1. Martínez Barreiro, A. (2004) La construcción social del cuerpo en las sociedades
contemporáneas. Papers 73m 127-152.
El estudio del significado del cuerpo parte de la diferenciación tradicional entre
naturaleza y cultura, haciendo referencia en primer lugar a lo meramente biológico y en
segundo al todo que rodea al individuo.
Si miramos al pasado, encontraremos claramente una tendencia que ha terminado por
otorgar mayor importancia al aspecto físico del cuerpo que al aspecto espiritual, heredado del
dualismo cuerpo-alma que tantas veces ha enfrentado unas y otras teorías, y ha tratado de
escindir al ser humano de las emociones que son un carácter inherente al mismo. El estudio
del yo individual desembocó irremisiblemente en el estudio de la sociedad, y de cómo todos
estos elementos, su naturaleza, la cultura, y sus pasiones jugaban un papel decisivo en el
propio proceso de conocer nuestra especie sociológicamente.
A través del texto de Ana Martínez Barreiro, podemos llegar a la conclusión de que el
ser humano, sea cual fuere su importancia inicial, emplea el cuerpo como medio de
interacción con el mundo que le rodea, y partiendo de esta premisa, apremia estudiar el
funcionamiento de la herramienta que nos concilia con el entorno, diferenciando
precisamente dos aspectos muy interesantes del mismo (Douglas, M) como son el carácter
físico y social, siendo el segundo determinante sobre el primero, restringiendo el abanico de
opciones que puede mostrar en función del contexto. El cuerpo siempre ha resultado ser el
reflejo que nos identifica en la sociedad, portador de nuestro estatus social, de nuestra
pertenencia a grupos sociales, organizaciones, y al fin y al cabo, la carta de presentación bajo la
que toda relación que entablamos se encuentra, con aspectos que pasan de la voluntariedad a
la involuntariedad.
El tiempo, el espacio, el género, son algunos de los determinantes que contextualizan
nuestra percepción del cuerpo propio y ajeno, y que modifican nuestro comportamiento de
una u otra forma. Como medio de relación con el entorno, debemos ajustar nuestra puesta en
escena en función de las circunstancias, ya que el ser humano es incapaz de no comunicarse a
pesar de guardar silencio. Cada gesto tiene un significado para el receptor, cada uno de
nuestros movimientos tiene un motivo, subconsciente o intencional, que acompaña al
lenguaje dotando de mayor información y sentido al proceso de comunicación.
A pesar de la suma importancia de todos estos elementos, me parece conveniente
ensalzar un aspecto que hemos asumido en la sociedad contemporánea y ha ido
evolucionando peligrosamente, a pesar de las vertientes contrarias y lógicas, y que es el poder
de la sexualidad. Otorgar mayor o menor poder a este término es un subproducto del papel
real que juega en nuestro entorno, así que si partimos de la base del estudio del mismo,
veremos que no hay más que una interpretación de cómo debe ser el cuerpo masculino y
femenino, en función a valores y estereotipos ya asumidos previamente, es decir, cabe
preguntarse qué es la masculinidad y la feminidad.
La respuesta, aun llevando implícito un fondo muy extenso se reduce a la
interpretación social del hombre y de la mujer. La posición de poder, rudeza y fuerza del
hombre conlleva un concepto de la mujer contrario, de la belleza, delicadeza, erotismo y
2. docilidad. La imagen que durante la evolución de la sociedad hemos asumido. La mujer
entraña el deseo o premio, y conlleva una serie de normas de comportamiento que aceptan
las reglas establecidas y que rigen su lugar en el mundo. Como queda patente, el cuerpo social
somete al cuerpo físico, haciéndolo entrar, en ambos casos, en unos cánones ideales que
parecen naturales y voluntarios, pero son impuestos por la interpretación diferenciada del
hombre y de la mujer, y su rol en la sociedad. Hemos de ser conscientes de los riesgos
personales que pueden acarrear instrumentalizar el cuerpo femenino al servicio de tendencias
anacrónicas, para ambas partes.
Bajo este prisma, debemos identificar cómo los estilos de vida actuales dotan de
extrema importancia nuestro cuerpo, también en los aspectos funcional y productivo, debido
al incipiente capitalismo en el cual nos encontramos. El empleo del cuerpo como medio pasa
por dotarlo de un fin para cada persona, que implica y potencia el aspecto perfectivo
inherente al ser humano, estableciendo una jerarquización de valores que varían entre las
culturas, siendo centrales su mantenimiento y optimización. El aspecto de diferenciación
sexual vuelve a ser fundamental en este punto.
Como conclusión, y tras comprender la magnitud y calado de nuestro cuerpo (físico y
social) recomiendo una revisión crítica del papel que jugamos con nuestro “yo” en el entorno y
de la importancia que le damos, al propio y al ajeno, y a nivel general, diferenciar el verdadero
papel y valor del cuerpo como medio de comunicación, y el valor previsto del mismo por la
sociedad de la que formamos parte.
MAPA CONCEPTUAL
Evolución
Cultural determinantes del cuerpo
social
nueva dimensión del
Pasiones
YO
Productividad
acorde con
Cuerpo Cuerpo Genero
físico social
somete al
Entorno
Contexo de
comunicación
Marcos Bailón Rodríguez