El documento describe la mundialización como una guerra permanente librada por los dueños del dinero a través de la propaganda y las palabras. Utilizan términos como "empleo", "competitividad" y "solidaridad" para ocultar la violencia detrás de la mundialización y someter a las mentes y conciencias de los ciudadanos. La mundialización está organizada por las multinacionales que actúan por encima de los estados con la complicidad de los políticos, quienes han rendido la soberanía a los mercados financieros.
La mano diestra del capitalismo, de Leo Strauss al movimiento neoconservador II
La mundialización, una guerra universal permanente
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LA MU DIALIZACIÓ , LA GUERRA LIBERAL PERMA E TE.
Francisco Jose Fernandez-Cruz Sequera
Junio 2013.
Publicado en: http://lagranpartida.blogspot.com.es
La Mundialización es
una guerra universal
permanente y abierta
librada desde hace
décadas por los dueños
del dinero. En primera
instancia la guerra se
está librando desde la
mentira a través de las
palabras, palabras que
nadie se atrevería a
negar, aparentemente
inocentes y sin
embargo terriblemente
beligerantes y peligrosas: empleo, competitividad, racismo, igualdad, xenofobia,
solidaridad, productividad, etc. Cada una de ellas acarrea consigo una carga brutal de
violencia soterrada. Cada una de ellas es oportunamente utilizada y dirigida con un
objetivo cierto por los economistas domesticados, los periodistas de los mercados,
los voceros de la Unión Europea, todos ellos mercenarios encapuchados, cortesanos
del orden establecido.
España es un país individualista, tanto, que incapaz de organizarse para una guerra,
acuñamos mundialmente la expresión “guerrilla” como cumbre del individualismo
más extremo, incluso para rebelarnos. Por ello, ha sido necesario someter las mentes
y las conciencias por la propaganda, por el vicio y el miedo, llevando a cada uno de
los españoles la certeza
de que toda rebelión será
inútil, nihilista y utópica,
y que toda revuelta
acabará otra vez en el
cementerio. Por eso a
nadie debe extrañarle que
no haya revuelta “a la
griega” ni siquiera
atenazados por el hambre.
Hoy se daba la noticia de
que la Junta de Andalucía
se disponía a garantizar
tres comidas diarias a
50.000 niños en período
vacacional. Como decía
el reaccionario François
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Furet: “estamos condenados a vivir en el mundo en que vivimos”. Y así no hay más
salida que el PP, el PSOE, sus cómplices separatistas o los comparsas de IU o UPyD
entre otros sinvergüenzas. La protesta ha muerto sin comenzar; y la que se pretende
por los antisociales “antiglobalización”, es estéril e inútil, pues asume todos los
postulados de la necedad “progresista” del marxismo y del anarquismo, y se
desayuna sin rubor con todas las estupideces al uso de los ancianos marxistas del 68.
Es preciso afirmarlo: son nuestros políticos electos los que decidieron deliberada y
sistemáticamente rendirse a los mercados: el Acta Única Europea, el Pacto de
Estabilidad, el Acuerdo de Mastrique, el Euro, las desregulaciones, la libre
circulación de capitales y mercancías, la importación masiva de mano de obra
tercermundista, poco o nada cualificada, para mantener bajos los salarios y
desvertebrar a la sociedad, las deslocalizaciones de empresas para producir lejos en
términos de absoluta explotación, para vender cerca en precios de dumping. Y todo
ello en “nuestro beneficio”, que “quien bien te quiere te hará llorar”. Es el secuestro
de la riqueza comunitaria, la posibilidad de hacer pagar por lo que ya era suyo a
aquellos que no tienen gran cosa. Es una guerra cuya propaganda quiere convertir a
los soldados del mercado de trabajo en héroes de la flexibilidad, de la
competitividad, de la productividad, de la lucha competitiva… ¿Para quién? ¿Para
los poseedores de monopolios, los dictadores de la banca, de la industria de la
energía, de las telecomunicaciones?. ¿Para mantener los negocios, la comisiones y
privilegios de las testas coronadas?.
Poco importa que la mundialización esté organizada, orquestada y preparada por las
multinacionales que actúan por encima de los Estados con la estrecha complicidad de
éstos, multinacionales que tienen ya su propio sistema político mundial, cuyo nombre
es OMC, FMI Banco Mundial, Comisión Europea, banco Central Europeo, etc. Las
grandes corporaciones hunden los Estados a través de instituciones supranacionales
con la colaboración de los
políticos. Un suicidio político que
los hace lamentarse de que “no
tengamos la suficiente cultura
económica para comprender la
independencia del Banco
Central”. Pero más grave aún es
que la creación del dinero y su
distribución se reserven a
determinadas personas
particulares, todo ello en favor de
“la mano que guía los mercados”
para alcanzar el equilibrio. Un
equilibrio que es una fábula, que
no existe o que es múltiple, o
inestable; que el mercado
destruye; que el mercado con su
concepción del tiempo reversible,
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no atiende a lo que es irreversible. La depredación en plena ideología liberal, el
pillaje de la naturaleza, ya que “los recursos son inagotables” que decía Say1
. Una
leyenda la del mercado autorregulado y de la competencia benéfica, que forma parte
de la religión materialista temporal de la felicidad eterna y del “fin de la historia” en
el mercado. Un paraíso secularizado idéntico al marxista, que no en vano comparten
cuna. Ya vivimos el comunismo como otra guerra económica peor que la de los
liberales, un colectivismo que fracasó y desertizó el Mar de Aral y cubrió de residuos
nucleares medio mundo. Los mismos residuos que los EE.UU. quieren esconder en
África.
Pero la propaganda mundializadora liberal no descansa. Desde sus medios de
propaganda nos dicen que: “los funcionarios son unos enchufados, los que cobran el
1 Jean Baptiste Say, es un economista francés de la Escuela Clásica de economistas. admirador de
la obra de Adam Smith, ganó reconocimiento en toda Europa con su Tratado de Economía
Política, cuya primera edición data de 1804. En el que retoma muchas de las ideas de sus
predecesores franceses y de Adam Smith, sistematizándolas.
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salario mínimo unos privilegiados, los que tienen seguridad social unos abusones,
los parados unos perezosos que se agarran al subsidio y los pensionistas una carga.
Y no hablemos de los de la ley de dependencia, unos ladrones. Y es que nos hemos
gastado más de lo que teníamos, comprábamos el chalet y además metíamos las
vacaciones, la reforma de la
casa y el coche. Hemos vivido
por encima de nuestras
posibilidades”. Y muchos lo
creen por ingentes que sean la
cantidad de datos reales que se
les ponga delante sobre el
empobrecimiento constante y
progresivo de los trabajadores
durante más de dos décadas.
Triunfa así la ideología de la
mundialización liberal. La
recolección regulada de los
bienes públicos, muebles e
inmuebles, el saqueo de las
arcas de la Seguridad Social, la
aniquilación del derecho al
trabajo en condiciones dignas.
Lo que se cuenta como un avance por la “competitividad” es una regresión de dos
siglos, previa a la extinción de los europeos como pueblo con identidad. Volvemos a
la moral puritana de origen judío en el que el opulento es bendecido por Dios, y el
pobre, un pecador que sufre su desgracia como anticipo del castigo divino sin duda
merecido. Y es que, creer en la democracia liberal, sin duda, merece un castigo.