El documento resume la historia bíblica de Jesús observando a una viuda pobre que dona dos monedas en el templo. Jesús señala a los discípulos que a pesar de ser una pequeña cantidad, la donación de la viuda implicó un mayor sacrificio y esfuerzo que las mayores donaciones de otros, ya que era todo lo que ella tenía. El documento exhorta a los lectores a dar a la iglesia más allá de lo que sobra, con esfuerzo y sacrificio como hizo la viuda, confiando en que Dios recompens

1. El óbolo de la viuda
32º domingo ordinario - B

2. Estando Jesús
sentado enfrente del
cepillo del templo,
observaba cómo la
multitud iba echando
monedas… Se acercó
una viuda pobre y
echó dos reales.
Llamando a sus
discípulos les dijo:
En verdad os digo que
esta viuda ha echado
más que nadie…
Marcos 12, 38-44

3. Jesús sabe observar,
y esto lo hace un
gran comunicador.
Mira a la gente que
acude al templo y se
percata de sus
actitudes ante el
arca de las ofrendas.
Y aprovecha la
ocasión para
enseñar a sus
discípulos.

4. Una viuda, pobre,
echa dos monedas. Es
muy poco… y es todo
lo que tiene. Jesús
señala a sus discípulos
el valor del gesto de la
mujer. Su generosidad
es más auténtica y
sincera que la de
aquellos que echan
sin esfuerzo alguno.

5. Jesús nos exhorta a
dar algo más de lo que
nos sobra: la donación
ha de implicar un poco
de esfuerzo y renuncia
por aquello en que
creemos.
Si todos los fieles
hiciéramos este
esfuerzo, se podrían
cubrir muchas
necesidades de la
Iglesia.

6. La Iglesia necesita de nuestro tiempo, nuestro dinero y
nuestra libertad para extender el Reino de Dios.

7. No hay generosidad que no se ve recompensada. Así le
sucedió a la viuda de Sarepta, que acogió al profeta Elías
cuando apenas tenía nada que comer para ella y su hijo.
La confianza en Dios obró el milagro: jamás faltó aceite y
harina en su hogar. Dios es providente con los que han sabido
ser generosos.

8. La Iglesia tiene muchas necesidades para sus obras
humanitarias y pastorales.
Dios nos lo da todo: la vida, la familia, los bienes, los
recursos que nos permiten vivir con dignidad. ¿Qué
podemos darle nosotros a él? Toda ofrenda será pequeña…

9. Pero Dios no mira la cuantía, sino el valor de nuestro
esfuerzo. Si nos sentimos familia de Dios, si la Iglesia es
para nosotros un hogar entrañable, no podemos dejar de
ser generosos.

10. La medida de nuestro sacrificio será la medida del amor que
profesamos hacia Dios. Nuestra donación refleja el
compromiso auténtico hacia su Iglesia.

11. No hay excusas. Hasta la persona más pobre puede dar su
óbolo, su talento, su pequeña aportación para ayudar a la
obra de Dios en el mundo. Y Dios velará por aquellos que son
generosos: devolverá el ciento por el uno.

12. Textos: Joaquín Iglesias Aranda
http://homilias.blogspot.com