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ALJÓFAR
(1918-1922)
Alfonso Hernández Catá
Trascripción:
Julio Tamayo
cinelacion@yahoo.es
2
3
ALFONSO HERNÁNDEZ CATÁ
Un salmantino de ida y vuelta
Un salmantino cosmopolita, universal, como buen diplomático, como buen
republicano. Considerado un escritor cubano, americano, para los españoles de la época,
y español, hispanista, para los cubanos. El eterno drama, esquizofrenia, de los escritores
de sangre bilingüe como Manuel Mur Oti, el director, escritor, “Destino negro”, español
más profundamente cubano. Desde Cuba tratan de reivindicarlo ninguneando, obviando,
sus capitales vinculaciones españolas, que tildan de anecdóticas. Desde España ni se le
recuerda, a pesar de ser el mejor cuentista, con diferencia, de la Generación del 98, el
menos costumbrista, aunque se le suela incluir en el cajón desastre del Modernismo,
encajaría mejor en el del Romanticismo, al menos en sus cuentos fantásticos. Además es
autor de una de las novelas fundamentales, seminales, del 98, “Pelayo González”. Por lo
visto para los críticos cubanos el hecho de que naciera en un pequeño pueblo de
Salamanca, Aldeadávila de la Ribera (donde también nació la gran escritora Matilde
Cherner (seudónimo Rafael Luna), “María Magdalena” (1880)), es un hecho puntual,
como si hubiera nacido allí por accidente, o estando de viaje. La verdad es que su padre
era oriundo de ese pueblo, y quiso que el niño naciera en España y no en Cuba, donde
se encontraba destinado como militar y contrajo matrimonio con una cubana. Nadie
coge un permiso, o excedencia de meses, para regresar a su tierra chica, estando su
mujer ya embarazada, con los riesgos que suponía el viaje a la península en esos
tiempos, si no considera el hecho de que su futuro retoño tenga nacionalidad española
algo fundamental, vamos que Alfonso Hernández Catá no es salmantino por
improvisación.
4
Una vez nacido, a los pocos meses regresan a Cuba, y al morir el padre, la madre
decide enviarlo con 14 años de vuelta a España, a Toledo, para que siga la misma
carrera militar del padre. Huyendo de ese gris destino castrense, se dirige a Madrid a
pie, donde entra en contacto con la bohemia literaria madrileña, descubriendo su
vocación de escritor (“—¿Y en Madrid se le despertaron las aficiones a la pluma y se
dedicó a la literatura, ¿no es eso? —Eso es. Recuerdo que fue en el «Nuevo Mundo»
donde publiqué mi primer trabajo, que se titulaba «Los buzos». Por el que me pagaron
quince pesetas. Ya desde entonces seguí publicando con asiduidad.” (La Acción, 23-
11-1923)). Gracias a la intercesión de otro hispano-cubano, Alberto Insúa, y a su
dominio de los idiomas, empieza a colaborar en diferentes publicaciones periódicas con
artículos, cuentos, novelas cortas y traducciones. Se casa con una hermana de Insúa y
vuelve a Cuba para hacerse un porvenir, económico. Allí colabora con diversos medios
cubanos, y sigue escribiendo también para medios españoles. Vuelve a España como
embajador de Cuba en Santander (1913), después de un periplo por Francia e Inglaterra,
luego en Alicante (1914) y finalmente como cónsul en Madrid (1918-1925), lo que
viene siendo entre unas cosas y otras media vida en España. Supongo que los críticos
cubanos también considerarán circunstancial el hecho de que Hernández Catá dedique
su mejor libro, la novela “Pelayo González”, a Galdós, pelillos a la mar.
5
Tampoco darán importancia al hecho de que la muerte sea la principal obsesión que
recorre casi todos sus escritos (“Los muertos” (1914), “La muerte nueva” (1922), etc.),
tema profundamente español, castellano, que no casa demasiado bien con el exuberante
vitalismo cubano. El castellano del fatalista Hernández Catá, en “Pelayo González”,
tiene muy poco de florido, de exhibicionista, y mucho de castizo, de sobrio, con
ramalazos franco-belgas, Anatole France, Flaubert, Renard, Maupassant, Madame
Rachilde, la pornógrafa decadente, valedora de Oscar Wilde y Alfred Jarry, Maeterlink,
y anglosajones, Poe. Por no hablar de su magistral utilización de la ironía, de la sátira,
que emparentan a “Pelayo González” con “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la
Mancha” de Cervantes o “Los trabajos del infatigable creador Pío Cid” (1898) de
Ganivet, y anticipa el carácter híbrido, experimental, de “Abel de Mairena” (1937) de
Machado, de “Luces de bohemia” (1920) de Valle-Inclán y de “Don Sandalio, jugador
de ajedrez” (1930) de Unamuno.
¿Todo esto equivale a decir que no tiene ninguna vinculación cubana? Por supuesto
que no, ahí está el ensayo “Memoria de Martí”, su libro más retórico, para desmentirlo
(curiosamente, en el principio de ese libro indican que Hernández Catá nació en
Santiago de Cuba, un intento de manipulación, de apropiación, bastante ridículo,
patético). Lo que trato de argumentar es que la influencia española, sobre todo literaria,
tiene mayor peso que la cubana, apenas visible en sus libros. O dicho de otro modo,
Hernández Catá es un cante de ida y vuelta, una habanera de interior cantada por un
castellano viejo. Nacer en un pueblo de Salamanca, nunca es algo coyuntural, imprime
carácter.
Julio Pollino Tamayo
Ex-libris de Alfonso Hernández Catá dibujado por Riquer
6
7
ALJÓFAR: perla de forma irregular. En árabe perla pequeña.
Sección de aforismos y pensamientos varios publicados irregularmente en el
semanario “Mundo Gráfico” entre el 10 de abril de 1918 y el 27 de abril de 1921.
La última publicación fue en la revista “Baleares” el 15 de marzo de 1922.
1
NADA ayuda tanto a odiar la guerra como meditar en la terrible desproporción de
tiempo y de esfuerzo que existe entre crear y destruir.
2
En el trato individual es casi siempre más agradable un escéptico que un fanático;
pero el Progreso humano debe mucho más a éstos que a aquéllos. El escéptico es el
crítico; el fanático, el creador.
3
Menospreciar los cuidados del cuerpo en nombre del espíritu, es pecado contra el
mismo ideal: el cuerpo es, por lo menos, vehículo donde cada espíritu va de la nada a la
nada o de la nada a la eternidad.
(¿Será preciso decir que esta idea ha sido sugerida por el desaseo de algunos poetas?)
4
Esta guerra dejará a los supervivientes el goce de un monstruoso orgullo. Antes, la
Naturaleza permanecía inmutable ante nuestras contiendas, mientras que hoy los árboles
se tronchan, las colinas se allanan, los paisajes se desfiguran y hasta las estratificaciones
seculares se trastruecan allí donde los hombres luchan, sufren y sucumben.
8
5
De tal modo tiene toda separación algo de muerte, que muchas veces, al partir los
trenes o los buques, se oye hablar de las cualidades de quienes se alejan no en presente,
sino en pretérito.
6
Nos creemos nacidos para el bienestar. La dicha es el homenaje que se nos debe; la
desventura, el derecho que se nos merma. Los dolores nos sorprenden siempre, y el
sentimiento de injusticia nos hace considerarlo con rencoroso detenimiento; por eso un
gran dolor enseña tanto.
7
El hombre en quien no tenga el ensueño el contrapeso de la acción, semejará siempre
pájaro con un ala rota: no podrá marcha ni volar.
8
A las almas ambiciosas no les satisface el amor, porque sus fases pueden prefijarse y
su órbita se suele recorrer en poco tiempo. Una vez recorrida, el anhelo mengua, y en
raras ocasiones pueden derivarse de esa satisfacción nuevas ansias. Gran parte de sus
energías espirituales dependen de funciones fisiológicas, y de aquí nace su inferioridad.
Para esas almas necesitadas de perpetuo hervor, el amor es remanso, y las pasiones,
donde juegan más voluntades y más obstáculos, corriente impetuosa que va, por entre
márgenes perpetuamente varias, hacia el Océano insondable, donde se confunden estos
dos conceptos: triunfar, morir.
9
9
El arte supremo del novelista o del dramaturgo no consistirá nunca en el azar de hallar
una anécdota extraordinaria, sino en la potencia de poder vaciar toda el alma en una
anécdota cualquiera.
10
El sentimiento de patria debe nutrirse, más que del recuerdo de los sepulcros, de la
esperanza en las cunas. El ideal, tanto individual como colectivo, es que nadie se ocupe
de dónde se viene, sino a dónde se va.
11
Sólo los seres específicamente viles se alegran de que las injusticias cometidas por los
demás, y las cuales ningún beneficio les reportan, no sean reparadas.
12
El hombre es tan dado a lo maravilloso, que hasta los fantasmas de los hechos le
impresionan más que los hechos mismos: ningún bien alegra tanto, ningún dolor abate
tanto, como una esperanza o una amenaza [otra versión del aforismo: ningún bien
positivo alegra tanto como una esperanza, ni ningún dolor abate lo que una amenaza.].
10
13
La risa y el llanto son formas, a la vez, embrionarias y totales de manifestar los
sentimientos: por eso los niños lloran o ríen tan fácilmente. Después, a medida que la
inteligencia y sus rubores van dominando al alma, la carcajada y las lágrimas se mudan
en sonrisa, en niebla húmeda sobre los ojos. Y sólo cuando vuelve la segunda niñez, se
recobra la espontaneidad para llorar y para reír.
14
La imaginación, símbolo cotidiano de lo inestable, es la facultad suprapositiva del
espíritu; sin ella, todos nuestros placeres y nuestros dolores serían más pequeños.
15
Casi todos los que llaman desgracias a las contrariedades, no suelen llamar dichas a
los sucesos gratos.
16
El demonio de la intransigencia vela hasta en quienes creen vivir en la sombra augusta
del árbol de la serenidad. Ese demonio es un doctor sutil, y empieza por falsear la
expresión verbal seguro de que, insensiblemente, el pensamiento adopta las formas
viciadas. Ejemplo: al que abjura de su religión por la nuestra, le llamamos convertido; al
que la deja por otra, renegado.
17
La moral de los perfectos es como las lamparillas de aceite, que sólo sirven para
alumbrarnos cuando estamos dormidos.
11
18
Las gentes que necesiten escenas tangibles para percibir ejemplos y estímulos
espirituales, en pocos sitios verán tan claramente el poder de la voluntad como en un
circo.
19
Pocas cosas tan admirables como el fonógrafo; pocas más antipáticas que un
fonógrafo.
20
La muerte, cuando aparece en nuestro espíritu sin su sombra habitual, el dolor,
produce menos pavura y más tristeza.
21
Muchos ultraprevisores, en fuerza de preocuparse del futuro, lo van malogrando a
pedacitos, por no detenerse a pensar que el día presente era ayer mismo una parte del
porvenir.
22
Cuando la caridad no tiene el sentido pleno de la privación y devolución, no pasa de
ser un placer más, un placer hipócrita.
23
Los pequeños dolores dejan ocasión a la queja, a la protesta, a la elocuencia; los
grandes, exigen la totalidad de la energía humana para sufrirlos.
12
24
Hasta cuando escribe, a pesar de las precauciones y de las fórmulas retóricas, la mujer
descubre su gusto por las pasiones extremas; y a poco sincera que sea, trasciende su
creencia de que las dos únicas posiciones femeninas son la de víctima y la de tirana. Al
través de su prosa se perciben la cólera o la carcajada. Sólo sonríen a la voluptuosidad o
a la compasión; y si alguna vez suscitan sus cartas impresiones de humorismo, no se
deben a la voluntad, sino a la ortografía.
25
No se es cristiano sino en la medida que se miden y sienten los dolores ajenos.
26
Los verdaderos placeres son aquellos que subsistirían si todas las prohibiciones se
aboliesen. Esto no quiere decir que sean los mejores.
27
Serenidad y vehemencia: he aquí las dos normas de la vida, impuestas más por el
temperamento que por el cálculo. Poner toda el alma en el dinamismo de cada minuto, o
expandirla parsimoniosamente en la plana monotonía de las cosas. ¿Quiénes tienen
razón? Sin duda, los inefables mueren menos cuando llega la hora de la calma final, que
aquellos cuya divisa es ir apasionadamente hacia la muerte.
28
La repugnancia instintiva que en materia de amor inspiran los calvos, viene de que el
amor es vida, exaltación de vida, y la calvicie es un esfuerzo del esqueleto por
manifestarse.
13
29
La felicidad es, casi siempre, algo que no se ha conseguido aún o algo que se ha
perdido ya.
30
Quienes pretenden que el Amor les hizo perder alguna vez el tiempo, es que no
amaron nunca. El amor multiplica todas las potencias vitales: la de comprensión, la de
trabajo, la de goce.
31
La Historia es un nombre fantástico escrito con nombres verdaderos.
32
Pocas cosas tan peligrosas en las relaciones humanas como confundir el prejuicio con
el juicio.
33
El genio es el relacionador de la eternidad con lo transitorio.
34
La ironía es, con respecto al Bien, lo que los viejos enamorados con respecto al amor.
35
Un optimismo que se frustra, es más útil a la inteligencia y a la sensibilidad humanas
que un pesimismo realizado.
14
36
¿Hombre perfecto? Ciénaga florida.
37
La mayor parte de los embusteros empiezan a serlo por falta de memoria, y luego
persisten seducidos por el placer orgulloso de crear.
38
La misión del poeta es hacer penetrar hasta el corazón sensaciones e imágenes que
cotidianamente resbalan sobre la corteza de materialismo que en casi todos embota la
sensibilidad.
39
El ideal de amante es una mujer cuyos ojos hablen mucho y cuya boca sepa callar.
40
Pocas mujeres habrán dejado de decir en las primeras escaramuzas del amor: “Yo soy
diferente a las otras.” Ignoran que cuando son más amadas se ama en ellas lo que tienen
de todas las mujeres sobre lo que tienen exclusivamente de sí mismas.
41
El deseo es egoísmo; el cariño, generosidad; el amor es un compuesto de ambos, y su
excelencia o su peligro dependen sólo de las proporciones de la mezcla.
15
42
La muerte se ríe con su risa de hueso de todas las discusiones humanas, excepto de
aquellas que tratan de la eternidad.
43
La verdadera leyenda no es nunca una invención, sino una amplificación ilusoria del
círculo de posibilidades.
44
Rara vez las potentes individualidades que han ejercido acción personal pueden
desposeerse, al ser juzgadas, de su relación con el medio; dijérase que ellas son el recio
metal y la multitud el molde dúctil del troquel.
45
Cada día la cohesión social va restando posibilidades al individuo; y para apreciar la
lentitud de los progresos éticos, basta notar que si aún son posibles los grandes tiranos,
los grandes organizadores de matanzas, las personalidades dulces tienen desde hace
mucho que refugiarse en el libro o en la tímida prédica: un nuevo Cristo hallaría, sin
duda, barreras infranqueables antes de llegar al huerto de los olivos; y si el seráfico
Francisco de Asís volviese a propagar sus ansias de fraternidad, no tardaría mucho en
ser detenido por el hermano guardia y condenado por el hermano juez, entre el irónico
beneplácito de todos.
46
El corazón es siempre un chico inocente que se pervierte por las malas compañías de
los sentidos.
16
47
Hay que ser partidario de la aristocracia; pero de una aristocracia cuyos pergaminos se
revalúen cada generación.
48
Uno de los signos de eternidad del Arte, es que todas las religiones – síntesis de la
aspiración a la verdad infinita – han necesitado servirse de él.
49
La mayor parte de los consejos, no son sino ejemplos abortados.
50
Hay escritores que pasan media vida aprendiendo cómo se deben decir las cosas, para
luego no tener cosas que decir.
51
El amor se pinta ciego, no tanto por lo que deja de ver cuanto por lo bien que
acostumbra a servirse del tacto.
52
La justicia es una de las pocas aspiraciones humanas no sugeridas por la Naturaleza.
Las más costosas virtudes adquiridas por la voluntad del carácter, son fácilmente
derrotadas por el don y por la simpatía: potestades milagrosas, caprichosas y terribles
que lo deciden casi todo en el mundo.
17
53
El olfato es el más antidemocrático de los sentidos.
54
Todos los vicios se desarrollan mejor durante los viajes.
55
La mayor prueba de prudencia que puede dar un hombre, es cambiar de placeres entre
los cuarenta y los cincuenta años.
56
El miedo al ridículo es uno de los más potentes frenos que detienen la energía
humana.
57
En tantas angustias la muerte se aparece ante la ansiedad humana tan plena de
soluciones totales, que han sido menester para defenderla de los desilusionados de la
vida, dos centinelas siempre alerta: del lado de allá, lo desconocido, y de nuestro lado,
el dolor.
58
Quienes se jactan de no poder ser persuadidos del error de sus creencias, suelen ser los
menos razonablemente convencidos. Para mantener su convicción, han de cerrar los
oídos espirituales y rumiar mientras se les habla la propia idea tan monótonamente, que
concluyen por desposeerla de toda virtud fructificadora y emocional.
18
59
El pudor es la fuerza reactiva del ideal contra los instintos concupiscentes.
60
Los celos constituyen una variación del triste tema de la envidia.
61
La razón y la fe son dos caminos paralelos del espíritu que sólo pueden encontrarse en
ese infinito que nadie conoce y que muy pocos pueden siquiera imaginar.
62
El calificativo es la parte de la oración reservada a las interpretaciones, es decir, a la
mentira en todos sus grados: desde la hipérbole a la invención. Acicate de la vanidad y
propulsor hipócrita de innumerables delitos, cuenta, entre los más nefandos, los
perpetrados contra la propia personalidad. ¡Cuán a menudo vemos a seres casi
inteligentes cambiar lo substantivo por lo adjetivo y preferir parecer a ser!
63
La memoria tiene dos hijos, uno como Abel y otro como Caín: el agradecimiento y el
rencor.
64
A veces el inmoderado anhelo de ir lejos impide gozar de los accidentes bellos del
camino.
19
65
Sin la envidia y sin el dolor, la gloria sería una injusticia.
66
Casi todos los grandes anhelos serían logrados si se invirtieran en merecerlos algunas
de las horas que en desearlos se consumen.
67
Definir justamente es casi crear; mil desconciertos humanos vienen de la inseguridad
con que están fijas en nuestra conciencia las nociones de sentimientos, ideas y hechos
fundamentales.
68
La luz es la madre de la alegría.
69
Las gentes de escasa personalidad creen fingirla contradiciendo en principio toda
proposición que han de aceptar después.
70
Un hombre sin defectos es como un cuadro sin claroscuro.
20
71
La vanidad es la presunción de lo que no se tiene; el orgullo, la conciencia de lo que
se tiene... y de lo que falta.
72
A veces se oye decir, para disculpar a un violento: “Aunque parece así, es
buenísimo...” Desconfiemos. Hay siempre entre la forma y el fondo una relación más o
menos lejana de identidad.
73
En nombre del Amor se han perpetrado más injusticias que en nombre de la Tiranía.
74
La fuerza no puede satisfacerse a sí misma ni aun cuando triunfa; por eso siempre
trata de demostrar que se ha ejercido en defensa de la razón.
75
La lluvia es un elemento gubernamental.
76
Si el amor nos hace generosos, es porque en cuanto se entra en sus dominios, se
adquiere un sentido más intransigente de la propiedad.
21
77
Muy pocos piensan antes de hablar; algunos solo piensan cuando hablan, y muchos no
piensan ni cuando hablan.
78
Los mejores lectores son aquellos que buscan en los libros, no imágenes y sensaciones
contra el tedio, sino luz contra la ignorancia.
79
Todas las cosas, ideas y sentimientos, son, sin duda, viejas para el mundo; pero como
son nuevas para cada generación...
80
La experiencia es el producto más caro de la vida: se compra al precio de la juventud,
y sólo sirve para hacer a los otros más antipática nuestra vejez.
81
La intuición es siempre más fructífera que la experiencia.
82
La multitud convierte en mísera célula a quien no la domina, y escarnece con la mofa
o con la muerte a quien habiéndola dominado, deja de dominarla.
22
83
Lo pintoresco es cosa que complace el ánimo... cuando se ve en casa del vecino.
84
Hay que desear decir “sí”, pero es preciso saber decir “no”.
85
El amor es primero la ilusión, y luego la desilusión del espíritu al pretender vaciarse
en el molde de las necesidades de la materia.
86
La urbanidad convierte los dramas en comedias.
87
La habilidad de los juegos de la inteligencia nada tiene que ver con la brújula
intelectual que sirve para seguir rectamente las dos o tres sendas fundamentales de la
vida. Para iluminar esos caminos hace falta una luz pura, clara, sin oscilaciones. A nadie
se le ocurre alumbrarse en una labor importante con luces de bengala.
88
Algunas mujeres tienen las lágrimas como los calamares la tinta.
23
89
El Carnaval es una de esas fiestas que todos acatamos y que pocos podrían defender.
Filosóficamente, el hombre embriagado es menos peligroso que el enmascarado: el
ebrio sólo trata de no reconocerse a sí mismo; el otro trata de no ser conocido por los
demás.
90
La estupidez ha producido casi tantos dolores como la crueldad.
91
Quien pueda decir en cualquier momento, sin sonrojo, sus acciones, es un hombre
honrado; quien pueda decir sus pensamientos, un santo.
92
La guerra es una violadora de destinos.
93
Sólo aquellos en quien el fanatismo ha secado las fuentes de la comprensión y la
sensibilidad, pueden dejar de conmoverse ante el patético error de los pocos que se
crean un ídolo y saben adorarlo bien.
94
Los pobres de espíritu prefieren, a emprender obras difíciles, añadir dificultades
ilusorias a las obras fáciles.
24
95
Cuando las mujeres discuten alguna grave concesión, están ya muy cerca de otorgarla.
96
Para los pecados irredimibles contra el amor debe existir en la otra vida una pena
horrenda y eterna; para los pecados leves existe en esta vida el castigo del matrimonio.
97
Ningún gesto se parece tanto al de la meditación como el de no estar pensando en
nada.
98
La prudencia es casi la antítesis del miedo: aquélla evita casi siempre los peligros,
mientras éste hace sufrir cada riesgo dos veces. Antes de llegar y cuando llega.
99
Más problemas nos crea la conciencia que los sentidos.
100
Los deleites materiales adquieren a menudo un carácter violento, porque entrañan
siempre un triunfo contra el “destino” de la materia: muy pocas partes de nuestro cuerpo
son aptas para hacernos sentir un gran placer, y en todas podemos sufrir un gran dolor.
25
101
La complicidad no engendra nunca la amistad: el delito es yugo donde dos voluntades
van juntas, recelosas y pesarosas siempre.
102
El concepto despótico de la riqueza no lo adquiere el rico tanto en su propia dicha
como en la envidia y en la tristeza de los pobres.
103
El error fundamental de los hombres respecto de la mujer, proviene de obstinarse en
diferenciarlas en aquello que son iguales y en igualarlas en aquello que son diferentes.
104
Aplazar es sinónimo casi siempre de “no ejecutar”.
105
El calendario y el reloj son dos símbolos de exactitud que suelen servir al hombre de
pretexto para posponer y no efectuar cambios dolorosos de conducta... Decimos: “Desde
esta tarde”, “Desde esta mañana”, para engañarnos a nosotros mismos, como si no
supiéramos que en cada minuto puede empezar una era y que todos los días pueden ser
año nuevo.
106
El sol es a modo de una gran piedra de toque para la ética: casi todas las acciones que
no se acomodan a realizarse bajo su luz, son impuras.
26
107
La sinceridad limita por el Sur con la candidez, y por el Norte con el cinismo.
108
Muchas mujeres se enamoran de los hombres que las hacen reír; algunas se enamoran
de los que las hacen llorar; pocas se enamoran de los que las hacen pensar.
109
La adulación ha perjudicado más a los hombres que la calumnia.
110
La sangre se vierte casi siempre en vano por las opiniones, pero nunca por las
convicciones.
111
El beso es la cifra humana del amor y adquiere todas sus modalidades: es ternura, es
piedad, es deseo, es exaltación. Cuando Judas junta su boca a la mejilla, no besa,
babosea únicamente: es un aborto.
112
El verdadero crítico es un altruista que en vez de entusiasmarse con las inspiraciones
propias, se exalta con las inspiraciones de los otros.
27
113
La inconformidad es la sombra del alma.
114
Ninguna energía es excesiva. En el fondo de cada pecado hay un ímpetu que puede
aprovecharse para el bien, y que si se extirpa torpemente, nos hará falta luego. Una
explosión es algo terrible, y, sin embargo, el motor de petróleo naciente y ya poderosa
fuerza de la industria moderna, no es más que una explosión dosificada.
115
El diletantismo es el egoísmo de la inteligencia, que, por complacerse a sí misma,
renuncia a la profundidad por la diversidad.
116
El temor evita cuando más el delito; la persuasión atrofia el impulso o lo transforma.
117
Platón decía: “Aprender es recordar.” Puede parafrasearse su inquietadora sentencia
de este modo: Recordar es fijar, revivir; reflexionar en lo pasado, preparar el futuro.
118
En la química moral, el amor, al descomponerse, volatiliza su mejor parte: el cariño, y
deja un turbio sedimento: el deseo.
28
119
Querer, es la gran palabra a menudo falsificada. Querer las cosas, querer los hechos,
querer los seres, siquiera una hora cada día, pero con firme y duradera vehemencia, nos
transformaría en dioses, en héroes, en hombres verdaderos.
120
No todos los abortos sucumben al venir al mundo; muchos hay que siguen su
trayectoria vital con las almas ciegas, como piedras de honda lanzadas hacia Dios, que
vuelven a la tierra sin dejar otro recuerdo que el de una sombra inoportuna manchando
el espacio.
121
La palabra es el más maravilloso de los recipientes: no hay frase donde no pueda
caber íntegra un alma entera en toda su grandeza o en toda su ruindad.
122
Ser resignado o ser rebelde sólo depende de la dirección en que se mire.
123
Las dos grandes ideas del origen del hombre se concilian: hombres hay que provienen
del mono, y es imposible dudarlo al ver la vana abundancia de sus gestos y de sus
apetitos; hombres hay, muy pocos, que vienen de Dios, según lo atestigua el persistente
fulgor de sus almas.
29
124
No condenemos con aireada pasividad a los Caínes: acaso Abel no fue tan bueno
como dicen las Escrituras, cuando no supo desenconar y trasmutar la fraternal envidia,
que es siempre triste confesión de inferioridad.
125
Los hechos son machos y las palabras son hembras, es verdad; pero ¿basta aceptar
esta comparación para desdeñar las palabras? Compadezcamos y evitemos las baldías,
las estériles, las feas; y acariciemos y busquemos las capaces de contener emociones y
de llevar en su seno los gérmenes de hechos futuros.
126
Las discusiones convencen a veces a los que las escuchan, pero jamás a los que las
sostienen.
127
Los dolores que no se resuelven en lágrimas, son como los días encapotados en que no
acaba de llover.
128
La víspera posee mayor cantidad de goce que el día siguiente, porque no le cercena
nada; mientras que cada minuto del día esperado, no se disfruta sino a costa de una
disminución de sí mismo.
30
129
Muchos creen que para ser inteligentes basta con suponer tontos a los demás.
130
El éxito se paga con oro; el esfuerzo, con cobre.
131
Si alguien te dice que profesa una religión distinta a la tuya, respétale; si alguien te
dice que no cree en religión alguna, despréciale.
132
La verdadera curiosidad, la fructífera, no está en los que preguntan perezosamente,
sino en los que investigan por sí mismos.
133
La habilidad no excluye nunca por completo a la fuerza, antes bien la administra y
dirige, proporcionando, con secreto instinto de la economía necesaria a la fugacidad de
todo ímpetu, la resistencia o el impulso.
134
Una santidad sin tentaciones nos produce la misma impresión de pequeñez que un mar
sin olas.
31
135
En el sentido pleno de la palabra aspirar, el anhelo ha de ser la chispa que enciende, y
el esfuerzo el gas que, inflamado, determina la fuerza de impulsión.
136
La suspicacia, vicio convertido por los taimados utilitaristas en virtud, pugna con el
sentido de la vida moderna, cuyas dos palabras raíces son solidaridad y confianza; por
grande que sea la acción individual, cada día se basta menos a sí misma para sustituir, y
con que el obscuro obrero que construye el balcón abierto hacia la calle falte a su deber,
el más orgulloso individuo perece.
137
Hasta para realizar el mal perfectamente se necesitan cualidades. Los cobardes, por
ejemplo, apenas si se vengan a medias.
138
Sólo los irreflexivos atribuyen a la memoria un influjo secundario en la eficacia
mental del hombre. Hasta en el dominio de la ética se suele pecar más por olvido que
por ignorancia.
139
La piedra de toque de los verdaderos amores no está en que resisten al desdén, sino a
la posesión.
32
140
Sólo está permitido ser escépticos a quienes temen no poseer bastante amor para
satisfacer las solicitaciones de todas las deidades. Desconfiemos de los que llaman
escepticismo a una indiferencia cuya base es la sequedad de corazón y la pereza de
pensamiento.
141
El placer y el dolor no constituyen los extremos de la escala sensorial donde se funden
materia y espíritu. El placer tiene es su misma esencia algo de violento que le da la
fugacidad precisa a la poca resistencia del hombre; si lo que entendemos por placeres se
prolongase a muchos días, serían terribles dolores deleitosos... Así, pues, el dolor sigue
en uno de los términos de la escala; pero en el otro no está el goce, sino la serenidad.
142
Un hombre de gran inteligencia sin carácter, es como un buque de potentes máquinas
sin timón.
143
Mentiroso lugar común es el que dice: “Las comparaciones son odiosas.” ¿Cómo
renunciar a la comparación cuando poseemos tan pocas nociones absolutas? Hay que
comparar objetos, personas, sentimientos, ideas, o resignarse a reducir las
investigaciones a un juego quimérico del espíritu, por cuyos resultados pase a veces,
fortuitamente, la órbita de la verdad.
144
La capacidad innegable de fingimiento que posee la mujer, proviene de la secular
esclavitud del sexo. Hasta las más torpes poseen riquezas de disimulo y argucia que
sorprenden... Las malas herencias fueron siempre las más equitativamente repartidas.
33
145
Hay viejos que parecen estar en el mundo para quitar a los hombres el miedo a la
Muerte.
146
El fanatismo es la fe de los hombres de acción.
147
La injusticia es cosa tan terrible, que quienes luchan mucho tiempo contra ella acaban
por volverse injustos.
148
Desconfiad de esos que pretenden, so capa de exaltar la sinceridad y la llaneza,
imponer el imperio del cinismo y de la grosería. En el fondo de toda acción infame, aun
de aquellas más disfrazadas de refinamiento, existe la ineducación y la ordinariez.
149
La caridad, acaso la más grande de las virtudes cristianas, dice implícitamente que las
palabras maravillosas predicadas entre el pesebre de Belén y el Gólgota son simientes
estériles en el pedregal de los egoísmos de los hombres. ¿Sería necesaria ni casi
concebible la caridad en el reinado de los justos?
34
150
La suma de nulidades y concupiscencias crea masa, mas nunca mejora la calidad.
Nada más opuesto al anhelo de reducir a un mínimum las injustas desigualdades que
dicta la Naturaleza, que ese igualitarismo de intestino que pretende nivelar por los más
soeces, por los más ineptos, por los más bajos.
151
Los hombres débiles proceden siempre en las situaciones extremas cual si después de
su acto no fuera posible ninguno más; los fuertes gradúan su energía y dan a todo golpe,
a toda acción, el previsor carácter de cosa penúltima.
152
El consuelo que aparta al espíritu afligido de la causa de su tristeza, es siempre es
siempre engañoso. Consolar bien es hilar con el dolor una hebra tan sutil, que poco a
poco imposibilite toda exasperación y cree una atmósfera donde se pierda la impresión
encolerizadora de haber chocado contra la injusticia. Pero pocos son capaces de dar y de
recibir ese consuelo que sumerge el alma en una penumbra, en una laxitud, en una
serenidad que casi se acerca al placer.
153
Las supersticiones son una especie de religión al detall.
154
Así como de tiempo en tiempo las ígneas corrientes subterráneas determinan, en
parajes separados por cientos de leguas, terremotos y erupciones, el pensamiento
humano tiene en las más lejanas e incomunicadas zonas erupciones y trepidaciones que
nadie sabe de dónde vienen ni cómo pudieron propagarse.
35
155
Todas las tiranías son odiosas; pero la sucia tiranía de los incapaces de combatir en sí
mismos la batalla entre el arcángel espíritu y la bestia, es la más lesiva a los intereses
del desenvolvimiento humano.
156
Al legítimo egoísmo colectivo no puede importarle tanto lo que las ciencias o las artes
sean para un hombre como lo que éste sea para ellas.
157
La vanidad es la única planta espiritual que medra en todas las latitudes del alma: hay
quien se envanece de ser el primero, de ser el último... y hasta de ser el mediano.
158
La mayor parte de las mujeres, cuando protestan de la tiranía, no es que aspiren a la
libertad, sino a cambiar de yugo.
159
El deseo sexual suele hablar en nombre del amor, valiéndose de uno de esos abusos de
confianza que hacen a los conocidos llamarse amigos.
36
160
Los grandes dones no pueden caer en abundancia excesiva sobre un solo ser sin
doblegarlo: el talento goza de la vida, de la inferioridad de los otros y aun de su propia
limitación, mientras el genio, chispa divina que un hombre sobrelleva en su
peregrinación terrenal, vive solitario, sin casi posibilidad de amor y comprensión.
Proyectado hacia otro ejemplo menos trascendente, puede recordarse que los
millonarios no logran disfrutar el abandono de la holgura ni la irresponsabilidad del
incógnito. Su riqueza – por venir de tantos – los convierte en hombres de todo el
mundo.
161
Nada tan triste y baldío como esos talentos obstinados en parodiar al genio.
162
Convertirse no es trocar una indiferencia por otra, ni poner por debilidad o cálculo
nuevas ropas al alma. Todo el que se convierte a una nueva religión y no es ella un
santo, ha de repugnar a los espíritus verdaderamente religiosos.
163
Desconfiad de esos entendimientos enmohecidos que se precian de gustar de las ideas
novísimas. Siempre hay en ellos algo del vicio de los viejos que miran a las
muchachitas que aún no son del todo mujeres.
164
Quien no se domina, no logrará nunca dominar a los otros. Podrá, por el talento o la
cólera, sojuzgar, alucinar, pasmar un instante; pero dominar con esa autoridad sostenida
de los verdaderos fuertes, no.
37
165
La satisfacción irreflexiva de los que tras un gran peligro escapan de la Muerte, sólo
tendría justificación si por burlarla en ciertas condiciones se conquistase la
inmortalidad.
166
La Humanidad ha sacado mucho más beneficio de las verdades provisionales que de
las verdades eternas.
167
Debería existir un premio para los que fracasan, a fin de no dejar pretexto alguno a los
perezosos y a los tímidos.
168
Dicen que la Muerte es una gran niveladora, y no es del todo exacto. Mientras no se
desmienta, fuerza es reconocer que todos tenemos la misma manera de estar muertos,
pero no la misma manera de morir.
169
Muchos suelen decir, para disculpar esas brusquedades del espíritu descubiertas por el
gesto o por la palabra: “En la forma es así, pero en el fondo...” No puede darse disculpa
más torpe; pues pocos tienen ocasión, necesidad o capacidad de penetrar hasta el fondo
de personas o cosas, mientras que a todos nos es preciso pasar junto a la superficie.
38
170
El Porvenir y el Pasado son dos montañas que de continuo amenazan derrumbarse
sobre el sendero del Presente, que serpea tímido entre ellas.
171
Todos aspiramos a la Belleza; pero pocos somos capaces de realizar un esfuerzo
cotidiano para disminuir nuestras imperfecciones.
172
El valor es el resultado subconsciente de dos miedos violentos y desiguales sobre un
ser.
173
Quien piensa de continuo en la Muerte, no puede realizar obras grandes; pero quien
jamás piensa en ella, tampoco.
174
El mejor médico no es el que cuenta sólo con la Vida y con la Muerte, sino el que
cuenta también con el Dolor.
175
Los vicios más peligrosos son aquéllos que confinan con ciertas virtudes.
39
176
Hay hombres que poseen ideas; hay hombres poseídos por las ideas. Los primeros son
más fáciles; los segundos, más útiles.
177
El esfuerzo ha de entrar en el campo de la esperanza como el arado en la tierra de que
se desea cosecha próvida.
178
El hombre no puede ser responsable ante los demás y ante sí, de no hallar respuestas
exactas a esas dudas capitales nacidas con el primer albor del pensamiento; pero no
puede eximirse, si quiere merecer el título de verdadero hombre, de abrir en su espíritu
las interrogaciones y de buscarle respuestas en la vida, en los libros y en su propia alma.
179
No hay ser vivo, por rudimentario y alejado de la sensibilidad y el entendimiento que
parezca, que no inspire respeto casi religioso al hombre que ha pensado profundamente
en la vida alguna vez.
180
Las obras del espíritu han de sazonar dentro de él antes de adquirir forma y salir a ser
alimento de todos. Los frutos madurados después de arrancarse del árbol, no adquieren
nunca la plenitud de jugo y sabor.
40
181
Hay cobardes a quienes el miedo, por un fenómeno involuntario, obliga a avanzar, en
lugar de retroceder; y a muchos de ellos se los llama valientes.
182
En el amor, el yo se suele referir a la exaltación y a la fidelidad; el tú, a la belleza y a
los reproches, y la tercera persona, a los celos.
183
Los problemas de la vida exigen, como los problemas abstractos, reflexión y análisis,
pero una clase de análisis rápido, intuitivo casi, para no dejar lugar al cambio de
circunstancias; el análisis premioso sólo sirve para comprobar los malos pasos y
amplificar en la conciencia el disgusto de no haberlos sabido dar bien.
184
Cuando una gran desventura o una gran alegría encuentran para expresarse una gran
voz, nacen uno de esos raros poetas que parecen haber vinculado a su sentimiento del
mundo todo el ayer y gran parte del mañana universal.
185
El orador que subyuga a una muchedumbre, rara vez persuadiría, hasta hacerlo olvidar
sus convicciones y deberes, a otro hombre solo.
41
186
El idealista ha de dar a todo hecho el carácter de penúltimo: a las penas, a las alegrías
y, sobre todo, a la muerte.
187
Cuando la sabiduría no es la medida de la ignorancia, es vanidad estéril.
188
Los débiles que no saben gustar o sufrir en la soledad sus dolores, debieran aprender a
llorar bien; hay llantos tan ridículos, tan feos, que despiertan la repugnancia estética, en
vez de despertar la piedad.
189
Si muchos delitos no se cometen por cobardía, muchas buenas acciones abortan
también por igual motivo. Esta última cobardía es la más triste.
190
La alegría, el dolor y el conocimiento poseen una fuerza centrífuga muy difícil de
vencer; por eso la voluptuosidad del secreto, alcaloide sutil del egoísmo, exige
naturalezas de un excepcional temple. Hay secretos que consumen más que el alcohol y
que la lujuria.
42
191
La soledad en sí apenas tiene valor humano; vacío sin resistencias, donde la fantasía
se engaña, dando al monólogo forma diagonal, es un trasunto de la Muerte, y sólo
adquiere eficacia cuando se emplea en meditar, rectificar o proyectar acciones: en
acendrar los sentimientos y en templar las armas que han de servirnos luego en la vida
de relación.
192
Muy pocos hombres poseen capacidad de entendimiento y de amor para extenderlas,
sin merma de intensidad, por todo el haz del mundo; y las teorías, las fronteras, los
grupos, son productos de esa limitación de tanto dolor y tanta sangre.
193
Las verdaderas heroicidades son las que no modifican el espíritu al modificarse las
circunstancias que las suscitan. Muchas llamadas heroicidades son hiperestesia, estupor
subconsciente, necesidad de dinamismo ante el peligro. El mismo miedo se plasma en
formas tan extrañas, que a veces toma la forma de valor.
194
Cuando la melancolía es un placer hipócrita – flor de ciudad –, se acomoda al ritmo de
un vals; cuando viene de una insuficiencia o un exceso de alma, aconsonanta con el
ritmo del oleaje.
195
Los hombres excepcionales son asideros vivos que se ahíncan en el futuro y tiran
hacia él del peso muerto de la Humanidad.
43
196
El sentido a la vez útil y poético de la Democracia, no consiste en entregar el mundo a
los tumbos ciegos de la mayoría, sino en ir ensanchando las minorías autocreadoras
– por virtud del cultivo de la sensibilidad y la conciencia – hasta lograr que la belleza y
la razón estén en el mismo platillo de la balanza.
197
El nivel normal de la inteligencia del hombre tiene por encima la locura y por debajo
la tontería. Esto, en los vaivenes de la vida, origina errores de punto de vista y hace que
muchos que se creen locos, sean tontos nada más.
198
Hasta por razón de especie, una castidad inquebrantable sería tan monstruosa como
una salacidad sin fin.
199
En todos los grandes artistas, el naturalismo ha sido la escala de Jacob hacia el
idealismo. En esa escala maravillosa y ardua, muchos se rinden sin llegar a lo alto; pero
su esfuerzo resulta siempre más provechoso para la causa eterna del arte, que el de esos
ilusos que quieren empezar su cosmología por las nubes y volar sin saber andar.
200
Lo que más dificulta la felicidad es que hay muchos modos de ser feliz.
44
201
La alegría crea; lo cómico, no. Lo cómico es siempre una maldad más o menos
intensa, más o menos objetiva, que enseña los dientes.
202
Sin el olvido, no gozaría cada hombre más que un solo placer de cada clase, ni sufriría
más que un solo fracaso y un solo dolor.
203
La espontaneidad nada tiene que ver con la improvisación. A veces lo más puro de
nuestro ser no está en la superficie del pensamiento o del sentimiento; y si no
ahondamos, en lugar de ser sinceros, somos falsos, y en vez de espontáneos, artificiosos
por exceso de facilidad.
204
Dos procedimientos opuestos pueden llevar al hombre íntegro a la satisfacción de sí
mismo: imaginar cuando está solo que lo observan, y pensar y obrar cuando está entre
gente, cual si nadie le viese. Lo difícil es no equivocarse al aplicar la regla.
205
Desatar es siempre más difícil que romper.
45
206
La popularidad es el feo revés de la gloria. Los que sólo nos conocen como fútiles
accidentes de sus vidas, sin amor, no pueden por muchos que sean, suplir a esos pocos
amigos que nos miran alma a alma, profundamente. La extensión se consigue casi
siempre a expensas de la profundidad.
207
Muchos males vienen de pensar demasiado en los demás para resolver asuntos
propios; pero otros mayores vienen de pensar egoístamente en nosotros solos, para
resolver asuntos que pueden beneficiar o perjudicar a los demás.
208
Así como todo terreno baldío sugiere a la inteligencia creadora la posibilidad de una
gran cosecha, de un bello jardín o de un edificio maravilloso, y cada bloque abrupto las
formas latentes de una estatua, hay hombres que solo sirven para indicar el sitio en
donde podría llamear la luz de una verdadera vida.
209
El sueño es el aprendizaje de la muerte.
210
La multitud es tan perezosamente ingenua, que cree que todos los relojes colocados en
alto marcan la hora exacta.
46
211
Por instinto, al hablar de alguno de esos hombres que legaron su pensamiento
eternizado a la humanidad, se dice es en vez de era, y, en cambio, se necesita un
esfuerzo de voluntad para no emplear el pretérito al hablar de algunos seres vivos.
Sólo a los irreflexivos debe parecer mal que el Arte no conduzca a la riqueza. Si
además de las emociones y satisfacciones incomparables que la creación estética
produce, granjeara ese poderío del dinero que se gana; por lo común, sirviendo de
intermediarios entre las necesidades o las ilusiones de necesidades y la producción, el
artista justificaría, por su exceso de dicha, todas las violencias vengativas de los demás
hombres.
212
Para probar a los amantes de la justicia, hay que esperar a que la injusticia los
favorezca.
213
Todo amor tiene dos etapas contrarias: en la primera, el esfuerzo se aplica a dar al otro
cuanto más podemos de nuestro ser; en la segunda, a rescatárselo.
214
¡A cuántas citas de amor se acude con el secreto deseo de no encontrar a nadie!
215
Los errores más temibles no son los que sostienen juicios diametralmente opuestos a
la verdad, sino los que se apartan de ella, que engendran, o una aparente identidad o un
peligroso “no vale la pena de combatirlos”. Los primeros tienen en su contra su misma
monstruosidad y viven poco tiempo; los otros tienen a su favor el reflejo de la verdad
próxima.
47
216
Se debe desconfiar de esas gentes a quienes la debilidad de carácter o la malicia llevan
a decir el sí o el no entre una vaguedad de puntos suspensivos, quitándole esa magnifica
fuerza categórica que hace de esos dos vocablos el alfa y el omega simbólicos de todos
los problemas del mundo.
217
Esos animales que miran al hombre cara a cara, hacen pensar en la terrible e injusta
posibilidad de algunos mitos.
218
Esos muertos independientes que no reposan en la estrechez de los cementerios y
descansan bajo el mar o bajo el tumulto de los vivos, debieran ser los hombres, que,
renuentes a la angostura de la Ley, de la Patria y del amor reglamentado, quisieran
respirar todos los aires, amar la vida en sus floraciones infinitas y odiar el error hasta
cuando yergue su adelfa dentro de ellos mismos.
219
Los refranes no son sentencias éticas, sino síntesis empíricas de las artes del mundo;
por eso los hay igualmente verídicos a favor y en contra de muchas cosas.
220
Esos hombres que dan la mano cartilaginosa de una manera blanducha, esquiva,
parecen, más que débiles, estar esperando una distracción del interlocutor para apretarle
ellos a mansalva.
48
221
Acaso el peor defecto de la simetría es suponer que, cuando la sinrazón está en un
sitio, la razón ha de estar forzosamente en el lado opuesto.
222
Hay dos géneros de miedo: uno, mezquino, limitado, que mueve el egoísmo de los
individuos entre los polos del dolor y la muerte; otro, cíclico, en el que se comparte el
dolor de todas las criaturas: éste se suele sentir sólo ante las cóleras de la Naturaleza:
tempestades, terremotos, volcanes; pero algunas sensibilidades puras lo sienten también
ante las guerras.
223
Los hombres lloran casi siempre, sin querer, y las mujeres, también casi siempre,
cuando quieren.
224
Tanto en las relaciones comerciales como en las espirituales, el intermediario suele ser
un enemigo, que se cobra en lucro o en frialdad de espectador su posición equidistante
entre dos anhelos.
225
Sólo en materia religiosa – la única incomprobable – suele pasarse del error a la
verdad, sin cruzar estados intermedios. La ciencia necesita apoyarse en verdades
provisionales, que luego, en cuanto no le sirven para sostener su ascensión hacia el
progreso, reconoce como mentiras.
49
226
Triste caso es el de la vocación sin aptitud; pero tristísimo y de maldad trascendente
es el de la aptitud que se esteriliza en la falta de entusiasmo o en la pereza.
227
Los hombres mediocres se engrandecen ante sus propios ojos con el éxito y se
empequeñecen con la desgracia; los hombres de excepción están siempre por debajo del
triunfo y por encima de la desventura.
228
La experiencia sería de una ejemplaridad infalible si todas las situaciones, aun las más
parecidas, no fueran desiguales.
229
La oportunidad es la madre de los débiles y la hija de los fuertes.
230
Ningún equívoco tan dramático como el del hombre que le pide a una mujer un rato y
se oye ofrecer la eternidad.
231
La multitud llenaba diariamente el templo. Un día, no se sabe con qué propósito,
alguien cambió del altar la imagen adorada; y como la multitud iba siempre al mismo
templo y con el mismo ánimo adormecido por la costumbre, nadie notó el cambio.
50
232
El hombre vive siempre entre dos legiones innumerables de fantasmas: de un lado
están los espectros de cuantos fueron, del otro, de cuantos no han sido aún. Si el hombre
sólo ve la primera de esas legiones, marcha hacia el futuro; si ve la segunda, hacia el
pasado, y si posee visión bastante para percibir ambas, permanece extático, indeciso y
se convierte él mismo en espectro.
233
Cuando veas que un hombre es insensible a las vanidades qne suelen aminorar a los
otros, no afirmes cándidamente: «Este hombre carece de vanidad». Pregúntate más bien:
«¿En dónde habrá puesto este hombre su vanidad?»
234
Sin el olvido, no gozaría cada hombre más que un solo placer de cada clase, ni sufriría
más que un solo fracaso y un solo dolor.
235
La inteligencia es una lente que haciendo converger los testimonios de los sentidos,
los transforma en galerías espirituales.
236
¿Qué importa que el hombre se apodere del aire y del fondo del mar, si no puede
llevar a ellos más que su pequeñez ética, su descontento de sí mismo y su insociabilidad
con sus semejantes? Lo fundamental no son los escenarios, sino los actores.
237
Los que proceden después de haber olvidado las normas, no obtienen nunca resultados
iguales a los que proceden antes de aprenderlas.
51
238
La originalidad es sólo una categoría adjetiva, y si no va unida a una de esas potencias
substanciales que se llaman Verdad, Belleza y Bien, cuando surge pasa estérilmente.
239
Todo lo desconocido es nuevo; pero ¿puede afirmarse que todo lo nuevo se encuentra
siempre hacia el futuro?
240
Sorprende, a veces, al leer biografías de hombres insignes, comprobar sus errores y lo
mal que gobernaron sus vidas. Es que hay inteligencias filantrópicas que florecen sólo
para los demás, se ensanchan y no vuelven a caber nunca en el molde angosto del
egoísmo, que mira a los otros como obstáculos a quienes debe esquivarse o atropellarse.
241
¡Qué fuertes y expresivos debieron ser algunos de esos lugares comunes que ofenden
nuestra sensibilidad cuando se dijeron por primera vez!
242
¡Creadores! ¡No pospongáis la hora de reproduciros en la carne, en la piedra o en el
pensamiento! Esa hora es corta, tal vez única, y está rodeada por los infinitos de la
Muerte, que no satisfecha con su poderosa guadaña acepta todas las complicidades. Un
niño y un viejo pueden matar, mas no engendrar.
243
Lázaro, después de su resurrección, sólo anhelaba estar aislado e inmóvil; mas para
huir de los comentarios, imitaba a los otros mozos. Y así, se dejó amar por una
muchacha de grandes ojos encendidos, que le decía siempre: «¡No me quieres,
Lázaro!... ¡Eres un hombre frío, insensible!» Y él no podía fingir. Hasta que un día la
muchacha murió, y cuando sus deudos la dejaron, Lázaro se acercó al cadáver, y
trémulo, febril, lo besó en la boca apasionadamente.
52
244
Al imprudente que sucumbe se le llama temerario; al que sobrevive, héroe. Si un
hombre se mata para evitar a los suyos el deshonor, es cobarde; si para evitar a su
Patria la derrota, avanza solo y sin probabilidades de triunfo contra el enemigo, su
conducta merece elogios máximos y es citada como espectacular. En ambos casos
el hecho es el mismo —un suicidio,— y sólo la causa altera el resultado. Cuando la
Psicología permita desentrañar la génesis de todas las causas, los hechos adquirirán
insospechados valores; entonces habrá que derribar a muchos héroes de sus pedestales y
sacar a otros de la fosa común.
245
Un hombre de genio en sus relaciones con los demás hombres es semejante a un
pato: ni puede volar alto ni andar bien.
246
Si para castigar a un ladrón el tribunal le despojase de sus ropas, todo el mundo
reiría de la sentencia. Y sin embargo no sería menos lógica que la que condena a muerte
a un homicida.
53

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ALJOFAR (1918-1922) Alfonso Hernández Catá

  • 2. 2
  • 3. 3 ALFONSO HERNÁNDEZ CATÁ Un salmantino de ida y vuelta Un salmantino cosmopolita, universal, como buen diplomático, como buen republicano. Considerado un escritor cubano, americano, para los españoles de la época, y español, hispanista, para los cubanos. El eterno drama, esquizofrenia, de los escritores de sangre bilingüe como Manuel Mur Oti, el director, escritor, “Destino negro”, español más profundamente cubano. Desde Cuba tratan de reivindicarlo ninguneando, obviando, sus capitales vinculaciones españolas, que tildan de anecdóticas. Desde España ni se le recuerda, a pesar de ser el mejor cuentista, con diferencia, de la Generación del 98, el menos costumbrista, aunque se le suela incluir en el cajón desastre del Modernismo, encajaría mejor en el del Romanticismo, al menos en sus cuentos fantásticos. Además es autor de una de las novelas fundamentales, seminales, del 98, “Pelayo González”. Por lo visto para los críticos cubanos el hecho de que naciera en un pequeño pueblo de Salamanca, Aldeadávila de la Ribera (donde también nació la gran escritora Matilde Cherner (seudónimo Rafael Luna), “María Magdalena” (1880)), es un hecho puntual, como si hubiera nacido allí por accidente, o estando de viaje. La verdad es que su padre era oriundo de ese pueblo, y quiso que el niño naciera en España y no en Cuba, donde se encontraba destinado como militar y contrajo matrimonio con una cubana. Nadie coge un permiso, o excedencia de meses, para regresar a su tierra chica, estando su mujer ya embarazada, con los riesgos que suponía el viaje a la península en esos tiempos, si no considera el hecho de que su futuro retoño tenga nacionalidad española algo fundamental, vamos que Alfonso Hernández Catá no es salmantino por improvisación.
  • 4. 4 Una vez nacido, a los pocos meses regresan a Cuba, y al morir el padre, la madre decide enviarlo con 14 años de vuelta a España, a Toledo, para que siga la misma carrera militar del padre. Huyendo de ese gris destino castrense, se dirige a Madrid a pie, donde entra en contacto con la bohemia literaria madrileña, descubriendo su vocación de escritor (“—¿Y en Madrid se le despertaron las aficiones a la pluma y se dedicó a la literatura, ¿no es eso? —Eso es. Recuerdo que fue en el «Nuevo Mundo» donde publiqué mi primer trabajo, que se titulaba «Los buzos». Por el que me pagaron quince pesetas. Ya desde entonces seguí publicando con asiduidad.” (La Acción, 23- 11-1923)). Gracias a la intercesión de otro hispano-cubano, Alberto Insúa, y a su dominio de los idiomas, empieza a colaborar en diferentes publicaciones periódicas con artículos, cuentos, novelas cortas y traducciones. Se casa con una hermana de Insúa y vuelve a Cuba para hacerse un porvenir, económico. Allí colabora con diversos medios cubanos, y sigue escribiendo también para medios españoles. Vuelve a España como embajador de Cuba en Santander (1913), después de un periplo por Francia e Inglaterra, luego en Alicante (1914) y finalmente como cónsul en Madrid (1918-1925), lo que viene siendo entre unas cosas y otras media vida en España. Supongo que los críticos cubanos también considerarán circunstancial el hecho de que Hernández Catá dedique su mejor libro, la novela “Pelayo González”, a Galdós, pelillos a la mar.
  • 5. 5 Tampoco darán importancia al hecho de que la muerte sea la principal obsesión que recorre casi todos sus escritos (“Los muertos” (1914), “La muerte nueva” (1922), etc.), tema profundamente español, castellano, que no casa demasiado bien con el exuberante vitalismo cubano. El castellano del fatalista Hernández Catá, en “Pelayo González”, tiene muy poco de florido, de exhibicionista, y mucho de castizo, de sobrio, con ramalazos franco-belgas, Anatole France, Flaubert, Renard, Maupassant, Madame Rachilde, la pornógrafa decadente, valedora de Oscar Wilde y Alfred Jarry, Maeterlink, y anglosajones, Poe. Por no hablar de su magistral utilización de la ironía, de la sátira, que emparentan a “Pelayo González” con “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha” de Cervantes o “Los trabajos del infatigable creador Pío Cid” (1898) de Ganivet, y anticipa el carácter híbrido, experimental, de “Abel de Mairena” (1937) de Machado, de “Luces de bohemia” (1920) de Valle-Inclán y de “Don Sandalio, jugador de ajedrez” (1930) de Unamuno. ¿Todo esto equivale a decir que no tiene ninguna vinculación cubana? Por supuesto que no, ahí está el ensayo “Memoria de Martí”, su libro más retórico, para desmentirlo (curiosamente, en el principio de ese libro indican que Hernández Catá nació en Santiago de Cuba, un intento de manipulación, de apropiación, bastante ridículo, patético). Lo que trato de argumentar es que la influencia española, sobre todo literaria, tiene mayor peso que la cubana, apenas visible en sus libros. O dicho de otro modo, Hernández Catá es un cante de ida y vuelta, una habanera de interior cantada por un castellano viejo. Nacer en un pueblo de Salamanca, nunca es algo coyuntural, imprime carácter. Julio Pollino Tamayo Ex-libris de Alfonso Hernández Catá dibujado por Riquer
  • 6. 6
  • 7. 7 ALJÓFAR: perla de forma irregular. En árabe perla pequeña. Sección de aforismos y pensamientos varios publicados irregularmente en el semanario “Mundo Gráfico” entre el 10 de abril de 1918 y el 27 de abril de 1921. La última publicación fue en la revista “Baleares” el 15 de marzo de 1922. 1 NADA ayuda tanto a odiar la guerra como meditar en la terrible desproporción de tiempo y de esfuerzo que existe entre crear y destruir. 2 En el trato individual es casi siempre más agradable un escéptico que un fanático; pero el Progreso humano debe mucho más a éstos que a aquéllos. El escéptico es el crítico; el fanático, el creador. 3 Menospreciar los cuidados del cuerpo en nombre del espíritu, es pecado contra el mismo ideal: el cuerpo es, por lo menos, vehículo donde cada espíritu va de la nada a la nada o de la nada a la eternidad. (¿Será preciso decir que esta idea ha sido sugerida por el desaseo de algunos poetas?) 4 Esta guerra dejará a los supervivientes el goce de un monstruoso orgullo. Antes, la Naturaleza permanecía inmutable ante nuestras contiendas, mientras que hoy los árboles se tronchan, las colinas se allanan, los paisajes se desfiguran y hasta las estratificaciones seculares se trastruecan allí donde los hombres luchan, sufren y sucumben.
  • 8. 8 5 De tal modo tiene toda separación algo de muerte, que muchas veces, al partir los trenes o los buques, se oye hablar de las cualidades de quienes se alejan no en presente, sino en pretérito. 6 Nos creemos nacidos para el bienestar. La dicha es el homenaje que se nos debe; la desventura, el derecho que se nos merma. Los dolores nos sorprenden siempre, y el sentimiento de injusticia nos hace considerarlo con rencoroso detenimiento; por eso un gran dolor enseña tanto. 7 El hombre en quien no tenga el ensueño el contrapeso de la acción, semejará siempre pájaro con un ala rota: no podrá marcha ni volar. 8 A las almas ambiciosas no les satisface el amor, porque sus fases pueden prefijarse y su órbita se suele recorrer en poco tiempo. Una vez recorrida, el anhelo mengua, y en raras ocasiones pueden derivarse de esa satisfacción nuevas ansias. Gran parte de sus energías espirituales dependen de funciones fisiológicas, y de aquí nace su inferioridad. Para esas almas necesitadas de perpetuo hervor, el amor es remanso, y las pasiones, donde juegan más voluntades y más obstáculos, corriente impetuosa que va, por entre márgenes perpetuamente varias, hacia el Océano insondable, donde se confunden estos dos conceptos: triunfar, morir.
  • 9. 9 9 El arte supremo del novelista o del dramaturgo no consistirá nunca en el azar de hallar una anécdota extraordinaria, sino en la potencia de poder vaciar toda el alma en una anécdota cualquiera. 10 El sentimiento de patria debe nutrirse, más que del recuerdo de los sepulcros, de la esperanza en las cunas. El ideal, tanto individual como colectivo, es que nadie se ocupe de dónde se viene, sino a dónde se va. 11 Sólo los seres específicamente viles se alegran de que las injusticias cometidas por los demás, y las cuales ningún beneficio les reportan, no sean reparadas. 12 El hombre es tan dado a lo maravilloso, que hasta los fantasmas de los hechos le impresionan más que los hechos mismos: ningún bien alegra tanto, ningún dolor abate tanto, como una esperanza o una amenaza [otra versión del aforismo: ningún bien positivo alegra tanto como una esperanza, ni ningún dolor abate lo que una amenaza.].
  • 10. 10 13 La risa y el llanto son formas, a la vez, embrionarias y totales de manifestar los sentimientos: por eso los niños lloran o ríen tan fácilmente. Después, a medida que la inteligencia y sus rubores van dominando al alma, la carcajada y las lágrimas se mudan en sonrisa, en niebla húmeda sobre los ojos. Y sólo cuando vuelve la segunda niñez, se recobra la espontaneidad para llorar y para reír. 14 La imaginación, símbolo cotidiano de lo inestable, es la facultad suprapositiva del espíritu; sin ella, todos nuestros placeres y nuestros dolores serían más pequeños. 15 Casi todos los que llaman desgracias a las contrariedades, no suelen llamar dichas a los sucesos gratos. 16 El demonio de la intransigencia vela hasta en quienes creen vivir en la sombra augusta del árbol de la serenidad. Ese demonio es un doctor sutil, y empieza por falsear la expresión verbal seguro de que, insensiblemente, el pensamiento adopta las formas viciadas. Ejemplo: al que abjura de su religión por la nuestra, le llamamos convertido; al que la deja por otra, renegado. 17 La moral de los perfectos es como las lamparillas de aceite, que sólo sirven para alumbrarnos cuando estamos dormidos.
  • 11. 11 18 Las gentes que necesiten escenas tangibles para percibir ejemplos y estímulos espirituales, en pocos sitios verán tan claramente el poder de la voluntad como en un circo. 19 Pocas cosas tan admirables como el fonógrafo; pocas más antipáticas que un fonógrafo. 20 La muerte, cuando aparece en nuestro espíritu sin su sombra habitual, el dolor, produce menos pavura y más tristeza. 21 Muchos ultraprevisores, en fuerza de preocuparse del futuro, lo van malogrando a pedacitos, por no detenerse a pensar que el día presente era ayer mismo una parte del porvenir. 22 Cuando la caridad no tiene el sentido pleno de la privación y devolución, no pasa de ser un placer más, un placer hipócrita. 23 Los pequeños dolores dejan ocasión a la queja, a la protesta, a la elocuencia; los grandes, exigen la totalidad de la energía humana para sufrirlos.
  • 12. 12 24 Hasta cuando escribe, a pesar de las precauciones y de las fórmulas retóricas, la mujer descubre su gusto por las pasiones extremas; y a poco sincera que sea, trasciende su creencia de que las dos únicas posiciones femeninas son la de víctima y la de tirana. Al través de su prosa se perciben la cólera o la carcajada. Sólo sonríen a la voluptuosidad o a la compasión; y si alguna vez suscitan sus cartas impresiones de humorismo, no se deben a la voluntad, sino a la ortografía. 25 No se es cristiano sino en la medida que se miden y sienten los dolores ajenos. 26 Los verdaderos placeres son aquellos que subsistirían si todas las prohibiciones se aboliesen. Esto no quiere decir que sean los mejores. 27 Serenidad y vehemencia: he aquí las dos normas de la vida, impuestas más por el temperamento que por el cálculo. Poner toda el alma en el dinamismo de cada minuto, o expandirla parsimoniosamente en la plana monotonía de las cosas. ¿Quiénes tienen razón? Sin duda, los inefables mueren menos cuando llega la hora de la calma final, que aquellos cuya divisa es ir apasionadamente hacia la muerte. 28 La repugnancia instintiva que en materia de amor inspiran los calvos, viene de que el amor es vida, exaltación de vida, y la calvicie es un esfuerzo del esqueleto por manifestarse.
  • 13. 13 29 La felicidad es, casi siempre, algo que no se ha conseguido aún o algo que se ha perdido ya. 30 Quienes pretenden que el Amor les hizo perder alguna vez el tiempo, es que no amaron nunca. El amor multiplica todas las potencias vitales: la de comprensión, la de trabajo, la de goce. 31 La Historia es un nombre fantástico escrito con nombres verdaderos. 32 Pocas cosas tan peligrosas en las relaciones humanas como confundir el prejuicio con el juicio. 33 El genio es el relacionador de la eternidad con lo transitorio. 34 La ironía es, con respecto al Bien, lo que los viejos enamorados con respecto al amor. 35 Un optimismo que se frustra, es más útil a la inteligencia y a la sensibilidad humanas que un pesimismo realizado.
  • 14. 14 36 ¿Hombre perfecto? Ciénaga florida. 37 La mayor parte de los embusteros empiezan a serlo por falta de memoria, y luego persisten seducidos por el placer orgulloso de crear. 38 La misión del poeta es hacer penetrar hasta el corazón sensaciones e imágenes que cotidianamente resbalan sobre la corteza de materialismo que en casi todos embota la sensibilidad. 39 El ideal de amante es una mujer cuyos ojos hablen mucho y cuya boca sepa callar. 40 Pocas mujeres habrán dejado de decir en las primeras escaramuzas del amor: “Yo soy diferente a las otras.” Ignoran que cuando son más amadas se ama en ellas lo que tienen de todas las mujeres sobre lo que tienen exclusivamente de sí mismas. 41 El deseo es egoísmo; el cariño, generosidad; el amor es un compuesto de ambos, y su excelencia o su peligro dependen sólo de las proporciones de la mezcla.
  • 15. 15 42 La muerte se ríe con su risa de hueso de todas las discusiones humanas, excepto de aquellas que tratan de la eternidad. 43 La verdadera leyenda no es nunca una invención, sino una amplificación ilusoria del círculo de posibilidades. 44 Rara vez las potentes individualidades que han ejercido acción personal pueden desposeerse, al ser juzgadas, de su relación con el medio; dijérase que ellas son el recio metal y la multitud el molde dúctil del troquel. 45 Cada día la cohesión social va restando posibilidades al individuo; y para apreciar la lentitud de los progresos éticos, basta notar que si aún son posibles los grandes tiranos, los grandes organizadores de matanzas, las personalidades dulces tienen desde hace mucho que refugiarse en el libro o en la tímida prédica: un nuevo Cristo hallaría, sin duda, barreras infranqueables antes de llegar al huerto de los olivos; y si el seráfico Francisco de Asís volviese a propagar sus ansias de fraternidad, no tardaría mucho en ser detenido por el hermano guardia y condenado por el hermano juez, entre el irónico beneplácito de todos. 46 El corazón es siempre un chico inocente que se pervierte por las malas compañías de los sentidos.
  • 16. 16 47 Hay que ser partidario de la aristocracia; pero de una aristocracia cuyos pergaminos se revalúen cada generación. 48 Uno de los signos de eternidad del Arte, es que todas las religiones – síntesis de la aspiración a la verdad infinita – han necesitado servirse de él. 49 La mayor parte de los consejos, no son sino ejemplos abortados. 50 Hay escritores que pasan media vida aprendiendo cómo se deben decir las cosas, para luego no tener cosas que decir. 51 El amor se pinta ciego, no tanto por lo que deja de ver cuanto por lo bien que acostumbra a servirse del tacto. 52 La justicia es una de las pocas aspiraciones humanas no sugeridas por la Naturaleza. Las más costosas virtudes adquiridas por la voluntad del carácter, son fácilmente derrotadas por el don y por la simpatía: potestades milagrosas, caprichosas y terribles que lo deciden casi todo en el mundo.
  • 17. 17 53 El olfato es el más antidemocrático de los sentidos. 54 Todos los vicios se desarrollan mejor durante los viajes. 55 La mayor prueba de prudencia que puede dar un hombre, es cambiar de placeres entre los cuarenta y los cincuenta años. 56 El miedo al ridículo es uno de los más potentes frenos que detienen la energía humana. 57 En tantas angustias la muerte se aparece ante la ansiedad humana tan plena de soluciones totales, que han sido menester para defenderla de los desilusionados de la vida, dos centinelas siempre alerta: del lado de allá, lo desconocido, y de nuestro lado, el dolor. 58 Quienes se jactan de no poder ser persuadidos del error de sus creencias, suelen ser los menos razonablemente convencidos. Para mantener su convicción, han de cerrar los oídos espirituales y rumiar mientras se les habla la propia idea tan monótonamente, que concluyen por desposeerla de toda virtud fructificadora y emocional.
  • 18. 18 59 El pudor es la fuerza reactiva del ideal contra los instintos concupiscentes. 60 Los celos constituyen una variación del triste tema de la envidia. 61 La razón y la fe son dos caminos paralelos del espíritu que sólo pueden encontrarse en ese infinito que nadie conoce y que muy pocos pueden siquiera imaginar. 62 El calificativo es la parte de la oración reservada a las interpretaciones, es decir, a la mentira en todos sus grados: desde la hipérbole a la invención. Acicate de la vanidad y propulsor hipócrita de innumerables delitos, cuenta, entre los más nefandos, los perpetrados contra la propia personalidad. ¡Cuán a menudo vemos a seres casi inteligentes cambiar lo substantivo por lo adjetivo y preferir parecer a ser! 63 La memoria tiene dos hijos, uno como Abel y otro como Caín: el agradecimiento y el rencor. 64 A veces el inmoderado anhelo de ir lejos impide gozar de los accidentes bellos del camino.
  • 19. 19 65 Sin la envidia y sin el dolor, la gloria sería una injusticia. 66 Casi todos los grandes anhelos serían logrados si se invirtieran en merecerlos algunas de las horas que en desearlos se consumen. 67 Definir justamente es casi crear; mil desconciertos humanos vienen de la inseguridad con que están fijas en nuestra conciencia las nociones de sentimientos, ideas y hechos fundamentales. 68 La luz es la madre de la alegría. 69 Las gentes de escasa personalidad creen fingirla contradiciendo en principio toda proposición que han de aceptar después. 70 Un hombre sin defectos es como un cuadro sin claroscuro.
  • 20. 20 71 La vanidad es la presunción de lo que no se tiene; el orgullo, la conciencia de lo que se tiene... y de lo que falta. 72 A veces se oye decir, para disculpar a un violento: “Aunque parece así, es buenísimo...” Desconfiemos. Hay siempre entre la forma y el fondo una relación más o menos lejana de identidad. 73 En nombre del Amor se han perpetrado más injusticias que en nombre de la Tiranía. 74 La fuerza no puede satisfacerse a sí misma ni aun cuando triunfa; por eso siempre trata de demostrar que se ha ejercido en defensa de la razón. 75 La lluvia es un elemento gubernamental. 76 Si el amor nos hace generosos, es porque en cuanto se entra en sus dominios, se adquiere un sentido más intransigente de la propiedad.
  • 21. 21 77 Muy pocos piensan antes de hablar; algunos solo piensan cuando hablan, y muchos no piensan ni cuando hablan. 78 Los mejores lectores son aquellos que buscan en los libros, no imágenes y sensaciones contra el tedio, sino luz contra la ignorancia. 79 Todas las cosas, ideas y sentimientos, son, sin duda, viejas para el mundo; pero como son nuevas para cada generación... 80 La experiencia es el producto más caro de la vida: se compra al precio de la juventud, y sólo sirve para hacer a los otros más antipática nuestra vejez. 81 La intuición es siempre más fructífera que la experiencia. 82 La multitud convierte en mísera célula a quien no la domina, y escarnece con la mofa o con la muerte a quien habiéndola dominado, deja de dominarla.
  • 22. 22 83 Lo pintoresco es cosa que complace el ánimo... cuando se ve en casa del vecino. 84 Hay que desear decir “sí”, pero es preciso saber decir “no”. 85 El amor es primero la ilusión, y luego la desilusión del espíritu al pretender vaciarse en el molde de las necesidades de la materia. 86 La urbanidad convierte los dramas en comedias. 87 La habilidad de los juegos de la inteligencia nada tiene que ver con la brújula intelectual que sirve para seguir rectamente las dos o tres sendas fundamentales de la vida. Para iluminar esos caminos hace falta una luz pura, clara, sin oscilaciones. A nadie se le ocurre alumbrarse en una labor importante con luces de bengala. 88 Algunas mujeres tienen las lágrimas como los calamares la tinta.
  • 23. 23 89 El Carnaval es una de esas fiestas que todos acatamos y que pocos podrían defender. Filosóficamente, el hombre embriagado es menos peligroso que el enmascarado: el ebrio sólo trata de no reconocerse a sí mismo; el otro trata de no ser conocido por los demás. 90 La estupidez ha producido casi tantos dolores como la crueldad. 91 Quien pueda decir en cualquier momento, sin sonrojo, sus acciones, es un hombre honrado; quien pueda decir sus pensamientos, un santo. 92 La guerra es una violadora de destinos. 93 Sólo aquellos en quien el fanatismo ha secado las fuentes de la comprensión y la sensibilidad, pueden dejar de conmoverse ante el patético error de los pocos que se crean un ídolo y saben adorarlo bien. 94 Los pobres de espíritu prefieren, a emprender obras difíciles, añadir dificultades ilusorias a las obras fáciles.
  • 24. 24 95 Cuando las mujeres discuten alguna grave concesión, están ya muy cerca de otorgarla. 96 Para los pecados irredimibles contra el amor debe existir en la otra vida una pena horrenda y eterna; para los pecados leves existe en esta vida el castigo del matrimonio. 97 Ningún gesto se parece tanto al de la meditación como el de no estar pensando en nada. 98 La prudencia es casi la antítesis del miedo: aquélla evita casi siempre los peligros, mientras éste hace sufrir cada riesgo dos veces. Antes de llegar y cuando llega. 99 Más problemas nos crea la conciencia que los sentidos. 100 Los deleites materiales adquieren a menudo un carácter violento, porque entrañan siempre un triunfo contra el “destino” de la materia: muy pocas partes de nuestro cuerpo son aptas para hacernos sentir un gran placer, y en todas podemos sufrir un gran dolor.
  • 25. 25 101 La complicidad no engendra nunca la amistad: el delito es yugo donde dos voluntades van juntas, recelosas y pesarosas siempre. 102 El concepto despótico de la riqueza no lo adquiere el rico tanto en su propia dicha como en la envidia y en la tristeza de los pobres. 103 El error fundamental de los hombres respecto de la mujer, proviene de obstinarse en diferenciarlas en aquello que son iguales y en igualarlas en aquello que son diferentes. 104 Aplazar es sinónimo casi siempre de “no ejecutar”. 105 El calendario y el reloj son dos símbolos de exactitud que suelen servir al hombre de pretexto para posponer y no efectuar cambios dolorosos de conducta... Decimos: “Desde esta tarde”, “Desde esta mañana”, para engañarnos a nosotros mismos, como si no supiéramos que en cada minuto puede empezar una era y que todos los días pueden ser año nuevo. 106 El sol es a modo de una gran piedra de toque para la ética: casi todas las acciones que no se acomodan a realizarse bajo su luz, son impuras.
  • 26. 26 107 La sinceridad limita por el Sur con la candidez, y por el Norte con el cinismo. 108 Muchas mujeres se enamoran de los hombres que las hacen reír; algunas se enamoran de los que las hacen llorar; pocas se enamoran de los que las hacen pensar. 109 La adulación ha perjudicado más a los hombres que la calumnia. 110 La sangre se vierte casi siempre en vano por las opiniones, pero nunca por las convicciones. 111 El beso es la cifra humana del amor y adquiere todas sus modalidades: es ternura, es piedad, es deseo, es exaltación. Cuando Judas junta su boca a la mejilla, no besa, babosea únicamente: es un aborto. 112 El verdadero crítico es un altruista que en vez de entusiasmarse con las inspiraciones propias, se exalta con las inspiraciones de los otros.
  • 27. 27 113 La inconformidad es la sombra del alma. 114 Ninguna energía es excesiva. En el fondo de cada pecado hay un ímpetu que puede aprovecharse para el bien, y que si se extirpa torpemente, nos hará falta luego. Una explosión es algo terrible, y, sin embargo, el motor de petróleo naciente y ya poderosa fuerza de la industria moderna, no es más que una explosión dosificada. 115 El diletantismo es el egoísmo de la inteligencia, que, por complacerse a sí misma, renuncia a la profundidad por la diversidad. 116 El temor evita cuando más el delito; la persuasión atrofia el impulso o lo transforma. 117 Platón decía: “Aprender es recordar.” Puede parafrasearse su inquietadora sentencia de este modo: Recordar es fijar, revivir; reflexionar en lo pasado, preparar el futuro. 118 En la química moral, el amor, al descomponerse, volatiliza su mejor parte: el cariño, y deja un turbio sedimento: el deseo.
  • 28. 28 119 Querer, es la gran palabra a menudo falsificada. Querer las cosas, querer los hechos, querer los seres, siquiera una hora cada día, pero con firme y duradera vehemencia, nos transformaría en dioses, en héroes, en hombres verdaderos. 120 No todos los abortos sucumben al venir al mundo; muchos hay que siguen su trayectoria vital con las almas ciegas, como piedras de honda lanzadas hacia Dios, que vuelven a la tierra sin dejar otro recuerdo que el de una sombra inoportuna manchando el espacio. 121 La palabra es el más maravilloso de los recipientes: no hay frase donde no pueda caber íntegra un alma entera en toda su grandeza o en toda su ruindad. 122 Ser resignado o ser rebelde sólo depende de la dirección en que se mire. 123 Las dos grandes ideas del origen del hombre se concilian: hombres hay que provienen del mono, y es imposible dudarlo al ver la vana abundancia de sus gestos y de sus apetitos; hombres hay, muy pocos, que vienen de Dios, según lo atestigua el persistente fulgor de sus almas.
  • 29. 29 124 No condenemos con aireada pasividad a los Caínes: acaso Abel no fue tan bueno como dicen las Escrituras, cuando no supo desenconar y trasmutar la fraternal envidia, que es siempre triste confesión de inferioridad. 125 Los hechos son machos y las palabras son hembras, es verdad; pero ¿basta aceptar esta comparación para desdeñar las palabras? Compadezcamos y evitemos las baldías, las estériles, las feas; y acariciemos y busquemos las capaces de contener emociones y de llevar en su seno los gérmenes de hechos futuros. 126 Las discusiones convencen a veces a los que las escuchan, pero jamás a los que las sostienen. 127 Los dolores que no se resuelven en lágrimas, son como los días encapotados en que no acaba de llover. 128 La víspera posee mayor cantidad de goce que el día siguiente, porque no le cercena nada; mientras que cada minuto del día esperado, no se disfruta sino a costa de una disminución de sí mismo.
  • 30. 30 129 Muchos creen que para ser inteligentes basta con suponer tontos a los demás. 130 El éxito se paga con oro; el esfuerzo, con cobre. 131 Si alguien te dice que profesa una religión distinta a la tuya, respétale; si alguien te dice que no cree en religión alguna, despréciale. 132 La verdadera curiosidad, la fructífera, no está en los que preguntan perezosamente, sino en los que investigan por sí mismos. 133 La habilidad no excluye nunca por completo a la fuerza, antes bien la administra y dirige, proporcionando, con secreto instinto de la economía necesaria a la fugacidad de todo ímpetu, la resistencia o el impulso. 134 Una santidad sin tentaciones nos produce la misma impresión de pequeñez que un mar sin olas.
  • 31. 31 135 En el sentido pleno de la palabra aspirar, el anhelo ha de ser la chispa que enciende, y el esfuerzo el gas que, inflamado, determina la fuerza de impulsión. 136 La suspicacia, vicio convertido por los taimados utilitaristas en virtud, pugna con el sentido de la vida moderna, cuyas dos palabras raíces son solidaridad y confianza; por grande que sea la acción individual, cada día se basta menos a sí misma para sustituir, y con que el obscuro obrero que construye el balcón abierto hacia la calle falte a su deber, el más orgulloso individuo perece. 137 Hasta para realizar el mal perfectamente se necesitan cualidades. Los cobardes, por ejemplo, apenas si se vengan a medias. 138 Sólo los irreflexivos atribuyen a la memoria un influjo secundario en la eficacia mental del hombre. Hasta en el dominio de la ética se suele pecar más por olvido que por ignorancia. 139 La piedra de toque de los verdaderos amores no está en que resisten al desdén, sino a la posesión.
  • 32. 32 140 Sólo está permitido ser escépticos a quienes temen no poseer bastante amor para satisfacer las solicitaciones de todas las deidades. Desconfiemos de los que llaman escepticismo a una indiferencia cuya base es la sequedad de corazón y la pereza de pensamiento. 141 El placer y el dolor no constituyen los extremos de la escala sensorial donde se funden materia y espíritu. El placer tiene es su misma esencia algo de violento que le da la fugacidad precisa a la poca resistencia del hombre; si lo que entendemos por placeres se prolongase a muchos días, serían terribles dolores deleitosos... Así, pues, el dolor sigue en uno de los términos de la escala; pero en el otro no está el goce, sino la serenidad. 142 Un hombre de gran inteligencia sin carácter, es como un buque de potentes máquinas sin timón. 143 Mentiroso lugar común es el que dice: “Las comparaciones son odiosas.” ¿Cómo renunciar a la comparación cuando poseemos tan pocas nociones absolutas? Hay que comparar objetos, personas, sentimientos, ideas, o resignarse a reducir las investigaciones a un juego quimérico del espíritu, por cuyos resultados pase a veces, fortuitamente, la órbita de la verdad. 144 La capacidad innegable de fingimiento que posee la mujer, proviene de la secular esclavitud del sexo. Hasta las más torpes poseen riquezas de disimulo y argucia que sorprenden... Las malas herencias fueron siempre las más equitativamente repartidas.
  • 33. 33 145 Hay viejos que parecen estar en el mundo para quitar a los hombres el miedo a la Muerte. 146 El fanatismo es la fe de los hombres de acción. 147 La injusticia es cosa tan terrible, que quienes luchan mucho tiempo contra ella acaban por volverse injustos. 148 Desconfiad de esos que pretenden, so capa de exaltar la sinceridad y la llaneza, imponer el imperio del cinismo y de la grosería. En el fondo de toda acción infame, aun de aquellas más disfrazadas de refinamiento, existe la ineducación y la ordinariez. 149 La caridad, acaso la más grande de las virtudes cristianas, dice implícitamente que las palabras maravillosas predicadas entre el pesebre de Belén y el Gólgota son simientes estériles en el pedregal de los egoísmos de los hombres. ¿Sería necesaria ni casi concebible la caridad en el reinado de los justos?
  • 34. 34 150 La suma de nulidades y concupiscencias crea masa, mas nunca mejora la calidad. Nada más opuesto al anhelo de reducir a un mínimum las injustas desigualdades que dicta la Naturaleza, que ese igualitarismo de intestino que pretende nivelar por los más soeces, por los más ineptos, por los más bajos. 151 Los hombres débiles proceden siempre en las situaciones extremas cual si después de su acto no fuera posible ninguno más; los fuertes gradúan su energía y dan a todo golpe, a toda acción, el previsor carácter de cosa penúltima. 152 El consuelo que aparta al espíritu afligido de la causa de su tristeza, es siempre es siempre engañoso. Consolar bien es hilar con el dolor una hebra tan sutil, que poco a poco imposibilite toda exasperación y cree una atmósfera donde se pierda la impresión encolerizadora de haber chocado contra la injusticia. Pero pocos son capaces de dar y de recibir ese consuelo que sumerge el alma en una penumbra, en una laxitud, en una serenidad que casi se acerca al placer. 153 Las supersticiones son una especie de religión al detall. 154 Así como de tiempo en tiempo las ígneas corrientes subterráneas determinan, en parajes separados por cientos de leguas, terremotos y erupciones, el pensamiento humano tiene en las más lejanas e incomunicadas zonas erupciones y trepidaciones que nadie sabe de dónde vienen ni cómo pudieron propagarse.
  • 35. 35 155 Todas las tiranías son odiosas; pero la sucia tiranía de los incapaces de combatir en sí mismos la batalla entre el arcángel espíritu y la bestia, es la más lesiva a los intereses del desenvolvimiento humano. 156 Al legítimo egoísmo colectivo no puede importarle tanto lo que las ciencias o las artes sean para un hombre como lo que éste sea para ellas. 157 La vanidad es la única planta espiritual que medra en todas las latitudes del alma: hay quien se envanece de ser el primero, de ser el último... y hasta de ser el mediano. 158 La mayor parte de las mujeres, cuando protestan de la tiranía, no es que aspiren a la libertad, sino a cambiar de yugo. 159 El deseo sexual suele hablar en nombre del amor, valiéndose de uno de esos abusos de confianza que hacen a los conocidos llamarse amigos.
  • 36. 36 160 Los grandes dones no pueden caer en abundancia excesiva sobre un solo ser sin doblegarlo: el talento goza de la vida, de la inferioridad de los otros y aun de su propia limitación, mientras el genio, chispa divina que un hombre sobrelleva en su peregrinación terrenal, vive solitario, sin casi posibilidad de amor y comprensión. Proyectado hacia otro ejemplo menos trascendente, puede recordarse que los millonarios no logran disfrutar el abandono de la holgura ni la irresponsabilidad del incógnito. Su riqueza – por venir de tantos – los convierte en hombres de todo el mundo. 161 Nada tan triste y baldío como esos talentos obstinados en parodiar al genio. 162 Convertirse no es trocar una indiferencia por otra, ni poner por debilidad o cálculo nuevas ropas al alma. Todo el que se convierte a una nueva religión y no es ella un santo, ha de repugnar a los espíritus verdaderamente religiosos. 163 Desconfiad de esos entendimientos enmohecidos que se precian de gustar de las ideas novísimas. Siempre hay en ellos algo del vicio de los viejos que miran a las muchachitas que aún no son del todo mujeres. 164 Quien no se domina, no logrará nunca dominar a los otros. Podrá, por el talento o la cólera, sojuzgar, alucinar, pasmar un instante; pero dominar con esa autoridad sostenida de los verdaderos fuertes, no.
  • 37. 37 165 La satisfacción irreflexiva de los que tras un gran peligro escapan de la Muerte, sólo tendría justificación si por burlarla en ciertas condiciones se conquistase la inmortalidad. 166 La Humanidad ha sacado mucho más beneficio de las verdades provisionales que de las verdades eternas. 167 Debería existir un premio para los que fracasan, a fin de no dejar pretexto alguno a los perezosos y a los tímidos. 168 Dicen que la Muerte es una gran niveladora, y no es del todo exacto. Mientras no se desmienta, fuerza es reconocer que todos tenemos la misma manera de estar muertos, pero no la misma manera de morir. 169 Muchos suelen decir, para disculpar esas brusquedades del espíritu descubiertas por el gesto o por la palabra: “En la forma es así, pero en el fondo...” No puede darse disculpa más torpe; pues pocos tienen ocasión, necesidad o capacidad de penetrar hasta el fondo de personas o cosas, mientras que a todos nos es preciso pasar junto a la superficie.
  • 38. 38 170 El Porvenir y el Pasado son dos montañas que de continuo amenazan derrumbarse sobre el sendero del Presente, que serpea tímido entre ellas. 171 Todos aspiramos a la Belleza; pero pocos somos capaces de realizar un esfuerzo cotidiano para disminuir nuestras imperfecciones. 172 El valor es el resultado subconsciente de dos miedos violentos y desiguales sobre un ser. 173 Quien piensa de continuo en la Muerte, no puede realizar obras grandes; pero quien jamás piensa en ella, tampoco. 174 El mejor médico no es el que cuenta sólo con la Vida y con la Muerte, sino el que cuenta también con el Dolor. 175 Los vicios más peligrosos son aquéllos que confinan con ciertas virtudes.
  • 39. 39 176 Hay hombres que poseen ideas; hay hombres poseídos por las ideas. Los primeros son más fáciles; los segundos, más útiles. 177 El esfuerzo ha de entrar en el campo de la esperanza como el arado en la tierra de que se desea cosecha próvida. 178 El hombre no puede ser responsable ante los demás y ante sí, de no hallar respuestas exactas a esas dudas capitales nacidas con el primer albor del pensamiento; pero no puede eximirse, si quiere merecer el título de verdadero hombre, de abrir en su espíritu las interrogaciones y de buscarle respuestas en la vida, en los libros y en su propia alma. 179 No hay ser vivo, por rudimentario y alejado de la sensibilidad y el entendimiento que parezca, que no inspire respeto casi religioso al hombre que ha pensado profundamente en la vida alguna vez. 180 Las obras del espíritu han de sazonar dentro de él antes de adquirir forma y salir a ser alimento de todos. Los frutos madurados después de arrancarse del árbol, no adquieren nunca la plenitud de jugo y sabor.
  • 40. 40 181 Hay cobardes a quienes el miedo, por un fenómeno involuntario, obliga a avanzar, en lugar de retroceder; y a muchos de ellos se los llama valientes. 182 En el amor, el yo se suele referir a la exaltación y a la fidelidad; el tú, a la belleza y a los reproches, y la tercera persona, a los celos. 183 Los problemas de la vida exigen, como los problemas abstractos, reflexión y análisis, pero una clase de análisis rápido, intuitivo casi, para no dejar lugar al cambio de circunstancias; el análisis premioso sólo sirve para comprobar los malos pasos y amplificar en la conciencia el disgusto de no haberlos sabido dar bien. 184 Cuando una gran desventura o una gran alegría encuentran para expresarse una gran voz, nacen uno de esos raros poetas que parecen haber vinculado a su sentimiento del mundo todo el ayer y gran parte del mañana universal. 185 El orador que subyuga a una muchedumbre, rara vez persuadiría, hasta hacerlo olvidar sus convicciones y deberes, a otro hombre solo.
  • 41. 41 186 El idealista ha de dar a todo hecho el carácter de penúltimo: a las penas, a las alegrías y, sobre todo, a la muerte. 187 Cuando la sabiduría no es la medida de la ignorancia, es vanidad estéril. 188 Los débiles que no saben gustar o sufrir en la soledad sus dolores, debieran aprender a llorar bien; hay llantos tan ridículos, tan feos, que despiertan la repugnancia estética, en vez de despertar la piedad. 189 Si muchos delitos no se cometen por cobardía, muchas buenas acciones abortan también por igual motivo. Esta última cobardía es la más triste. 190 La alegría, el dolor y el conocimiento poseen una fuerza centrífuga muy difícil de vencer; por eso la voluptuosidad del secreto, alcaloide sutil del egoísmo, exige naturalezas de un excepcional temple. Hay secretos que consumen más que el alcohol y que la lujuria.
  • 42. 42 191 La soledad en sí apenas tiene valor humano; vacío sin resistencias, donde la fantasía se engaña, dando al monólogo forma diagonal, es un trasunto de la Muerte, y sólo adquiere eficacia cuando se emplea en meditar, rectificar o proyectar acciones: en acendrar los sentimientos y en templar las armas que han de servirnos luego en la vida de relación. 192 Muy pocos hombres poseen capacidad de entendimiento y de amor para extenderlas, sin merma de intensidad, por todo el haz del mundo; y las teorías, las fronteras, los grupos, son productos de esa limitación de tanto dolor y tanta sangre. 193 Las verdaderas heroicidades son las que no modifican el espíritu al modificarse las circunstancias que las suscitan. Muchas llamadas heroicidades son hiperestesia, estupor subconsciente, necesidad de dinamismo ante el peligro. El mismo miedo se plasma en formas tan extrañas, que a veces toma la forma de valor. 194 Cuando la melancolía es un placer hipócrita – flor de ciudad –, se acomoda al ritmo de un vals; cuando viene de una insuficiencia o un exceso de alma, aconsonanta con el ritmo del oleaje. 195 Los hombres excepcionales son asideros vivos que se ahíncan en el futuro y tiran hacia él del peso muerto de la Humanidad.
  • 43. 43 196 El sentido a la vez útil y poético de la Democracia, no consiste en entregar el mundo a los tumbos ciegos de la mayoría, sino en ir ensanchando las minorías autocreadoras – por virtud del cultivo de la sensibilidad y la conciencia – hasta lograr que la belleza y la razón estén en el mismo platillo de la balanza. 197 El nivel normal de la inteligencia del hombre tiene por encima la locura y por debajo la tontería. Esto, en los vaivenes de la vida, origina errores de punto de vista y hace que muchos que se creen locos, sean tontos nada más. 198 Hasta por razón de especie, una castidad inquebrantable sería tan monstruosa como una salacidad sin fin. 199 En todos los grandes artistas, el naturalismo ha sido la escala de Jacob hacia el idealismo. En esa escala maravillosa y ardua, muchos se rinden sin llegar a lo alto; pero su esfuerzo resulta siempre más provechoso para la causa eterna del arte, que el de esos ilusos que quieren empezar su cosmología por las nubes y volar sin saber andar. 200 Lo que más dificulta la felicidad es que hay muchos modos de ser feliz.
  • 44. 44 201 La alegría crea; lo cómico, no. Lo cómico es siempre una maldad más o menos intensa, más o menos objetiva, que enseña los dientes. 202 Sin el olvido, no gozaría cada hombre más que un solo placer de cada clase, ni sufriría más que un solo fracaso y un solo dolor. 203 La espontaneidad nada tiene que ver con la improvisación. A veces lo más puro de nuestro ser no está en la superficie del pensamiento o del sentimiento; y si no ahondamos, en lugar de ser sinceros, somos falsos, y en vez de espontáneos, artificiosos por exceso de facilidad. 204 Dos procedimientos opuestos pueden llevar al hombre íntegro a la satisfacción de sí mismo: imaginar cuando está solo que lo observan, y pensar y obrar cuando está entre gente, cual si nadie le viese. Lo difícil es no equivocarse al aplicar la regla. 205 Desatar es siempre más difícil que romper.
  • 45. 45 206 La popularidad es el feo revés de la gloria. Los que sólo nos conocen como fútiles accidentes de sus vidas, sin amor, no pueden por muchos que sean, suplir a esos pocos amigos que nos miran alma a alma, profundamente. La extensión se consigue casi siempre a expensas de la profundidad. 207 Muchos males vienen de pensar demasiado en los demás para resolver asuntos propios; pero otros mayores vienen de pensar egoístamente en nosotros solos, para resolver asuntos que pueden beneficiar o perjudicar a los demás. 208 Así como todo terreno baldío sugiere a la inteligencia creadora la posibilidad de una gran cosecha, de un bello jardín o de un edificio maravilloso, y cada bloque abrupto las formas latentes de una estatua, hay hombres que solo sirven para indicar el sitio en donde podría llamear la luz de una verdadera vida. 209 El sueño es el aprendizaje de la muerte. 210 La multitud es tan perezosamente ingenua, que cree que todos los relojes colocados en alto marcan la hora exacta.
  • 46. 46 211 Por instinto, al hablar de alguno de esos hombres que legaron su pensamiento eternizado a la humanidad, se dice es en vez de era, y, en cambio, se necesita un esfuerzo de voluntad para no emplear el pretérito al hablar de algunos seres vivos. Sólo a los irreflexivos debe parecer mal que el Arte no conduzca a la riqueza. Si además de las emociones y satisfacciones incomparables que la creación estética produce, granjeara ese poderío del dinero que se gana; por lo común, sirviendo de intermediarios entre las necesidades o las ilusiones de necesidades y la producción, el artista justificaría, por su exceso de dicha, todas las violencias vengativas de los demás hombres. 212 Para probar a los amantes de la justicia, hay que esperar a que la injusticia los favorezca. 213 Todo amor tiene dos etapas contrarias: en la primera, el esfuerzo se aplica a dar al otro cuanto más podemos de nuestro ser; en la segunda, a rescatárselo. 214 ¡A cuántas citas de amor se acude con el secreto deseo de no encontrar a nadie! 215 Los errores más temibles no son los que sostienen juicios diametralmente opuestos a la verdad, sino los que se apartan de ella, que engendran, o una aparente identidad o un peligroso “no vale la pena de combatirlos”. Los primeros tienen en su contra su misma monstruosidad y viven poco tiempo; los otros tienen a su favor el reflejo de la verdad próxima.
  • 47. 47 216 Se debe desconfiar de esas gentes a quienes la debilidad de carácter o la malicia llevan a decir el sí o el no entre una vaguedad de puntos suspensivos, quitándole esa magnifica fuerza categórica que hace de esos dos vocablos el alfa y el omega simbólicos de todos los problemas del mundo. 217 Esos animales que miran al hombre cara a cara, hacen pensar en la terrible e injusta posibilidad de algunos mitos. 218 Esos muertos independientes que no reposan en la estrechez de los cementerios y descansan bajo el mar o bajo el tumulto de los vivos, debieran ser los hombres, que, renuentes a la angostura de la Ley, de la Patria y del amor reglamentado, quisieran respirar todos los aires, amar la vida en sus floraciones infinitas y odiar el error hasta cuando yergue su adelfa dentro de ellos mismos. 219 Los refranes no son sentencias éticas, sino síntesis empíricas de las artes del mundo; por eso los hay igualmente verídicos a favor y en contra de muchas cosas. 220 Esos hombres que dan la mano cartilaginosa de una manera blanducha, esquiva, parecen, más que débiles, estar esperando una distracción del interlocutor para apretarle ellos a mansalva.
  • 48. 48 221 Acaso el peor defecto de la simetría es suponer que, cuando la sinrazón está en un sitio, la razón ha de estar forzosamente en el lado opuesto. 222 Hay dos géneros de miedo: uno, mezquino, limitado, que mueve el egoísmo de los individuos entre los polos del dolor y la muerte; otro, cíclico, en el que se comparte el dolor de todas las criaturas: éste se suele sentir sólo ante las cóleras de la Naturaleza: tempestades, terremotos, volcanes; pero algunas sensibilidades puras lo sienten también ante las guerras. 223 Los hombres lloran casi siempre, sin querer, y las mujeres, también casi siempre, cuando quieren. 224 Tanto en las relaciones comerciales como en las espirituales, el intermediario suele ser un enemigo, que se cobra en lucro o en frialdad de espectador su posición equidistante entre dos anhelos. 225 Sólo en materia religiosa – la única incomprobable – suele pasarse del error a la verdad, sin cruzar estados intermedios. La ciencia necesita apoyarse en verdades provisionales, que luego, en cuanto no le sirven para sostener su ascensión hacia el progreso, reconoce como mentiras.
  • 49. 49 226 Triste caso es el de la vocación sin aptitud; pero tristísimo y de maldad trascendente es el de la aptitud que se esteriliza en la falta de entusiasmo o en la pereza. 227 Los hombres mediocres se engrandecen ante sus propios ojos con el éxito y se empequeñecen con la desgracia; los hombres de excepción están siempre por debajo del triunfo y por encima de la desventura. 228 La experiencia sería de una ejemplaridad infalible si todas las situaciones, aun las más parecidas, no fueran desiguales. 229 La oportunidad es la madre de los débiles y la hija de los fuertes. 230 Ningún equívoco tan dramático como el del hombre que le pide a una mujer un rato y se oye ofrecer la eternidad. 231 La multitud llenaba diariamente el templo. Un día, no se sabe con qué propósito, alguien cambió del altar la imagen adorada; y como la multitud iba siempre al mismo templo y con el mismo ánimo adormecido por la costumbre, nadie notó el cambio.
  • 50. 50 232 El hombre vive siempre entre dos legiones innumerables de fantasmas: de un lado están los espectros de cuantos fueron, del otro, de cuantos no han sido aún. Si el hombre sólo ve la primera de esas legiones, marcha hacia el futuro; si ve la segunda, hacia el pasado, y si posee visión bastante para percibir ambas, permanece extático, indeciso y se convierte él mismo en espectro. 233 Cuando veas que un hombre es insensible a las vanidades qne suelen aminorar a los otros, no afirmes cándidamente: «Este hombre carece de vanidad». Pregúntate más bien: «¿En dónde habrá puesto este hombre su vanidad?» 234 Sin el olvido, no gozaría cada hombre más que un solo placer de cada clase, ni sufriría más que un solo fracaso y un solo dolor. 235 La inteligencia es una lente que haciendo converger los testimonios de los sentidos, los transforma en galerías espirituales. 236 ¿Qué importa que el hombre se apodere del aire y del fondo del mar, si no puede llevar a ellos más que su pequeñez ética, su descontento de sí mismo y su insociabilidad con sus semejantes? Lo fundamental no son los escenarios, sino los actores. 237 Los que proceden después de haber olvidado las normas, no obtienen nunca resultados iguales a los que proceden antes de aprenderlas.
  • 51. 51 238 La originalidad es sólo una categoría adjetiva, y si no va unida a una de esas potencias substanciales que se llaman Verdad, Belleza y Bien, cuando surge pasa estérilmente. 239 Todo lo desconocido es nuevo; pero ¿puede afirmarse que todo lo nuevo se encuentra siempre hacia el futuro? 240 Sorprende, a veces, al leer biografías de hombres insignes, comprobar sus errores y lo mal que gobernaron sus vidas. Es que hay inteligencias filantrópicas que florecen sólo para los demás, se ensanchan y no vuelven a caber nunca en el molde angosto del egoísmo, que mira a los otros como obstáculos a quienes debe esquivarse o atropellarse. 241 ¡Qué fuertes y expresivos debieron ser algunos de esos lugares comunes que ofenden nuestra sensibilidad cuando se dijeron por primera vez! 242 ¡Creadores! ¡No pospongáis la hora de reproduciros en la carne, en la piedra o en el pensamiento! Esa hora es corta, tal vez única, y está rodeada por los infinitos de la Muerte, que no satisfecha con su poderosa guadaña acepta todas las complicidades. Un niño y un viejo pueden matar, mas no engendrar. 243 Lázaro, después de su resurrección, sólo anhelaba estar aislado e inmóvil; mas para huir de los comentarios, imitaba a los otros mozos. Y así, se dejó amar por una muchacha de grandes ojos encendidos, que le decía siempre: «¡No me quieres, Lázaro!... ¡Eres un hombre frío, insensible!» Y él no podía fingir. Hasta que un día la muchacha murió, y cuando sus deudos la dejaron, Lázaro se acercó al cadáver, y trémulo, febril, lo besó en la boca apasionadamente.
  • 52. 52 244 Al imprudente que sucumbe se le llama temerario; al que sobrevive, héroe. Si un hombre se mata para evitar a los suyos el deshonor, es cobarde; si para evitar a su Patria la derrota, avanza solo y sin probabilidades de triunfo contra el enemigo, su conducta merece elogios máximos y es citada como espectacular. En ambos casos el hecho es el mismo —un suicidio,— y sólo la causa altera el resultado. Cuando la Psicología permita desentrañar la génesis de todas las causas, los hechos adquirirán insospechados valores; entonces habrá que derribar a muchos héroes de sus pedestales y sacar a otros de la fosa común. 245 Un hombre de genio en sus relaciones con los demás hombres es semejante a un pato: ni puede volar alto ni andar bien. 246 Si para castigar a un ladrón el tribunal le despojase de sus ropas, todo el mundo reiría de la sentencia. Y sin embargo no sería menos lógica que la que condena a muerte a un homicida.
  • 53. 53