BIOMETANO SÍ, PERO NO ASÍ. LA NUEVA BURBUJA ENERGÉTICA
Vulnerabilidad histórica
1. Jesús Daniel Murillo Urazan LicenciaturaenPedagogíaInfantil
Vulnerabilidad Histórica
Jesús Daniel Murillo Urazan
Universidad de La Sabana
Facultad de Educación
Licenciatura en Pedagogía Infantil
2020
Jesús D. Murillo, estudiante de Pregrado en Licenciatura en Pedagogía Infantil, de la
Universidad de la Sabana.
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Vulnerabilidad histórica
El desarrollo humano y más puntualmente el desarrollo infantil parece haberse visto
entorpecidos por el peso de la historia, desde una lucha de clases ya bastante antológica, hasta
una concepción de infancia extremadamente volátil y cambiante (Bauman. Z, 2011; Enesco. I,
2008) que dejó huella inclusive en estos días, momentos en los que la intervención y el deseo de
ayuda hacía la infancia son fervientes y apoyados por entidades de gran poder como la
UNESCO.
La idea de criar, educar y formar a los infantes es tan antigua como la historia misma
(Enesco. I, 2008), ni bien las sociedades más antiguas empezaban a situarse, ya era necesario un
proceso de socialización, donde no solo se transmitía a los más jóvenes todas las costumbres y
aspectos básicos para vivir en sociedad-socialización primaría-, sino también la necesidad de
brindarles (a los niños) las herramientas con las que podrían encajar en la comunidad una vez
alcancen la adultez -socialización secundaria-. Lo anterior le apunta a un único objetivo,
preservar la especie, el mantener tradiciones y de avanzar a través de la historia (Martínez. S,
2010), he ahí la importancia de la educación a los más jóvenes, y el por qué la humanidad la ha
mantenido tan arraigada a su historia, sin embargo, esto no significa que todo su trayecto haya
sido exponencialmente positivo.
Enesco, I (2008) describe brevemente el trayecto que tuvo el concepto de infancia en
diferentes momentos de la historia, tomando como base a los antiguos griegos. Estos buscaban
formar a sus infantes como “libres pensadores”, para ello, hacían hincapié en la educación física.
El cuerpo era una parte muy importante en el desarrollo del niño para ese entonces, esto se puede
apreciar en el énfasis que se le hacía a la educación de los niños durante sus primeros años de
vida, preparándolos para situaciones difíciles, acostumbrando sus cuerpos al frio y
permitiéndoles el juego, muchas veces simulado basado en profesiones serias con tintes de
realidad. Luego y en especial con los varones, se les instruía en lectura, escritura y algunas ramas
de la ciencia.
Lo anterior cambió un poco con la llegada de Roma, civilización que se inclinó más hacía
la retórica y practicas memorísticas, dejando de lado la educación física. Acá se establecían
niveles de educación que nuevamente tendían a beneficiar a los varones, además era muy común
el infanticidio - era perfectamente legal asesinar a un niño que naciese con deformaciones o que
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los padres simplemente no lo deseasen -y métodos de anticoncepción como el lavado, también se
creía que era peligroso que una mujer que alcanzara determinado nivel de conocimiento.
Si bien las sociedades antiguas parecían tener puntos altos y bajos con respecto a la
infancia, el más grande declive de la historia pudo haberse visto con la llegada de la edad media
y el cristianismo. No solo por el uso de los infantes como mano de obra a bajo costo, o la
altísima tasa de mortalidad de pequeños por cuestiones de enfermedades o el mismo trato social -
puesto que la iglesia permitía vender o matar niños antes de los 7 años-, sino más bien por la
concepción que se tenía de la infancia, siendo, presuntamente, un estado similar a una
enfermedad. Decían en esa época “No hay peor estado, más vil y abyecto, después del de la
muerte, que la infancia”. Según las ideologías de esta época, los niños venían con el pecado
original, y acá, el foco de educación ya no era formar libres pensadores o extraordinarios
oradores, lo que necesitaba la sociedad era fieles seguidores de la iglesia y de Dios.
No fue sino hasta la llegada de pensadores como Locke (1632-1704), Rousseau (1712-
1778) o Froebel (1782–1852) durante el renacimiento, siglo XVIII y XIX, que la importancia
hacía la infancia es retomada: La experiencia, el rol de la madre en el proceso educativo, la
apreciación del niño como un ser bueno por naturaleza, la necesidad de la educación obligatoria
y la inclusión de las niñas en todo este proceso. Finalmente parecía que todo comenzaba a tomar
camino.
Ahora bien, el cambio -por así decir- positivo ocurrió mayoritariamente en Europa, por
Latinoamérica y Norteamérica, la letra con sangre era el común denominador de escuelas y
colegios a lo largo y ancho de los continentes. La diferencia era tal que parecía como si aún no se
comprendiera la complejidad del desarrollo del niño (Miguelez. M, 2009), o que no bastaba con
la acción de “enseñar”, sino más bien, de comprender todas las dimensiones que comprenden a
esos pequeños universos llamados niños: (Desarrollo neurofisiológico, cognitivo, inteligencias,
creatividad, psicológico, afectivo, social, moral, ético, valores, vocacional y profesional)
(Miguelez. M, 200).
Centrándonos en la actualidad, lamentablemente no es muy favorable el panorama., es
bien sabido que no podría disfrutar de igual calidad de vida un niño que nace en el seno de una
familia adinerada que uno que lo haga en una que carece de recursos. Por un lado, el que
pertenece a la cohorte con recursos, tendría -al menos teóricamente- acceso con mucha más
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facilidad a niveles de educación, estimulación o cuidados adecuados e integrales en casi todos los
momentos de su vida, aspectos casi imposibles para el niño nacido en una familia de bajos
niveles económicos, quien por cuestiones sociales podría también o verse vinculado a grupos
delincuenciales a cortas edades o nunca acceder a una educación adecuada (Bauman. Z, 2011).
No solo las oportunidades con respecto a la educación están directamente relacionadas
con el grupo social al que pertenece un niño, si no también, la capacidad que la familia tiene para
afrontar situaciones diversas. No es coincidencia que cuando una catástrofe ocurre, una gran
población pasa por debajo del radar, por lo general, personas de bajo nivel socioeconómico o que
pertenecen a determinadas minorías (llámese afrodescendientes o latinos) quienes, por cuestiones
de administración regional y distribución de riquezas, no podrían recuperar -si es que ocurre-
recursos perdidos por diferentes circunstancias, para ellos, una catástrofe no solo significa un
peligro mortal sino también un peligro para todos sus bienes, bienes que fácilmente miembros de
la clase social alta pueden restaurar.
Además de lo anterior, es necesario también hablar de un hecho, y es la inclinación de la
sociedad consumista para invertir en aspectos que a primera vista son irrelevantes, por ejemplo,
según Bauman Z, Estados Unidos invierte cerca de 17 millones de dólares en comida para
mascotas, en contra medida, harían falta 19 millones de dólares para acabar con la hambruna a
nivel global (Bauman. Z, 2011).
Afortunadamente, y gracias a documentos anuales como “el estado mundial de la
infancia”, voluntarios y trabajadores, es posible identificar los diferentes aspectos que más
acogen a una población infantil en particular, lo que permite establecer metas y estrategias para
la intervención, mejora o solución de dichas problemáticas, por ejemplo, en “el estado mundial
de la infancia” para España en 2016, uno de los problemas que más asolaban a la población eran
los altos niveles de matrimonio y embarazo en niñas de edades inferiores a los 18 años. El
objetivo en este caso fue establecer un plan de apoyo educativo preventivo que permitiera a las
niñas acceder a un nivel educativo superior, básicamente brindar más oportunidades, lo que
generó reducir aquellos alarmantes índices.
Evidentemente la intervención en otras circunstancias sería diferente, no es tan fácil
intervenir en países con conflicto armado, ni tampoco es adecuado simplemente llevarles comida
a poblaciones en riesgo, en cada caso, como bien se estipula en los documentos del estado
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mundial de la infancia, se requiere de un estudio previo y planeación de las intervenciones y
soluciones sostenibles, en pocas palabras, a los niños que no tienen que comer, no se trata de
llevarles alimento y ya está, se trata de enseñarles a estas comunidades a conseguir alimento a
través de una ayuda puntual, una ayuda sostenible que se mantenga por un periodo de tiempo
prolongado.
Para concluir, es cierto que la infancia ha pasado por malos momentos a través de la
historia, y es posible que aún en la actualidad sufra de injusticias, sin embargo, existen entidades
que están dispuestas a dar cuenta de las problemáticas puntuales, y personas aún más dispuestas
a actuar para solventar dichas problemáticas con un enfoque que sigue siendo el mismo,
preservar la especie, no se trata de sencillamente satisfacer necesidades, sino en cambio, de
educar y es a través de esta educación que se garantizan oportunidades y mejores condiciones de
vida.
6. Jesús Daniel Murillo Urazan LicenciaturaenPedagogíaInfantil
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