LA ÚLTIMA FIEBRE DEL PLANETA TIERRA
Autora: Guerrero Linares Jackeline Paola.*
Asesor: David Auris Villegas, master por la
Universidad de la Habana de Cuba
* Estudiante de Ingeniería Ambiental de la Universidad Alas Peruanas, quién elabora el
presente artículo de opinión para la asignación de Castellano I Pisco, Perú - 2013. Página 1
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La última fiebre del planeta tierra
1. * Estudiante de Ingeniería Ambiental de la Universidad Alas Peruanas, quién elabora el
presente artículo de opinión para la asignación de Castellano I Pisco, Perú - 2013. Página 1
LA ÚLTIMA FIEBRE DEL PLANETA TIERRA
Autora: Guerrero Linares Jackeline Paola.*
Asesor: David Auris Villegas, master por la
Universidad de la Habana de Cuba.
¿Hablar sobre contaminación es un tema de moda? El
mundo tiene fiebre por el cambio climático y la enfermedad
se llama modelo de desarrollo capitalista. Mientras en 10 000
años la variación de dióxido de carbono (CO2) en el planeta
fue de aproximadamente un 10%, en los últimos 200 años de desarrollo industrial,
el incremento en las emisiones de carbono ha sido de un 30%. Desde 1860,
Europa y Norteamérica han contribuido con el 70% de las emisiones de CO2. El
2005 ha sido el año más caluroso de los últimos mil años en el planeta.
Diferentes investigaciones demuestran que de 40 170 especies vivas estudiadas,
16 119 están en peligro de extinción. Un pájaro de cada ocho puede desaparecer
para siempre.
Un mamífero de cada cuatro está amenazado. Un anfibio de cada tres puede dejar
de existir. Ocho crustáceos de cada diez y tres insectos de cada cuatro están en
riesgo de extinguirse. Vivimos la sexta crisis de extinción de especies vivas en la
historia del planeta Tierra y, en esta ocasión, la tasa de extinción es 100 veces
más acelerada que en los tiempos geológicos.
Ante este futuro sombrío, los intereses transnacionales proponen seguir como
antes y pintar la máquina de verdad. Es decir, seguir con el crecimiento y el
consumismo irracional y desigual generando más y más ganancias sin darse
cuenta de que actualmente estamos consumiendo en un año lo que el planeta
produce en un año y tres meses. Ante esta realidad, la solución no puede ser el
maquillaje ambiental.
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Para mitigar el cambio climático leo informes del Banco Mundial que hay que
acabar con los subsidios a los hidrocarburos, ponerle precio al agua y promover la
inversión privada en los sectores de energía limpia. Nuevamente quieren aplicar
las recetas de mercado y privatización para hacer negocios con la propia
enfermedad que estas políticas producen. Lo mismo sucede en el caso de los
biocombustibles puesto que para producir un litro de etanol se requieren 12 litros
de agua. De igual forma, para procesar una tonelada de agro combustible se
necesita, en promedio, una hectárea de tierra.
Ante esta situación, nosotros los pueblos indígenas y los habitantes humildes y
honestos de este planeta creemos que ha llegado la hora de hacer un alto para
reencontrarnos nuestras raíces, con respeto a la madre tierra; con la Pachamama
como la llamamos en los Andes. Hoy, los pueblos indígenas de América Latina y
del mundo estamos convocados por la historia para convertirnos en la vanguardia
de la defensa de la naturaleza y de la vida.
Estoy convencido de que la Declaración de las Naciones Unidas sobre los
Derechos de los Pueblos Indígenas, aprobada recientemente después de tantos
años de lucha, tiene que pasar del papel a la realidad para que nuestros
conocimientos y nuestra participación nos ayuden a construir un nuevo futuro de
esperanza para todos. Quién sino los pueblos indígenas podemos señalar el
rumbo de la humanidad para la preservación de la naturaleza, de los recursos
naturales y de los territorios que habitamos ancestralmente.
Necesitamos un golpe de timón de fondo y a nivel mundial para dejar de ser los
condenados de la tierra. Los países del norte tienen que reducir sus emisiones de
carbono entre un 60 y 80 % si queremos evitar que la temperatura de la tierra
suba más de 2 grados en lo que queda del siglo provocando que el calentamiento
global alcance proporciones catastróficas para la vida y la naturaleza.
Tenemos que crear una organización Mundial del Medioambiente con fuerza
vinculante, y disciplinar a la Organización Mundial del Comercio empeñada en
llevarnos a la barbarie.
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Ya no podemos seguir hablando de crecimiento del Producto Bruto Nacional sin
tomar en cuenta la destrucción y el derroche de los recursos naturales. Tenemos
que adoptar un indicador que permita considerar, de manera combinada, el índice
de Desarrollo Humano y la Huella Ecológica para medir nuestra situación
medioambiental.
Hay que aplicar fuertes impuestos a la superconcentración de la riqueza y adoptar
mecanismos efectivos para su redistribución equitativa. No es posible que tres
familias tengan ingresos superiores al PIB conjunto de los 48 países más pobres.
No podemos hablar de equidad y justicia social mientras continúe esta situación.
Los Estados Unidos y Europa, en promedio, 8.4 veces más que el promedio
mundial. Por ello, es necesario que bajen sus niveles de consumo y reconozcan
que todos somos huéspedes de una misma tierra; de la misma Pachamama.
Sé que no es fácil el cambio cuando un sector extremadamente poderoso tiene
que renunciar a sus extraordinarias ganancias para que sobreviva el planeta
Tierra. En mi propio país sufro, con la frente en alto, ese sabotaje permanente
porque estamos acabando con los privilegios para que todos podamos “Vivir Bien”
y no mejor que nuestros semejantes. Sé que el cambio en el mundo es mucho
más difícil que en mi país, pero tengo absoluta confianza en el ser humano, en su
capacidad de razonar, de aprender de sus errores, de recuperar sus raíces y de
cambiar para forjar un mundo justo, diverso, inclusivo, equilibrado y armónico con
la naturaleza.
Desde tiempos inmemoriales la raza humana se ha enfrentado a peligros
constantes. El riesgo de la salud por la contaminación ambiental es un factor
inevitable de la vida. La probabilidad de sufrir daño es una cuestión de tiempo y
aunque las sociedades industrializadas hayan desarrollado capacidades para
minimizar y evitar el riesgo, no es lo mismo en los países subdesarrollados.
La esperanza de vida en el mundo industrial es un indicador de que se ha logrado
reducir el riesgo de la salud humana y a vivir con mayor seguridad, que no deja de
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ser una quimera, porque la vida moderna nos enfrenta a diario a riesgos. Bien vale
decir unos cuantos: la basura, la contaminación del aire por la industria, falta de
higiene en los mercados, fábricas de baterías, el agua potable, alimentos
contaminados, derrames de petróleo y de gasolina y otros de los cuales ni siquiera
nos enteramos.
De lamentable notoriedad son los basureros. Éstos son el foco de enfermedades
tanto visibles como invisibles o latentes. Las primeras podemos verlas en una sala
da emergencias donde los médicos luchan contra la muerte con éxito o sin éxito.
En cambio, cuando se trata de enfermedades latentes, sin síntomas, que no
requieren la sala de emergencias pero aparecen años después bajo la forma de
trastornos genéticos o mutaciones que se manifiestan cuando nace una segunda o
tercera generación, abortos espontáneos y malformaciones congénitas, son las
más preocupantes, porque es muy poco, o casi nada, lo que se puede hacer para
corregir el daño. La madre gestante que fuma no recibe la suficiente oxigenación
para sí misma y mucho menos para el feto, el cual, sufrirá, casi inevitablemente,
los efectos de la hipoxia, con la secuela de problemas neurológicos. La lista sería
interminable.
En el caso de la contaminación ambiental propiamente dicho, incluye tanto a los
seres vivientes como a la naturaleza. Si hay un derrame de gasolina en el
subsuelo, se contaminarán los mantos acuíferos de la misma forma que la basura
acumulada continuamente contamina el agua y todos los mantos acuíferos a su
alrededor. Sucede lo mismo en los basureros de todos los pueblos y ciudades.
El riesgo, por su parte, puede ser cuantificado y, con los resultados, la salud de la
población puede ser mejorada con medidas preventivas. La evaluación del riesgo
no es un método agresivo y no implica equipo sofisticado. Se trata de la
estimación cualitativa y cuantitativa de la magnitud de la contaminación, la
duración, la ruta de exposición y la aplicación del método científico basándonos en
la inducción a partir de los resultados obtenidos. Esto es suficiente para
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determinar el riesgo de la salud y las probabilidades de sufrir daños mayores, en
términos de población y, más importante aún, tomar medidas preventivas.
Primero se necesita identificar el peligro. Esto requiere que se haga un muestreo
preparado científicamente. En el caso de la gasolina, se pueden identificar los
componentes del petróleo en el aire, agua, comida y el suelo; hacer la consulta
necesaria en las fuentes de información, las cuales nos van a informar cuáles son
las dosis permitidas, tolerables y tóxicas tanto para adultos como para niños, que
han sido determinadas basadas en criterios establecidos y luego analizar los
resultados.
Todos bebemos agua, respiramos el aire, comemos carne e ingerimos productos
de cultivo. Éstas son las fuentes de contaminación. Podemos determinar quién o
quiénes están a riesgo de sufrir daños y hacer el tratamiento adecuado. Un ser
humano adulto tiene un peso promedio de 70 kilogramos (154 libras), ingiere un
promedio de dos litros de agua por día, respira 23 metros cúbicos de aire diario y
consume carne en cantidades variables. Sabiendo cuanto contaminante hay en el
aire, agua y la comida, se puede calcular la cantidad de tóxico que un individuo ha
ingerido en términos de población. Si se analizara el tolueno, un componente
orgánico que se encuentra en los derivados de petróleo y algunos pegamentos, se
puede calcular la dosis ingerida y estimar el riesgo de cuántos van a padecer
problemas hematológicos, lo cual representará una carga económica al sistema de
salud. La carne de pescado contaminado con mercurio tiene efectos neurológicos
irreversibles, como fue el caso de la Bahía de Minamata, (Japón) en la década de
los cincuenta.
Si el ambiente está contaminado no puede haber salud. En 1948 la OMS definió el
concepto de salud afirmando que no solamente es la ausencia de enfermedades,
sino que el bienestar físico y social. Un ambiente contaminado no puede darnos
una tranquilidad física adecuada ni mucho menos una social, más bien causa
enfermedades que son, casi en su totalidad, prevenibles. Un ambiente
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contaminado no solamente causa problemas en el ámbito inmediato sino que a
toda la sociedad. La salud ambiental es un serio problema de los países
subdesarrollados y una preocupación para los industrializados.
Nos han arrebatado los derechos naturales que Dios nos concedió.
Desgraciadamente, la realidad de nuestra vida es tan áspera que nadie quiere
escuchar. Me han preguntado qué podemos hacer. Creo que necesitamos que un
grupo de personas responsables defiendan nuestros intereses, y no los de las
grandes empresas. Estas personas preservarían el medio ambiente, no
permitiendo el uso de ninguna sustancia que no fuera completamente
biodegradable, o que no pudiera ser neutralizada mediante procesos químicos.
Finalmente, mientras haya actividades que, a pesar de contaminar, produzcan
beneficios económicos, habrá empresas que continúen haciendo lo que quieran.
Debemos obligar a esas empresas a trabajar de una manera segura y
responsable, teniendo muy presente que es en beneficio de todos. Sólo así
podremos defender la vida de nuestro planeta, con la fuerza que reside en nuestro
corazón y en nuestra alma
Ciudad de Pisco – Perú, Julio del 2013