigo mismos y con sus vidas;
sin embargo, de igual forma que los primarios, llevan a cabo
delitos o acciones moralmente reprochables motivados por
sus impulsos, pero se diferencian en el remordimiento y el
estrés posterior que sufren, que puede llegar a ser incluso
más elevado que el en una persona que no sufra de este
trastorno.