El documento presenta un índice de temas sobre epistemología, incluyendo la necesidad de conocer, cómo se construye el conocimiento, cómo saber si lo que se sabe es verdadero, y filósofos epistemólogos como David Hume e Immanuel Kant. Introduce el tema explicando que vivimos en una sociedad basada en el conocimiento donde éste se ha vuelto un factor fundamental.
La empresa sostenible: Principales Características, Barreras para su Avance y...
03 epistemología parte1
1. 3. Epistemología:
Un viaje a las profundidades del conocimiento
Índice de lo que aprenderemos
• A. La necesidad de conocer: Grita “¡sapere aude!” para salir de la zona de confort
• B. El edificio del conocimiento
• C. ¿Cómo lo sabes?
• D. Conocimiento y sabiduría
• E. ¿De dónde sacas esa idea?
• F. No te fíes de tus sentidos
• G. Conocemos por medio de la Razón
• H. Un filósofo del conocimiento: David Hume
• I. Aprendemos de la experiencia
• J. No des nada por sentado: cuidado con las interpretaciones.
• K. Un filósofo epistemólogo: Immanuel Kant
• L. Nunca puedes conocerlo todo: sólo sé que no sé nada
• M. ¿Podemos conocer la verdad?
• N. Filosofía VIVA: epistemología aplicada
• Ñ. Bibliografía y recursos
Actividad inicial: diseña una portada de tu periódico molón de apuntes de clases con el título del
periódico, varios titulares, y el índice de lo que vamos a ver en el tema. Puedes incluir si quieres la
introducción de abajo o hacer la tuya propia.
Introducción
Antes de construir el edificio del conocimiento, empezaremos mostrando la necesidad de
saber. Saldremos al barrio de la filosofía a preguntar a la gente cuestiones como “y tú, ¿qué sabes?,
“¿cómo sabes lo que sabes?”, “¿cómo sabes que lo sabes?”, “¿de dónde sacas tus ideas?”, labor que
realizarán nuestras reporteras e investigadoras más enrolladas. Vuestro DJ Jamón pinchará sus
mejores temas para haceros mover el cuerpo (¿y el alma?) al son de la filosofía, haciendo de MC
para que realicéis vuestras propias producciones, ya que todo el talento que tenéis como
podcasters, artistas, redactores, lógicas, etc., hay que trabajarlo en clase para aprender
divirtiéndonos. ¿Listos? Adelante. Empezamos viendo un vídeo sobre la ZONA de CONFORT.
A. La necesidad de conocer: Grita “¡sapere aude!” para salir de la zona de confort
¿Es necesario conocer? La pregunta es relevante para darle sentido a todo el tema. Es fácil caer
en la tentación de responder que no. Primero porque uno puede pasar toda una vida siendo
ignorante, incluso analfabeto, y llevarlo medianamente bien. Además, es claro ver que otros
pueden conocer por ti, que no es necesario que sepas de informática para tener y usar un móvil,
que no necesitas saber holandés ni chino para llevar una vida normal, ya se encargarán otros de
saber cómo fabricar los teléfonos, o hacer el pan, o cómo se pagan los impuestos. El psicólogo
humanista Abraham Maslow habla en su libro El hombre autorrealizado de la necesidad del
conocimiento y del miedo a éste (puede generar angustia y peligro por afrontar el mundo y el
propio yo, o evitar la propia responsabilidad). ¿Tienes miedo de conocer? El joven Friedrich
Nietzsche, un tanto trágico, escribió su primera obra titulada El nacimiento de la tragedia en el espíritu
2. de la música entre 1871 y 1872, con unos 27 o 28 años de edad. En ella puede verse cierta actitud de
los peligros del conocimiento, siguiendo el refrán, ya bastante manido, de que la curiosidad mató al
gato. El fragmento en cuestión pertenece a la tercera sección, y habla del rey Midas, ese que
convertía en oro todo lo que tocaba, muriendo al final de hambre porque el oro, ¡no se come!
“Una vieja leyenda cuenta que durante mucho tiempo el rey Midas había intentado cazar en el
bosque al sabio Sileno, acompañante de Dioniso, sin poder cogerlo. Cuando por fin cayó en sus
manos, el rey pregunta qué es lo mejor y más preferible para el hombre. Rígido e inmóvil calla el
demón; hasta que, forzado por el rey, acaba prorrumpiendo en estas palabras, en medio de una risa
estridente: «Estirpe miserable de un día, hijos del azar y de la fatiga, ¿por qué me fuerzas a decirte lo
que para ti sería muy ventajoso no oír? Lo mejor de todo es totalmente inalcanzable para ti: no haber
nacido, no ser, ser nada. Y lo mejor en segundo lugar es para ti morir pronto».
Ya os avisé, un poco trágico, ¿no? Esta actitud de los peligros del conocimiento se encuentra en
muchos sitios, como en la Biblia, con el Árbol del Conocimiento (del bien y del mal) cuyos frutos
son prohibidos, pero es en la escuela de Pitágoras, el filósofo matemático, donde alcanza su mayor
expresión. Los conocimientos de la secta pitagórica eran secretos, y la pena de revelarlos a los no
iniciados era la muerte. Creían que el universo provenía de los números y que existía una armonía
y una perfección matemática en las cosas, pero descubrieron los números irracionales, y esto lo
interpretaron como un error en su sistema de pensamiento. De ahí que ocultaran este
descubrimiento. En la magnífica novela de Umberto Eco, llevada al cine por Jean Jacques Arnaud,
titulada El nombre de la rosa, el protagonista descubre el mítico libro segundo perdido de la Poética
de Aristóteles, dedicado a la risa, en una abadía francesa donde ocurren una serie de misteriosos
asesinatos. El anciano bibliotecario Jorge lo mantiene escondido para ocultar la risa y la reflexión
filosófica de Aristóteles y alejarla de la insaciable curiosidad de los monjes copistas de la abadía.
Sus palabras sobre la risa son aterradoras:
"es la debilidad, la corrupción, la insipidez de nuestra carne. Es la distracción del campesino, la
licencia del borracho. Incluso la Iglesia, en su sabiduría, ha permitido el momento de la fiesta, del
Carnaval, de las ferias, esa polución diurna que permite descargar humores y evita que se ceda a
otros deseos y otras ambiciones."
Es para reírse un poco, ¿no?
Pese a todo, el conocimiento es algo necesario, ya que tenemos que aprender casi todo desde
que nacemos. Veamos un texto del filósofo nada bisoño y muy bisojo Fernando Savater, famoso
por su popular libro Ética para Amador1
, que quizás te leíste en 4º de ESO, que habla de ello:
“Hay ciencias que se estudian por simple interés de saber cosas nuevas; otras, para aprender una
destreza que permita hacer o utilizar algo; la mayoría, para obtener un puesto de trabajo y ganarse
con él la vida. Si no sentimos curiosidad ni necesidad de realizar tales estudios, podemos prescindir
tranquilamente de ellos. Abundan los conocimientos muy interesantes pero sin los cuales uno se las
arregla bastante bien para vivir: yo, por ejemplo, lamento no tener ni idea de astrofísica ni de
ebanistería, que a otros les darán tantas satisfacciones, aunque tal ignorancia no me ha impedido ir
tirando hasta la fecha. Y tú, si no me equivoco, conoces las reglas del fútbol pero estás bastante pez en
béisbol. No tiene mayor importancia, disfrutas con los mundiales, pasas olímpicamente de la liga
americana y todos tan contentos. Lo que quiero decir es que ciertas cosas uno puede aprenderlas o no,
a voluntad.
1
Me gustaría mencionar la ocasión en la que conocí a Amador, en la Facultad de Filosofía de Sevilla, cuando lo invitamos para
dar una conferencia sobre situacionismo. El texto de su contribución puede leerse en la revista Laberinto Minos.
3. Como nadie es capaz de saberlo todo, no hay más remedio que elegir y aceptar con humildad lo
mucho que ignoramos. Se puede vivir sin saber astrofísica, ni ebanistería, ni fútbol, incluso sin saber
leer ni escribir: se vive peor, si quieres, pero se vive. Ahora bien, otras cosas hay que saberlas porque
en ello, como suele decirse, nos va la vida. Es preciso estar enterado, por ejemplo, de que saltar desde
el balcón de un sexto piso no es cosa buena para la salud; o de que una dieta de clavos (¡con perdón de
los fakires!) y ácido prúsico no permite llegar a viejo. Tampoco es aconsejable ignorar que si uno cada
vez que se cruza con el vecino le atiza un mamporro las consecuencias serán antes o después muy
desagradables. Pequeñeces así son importantes. Se puede vivir de muchos modos pero hay modos que
no dejan vivir.
En una palabra, entre todos los saberes posibles existe al menos uno imprescindible: el de que
ciertas cosas nos convienen y otras no. No nos convienen ciertos alimentos ni nos convienen ciertos
comportamientos ni ciertas actitudes. Me refiero, claro está, a que no nos convienen si queremos
seguir viviendo. Si lo que uno quiere es reventar cuanto antes, beber lejía puede ser muy adecuado o
también procurar rodearse del mayor número de enemigos posibles. Pero de momento vamos a
suponer que lo que preferimos es vivir: los respetables gustos del suicida los dejaremos por ahora de
lado. De modo que ciertas cosas nos convienen y a lo que nos conviene solemos llamarlo «bueno»
porque nos sienta bien; otras, en cambio, nos sientan pero que muy mal y a todo eso lo llamamos
«malo». Saber lo que nos conviene, es decir: distinguir entre lo bueno y lo malo, es un conocimiento
que todos intentamos adquirir -todos sin excepción- por la cuenta que nos trae.”
Se puede expresar mejor, pero no más claro. Hay cosas que necesitamos saber. De hecho,
nuestra especie, la especie humana, al nacer apenas sabe muy pocas cosas para sobrevivir, como
llorar y mamar. Todo lo demás tiene que aprenderlo. Antes se solía decir que uno dejaba de
aprender cuando encontraba su trabajo, incluso mucha gente sin estudios llegaba lejos, pero hoy
en día la cosa ha cambiado mucho: vivimos en la sociedad del conocimiento.
Para comprender bien qué es esto, os recomiendo que leáis y escuchéis a Manuel Castells, un
sociólogo, economista y profesor universitario de sociología y urbanismo en la Universidad de
Californa en Berkeley2
. Os resumiré qué entiende él por sociedad del conocimiento3
: Es una nueva
organización de la sociedad impulsada por una revolución tecnológica. Se llama revolución
porque cambia mucho en muy poco tiempo, en contraste con una evolución, que es un cambio
muy lento. Imagina cuando comenzó la revolución industrial al inventarse la máquina de vapor y
todo lo que vino detrás: industrialización, ferrocarril, etc. Luego vino otra gran revolución al
inventarse el motor eléctrico y todas sus consecuencias. Ahora estamos en una revolución
tecnológica que ha cambiado cómo se procesa la información (enorme cantidad y velocidad de
datos), cómo se genera el conocimiento (la información es la base) y las tecnologías en sí mismas
(internet y la ingeniería genética).
Karsten Krüger, profesor de sociología en la Universidad de Barcelona, ha estudiado bien las
conclusiones de todo esto. La sociedad anterior tenía como bases fundamentales el capital (el
dinero, la pasta, los billetes…) y el trabajo (fuerza productiva). Ahora, la estructura de la economía,
el poder y la sociedad entera se basan en saber tratar la información (analizarla, diferenciar la que
es importante entre tanta cantidad, procesarla, etc.) o ser un experto en una materia. Ya no tiene
tanta importancia fabricar objetos materiales como en crear productos basados en el
conocimiento. Del intercambio de objetos se ha pasado al intercambio de información. Puede
comprobarse cómo las capacidades cognitivas (como aprender a aprender o el aprendizaje para
toda la vida), la creatividad, los conocimientos y el manejo de la información es lo que contribuye
más a la riqueza de las empresas, estados y organizaciones. Han surgido numerosas profesiones
nuevas relacionadas con el conocimiento, y los países más avanzados ya no invierten en industria
2
No me puedo resistir a recomendaros esta entrevista que habla de su pasión intelectual: cuando quiere aprender algo se pone a
dar clases de ello: http://www.rtve.es/alacarta/videos/pienso-luego-existo/pienso-luego-existo-manuel-castells/1876628/
3
Si quieres ir directamente a la fuente original, aquí está:
http://www.uoc.edu/culturaxxi/esp/articles/castells0502/castells0502.html
4. ni en material primas (para eso está China). Esto conlleva que el conocimiento sea el factor básico
de la desigualdad social (mientras más conozcas más posibilidad de encontrar trabajo tendrás y al
contrario) pero también de la solidaridad social (la unión de redes de conocimiento hace que un
grupo o comunidad prospere y mejore).
La paradoja de la sociedad del conocimiento: el crecimiento del no-conocimiento. Conocer
más produce también más desconocimiento. Esto ya lo dijo Sócrates: “sólo sé que no sé nada”. Con
esta máxima quería decir que él era el más sabio porque sí sabía que no sabía, mientras los sus
conciudadanos atenienses no sabían que no sabían en realidad. Mientras los conocimientos
aumentan con gran rapidez, saber lo que no sabemos aumenta con un ritmo mucho más
vertiginoso. La sociedad del conocimiento produce más zonas de incertidumbre.
“La ignorancia (no conocer que no se conoce) se ha sustituido por la
incertidumbre (conocer que no se conoce)”4
Esto es algo que se ve cuando haces un estudio o trabajo sobre internet, por ejemplo. Empiezas
a buscar información sobre cómo funciona, su historia, cómo se está desarrollando, y cada vez te
das cuenta de que hay novedades casi a diario, y para conocerlas en profundidad necesitas
demasiado tiempo, no te da tiempo a conocerlas todas. Cuando has comprendido una, han pasado
dos semanas, y puede que esa novedad ya no sirva o se esté utilizando. Desbordante, ¿verdad? El
cantante Jorge Drexler define muy bien esto con una metáfora hiperpotente, en su tema Data data,
una crítica a la sociedad del conocimiento, que en definitiva es economía del conocimiento o
capitalismo del conocimiento, como señala Karsten Krüger en su artículo mencionado. Aquí está el
estribillo del tema de Drexler:
Data, data, data, data, data, data, data
¿Cómo se bebe de una catarata? 5
Terminamos el apartado volviendo al psicólogo humanista Abraham Maslow y su pirámide de
las necesidades humanas:
En conclusión, ¿qué responderías a la pregunta inicial? ¿Es necesario conocer?
4
EL CONCEPTO DE 'SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO' Karsten Krüger, pág. 7
5
Jorge Drexler en Youtube: http://youtu.be/GtY3TAmfFEA
5. Actividades
1. Realiza una página o varias de tu periódico con este apartado incluyendo una breve disertación
sobre si es necesario o no conocer.
2. Incluye en el periódico una pirámide de las necesidades humanas de Maslow con diseño y arte de
tu propia cosecha, no escatimes en creatividad y talento, ¡que tienes de sobra! Puedes inspirarte en
este ejemplo:
3. Haz un comentario crítico sobre las siguientes frases, señalando qué actitud (miedo, rechazo,
curiosidad, etc.) tienen ante el conocimiento, si lo ven como necesario o no, utilizando las ideas que
has aprendido en este apartado:
a. “Dame pan y dime tonto”
b. “Solo hay un bien: el conocimiento. Solo hay un mal: la ignorancia” (Sócrates)
c. “Lo que motiva a los trabajadores del conocimiento es lo mismo que motiva a los voluntarios… necesitan,
sobre todo, retos” (Peter Drucker)
d. “Ojos que no ven, corazón que no siente”
e. “La ignorancia da la felicidad”
f. “El conocimiento es poder. La información es libertadora. La educación es premisa del progreso, en toda
sociedad, en toda familia” (Kofi Annan)
g. “El conocimiento se adquiere leyendo la letra pequeña del contrato; la experiencia, no leyéndola”
(Francis Bacon)
4. Escribe una reflexión sobre el conocido refrán “la curiosidad mató al gato”.
5. Ahora reflexiona sobre la siguiente frase de José Saramago, premio Nobel de Literatura:
6. El filósofo Immanuel Kant dijo “¡sapere aude!”. ¿Qué significa? ¿En qué libro lo escribió?
6. B. El edificio del conocimiento
Como ya es costumbre, una vez colocados los cimientos del tema con la introducción, procedemos a
poner la primera piedra de nuestro edificio del conocimiento. Esta vez la elección me ha llevado a Madrid,
al edificio del Caixaforum del Paseo del Prado. Por
si no lo has visto, es un edificio compuesto por dos
partes: el edificio antiguo original, elevado sobre
el suelo en una especie de plataforma, y la parte de
arriba, completamente nueva y de metal que va
oxidándose con el tiempo. Esto simboliza muchas
cosas, pero lo que quiero transmitir con ello es que
el conocimiento tiene una base muy sólida,
aunque parezca frágil, que tiene una larga historia
y que se eleva sobre su propio pasado para
construirse por encima; la parte de arriba, que va
oxidándose, representa cómo el conocimiento va
evolucionando, y a veces se revoluciona,
provocando un cambio radical de nuestra visión
del mundo. El edificio alberga varias salas
reservadas a colecciones y exposiciones de arte
itinerantes, salas educativas, una librería y tienda de regalos y juguetes, y una cafetería y restaurante en la
planta de arriba. Esto representa que el conocimiento requiere profundizar, entrar en el edificio y perderse
por sus salas, contemplar, analizar, comprender, escribir sobre lo que ves, lo que no ves, lo que podría ser,
y como la gran empresa del conocimiento no es una tarea individual, sino colectiva: necesita de arquitectos,
pero también de albañiles, de carpinteros, fontaneros, repartidores, camioneros, servicio de limpieza,
equipo de gestión, administración, dependientes y atención al público, vigilancia, mantenimiento del
edificio, transportistas especializados en obras de arte, informáticos e ingenieros, camareros y cocineros, y
una cosa fundamental: público. El conocimiento está esperándote. Entra y disfruta. Déjate impresionar y
aprende. Los museos son como 10 clases en una, pero además caminando, interactuando. Visita los museos,
son divertidos y aprendes sin darte cuenta.
El gran edificio del conocimiento se va construyendo con la última tecnología, pero también
con técnicas muy antiguas. Tradición y vanguardia: los conceptos vienen de muy atrás en el
tiempo, y poco a poco han ido modelándose y precisando para ser más eficaces. Aquí os ofrezco
una perspectiva de otras posibles. Hay mucho escrito y pensado sobre el conocimiento y sobre sus
conceptos. Me remito a la que considero mejor de las enciclopedias de filosofía a nuestra
disposición: la Stanford Encyclopedia of Philosophy, que puedes consultar en internet (teniendo un
buen nivel de inglés) en https://plato.stanford.edu. También he utilizado otras fuentes, como
manuales y libros de epistemología relevantes y algún que otro apunte de la facultad. Empezamos.
Epistemología
Estudio del conocimiento y de la creencia justificada
Preguntas clave de la epistemología
¿Cuáles son las condiciones necesarias y suficientes para el conocimiento?
¿Cuáles son las fuentes del conocimiento?
¿Cuál es su estructura?
¿Cuáles son sus límites?
Caixaforum y Jardín vertical
7. Conocimiento
a) Acción de conocer o saber
b) Facultad humana para comprender por medio de la razón
la naturaleza, las cualidades y las relaciones de las cosas
c) Capacidad humana de percibir estímulos físicos mediante los sentidos y de tener
consciencia de su existencia y del mundo que le rodea
Definición epistemológica de conocimiento
Conocimiento es creencia justificada
Creencia
Proposición (oración enunciativa) que se cree que es verdadera
Justificación
Operación que consiste en comprobar que una creencia es verdadera
Veamos algunos ejemplos:
Laertes dice:
“Creo que la proposición ““knowledge” es “conocimiento” en inglés”” es verdadero”
Para estar segura, ya que tiene un examen mañana, busca un diccionario de inglés y
comprueba que la palabra “knowlegde” significa “conocimiento”
Ahora la creencia está justificada por el diccionario
Por tanto, es conocimiento
Ahora Laertes puede decir:
“Sé que la proposición ““knowledge” es “conocimiento” en inglés”” es verdadero”
No es lo mismo creer que saber
Otro ejemplo:
Atenea dice
“Creo que en el examen de filosofía va a caer el apartado de David Hume”
Atenea puede intuir que va a caer este autor, porque conoce al profesor y sabe que le gusta.
Pero no lo sabrá hasta que haga el examen.
Su creencia se convierte en conocimiento solamente cuando comprueba si cae la pregunta en
el examen. Antes, era una creencia con posibilidad de ser verdadera. El único que sabía si cae en
el examen era el profesor, los demás podían creer o no. ¿Qué hubiera pasado si un alumno
avispado se encontrara un examen olvidado en la clase con la pregunta sobre David Hume? Ese
alumno, sí que sabría lo que cae. Imagina que vuelve el profesor y el alumno se da cuenta un
poco antes, porque lo ve por la ventana, y se traga el examen. Luego el alumno, que quiere
compartir su descubrimiento con sus compañeros de clase, les dice que sí, que Atenea tiene
razón, y va a caer Hume en el examen. Pero él no tiene la prueba, porque se ha tragado el
examen. ¿Lo creerían o no? ¿De qué depende?
Actividades
1. Vamos a tirar los dados. Apuesta por qué número saldrá. Imagina que dices que saldrá el
6 aunque sale el 3. ¿Dirías que sabías o que creías que iba a salir el 6? Suponte que sale el 6.
¿Dirías que sabías o creías que iba a salir? ¿Por qué?
2. Muchas veces creemos que sabemos. Por ejemplo, mucho antes de saber que la Tierra gira
alrededor del sol en un movimiento elíptico, se creía que la Tierra era el centro del
Universo y que el sol giraba alrededor de ella. ¿Lo sabían o creían que lo sabían?